09

Al salir del hospital cogieron otro taxi para ir hasta el coche de Minho, y así llevarlo con él hasta su casa.

―Una cosa Jeongin..

―¿Si?

―¿Tu maestro es siempre tan torpe?

―Mmmh... pues no lo sé, nunca lo he visto hacer deporte.

―Es que si es así, le vendría muy bien praticar un arte marcial para mejorar la coordinación.

―¿Coor... qué?

―Coordinación. Dile a tu profe que se puede apuntar cuando quiera a nuestro gimnasio.

― ¿Intentas ganar clientes? Creía que te sobraba el dinero profe.

―No es por eso Jeongin, como profesor de ninjutsu es mi deber hacer que más gente se interese por esta disciplina y por el deporte en general. Y tú como futuro cinturón negro también deberías preocuparte por eso.

―¿De verdad?

―Claro que sí.

Qué bajo has caído Minho, engatusar a un niño solo para poder hablar con un hombre. Esto no es propio de ti.

Jeongin bajó la cabeza y empezó a hacer círculos con sus dedos.

―¿Pasa algo? ¿No te cae bien tu profesor?

―Es que... no me gustaría que lo estafaras

―¿Por quién me tomas Jeongin? No estafamos a nadie.

―Supongo que no...

―¿Supones?

Paciencia Minho...

―Es que el profe Jisung es muy bueno, y es diferente... Todos los profesores que tuve me gritaban y me castigaban, y no se esforzaban nada conmigo. Pero el maestro, aunque me grita, pone empeño por que entienda las cosas. ―Jeongin seguía con la cabeza agachada y su tono de voz parecía algo triste. ―Los otros profesores querían que repitiera el curso, pero Jisung se opuso, me defendió y me está ayudando mucho a estudiar. Ningún profesor había confiado en mí antes.

Las palabras de el niño le llegaron al corazón a Minho, que en ese momento sintió una fuerte admiración por ese maestro. Sin duda era una gran persona, aunque eso se podía notar con solo mirarlo.

Jeongin era un niño difícil, pero era un buen chico. La gente normal pasaría de él y no le haría caso, pero ese profesor supo ver más allá. No era una persona como las demás.

El profesor apoyó una mano en la cabeza del chico y le alborotó un poco el pelo.

―Seguro que tu profe está muy orgulloso de verte esforzándote. Porque yo también lo estoy.

Jeongin miró a su profesor y le sonrió con los ojos llorosos.

Esa pequeña charla en el coche solo provocó que aumentaran las ganas de Minho por conocer más a Jisung. Quería saber qué le gustaba, qué comía, cómo dormía, cómo vivía, todo. Se le había metido muy hondo y no podía sacárselo de la cabeza.

La semana siguiente entró en su clase diez minutos tarde, como de costumbre.

―Ah, lo siento chicos, me perdí por el camino.

―¡¡¡MENTIRA!!!

―Bueno, bueno, empecemos con diez vueltas, veinte flexiones y veinte sentadillas.

―¡SI, PROFESOR!

Sus alumnos empezaron a correr, pero Minho sujetó a uno de ellos por el cuello del traje. Parándolo en seco.

―¿Qué crees que estás haciendo?

―Lo que dijiste, profesor. ―respondió Jeongin.

—De eso nada, tú no deberías estar aquí, aun tienes que recuperarte.

—¡Si ya no me duele!

—Aun lo tienes débil, si te vuelves a hacer daño se te caerá el pie.

— ¡Eso no es cierto!

—Allá tú —el profesor lo soltó y Jeongin se dispuso a seguir corriendo con sus compañeros. —pero si lo fuerzas y te vuelves a lastimar, no te dará tiempo a recuperarte para la próxima competición. —Jeongin se detuvo un momento. —Sería una pena que te quedaras por detrás de tus compañeros, pero no te preocupes, puedo meterte con los principiantes y así serás el más avanzado de ellos.

Jeongin se dio media vuelta y se sentó en las gradas.

—Descansaré aquí y me quedaré mirando toda la clase. No me pienso quedar atrás.

El profesor suspiró. Sintió alivio al ver que su terco alumno le hacía caso. Mientras sus alumnos hacían el calentamiento aprovechó para sacar su novela y leer unas páginas, luego tuvo que guardarla para practicar con los jóvenes.

Al acabar la clase se acercó a las gradas.

—Oye Jeongin, ¿le dijiste eso a tu profe?

—¡Claro que sí! Me dijo que no, pero seguiré insistiendo.

—Vaya...

—Ah cierto, le dije que podía venir a vernos a clase, ¿puede venir, verdad?

—Pues claro que puede, buena idea, si ve la clase seguro que le convences.

—¡Eso mismo pensé yo!

Bien Jeongin, bien. Sin duda tu terquedad va a valer de algo.

Minho continuó dando clases el resto de la tarde y al acabarlas ya era casi la hora de cerrar, pero aun tenía algo que hacer.

—¡Señorita recepcionista!

—¿Qué quieres? —ella lo miraba con cara seria y parecía enfadada.

—Ah... tenía una cosa que decirte.

—Has llegado tarde, como siempre, me sorprende que nadie se queje.

—Ah, eso...

—Y aun no has rellenado los formularios que te di el otro día.

—Mañana te los daré.

—También llegaste tarde a la reunión del viernes.

—Lo sé, lo sé.

—Ay... no tienes remedio... ¿De verdad eres dueño de esto? Porque no lo pareces.

—Esto...

—Dime qué querías.

—Quiero que dejes pasar a una persona sin tarjeta.

—¿A qué persona?

—Es un chico pálido, con el pelo un poco largo, un poco más bajo que yo y tiene una cicatriz que le atraviesa la cara.

—Creo que debiste empezar por eso último... Está bien, lo recordaré, ¿cuándo vendrá?

—No lo sé.

—¿No sabes cuando vendrá? ¿Cómo se llama?

—Han Jisung. —la chica lo apuntó.

—¿Es alguna persona importante, aviso a los otros también cuando venga?

—No hace falta, va a venir a ver una de mis clases un día de estos, nada más.

—¿En serio? —la recepcionista le lanzó una sonrisa maliciosa. — ¿Acaso el profesor Minho tiene un nuevo amigo?

—Algo así.

—Oh, ya veo, ya veo.

—¿Qué pasa?

—No, nada. Espero que su "amigo" disfrute de su clase.

—Lo hará, seguro.

HOLAAA ACTUALICE POR FINNNN
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