21

Lo cogió de la mano y lo arrastró hasta la habitación. Se había guardado mucho y durante mucho tiempo. Ahora solo quería explotar junto a él sin asustarlo demasiado, porque quería hacerle cosas muy serias.

Una vez en el cuarto Minho se giró hacia él, que apoyó la espalda en la puerta mientras el profesor volvía a besarle. Si por él fuera se quedaría a vivir en esa boca para siempre. Pero la apartó con la mano para pasar a su cuello, su pecho, al igual que había hecho en el salón.

Empezó a agacharse hasta quedarse de rodillas ante el maestro y acarició su entrepierna por encima del pantalón. Jisung dejó escapar un pequeño gemido.

Apretó sus caderas y bajó el pantalón con cuidado, quitándose por los pies. Ahora lo tenía de pie y desnudo, justo enfrente. Era lo que quería ver, lo había soñado muchas veces, pero lo que no había imaginado es que pondría una cara tan irresistible como la que tenía en ese momento.

Le agarró con las manos ese perfecto culo que tenía y empezó a chuparle salvajemente. Era grande, pero le cabía casi todo en la boca. No era consciente de que iba muy rápido hasta que el maestro habló.

―Pa-para... N-no puedo... n-no aguanto más...

Pero eso lo excitó aun más, ahora no quería parar, no podía parar. Aumentó el ritmo, el maestro gimió más fuerte, quería apartarse, quitárselo, pero no se lo permitió. Terminó en su boca. Había mucho y el profesor lo aceptó con gusto.

Ahora si le dejó salir, pero solo para terminar de limpiarle. Pasó su lengua de la base a la punta y viceversa, hasta no dejar ni una gota. También olía dulce ahí abajo, pero era un olor más fuerte.

Se puso en pie para volver a besar al maestro, echaba de menos su boca. Y el maestro lo llevó hasta el borde de su cama, donde lo empujó obligándolo a sentarse. Quería devolverle el favor.

Se arrodilló cómo él lo había hecho antes, le quitó los pantalones y le abrió las piernas. Se quedó mirándolo un instante para después pasar su lengua tímidamente por la punta. Tuvo que mirar al techo para distraerse y no acabar demasiado rápido. Había sido una vista demasiado tierna, le había puesto muy cachondo.

Por si fuera poco el maestro continuó. Lo estaba lamiendo suavemente y eso lo volvía loco. De su boca se escapaban gemidos cada vez más fuertes. Que se lo hiciera de esa forma solo lo provocaba más.

Se metió la punta en la boca y luego fue metiendo más. Minho se dejó caer en la cama tapándose la cara. No aguantaría mucho más, lo hacía tan despacio que le provocaba, era una sensación increíble.

―J-Jisung... Voy a...

En cuanto habló Jisung apretó más su boca. Ya era imposible aguantarse un minuto más. Lo dejó salir todo y el maestro también se lo tragó.

Quería más. Así que en cuanto Jisung se puso de pie lo agarró y tiró de él para ponerlo encima. Le agarró el cuello y lo atrajo hacia si para besarlo de nuevo. Su boca estaba más sensible ahora y más caliente.

Dejó su boca para empezar a chuparse dos de sus propios dedos. Mientras lo hacía mantenía los ojos posados en los del profesor. Le encantaba que lo mirase de esa manera mientras hacía eso. Era un preludio de lo venía a continuación.

Sacó sus dedos y volvió a la boca del maestro. Sus manos abrieron sus nalgas y uno de sus húmedo dedos comenzó a jugar con la entrada del profesor. Gemía bajito en su boca mientras su dedo lo acariciaba despacio.

Quería ver hasta donde podía llegar, ver cómo le gustaba hacerlo y para comprobarlo le introdujo el dedo de golpe. Jisung respondió a eso mordiéndole el cuello. Le había gustado.

Empezó a meterlo y sacarlo cada vez más rápido, el maestro le gemía al oído con una voz más aguda y podía sentir su entrecortada respiración en el cuello. Se le erizó el vello y un calor más intenso bajó a su estómago.

El maestro arqueaba su espalda para que entrara más fácilmente, él movía sus caderas dejando que sus miembros se rozasen una y otra vez. Sentía su calor mezclándose con su frío cuerpo. Juntos se complementaban.

En cuanto metió el segundo dedo Jisung le mordió la oreja. Eso le gustó realmente mucho.

―Dos no serán suficientes ―le susurró mientras sonreía de forma pícara.

Antes de que lo hiciera Jisung le mordió el labio, era demasiado sensual. Minho se lo tomó como un "adelante" y metió el tercero. El maestro siguió gimiendo en su boca.

―Ya... ya puedes hacerlo... ―le dijo.

Sacó sus dedos y agarró con fuerza sus muslos, tampoco aguantaba más. Quería engancharlo y hacérselo con fuerza, quería verlo llorar de dolor y placer. Se le estaba yendo la cabeza.

―Hazlo tú... porque si lo hago yo... te haré mucho daño. ―se mordió el labio para tratar de contenerse.

Le hizo caso, se la agarró y la colocó en el sitio. Estaba húmedo y caliente. Se introdujo la punta con cuidado, estaba tan apretado. Quería embestirlo con fuerza, pero en vez de eso se desahogó dejando salir un fuerte gemido.

Jisung empezó a moverse desde allí, y poco a poco fue introduciendo el resto. Iba demasiado despacio para el hyung. Y eso solo lo empeoraba, se le iba la mente, deseaba agarrarlo con fuerza, voltearlo y darle duro.

Muchos deseos perversos se asomaron, pero logró contenerlos. Su estrecho interior le abrazaba. Encajaba a la perfección, ahora los dos estaban unidos en uno solo y sus movimientos iban a la par.

El maestro cabalgaba sobre él sin dejar de mirarle. Su cara era muy erótica, con la boca ligeramente abierta mientras gemía y las mejillas coloradas por el calor del momento.

El hyung se mordía el labio inferior de vez en cuando, notaba que cada vez que lo hacía su interior le apretaba un poco más.

―No puedo más... Mi-Minho...

―Yo tampoco.

Lo sujetó bien fuerte por las caderas para dar los últimos toques. Lo embistió con más fuerza y más rápido. Jisung se agachó y le besó sin dejar de gemir. Eso terminó de ponerle la guinda al pastel. Notó sus espasmos y como un líquido caliente le bañaba el abdomen. Su éxtasis llegó un instante después y lo dejó salir todo en el interior.

Fue dejando de moverse y se quedaron abrazados unos instantes. Respirando profundamente. Notaba su calor sobre él. Su cuerpo entero. Su dulce aroma del que tanto disfrutaba.

Se separaron y se quedaron tumbados en la cama.

―Tenía muchas ganas de que pasara esto ―le dijo.

―Y... ¿te ha gustado? ―después de lo que habían hecho aun era capaz de albergar dudas.

―Ha sido increíble ―se puso de lado para mirarle a los ojos. El maestro ya lo estaba mirando―Escucha... no me gustaría que pensases que solo buscaba esto.

―¿Por qué iba a pensarlo?

―Porque hay gente que piensa ese tipo de cosas. Y yo busco algo más.

―¿Qué buscas?

A ti...

―Me gustaría que fuéramos algo más que amigos... si tú quieres.

―¿Cómo no voy a querer?

―¿Puedo quedarme a dormir entonces?

―Estás en tu casa.

Al fin había pasado, todo estaba más que claro. Esas palabras lo habían hecho el hombre más feliz del mundo.

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