༄ Capítulo #7. "Magia y gentileza"
—¡Ay por Dios!, no, ¡Es que esto que presencio hoy no puede ser posible de ninguna manera!, ¡AHHH! —dijo Christelle luego de volver a verme, pues puso una expresión de asombro tras encontrarse casi sin aliento, pues yo estaba viva frente a sus ojos.
—¿Entonces ella si es nuestra amada Reina?, ¡Ohhhh!, ¡Jesús!, ¡Perdónenos por favor! —exclamaron la directora Francisca y el ingenuo joven traidor, pues ambos bajaron la cabeza al verse como unos seguidores desleales.
—¡Ashh!, por desgracia tuvo que suceder todo este teatrito para que le pudieran creer a ella, la cual por cierto solo es "una pobre muchacha inocente", pues todos la culparon injustamente de la supuesta traición al país cuando se ha dedicado a protegernos de la maldad a pesar de su condición, además, ella es nuestra única Reina en ausencia de su familia, Madam Francisca. —Gritó Rumina hallándose muy molesta y agotada, pues me abrazó fuertemente tras demostrar su fidelidad porque juró ante Dios ser una mejor persona.
—¿Nuestra qué?, ¿Perdón?, no, ¡Esta rata nunca fue de la realeza porque le mintieron al mundo durante siglos, que no se les olvide eso!, ¡Ushh!, además su familia y ella solo unos malditos asesinos porque aunque murieran aún está "su reinita", la cual tampoco es inocente. —aseguró Christelle con un tono de voz bastante alto y algo nervioso mientras que me señalaba con desprecio y miedo, pues ella estaba desesperada y aún se encontraba cegada por el poder tras no poder ver la verdad.
—¡Christelle!, vamos, ¡Escúchame!, es necesario que te enteres de la verdad porque todo esto no es lo que crees, de hecho nada de lo que te dijeron es cierto, ¡Solo te engañaron!
—¿Ah?
—¡Uff!, mira, como sabes, en mis venas corre sangre Romanov pero mis antepasados jamás mintieron como se dijo en aquella carta, por eso siempre he sido parte de la realeza tal como siempre, ¡Ah!, si, y mi amoroso padre nunca asesinó a nadie, eso te lo juro. —afirmé mientras lloraba mucho al tratar de solucionar las cosas a mi propia manera de una sola vez, pues Christelle podría detener toda esa locura y volver a ser como mi segunda madre en la vida.
—¡NO!, ¡No te creo nada, infeliz peste negra!, ¡Estás mintiendo de nuevo para cubrir a tus sucios ancestros!, ¡Ishh!, pero explícame algo, o mejor dicho explícanos a todos de una buena vez, ¿Cómo es que te salvaste de la muerte una vez más, eh?, ¡Yo te vi dar el último suspiro de vida en el calabozo! —aseguró Christelle tras estar algo demente mientras que se reía macabramente de mi sin importarle nadie más que ella.
—Ya lo he dicho y no pienso repetirlo más porque es muy claro, mire Señora Christelle, misteriosamente nací con "dones especiales" que no conocía pero hace poco los descubrí, solo que aún no se como controlarlos adecuadamente... Ahora, yo me iré de aquí porque me niego verle la cara a quien encerró a parte de mi familia y a mi, disculpen. —aseguré hallándome algo cansada, nerviosa y decepcionada, ya que veía hacia el frente con los puños cerrados y la vista erguida para imponer mi voluntad, pues no pensaba darle la espalda a mi pobre pueblo o a mis seres queridos restantes.
—¡NO!, ¡Tú no irás a ningún lugar, eh!, ¡Ashh!, si no moriste tres veces por las razones que sean te aseguro que la cuarta es la vencida, si, ¡Yo misma te arrancaré las venas de tu cuerpo una por una hasta que agonices porque este es mi final feliz, no el tuyo, eh peste inmunda!, ¡Ahora si vas a parar en el infierno pero esta vez nada ni nadie lo va a impedir, eso te lo juro, mugrosa!, ¡AHHH!
—¿Qué?, ¿Qué rayos hace, eh?, ¡Quítese de encima!, ¡No!, ¡No le haga daño a su Majestad o se arrepentirá de por vida!, ¡Ohhhh! —Gritó la directora Francisca a todo pulmón con el fin de evitar una horrible tragedia presente o futura.
