Capitulo 18
Mis ojos se abren lentamente, ajustándose a la luz tenue que ilumina el lugar. Mi mano sigue cogida a la de Aiden. Volteo lentamente la cabeza, Aiden ha apoyado su cabeza en mi hombro y ha colocado su brazo izquierdo por sobre mi cintura. Duerme plácidamente. Saco mi comunicador, que indican que son las cinco de la mañana. Debería ir a mi habitación a bañarme y cambiarme. No creo que haya habido celebración ayer, debido a las heridas de Aiden y Corinne. Vuelvo a mirar a Aiden. Suspiro y, con mucho cuidado, me deshago de su brazo, y dejo que su cabeza se apoye en la almohada. Camino de puntillas hasta abrir la cortina metálica y salir. Hay un par de enfermeros en el mesón, pero no reconozco a ninguna. Levantan la vista para mirarme, me dan una corta sonrisa y luego vuelven a concentrarse en lo que estaban haciendo. Me acerco a ellas y carraspeo, algo tímida de hablarles.
-¿Sucede algo?-pregunta uno, de tez morena y cabello negro.
-Quería saber si ayer hubo celebración por la misión-pregunto en voz baja.
-No cariño, una simple cena. Pero han dado libre el día de hoy, para que los amigos y familiares de los heridos tengan tiempo de venir-me responde la otra, una mujer de tez clara con ojos rasgados.
-Muchas gracias-les digo.
-Puedes quedarte más tiempo, aquí no hay horario de visita a menos que sea un paciente de gravedad-me dice el enfermero. Niego con la cabeza.
-Creo que al menos debería ir a cambiarme, pero volveré-le respondo. Ambos me otorgan una sonrisa y me despido.
Cuando salgo al pasillo, me siento algo perdida. Sé que Joy me había dicho que le avisara, pero siendo tan de madrugada, no quiero molestarla. A lo lejos, logro divisar a Val. Me acerco a ella, que habla con una mujer con bata blanca.
-... Pero creo que con el tratamiento, estará como nuevo en un unos días, después de todo, no hubo que intervenir en los huesos-dice la doctora.
-¿Y Corinne?-pregunta Val. Me detengo a un metro de distancia.
-Vamos a usar el mismo tratamiento que con Aiden, pero al ser una fractura expuesta se demorara más.
Val asiente, entonces gira su cabeza y me observa. Voltea a mirar a la doctora y le ofrece su mano.
-Muchas gracias, Angelica, vendré en unas horas para ver el progreso-le dice. la doctora asiente y desaparece por el pasillo.
Val se acerca a mí y coloca una mano en mi hombro, dándome un apretón.
-¿Qué haces aquí Leah?-pregunta.
-He visitado a Aiden-replico.- Pero ahora quería irme a mi habitación.
-¿Estas perdida?-pregunta. Asiento.- Yo te llevo. ¿Te has quedado toda la noche con Aiden?
-Gracias-le digo, mientras comenzamos a avanzar por el pasillo.- Me quede dormida.
-¿Y como esta?
-Bien, no tiene dolor-le digo. Val asiente.
-Hablaba con su doctora, en unos días estará como nuevo-dice Val.
Cuando Val me deja en mi habitación, me saco mis zapatillas y entro enseguida en la ducha. Me siento exhausta, a pesar de haber dormido varias horas cómodamente, y creo que es por las muchas emociones que he sentido. Ha habido pocas ocasiones en mi vida en que me haya sentido así, pero supongo que ahora que las expreso, es aún más agotador. Decido que si no hay clases durante el día de hoy, puedo dormir un par de horas y luego volver donde Aiden. Me seco el cabello rápidamente cuando salgo de la ducha, y me pongo mi pijama. Apenas toco mis sabanas, el sueño me invade y el mundo a mi alrededor desaparece.
Las manos de Aiden rodean mi cara, y me mira intensamente. Los cables invisibles aparecen. Sus ojos me encandilan, mi corazón bombea en un frenético aleteo y todo mi cuerpo se hace demasiado consciente de lo cerca que esta Aiden, del contacto de su piel con la mía, de cómo su aliento choca contra mi rostro, del calor que emana su cuerpo.
Quiero hablar, pero no puedo. Un impulso comienza a crecer en mi interior, y el fuego comienza a aparecer en mi pecho, expandiéndose por mi cuerpo. Me pongo de puntillas, intentando acortar la poca distancia que separa mi rostro del suyo.
Mis ojos logran romper las cadenas que me tienen encandilada y bajan a su boca. Sus labios, rosados, se ven suaves, y me pregunto si se sentirán igual. Levanto la mirada para buscar sus ojos pero estos están clavados en mi boca.
