10
Suspiro.
—Profesor Minho... ¿Qué humor es ese?
—Dame la tarjeta, por favor...
—No ha pasado ni una semana, dele tiempo.
Suspiro profundo.
—Seguro que la semana que viene aparece por aquí. —la recepcionista intentaba animar a un desconsolado profesor mientras le entregaba una tarjeta dorada que todos los días se encargaba de guardarle cuando su invitado resultaba no aparecerse.
—...
—Nunca te había visto de esta forma... ese chico debe ser muy especial... —la chica le sonrió.
—Jeongin dijo que le convencería, pero ya no estoy tan seguro de que lo vaya a conseguir...
—¿Ah sí? ¿Pues sabes una cosa?
—¿Qué...?
—No entiendo cómo puedes estar tan tranquilo de cháchara conmigo cuando HACE QUINCE MINUTOS QUE DEBIÓ EMPEZAR TU CLASE.
—Ah, es verdad, qué despiste, jajaja.
—Ay... ahora la que va a suspirar seré yo... Anda vete de una vez.
Los días pasaron y los ánimos del profesor seguían en su línea.
¿Vendrá hoy? Hoy seguro que aparece... ¿Y si no viene hoy? ¿Y si no viene nunca? ¿Cuándo volveremos a cruzarnos? No Minho, no pasa nada, ¿pero qué te está pasando? Olvídate, olvídate de él ya o te volverás loco.
—Buenas tardes querido profesor. —le dijo la recepcionista con la tarjeta dorada entre sus dedos. —Creo que hoy es su día de suerte.
—¿Ha venido?
—Efectivamente, y usted sigue llegando tarde, no creo que eso le cause una buena impresión al hombre. Que por cierto, es guapís...
El profesor no le dejó acabar la frase, ya que agarró la tarjeta y voló hacia el ascensor.
Maldita sea Minho, ibas a olvidarte de él... Bueno, ahora ya está, haz cómo si nada, es un día como otro cualquiera, disimula tu entusiasmo.
Al entrar al aula se disculpó con una excusa como hacía siempre, luego puso a calentar a sus alumnos y cómo si no pasase nada obsceno por su mente se acercó al maestro.
—Vaya, vaya, ¿qué tenemos por aquí? Al fin se decidió a visitarnos.
—Si, Jeongin es muy insistente.
Tiene una sonrisa perfecta, ¿cómo puede ser tan lindo?
—Si que llega a ser un poco pesado el chico. Veo que la lesión fue algo grave.
—Ah, si, bueno... Ya estoy mejor que antes, la semana que viene iré a ver si me lo quitan ya.
—Eso está bien, así podrá empezar las clases. Prometo no ser muy duro al principio.
Bien jugado Minho, atrápalo.
—¿Eh? No, no, yo no...
—Si a usted le gusta hacer ejercicio no le será difícil, he notado que ya está en forma, así que podrá hacer las técnicas sin problema.
—No... si yo no pensaba...
—Bueeeeeenoooo, me toca trabajar.
No te me vas a escapar, no esta vez. No le he dado tiempo a decirme que no, pero lo iba a hacer... Será posible... Tengo que encontrar una forma, puede que la tarjeta no sea suficiente.
Minho se concentró en su clase y todo transcurrió con normalidad, era una suerte para él tener nervios de acero.
De vez en cuando echaba algún que otro vistazo al castaño. Tenía una mirada maravillosa, estaba totalmente concentrado y parecía que disfrutaba de la clase.
Si al final le gustaba, era probable que le fuese fácil convencerlo de apuntarse. El cielo al fin se le estaba abriendo.
Casi al final, en una de las miradas furtivas lo vio hablando con la chica del ilh-eobeolin, que le daba la impresión de que últimamente venía más a menudo que antes.
Mierda... no se me había pasado por la cabeza... ¿Y si tiene novia? ¿Y si le gustan las mujeres? Debo averiguarlo cuánto antes.
