25

Volvían a encontrarse en ese edificio, en el último piso, en una sala completamente diferente a las dos anteriores en las que habían estado. Solo había una gran mesa color caoba y unas enormes cortinas de terciopelo evitaban que entrara cualquier atisbo de luz solar.

Hyunjin se puso nervioso nada más entrar. A Minho le dio la impresión de que todo ese escenario no era más que un truco psicológico para hacerles caer en una trampa.

Aunque a su amigo eso le intimidase, el profesor estaba demasiado cabreado como para que algo le importase.

Era el cumpleaños de Jisung y llegaría tarde por culpa de esa maldita reunión a la que se había visto forzado a asistir. Todo para no conseguir nada. Sus socios tenían la esperanza de alcanzar un buen trato, pero eso no iba a ocurrir, y Minho lo sabía.

Cada día que pasaba al lado del maestro era preciado para él. Y ahora le iban a arrebatar un momento muy especial, su primer cumpleaños juntos.

―Me alegro de que estén aquí, tomen asiento por favor ―dijo Bangchan.

Como la vez anterior, tenía tan solo a cuatro personas a su lado. La sala era más pequeña, y al haber poca luz, pareciera que estuvieran negociando con una mafia en el sótano escondido de algún bar.

―He recibido noticias de que han rechazado mi oferta.

―Sí, hemos decidido que vamos a continuar como lo estábamos haciendo hasta ahora ―Hyunjin respondió con serenidad.

―Muy bien. Entonces quiero proponeros otra cosa―silencio―. Me gustaría que el señor Lee participara en uno de mis proyectos.

―¿Qué proyecto?

―Quiero que sea el modelo de mis campañas de publicidad ―. Minho se levantó de su asiento ―. Oh, vamos, siéntese, aun no hemos acabado de hablar.

―Ya no tenemos nada de qué hablar, no voy a aceptar eso.

―Tiene usted mucha prisa, señor Lee. Siéntese y escúcheme.

No se sentó, decidió quedarse mirando desde la puerta.

―Si acepta, haré una generosa inversión en su empresa.

Hizo un gesto y el hombre a su izquierda le extendió un papel y un bolígrafo. Bangchan escribió algo en él y lo deslizó por la mesa para pasárselo a Hyunjin. Después de echar un desconfiado vistazo, tragó saliva y llamó a Minho.

Era una cifra muy grande. Excesiva. Pretendía comprarlos, más bien, comprarle a él.

―Sería una campaña de un año. Usted se viene conmigo durante ese tiempo y luego lo dejaré en paz, a usted y a sus socios.

―Es buena oferta Minho―susurró Hyunjin.

―Demasiado buena... ―susurró el profesor también. Algo era sospechoso ―. ¿A dónde me iría?

―Por todo el mundo. Solo un año, no creo que le pida demasiado.

―No puedo irme.

―Un año lejos de la vida cotidiana le viene bien a todos. Creo que le estoy brindando una oportunidad única en la vida ―. Tenía razón, era una oferta muy buena y una gran oportunidad, y sabía que esto era lo que querían sus socios. Pero ¿tenía que ser justo ahora? No podía separarse de Jisung, no quería separase de él ni un minuto.

Odiaba hacer de modelo, si se iba con él se haría famoso en todas partes, encima estaría con Bangchan, atendiendo sus órdenes y lo peor de todo es que no podría llevarse a Jisung, porque él tenía su trabajo en el colegio.

Estaba contra la espada y la pared. Lo que les convenía a sus socios o lo que quería él. Debería haber salido de la habitación en cuanto pudo.

―Lo sentimos mucho, pero vamos a tener que declinar su oferta —Hyunjin se puso en pie y devolvió el papelito. Minho se quedó anonadado, no se esperaba que fuera él el que lo rechazase de esa manera.

―Prefiero que me responda el implicado en todo este asunto ―le dijo Bangchan, que parecía molesto.

―Él la rechaza, si sigue aquí es solo porque piensa en mí y en sus otros socios, pero créame que no necesitamos tales sumas de dinero. Hemos llegado a donde estamos trabajando día a día, y así seguirá siendo.

Se ajustó el traje y ambos salieron.

―Hyunjin... era una buena oferta... ¿por qué...?

―Tonterías, no lo necesitamos, todo nos va de lujo. Además, si aceptáramos el dinero, sería como si estuviéramos prostituyéndote.

―Gracias Hyunjin... No sabía qué hacer.

―Jajaja, confía más en tus amigos, ¿no creerías que íbamos a solo con todo esto?

Le había salvado. Tenía buenos amigos al fin y al cabo. Se había quitado un gran peso de encima. Ahora solo esperaba no tener que volver a poner un pie en ese edificio nunca más.

La salida de su vuelo se había retrasado casi media hora. Llegarían muy tarde y Minho hundía las uñas de desesperación en los reposabrazos durante el aterrizaje.

―Llegaremos solo un par de horas tarde, ellos estarán aun de fiesta, no te preocupes ―intentaba calmarlo Hyunjin.

