Capítulo XXXIV
Era un poco extraño ver a Kaigaku solamente en la escuela. Ya no iba casa, pero al parecer no perdía el rastro del rubio, quien ya se sentía acosado por su hermanastro. Se había ofrecido nuevamente a ayudarlo a repartir las carpetas y no se despegaba de él. Maldición, ¿en qué momento se puso más pesado? Pensó el rubio mientras lo veía de reojo. Ahora estaba cerca del aula de Uzui, y Kaigaku no parecía tener la intención de dejarlo por un momento. — Haah..., hoy no hay besos — se quejó internamente, lanzando un bufido.
Uzui se encontraba sentado en su escritorio, desayunando nuevamente a la vez que veía su teléfono. Dejó todo de lado cuando vio a su chico ingresar al aula, sin dudas que se veía más sensual con ese nuevo look. Sonrió de lado, iba a hablar pero calló al ver que no estaba solo.
— Profesor, hola — saludó el rubio con una sonrisa nerviosa. ¿Cómo podía actuar con Uzui si tenía a su hermanastro al lado? ¿Acaso estaba vigilándolo? Suspiró y se acercó a dejar la carpeta sobre el escritorio. Miró a Kaigaku, quien seguía a su lado mascando su chicle y mirando fijamente al albino. Uzui frunció el ceño y carraspeó.
— Agatsuma — saludó al rubio. — Agatsuma dos — se dirigió al azabache, quien entrecerró los ojos. — ¿Cómo están? — tanteó.
— Bien, supongo. ¿Y usted profesor? — se adelantó Kaigaku con una sonrisa ladeada. Uzui levantó un ceja y ladeó el rostro. Zenitsu solo quería irse de allí.
— Bien, gracias. ¿Por si acaso no tendrías que estar ya en tu clase? Es que tu hermano debe quedarse ya que hoy me toca con su grupo — habló con una sonrisa cínica, bebiendo de su café nuevamente.
— Sí, solo venía a acompañarlo, ya me iba. Por cierto, profesor, ¿llegaste a hablar con mi compañera? — preguntó con sorna, llamando la atención de Zenitsu, quien frunció el ceño quedando pensativo.
— Eso no es de tu incumbencia, Agatsuma dos — respondió sorprendiendo al rubio. Prevenía las intenciones de ese chico. Lo había hecho adrede, ¿cuál era su propósito?
— Ah, es que ella estaba presumiendo algunas cosas sobre usted que en verdad ya fastidiaba. Pero sabes, por lo visto ya lo ha hecho, ¿no? Tal vez ella pueda controlarse y callarse un poco. — añadió intencionalmente con el mentón levantado. Uzui chasqueó la lengua. Ya había perdido la paciencia con ese chico. — Pero ya me voy. Nos vemos en la salida, Zenitsu — se pegó más a su hermanastro, susurrándole en el oído. El rubio se sobresaltó por la cercanía, provocando que su profesor se levante de su asiento. Kaigaku salió del aula con pasos apresurados y con una sonrisa triunfal en el rostro.
Zenitsu miró a su profesor con el ceño fruncido y cruzado de brazos. Uzui resopló. — ¿Qué le pasa a tu hermano? — preguntó presionándose las sienes.
— ¿Qué es lo que te pasa a ti? — el rubio evadió esa pregunta con otra. Esperó expectante. No sería necesario hacerle tantas preguntas a su profesor para que entienda que quiere explicaciones.
Uzui suspiró y miró a su alrededor. — Su compañera se acercó a mí para aclararse algunas dudas sobre las clases — respondió aún sin dirigirle la mirada al rubio. Zenitsu levantó ambas cejas y siguió esperando más respuestas, pero su profesor ya no tenía intención de hablar.
— No pareció que eso haya pasado, profesor — ahora sí se sentía molesto. ¿Por qué le costaba tanto responderle con sinceridad. Uzui lo miró finalmente.
— No pasó nada más — declaró tajante. Pasó su mano detrás de su nuca y exhaló. — Zenitsu... — mencionó al rubio acercándose a él, queriendo acariciar su mejilla y fracasando en el intento. El rubio se fue directamente a su asiento a acomodarse al escuchar el sonido de la campana, dejando al albino molesto. Lo había ignorado, ¿otra vez sería como la vez pasada? Se preguntó internamente con fastidio. Debería solucionar ya los problemas con esa chica, o sino perdería a su chico.
