Capitulo 35

La vida normal se le atragantaba. Cada día prácticamente lo mismo.

Había vuelto a salir los fines de semana con sus compañeros o con Felix. Vio a Hyunjin unas cuantas veces, aun seguía saliendo con su amigo, pero nunca ninguno de los dos mencionó a Minho.

No era necesario mencionarle. El dolor en su pecho se lo recordaba cada día. No había pasado una sola noche sin pensar en él.

Desde lo del juicio había vuelto a reír. Había recuperado su sonrisa, ahora la tristeza la llevaba por dentro. En algunos momentos volvía a decaerse, pero lograba ocultarlo distrayéndose.

No se planteaba volver a salir con nadie, ni se le pasaba por la mente. Taeyong se lo había propuesto hace poco, pero no podía imaginarse estar en los brazos de otro hombre que no fueran los del hyung.

No se imaginaba con otra persona, de ninguna manera. De esta forma le sería difícil avanzar en su vida, pero si no era posible estar con la persona que amaba, ¿qué sentido tenía reconfortarse con otra? Sería como estar engañándose a sí mismo y a la vez haría sufrir a otro.

Ya había pasado medio año desde la última vez que lo vio. Medio año... y su imagen no se había disipado, lo recordaba como si todo hubiese sucedido ayer.

Por esta época fue más o menos cuando se conocieron.

La primera vez que lo vio en aquel bar, ¿él se dio cuenta de su presencia también? Probablemente no. Jisung siempre fue consciente de la diferencia que había entre ellos.

Él era alto, guapo, seguro de sí mismo, rico, y Jisung era una persona del montón, sin ninguna habilidad a destacar. El cómo pudo tener la suerte de que alguien como Minho se fijase en un mero profesor de escuela como él, era todo un misterio.

Quizás no estaban hecho el uno para el otro, quizás a Minho le vaya mejor sin él.

Jisung pensaba esto casi cada día, en esta ocasión se encontraba en su casa, en el sofá, con la tele encendida y un té en las manos. Poca atención le prestaba al nuevo programa de preguntas y respuestas que se estrenaba ese mismo día.

Fuera llovía mucho. También llovió los días antes de que él saliera a correr y se hiciera el esguince, esa lluvia creó un pequeño hoyo que provocó su desliz y lo llevó al hospital.

Aquel hospital en el que conoció el nombre de ese hombre, recordaba la primera vez que se tocaron, cómo él le ayudó a levantarse del suelo en esa sala de espera.

Tan amable...

Gracias a eso pudo ir a su primera clase. Donde lo vio por primera vez con su traje de artes marciales. Tan recto y tan serio.

Con ese traje del que tantas veces tiró, que tantas veces desaflojó para dejar ese torso al descubierto.

El traje negro igual al que le regaló, con su primer cinturón. Le regaló algo verdaderamente importante para él. Y nunca lo llamó para pedírselo de vuelta.

Jisung se sentía mal por estar en posesión de algo tan preciado. Pero ahora no podía devolvérselo, ya no sería capaz de aguantar la compostura frente a él.

Sería... una buena escusa para volver a verle... tan solo... unos minutos, ver si está bien y listo. Cuando regrese, yo... ¿Por qué pienso en esto ahora? De todas formas... seguro que no quiere verme...

Ya no caían lágrimas de sus ojos, hace tiempo que aprendió a llorar hacia dentro.

Bebió un sorbo del té, pero aun estaba algo caliente y al apartarse se derramaron unas gotas sobre la manta que tenía encima.

Como el día en que se derramó el vino. Jisung agarró la manta y recordó que no volvió a probar el vino desde que se fue. Ni lo volvería a hacer, esa bebida era algo que ellos compartían.

Iba al ilh-eobeolin cada mes para recordarle. Él le había enseñado ese lugar, ese fue el primer lugar donde salieron a comer juntos.

¿Cuánto dura una depresión? Porque parecía que Jisung iba a sufrirla toda la vida. Había pensado en mudarse, pero la realidad era que no quería hacerlo. Quería seguir en su piso, recordando los momentos que pasaron juntos.

Llegó un momento en el que Minho prácticamente vivía allí. Y antes de que todo esto ocurriera... Jisung se lo iba a pedir... estaba seguro de que Minho diría que sí.

Ahora nunca conocerá su respuesta.

¿Qué hubiese dicho? ¿Cómo habría reaccionado? ¿Cómo lo habrían celebrado?

De pronto, alguien llamó a la puerta, sin usar el timbre, solo se escucharon unos golpes.

¿Es que ahora nadie cierra nunca el portal? ¿Quién habrá venido con esta tormenta?

Jisung se acercó a la puerta y la abrió sin miedo.

Una figura alta, y empapada apareció ante él. Jisung se quedó con los ojos como platos.

―¿Q-qué...?

Unos ojos caídos llenos de ilusión y lágrimas se cruzaron con los suyos. Y antes de poder decir nada esa persona lo abrazó con fuerza.

No era posible que eso estuviera pasando. Justo ahora. No podía ser real...

Jisung le siguió el abrazo con más fuerza y después de unos segundos unas manos frías como la nieve lo apartaron y sujetaron sus mejillas mientras unos húmedos labios rodearon su boca.

El corazón por fin le explotó en el pecho y unas enormes lágrimas salieron de sus ojos.