—¡MI REINA!, ¡NO! —exclamaron Palmira y Rumina tras estar muy angustiadas luego de ver como Christelle me asesinaría sin piedad, ya que así ella literalmente saciaría su enorme sed de venganza.
—¡Ohhhh! —exclamé cerrando los ojos y apretando los puños nuevamente con fuerza, ya que pensé en mi madre real al ella ser mi ángel de la guarda porque de hecho al fin comprendí que a mi mamá Nathalia nadie nunca la reemplazaría.
—¿Y ahora?, ¿Qué te sucede muchachita tonta? —Preguntó Christelle estando algo confundida y con un gesto de apatía, pues aún no se atrevía a cortarme las venas.
—Anda Palmira, amiga mía, ¡Toma mi mano!, ¡Es momento de irnos de aquí porque yo no pienso morir aún en las manos de esta maldita bestia!, ¡Ah!, y tú Rumina cuidarás de todas y cada una de las niñas de este lugar desde ahora, pues las protegerás de todo mal tal como prometiste. —dije estando muy segura de mí misma, ya que apreté la mano de Palmira, me quité los zapatos, oré por nuestras vidas y de pronto sentí como dentro de mi explotó una fuerza inmensa capaz de destruirlo todo.
—¿Eh?, ¡Ohhhh! —exclamó Palmira tras encontrarse realmente confundida, pues sintió un leve dolor de cabeza cuando me siguió, sin embargo entendió mucho después a lo que me había referido.
—¡Claro que si!, ¡Lo juro mi Reina!, ¡Usted sabe mejor que nadie que cuando llegó a nuestras vidas cambió la mía por completo!, y si, tranquila su Majestad, ¡Mi lealtad, fidelidad y respeto absoluto estarán con usted hoy y siempre porque algún día nos librará de la oscuridad gracias a su luz!, eso no lo dude. —aseguró la Señora Rumina mientras que levantaba su mano derecha en señal de un juramento inquebrantable.
—¿QUÉ?, ¿Perdón?, ¿Qué rayos fue lo que dijiste, eh?, ¿Cómo que te irás de aquí?, no, ¡Tú estás rodeada, chiquilla tonta!, ¡Ya no podrás escapar de mi o de la muerte una vez más!, ¡AHHH!, ¡No tendré compasión! —aseguró Christelle con una expresión de locura desenfrenada, pues acercó un cuchillo de cocina hacia mi húmedo cuello para asesinarme porque estaba a punto de cumplir su promesa.
En esos instantes un gran estruendo sonó en la sala común donde estábamos, lo cual, obviamente sorprendió a todos los presentes, pues ni Palmira ni yo estábamos ahí tras desaparecer luego de que la vista se nublara y el silencio inundara aquel sucio lugar, por lo tanto, aquello dejó aún más confudida y demente a Christelle quien no soportó mi huida repentina y por eso me acusó de ser una hechicera conspiradora contra el gobierno, así que no le quedó otra alternativa más que declararme como una bruja públicamente.
—¡Ohhhh! —exclamó Rumina estando muy feliz de que hubiéramos escapado a salvo, pues ella siempre confió en mi gran poder interior.
—¿PERO QUÉ? —exclamó Christelle hallándose realmente atónita al ver como solo quedó un fino polvo como la ceniza luego de que nuestros cuerpos hubieran desaparecido.
—¡Ay por Dios!, ¡Imposible!, ¡Esto fue magia real! —aseguraron la directora Francisca y todo el personal del orfanato tras estar aterrorizados y sumamente pálidos luego de presenciar lo que había logrado.
—Si, ¡Ella es una bruja!, ¡Esa es la verdad!, ¡Siempre lo fue pero supo cómo ocultarse y sus escapes de la muerte lo explican!, ¡AHHH!, muy bien, por esa razón desde este día declaro a Gloriana Romanov como enemiga pública de Rusia, así que cualquier persona que se le acerque o la resguarde en su casa será asesinado junto a su familia, ¡Ah!, y en cuanto a todos ustedes ahora serán castigados brutalmente gracias a "su reinita", quien los terminó por hundir en este basurero, ¡Maldita sea!
