Capitulo 24
Se despertó sin el sonido de ninguna alarma. No entraba luz por la ventana, pero se intuía que en breves saldría el sol. Jisung miró su teléfono para comprobar la hora. Aun tenía tiempo para descansar antes de empezar a prepararse para el trabajo.
Los brazos de Minho le rodeaban y podía notar su respiración en la nuca. Estaba dormido. Podía sentir como su pecho se movía en su espalda cada vez que cogía aire.
Intentó levantarse pero esos brazos lo sujetaron más fuerte.
―Minho... tengo que ir a trabajar.
―¿No me vas a dar los buenos días?
―Buenos días ―le dijo mientras le daba un beso en la frente.
―Eso no será suficiente ―Minho lo agarró y lo colocó sobre él y comenzó a besarle. Pasó sus manos por toda la espalda y el culo del maestro. Se había levantado animado.
―No... No puedo Minho... tengo que ir a trabajar.
―Quédate. Sólo por esta vez.
―Ojalá pudiera, pero no puedo hacer eso, no tengo excusa.
―Di que estás enfermo...
―No Minho... ―logró zafarse de sus brazos y salió de la cama para ir al baño. Miró hacia atrás antes de abandonar la habitación y vio cómo Minho lo miraba con cara de corderito ―Tengo que trabajar, no insistas.
Se volvió a tumbar en la cama dándole la espalda a Jisung mientras éste se iba. Una vez en el baño se lavó la cara y se echó espuma de afeitar. Apartó la vista un segundo del espejo y cuando volvió a mirar tenía al hyung detrás. Jisung dio un saltó del susto.
―¡Tú quieres que me dé un infarto!
―Quería ver cómo te afeitabas ―Minho lo abrazó por la espalda mientras el maestro se pasaba la cuchilla por la mandíbula ―Estás muy sexy cuando de afeitas. Muy masculino.
―¿Quieres afeitarte tú también?
―Ahora no. Otro día.
Minho continuó mirándolo a través del espejo. Cuando Jisung terminó, el hyung le dio la vuelta para ponerse cara a cara y le besó mientras sujetaba su cara con ambas manos.
―Estás muy suave.
Al mirarle a los ojos, tan cerca, podía percibir cada línea de la cicatriz de su ojo. Sentía sus manos frías sobre sus mejillas. Podía verle los labios, más rojos por el beso, esbozando una sonrisa. Jisung se sonrojó. Era demasiado perfecto.
―¿Te pongo nervioso?
―No, es solo que... me gustas mucho.
Se besaron de nuevo, abrazándose el uno al otro. Minho lo apretó fuerte hacia él, luego bajó sus manos hacia su culo, lo manoseó bien y con un rápido movimiento levantó a Jisung y lo puso sobre el lavabo.
Ahora se besaban más intensamente, sus entrepiernas se rozaban, sus cuerpos se estaban calentando, cuando Jisung recordó lo que estaba haciendo antes de todo eso.
―Espera... Si seguimos así no llegaré al trabajo.
―Pues no llegues.
―Eso no va a poder ser ―apartó a Minho y volvió a la habitación para vestirse.
Minho se sentó en la cama, no llevaba camiseta, tan solo unos bóxers negros. Jisung dejó la ropa que se iba a poner sobre la cama y empezó a vestirse. Se puso los calcetines y cuando se iba a poner los pantalones se dio cuenta de que no estaban.
―Minho...
―¿Qué pasa?
―No me voy a quedar.
―Vale.
―Dame los pantalones.
―No sé de qué me hablas.
―Los tienes detrás, los estoy viendo.
―¿Detrás de mí? No hay nada detrás de mí.
―Ah... en serio, trabajar es importante para mi economía.
―No te van a echar por un día.
―También me gusta mi trabajo.
― ¿Más que yo?
―¡Dámelos! ―Jisung se lanzó sobre Minho y cogió los pantalones.
―Eso es que no te gusto tanto.
―Me gustas mucho, y si, quiero quedarme aquí contigo, me quedaría en la cama contigo toda la vida, pero soy una persona responsable.
―Demasiado responsable.
―Si, así que más te vale que vayas conociendo esa faceta mía.
Minho repitió la misma maniobra con la camisa y las zapatillas y Jisung tuvo que pagarle con besos y tocamientos para que lo dejara vestirse por completo.
Preparó café y se lo tomó mientras recogía los papeles del día. Minho lo observaba en silencio.
―Puedes quedarte si quieres.
―No, yo también tengo clases.
―¿Por la mañana?
―Los lunes y jueves doy clases por las mañanas. Así que si quieres te acerco al colegio.
―Tengo que llevar el coche, hoy hay actividades por la tarde.
―Te puedo ir a buscar también.
―No hace falta.
―Quiero hacerlo.
―Nos veremos otro día. El miércoles aun tenemos clase.
―¿Me vas a hacer esperar hasta el miércoles para verte?