Los estudiantes ingresaron al aula entre murmullos, Inosuke se sentó rápidamente en su lugar para empezar a sacar una cafetera eléctrica y una mini sandwichera. Zenitsu lo miró con impresión luego de voltear a ver el ruido que provocaba su amigo. El de hebras azuladas no parecía importarle llamar la atención de ese modo, pues seguía concentrado en prepararse su desayuno. El profesor de artes lo miraba con la misma expresión de sorpresa y confusión en el rostro. Frunció el ceño y carraspeó. Eso era demasiado, ¿debería reprenderlo?
— Buenos días — saludó Tanjirou a la vez que se ubicaba al lado de rubio, sonriendo al ver las expresiones de su amigo hacia Inosuke. — Veo que hoy tendremos café artístico — dijo refiriéndose al desayuno que se estaba haciendo su amigo.
— ¿Qué es un café artístico? — preguntó el rubio levantando la mirada para fijarse en Tanjirou.
— Es cuando hay clases o exposiciones con merienda incluida. Es este caso, como estamos en clase de artes, lo llamo así, porque usualmente se lo reconoce como 'Café literario'. — explicó a su compañero que ya había llevado nuevamente la atención a Inosuke. Resopló. ¿Lo había escuchado?
— Me atrasé y no pude desayunar en casa — habló Inosuke esperando a que su cafetera prepare todo el café.
— ¿Desde cuándo desayunas en casa? — Zenitsu preguntó con sarcasmo, se calló cuando Inosuke le pasó un mini sándwich, aceptando con gusto. Su amigo a veces era muy tierno.
— No podría quedarme sin MI café, ya que el café de aquí no es tan bueno. — explicó pasándole un mini sándwich a Tanjirou, quien comía alegremente. El trío ignoraba la mirada atónita de su profesor. Uzui no sabía qué hacer, ¿era esa una falta de respeto? Una vez que tuvo su desayuno completo, volvió a guardar su cafetera y sandwichera en su mochila. Ordenó sus sándwiches sobre su escritorio y sorbió de su café, mirando expectante al profesor para que pudiera iniciar la clase.
— Hashibira san — llamó al de hebras azuladas. — me temo que deberé hacerle un reporte con el prefecto. Según tengo entendido, no está permitido comer en clases. — declaró tratando de ser rudo, cruzándose de brazos.
— JA, me puedo imaginar qué tipo de reporte quiere hacer con el prefecto, señor profesor — respondió con una sonrisa ladina. Zenitsu lo miró escandalizado. Uzui entrecerró los ojos y volvió a su escritorio. El amigo de su chico era un insolente.
— ¡Inosuke! — regañó Tanjirou, pues la clase entera estaba en silencio. El rubio se frotó las manos sobre su rostro, tratando de disipar esa calidez en forma de sonrojo que tal vez tenía. Fue peor para él, lo hizo con tanta fuerza que solo enrojeció más esa zona. Uzui lo miraba con diversión, se preguntó qué tendría que hacer para que su chico no esté molesto con él.
La clase dio inicio, Uzui sensei les daba indicaciones sobre la nueva tarea que tenían ahora. A partir de hoy empezarían a trabajar con arcilla. Sin dudas, parecía la clase favorita del profesor, pues se lo veía muy conectado y animado hablando sobre ello. Había traído una estatuilla para ser utilizada como modelo al nuevo trabajo que estaban haciendo. — Me acuerdo a cuando jugaba con las plastilinas — comentó Inosuke, borrando la sonrisa del profesor.
— Extraño esos colores... — habló el rubio haciendo referencia a las plastilinas que mencionó su amigo. Estaba concentrado dándole molde a su arcilla, se molestaba por lo mal que le estaba quedando. Sus manos estaban sucias y su flequillo empezaba a fastidiarlo. Pidió a Tanjirou para que le ayudara a apartar sus flequillos a un costado, pero su amigo estaba en las mismas condiciones. Resopló. — ¿Por qué a ustedes se les hace más fácil? — se quejó inflando las mejillas.
— Deberías pedirle ayuda al profesor — respondió el de cabellos burdeos con la mirada fija en su molde. Zenitsu frunció el ceño y volvió con lo suyo. — Está desocupado, ¿por qué no lo llamas? — sugirió de nuevo al levantar la mirada por unos segundos para buscar al profesor.
— No, estoy bien — murmuró el rubio conteniendo su enfado. No lo llamaría ni por nada, aún estaba molesto con él. Pero su arcilla se había muerto.
El profesor de artes estaba recorriendo su salón y ayudando a los que no podían lograr darle forma a sus estatuillas. Iba con paciencia y bromeaba con sus alumnos. Las chicas se impacientaban y armaban berrinches para llamar la atención de Uzui sensei. Esperaban a que él se les acercara para guiarlas a moldear las arcillas tal cual una escena romántica de una clásica película. Zenitsu estaba refunfuñando. Su profesor era un idiota.