—¿Cómo?, ¡Ay no!, ¡Uff!, bien, no importa, ¡Nosotros jamás dejaremos de seguir a la Reina Gloriana o a su inocente familia aunque nos asesine a todos uno por uno!, ¡Ella nos va a salvar!, ¡Libertad! —exclamó Rumina con una expresión genuina de preocupación, ya que literalmente temblaba de miedo al verse amenazada por Christelle, sin embargo, fue muy valiente al decir esas lindas palabras sobre mi.
Era de esperarse que todos se quedaran atónitos con mi repentina desaparición en público, pues Palmira igualmente se había esfumado tras dejar la incógnita de nuestro actual paradero, lo cual provocó que cada mujer, niña o adolescente de ese feo orfanato se quedara en estado de shock al presenciar que la magia era real, sin embargo, al haber escapado de esa manera la pobre de Rumina fue quien pagó el precio más alto, ya que ahora debía ser esclava de Christelle tal como las otras hasta que yo decidiera reaparecer porque había dejado desamparados a todas las niñas pequeñas que alguna vez intenté proteger con el corazón.
Mientras tanto, el suspenso y la adrenalina nos sorprendieron a Palmira y a mi quienes aún estábamos desconcertadas por lo sucedido, ya que aparecimos a las afueras de un bosque fronterizo en Rusia justo en la localidad de Kolyma, la cual era un pueblo aislado de todos los demás al estar enteramente congelado y desolado en medio de un clima invernal permanente.
—¡Ohhhh!, ¡DIOS!, ¡Mi Reina!, ¿Dónde está?, ¿Se encuentra bien?, ¡Uff!, ¡No puedo respirar! —Preguntó Palmira luego de despertar de su largo sueño, pues ambas aparecimos en pleno de un bosque nevado pero ella logró reaccionar antes.
—¡Si Palmira!, ¡Estoy bien!
—¿Y dónde estamos ahora?, ¿Usted lo sabe a caso?, ¡AHHH!, ¿Nos perdimos?, ¡Ay no, no!
—Tranquila, se que debemos estar en "Siberia", querida amiga, si, eso explica el frío intenso y la nieve porque aún seguimos en Rusia, ¡Lo puedo sentir!, ¡Jesús!, ¡Si no actuamos rápido ambas nos vamos a morir aquí congeladas! —dije titiritando de frío mientras que intentaba calentarme con las manos, pues ya me dolía el rostro al estar quemándose por el frío y la respiración se me entrecortaba tal como a Palmira.
—¡HEY!, ¿Están locas?, ¿Qué hacen ahí?, ¿Enserio creen que están en Siberia? —dijo de pronto una voz masculina entre la tormenta de nieve, lo cual nos asustó aún más que antes porque literalmente salió de la nada.
—¿Qu-ién es us-ted? —Preguntamos Palmira y yo con voces muy frágiles tras estar a punto de congelarnos por completo en aquel solitario lugar, pues nos encontrábamos aterradas de miedo por culpa de aquel hombre.
—¡Por amor a Dios!, ¡Ambas se están muriendo! —exclamó de nuevo la figura entre la fría nieve que en apariencia parecía ser un hombre mayor, pues conforme se fue acercando hacia nosotras con rapidez y sigilo pude verlo un poco con mi pésima visión borrosa.
—¡No se preocupen muchachas!, ¡Ya estarán bien, lo prometo!
A los pocos minutos tanto Palmira como yo estábamos en la casa de un total desconocido porque aquel hombre nos había rescatado sin importarle nada más, lo cual inevitablemente me trajo los peores, escalofriantes e infernales recuerdos con Ulises, mi ex novio psicópata que asesinaba mujeres jóvenes por placer cuando confiaban en Él y por eso al despertar de mi desmayo a causa de la hipotermia sentí en mi esa maldita sensación de asfixia y ansiedad extrema tras notar como de pronto estábamos cubiertas por cálidas sábanas hechas con pieles de animales salvajes adquiridos en viejas cacerías además de encontrarnos encerradas, en medio de la nada y a solas con un hombre mayor, quien por cierto nos veía fijamente para cuidar nuestros sueños.
—¡Ohhhh!, ¿Dónde estoy?, ¿Qué sucedió aquí? —exclamé algo somnolienta tras despertar en esa casa, pues enserio me hallaba confundida y me dolían mucho los huesos por culpa del frío intenso, más por ende grité a todo pulmón al recordar cómo años atrás fue algo parecido con el secuestro por parte de Ulises hacia mi pero la situación empeoró cuando vi cara a cara a aquel hombre que nos salvó.