―Voy a tener trabajo estos días, así que, sí.
El hyung puso las manos en las caderas de Jisung y lo acercó hacia él.
―No sé si podré esperar tanto...
―Yo tampoco sé si podré... pero ya sabes lo que dicen, lo bueno se hace esperar.
―Y tanto.
Se despidieron en el portal y cada uno se fue por su lado, Minho se colocó la máscara y las gafas en cuanto se dio la vuelta. Algo que estaba levantando muchas sospechas en Jisung.
Las clases y actividades del maestro se terminan y decide llamar a Jisung. En cuanto coge el teléfono ve que tiene mensajes.
Tengo que coger un vuelo esta tarde.
Volveré el martes, pero tengo clases hasta tarde.
Así que supongo que nos vemos el miércoles <3
Jisung se llevó una gran decepción, no vería a Minho hasta su clase de la semana, justo ahora que acababan de empezar. Pero Jisung comprendía que era un hombre ocupado y que tendría muchos asuntos que resolver a menudo.
El martes no tenía nada que hacer por la tarde, pasaría la tarde solo probablemente corrigiendo tareas e inventando problemas para sus alumnos.
Ese pensamiento provocó que se pasara toda la mañana decaído y suspirando por los pasillos. Su tarde en casa no fue muy distinta.
Cuando llegó el miércoles se encontraba lleno de energías y con un aura feliz, demasiado feliz. Sus compañeros se extrañaron y preocuparon al mismo tiempo.
Tanta felicidad daba miedo, nunca había tenido esos cambios repentinos de humor de un día para otro. Parecía un niño pequeño.
Por fin se encontraba, a las siete y veinte de la tarde, en el ascensor del gimnasio con su judogi por debajo de la sudadera y su bolsa de deportes listo para ver a su ¿novio?
Lo he echado tanto de menos... Se me va salir el corazón del pecho de la emoción. Ah... Cálmate ya Jisung, después de todo lo que habéis hecho no deberías estar nervioso. ¿Cómo será ahora que somos... novios? ¿Pareja? ¿Compañeros? ¿Cómo debería decirlo?
Antes había mucha tensión sexual, estoy seguro de que él lo provocaba a propósito, él me provocaba, sí... pero entonces... ahora... ¿Qué pasará en la clase de hoy?
El ascensor llegó a su destino y Jisung se dirigió al aula. Las manos le sudaban, el pecho le quemaba, tragó saliva antes de empujar la puerta.
Se encontró la misma imagen de todas las semanas, Minho en el medio del tatami esperándolo.
A Jisung se le iluminó la cara entera y su cuerpo se relajó al instante. Minho se volteó para devolverle una sonrisa.
―Te he echado de menos.
―Yo también... profesor.
El calentamiento fue como siempre, Minho se le subió sobre la espalda leyendo su libro mientras hacía flexiones, hoy no le costó tanto como los otros días.
Le enseñó una nueva llave y practicaron las anteriores. Minho mantenía su profesionalidad sin dejar de acercarse peligrosamente al castaño, pero en ningún momento dio señales de se le fuera a lanzar al cuello.
Con esta actitud Jisung estaba aliviado y decepcionado al mismo tiempo. Comprendía que había una enorme cristalera desde la que el edificio de enfrente podía ver todo lo que pasaba ahí dentro.
―Bien, una vez más y terminamos ―Jisung obedeció al hyung y realizó la técnica ―perfecto, pero antes, una cosa más...
Minho hizo caer a Jisung y se le puso encima.
―¿Qué haces Minho?
―¿Minho? Un poco de respeto hacia tu profesor ―Pasó una mano por el cuello de Jisung y luego la bajó hacia su pecho, abriendo el judogi ―te queda tan bien, no sé cómo he podido resistirme tanto tiempo.
―Minh... profesor, que nos pueden ver...
―Si estamos al fondo no nos ven, además, el edifico de en frente son oficinas y ahora no hay nadie, no hay ninguna luz, ¿lo ves?
Jisung echó un rápido vistazo antes de que Minho sujetara su mentón para acercarlo sus labios a los suyos.
El maestro notó cómo la pierna del hyung se apretaba a su entrepierna y no pudo ocultar su excitación.
―¡No Minho! Siempre puede haber alguien, la limpieza los de mantenimiento...
―Pero si te estaba gustando...
―Si, pero aquí no...
―¿Ni siquiera un poquito? ―el hyung agarró el judogi y lo bajó, dejando a la vista los hombros del castaño para luego enterrar sus dientes sobre su cuello. Jisung se estremeció y su excitación aumentó.
Lo apartó de un golpe y ambos se quedaron sentados el uno frente al otro.
―He dicho... que aquí no...
―Vale ―Minho se levantó y recogió su bolsa ― ¿no vienes?
―¿A dónde?
―A los vestuarios.
―¡Estás loco! ¡En los vestuarios tampoco!
―Ey... tranquilo hombre...
