EXTRA

—A ver... ¿Qué ha pasado?

—Nada...

—¿Y por qué estás aquí con esa cara enfurruñada?

—...

—¿No me lo vas a decir?

—...

—Vale, está bien. Tómate el té tranquilo. Yo me sentaré aquí en frente y me quedaré calladito mirándote.

—...

—...

—...

—¡POR DIOS DIME QUE HA PASADO! ¡No puedes aparecer por mi casa de repente y luego no contarme el salseo! ¡EXIJO QUE ME LO CUENTES TODO AHORA MISMO!

—Minho es un idiota...

—¿Eh?

— ...

—Osea, que os habéis peleado. No es nada del otro mundo hombre, a ver, dime, ¿qué es lo que ha hecho el tonto ese?

—Muchas cosas...

—Ay hijo, mira, yo no voy a pasarme la tarde interrogándote, así que; o me lo cuentas todo tú solito o me bebo una botella entera de whisky y se encarga de sonsacártelo el Felix borracho.

—Ah... —el maestro sabía perfectamente que no podía llevarle la contraria, o habría desastrosas consecuencias... Además, Felix era muy pesado —. Está bien, ¿por dónde empiezo?

—Por el principio.

—Vale. Creo que todo empezó esta mañana...

Jisung se despertó estirando los brazos y dando un largo bostezo. Se giró para darle los buenos días a Minho, pero éste no estaba a su lado. Pensó que estaría haciendo el desayuno como hacía muchas veces, aunque normalmente esperaba a que se despertase... Se levantó de la cama y lo vio. Estaba vistiéndose de cara al armario. Se había puesto una sudadera, pero aun no se había puesto los pantalones, ni la ropa interior...

Qué culo tiene...

El maestro se le acercó disimuladamente por la espalda y lo abrazó desde atrás, besándole el cuello.

—Buenos días.

—...

—¿A qué vienen tantas prisas? Es sábado... ¿no quieres estar en cama conmigo un ratito más?

—...

—¿No me vas a hablar? —Jisung lo abrazó un poco más fuerte, aspirando el olor de su ropa —. ¿Te has enfadado conmigo?

Minho lo ignoró y continuó vistiéndose, para lo que tuvo que apartar a Jisung, que se quedó consternado ante aquel comportamiento.

—¿Qué te pasa?

—Tú sabrás.

—¿Yo sabré? ¿En serio estás enfadado? ¿Pero qué he hecho?

—...

—Minho, hablemos las cosas como adultos. Si algo te ha molestado dímelo.

—Anoche.

—Anoche ¿Qué?

—¿No te acuerdas?

—Eh... No lo sé... No sé qué pude haber hecho que te molestara tanto...

—Pues te lo recordaré.

Minho entraba y salía de su interior sin dejarle tiempo para respirar. En esa posición entraba hasta el fondo. Sentía que lo tragaba entero. Le veía todo el culo, su miembro enterrándose y esa espalda arqueada ofreciéndoselo entero. Sujetó más fuerte sus caderas y aceleró. Con cada embestida el castaño se le escapaba un poco hacia delante, y no podía permitirlo... Tiró de su pelo suelto hacia atrás, ese suave y sedoso cabello castaño. Jisung tenía la boca abierta; jadeaba y gemía a partes iguales mientras que Minho se lo hacía duro, como a él le gustaba. Como a los dos les gustaba

Jisung se tapaba la cara con el brazo, respiraba rápido. Y no pudo evitar deleitarse con el hermoso cuerpo que tenía delante. No se cansaría nunca de admirarlo. Pasó una mano por su pecho, acariciando los pezones y bajando por su vientre. Era suave. Cuando llegó a la ingle Jisung se estremeció y dio un pequeño respingo. Era sensible. Minho volvió a subir para apartarle el brazo y descubrir su cara colorada por el esfuerzo y su expresión inocente. Se aproximó y lo besó tiernamente en esos carnosos labios. Era perfecto.

Bajó de nuevo y se introdujo la erección de su amado en la boca. Jisung se aferró con fuerza a las sábanas, tirando de ellas. Y cuando Minho aceleró el ritmo le puso las manos en la cabeza para tratar de apartarlo. Se iba a volver loco.