Minho suspiró. No había nada que pudiera hacer más que esperar, ya habían llegado, así que todo estaría bien, solo tenían que bajar del avión, pillar un taxi y en nada estarían en el karaoke.

<<Señores pasajeros les informamos que debido a un problema en la terminal debemos esperar un poco más para realizar el desembarque. Lamentamos mucho las molestias y les agradecemos su paciencia, gracias. >>

Minho se desesperó en silencio y Hyunjin sudaba porque conocía el sentimiento de su compañero y le daba miedo lo que pudiera hacer.

Después de otros veinte minutos sentados sin que el avión se moviera de la pista, el profesor se tuvo que levantar.

―¿Qué haces Minho? No podemos levantarnos aun ―Hyunjin intentó pararlo sujetándolo del brazo, pero éste se libró fácilmente.

―Señor, le ruego que regrese a su asiento, en breves pondrán la pasarela para poder bajar ―una azafata le cortó el paso con expresión nerviosa, pero manteniendo la compostura.

―No se preocupe, no me hace falta pasarela, bajaré directamente ―Minho la apartó y se fue directo a la puerta del avión con intención de abrirla.

―¡Señor! ¡No puede salir! ―la azafata le agarró del brazo para evitar que moviera la palanca.

―No pasa nada, hay poca altura y no llevo mucho equipaje.

―¡Ese no es el problema! ―ahora la azafata y otro azafato trataban de retenerlo, pero Minho era inamovible.

―¡Qué haces Minho, estás loco! ―Hyunjin se había levantado para ir a por él cuando la puerta se abrió. Entró un viento frío y varias personas gritaron.

Entre Hyunjin y el personal de vuelo lograron evitar que el profesor se lanzase del avión a la pista. Lo esposaron y lo dejaron sentado junto a la cabina.

Después de mucho rato y de que todos los pasajeros desembarcaran con normalidad, la policía del aeropuerto vino a llevárselos. Ahora los dos estaban retenidos en la oficina de seguridad.

―¿Se dan cuenta de que lo que han hecho es un delito?

―¿Han hecho? ―recalcó Hyunjin.

―Podemos denunciarles.

―Señor agente... lo sentimos mucho, mi amigo no se encuentra muy bien hoy.

―Tengo mucho prisa, pónganos la multa y déjenos ir ―dijo Minho, dejando a Hyunjin con la boca abierta.

―Esto no funciona así, puedo retenerles hasta 24 horas ―dijo el policía―. Si tanta prisa tenían no haber armado tal escándalo.

―¡Es muy urgente! Mi mujer está de parto justo ahora.

―¿Cómo? ―dijeron Hyunjin y el agente al mismo tiempo.

―Exacto, me han llamado cuando llegamos a tierra, es imperativo que esté presente en el nacimiento de primer y probablemente único hijo.

―¿Es eso cierto? ―preguntó mirando a Hyunjin.

―¡Mi mujer está muy enferma! Tuvo un embarazo de riesgo y el parto será muy complicado. Si no estoy allí puede que nunca vuelva a verla.

―Oh no... ―el policía parecía preocupado y Hyunjin cabía en su asombro.

―Así es, debo estar ahí soy la única familia que le queda en este mundo. Si no estoy para apoyarla es probable que se hunda y no lo consiga, pensará que la he abandonado y se rendirá. Si es así, puede que los pierda a los dos.

―Sniff... ¡Vaya! ¡Váyase rápido! ¡No la deje sola!

Funcionó, el policía lloraba mientras les quitaba las esposas y les abría la puerta. Hyunjin se había quedado en shock y Minho tuvo que tirar de él para que saliera corriendo.

―¡Muchas gracias!

Corrieron por el aeropuerto, camino a la salida, pero un escaparate le llamó la atención. Se paró y volvió atrás. Había un peluche de una ardilla que era exactamente igual que Jisung.

No había pensado en comprarle nada, su regalo sería otro más personal, pero ese peluche se le parecía tanto, que tenía que comprarlo.

Eran más de las once, pero al fin llegaron al karaoke.

―Espero que tengáis una buena excusa para haber tardado tanto... ―les dijo Felix.

―Todo ha sido culpa de este maldito, quién iba a decir que de los dos yo acabaría siendo el responsable ―suspiró Hyunjin.

―¿Pero qué ha pasado?

―El avión se retrasó al despegar y cuando aterrizó no nos dejaban salir y éste de aquí se puso como un loco.

―Jeje... No exageres Hyunjin... ―a Minho todo el tema le había hecho gracia, cosa que a Hyunjin no.

―¡Por tu culpa tendré antecedentes!

―¿Qué antecedentes hombre? Si no pasó nada...

Jisung parecía resplandecer, destacaba entre todos los de la habitación, o esa era la visión que tenía el profesor.

Le obligaron a cantar solo, pero también pudo ver cómo cantaba Jisung, no tenía un vozarrón, pero no cantaba mal. Más bien, a los ojos de Minho, cantaba como un ángel.

