Capitulo 31

Los días pasaron, esa semana en la escuela Jisung no fue capaz de sonreír ni una sola vez. Todos sus compañeros se dieron cuenta de que algo pasaba, pero Jisung se negaba a responder a sus preguntas.

Su trabajo seguía siendo impecable, pero hasta los niños notaban que ya no era su profesor de siempre. Lo que más lo caracterizaba era su sonrisa amable y su seriedad a la hora de hacer las cosas.

Lo primero había desaparecido por completo y tan solo quedaba un profesor deprimido que poco se esforzaba por ocultar su tristeza.

El director, después de dos días, le ofreció que se tomara unas vacaciones, pero eso solo lo habría empeorado.

La idea de regresar a una casa vacía en la que ya nunca iba a poder volver a respirar el mismo aire que antes, le oprimía, le dolía. Ahora la atmósfera de su piso estaba cargada.

Cargada de recuerdos amargos. La cocina en la que Minho solía prepararle sus deliciosos platos, el sofá en el que se abrazaban para ver películas, el suelo por el que tantas veces se habían revolcado, el mismo suelo en el que se sentaron esa última vez, y todo terminó.

Le costaba hacerse a la idea de dejarlo todo atrás y tener que olvidarle para siempre. ¿Cómo podría hacer eso? La verdad era, que jamás podría olvidarlo.

Se había metido de lleno en su vida. El sueño que en un principio parecía inalcanzable se hizo realidad, para luego acabar hecho añicos, sin apenas explicación.

Lo único que importaba realmente era que nadie le hiciera daño a Minho, o peor aun, que llegaran a matarlo. No podía olvidarse de que todo lo que había hecho había sido por su seguridad.

Si algo llegaba a sucederle a Minho por su culpa, jamás se lo perdonaría. Minho tenía la vida resuelta y podría superar esto, seguir adelante y ser feliz.

Si, eso era lo importante, Minho lo olvidaría tarde o temprano y estaría a salvo.

Llegó el viernes, Felix había estado llamándolo repetidas veces, pero no le había cogido, Taeyang le mandó varios mensajes. Jisung no respondía el móvil. Solo se molestaba en leerlos para luego ignorarlos.

No se sentía capaz de interactuar con ningún otro ser humano. Le resultaba difícil no llorar en la escuela, así que cuando llegaba a casa descargaba todas las lágrimas acumuladas.

Llamaron a la puerta, Jisung sabía de quién se trataba, y sabía que no iba a dejar de insistir a no ser que recibiera una respuesta a lo que le estaba pasando.

―¡Jisung! ¿Se puede saber por qué no respondes a mis llamadas? Estaba muy preocupada por ti, me he enterado de... bueno... de que rompiste con Minho.

―...

―Creía que estabais muy bien, dime, ¿pasó algo? ¿te hizo algo?

—No..
                     
―Simplemente... ¿te cansaste de él?

―...

―No voy a juzgarte, es más, te comprendo, a mi me ha pasado. A veces algunos hombres pueden llegar a ponerte de los nervios si pasas tanto tiempo con ellos y adem⁓

―Será mejor que te vayas, Felix.

―Jisung... he venido a apoyarte, a mi puedes decirme lo que⁓

―Felix, solo quiero estar solo.

―Quedarte aquí no va a solucionar nada. Aquí dentro solo lograrás deprimirte más y más.

―Pues que así sea.

―No tienes remedio... Si fuiste tú el que lo dejó, ¿o me equivoco?

―...

―Si lo dejaste fue por algo, por una buena razón seguro. Así que déjate de depresión y vamos a ⁓

―¡He dicho que no!

―Vamos, no hace falta que te pongas así, solo intento⁓

―¡Pues deja de intentarlo! No quiero estar con nadie, no quiero ver a nadie ni hablar con nadie. Si no quieres entenderlo allá tú. Pero ahora mismo necesito estar solo.

―Jisung...

―Adiós.

Cerró la puerta de un portazo y se quedó frente a ella. Se lamentó enseguida por haber tratado de esa manera a Fellx, él no tenía que pagar por lo que le estaba pasando.

Las lágrimas volvieron a brotar de sus ojos y enseguida resbalaron por sus mejillas. Jisung se dio la vuelta y se dejó caer sentado en el suelo, apoyando la espalda y la cabeza en la puerta.

A la mañana siguiente recibió varios mensajes de Minho, que no pudo ignorar.

Jisung, este domingo quiero ir a verte.

La semana pasada estabas muy nervioso y sigo preocupado por ti.

Lo siento mucho si no quieres verme, pero no pararé hasta asegurarme de que de verdad estás bien.

No, él no podía ir a su casa. Si los veían juntos o a Minho yendo a su piso podrían pensar que aun están juntos. Y entonces podrían llegar a secuestrar a Minho en vez de a él.

¿Qué voy a hacer? ¿Qué voy a decirle? No podemos encontrarnos... Si llegaran a vernos no sé qué podría pasar... seguro que aun nos tienen vigilados. Debería dejárselo claro en un mensaje o quizás... sería más efectiva una llamada.

Decidió que aunque fuera más doloroso, si lo llamaba y los escuchaban, quedaría claro que él cumplió su parte y se alejó de Minho. Al menos desde el móvil no podría verle la cara y no tendría que contener sus expresiones.

―¡Jisung! ¿Recibiste mis mensajes?

―Si, por eso te llamo. No puedes volver a mandarme nada, ni llamarme.

―Aunque tu quieras cortar conmigo, yo no voy a renunciar tan fácilmente a ti.

―...

―He estado muy preocupado desde lo del otro día... no parecías tú...

―...

―Quiero decir... esto no me lo esperaba, nunca creí que llegaría a escuchar esas palabras de tu boca.

―Para...

―¿Estás llorando?

―Quiero q-que me dejes en paz.

―Jisung...

―Estoy saliendo con alguien, estoy intentando rehacer mi vida y tú estás en medio.

―No es cierto...

―¡Es cierto! ¡No te quiero y nunca te quise, así que déjame en paz!

Acto seguido colgó el teléfono y lo lanzó contra la pared. Se agarró el pelo y tiró de él mientras lloraba y gritaba.

Ya no podía aguantarse más, todo su dolor salió fuera y golpeó la pared, los muebles y tiró todo a su alrededor mientras su cara se mojaba más y más.

Acabó desplomándose en el suelo, creía que se le iba a romper el pecho.

Si antes aquellos matones tenían dudas, ahora seguro que les ha quedado claro. Y a Minho también.

Ahora sí que nunca volvería a verle, y él no se atrevería a llamarlo o a volver por su casa.

Si él estaba de esa forma... ¿cómo estaría Minho? ¿Cómo se estará sintiendo en estos momentos?

Ya no había vuelta atrás... Jamás volverían a estar juntos, jamás vivirían juntos o llegarían a casarse. No volvería a ver a sus perros, su sonrisa, su cicatriz en el ojo...

Ya todo había terminado, para siempre.

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