Nada más acabar la clase Jeongin corre hacia su profesor con mucha emoción y empieza a atosigarlo un poco. El profesor no puede aguantarse las ganas de interactuar con su invitado y decide interrumpirlos.
―¿Qué le ha parecido la clase?
―La verdad es que me ha impresionado mucho, todo lo que hacéis parece muy complicado.
―Qué va, esto es sencillo, en un par de meses seguro que usted nos alcanza. Por cierto... He notado que la chica de antes no le quitaba los ojos de encima, si quiere le hablo de usted para...
―No, no, de ninguna manera.
Ha rechazado a la chica, es una buena señal, de momento vamos bien.
―¡Venga profe, ya es hora de que te eches una novia!
Novio, Jeongin, es hora de que se eche un novio.
―No me interesa, para nada.
―Con esa actitud no te casarás nunca. ―Al maestro se le notaba algo nerviso con la conversación. ―Nos vemos en el cole, Seungmin y yo tenemos que irnos corriendo o perderemos el autobús. ¡Adiós!
―Mi autobús también debe estar a punto de llegar, así que...
―¿Va a ir en autobús en su estado? No, de eso nada, espere un momento, no se mueva.
Su pierna... no me había dado cuenta, ha venido hasta aquí en autobús, para verme, bueno, para ver a sus alumnos... Ay... me siento como una mala persona, he sido un egoísta, solo he pensado en mis asuntos y resulta que él no venía probablemente por la pierna. Soy un estúpido.
El profesor cruzó el pasillo directo a los vestuarios, sabía que Hyunjin había terminado las clases por hoy y se iría a casa en su coche.
―Hyunjin necesito un favor.
―¡¡¡AAAAAAAAHHHH!!!
―Hyunjin, por favor, no montes un escándalo.
―ME ESTOY DUCHANDO MALDITO LOCO PERVERTIDO.
―Ya lo veo.
―Un día de estos vas a provocarme un infarto, ¿no puedes esperar?
―Nop ―Minho agarró a Hyunjin del brazo y lo sacó de las duchas a la fuerza. Es necesario mencionar que no estaban solos, otras clases terminaban a la misma hora y los vestuarios estaban llenos.
Mientras Hyunjin se secaba y se ponía la ropa, Minho le explicaba su necesidad.
―¿Solo tengo que llevar a uno de tus alumnos a su casa? ¿Y para eso tanto escándalo?
―Aun no es alumno, pero lo será, así que ni se te ocurra agenciártelo, ¿me oíste? Lo que me recuerda a que le tienes que dar esta tarjeta.
―Vale, vale, tranquilo, no voy a robártelo, ¿pero por qué no se la das tú?
―Porque ahora tengo otra clase y no tengo tiempo. Dile que la use para volver aquí cuando se recupere de la pierna.
―Vale, vale... Así que, si lo llevo a su casa y le doy esto, ¿te estaré haciendo un gran favor?
―Exacto.
―Pues me deberás una muy grande, teniendo en cuenta de que me has sacado de esta manera de mi relajante ducha. ―Hyunjin había puesto una sonrisa que le daba muy mala espina al profesor, pero tenía la cabeza en otro lado y no le dio importancia.
―Sí, te deberé una muy grande, ahora vamos.
Volvió a tirar de Hyunjin y lo arrastró a su aula para presentarle al susodicho futuro-alumno.
Cuando los dos se fueron Minho continuó con la siguiente clase, pero sintiéndose culpable por arrastrar al hermoso maestro en ese estado.
Al día siguiente Minho se encontraba tumbado en su jardín intentando echarse una siesta junto a sus perros, pero la impaciencia lo carcomía. Quería llamar a Hyunjin para saber todos los detalles, para enterarse de si había aceptado volver, para saber en qué barrio vivía...
Pero no debía hacer nada de eso, ya que si Hyunjin notaba su profundo interés no le dejaría en paz. Nadie debía enterarse de sus sentimientos hacia ese hombre.
