Capítulo 08
Llegó el esperado miércoles. Entre las clases, la reunión de los lunes y que el maestro se esforzó por mantenerse ocupado, había estado relativamente tranquilo a la hora de salir a la calle. Se esforzaba más que nunca en evitar las calles mal iluminadas y los lugares sin gente, pero a parte de esos paranoicos detalles, la vida del profesor seguía con normalidad y nerviosismo por la cita que tenía con el famoso hyung que ahora ocupaba la lista de los numero uno en su mente.
A primera hora de la mañana una situación inusual se presenta ante su mesa mientras terminaba de mirar el programa del día y sus alumnos iban entrando a la clase. Uno de sus mejores y más callados alumnos le deja algo sobre la mesa.
-Seungmin, ¿qué sucede?
-El profesor Minho me ha dicho que te diera esto para que pudieras entrar al gimnasio-otra vez los dichosa tarjeta dorada, el maestro la cogió y pudo ver que esta vez tenía grabado su nombre y un número que antes no tenía.
-Muchas gracias Seungmin
-No soy vuestro recadero, solo lo hice porque es evidente que el otro idiota iba a olvidarse-dijo mientras señalaba a Jeongin.
-No insultes a tus compañeros o tendrás que quedarte en clase durante el recreo, ya lo sabes.
-Lo siento.
Después de las clases, una comida con los compañeros y una reunión en la sala de profesores Jisung al fin había salido del colegio para caminar hacia su piso.
Muy bien, hoy he salido antes de lo previsto, así que tengo tiempo para cambiarme y, ¿debería ducharme antes de ir? Lo más probable es que sude, porque estaré haciendo ejercicio, por otra parte, es mejor que vaya oliendo bien, entonces debería ducharme antes y después, pero dicen que no es bueno para la piel... Ah... mejor me ducho antes y después, sí. Y ahora que lo pienso, no tengo ni idea de que ropa llevar, en la clase que vi todos llevaban ropas negras como de kárate, pero no tengo ni idea. ¿Debí comprarme uno de esos? Estoy demasiado nervioso, llevaré un chándal normal y luego ya me dirá él que ropa comprarme.
Dicho y hecho, Jisung llego a su apartamento, donde de dió una buena ducha y se vistió con una camisa de manga corta y unos pantalones de chándal grises con elásticos por los tobillos. Antes de marcharse metió en su antigua bolsa de deportes una camiseta de repuesto, desodorante, gel de ducha y una toalla, por si tenía que bañarse allí.
Ya estaba listo y preparado para dejarse instruir por el hyung. No podía quitarse de su cabeza el día que había ido a verlo. Con su traje de ninja, sus pies descalzos, tan recto, firme, con las manos a la espalda recorriendo toda la sala corrigiendo eficazmente los movimientos de sus alumnos.
También recordaba que en el traje que llevaban la parte superior iba atada con un cinturón, lo dejaba ver levemente la clavícula. Cada vez que el profesor Minho llevaba a cabo una maniobra de demostración, sus movimientos provocaban que se le abriera un poco y dejara a la vista parte de su pecho, que ahora recordaba que lo poco que pudo apreciar no tenía ni un pelo. Podía notarse, que aunque el profesor era delgado, tenía músculos, no era un palillo debilucho, y tenía sentido, ya que se dedicaba a las artes marciales.
Jisung bajo a la calle a buscar su coche. Lo aparcaba en la calle porque un aparcamiento era algo que realmente no necesitaba, nadie se molestaría en robar un Toyota Yaris de hace diez años y de segunda o tercera mano, y si se lo robaban sería la excusa perfecta que necesitaba el maestro para comprar un coche nuevo.
Le resultó más complicado de lo que esperaba encontrar un aparcamiento cerca del gimnasio. Tuvo que aparcar tres calles más abajo, lo que de por si aumentó los nervios que ya traía el profesor, menos mal que se había echado el desodorante nuevo.
Entro a la recepción, le dió su tarjeta a la mujer que ya había visto dos veces anteriormente, ésta le dedicó una amable sonrisa y el maestro cogió el ascensor a la cuarta planta. Le empezaba a sudar las palmas de las manos.
Maldita sea, y ahora esto.
