Capitulo 18

Creo que me he enamorado de ti...

Jisung abrió los ojos. Se había quedado dormido. La televisión estaba apagada, entraban unos leves rayos de luz por la ventana que indicaban que era por la mañana. Iba a levantarse, pero notó que sobre él había una manta. Minho no estaba.

Mierda... me quedé dormido mientras veíamos la peli y él se fue. Qué torpe soy... ¿Qué hora es?

Jisung cogió su teléfono, eran las siete y media de la mañana. Tenía una llamada perdida, de Taeyang. Al verlo recordó que al final no le había dado su número a Minho. Todo eran malas noticias ya por la mañana. Como no había nada que pudiera hacer, se vistió y decidió salir a correr.

Volvió al apartamento después de una hora y se preparó el desayuno. Mientras se terminaba un café, sonó el timbre de la puerta, no el del portal de abajo, sino el de la puerta. Jisung se acercó extrañado, era muy temprano como para que algún vecino timbrara.

―¡Jisung pillín! ¿Dónde lo tienes?

―¿Felix? ¿Qué haces aquí? ¿Cómo has abierto el portal?

―Coincidí con un chico majísimo del segundo, tengo que venir más por aquí. Ahora cuenta, ¿no habré interrumpido algo no?

―¿Interrumpir qué?

―¿Está él aquí? Dime que sí, dime que sí.

―Solo estoy yo. ¿Quién iba a estar sino?

―¡Tu ligue de ayer! Por favor, ¿no me digas que me dejaste plantado por nada?

―Lo siento Felix, es que ayer tuve una compañía inesperada.

―¿Qué compañía? Cuéntamelo todo ya.

―¿Cómo tienes tanta energía por la mañana?

―Vengo de reenganche, pero mira quién fue a hablar, el que se va a correr cuando aun es de noche. ¿Me vas a contar todo o no?

―Si, si. Anda siéntate que te preparo un... una tila.

―Un café mejor.

―De eso nada.

Los dos se sentaron en la mesa y Jisung le contó su día anterior sin demasiados detalles. Felix ya se encargaría de añadírselos por su cuenta.

―Eres tonto.

―Gracias querido amigo.

―Tenías que haberte lanzado, él te lo estaba pidiendo a gritos.

―No pienso lanzarme.

―¡¿Cómo que no?!

―Está decidido, si tiene que pasar algo será porque él quiera.

―Osea que no importa lo que tú quieras.

―Dos no hacen nada si uno no quiere, así que si al le intereso que se lance él. Yo no voy a romperme más la cabeza.

―Oh mi pequeño Sung, tú no tienes tanta paciencia.

―¡Oye, que trabajo con niños! Tengo más paciencia que nadie.

―No en temas de entrepierna, admite que te está quemando. Tantos días los dos solos y tan cerquita, yo habría explotado el segundo día. ¡No! El primer día, hay que añadir el factor de que el Minho está muy cañón.

―Me tienes frito.

―¿Frito? Si tu ya estás quemado y requemado. ¿Cuántas duchas frías has tenido que darte para poder salir a la calle sin tirarte a todo lo que se mueve?

―Ya te he dicho lo que pienso hacer, no me importa que creas que es una mala idea, voy a esperar y punto.

―¿Y si no se lanza? ¿Hasta cuándo vas a esperar? ¿Un mes, un año, dos?

―Eso ya se verá, de momento estoy bien como estoy.

―Tú verás chico, pero ya te digo yo que si tú no haces nada, el amor no te va a caer del cielo.

―Amor dice...

―Oye Sung, no te importa que me tumbe un rato en tu cama ¿no? Es que mira que prepararme una tila...

Felix se metió en el cuarto del castaño y éste aprovechó para limpiar los platos y poner al día los papeles del trabajo para mañana. Su móvil volvió a sonar, era un correo publicitario, pero el sonido le hizo recordar que tenía una llamada perdida de Taeyang. Quería llamarlo para hablar sobre aquel beso y marcar una línea entre los dos.

―Hola Jisung, quería hablar contigo sobre...

―Si, yo también quería decirte algo sobre eso.

―Fui demasiado directo, por favor no me lo tengas en cuenta. Me gustaría que lo olvidáramos, como si no hubiera pasado. Perdona si te hice sentir incómodo.

―No, no fue culpa tuya... supongo que soy irresistible.

―Sí que lo eres, y no te das cuenta de ello, lo que te hace aún más irresistible.

―Entonces... olvidamos el tema, como si no hubiera pasado.

―Exacto, gracias por no partirme la cara en ese momento.

―No creo que pudiera de todas formas.

―Te hubiera dejado darme.