Uzui llegó junto a él con el mentón levantado y una sonrisa autosuficiente en el rostro. Zenitsu no le correspondió la mirada, estaba tratando de concentrarse en su deplorable estatuilla. El profesor carraspeó y se acuclilló a su lado para poder mirar su rostro. — ¿Tienes algún problema con tu molde? — preguntó en susurro. Recibió una negativa del rubio que le provocó una risita. Zenitsu bufó y dejó con rabia su 'estatuilla' sobre su escritorio. — Déjame ayudarte — El albino sacó unas cuantas pincitas de su bata para empezar a acomodar el flequillo de su chico, llevando los finos hilos dorados hacia atrás. Había escuchado la ayuda que le había pedido Zenitsu a su amigo. Y empezó a darle indicaciones de cómo debe estar la masa de la arcilla para darle un molde más fijo.
El rubio asentía a cada palabra que le decía su profesor, se mostraba más receptivo y menos molesto. Dejó que su sensei lo ayudara a hacer una nueva masa de arcillas, tomándolo de la mano para mostrarle cuánta fuerza debe darle para crear un buen molde. Zenitsu enrojeció. Más que guiarle con las manos sobre las suyas, parecía una caricia por parte de él. Uzui entrelazó sus dedos con los del rubio aún con la arcilla en medio y sonrió genuinamente. Inosuke había sacado su celular para tomar una fotografía mientras que Tanjirou miraba la escena con una lágrima en los ojos. Los dos eran muy románticos. Por poco y no sacaba un pañuelo para llorar libremente.
— ¿Ves? Ya está mejor — animó el albino enderezándose. — Ahora continua dándole forma — indicó a la vez que acariciaba la mejilla del rubio con el dorso de su mano. Zenitsu asintió y agradeció en voz baja, pero audible para su profesor, quien le regaló una sonrisa ladina.
Zenitsu se había aliviado más al ver que su estatuilla ya se veía un poco similar al modelo que tenía enfrente. No era tan difícil, al parecer. Él era el que se complicaba las cosas. Pero prefería jugar con plastilinas...
— Chale, ustedes dos deberían ser la pareja del año — comentó Inosuke luego de que la clase hubo terminado. Zenitsu rodó los ojos y Tanjirou asintió dándole la razón a su amigo.
— No — negó el rubio a la vez que se arreglaba el cabello quitándose las pincitas que le había puesto su profesor. Aún estaba molesto con él, pero su sensei era demasiado irresistible. Suspiró. — ¿Y ahora qué? ¿ya nos quedamos sin misiones? — cambió de tema haciendo referencia a la situación de su amigo.
— ¿Aún no superaste a Rengoku sensei, cierto? — habló el de hebras azulados a su amigo. Tanjirou negó con la cabeza, al igual que el rubio. — Este obstinado — murmuró chasqueando la lengua.
Llegaron a la cafetería y se sentaron en la mesa donde se encontraba Genya concentrado en su celular. Era un fanático del juego free fire, por lo que no podía levantar la mirada a sus amigos que lo miraban expectantes. — Hola — saludó aún con los ojos en su celular. Inosuke entornó los ojos, abriendo su paquete de patatas fritas. Zenitsu se levantó para acompañar a Tanjirou a formar fila para comprar algo para comer, dejando solos a Inosuke y Genya.
— ¿Y qué harás entonces? Si quieres podemos ir al cine nuevamente o salir a algún lado — sugirió el rubio mientras buscaba algo qué comer. Arrugó la nariz, no tenía antojos de nada pero sabía que luego se andaría quejando de no haber comido algo.
— No es mala idea. Ahora estoy haciendo catarsis — comentó Tanjirou, agarrando un jugo de naranja y unos bizcochos de chocolate. Zenitsu se decidió comprar solo unos cuantos chicles. Estaba ansioso, así que supuso que eso podría calmarlo un poco.
— Eso está bien. Sabes que puedes apoyarte en nosotros — animó a su amigo. Se dirigieron nuevamente hacia la mesa y tomaron asiento. Zenitsu empezó a mascar su chicle con más violencia al desviar su mirada hacia el patio exterior. Inosuke lo miró curioso y dibujó un 'oh' en sus labios al ver lo que su amigo estaba viendo con tanto fastidio.
— Hmm, al parecer el profesor de artes se lleva muy bien con todos... — fue lo único que pudo comentar Tanjirou, no sabiendo si eso agravaba la situación del rubio.