Lo había pasado muy mal antes de llegar, pero una vez con él, se relajó y pasó una buena noche, rodeado de los amigos de su novio. Nunca le había molestado menos que Hyunjin y Felix armasen alboroto.

De vuelta al piso del maestro, en el taxi, éste parecía que iba a quedarse dormido sobre él. Por una parte no quería que lo hiciera, quería que la noche continuara entre ellos. Pero por otro era muy adorable verlo dormir.

Una vez en su apartamento el profesor parecía más despejado.

―Tengo que darte tu regalo ―le dijo. Sacó el peluche del maletín, Jisung parecía sorprendido. Seguro que no se lo esperaba―. Lo vi y tuve que comprártelo. Se parece mucho a ti.

―¿En qué se parece a mí exactamente?

―Es marroncito y tiene tus ojos ―el maestro miraba atentamente su regalo, después de unos segundos comenzó a reírse.

―¿Qué es tan gracioso? ―preguntó Minho.

―Es que... no me esperaba esto de ti.

― ¿Y qué te esperabas?

―Pues... algo más... pasional.

―De verdad Jisung... tú solo piensas en esas cosas... ¿Acaso no te gusta tu regalo?

―¡Claro que me gusta! Y yo no estoy pensando siempre en eso...

―Sí lo haces, hace unos minutos era en lo único en lo que pensabas, ¿me equivoco?

―Sí...

―Es una pena, creí que tendrías ganas de hacer algo especial esta noche, pero veo que no. Así que debería irme a casa ahora supongo.

―Espera... maldito perro... siempre haces lo que quieres conmigo.

―¿No has visto tu regalo? Aquí el que se parece a un perrito eres tú.

El maestro lo empujó contra la puerta y empezó a besarlo profundamente. Pocas veces había visto esa actitud suya, pero le gustaba la iniciativa que estaba tomando en el asunto.

La pierna de Jisung rozaba su entrepierna. Esa fuerza con la que le presionaba le puso más cachondo de lo que se esperaba, y cuando estaba cachondo no podía evitar hacerse con el control.

Apartó a Jisung, pero éste volvió a empujarle con fuerza y siguieron introduciendo con ansia y lujuria desenfrenada las lenguas en sus bocas. Jisung se sacó la camiseta y Minho dejó caer la chaqueta de su traje, ahora trataba de desabotonar su camisa.

―No, déjatela puesta, y los pantalones de momento también.

―No sabía que te gustaran los hombres con traje― Minho se lo dijo con una sonrisa burlona.

―Me gusta cómo te queda a ti.

Continuaron con el apasionado beso mientras se empujaban el uno al otro hasta el dormitorio. Movieron algún cuadro y tiraron algún que otro adorno al suelo en su ardua batalla por el control.

Al entrar Minho lo empujó sobre la cama y se puso sobre él.

―¿Puedo quitarme la corbata al menos?

―No.

Le bajó los pantalones de un tirón y empezó a chupar su pene, que ya estaba muy duro. El maestro gemía y se revolvía. Le sujetó la cabeza e hizo que se la metiera hasta el fondo, le costó un poco coger el ritmo para respirar bien por la nariz, pero lo logró.

―Voy... a ... ―Jisung iba a terminar, y le soltó la cabeza en señal de buena fe, pero era su cumpleaños y no iba a dejarle así. Se corrió y el hyung se lo tragó todo con gusto, dejando su miembro bien limpio.

―¿No era lo que querías? ―le preguntó, pero parecía estar demasiado extasiado como para responderle.

En un instante le dio la vuelta y le ató las manos con su corbata. Estaba seguro de que si se la quitaba para hacerle eso no le importaría. Además, fue él el que empezó ese juego duro.

―Es-espera, ¿qué estás haciendo?

―Lo has intentado, pero ahora es mi turno ―golpeó ese culo perfecto que tenía y luego se pegó a su espalda para susurrarle ―: Feliz cumpleaños, mi amor.

Pudo sentir como al maestro se le erizaba la piel. Comenzó acariciando su cuello y bajando por su espalda. Jisung se estremecía con esos roces tan sutiles. Luego llegó a sus nalgas y por fin al sitio que le esperaba.

Introdujo un dedo y el maestro al principio se retorció intentando apartarse, pero después de unos minutos ya había levantado el culo pidiendo más.

Minho siguió trabajando e introduciendo más dedos, hasta cuatro. La visión que le proporcionaba el maestro era demasiado erótica. Su culo en alto, el arco de su espalda con las manos atadas, y sus gemidos resonando por toda la habitación.

Ya le dolía su propia entrepierna, que estaba apresada por el pantalón del traje que llevaba. Se abrió la bragueta y lo dejó salir, ni él ni Jisung aguantarían mucho más.

Le dio la vuelta nuevamente. Su cara estaba completamente roja y respiraba fuerte por la boca. Lo embistió y con lo aflojado que estaba le entró perfectamente de un solo golpe. Jisung gritó y él continuó más rápido, más fuerte.

―¡Ahhh! Mmh... Por favor... n-no pares nunca.

―No lo haré...

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