Se despidieron entre risas, la conversación había ido mucho mejor de lo que Jisung se imaginó que iría. Taeyang era muy buena persona al fin y al cabo.

Ese día decidió no salir de casa, Felix se levantó por la tarde y le gorroneó comida de la nevera mientras seguía discutiendo sobre Minho. Cuando ya era de noche Felix decidió que ya era hora de volver a su casa.

Los dos primeros días de la semana fueron como siempre, todo normal, unas broncas a Jeongin, un examen sorpresa, un balón perdido le golpeó la nuca durante el recreo del martes y también consoló a una niña que lloraba en los baños porque le habían tirado del pelo. Ver cómo sus alumnos crecían felices no tenía precio, ése era sin duda el trabajo de su vida.

Al fin llegó el día y la hora de ir a ninjutsu. Un día a la semana no era suficiente ni de broma, ojalá pudiera darle clases todos los días, si se lo propusiera aceptaría encantado. Además, ahora por fin, desde ese fantástico sábado, se habían dejado de tratar de usted.

Entró a la sala, ahí estaba Minho, de pie, de medio lado, con los ojos cerrados y esbozando una sonrisa mientras apartaba la vista de su pequeño libro. Iba vestido como siempre, con el judogi negro, con la parte superior atada con un cinturón y dejando a la vista un triángulo de pecho.

―Buenas tardes Jisung.

―Buenas, hyung. Siento haberme quedado dormido el otro día... No me di cuenta...

―No importa, hoy tengo una sorpresa para ti.

―¿Una sorpresa?

―Abre esa bolsa de ahí.

Sobre una silla había una bolsa blanca, muy grande. Jisung la cogió, y sacó lo que había dentro. Era un traje igual al que llevaba Minho en ese instante.

―Creo que es tu talla, pero tendrás que probártelo ―dijo el hyung.

―No era necesario... podía habérmelo comprado yo.

―Es un regalo por ser un buen alumno, y por aguantarme el sábado.

―Muchas gracias Minho, ¿m-me cambio aquí? ―dijo algo colorado Jisung.

―Puedes ir a los vestuarios si quieres, pero ya no tienes secretos para mí.

―Si es por lo del baño...

—¿Te da vergüenza cambiarte delante de tu hyung?

Después de intercambiar una mirada de reto por parte de Minho y una de incertidumbre por parte de Jisung, éste se dio la vuelta y se quitó los pantalones y la camiseta para ponerse el judogi nuevo.

Si Minho estaba mirando o no, prefirió no saberlo. Se vistió lo antes posible para no parecer que a un hombre hecho y derecho que se había cambiado muchas veces en los vestuarios de los gimnasios le daba vergüenza quitarse los pantalones delante de otro hombre. 

―Le falta el cinturón... ―dijo Jisung mientras trataba de mantener cerrada la parte de arriba. Si la soltaba dejaría a la vista toda la parte frontal de su torso.

―Tu cinturón lo tengo yo. Fue el primer cinturón que tuve, a mi me lo dio mi primer profesor y ahora yo te lo doy a ti.

―¿A mí? ¿Por qué?

―Eres el primer alumno que entreno desde cero, sin estar en una clase con otros diez. Así que aunque acabes dejándolo, este cinturón ahora es tuyo.

Se puso delante de Jisung y pasó el cinturón por su espalda para atárselo a su cintura. Estaba muy cerca de él, concentrado en colocarlo correctamente.

Minho había depositado esperanza en su alumno, y le había regalado algo muy íntimo. De todo el tiempo que llevaba dando clase a tantas personas, al que acabó dándole su primer cinturón blanco fue a él. Eso debía significar mucho para él y Jisung estaba un poco confundido por esa muestra de confianza depositada en él cuando no le había dado ni cinco clases.

Terminó de ajustarlo, repasó con sus dedos la fuerza de la atadura alrededor de la cintura del maestro y luego subió su mirada a sus hombros, donde también ajustó la tela y se apartó ligeramente.

―Te queda perfecto.

Se podía notar como el corazón de Jisung palpitaba con solo mirarlo por encima de la piel. Se había imaginado a sí mismo con la camisa que se pone para ir al trabajo, por la mañana y a Minho bien arreglado colocándole bien el cuello y diciendo las mismas palabras exactas que acababa de decir. Él sí que era perfecto.

―Ahora sí. ¿Empezamos? ¿Jisung?

―¡Oh! Perdón, si, si, empecemos.

Después de calentar le enseñó la misma técnica de tirar al contrario al suelo, solo que ahora empezaban agarrándose de frente por la tela del cuello del judogi y luego girándose para tirar al contrario usando la espalda como hacían antes.