Se inclina lentamente. La anticipación me hace sentir inquieta. Cierro mis ojos, y alcanzo a sentir el roce de sus labios con los míos.
Un golpeteo frenético me despierta. Sonrojada, miro el techo y me siento al borde de la cama. Me toco los labios con mis dedos. Era un sueño tan vivido. Nuevamente golpean mi puerta. Me levanto de sopetón, aun algo aturdida por el sueño que acababa de tener, y abro la cortina. Joy está detrás, con una bandeja con una taza humeante, tostadas con huevo, y un yogurt de frutilla. A su lado, Brent tiene en una mano un muffin de arándanos.
-Hola-digo, mirando sin entender.
-Creímos que te sentaría bien desayunar en tu cama-dice Joy con una sonrisa.
-No queríamos despertarte, pero Joy insistió en que no te gustaría despertar más allá de las diez-acota Brent. Abro los ojos como platos.
-¿Son las diez?-pregunto.
-Sí. Vamos, tienes que desayunar-dice Joy, y pasa por mi lado. Deposita la bandeja en el escritorio y se voltea a mirarme.
-No puedo, tengo que ir a ver a Aiden-le digo. Joy sacude la cabeza.
-Primero desayunas, luego puedes ir donde tú quieras-replica ella.
-Vamos, Leah, siéntate mientras conversamos un poco-dice Brent, con una sonrisa amable.
Suspiro y acepto. Me siento en el escritorio, mientras Brent y Joy se sientan en mi cama. Volteo la silla para mirarlos mientras doy una mascada a las tostadas. Joy me pone al día de lo que ha pasado en estas últimas horas: las clases se suspenden por hoy, mañana entrenaremos con Duncan, el almuerzo de hoy es lasaña (no sé qué es, pero a juzgar por la emoción de ambos, debe ser algo rico). Cuando acabo mi desayuno, Brent me entrega el muffin y me lo como deprisa, aunque siento mi estómago por explotar. Joy elige la ropa que me pondré, mientras yo me apresuro al baño para lavarme los dientes y hacer mis necesidades. Brent se va con la bandeja y la loza sucia para lavarla.
-Hace mucho frio, la nieve se ha acumulado durante la noche-me dice Joy mientras estoy en el baño colocándome la ropa que ha elegido para mi.- ¿Cómo esta Aiden?
-Bien, para las heridas que tiene-digo. Abro la puerta y salgo del baño. Joy me da una mirada de pies a cabeza.
-Me encanta como te queda ese color-dice, señalando el sweater color naranjo rojizo, de cuello alto.
-Gracias-le digo, miro mis jeans y luego mis botas cafés que ella me obligo a comprar, que me llegan justo por debajo de las rodillas.- Me gustan las botas.
-¿Me dejarías hacerte algo en el cabello?-pregunta. Levanto la mirada.
-¿Algo como que?-pregunto.
Luego de que me explicara que es una trenza, me hace dos pequeñas a cada lado y las amarra por detrás. Así, según ella, el cabello no se me ira a la cara. Joy me lleva nuevamente al hospital, hasta la habitación en que Aiden está. Esta vez me preocupo de memorizar el camino, para poder volver sola. Saludo a los enfermeros y descubro que la camilla de Aiden está vacía.
-Alex, disculpa, ¿Dónde está Aiden?-pregunta Joy a un enfermero de baja estatura, con cabello rubio largo que le llega por debajo de los hombros.
-Lo han llevado a la terapia, ya sabes, al estimulador-responde el enfermero.
-¿Sabes cuándo volverá?-le pregunta Joy.
-Debería estar por llegar, se fue hace poco menos de una hora. Si quieren, pueden esperarlo en su habitación-le replica él.
-Gracias-dice Joy.- Sentémonos allí.
Entramos a la habitación y nos sentamos en la camilla portátil que Molly me traje anoche, y que no ocupe. Juego con mis dedos, nerviosa. Joy pasa su brazo sobre mis hombros.
-Todo está bien Leah, el estimulador es una máquina que estimula el crecimiento y reparación de las células, para que las personas se recuperen más rápido-me dice Joy, intentando tranquilizarme.
-¿Y es normal que demore tanto?-pregunto, sin dejar de mirar mis dedos.
-En los huesos, sí. Deberías ver cuánto demora en las lesiones medulares-replica.
-¿Por qué no la usaron con mis heridas?-pregunto. La miro, y Joy hace una mueca.
-Se deja para las lesiones más graves o que toman más tiempo de sanar. Supongo que ninguna de las tuyas era lo suficientemente grave-dice, encogiéndose de hombros.