—... —exclamó el hombre mayor sin decir ni media palabra, pues apareció de pronto frente a mis ojos mientras sostenía un cuchillo enorme.
—¡AHHH!, ¿Quién es usted?, ¿Dónde estamos?, ¿Qué quiere de nosotras, eh?, ¡Ay no!, ¡Esta vez no sucederá lo mismo de antes porque ahora soy mucho más fuerte así que no permitiré que nos haga daño!, si, yo se de karate y he sobrevivido a una ahorca, a maniáticos obsesivos, asesinos, violadores y viejos depravados como usted, ¡Ja!
—¡Hey, hey jovencita!, ¡Tranquila!, ¡Ahora estás en mi casa, ¡Uff!, mira, yo no te haré daño porque solo soy un pobre viejo solitario que vive en las montañas de K... ¡Oh no!, ¿Te sientes mal? —Preguntó el señor mayor tras estar en verdad preocupado por mi, pues mi confusión podría ser debido al frío al que fuimos sometidas.
—... Dígame algo señor, ¿Por casualidad sabe de violaciones extremas, asesinatos en masa o colecciones de los ojos de sus jóvenes víctimas en pequeños cofres justo aquí en SIBERIA? —Pregunté hallándome muy confundida y ansiosa porque traté de escapar de ahí a como diera lugar, ya que no tenía idea de lo que sucedía.
—¿Qué?, no, créeme que si yo fuera un asesino o un violador tal como dices no las hubiera cobijado y dado refugio en mi propia casa aunque no las conozca, ¡Ah, claro!, debes estar alucinando, y no muchacha, no estamos ubicados en Siberia como dices, además para que me tengas confianza mi nombre es Abraham Sunshine y soy un humilde esquimal que vive en solitario. —dijo el señor con una voz suave e inentendible a causa de los gruesos abrigos que llevaba puestos, lo cual me atemorizó aún más que antes, pues Él me veía con sus grandes ojos sobresaltados y su asquerosa pipa golpeaba mi frágil sentido del olfato.
—¿Cómo?, ¿A no?, entonces, ¿Dónde es-tamos ahora mismo?
—¡Estamos en Kolyma, jovencita!, si, esta es la región fronteriza con el Océano Ártico, por eso es que hace tanto frío todo el año, pues a 1 kilómetro de aquí está el mar completamente congelado que va a dar al Estrecho de Bering... Siberia es hacia el sur. —aseguró el hombre tras estar muy seguro de si mismo porque conocía los alrededores como la palma de su mano y para demostrarlo me enseñó un mapa antiguo.
—¿QUÉ?, ¿Qué dijo?, ¿Kolyma?, ¿Pero cómo demonios llegamos tan lejos?, ¡Ay no!, ¡Por Dios!, ¡Mis hijos están solitos en medio de la guerra!
—¡Dios!, ¡Calma mi Reina!, ¡Uff!, mire, si se preocupa así puede causarse mucho daño, créame lo que le digo, pues si se altera puede hacer que la bruja maldita de Christelle nos encuentre fácilmente. —aseguró mi amiga Palmira tras aparecer repentinamente frente a mi mientras que estaba totalmente calmada, desestresada y vestida con ropa vieja del dueño de aquella casa.
—¿Cómo?, ¿Mi Reina?, okey, ¿Quiénes son ustedes dos?, ¿Cómo sé que no soy yo el que corre mucho peligro en mi propiedad, eh? —Preguntó el hombre mayor tras empezar a desconfiar mucho de nosotras, pues nos vio muy extrañas.
—... ¡Tengo que regresar a San Petersburgo ahora mismo! —exclamé estando el triple de aterrorizada mientras que lloraba mucho, pues solo pensé en mis 2 hijos.
—¡NO!, ¡Alto!, ¡Entiende una cosa!, ¡Uff!, si regresamos a la ciudad la policía de Christelle nos matará a las 2 o al menos a mi y a ti te torturarán de por vida por más que trates de escapar sin ayuda de la magia, ¿Quieres eso? —aseguró Palmira hallándose muy alterada y ansiosa, sin embargo, ella decía la verdad.
...
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