—Minho... estoy a punto de...

No necesitó más. El hyung levantó la vista quitándosela de la boca. Jisung le acarició el rostro, pasando la yema del dedo gordo sobre su cicatriz, y Minho cerró los ojos, le tomó la mano y besó la palma. ¿Cómo era posible querer tanto a una persona?

Minho se incorporó y volvió a meterse en su interior. Estaba más apretado que antes. Le absorbía. La metió despacio y cuando estuvo entera dentro apoyó los brazos en la cama y abrazó y besó a Jisung. Estaba en casa...

Empezó a moverse con calma, sintiéndolo todo, aprovechando el momento mientras el castaño gemía en su oído. Su voz le erizaba la piel y le provocaba una excitante sensación en el estómago. Volvieron a besarse, sin subir el ritmo.

—Te quiero Jisung.

—Te quiero Minho.

—Cásate conmigo...

—No

No. Otra vez. Ahora sí que se aceleró. La negativa de su amado lo había cabreado. Y mezclar furia con excitación no siempre resultaba en algo bueno. Se la clavó con más fuerza y más rápido, sujetándolo por los hombros para que no se le escapara. Jisung ya no gemía, sino que gritaba y le arañaba la espalda como tanto le ponía al hyung que hiciera cuando llegaba al clímax. Y éste le mordió la clavícula mientras terminaba de correrse dentro de él.

—¿Te enfadaste por eso? ¿Es en serio?

— ...

—¡Claro que te iba a decir que no! ¿Qué clase de proposición es esa?

—Era el mejor momento; en la cama, haciendo el amor, los dos abrazados... ¿Qué proposición quieres tú? ¿Una como en las películas en las que van a un restaurante francés y el hombre le pide al camarero que ponga un anillo en la copa de champán? ¿Quieres eso? Oh Jisung, estás muy perdido con los mitos del amor romántico.

—¿Pero qué dices? Tampoco pido eso. Pero entiende que mientras hacemos eso.. No es el momento.

—Esa será tú opinión.

—¿Por qué tienes tanta prisa en casarte?

—No es prisa por casarme, es prisa por casarme contigo.

—Pero yo aun no quiero, es muy pronto, somos muy jóvenes.

—¿Y qué más da? Si ya lo tenemos claro.

—Yo no quiero hacerlo aun.

—¿Y cuándo quieres?

—Pues... Cuando tenga 30 o por ahí

—¡¿Cómo?! ¡¿Me vas a hacer esperar tanto?! ¡Me niego!

—No seas exagerado, si ya estamos juntos, eso es lo que importa. Y realmente ya vivimos como si estuviéramos casados.

—Eso no me vale.

—Pues tendrás que aguantarte. No me quiero casar ahora.

—No te quieres casar por si acaso ¿no es eso?

—¿Cómo?

—No estás seguro y por si acaso prefieres no atarte. Por si aparece alguien mejor y decides dejarme.

—Mira, vamos a dejar el tema porque no estás diciendo más que tonterías.

— Así que os enfadasteis porque tú no quieres casarte y él sí. Pues permíteme decirte... ¡Que eres un idiota! —Felix le dio un capirotazo en toda la frente.

—¡Auch! ¡Eso duele!

—Cásate de una vez, no seas tonto, y lo celebras llevándome de compras contigo. Y en el banquete de bodas podéis poner barra libre y un buffet con jamón de bellota, pato a la pequinesa, caviar de esturión... Oh sí... Y de postre una enorme tarta de chocolate, ¡no! Mejor que sea una fuente, una gigantesca fuente de chocolate... Y si al final rompéis en el divorcio te quedas con todo su dinero y nos compramos una mansión. ¡Todo son ventajas!

—Ay Felix, cállate, sabes perfectamente que el dinero me da igual.

—Vale. Entonces... ¿Estás aquí solo por eso?

—No... Pasó algo más...

—¡Pues cuéntalooooo!