―Lo de que nos puedan pillar... no me gusta.
―Lo entiendo, estate tranquilo, no va a pasar nada.
Recogieron sus cosas y se dirigieron a los vestuarios de ese mismo piso.
Fuera de servicio.
NO PASAR
―Vaya... tendremos que ir a otro. ¿Minho?
El hyung tenía una sonrisa maligna en su rostro y un aura oscura emanaba de su persona.
―No, vamos a este.
―Pero... pone que no se puede usar...
―¿Se te ha olvidado de quién es este lugar?
―¿Eh?
―Ese cartel lo puse yo esta tarde.
―Estás... de... broma.... ¿verdad? ¿P-por qué harías... tú... eso?
Su sonrisa malévola se hizo más grande. Tiró del brazo de Jisung dentro del baño antes de que pudiera negarse.
―Ah... mucho mejor así, es algo incómodo si hay tantos hombres desnudos por aquí jajaja.
―Si... ―Jisung se temía lo peor, pero no le molestaba realmente.
Esperaba que se le lanzara por la espalda en cuanto se quitase la ropa, pero nada de eso pasó. Escuchó cómo caía el agua de la ducha y se giró.
No me puedo creer que ya esté en la ducha, ni siquiera lo oí.
Como de costumbre se le había adelantado. Jisung fue también solo para encontrarlo en el sitio de siempre, duchándose de cara a la pared. Eso molestó de verdad al maestro.
Había pasado de él, después de dos días sin verse y de cerrar el baño para ellos solos, eso era lo que sucedía, que Minho se iba a la ducha solo sin decirle nada.
El orgullo de Jisung se vio tocado, esperaba que fuera él quien diera el primer paso, y aunque él se moría de ganas por hacerle de todo, seguía sin hacerle gracia la idea de llegar más lejos en ese lugar.
Así que el maestro concluyó que se pondría bajo el grifo más lejano al hyung y pasaría de él también.
Así sucedió y Jisung comenzó a ducharse. Hasta que unos brazos rodearon su abdomen. Minho estaba detrás abrazándolo con fuerza. Jisung ya tenía lo que quería.
―No sabes la de veces que quise hacer esto ―dijo el hyung mientras hundía su rostro en el cuello del castaño y el agua bañaba sus cuerpos.
Jisung pudo notar que ambos estaban excitados. Minho empezó a masturbarlo y el maestro ya notaba que no podría aguantarse mucho tiempo.
El hyung le metió dos dedos en la boca y se los introdujo lentamente en su ano. Jisung gimió y se retorció de placer, la forma que tenía el hyung de masturbarle, por delante y por detrás, era mucho más que placentera, sabía exactamente cómo hacerle entrar en éxtasis.
Cerraron el grifo de la ducha y Minho sacó sus dedos para empujar al maestro contra la pared y empezar a penetrarlo suavemente. Todo lo suave que podía.
―Mi-Minho... no voy a poder... aguantar...
―Aguanta un poco y te lo recompensaré como es debido.
Las embestidas eran lentas y, de pronto, Minho se la sacó y volteó a Jisung con fuerza. Le besó explorando toda su boca mientras sus miembros se rozaban.
Entonces Minho lo levantó por las piernas y lo penetró. Estar fuerte tiene sus fantásticas ventajas. Desde esa posición podían mirarse a la cara y ver sus cuerpos restregándose el uno con el otro.
La imagen era demasiado erótica para los dos Jisung no tardó en correrse y después le siguió Minho. Se quedaron en esa posición unos minutos, el hyung aun estaba dentro.
Se escuchó a lo lejos el sonido de una puerta y sus cuerpos se tensaron.
—¿Y cuál es el problema?
―Pues no lo sé, eche usted un vistazo si es tan amable y gracias por venir a estas horas.
―Oh no se preocupe, es mi trabajo.
En ese momento Jisung y Minho tuvieron una conversación telepática.
―Voy a matarte, lenta y dolorosamente...
―Je...je... lo siento...
―HAZ ALGO.
―Yo me encargo, tranquilo.
Minho bajó sin hacer ruido a Jisung se puso una toalla y salió de las duchas.
―¿Minho? ¿Qué estabas haciendo? ―era la voz de Hyunjin.
―Me estaba dando una ducha.
―Pero... ¿no hay algo estropeado?
―Ah, eso... lo puse yo para poder ducharme tranquilo.
―¿Qué? ¿Eso es que no le pasa nada al baño?
―Pues no.
―Pues a mi me vais a tener que pagar de todas formas.
―Oh, si, si claro, en la recepción le darán el dinero.
Se escucharon unos pasos y la puerta, luego solo se distinguían murmullos y luego otra vez la puerta. Minho apareció de nuevo con una sonrisa.
―Ya se han ido, por los pelos eh.
Si las miradas matasen, Minho habría muerto mil veces.
no sé si subirles 2 capítulos más.. los estoy consintiendo mucho.. 😾
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