27
Los representantes de Bangchan casi le arruinan las vacaciones. Después de un tiempo colaborando con su negocio habían vuelto a insistir con el trato de la gira. La última reunión fue muy tensa. Amenazaron con retirar las inversiones si no accedía, pero no pensaba hacerlo, ni sus socios pretendían que lo hiciera.
Las semanas de paz con el gran empresario internacional se esfumaron en un abrir y cerrar de ojos. Changbin y Hyunjin respondieron por Minho y dejaron claro que no atenderían a sus peticiones, que eso no iba a formar nunca parte de ningún contrato.
Conclusión, Minho llegó tarde a junto Jisung, por suerte no tan tarde como para perderse su viaje a la playa. Eso no se lo iba a quitar nadie.
Eran una pareja oficial y se pasaban casi todos los días juntos. Fueron al festival de colegio de Jisung juntos, quedaban con Hyunjin, Jisoo, Changbin y ahora siempre Felix para ir al karaoke o a algún bar, veían películas por las noches, aunque nunca llegaban a ver el final.
Los días en la playa fueron intensos. Por el día paseaban, comían y se bañaban en el mar. Por la noche lo hacían hasta quedarse dormidos. Lo hicieron en la cama, en el suelo enmoquetado de la habitación, en la ducha, en la bañera, contra la pared y, muy a pesar de Jisung, contra la ventana.
Todo era perfecto, todo era felicidad y pétalos de rosa. Hasta los enfados de Jisung le gustaban. No había fallos. Pensó que tal vez estaba ciego de amor. Y lo estaba, pero aunque recuperase la vista Jisung seguiría siendo el bueno, amable, responsable, cariñoso y fogoso novio que nunca supo que necesitaba tanto.
Eran finales de verano, y Jisung fue a pasar la semana a casa de Minho. Solo había ido un par de veces desde que se conocieron. Los perros lo adoraban y él adoraba a los perros.
Minho estaba poniéndose el pijama (un pantalón muy corto) mientras el profesor cotilleaba su habitación.
―Tienes muchos libros ―dijo recorriendo los títulos de la estantería con su dedo ―. Pero... son todos... para adultos...
―Jeje... sí, puedes leer los que quieras.
―Ah... qué bien...
―Pero no te los presto, si los lees tendrá que ser aquí―. Jisung le echó una mirada de indignación. Pero Minho no le prestaba sus libros a nadie, era su norma. Si le dejas un libro a alguien es muy probable que nunca lo vuelvas a ver.
―No te preocupes, no me interesan.
―¿No tienes curiosidad? Una vez empiezas no puedes parar.
El maestro se lo pensó unos segundos y cogió uno de los libros, se recostó en la cama y empezó a leerlo. Minho sonrió y bajó a preparar la cena. Hoy haría pollo al curry con arroz.
Cuando la cena estuvo lista Jisung bajó con cara de póker.
―¿Y bien? ¿Qué te pareció?
―Asqueroso ―Minho sintió como una enorme flecha se le clavaba en la espalda.
―¿No te ha gustado ni un poquito?
―Es... demasiado vergonzoso...
Otra flecha. Intento de enganchar a Hannie a sus novelas: fallido.
El torneo regional junior era ese fin de semana. Minho tendría que ir con sus alumnos en un autobús y pasar dos noches en un hotel controlando que unos preadolescentes no se maten entre ellos o cometan algún acto delictivo. En fin, que sería un fin de semana abrumador.
Taeyang y Jisoo lo acompañaban. Jisoo sabía controlar a los chicos y Taeyang sabía de ninjutsu, eran todo lo que necesitaba. A ellos y a su Jisung... pero él no podía ir. Le costó tanto despedirse de él antes de adentrarse en el vehículo del terror.
Pero el viaje fue bien. Se puso los tapones en los oídos y se echó una soberana siesta de cuatro horas mientras Taeyang se desesperaba pidiendo orden y silencio.
Jeongin competía con Seungmin en el descanso por ver quién era capaz de quitarle el tapón a una botella de una patada, Jisoo acompañó a las chicas al baño y Taeyang y Minho se quedaron sentados en el banquillo.
―Lo tuyo con Jisung va bien, ¿no?
