Cuatro
Su hermano solía decirle que tenía un enorme defecto.
Siempre se autosaboteaba por miedo.
Cuando algo la llenaba de incertidumbre terminaba por arrasar con todo a su paso así quedará destruida y desolada.
Cada que Ava se acercaba a una pizca de felicidad se llenaba de incertidumbre y se cuestionaba todas sus decisiones, se obligaba a buscar justificaciones negativas para el trato que otros tenían con ella; fue así cómo se encontró cometiendo error tras error arrastrando a Derek con ella.
Podía sentir la mirada llena de dolor y reproches proveniente del otro lado del lugar mientras Derek la abrazaba y besaba en la frente para después susurrarle palabras tiernas.
Y ella no pudo soportar seguir evitando la mirada color ámbar.
Su corazón se detuvo y sus ojos le picaron, incluso empuñó ambas manos a causa del hueco que le había provocado ganas de devolver lo que había ingerido.
Arnold la miraba con un profundo dolor y tristeza, su expresión era de total derrota.
No soportó la acusación, bajó la mirada y permitió que Derek la abrazara para que ella pudiera esconder el rostro en su pecho.
—¿Estás bien? —Su prometido le preguntó en un susurro levantado su rostro de manera delicada.
Ella asintió y limpió una lágrima.
—Abrumada —susurró.
Derek suspiró y la abrazó de nuevo.
—Lo prometo, Ava, dedicaré mi vida a que seas feliz.
Ella lo abrazó con fuerza, giró un poco la cabeza y alcanzó a ver a Sarah susurrarle algo a un Arnold que había empinado una botella de cerveza.
Él la seguía mirando, bajó la botella, le dio una mirada desafiante y tras susurrarle algo a Sarah, salió del establecimiento con ella.
Regresó su cabeza al pecho de Derek y lo abrazó más fuerte, por un momento creyó escucharlo y sentirlo suspirar profundamente, pero si era honesta, no le importaba.
Un vez más había arruinado todo a pesar de haber prometido lo contrario.
Horas antes
—Te amo.
Ava lo miró con lo que creyó ser sorpresa, su corazón apenas se estaba recuperando y al escuchar esas palabras se volvió a a acelerar al grado de dificultarle respirar.
—¿Qué? —susurró.
Arnold la miraba con absoluta adoración y entrega, la besó en los labios y juntó sus frentes.
—Lo siento, no debí...
—¿Me amas? ¿En serio me amas? —preguntó ella con la voz ahogada.
Arnold suspiró y la bajó al suelo, Ava de pronto se sintió muy expuesta, a pesar de lo que había transcurrido ocultó su pecho desnudo detrás de sus brazos, él la miró con tristeza y le pasó su blusa la cual ella se puso rápidamente.
—Ava, lo siento, de verdad... Nada de esto debería estar pasando —murmuró él con pesadez arreglando su ropa.
Ava se quedó recargada en la pared, si intentaba caminar sus piernas la dejarían caer, era como si las palabras de Arnold le hubieran robado toda la fuerza.
—No, no me amas... Te atraigo, eso es...
Él se quedó agachado a unos pasos de ella, había estado recogiendo su playera.
—Ava —susurró poniéndose la prenda.
La mencionada sacudió la cabeza una y otra vez, rememoró toda su relación, antes y después de su viaje, todo lo que había transcurrido... Nunca hubo una señal de que la amara, si hubiera sido así...
—No es cierto —susurró sintiendo sus piernas desfallecer, cayó al suelo resbalando por la pared, miraba hacia la nada, se sentía fuera de sí.
Hasta que Arnold puso ambas manos en sus mejillas y la obligó a mirarlo.
—Lo siento, no debí decirlo, no debí permitir que esto pasará —murmuró con cierta desesperación.
Ava inhalaba y exhalaba con dificultad, estaba teniendo un irracional ataque de pánico.
