Capítulo 07
Las lágrimas seguían cayendo por sus mejillas, pero sus ojos estaban más abiertos de lo que había estado jamás. Nunca se hubiera imaginado que la imagen que se encontraba delante de él, devolviéndole la cartera, fuera la de aquel hombre.
—Ten, esto es suyo, ¿se encuentra bien?
—S-si... gracias.
El profesor de Jeongin se encontraba sonriéndole con cara de preocupación y sin un pelo fuera de su sitio.
—Menos mal que estaba cerca— volvió a decir. Con su voz suave y masculina logró que a Jisung se le paralizara el corazón. Ambos empezaron a caminar despacio para volver a la calle principal.
—Ha debido pasar un mal rato, sera mejor que le acompañe a su casa, ¿le parece bien?
—C-claro — al joven maestro aún le temblaba la voz, y las piernas, pero esto último podía disimularlo un poco mejor. La presencia del hyung lo tranquilizó, después de ver lo que vio se sentía muy seguro en su presencia. Seguro y culpable de no haber sido capaz de defenderse por si mismo.
—¿Puedo preguntarle algo?
—Si, claro.
—¿Por qué ha devuelto la tarjeta? Era un regalo.
—Ah... eso... es porque es demasiado, me sentiría mal aceptandola.
—La tarjeta solo será válida durante un año, después de eso tendrá de apuntarse como cualquier otro. Considerelo como un periodo de prueba si lo prefiere.
Minho hablaba con normalidad, creaba conversación para tratar de rebajar la tensión y hacer que Jisung pensase en otra cosa que no fuera lo que acababa de ocurrir. Estaba claro que el joven aún no procesaba lo sucedido.
—Antes solía ir al gimnasio, pero ahora prefiero salir a correr y de vez en cuando hacer pesas en casa.
—Las clases que ofrecemos pueden ser muy entretenidas, quizás alguna le llame la atención, ¿no le gusto la clase de ninjutsu?
—Me impresiono mucho, pero soy muy torpe con esas cosas, ya ve que con un pequeño hoyo en el camino me hice un esguince.
—Si viniera a mí clase no dejaría que se lesionase tan fácilmente.
Los pómulos de Jisung se sonrojaron al oírle decir eso al hyung, desgraciadamente en ese momento su cerebro no reaccionaba de la forma que lo haría en condiciones normales. Ahora mismo se sentía muy vulnerable; protegido, agradecido, pero vulnerable.
—No son las lesiones lo que me preocupa, es que tiendo a hacer el ridículo cuando soy inexperto en algo.
—Nadie nace aprendido, eso es totalmente normal.
—Si fuera un niño no me importaría, pero un adulto rodeado de niños y adolescentes...
—Entiendo, sin embargo, le propongo una solución.
—Le escucho.
—Podría darle clases individuales. Yo estoy acostumbrado a entrenar tanto a principiantes como a expertos, así que no me importaría enseñarle desde lo básico.
—Eso si que sería demasiado—dijo Jisung, con una mano posada en su nuca y mas rojo que un tomate maduro.
—¡Para nada! Me vendría bien tener una clase relajada, sin tanta gente y avanzaríamos muy rápido y en poco tiempo ya no le importaría unirse a una clase normal.
—Pues es que...
—No puede negarse, ya me ha rechazado un regalo, no me rechaze como profesor también. ¿Acaso no le gusta como enseño?
—No, no, me parece que sabe dar bien su clase.
—¡Perfecto entonces! ¿Qué le parece los miércoles? La hora la pone usted.
—Los miércoles... el miércoles tengo que estar en el colegio hasta las seis, así que... solo podría ir a partir de la siete.
—¡Pues a partir de las siete lo esperaré donde usted ya sabe!
—Está bien.
—No es fácil de convencer usted—rió Minho.
—Soy más fácil de lo que se imagina—nada más pronunciar esas palabras Jisung abrió mucho los ojos dándose cuenta el doble significado de su frase, por suerte Minho no parecía habérselo tomado por segundas.
Por fin llegaron al edificio en el que vivía el maestro.
—¿Seguro que está bien? ¿Necesita algo?
—Usted ya ha hecho bastante, no sé cómo podría agradecérselo, me ha salvado...
—No tiene que darme las gracias, me conformo con que acepte que sea tu profesor.
—De verdad que yo... no quiero molestarle...
—Ya le dije que no me molesta, me molestaría si no hubiera aceptado la oferta.
—Entonces... el miércoles sobre las siete... Mejor siete y media, ¿está bien así?
—Por supuesto, nos vemos la semana que viene, hasta entonces, Jisung.
—Hasta el miércoles, profesor Minho.
Los dos profesores se sonrieron, Jisung subió a su apartamento y Minho permaneció fuera hasta que lo perdió de vista en el ascensor.
El castaño llegó a su piso, cerró la puerta tras de sí y apoyó su espalda sobre ella, dejándose caer lentamente, analizando lo que acababa de pasar.
No entiendo nada, ¿profesor Minho? ¿En qué estaba pensando? He sonado ridículo, seguro que se está riendo de mi ahora mismo. No me la puedo creer... esto ha sido como una película, ¿por qué no puedo dejar de temblar...? Casi me... ¿y por qué estaba él allí? Esto ha sido demasiado, quizá si que me vendrán bien esas clases. No pierdo nada.
Durante el domingo Jisung se mantuvo en casa, sin salir, el ataque le había provocado que sintiera un leve pánico al exterior, un miedo que se prometió superar el lunes cuando tuviera que ir a trabajar.
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