Zenitsu chasqueó la lengua y frunció el ceño. Su profesor parecía estar divirtiéndose con ese grupo de chicas que lo habían abordado. El rubio desvió la mirada al ver cómo una de ellas se acercaba peligrosamente a su profesor. Tanjirou miraba con preocupación a su amigo.
— ¿Por qué no vas y pones a esa perra en su lugar? ¡Tú eres más perra que ella! — quiso animar a su manera su amigo de hebras azuladas. También se lo veía furioso. Quería golpear a alguien, ya sea al profesor o a la pegajosa chica que jugueteaba con la bata de Uzui sensei, colocándose entre ella y tapándose quedando pegada al profesor. — SUFICIENTE — Inosuke se levantó de su asiento al ver cómo su amigo rubio iba decayendo. Tenía la intención de ir a separar 'amablemente' a esos dos, pero Zenitsu lo detuvo.
— Solo debe estar jugando — se apresuró en hablar para prevenir cualquier problema en que su amigo se podría meter. Genya solo los miraba con interés, había dejado su teléfono de lado cuando se asustó con el grito de Inosuke. Zenitsu volvió a sentarse y mascar otro chicle ya que había tragado el anterior. Tanjirou resopló. ¿Por qué era tan difícil el amor?
Uzui aún no se separaba de las chicas, solo les respondía del mismo modo y las hacía reír. Zenitsu estaba más enrabietado, pero no quería hacer nada. Se sentía un poco decaído con la situación de hoy en la mañana, luego en la clase mejoró, pero ahora nuevamente sentía un hueco en el estómago. Vio cómo Tomioka sensei se acercaba a ellos y los saludaba.
— Kamado, ¿cómo estás? — preguntó con las manos en sus bolsillos. Tanjirou se sorprendió de ver a su sensei allí.
— ¡Giyuu san! Bien, gracias — respondió con una sonrisa alegre. — ¿Y usted? ¿Pasó algo? — le intrigaba de cierto modo que su profesor se acercara a ellos.
— Bien... — respondió quedando en blanco nuevamente. Frunció el ceño y miró al frente. Pudo ver a su amigo que lo estaba animando desde lejos. Carraspeó. — Ahm, me preguntaba si podrías darme tu número para fines académicos — eso fue más directo de lo que esperaba. Tanjirou estaba con una sonrisa congelada y sus amigos miraban con impresión al profesor, atentos a los próximos movimientos de el de cabellos burdeos.
— ¿Ah? Sí, claro que sí — respondió Tanjirou sacando su celular. Giyuu asintió y esperó mientras observaba detenidamente a su alumno.
— ¿Se puede saber cuáles son esos fines académicos? — se atrevió a interrumpir Inosuke, quien los veía con diversión. Giyuu sintió un choque y entrecerró los ojos. Tanjirou se volteó hacia su amigo a reprenderlo con la mirada.
— Cosas que tú no entenderías — respondió el profesor sorprendiendo a todos. Al parecer fue muy duro. No era bueno relacionándose con la gente, tampoco le interesaba mucho, pero tendría que empezar a cambiar si quería ganarse la atención de su chico. Inosuke frunció el ceño.
— ¿Cuál es su número, Giyuu san? — preguntó Tanjirou tratando de dispersar esa tensión del ambiente. El profesor de educación física solo le pasó su teléfono para que su alumno registrara su número allí. Tanjirou lo hizo y le devolvió con un leve rubor en las mejillas. También se preguntaba cuáles podrían ser los fines.
— Gracias, te enviaré un mensaje luego para que puedas registrar el mío — se despidió de su chico con una media sonrisa y tratando de parecer lo más genial posible. Supo que lo logró porque unas chicas soltaron unos suspiros. Se marchó de ahí y se juntó nuevamente con su amigo que lo estaba esperando para festejar su logro. — ¡Eso fue genial, Giyuu! — exclamó el chico que estaba en último año y quien era el mejor amigo del profesor.
— What, ¿qué fue eso? — Zenitsu ya se había recompuesto de su crisis interior que tuvo con la escena de SU profesor para ahora mirar con burla a su amigo. — Y qué fines académicos tendrá — soltó unas risitas colorando a su amigo.
— ¡Hey! — se quejó Tanjirou al ser objeto de burlas. — Es un poco incómodo, ¿sabes? — confesó contagiándose con las risas de sus amigos.
— Hmm, Tomioka sensei es un travieso para pedirle su número a un estudiante. Aún no me lo creo. Por cierto, ¿me ofendió? — Inosuke aún no comprendía si se trataba de un insulto o no las palabras que le había dirigido el sensei. Zenitsu negó con la cabeza.