Arnold se sentó en el suelo y la atrajo a él, la sentó en su regazo y la hizo recargar la cabeza en su pecho antes de suspirar con pesadez.
—Perdón.
Ava empuñó su playera con fuerza.
—¿Por qué te fuiste? —preguntó en un susurro.
Arnold se movió un poco y pasó una de sus manos por la espalda de ella.
—Porque regresaste con él.
Ava levantó la vista y encontró una mirada llena de arrepentimiento y pesadez.
—Porque lo hiciste ver como una venganza, dijiste que fue un error —recordó Arnold en voz baja.
Ava sintió sus ojos llenarse de lágrimas; tonta estúpida, eso había sido.
—Pregunté... Te pregunté si sabías la diferencia entre amor y pasión y no me dijiste nada, te quedaste callado mirando a la nada.
Lo sintió tensarse.
—Me hiciste creer que solo te atraía, pensé... —continuó ella escondiendo el rostro en su pecho—. No dijiste nada, jamás lo hiciste.
Arnold la alejó un poco.
—Eras novia de mi mejor amigo, ¿qué querías que dijera?
—¡La verdad! —gritó ella con desesperación.
—Ava, tú decidiste estar con Derek, nunca me diste una señal de...
—Parecías interesado en Leyna.
—Es mi amiga.
—No parecía.
—Mejor amiga, casi hermana, no tienes idea de lo que está pasando —terminó gritando Arnold.
Ava se tensó y escondió de nuevo su cabeza en el pecho de él.
—Traté de salvaguardar la situación, dije lo que creí que querías escuchar, te di una salida fácil para lo que había pasado y la tomaste.
Arnold recargó su frente en la cabeza de ella.
—Nada de eso justifica lo que hicimos, estás por casarte, llevas años de relación con Derek.
—Por que te fuiste.
—Me obligaste a hacerlo... Ava. —La tomó de la barbilla y se miraron a los ojos—. Te amaba entonces, te amo ahora, pero no por eso voy a ser tu amante, esto fue un error.
Lágrimas recorrían el rostro de Ava.
—Cancelaré la boda.
Arnold sintió su pecho contraerse mientras ella se giraba y lo besaba con lentitud.
—Quiero estar contigo, no voy a cometer más errores, lo prometo.
Arnold la miró con sorpresa, ella volvió a juntar sus labios y él llevó una mano a la parte trasera de su cabeza.
Se besaron una y otra vez hasta que ella lo empujó al suelo y quedó encima de él, se levantó un poco y observó los ojos de Arnold, apenas lo estaba notando, esa chispa de pasión tenía un profundo significado.
«Lo arreglaré» pensó con firmeza.
Ava miraba su reflejo, tenía el ceño fruncido y una mirada atribulada.
—¿Estás bien?
Miró por el reflejo a su amiga, ojos amatistas la veían con preocupación.
—Sí, es solo que... Quería hablar con Derek antes de la fiesta pero está tan ocupado con su familia que no hemos tenido tiempo.
Leyna guardó un par de cosas en una caja que tenía, había terminado de arreglar el atuendo de Ava.
—No dormiste aquí ayer de nuevo, me llamó varias veces pero... Sabes que no me gusta mentir, así que ignoré sus llamadas.
Ava la miró con cierta culpa.
—Estuve en mi departamento.
En realidad no era mentira, sí se había quedado ahí... Aunque no estuvo sola.
—Sí, Arnold dijo que seguro necesitabas eso.
Ava se tensó y observó a la chica de ojos turquesa ponerse una botas cortas, parecía estar más distraída que ella.
—¿Quieres mucho a Arnold?
Leyna no se inmutó, ni siquiera reaccionó por unos momentos.
—¿Quieres a Lukas? —cuestionó en respuesta.
Ava la vio extrañada, su amiga se levantó, pasó ambas manos por su falda blanca y la observó.
—Claro, es mi hermano.
Leyna asintió.
—Así son las cosas con Arnold, nos conocemos desde niños pero siempre lo consideré un hermano mayor.