El sonido de unas ruedas rechinando en el piso me hace levantarme. Aiden está en una silla de ruedas, tiene una bata blanca cubriéndolo. Sonrío al verlo, sin embargo, al darme cuenta de que Sunny es quien lo lleva en la silla, una sensación extraña, que sentí antes cuando alguna vez los vi juntos, despierta en mí, y mi sonrisa desaparece.
Aiden conversa animadamente con ella, pero cuando sus ojos se posan en mi deja de hablar. Joy, que se ha parado junto a mí, les sonríe, y cuando se detienen frente a la camilla, da un paso y saluda con un beso en la mejilla a Sunny.
-Hola Aiden, ¿Cómo estás? Todos estamos muy preocupados por ti-dice Joy.
-Muy bien, muchas gracias por preocuparte-le replica Aiden, mirándome de reojo. Su tono es menos brusco que lo normal.
-Hola Leah-dice Sunny, sonriéndome. Le sonrío y asiento.
-Hola Sunny-le digo, con mi tono plano y monótono. Aiden me mira fijamente.
- Bueno, ya te he entretenido suficiente. Debo irme, pero te dejo en buenas manos-le dice Sunny a Aiden, dándome una mirada.
-Te acompaño-le dice Joy. Me da un apretón en el hombro, y sale tras Sunny.
Los enfermeros llegan y ayudan a llevar a Aiden hasta la camilla. Me quedo de pie, mirando. Me siento extraña, esta sensación es realmente incomoda. Miro hacia la puerta, sopesando si quizás sería mejor irse o no.
-Te fuiste sin despedirte-dice Aiden, cuando los enfermeros salen y cierran la puerta corrediza.
Me volteo con lentitud para enfrentarlo. Tomo mi codo derecho con la mano izquierda, sintiéndome de pronto insegura. ¿Le importa que me haya ido?
-No quería despertarte-replico.
Nos quedamos en silencio. Aiden me observa con detenimiento, y me comienzan a sudar las manos. Aquella sensación desagradable comienza a desaparecer, pero no puedo no comparar cómo se comporta Aiden cuando habla con Sunny, y cómo se comporta cuando habla conmigo. Todo siempre tan tenso, tan extraño. No puedo evitar pensar en cómo me siento con Thomas, cómoda, libre de poder expresarme, en sus palabras amables y su forma de hablar, tan tranquilizadora.
-¿Quieres seguir viendo el documental?-pregunta.
Asiento, sin sentirme capaz de hablar. Se hace a un lado, y me recuesto junto a él. Enciende la televisión y coloca el tercer capítulo. Sus dedos rozan mi mano.
-¿Cómo te sientes?-pregunto.
-Mucho mejor. Creo que en un par de días podré volver a la normalidad-responde.
-Me alegro-digo, sin despegar mis ojos de la pantalla.
Nos quedamos así, con su mano junto a la mía, pero sin entrelazar nuestras manos. Me concentro lo máximo posible, viendo la lucha de la población contra su policía, que los reprime. Mi comunicador suena cuando estamos viendo el cuarto capítulo. Joy me avisa que debo bajar al comedor, ya que pronto se llenara.
-Debo irme-le digo a Aiden, mientras me siento al borde de la camilla para bajarme.
-Espera-dice, y coge mi mano. Me volteo para mirarlo.- ¿Volverás por la tarde?
Observo sus ojos. Un torrente de sensaciones aparece en mi cabeza. ¿Quiere que vuelva? ¿Por qué quiere que vuelva? ¿O lo pregunta para saber si puede venir Sunny mas tarde? ¿Por qué me molesta que hable con Sunny?
-No lo sé-respondo luego de un minuto.
-¿Por qué?-pregunta, frunciendo el ceño.
-Depende... de si entreno o no hoy-digo, inventando una excusa. Aiden arquea una ceja.- Joy dice que debo ir pronto, tienen lasaña.
-¿Me perdí el día de las hamburguesas y ahora también me perderé el de la lasaña? Demonios-dice.- Si vuelves, ¿podrías traerme un poco?
-No creo que deba traer comida externa, tu doctora debe decidir que puedes o no comer-le recrimino. Aiden rueda los ojos.
-No tengo problemas a mi estómago-dice. Nos quedamos mirándonos un rato, en silencio.
-Nos vemos-le digo, me deshago de su mano y salgo rápidamente.
Cuando llego al comedor, no puedo evitar sentirme frustrada. Diviso a Joy en la fila y me acerco a ella. un olor a especias, queso fundido y tomate inunda el lugar. Mi estómago ruge.
-Te encantara la lasaña-me dice Joy.