Faltaban diez minutos para que fueran las siete y media, la hora acordada. Jisung decidió pasar, esperando que la sala estuviera vacía, pero no lo estaba. Al abrir la puerta vio una figura en medio de la sala, de lado y de cara a los espejos. Era él, vestido con su traje negro, con una mano a la espalda y la otra sostenía un pequeño librillo del que no apartaba la vista.
Jisung se estremeció, su corazón empezó a palpitar con fuerza. No parecía haberle oído entrar, así que tendría que hablar él primero para que el hyung notará su presencia. Pero el joven se quedó mirándolo unos segundos más, unos segundos en los que el mundo entero parecía haber desaparecido y en el universo lo único que existía era aquella sala, en la que Jisung era un mero espectador. Sin ser consciente de ello, su boca se entreabrió levemente mientras su mente quedaba en blanco.
Minho giró su cabeza y vió a un boquiabierto profesor durante un milésimo segundo, el tiempo suficiente para que el castaño bajara de su nube y regresara de su fantasía, que no había hecho más que empezar.
-Oh, llega pronto Jisung-dijo con una pequeña sonrisa mientras se encaminaba hacía una bolsa en las gradas para dejar su libro.
-O usted llega demasiado temprano-Jisung supo responder, ya había vuelto. Por fin se sentía tranquilo y podía ser él mismo.
-Pues entonces podemos empezar cuándo usted quiera.
-Claro, ya mismo.
El profesor se quitó los zapatos y se colocó sobre el tatami.
-Mmh... los calcetines también hay que quitárselos, y antes de pisar el tatami hay que hacer una pequeña reverencia, así -Minho se colocó mirando al centro de la sala e inclinó su torso antes de posar los pies dentro del cuadrado.
-Oh, claro, lo siento -Jisung repitió el gesto después de deshacerse de sus calcetines.
-Empezaremos calentando un poco, siempre empezamos las clases dando unas pocas vueltas al tatami y luego unas flexiones.
-Esta bien... Oye... No sé si llevo la ropa adecuada para esto...
-Para empezar vas bien, si te gusta te recomendare algún sitio para comprarte el karategi y el tabis, aunque yo prefiero hacer los entrenamientos con los pies descalzos, hay alumnos que vienen con las tabis puestas.
-Karategi... creí que tendría otro nombre.
-Tiene varios nombres.
-Interesante...
-Bueno, pues empieza con diez vueltas y diez flexiones.
Jisung obedeció y comenzó a correr un tanto incómodo por la mirada del hyung, que enseguida se dio la vuelta y volvió hacia su bolsa para recuperar el libro. Mientras el maestro seguía corriendo Minho se tumbó en el medio de la sala a leer, como si estuviera en el salón de su casa.
Eso molestó a Jisung, ya que daba la impresión de que el hyung estaba ignorandolo, pero por otra parte lo tranquilizaba, ya que era aún más molesto ser observado mientras corría.
El maestro lanzaba miradas de soslayo al libro del hyung, hasta que sus mejillas se sonrojaron al descubrir que tipo de literatura se trataba, el librillo en cuestión se llamaba "Tacticas de seducción: Volumen 2". Eso quería decir que era una saga, de que habían sacado más de un libro y Minho ya iba por el segundo.
¿Por qué está leyendo eso? ¿Aquí? ¿Y conmigo delante? ¿Esto es una especie de indirecta? No puede ser, no puede ser. Céntrate Jisung, ahora las flexiones, tu no has visto nada.
El maestro se coloca de cara a los espejos, dándole la espalda al hyung y comienza a hacer las diez flexiones. Cuando va por la novena nota como alguien le coloca un peso en la espalda. Al parecer Minho había apoyado un pie en la espalda del menor.
-¿Qué hace?
-Es que he notado que esto se le hace demasiado fácil, así que haga diez más ahora-lo dijo sin levantar la vista de su libro mientras ejercía peso sobre el castaño con un pie en el centro de su espalda.
Jisung se lo tomó como un reto y termino las flexiones sin problemas, no era ningún debilucho al fin y al cabo. Cuando termino se puso en pie y miro a su hyung.
-He terminado, ¿que viene ahora?
-Ahora viene lo bueno.
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