Ava la vio a los ojos.
—¿Y Derek?
Leyna le dio la espalda y caminó a su ropero, sacó un sweater negro.
—Derek es mi amigo.
Ava hizo la cabeza de lado, Leyna se rehusaba a voltear, incluso después de ponerse el sweater se quedó dándole la espalda.
—Los amigos se apoyan, se aconsejan, —Giró y le dio una sonrisa—, te ves divina, estoy segura que le encantará.
Ava regresó la vista a su reflejo, necesitaba hablar con Derek, no quería hacerlo en la despedida de soltero.
Se escuchó una tonada y Leyna tomó su celular de la cama mientras Ava la observaba, su amiga frunció el ceño por unos momentos.
—¿Todo bien?
Leyna la vio con algo de sorpresa luego le dio una sonrisa tranquila y asintió.
—Sí, solo es un asunto de la compañía de mi madre, regreso en un momento.
Ava asintió y esperó a estar sola para sacar de nuevo su celular y marcar el número de Derek pero sonaba ocupado, suspiró y le mandó un mensaje.
Jamás cancelaría un evento de tal magnitud por teléfono...
"Necesito hablar contigo"
Pero mínimo lo presionaría a buscarla.
Bajó del auto con su corazón latiendo a una velocidad descomunal y escuchó otra puerta ser cerrada y dos voces alegar.
—Incluso si es una pequeña molestia, no te hagas la fuerte estamos hablando de nuestro hijo.
Se giró y alcanzó a ver a Wanda hacer girar los ojos mientras caminaba hacia ellas.
—Sí, papá, de haber sabido que actuarías así te hubiera dejado —dijo con ironía.
Johan la vio con ojos entrecerrados.
—Pues estás a nada de parir y aún así aquí estamos...
Wanda hizo un ademán de desinterés y dirigió su atención a ambas chicas.
—Se ven hermosas —les dijo a ambas saludándolas de beso.
Ava le sonrió y al mirar a su izquierda sintió el aire abandonar su cuerpo, Arnold caminaba en su dirección, llevaba unos jeans y una camisa negra con las mangas dobladas.
Y cuando notó como la vio de arriba a abajo se estremeció.
—¿Derek no ha llegado? —preguntó Johan mirando a su alrededor.
Ava desvió su atención de Arnold, esperaba que nadie hubiera notado como casi lo había desnudado con la mirada.
—Iba a llegar tarde, tenía que recoger a unos primos del aeropuerto.
Sus amigos comenzaron a platicar entre ellos pero no puso atención, Arnold se había parado junto a ella y su cuerpo se llenó de nervios y ansiedad.
—Vamos, quiero alcanzar una cabina —dijo Wanda tomando la mano de Johan y arrastrándolo con ella, Leyna rio y los siguió.
Ava miró a Arnold.
—No he podido hablar con él, llevo todo el día tratando de contactarlo pero está ocupado con su familia —dijo en un tirón quedándose sin aire.
Arnold la vio con sorpresa antes de darle una pequeña sonrisa.
—No te preocupes.
Llevó su mano al brazo de ella y luego la bajó con suma lentitud causando que su piel se erizara.
—Lo harás cuando puedas —continuó.
Ava asintió una y otra vez.
—Sí, apenas lo vea le pediré que hablemos.
Arnold miró a su alrededor y luego se acercó a ella, puso una mano en su mejilla y bajó su rostro.
—Te ves hermosa, quisiera poder robarte —susurró.
Ava se estremeció, sintió esa necesidad de sentir su piel y hacerse una con él.
Un claxon los hizo brincar y se alejaron, cinco segundos después vieron un auto girar y unas luces los deslumbraron.
Observaron el auto detenerse y a Derek salir de él, el chico inglés activó la alarma y se acercó a ellos.
—¿Van llegando?
Ava se tensó cuando Derek la abrazó y besó en la frente.
—Sí, Wanda y Johan no dejaban de pelear —contó Arnold.