Sus manos temblaban y sus piernas también, hasta tan punto que perdió el equilibrio, rompiendo el beso. Pero esas manos lo sujetaron para evitar que se cayera. Como tantas veces lo habían hecho antes.

―M-Minho... ¿Qué haces aquí?

―Yo... no volveré a alejarme de ti nunca más.

―N-no puedes... tienes que...

―No, no tengo que irme. Me quedaré contigo.

―Pero... no lo entiendes... es algo...

―Ya está arreglado, ya todo ha pasado. No tienes de qué preocuparte.

―¿Eh? ¿Qué quieres decir?

―Nadie volverá a separarnos, ¿me oyes?

―Pero... ¿Cómo... qué...?

―Ya te lo explicaré, ahora tenemos mucho tiempo que recuperar.

―Esto... no entiendo nada... yo... lo siento... lo siento mucho...

―No llores, por favor... lo entiendo, lo entiendo todo, lo sé todo, por favor, si lloras lloraré yo también...

―¡Pero si entraste llorando!

―Era la lluvia...

―Mentiroso...

Ambos se rieron y volvieron a abrazarse entre lágrimas de felicidad. Jisung no sabía qué estaba ocurriendo, pero le daba igual, si Minho decía que todo estaba bien y que lo sabía todo, le creía.

―Jisung... todo el tiempo que pasé sin ti fue un infierno, tú...

―¡Te quiero! Nunca dejé de quererte, en ningún momento, todo lo hice para que no te pasara nada... Pensé que el dolor no iba a parar nunca.

―Si eso es cierto, no me imagino lo fuerte que tuviste que ser para decir todas aquellas cosas. Yo no hubiese sido capaz de hacerlo...

―Perdóname... fui un cobarde... un débil...

―No, al contrario. Fuiste muy fuerte. Hiciste lo único que te dejaron hacer.

―¿Cómo te enteraste? ¿Qué hiciste?

―Es una larga historio, tenemos tiempo. Ahora, tan solo abrázame. No quiero que vuelvas a soltarte de mis brazos, nunca.

―Tampoco quiero que te vuelvas a ir. No me dejes nunca...

―Jisung... había algo que iba a decirte antes de que todo esto pasase, pero no tuve la oportunidad.

―Yo... también quería decirte algo.

―Deja... que empiece yo...

―Claro.

―Cuando te vi por primera vez, sentí un golpe en el pecho. Te vi sonreír y pareció como que el resto del mundo desaparecía y solo quedábamos tú y yo. Eso fue lo que sentí al verte. Y doy gracias todos los días porque el idiota de Jeongin fuera tu alumno. ―rio Minho.

―No te pases eh... ―Jisung también se rio.

―No pude sacarte de mi cabeza desde aquel instante. Me obsesioné contigo.

¡No fui el único!

―Y todos los días que pasé a tu lado... fueron los mejores días de mi vida. Yo no era más que un idiota solitario, hasta que apareciste tú. Nunca pensé que podría ser así de feliz con alguien. Siempre pensé que mi destino era estar solo, y no me disgustaba, me conformaba. Pero ahora, no quiero conformarme, quiero tenerlo todo, y ese todo eres tú.

―Cállate... que no puedo parar de llorar...

―Pues aun hay más. El tiempo que pasé sin ti... Era insoportable. Una tortura continua, todo me recordaba a ti, todos los días pensaba en ti. Y ahora que ya todo está bien... No pienso perderte. Así que... Jisung... quería decirte... ¿Quieres casarte conmigo?

― ¿Cómo...?

―Cásate conmigo, Jisung.

―Esto... ¿no es una broma?

―Claro que no. Te lo digo completamente en serio. Te quiero, no puedo vivir sin ti y lo único que quiero en esta vida es despertarme a tu lado cada mañana, por el resto de mi vida.

―No...

―¿No...?

―Que no.

―¿No te quieres casar conmigo?

―No.

―¿Ahora eres tú el de la broma?

―Llevamos separados varios meses, ¿y me dices que nos casemos?

―Eh... si.

―Jajaja.

―No sé qué es tan gracioso.

―Eres perfecto.

―No te entiendo, ¿no te casas conmigo porque soy perfecto?

―No es eso tonto. Ahora tenemos todo el tiempo del mundo, hay muchos momentos que tenemos que recuperar. Tenemos que vivir muchas experiencias juntos, aun somos jóvenes para eso.

―¡Tú eres joven!

―Y tú también.

―¿Y no podemos vivir todas esas cosas estando casados?

―No, hay que hacer las cosas bien, ¿qué clase de propuesta es esta? Y además... no me diste la oportunidad de pedírtelo yo también...

―¿Ibas a hacerlo?

―No, si yo te lo pidiera prepararía algo especial. Una sorpresa.

―Jajaja

―¿Qué?

―Te echaba tanto de menos. Nadie me lleva la contraria como tú.

―Ja... ¿qué te parece si empezamos por vivir juntos?

―¡Si! Claro que sí.

―Qué rápido has contestado.

―No tengo tanta paciencia como tú. Tan solo quiero pegarme a ti y no separarme nunca.

―Hazme un favor, y dime que esto no es un sueño. Dime que tú no desaparecerás mañana por la mañana.

―No lo haré, ni esta ni ninguna otra mañana.

FIN

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