Al repetir la maniobra muchas veces, la parte de arriba se fue soltando del cinturón de ambos, dejando ver más piel que antes. Ahora, a parte de tirar todo el rato a Minho al suelo, porque era él el que practicaba, también tenía que ponerse encima para inmovilizarlo. Se ve que el hyung no creía que la tuviera dominada tan pronto.

Jisung comenzó a notar el cansancio. Habían repetido esa técnica muchas más veces que en las otras clases.

―Una vez más y descansamos ―dijo Minho.

El maestro la repitió una última vez, pero le costó un poco más. Cuando estuvo encima de su hyung, éste lo empujó e intercambió posiciones.

Jisung, que antes jadeaba un poco por el esfuerzo, ahora se había quedado sin aire. Contuvo la respiración mientras el cuerpo de Minho se pegaba al suyo y su cara se acercaba cada vez más a la suya. Cerró lo ojos. Notó piel rozando su mejilla y una voz le suspiró al oído.

―Nunca bajes la guardia.

Dicho esto se separó, se puso de pie y extendió la mano para ayudar a su alumno a incorporarse. Jisung soltó todo el aire que había retenido y aceptó el brazo del hyung.

―Creo que se nos ha hecho algo tarde ―dijo Minho.

―Por eso estaba tan cansado ―respondió Jisung mientras acariciaba su cabeza.

―Estás cansado porque eres cinturón blanco.

―La semana que viene seré yo el que se siente sobre ti mientras haces flexiones.

―Mientras yo lleve este cinturón negro y tú no, eso no pasará.

―Ahora me lo vas a estar echando en cara siempre.

Minho no respondió y los dos fueron a ducharse. Ahora casi no había nadie en los vestuarios, los de las otras clases ya se habían ido. De nuevo se desvistieron el uno al lado del otro, pero Jisung evitaba cualquier contacto. Como la otra vez, cuando se giró, el hyung ya se le había adelantado.

Al entrar en las duchas, Minho se encontraba en el mismo sitio de la otra vez, en esta ocasión estaba de medio lado, regalándole a Jisung la mejor visión del mundo.

Se apartaba el pelo de la cara con levantando esos musculosos brazos, el agua iba limpiando el jabón que le cubría el pecho y los abdominales bien marcados. Más abajo pudo ver el miembro de Minho en todo su esplendor.

Ahora Jisung no pudo apartar la vista tan rápido como aquel día, ahora había algo que captaba totalmente su atención y su cuerpo lo traicionó.

Para intentar ocultar su erección fue rápidamente a otra ducha, abrió el agua fría, apoyó una mano en la pared y puso la otra en su entrepierna tratando de soportar el intenso dolor que ahora tenía ahí abajo.

Un pie lo empujó por la espalda, Jisung giró la cabeza para ver a Minho, que ya había terminado, con una toalla en la cintura, mirándolo.

―¿Siempre te duchas con el agua de la Antártida?

―E-es bueno para los músculos.

El hyung se dio media vuelta y se salió. Jisung tuvo un microinfarto, menos mal que el agua fría seguía corriendo sobre él. 

Cuando volvió para vestirse Minho lo esperaba apoyado en la pared, con su bolsa al hombro y el pelo mojado.

―Casi se me olvida darte esto ―el hyung le dio una tarjeta con el nombre y el número de teléfono del gimnasio. Jisung la miró sin comprender por qué se la daba ―dale la vuelta ―por detrás ponía "Lee Minho" y debajo un número de nueve cifras.

― ¡Tu número!

―Sí, y si me mandas un mensaje anotaré el tuyo y así si no puedo venir ya podré avisarte y no tendrás que aguantar al pesado de Taeyang.

―Te enviaré uno al llegar a casa.

Minho lo acompañó hasta su coche, como de costumbre, y ambos se despidieron y fueron a sus respectivas casas.

Tal y como prometió, Jisung le escribió a su hyung.

Soy Jisung.

Pero mira que eres soso, tienes que escribirle algo más, algo que no suene desesperado o psicópata.

Tenemos que repetir lo del sábado, me lo pasé muy bien.

Prometo no quedarme dormido esta vez.

Vale, puede pasar. Necesito verlo más... No puedo esperar una semana. Desearía verlo cada día. Hoy me ha regalado su cinturón, su primer cinturón... y el ninjutsu es su vida. ¿Por qué? ¿Será que él... siente algo por mí?

¡Muchísimas gracias por los 5k de visitas y para todas las hermosas personitas que votan está historia los amo!

se vienen cositas.. ¡!

Cualquier falta ortográfica me avisan!!

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