Derek rio y sacudió la cabeza.
—Siempre tan ellos.
Arnold asintió y miró detrás de él, Derek captó su interrogante.
—Los dejé en la entrada, si hubiera sido por mí no los traigo pero mis padres no dejaban de decir que soy el anfitrión y que debía actuar como si en realidad me agradaran.
Arnold le dio una sonrisa un tanto melancólica.
—Voy a entrar, seguro Wanda está por quedarse viuda —les dijo.
Derek rio pero asintió, Ava lo miró con pánico en los ojos y él trató de darle ánimos desde lejos.
Ambos lo observaron desaparecer por la calle y Ava suspiró, sentía los latidos de su corazón en la cabeza.
—¿Ava?
Se giró, Derek la veía con preocupación.
—¿Está todo bien? Perdón por no atender tus llamadas pero...
Ava hizo un ademán con la mano.
—Lo entiendo, tu familia.
Él asintió y tomó su mano, Ava bajó la mirada e inhaló lentamente, se preparó para lo que iba a hacer.
—Tengo algo que decirte —susurró Derek.
Ava levantó el rostro con sorpresa y Derek tomó su otra mano en la de él, la veía con una seriedad que pocas veces había presenciado.
—Se supone que cuando una pareja está por casarse es cuando más unidos están, pero estas semanas... Estas dos últimas semanas para ser más específico, sentí que nos alejamos —dijo él mirando al suelo.
Ava sintió una presión en su pecho y una ansiedad comenzar a crecer en su estómago.
—Y me planteé varias veces aplazar la boda o cancelarla —confesó él en voz baja.
Ava jadeó y se tensó, él llevó su mirada a la de ella.
—Pero ayer tomé una decisión. —Ava notó que titubeó—. Quiero hacerte feliz, ser el esposo que deseas y dedicar mi vida a construir algo real contigo; a veces nos dejamos deslumbrar por ilusiones que se vuelven humo cuando las tratamos de alcanzar.
Ava notó cierta tristeza en sus ojos.
—Pero tú eres real, lo nuestro ha sido real, con altas y bajas, tropezones y aciertos... Pero existe y es tangible.
Ava sintió un nudo en la garganta, Derek la miraba con una intensidad que jamás le había dado.
—Necesito que seas sincera. —El estómago de Ava dio un vuelco—. ¿Quieres seguir con esto?
Ella abrió y cerró la boca varias veces, de pronto su resolución desapareció y solo las palabras de Derek le daban vuelta en la cabeza.
«A veces nos dejamos deslumbrar por ilusiones que se vuelven humo cuando las tratamos de alcanzar»
¿Y si Arnold era solo la ilusión?
Tragó saliva con pesadez, ese miedo y desesperación a hacer lo correcto la inundó, puso todo en una balanza y finalmente decidió.
El ruido era ensordecedor, las luces y el humo le estaban empezando a afectar y como si eso no fuera suficiente, la constante pelea de Wanda y su marido lo tenía al borde.
—Es malo para el bebé, de haber sabido hubiera escogido un restaurante tranquilo —gritaba Johan para hacerse escuchar.
Wanda hizo girar los ojos de nuevo y sacudió la cabeza.
—Si fuera por ti estaría atada a la cama veinticuatro horas siete días a la semana.
Johan le dio una sonrisa pícara.
—Eso fue lo que nos metió en esta situación para empezar.
Arnold vio con suma diversión como las mejillas de su prima se enrojecían mientras le daba un codazo a Johan el cual la tomó de la barbilla para besarla, fue ahí que desvió la mirada.
—¿Quién hubiera dicho? Ellos dos —escuchó a su lado.
Rio y asintió luego observó a la chica junto a él.
—Perdiste suficiente dinero por no creer.
Leyna bufó y sacudió la cabeza.
—Aprendí a no apostar con la vida amorosa, uno nunca sabe qué pasará.