Solo asiento, sintiéndome incapaz de entablar una conversación. Cuando obtenemos nuestro humeante plato, nos sentamos con los demás y comemos en silencio, solo se siente el sonido de los cubiertos contra los platos. Joy tenía razón, la lasaña es deliciosa. Reed y Caden se levantan para pedirse un segundo plato. Los observo.
-¿Quieres más? Porque no hay problema-me dice Joy.
-¿Crees que pueda colar un poco en el hospital?-le pregunto. Joy sonríe.
Minutos más tarde, camino con una caja de cartón escondida por el pasillo, hasta doblar y entrar en la habitación de Aiden. Saludo con la mano a las enfermeras que hay ahora de turno, y entro rápidamente a la habitación de Aiden, cerrando la cortina detrás de mí. Aiden, que está sentado en su camilla, me mira sin entender. Me acerco a la mesa que tiene a un lado y deposito la caja sobre una bandeja vacía que tiene. Lo observo, y el mira la caja y luego a mí.
-¿Qué es eso?-pregunta. Acerco la mesa para colocarla frente a él y coloco mis manos tras mi espalda.
-Averígualo-digo. Entrecierra los ojos, y luego abre la tapa. Abre la boca sorprendido y levanta la mirada.
-Leah... gracias-dice, sonando sincero. Sonrío y me sonrojo levemente.
-De nada-susurro.
Durante la tarde, me quedo junto a él, viendo televisión. Hablamos poco, solo cuando el pregunta algo de lo que ha sucedido. Cuando dan las cuatro, me levanto para irme a entrenar, pero me sorprende cuando me pide que no lo haga.
-Unos días sin entrenar no te retrasaran-me dice.
-Pero tú no puedes entrenar conmigo tan rápido-le replico. El sacude la cabeza.
-Claro que sí. Espera unos días Leah-dice.
Lo que me hace sentir escucharlo pedirme que me quede junto a él, es algo indescriptible. El recuerdo del sueño que tuve durante la mañana me hace sonrojarme cada vez que miro su rostro. Estando tan cerca, con su mano cogiendo la mía. Es algo que nunca me imaginé que haría con él. Nuevamente he descubierto una nueva faceta de Aiden, y no puedo decir que me moleste. Cuando se oscurece, me levanto y me estiro.
-Debo ir a dormir. Mañana tengo clases-le digo.
-Puedes quedarte-ofrece él. lo miro, sopesando la posibilidad.
-No debería-replico. Él se sienta, y hace una mueca de dolor al moverse tan bruscamente.- Aiden.
Me acerco a su lado y lo obligo a recostarse nuevamente, colocando una mano en su hombro y la otra tomando su mano derecha. Sus ojos capturan los míos, los cables invisibles aparecen, y mi piel se eriza. El ambiente se hace algo más pesado, con la luz tenue, nuestras manos cogidas, sus ojos clavados en los míos... Me sonrojo al instante.
-¿Quieres quedarte?-pregunta con voz baja. Mi corazón comienza a latir más rápido.
Asiento, ya que un nudo en mi garganta me impide hablar. Logro desviar la mirada, y respiro hondo. Me saco mis botas y me recuesto a su lado, bajo las sabanas. Pasa su brazo sobre mis hombros, y apoyo mi cabeza contra su pecho, escuchando su corazón.
Los dos días siguientes, transcurren del mismo modo. Por las mañanas, me voy rápidamente a mi habitación para ducharme y vestirme. Joy me prepara un rápido desayuno antes de ir a entrenar con Duncan. Practico con Brent combate cuerpo a cuerpo, y obtengo mi primera victoria. En el receso, visito a Aiden. Las clases con Thomas son como siempre, con la excepción de que me deja terminar un poco antes para ir al casino a buscar mi almuerzo, y me lo llevo para almorzar con Aiden, donde me cruzo con Sunny, que lo visita a esa hora. No puedo dejar de sentir aquella sensación odiosa, pero algo en mi hace que me avergüence preguntarle a Thomas por ella.
Después de las clases de Sunny, vuelvo donde Aiden, y por las noches, me quedo durmiendo con él. Sus costillas se recuperan rápidamente, gracias al estimulador. Parte de mí se alegra mucho de que pueda volver todo a la normalidad. Verlo en una camilla, vendado, se me hace extraño. Pero otra parte de mí se entristece. Dormir junto a Aiden es algo que me ha gustado demasiado.