Esa tarde hicieron las paces, más o menos. Minho aun seguía algo enfurruñado, así que para despejar la mente decidieron ir a dar un paseo por el centro y de paso hacer la compra para la semana.

—¿Vas a estar así todo el día?

—No lo sé.

Jisung suspiró resignado. Sabía que le iba a dar la vara con el tema durante mucho tiempo, pero ahora no se le ocurría cómo librarse del asunto.

— ¡Ah! —gritó Minho.

—¿Qué pasa? —Jisung se llevó la mano al pecho del susto. Miró a Minho para ver qué pasaba. Éste se había puesto la mascarilla y agachaba la cabeza ocultándose.

—Vamos por aquí —dijo tirando del brazo del maestro.

—¿Por qué? ¿Qué es lo que pasa...? —Ahora lo comprendió —. Pero... qué diablos... Minho... ¿Me lo explicas?

—Pues... Esto...

—¿Por qué no me dijiste que habías hecho un anuncio?

—Bueno... pensé que a estas alturas ya lo habrían quitado...

—¿Pero cuándo lo hiciste?

—Mmmh... hace algún tiempo...

—¿Cuánto tiempo?

—Pues... Hace... ¿Casi un año?

—¿ESO LLEVA AHÍ UN AÑO?

—Casi un año.

—¿Y cuándo pensabas decírmelo?

—Mmmmh... ¿Nunca?

— ¿Ibas a ocultármelo? ¿Por qué?

—Bueno... Es que no sabía qué te iba a parecer...

—¿Y era mejor no decirme nada? ¿Pensabas que me iba a enfadar contigo?

—Un poco...

—No me importa que hagas esas cosas, lo que me importa es que me mientas.

—No te he mentido, tan solo he omitido la verdad.

—Que no confiaras lo suficiente en mí como para contármelo es lo que de verdad me molesta. ¿Te crees que soy un histérico anticuado que se enfada por cualquier cosa? ¿Esa es la imagen que tienes de mí?

—Claro que no... Pero sí que te enfadas mucho, por eso no te dije nada. Y no quería que pensaras mal de mí.

—No confías en mí para nada.

—No es eso, Jisung espera.

Pero no esperó. Se alejó dando zancadas y Minho lo perdió entre la gente.

—¡Ah el cartel! Ya me había olvidado de él.

—Me extraña que nunca me dijeras nada, con lo pervertida que eres...

—Bueno, es que no suelo pasar por ahí normalmente, y cuando lo vi por primera vez Minho y tú estabais... bueno... separados, así que no quería hablarte del tema. Y cuando volvisteis ya había pasado un tiempo y me olvidé. Creía que tú ya lo habrías visto.

—Pues no.

—Osea que te enfadaste por eso.

—Es que en primer lugar, él se pasa todo el día de morros echándome en cara que no me quiero casar y luego me entero de que ese cartel lleva ahí a saber cuánto y me doy cuenta de que hay muchas cosas que no me ha contado. Siento como si conmigo fuera con pies de plomo, como si yo fuera alguien sensible al que le afecta todo, y no es así. Ya le dije mil veces que me puede contar las cosas, pero pienso que aun no lo hace. No con todo. Y yo quiero que me lo cuente todo.

—Te comprendo perfectamente. Sabía que tarde o temprano tendríais ese problema, porque el Minho es un tipo cerrado, cerrado. Vamos, que ni golpeándole la cabeza contra el fregadero se abre.

—A ver... Conmigo se ha abierto con muchas cosas, pero no creo que lo haya hecho con todo, creo que tiene mucho más guardado en su interior y que no comparte.

—Muy bien. Pues esto lo soluciono yo ya mismito —Felix cogió su teléfono.

—¿A quién llamas? ¿Qué vas a hacer?

—¿Sí? Hola Minho, verás, tengo aquí a tu querido Jisung.

—¡Felix!

—Sí, exacto. Así que vente a mi casa rapidito, porque tenéis muchas cosas de las que hablar.

—Yo te mato... —Felix colgó.

—Ale. Ya está de camino.