Arnold rio y asintió, jugaba con una botella de cerveza mientras trataba de ignorar la ansiedad, Ava y Derek aún no entraban.
—Te ves relajado —susurró Leyna.
Arnold le dio una sonrisa de lado.
—Lo estoy, me siento, —Se encogió de hombros—, esperanzado.
Leyna lo vio con curiosidad, intentó decirle algo pero gritos y aplausos se escucharon, la música bajó y ambos dirigieron sus vistas al escenario.
Todo pasó casi en cámara lenta para Arnold, el presentador hizo algunas bromas relativamente patéticas antes de pedir una ovación para el señor y la señora Koch.
Y los vio caminar desde la parte de atrás del escenario, unas esposas unían sus entrelazadas manos, Arnold no pudo evitar llevar sus ojos al rostro de Ava, ella sonreía pero de manera débil.
El presentador dijo varias cosas que parecieron un zumbido en sus oídos, sacudió la cabeza con incredulidad, esperaba estar alucinando pero cuando se volvió a concentrar en el escenario observó a Derek susurrarle algo al oído a Ava con una enorme sonrisa mientras ella asentía.
—¿Arnold?
Sacudió la cabeza de nuevo.
—Debo salir de aquí —susurró empuñando las manos.
No podía describir lo que sentía, su estómago y pecho se había contraído de manera dolorosa, tenía ganas de vomitar, gritar... Sentía que se estaba sofocando.
—¡Arnold!
Levantó la mirada Johan y Wanda lo veían con suma preocupación, él se levantó con cierta dificultad pues todo su cuerpo temblaba.
—Debo irme —exclamó con desesperación.
Antes de darse la vuelta notó a Leyna verlo con tristeza.
Caminó entre la familia y amigos de los futuros esposos, golpeó varios cuerpos en su trayecto.
Gritos y chiflados lo hicieron detenerse y como un adicto a la droga se quedó a observar aún sabiendo que eso lo iba a terminar por destruir.
—Del uno al cien, ¿qué tan emocionados están por mañana? —El animador les preguntó.
Derek rio y susurró algo en el oído de Ava, ella bajó la mirada y asintió, parecieron contar antes de acercarse al micrófono.
—Mil —ambos dijeron y todos gritaron y aplaudieron.
Y si de por sí ya se sentía morir, eso solo le dio la estocada final.
Una mesera pasó con una cubeta llena de cervezas así que tomó una y no tardó en abrirla, necesitaba olvidar, cualquier cosa serviría.
—Patético, ¿no? —Escuchó a su lado.
Giró la cabeza, ojos azules veían con una mueca de desagrado al escenario, él se encogió de hombros.
—El amor es una mierda, una falacia que el humano crea en su cabeza para no tener que soportar la soledad de su existencia —espetó.
La chica le dio una enorme sonrisa y rio, puso una mano en su brazo y se impulsó a su oído y aunque en cualquier otra situación hubiera escapado a su tacto, se sentía fuera de sí.
—Tienes razón, pero el hombre puede encontrar otras muchas maneras de escapar a esa soledad y recibir placer a cambio —susurró de manera sensual.
Arnold bebía mientras la escuchaba, Ava finalmente lo había visto y mínimo había tenido la suficiente vergüenza para mostrarse culpable.
Su corazón latía a una velocidad descomunal y sus sentidos se vieron invadidos por la ira.
Observó a Sarah, la odiosa prima de Ava por unos segundos antes de regresar la mirada al escenario y de volver su atención a la chica.
«Al carajo, si ella puede yo también»
—Tienes razón, este lugar me está sofocando, necesitamos un lugar más tranquilo para seguir dialogando —dijo con una sonrisa llena de picardía.
Sarah lo vio con sorpresa un momento antes de devolverle la sonrisa y tomar su mano para encaminarse a la salida.
Arnold miró una vez más al escenario y encontró que Derek lo estaba observando, frunció el ceño y decidió que nada le importaba, siguió a Sarah dispuesto a olvidar.
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