Tenía que encontrarse nuevamente con Uzui para 'retirar' la carpeta. Entornó los ojos, cada vez se le hacía más difícil centrar la atención de su profesor en él. Las inseguridades se apropiaban de él lentamente. ¿Ahora qué podría decirle? ¿Le reclamaría las situaciones de hoy? Zenitsu no sabía qué hacer. Se dejaría llevar por el silencio, a ver si su sensei podía explicarse por sí solo. Inhaló profundo e ingresó al aula, encontrándose con un Uzui recostado sobre su escritorio. Tenía el rostro escondido entre sus brazos, supuso que estaba durmiendo. El rubio se acercó con pasos lentos, tratando de no hacer ningún ruido y llegó hasta quedar frente a él. Ladeó el rostro y se inclinó para verlo mejor y escuchar su tranquila respiración.
— Está dormido... — murmuró en voz baja. — La carpeta está debajo de él — entrecerró los ojos y resopló. Se veía muy sereno de ese modo, por lo que dejó que sus dedos acariciaran los hilos plata de su profesor. Lo observó detenidamente y se acuclilló para buscar su rostro, metiéndose en el espacio que dejaba entre el escritorio y su cuerpo. Se sobresaltó al sentir cómo los brazos de su profesor lo apresaban.
— ¿Hm? Mi amor, ¿viniste a verme? — murmuró reincorporándose con el rubio en brazos, quien ponía resistencia tratando de alejarse de él. Uzui no lo soltaba, aprovechaba para encariñarse en el hueco del cuello de su chico.
— ¡Tengen! ¡Ay! — se quejaba Zenitsu hasta que pudo separar a su profesor colocando sus manos en el pecho de Uzui. — ¡Suéltame que aún estoy molesto contigo! —
— Con más razón no te soltaré. Maldición, ¡deja de patearme! — reclamó también tratando de controlar a su chico que había puesto resistencia nuevamente. Zenitsu no paraba de forcejear con su profesor, no quería perder la batalla. — ¡Seamos novios! — pidió, consiguiendo calmar al rubio, quien se había quedado quieto y con una gran confusión. Al parecer su mente se estaba reiniciando para reaccionar.
Ahora se encontraba completamente enrojecido y con el ceño fruncido. Se tapó el rostro y trató de alejarse de su profesor, quien lo volvió a atraer a su cuerpo para abrazarlo. Zenitsu no sabía cómo reaccionar, sentía que tenía nuevamente esas horribles arcadas en el estómago... o mariposas, como lo llamaban usualmente. Sentía tanta rabia e impotencia, quería a Uzui, lo adoraba. No pudo retener las lágrimas que iban deslizándose en gran cantidad sobre sus mejillas, alarmando a su profesor. — No llores, mi amor. Yo te quiero — consoló acariciándole las mejillas. Se inclinó hacia su rostro para unir sus labios en un desesperado beso. Zenitsu seguía derramando lágrimas, pero había rodeado sus brazos alrededor del cuello de Uzui para acercarlo más a él. Se veían necesitados y, aún faltándoles el oxígeno, siguieron besándose. Se separaron luego de que haya sido suficiente y juntaron sus frentes. Zenitsu seguía hipando y el albino le sonrió.
— ¿Es en serio? — preguntó con una mirada melancólica, conmoviendo a Uzui, quien dejó cortos besos sobre sus labios.
— Claro que sí. Zenitsu, déjame cuidarte y quererte — suplicó provocando que más lágrimas se derramaran de los ojos dorados. Lo atrajo en un abrazo, siendo correspondido por el rubio y pudo sonreír aliviado. Zenitsu lo abrazó con más fuerza y esperó a calmar un poco sus lágrimas para volver a separarse de su profesor.
— Tengo muchas preguntas — le dijo aún con esos ojos que enternecían al albino. Uzui ya no sabía cómo expresar todo lo que sentía en su interior, su chico era muy bello.
— ¿Quieres que te las responda ahora? — preguntó levantando una ceja, el rubio miró confundido un punto en específico y negó con la cabeza. Uzui lo tomó de la mano. — Está bien, puedes hacérmelas en cualquier momento que quieras. ¿Y bien? No me has respondido aún si quieres o no. — quería escuchar la repuesta afirmativa del rubio a su petición.
Zenitsu enrojeció nuevamente y desvió la mirada, sintió los labios de Uzui sobre su mejilla y se encogió debido a las cosquillas que le generaban. Miró a su sensei y asintió con la cabeza. — Sí, quiero — afirmó con serenidad, llamando la atención de su profesor.
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