Capitulo 33
Si aquella noche le daba vueltas la cabeza, por la mañana no fue muy diferente.
Madre mía... la cabeza... me duele... ¿por qué piarán tan alto los pájaros? Es como si los tuviera al lado.
Salió de la habitación para preparase un café. Mientras se encontraba en el acto, imágenes de la noche anterior se le aparecían como flashbacks en su mente.
Todo borroso, unas manos en su cintura, un beso largo y la vergüenza. No había sido él, sino esa mujer.
Estuvo a punto de cometer un grave error, menos mal que su vista no le falló del todo en aquel momento.
¿En qué estaba pensando? Él no iba a volver, mucho menos después de todo lo que le dijo. Nunca podría perdonarle, nunca volvería a ser lo mismo, aunque volvieran a encontrarse.
¿Cómo podría Jisung olvidarse de él? Nadie era como él, nadie era mejor que él. A cualquiera que veía lo comparaba con aquel hombre perfecto. Si existía una persona destinada para cada uno, ya la había encontrado, y la había perdido.
Iba a quedarse solo el resto de su vida, mejor así. Se lo tenía merecido por no luchar. Lo amenazan unos matones y obedece, no era más que un cobarde.
¿Pero qué podría haber hecho? No le dejaron alternativa, todo era por la seguridad de Minho. Renunciaba a su vida perfecta por su bienestar. Minho podía superarlo, ya lo estaba superando.
En su viaje seguro que conoce a otras personas, vive nuevas experiencias. Seguramente se fue por eso. Otra pareja normal con la que no salían las cosas bien, Minho podía tener a quién quisiera, lo tenía todo, era perfecto.
Era perfecto y bueno, y no se merecía haberlo dejado de la manera que lo dejó. Podría haber sido menos duro con él.
No, no había alternativa, era bueno, pero también era un terco que no se rendía nunca. La única forma de alejarlo era decirle todo lo que le dijo.
¿De verdad era esa la única opción?
―No soy más... que un inútil...
Haber salido esa noche no había arreglado nada, lo había empeorado todo. Ahora tendría problemas si se volvía a cruzar a esa señora. Y tendría que darles explicaciones a sus compañeros.
Y lo peor, si Felix se enteraba de que se había ido de fiesta sin ella, lo pagaría muy caro. A ver quién la aguantaba después.
¿Por qué tuvo que enterarse de que Minho se había ido a Estados Unidos? Si no lo hubiera sabido hubiese sido mucho mejor.
El lunes siguiente pidió perdón a sus compañeros por haberlos abandonado de esa manera. Al parecer todos se habían dado cuenta de que algo había pasado con la madre loca.
Justo cuando Jisung se fue la vieron salir del baño de hombres y ataron cabos.
Un problema resuelto, al menos sus compañeros no se habían enfadado con él por lo de aquella noche.
Ahora se encontraba con dudas, no sabía si llamar a Megumi para pedirle disculpas o hacerse el loco y olvidar el tema. Sus amigos le recomendaron que pasara de hablar con ella, que no arreglaría nada, pero la conciencia de Jisung no le dejaba alternativa.
―¿Diga?
―Si, esto... buenos días señorita Megumi.
―Buenos días, ¿quién es?
―Soy Han Jisung, el antiguo profesor de su hija.
―Ah, si...
―Quería disculparme por lo sucedido la otra noche, había bebido y no me encontraba bien.
―Ajá.
―Y quería pedirle perdón si en algún momento malinterpretó mis intenciones. Nunca quise herirla o hacerla sentir mal. Perdóneme si fue así.
―No se preocupe, ya tendrá noticias mías. ―Megumi colgó al instante.
―¿Señorita?
¿Que ya tendré noticias suyas? ¡Eso era precisamente lo que quería evitar! ¿A qué se estaba refiriendo con eso? Creo que la he cagado, la he cagado pero bien, ¿por qué no soy capaz de cerrar el pico? ¿Por qué tendré que hacer siempre lo correcto?