Durante el resto de la semana cada vez que se cruzaba con su amigo le dirigía una amplia y perturbadora sonrisa con la que intentaba decirle "cuéntamelo todo sin que te tenga que preguntar". A la que Hyunjin le respondía con una mirada de "estás muy raro últimamente".
―¡¡¡Minho!!! Llegas muy tarde esta vez. ―su recepcionista siempre se preocupaba demasiado.
―Lo sé, lo sé, no pasa nada.
―Sí que pasa, tienes que ser más serio con estos asuntos. Venga pasa que te están esperando.
La mujer tiró de su brazo y lo llevó corriendo a la sala de conferencias pidiendo disculpas en su nombre al entrar.
Los de la agencia de publicidad de la otra vez lo recibieron con una enorme sonrisa que no le gustó nada al profesor.
―¿Otra vez están aquí? Hace poco que nos reunimos, no esperaba que insistieran tan pronto.
―No vamos a insistir, ¿verdad que no? ―la mujer y sus empleados se miraron y asintieron entre sí. Al mismo tiempo sus socios y amigos sonreían de la misma forma.
―Bueno, ¿qué pasa aquí? ―dijo Minho.
―¡Empezaremos con la sesión de fotos la próxima semana! ¡No se van a arrepentir de nada lo prometemos!
―¿Qué sesión de fotos? ¿Qué significa esto?
―Va a estar muy guapo, ya lo verá señor Lee.
―No, no, no... ―Minho les lanza una mirada desesperada a sus queridos "amigos".
―¿No recuerdas que me debes un gran favor Lee? ―le dice Hyunjin.
No puede ser...
―Bueno, nosotros tenemos que irnos, ya nos pondremos en contacto para la fecha y la hora de la sesión. ¡Hasta luego! ―los publicistas se marcharon antes de poder oponer resistencia.
No volveré a llegar tarde...
Cuando se quedaron los socios solos empezaron a descojonarse de risa.
―Os parecerá muy gracioso, vender el cuerpo del que solía ser vuestro amigo.
―Vamos Minho, no será para tanto, no veas lo felices que se pusieron cuando les dijimos que aceptabas ser el modelo. ―le dijo Jisoo, que era la única que podía controlar su risa.
―Ay...
―Esto también te pasa por llegar tarde.
―¿Habría cambiado algo?
―Sí, que no hubiésemos podido reírnos tanto de la cara que se te ha quedado. JAJAJA ―a Hyunjin y a Changbin se les iba a salir un pulmón de tanto reirse.
Los días iban a ser muy largos a partir de ahora. Se habían salido con la suya, pero se lo merecía, había bajado mucho la guardia desde que solo pensaba en el maestro. Su nombre se le venía a la mente junto con imágenes sucias de lo que esperaba hacerle algún día.
―¡Minho espera un momento! ―su recepcionista le llamó cuando ya estaba cruzando la puerta con sus socios. ―Se me olvidó decirte que tu amigo vino el miércoles a devolver la tarjeta.
―¿La devolvió...?
―¡Es verdad! Me lo encontré en la entrada, ya no me acordaba. ―dijo Hyunjin.
―¿No te dijo nada? ―preguntó Minho.
―No estaba yo ese día... ―la recepcionista parecía preocupada.
―¡Vamos Minho! Ya se apuntará más gente a tu clase. ―le dijo Changbin mientras apoyaba la mano en su hombro. ―Jisoo y yo nos vamos a tomar algo, ¿os apuntáis?
―No puedo, he quedado con mi chico. ―informó Hyunjin.
―¡Qué pillo! Pues pásalo muy bien con Felix y salúdala de mi parte. ¿Tú te apuntas Minho?
―Otro día quizás.
No le intereso... ni yo ni el ninjutsu. No sé por qué me hago ilusiones por alguien al que ni siquiera conozco. Si lo vuelvo a ver por el parque y me acerco se pensará que soy un acosador. Es lo que pensaría yo... ¿Merece la pena que lo siga intentando?
Otro ma pq se lo merecen por esperar tanto 💗💗
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