Capitulo 27
Todos habían bebido y cantado hasta tener rota la garganta. Había sido una gran noche. Minho pidió un taxi para los dos. A él no parecía afectarle el alcohol, sin embargo, Jisung estaba algo más que contentillo.
En el taxi se dejó caer en el hombro del mayor, quien lo miró y le pasó un brazo sobre los hombros, acercándolo más a él.
Jisung notaba cómo su fuerte brazo le rodeaba, en otra ocasión lo hubiera apartado por respeto al conductor, pero ahora mismo lo que menos le importaba eran las muestras de cariño en público.
Llegaron al edificio en el que vivía el profesor y subieron a su piso.
―Tengo que darte tu regalo.
El profesor se sobresaltó al escuchar eso, su corazón comenzó a latir más fuerte y sus orejas se enrojecieron. Esa sería una noche de pasión desenfrenada, el castaño sabía lo que se le venía encima.
Minho rebuscó en su maletín y sacó un pequeño peluche de ardillita con un lazo rojo en la cabeza. Jisung parpadeó unas cuantas veces para tratar de entender qué estaba pasando.
―Lo vi y tuve que comprártelo. Se parece mucho a ti.
―¿En qué se parece a mi exactamente?
―Es marroncito, tiene tus ojos y tiene unas grandes mejillas.
Después de unos instantes de desconcierto por esa actitud tierna que nunca antes había visto en Minho, el maestro empezó a reírse.
―¿Qué es tan gracioso?
―Es que... no me esperaba esto de ti.
―¿Y qué te esperabas?
―Pues... algo más... pasional.
―De verdad Jisung... tú solo piensas en esas cosas... ¿Acaso no te gusta tu regalo?
―¡Claro que me gusta! Y yo no estoy pensando siempre en eso...
―Si lo haces, hace unos minutos era en lo único en lo que pensabas, ¿me equivoco?
―Si...
―Es una pena, creí que tendrías ganas de hacer algo especial esta noche, pero veo que no. Así que debería irme a casa ahora supongo.
―Espera... maldita ardilla... siempre haces lo que quieres conmigo.
―¿No has visto tu regalo? Aquí el que se parece a una ardilla eres tú.
Jisung empujó a Minho contra la puerta del apartamento y lo sujetó por los brazos mientras su lengua abría los labios del hyung.
Puso una pierna entre las de Minho y presionó suavemente su entrepierna. Empezó a endurecerse y Minho lo separó, pero Jisung volvió a empujarlo contra la puerta.
Continuaron besándose mientras se quitaban la parte de arriba, Minho empezó a desabrocharse la camisa blanca del traje que aun llevaba puesto.
―No, déjatela puesta, y los pantalones de momento también ―le pidió Jisung.
―No sabía que te gustaran los hombres con traje.
―Me gusta cómo te queda a ti.
Minho lo empujó con más fuerza contra otra pared y Jisung repitió el gesto en una competición por el control. Entre abrazos, besos y tocamientos fueron golpeando sus cuerpos por las paredes y los muebles hasta llegar al dormitorio.
Jisung cayó en la cama después de un último empujón que definía que Minho había ganado esa batalla.
―¿Puedo quitarme la corbata al menos?
―No.
Terminó de desvestir al maestro con rabia y sin previo aviso se llevó su miembro a la boca. Empezó a chuparlo con fuerza y Jisung no pudo contener los gemidos.
Como venganza por haber ganado el primer asalto, Jisung agarró la cabeza del hyung, la apretó con fuerza hacia sí, sin dejarle escapar. Minho se aferró a las caderas del castaño mientras intentaba zafarse.
―Voy... a ... ―ahora Jisung lo soltó para que pudiera apartarse antes de lo inevitable, pero Minho no se apartó y lo recibió todo en su boca y se lo tragó.
―¿No era lo que querías? ―Jisung no podía responderle, estaba demasiado extasiado, intentó ser rudo, pero no estaba en su naturaleza.
Minho le dio la vuelta, se quitó la corbata y con ella ató las muñecas del castaño.
―Es-espera, ¿qué estás haciendo?
―Lo has intentado, pero ahora es mi turno ―Minho le dio un azote en el culo y luego se acercó a su oreja para susurrarle ― Feliz cumpleaños, mi amor.
Jisung volvió en sí, y su corazón empezó a latir más fuerte que nunca. Los dedos del hyung se deslizaron suavemente desde su cuello hasta su entrada, donde empezaron a trabajar.
Después de tener hasta cuatro dedos dentro, Jisung ya volvía a estar completamente duro. Minho sabía donde tocar con sus veloces dedos.
Le dio la vuelta otra vez, ahora Jisung veía a un Minho con el pelo alborotado, la camisa entreabierta y su miembro asomando por sus pantalones.
Y estaba entre sus piernas preparándose para darle uno de los mayores placeres del mundo. Jisung quería decirle lo increíble que él era, y que cada día se enamoraba más de él, pero no era capaz de articular palabra en un momento como ese.
Lo único que salía de la boca del maestro eran jadeos y gemidos de placer. Y cuando el pene de Minho entró por completo en su interior, de esa boca salieron gritos.
―¡Ahhh! Mmh... Por favor... n-no pares nunca.
―No lo haré...
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