La semana pasó, y Jisung llegó a olvidarse del tema. Todo volvía a estar vacío como antes de enterarse del viaje de Minho. Volvió la rutina y la depresión, esta vez algo más ligera que la del primer mes.
Jisung se encontraba ese sábado revisando el correo cuando sonó el timbre de la puerta. Felix había decidido volver a hacerle visitas sin avisa. Parecía que en esos meses había perdido esa costumbre, pero no.
―¿Cómo estás amigo? ¿Te va mejor?
―Me va.
―¿Qué estabas haciendo?
―Nada, solo revisaba unas facturas y unas cartas.
―Pues por mi no te cortes, tú sigue. Me voy a hacer algo de café, ¿tú quieres?
―Si por favor, y ya está hecho, no hace falta hacer más.
―Vaaale.
Las facturas eran como siempre, más o menos el mismo importe todos los meses fríos. También le mandaban algo de publicidad de todo tipo. Masajes a mitad de precio, tratamientos corporales, clases de inglés, el menú de un restaurante turco, etc...
Entre todas las cartas había una diferente, parecía algo del estado, como una multa de tráfico. Jisung la abrió y empezó a leerla.
―Oye Jisung, creo que esta noche deberíamos salir por ahí, ya es hora de que des un paso y pases página, no puedes pasarte la vida haciéndote el mártir. ―le dice Felix mientras trae las tazas de la cocina.
― ¡¡¡QUÉ!!!
―Tranquilo hombre, era solo una sugerencia, podemos pasárnoslo bien aquí si quieres también, pero te advierto que no será lo mismo.
―No puede ser...
―No es para tanto, solo quiero hacerte compañía, hacía mucho que no nos veíamos.
―No, no es eso... Felix...
―¿Qué ocurre?
―Me... me han denunciado.
―¿CÓMO DICES?
―No me lo puedo creer...
—Pero, ¿quién te ha denunciado? ¿Y por qué?
―Es... una larga historia...
―¿No sería el Minho verdad? Porque lo mato.
―No, no ha sido él.
―¡Pues cuéntame qué ha pasado!
―Me ha denunciado una madre del colegio...
― ¿Una madre? ¿por qué?
―Por acoso sexual...
― ¿Una mujer te ha denunciado por acoso sexual? ¿Estás de broma?
― ¿Qué voy a hacer...?
―Ay mi pequeño... una mujer se ha resentido contigo porque la has rechazado ¿no es así?
―Algo así...
―No tienes de qué preocuparte, es una denuncia falsa, ella tendrá que afrontar las consecuencias, no tú.
―Bueno... es que...
―No... no me digas que tú... ¿no eres gay? ¿por eso cortaste con Minho?
― ¡No es eso!
―Es que eso tendría sentido...
―La semana pasada salí con mis compañeros y me emborraché un poco... y cuando fui al baño, esa mujer me siguió y se me tiró encima y yo... le seguí un poco el juego hasta que volví en mi y la aparté y me fui, eso es todo.
―Ya veo... eso te pasa por salir a beber sin mi supervisión.
―Felix... fue una decisión de último momento.
―Tranquilo, tranquilo, pero me debes una, una salida de las grandes.
―Si, si...
―A ver, tú no te preocupes, ella te acosó a ti, esta denuncia no tiene fundamento. Ve el lunes a la policía y pregunta qué puedes hacer. Ya verás como todo se solucionará.
―Ay... esta semana la llamé para pedirle perdón...
―Tú eres tonto.
―¡Era lo que tenía que hacer!
―¿Y si grabó la llamada? ¡Te has crucificado tú solo!
―Lo sé, lo sé, soy un idiota.
―Osea que, ella te ataca y tú le pides perdón. Muy bien.
―Todo son dolores de cabeza... ¿por qué no podré vivir tranquilo...?
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