―Muy bien ―. Taeyang asintió y dio un sorbo de agua a la botella que tenía en la mano, Minho hizo lo mismo con la suya, sin poder esconder una media sonrisa.
―Nunca te había visto así Minho.
―¿Así cómo?
―Tan... feliz.
―Es que soy feliz.
―Ese Jisung tiene algo especial. Es amable y simpático, buena persona. Está fuerte, es guapo y besa tan bien... ―Minho escupió el agua que estaba bebiendo ―. Ah... no... quiero decir que debe besar bien. Yo no lo sé, ¿por qué iba a saberlo? Jeje...
―¿Te le tiraste encima maldito pervertido? ―dijo sujetándolo del cuello de la camiseta.
―¡No, te juro que no es lo que piensas! (Y es irónico que seas tú el que me llame pervertido).
―¿Te emborrachaste y te lanzaste sobre él?
―Bueno vale, ¡pero fue antes de que empezarais a salir! ¡Y él me rechazó por completo! ―Minho lo soltó.
―Pues claro que te rechazó, tú no eres su tipo.
―Eres un bestia ―dijo tocándose el cuello y bebiendo agua.
―Voy a pedirle que se case conmigo ―. Taeyang escupió el agua.
―¡Pero no crees que es demasiado pronto! ¡No lleváis ni medio año juntos!
―Cuando lo tienes claro no merece la pena esperar. En cuanto regrese se lo pediré.
―Te va decir que no.
―Me dirá que sí.
―Piénsalo bien, con lo correcto que es él, querrá esperar. Es muy pronto.
Puede que tuviera razón, la tendría si se tratara de otros, pero eran ellos, ellos dos. Se querían, Minho lo quería como nunca antes pensó que pudiera querer a nadie. No era pronto, era algo que sucedería tarde o temprano, ¿por qué esperar?
El torneo terminó y ya estaban todos montados en el autobús de vuelta a casa, pero Minho no podía dormir esta vez. Jisung llevaba todo el día sin responder sus mensajes, le había llamado, pero tampoco contestaba a sus llamadas. Su última conversación:
Me voy a por mi especial de ramen, me lo comeré pensando en ti =P
Qué malo... yo también quiero...
Estaba preocupado, ¿y si le había pasado algo? No era propio de él no responder al teléfono. Aunque, por otra parte, es probable que tuviera trabajo que hacer ahora que se acercaba el inicio del curso. O puede que Felix lo hubiese arrastrado a uno de esos bares para celebrar alguna de sus payasadas.
Pero... aun intentando pensar en positivo, algo no andaba bien... tenía un mal presentimiento. Por muy ocupado que estuviera siempre le enviaba algo en algún momento, pero ese día no mandó ni un buenos días. Era raro. Pasaba algo más.
Em cuanto el autobús llegó a su destino Minho pidió un taxi y fue a casa de Jisung. Tenía llaves, las habían intercambiado para poder entrar cuando quisieran el uno a la casa del otro. De eso hacía un mes.
Entró a la casa, pero todo estaba a oscuras. Lo llamó pero nadie le respondió, así que encendió las luces del salón y lo vio. Definitivamente pasaba algo. Estaba sentado en el suelo. Veía su espalda encorvada y su pelo suelo cayendo sobre sus hombros.
―Te he estado llamando, pero no respondías, ¿estás bien? ¿ha pasado algo?
―No...
¿Ese no era para lo de estar bien o para lo de si ha pasado algo?
―No parece que estés bien ―se puso a su lado y tocó su frente, no tenía fiebre, se acercó a darle un beso y le apartó la cara. Nunca, nunca, nunca le había apartado la cara con ese gesto. Lo había rechazado, pero de verdad, no por sus enfados o por pincharle. No quiso besarle―. ¿Qué sucede?
―T-tenemos que hablar...
―Me estás asustando... después de todo el fin de semana fuera ¿me recibes así? ¿Es grave?
― ...
―Jisung... ¿qué ha pasado?
―Tenemos... que dejarlo.
―¿Dejar el qué?
―L-lo nuestro...
―No lo entiendo... ¿no estás bien conmigo? ¿he hecho algo que te ha molestado?