Me estiro tras salir de la ducha. El entrenamiento con Duncan hoy fue bastante duro. Tengo algunos hematomas en mis piernas, pero me he sentido muy bien. Logre derribar a Joy, y no puedo esperar para contárselo a Aiden. Sin embargo, cuando llego a la habitación, veo a Sunny sentada al borde de la camilla de Aiden, conversando animadamente. La puerta corrediza se encuentra abierta, ya que una enfermera está entregándole una colación. La sensación odiosa vuelve a aparecer en mí, y sin poder controlarme, doy media vuelta y corro para salir del lugar. Cuando llego al vestíbulo me detengo y respiro hondo, no sé cómo apagar este sentimiento. Camino con paso decidido afuera, colocándome mi abrigo, ya que la nieve se ha seguido acumulando durante estos días. Salgo al exterior, la brisa fría choca contra mi cara, pero no me detengo, hasta llegar a la orilla. Observo el bosque que se extiende delante de mí, con la nieve sobre las copas de los árboles, la fuente de agua que no funciona ya que se ha formado hielo, el silencio sobrecogedor que acompaña siempre a la nieve. Mi comunicador suena. Lo saco de mi bolsillo para ver el mensaje. Es de Aiden, preguntándome donde estoy. Decido ignorarlo.
-Leah, ¿Qué haces acá?-pregunta Thomas a mis espaldas. Me volteo y le sonrío.
-Necesitaba un poco de aire fresco-respondo. Él sonríe y se acerca a mí, sobando sus manos. Su piel morena contrasta con lo blanco de la nieve.
-¿No tienes frio?-pregunta. Niego con la cabeza.
-Estoy acostumbrada, supongo-le digo, encogiéndome de hombros.
-Podemos hablar aquí, si quieres-ofrece él. Sonrío y asiento.
-Me gustaría mucho.
Nos acercamos al borde de la terraza, Thomas quita la nieve de la baranda, y se sienta. Lo imito, sentándome a su lado, mirando hacia el bosque. Sus ojos siguen a los míos, y observan el paisaje. Miro de reojo su rostro. No sé por qué, siempre he sentido que Thomas es cálido, mientras que Aiden frio, como la nieve.
-Supongo que ya entiendo por qué te gusta la nieve-dice, sin dejar de observar el bosque.
-¿Acaso nunca había nevado tanto acá?-pregunto.
-Sí, pero nunca salía. Digamos que el frio no es lo mío-admite. Voltea para mirarme y sonríe.
-Tal vez me gusta porque me recuerda a mi hogar, con mi madre-digo, encogiéndome de hombros.
-¿No encuentras que se ve hermoso el bosque nevado?-pregunta. Miro el bosque.
-Claro que sí, pero no teníamos bosques en P-Storm. Y no podíamos escapar a la cabaña cuando nevaba, la trampilla tenia demasiada nieve encima como para poder abrirla.
-¿Entonces crees que te recuerda buenos momentos en P-Storm?-pregunta. Hago una mueca.
-No exactamente. Recuerdo jugar con Alice, pero siempre pasaba algo. Lo que más me recuerda la nieve, es lo roja que puede llegar a ser la sangre-digo.
Nos quedamos en silencio. La mano de Thomas se coloca sobre las mías, que están en mi regazo. Volteo a mirarlas, el contraste que hace también su piel morena contra la mía. Levanto la mirada, los ojos de Thomas me miran fijamente. Sus ojos tienen destellos dorados que nunca antes había notado.
-Leah, debo confesarte algo-susurra, entrecerrando sus ojos. Arqueo las cejas.
-¿Qué ocurre, Thomas?-pregunto algo preocupada. Sus manos cogen las mías.
-No quiero asustarte-dice. Frunzo el ceño.
-¿Paso algo malo?
-No-responde, negando con la cabeza.- Pero creo que debo ser sincero contigo, y no puedo ocultar más lo que siento.
Aquellas palabras hacen que inmediatamente me sienta nerviosa. Mi corazón comienza a latir más rápido, del pánico y miedo que me produce que hable de sus sentimientos. Una cosa es expresarlos, y otra muy diferente es hablar de ellos. Usualmente, no me complica hablar de mis sentimientos con Thomas, pero que él quiera hablar de los suyos es algo completamente nuevo para mí. Mis ojos no se desconectan de los suyos.
-Me gustas, Leah-susurra.
Me siento completamente descolocada. La forma en que me lo dice... ¿Está diciendo lo que creo que está diciendo? Porque eso significaría que le gusto de la misma forma en que Reed gusta de Joy. ¿Sería posible? Me cuesta creer que sea así. ¿Y cómo me siento yo? No, no creo que Thomas me guste de esa forma.
Un carraspeo nos obliga a voltear la cabeza. De pie, sobre la nieve, esta Aiden, de brazos cruzados, con el ceño fruncido, observando nuestras manos.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top