Capitulo 23

Abrió perezosamente los ojos, por unos instantes no recordaba ni dónde estaba. Se empezó a estirar en la cama y entonces se fijó. Minho estaba en su cama, acostado de lado, con la cabeza apoyada en su mano y lo observaba con una sonrisa.

―Buenos días, ahora que te has despertado puedo ir a hacernos el desayuno.

―Buenos días, no hace falta ya voy...

―Insisto.

Minho se levantó de un salto y se puso los pantalones. Tener esa imagen de su cuerpo ya por la mañana era toda una maravilla. Se fue a la cocina y Jisung se quedó un rato más en cama, tratando de asimilar que había dejado de estar soltero.

Se vistió y se encaminó hacia la cocina, que olía muy bien. Minho había preparado zumo de naranja, tostadas, unos huevos revueltos y café.

―¡Vaya! Esto es demasiado... ―Jisung pronunció esas palabras mientras Minho se giraba para servir el café, dejando a la vista el mandilón erótico-festivo que tanto detestaba el maestro ―Te has vuelto a poner eso...

―Ah, ¿esto? Si, es que como estaba sin camiseta no podía hacer otra cosa.

―Podrías haber cogido otro, tengo más...

―Pero éste me hace gracia.

―Ya veo, ya.

Desayunaron con calma, se sentían a gusto uno en presencia del otro. Al terminar recogieron y lavaron todo entre los dos y se sentaron en el sofá.

―Tengo que irme a casa, debo sacar a los perros.

―¿Cuándo volverás?

―Cuando tú quieras.

―No quiero que te vayas.

―Pues volveré en cuanto les de su paseo. ¿Podrás esperar hasta entonces?

―No estoy seguro...

El hyung puso la mano sobre el muslo de Jisung mientras lo iba subiendo poco a poco. Acercó su cara a su cuello y lo besó, luego pasó de su cuello a su mejilla y de ahí a su boca, regalándole un suave y profundo beso que activó todas las alarmas del castaño.

Dejó de besarle para ponerse en pie.

―Pues tendrás que aguantarte.

Maldito seas...

Recogió su ropa que estaba en el cuarto y se dirigió a la puerta, donde Jisung pensaba despedirlo.

―Lo de antes... lo hiciste a propósito.

―Claro, así cuando vuelva me tendrás más ganas.

―No tienes que hacer eso, yo te tengo ganas siempre.

―Qué mentiroso.

―¡Es cierto!

Minho le agarró por el cuello para acercarlo y besarlo como lo había hecho antes.

―Volveré pronto.

Tras cerrar la puerta se hizo el silencio.

Ya lo echo de menos. No llevamos ni un día juntos y ya siento que no puedo vivir sin él. La casa está tan vacía sin su presencia... ¿Y ahora qué hago hasta que llegue?

Jisung trató de hacer tiempo como fuera; quiso dejar preparados algunos ejercicios, pero no se concentraba; intentó ver la tele, pero todo le aburría. Al final decidió llamar a Felix para que no se enfadara por pasar de él.

―¿Qué tal todo Felix?

―¡Hombre! ¿Pero quién es usted? Ya ni me acuerdo, como ya no sé nada de ti ni me cuentas nada.

―Bueno pues, hoy sí te voy a contar algo.

―No me lo creo.

―Que sí, que sí. Verás... estoy... saliendo con alguien.

―Ajá.

―¿No te emociona?

―No.

―¿Y si te digo con quién?

―Puede.

―Es con... Bah, mejor no te lo digo.

―Pues no me lo digas.

―Pues no te lo digo.

― ¡AAAAH! Tú sí que sabes cuál es mi punto débil, anda cuenta. CUENTA TODO.

―Es con... con Minho...

― ¡LO SABÍA! ¡TRATABAS DE OCULTARLO PERO NO PODÍAS!

―Si empezamos ayer hombre, no te emociones tanto.

―Si es que sois perfectos el uno para el otro, ya te lo dije. Empezaré a pensar en el regalo de boda, dime, ¿te gusta más el azul o el morado?

―Bueno, bueno, no te adelantes tanto.

―Y dime una cosa...

―¿Qué cosa?

―¿Cómo es el cachondo en la cama?

―No te voy a decir nada.

―Osea que ya lo habéis hecho.

―¡Yo no he dicho eso!

―Pero lo habéis hecho. Así que dime... ¿cómo la tiene? ¿es bueno? ¿es una amante egoísta o lo da todo?

―No te pienso responder a nada de eso.

―Yo me lo imagino a lo bestia, que le gusta ponerte contra la pared.

―¡Felix!

―He acertado, ¿de pleno verdad?

― Bueno... ejem... solo te diré que es el mejor con el que he estado.

―¡LO SABÍA! ¡CÓMO ME ALEGRO POR TI! No lo dejes escapar, que está forrado.

―Eso no me importa y lo sabes.

―Si, si, que eres un buenazo, lo sé, pero a la larga tener pasta mola. Un día nos tiene que invitar a salir por ahí, seguro que tiene un yate, ¡YO QUIERO QUE ME LLEVE EN SU YATE!

―Eso no va a pasar...

―Aguafiestas... ¿de verdad no me vas a contar cómo la tiene?

―¿Para qué diablos quieres saberlo?

―Es que me muero de curiosidad.

―Pues te vas a quedar con las ganas.

―Eso es que la tiene pequeña, aaaah... qué decepción...

―¡No! ¡Para nada!

―¡Ajá! Te he pillado, quieres contármelo. Venga cuenta.

―A ver... es un poco más que la mía...