Jisung se acabó el té mientras trataba de sacarle información a Felix de lo que pensaba decirle a Minho. Le suplicó que no se pasara de la raya ni soltara una de las suyas, ni que se metiera con él ni que dijera nada subido de tono. Aunque en el fondo sabía perfectamente, que por mucho que le advirtiera, esa loca iba a hacer lo que le diera la gana.

Jisung se puso nervioso, porque esto parecía haberse puesto algo serio y le entraron las dudas. No quería perderle, ni quería que se cansara de él. A lo mejor estaba exagerando las cosas, a lo mejor tenía razón y no era más que un histérico que sacaba las cosas de quicio.

¡Ding Dong!

Minho tardó apenas diez minutos en llegar al lugar. Era uno de los lugares en los que había pensado que estaría, así que no se encontraba muy lejos de allí, si no le hubiese dado señales de vida se acabaría presentado en esa casa tarde o temprano.

Felix lo invitó a sentarse frente a Jisung y los dos se quedaron en silencio sin atreverse a mirarse el uno al otro, hasta que Felix rompió el hielo.

—Vamos a ver. Minho. Eres un estúpido.

—Felix... —intentó calmarla el castaño.

—Y tú también Jisung. Los dos sois unos estúpidos. Minho. Si quieres estar con Jisung tendrás que confiar al cien por cien en él y contarle toda tu vida, porque chico, eres un libro cerrado, con tapa dura y candado, que lo sepas. Y que sepas también que Jisung se va a enfadar siempre, pero eso no quita que te quiera y que quiera estar contigo para toda la vida. Y a estas alturas ya deberías saber algún truco para calmarlo.

—Bueno... —Minho le echó una pequeña sonrisa.

—Y tú, querido amigo. No lo agobies tanto, ¿no ves que le cuesta? Y si no quieres casarte ahora, al menos llegad los dos a un acuerdo. Uno lo quiere ya, otro lo quiere dentro de mucho. Pues acordad un punto intermedio, ¡venga ya, que no es tan complicado! Si todos los problemas fueran esos...

Los dos amantes se miraron como con culpa y arrepentimiento. No podía estar enfadados tanto tiempo.

—Me duele decirlo... Y mucho, pero Felix tiene razón —acabó diciendo Minho.

—A mí también me duele admitirlo.

— ¡¿Eh?! ¿A qué vienen esos comentarios? ¡Soy el rey de las relaciones! Y este servicio no es gratis, tendréis que compensármelo. Minho, ya me estás comprando un yate.

—Sí ya, espera sentada.

—Lo siento mucho... Creo que me he pasado un poco... He exagerado las cosas...

—No, perdóname tú a mí. Me he comportado como un crío caprichoso y no he pensado en ti. Nos casaremos cuando tú quieras, cuando estés preparado —dijo tomando las manos de Jisung sobre la mesa.

—No, no puedo hacerte esperar tanto cuando sé que tienes tantas ganas. Si a ti te hace feliz nos casaremos pronto.

—¿Cuándo es pronto?

—¿En un año o dos? ¿Te parece bien?

—Me parece perfecto —Minho se acercó y ambos se besaron ignorando la presencia de Felix.

— Pero... A lo mejor te lo propongo yo, porque se ve que tú no sabes elegir el momento.

—Jajaja, si tú me lo pides te diré que sí. Me dará igual que me pilles en el lugar más bonito y elegante del mundo o que me pilles haciendo de vientre en el baño de nuestra casa —los dos se rieron sin soltarse las manos.

—Eres un idiota...

—Sí, pero soy tu idiota.

—Oh chicos, basta... Sois tan tiernos que creo que me voy a derretir.

Ahora sí fueron más conscientes de dónde estaban y se cortaron un poco. Estaba claro que el asunto debían terminar de hablarlo en casa. Aunque... visto lo sucedido en otras ocasiones... no hablarían demasiado...

¿FIN?

Sinceramente, me encantó esta historia!! Literalmente amo todos los comentarios y los agradecimientos de parte de ustedes eso solamente me inspira a traerles más actualizaciones y adaptaciones

Les agradezco a ustedes y a la autora de este libro 💗

BESOS A TODOOOOOOS!!!!!

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