―¡Claro que no...! Quiero decir... que... no podemos seguir juntos.
―¿Por qué no? Yo te quiero, te quiero mucho... Acaso tú... ¿no me quieres?
―...
―Jisung... Dime qué está ocurriendo, puedo ayudarte, sea lo que sea. No tienes que hacer esto. No entiendo por qué de repente me sueltas esto. ¿Alguien te ha dicho algo?
―¿Quién iba a decirme algo?
―No lo sé, no sé qué está pasando.
―Minho... por favor... vete...
―De acuerdo... Volveré mañana y...
―No... no quiero que vuelvas.
―No lo dices en serio tú solo...
―Lo digo en serio... no puedes volver... nunca.
―Dime por qué...
―¡Porque esto se ha acabado! ¡No podemos estar juntos! ¿Lo entiendes?
―No, no lo entiendo.
―Por favor... no lo hagas más difícil.
―Jisung... te quiero, y sé que tú me quieres a mí. Si de verdad quieres acabar con esto dime que no me quieres. Y entonces me iré.
― ...
―No puedes decir...
―Hay otro hombre.
Mentiroso... mientes fatal... pero ¿por qué lo haces?
―...
―...
―No es verdad.
―E-es alguien del trabajo.
―Mientes muy mal.
―¡No estoy mintiendo!
―Sé cuando mientes, y no entiendo por qué lo estás haciendo ahora.
―¡Te digo que es verdad! ¡te he estado engañando con otro! ¡Soy despreciable y por eso no podemos estar juntos nunca más!
―¿L-lo conozco?
―No...
―Jisung.. no llores... si ha sido un desliz entonces podemos arreglarlo y...
―No ha sido eso... deja de intentar arreglar esto... solo tienes que irte y no volver nunca.
―Sabes que no puedo hacer eso, tú... eres... eres lo mejor que me ha pasado en la vida.
― ...
―Ahora ya no me imagino el mundo sin ti. Y confío en ti al cien por cien y sé que nunca me engañarías con nadie.
―...
―Sea lo que sea que está pasando tienes que decírmelo. Lo solucionaremos juntos.
―No... no puedes... es demasiado...
―¿Demasiado qué?
―Minho. Ya te lo dije... no podemos seguir juntos, no podemos seguir viéndonos.
―Nunca me iré de tu lado. Sé que algo te está pasando. Cuéntamelo por favor...
―E-esto es... muy difícil...
―Dímelo cielo...
―Y-yo... ya no te quiero.
―...
―Me he cansado de ti y no quiero volver a verte.
―Estás mintiendo...
―¡Vete! ¡Vete ya! ¡No quiero volver a verte nunca más!
―Jisung por favor, cálmate.
―Vete... por favor... No quiero estar contigo, entiéndelo y no me lo pongas más difícil.
Esto... no está pasando... no puede ser... ¿por qué llora si no me quiere? O es que... llora porque es sensible y terminar es duro... En realidad, puede que nunca sintiera lo mismo que yo sentía hacia él. ¿Fui solo yo el que lo veía todo tan claro? ¿Estaba equivocado? ¿Por qué intenta echarme de su vida?
El cuerpo entero le temblaba cuando se puso en pie. No llegaba a analizar lo que estaba pasando. Todo estaba siendo como un mal sueño. El corazón le latía muy fuerte, pero como si intentase abrirse paso entre las garras que lo estaban apretando.
―Lo siento... nunca quise hacerte sufrir... perdóname― salió del piso y se quedó en el pasillo, apoyado sobre la puerta―. Perdóname...
El lunes no fue a trabajar. No llamó para avisar tampoco. Seguía dándole vueltas a la cabeza, tratando de asimilar lo que había pasado. No parecía real. Esa noche no fue real.
Le dolía la cabeza. Le dolía mucho. Millones de posibilidades se le pasaron por la cabeza. ¿Le había engañado de verdad? ¿No le quería? ¿No quería estar más con él? Todo sonaba tan falso... nada de eso podía ser cierto.
Quizás alguien le había hablado mal de él. No... Jisung no se lo habría creído... ¿o sí? Algo no andaba bien... había algo que se le escapaba.