―Vamos, que no te vas a poder sentar en toda la semana.

―¡Felix...! Si...

―¡Qué bueno! ¡Me parto contigo! Aunque más partido estarás tú.

―Qué gracioso...

Al cabo de un rato hablando de su nueva pareja y Felix de sus aventuras de fiestas y Hyunjin, timbraron a la puerta.

Se despidió de su cotillo amigo y se fue corriendo a abrir el portal. Gracias a Felix el tiempo se le había pasado un poco más rápido.

Nada más abrir la puerta, vio a Minho, con las gafas de sol y la máscara.

―¿Por qué vas a así?

―¿Así cómo?

―Con esa máscara y esas gafas.

―Ah no, no es nada.

Se las quitó y pasó dentro abrazando y besando a Jisung, que le apretó fuerte los brazos. Las manos del hyung pasaron de la cadera al culo, apretándolo y masajeándolo.

―¿Me echaste de menos? ―preguntó Minho.

―Mucho.

―He pensado mucho de camino hacia aquí.

―¿En qué has pensado?

―En levantarte por las piernas, llevarte así hasta la cocina, sentarte en la encimera, y hacértelo sin parar ―Jisung se quedó petrificado, todo su cuerpo menos una parte, que enseguida se dio a conocer ― estoy notando que te gusta la idea.

―Me g-gusta...

Minho le agarró ambas piernas y lo levantó. Jisung seguía apretando sus brazos, que ahora se habían puesto tensos y sus bíceps eran más grandes que antes.

Empezaron a besarse y sin dejar de hacerlo el hyung lo llevó a la cocina y lo sentó sobre la encimera. Sin apenas separar sus bocas empezaron a desvestirse el uno al otro.

Se quitaron las camisetas y luego se bajaron los pantalones. Los dos estaban ya muy duros. Minho le metió dos dedos en la boca y Jisung los chupó mientras le profesaba una mirada llena de deseo.

Minho empezó a masturbarlo mientras mantenía sus dedos en la boca del castaño, que gemía con ellos dentro.

Luego se los quitó para introducirlos en su ano y comenzar a realizar suaves movimientos en su interior. Jisung gemía más fuerte, se sujetaba con las dos manos al borde.

Después de introducir tres dedos, los apartó y puso su punta en la entrada, haciendo movimientos lentos para que se fuera metiendo despacio.

Había dejado de masturbar a Jisung para agarrarle la espalda con una mano y pasar la otra por el resto de su cuerpo, acariciando todo su pecho, abdomen, tocar su cara y pasar los dedos por sus labios.

Jisung no podía con las ganas. Estaba a punto de entrar, pero no lo hacía, eso le ponía mucho más, estaba cada vez más caliente.

―Mi-Minho... hazlo...

El hyung acercó su boca a la suya.

―¿No te puedes aguantar?

―N-no...

―Qué pena, porque a mi me gusta mucho ver la cara que pones cuando te hago esperar.

Los dos esbozaron media sonrisa, pero Jisung ya tenía su propio plan. Apresó a Minho con sus piernas y lo empujó dentro. Los dos gritaron de placer y empezaron a moverse más rápido.

―E-eso no ha sido justo...

―Qué pena ―respondió Jisung.

Minho le propinaba estocadas cada vez más profundas. Ahora era él quien tenía ambas manos en la encimera y Jisung arañaba su espalda con las piernas aun enroscadas a su cuerpo, atrayéndolo cada vez más a él.

Se corrieron al mismo tiempo, pero Minho no paró después de eso, sino que volvió a levantar a Jisung y lo posó en el suelo de la cocina. Continuó más fuerte que antes.

Sus cuerpos estaban pegados, se besaban intensamente, Jisung clavaba los dedos en la fuerte y ancha espalda del hyung, éste tenía una mano en el cuello de Jisung y la otra en su rodilla para abrirle más las piernas.

Siguieron así por mucho, Minho no le había dejado recuperarse, sentía que su interior estaba lleno y aun tenía el abdomen manchado de su semen. Toda esa situación lo ponía aun más.

Minho tenía mucha energía, no parecía estar cansado, no bajaba el ritmo y eso solo aceleraba a Jisung, ya estaba cerca de correrse de nuevo y arañó con fuerza su espalda.

Minho le mordió el labio, conteniéndose para no arrancárselo. Y se corrió dentro otra vez, dejándose caer a un lado y sintiendo el frío del suelo, lo necesitaba.

―Esta semana... sin duda ninguna... no podré sentarme...

―Dejaré tu culo en paz por hoy, no te preocupes.

Se quedaron en el suelo unos minutos, luego se limpiaron y pidieron comida a domicilio. Era hora de relajarse y ver una película, esta vez, algo más juntitos.

Entre la comida, la manta y la película, estuvieron riéndose, besándose y toqueteándose toda la tarde.

Minho le metía sus manos frías por debajo de la camiseta, Jisung lo apartaba y Minho respondía besándolo hasta que se lo permitía.

Jisung le robaba la comida y Minho parecía molestarse. Se la cogía descaradamente hasta que Minho acabó robándole a él el plato entero.

Lo dos se taparon y Minho pasó un brazo por los hombros de Jisung, que apoyó su cabeza en el pecho de Minho. Tenía una mano en su rodilla y el hyung colocó su mano sobre la del maestro.

Jisung se quedó dormido viendo "La naranja mecánica" y Minho lo llevó en brazos hasta la cama, pero esta vez no se marchó, sino que se desvistió y se metió junto a él, abrazándolo por la espalda como había hecho la noche anterior.

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