Jisung lo llamó esa tarde.
―¿Qué te pasa Minho? ¿Por qué no has venido hoy al gimnasio?
―No voy a ir en un tiempo.
―¿Te coges unas vacaciones? Tienes que avisar con tiempo hombre, sé que estás muy enchochado con Jisung, pero tienes...
―No estoy con Jisung.
―¿Ha pasado algo? Te noto la voz rara.
―Me ha dejado.
―¿¡Cómo!? No puede ser... si estabais muy bien, ¿qué ha pasado?
―No lo sé...
―¿Quieres que vaya a tu casa o que te lleve algo?
―No, gracias, solo necesito... necesito pensar.
―Vale... no te preocupes, le preguntaré a Taeyang si puede sustituirte.
―Gracias...
Se pasó el resto de la semana sacando a sus perros, los sacaba más a menudo para distraerse. Solo comía fruta, nada que tuviera que cocinar, porque cocinar le recordaba a él. Porque cocinaba para él, porque quería cocinarle toda la vida.
Su cama aun olía a Jisung a la última noche que habían pasado en su casa. Ponía la cara contra la almohada y aspiraba el aroma. Aquel domingo tuvo un mal presentimiento... Se trataba de que Jisung quería romper con él.
Quería romper, no quería volver a verlo, no quería su comida, sus abrazos, sus besos. Aquel beso que le negó... En el salón donde se dieron el primero. ¿Cuál había sido el último? Antes de entrar en el autobús, un piquito, porque había mucha gente. Maldita gente. Si hubiese sabido que ese iba a ser el último se lo hubiera dado mejor. Para que se acordara de él, para que recordara lo mucho que lo quería.
Esa noche estaba tan raro, tan decaído... Estaba llorando... ¿por él? Le dolió irse y dejarlo solo, pero... ¿qué otra cosa podía hacer?
No podía aguantar más. Ya habían pasado varios días. Minho no paraba de mirar el móvil por si acaso, le había mandado varios mensajes, pero Jisung no le había enviado nada. No era una mala broma, no era un mal sueño. Estaba pasando de verdad, lo ignoraba.
No, no podía pasar. No podía dejar las cosas así. Al igual que luchó por conquistarlo, ahora lucharía por volver a su lado.
Era sábado, Jisung estaría en casa. Así que le mandó unos mensajes.
Jisung, este domingo quiero ir a verte.
La semana pasada estabas muy nervioso y sigo preocupado por ti.
Lo siento mucho si no quieres verme, pero no pararé hasta asegurarme de que de verdad estás bien.
Ya estaba. Hecho. Si no respondía ya daba igual, porque iría a verle de todas formas. Estaba avisado. Ni unos segundos pasaron cuando recibió una llamada. Era él. Su corazón pegó un brinco. Al fin.
― ¡Jisung ¿Recibiste mis mensajes?
―Si, por eso te llamo. No puedes volver a mandarme nada, ni llamarme.
―Aunque tú quieras cortar conmigo, yo no voy a renunciar tan fácilmente a ti.
―...
―He estado muy preocupado desde lo del otro día... no parecías tú...
―...
―Quiero decir... esto no me lo esperaba, nunca creí que llegaría a escuchar esas palabras de tu boca.
―Para...
―¿Estás llorando?
―Quiero q-que me dejes en paz.
―Jisung...
―Estoy saliendo con alguien, estoy intentando rehacer mi vida y tú estás en medio.
―No es cierto...
Aun desde el teléfono sé que mientes...
―¡Es cierto! ¡No te quiero y nunca te quise, así que déjame en paz!
Le colgó.
Nunca te quise... Nunca me quisiste... ¿Todo fue mi imaginación? Tan... egoísta fui que solo me fijé en mis propios sentimientos sin reparar en los tuyos... di por hecho que tú sentías lo mismo... que todo nos iba bien, que estaríamos juntos siempre... Y para ti solo fui... un novio más...
Las lágrimas que no había derramado en toda la semana brotaron ahora. Tenía el corazón roto, roto de verdad. Así era como lo sentía. No una puñalada, no un puñetazo, no una bala. Lo que más dolía en el mundo era eso. Que se te cayera el corazón a pedazos.
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