Capítulo XXXII

Zenitsu se había preocupado por su aspecto físico, por lo que decidió volver a iniciar con sus tratamientos de belleza. Se había puesto un poco de rubor para no estar tan pálido, se sujetó parte de su flequillo a un costado colocándole unas pincitas. Su relamió el labio luego de pasarse brillo para resaltar más y solo llevó su camisa con corbata. Decidió dejar de usar su sueter amarillo por un tiempo para cambiar un poco más.

Una vez que llegó a la academia, se dispuso a cumplir con sus responsabilidades. Cuando llegó junto a la secretaria Tamayo, esta le explicó que pronto tendrían un festival para celebrar el aniversario de la academia, por lo que debería empezar a organizar algunas cosas que dejaría a su cargo, Zenitsu solo aceptó. Era su deber.

Ahora se encontraba recorriendo los pasillos aún un poco vacíos para ir entregando las carpetas a los profesores, llegando así hasta el aula donde se encontraba Uzui sensei, quien se encontraba desayunado en su escritorio. Zenitsu sonrió de lado y se mordió el labio inferior. Su sensei era muy adorable.

— ¡Hey! — saludó el albino al percatarse de la presencia de su chico, lo invitó a sentarse y a que lo acompañara a desayunar. — Mira, son pancakes — dijo acercando un pedazo a la boca del rubio, quien aceptó con gusto.

— Al parecer no te dio tiempo de desayunar en casa, ¿por qué? — preguntó Zenitsu a la vez que terminaba de probar ese bocado. Uzui hizo una mueca y se relajó en su asiento sorbiendo un poco de su café.

— Tenía ansiedad así que me pareció buena idea desayunar aquí y esperar a verte. — respondió con una sonrisa divertida, sonrojando al rubio. — Por cierto, estás más cambiado... ¿te teñiste el pelo? — preguntó en broma. Rió al ver las expresiones de su chico.

— ¡Hey! — se quejó riendo con él. — Idiota. Solo decidí venir diferente hoy. — respondió acomodando su corbata.

— Sí, gracias a Dios que es viernes - respondió entretenido. — Te ves muy bien, mi amor — halagó a la vez lo tomaba de la mano. — Eres hermoso — demasiados halagos asustaban al chico, haciendo reír al albino. — Ven a darme un beso — pidió.

Zenitsu hizo una mueca y se levantó para acercarse a él, sintió las manos de su profesor sobre su cintura y ladeó el rostro para darle un corto beso. Uzui se quejó al verlo separse nuevamente de él. — Eso no fue un beso — infló las mejillas. Estiró el brazo de su chico y lo acercó otra vez para unir sus labios, esta vez en un beso más prolongado.

— Dime..., ¿cómo es eso que tienes ansiedad? — preguntó entre sus labios. Uzui se separó de él con una sonrisa a la vez que acariciaba la cintura de su chico.

— Bueno, la vida de un adulto no es tan fácil como aparenta — respondió mirándolo fijamente. — Tienes que disfrutar tu juventud — dijo tomándole de la mano para besar el torso de esta, sonrojando aún más al rubio.

— Hablas como si fueras un anciano — comentó provocando que el albino vuelva a reír. — Aún eres joven, pero supongo que es estresante trabajar, ¿no? — Uzui ladeó la cabeza y asintió.

— Ahora no me cuesta mucho. Trabajo en algo que me gusta, además de poder verte casi todos los días... — respondió.

— ¿Entonces qué es lo que te provoca ansiedad? — preguntó inflando las mejillas. Uzui volvió a darle un corto beso para luego besar su mejilla.

— A veces uno piensa mucho, en las cosas que fueron y las que van a ser... — respondió dejando cortos besos en el rostro de su chico. — Supongo que la ansiedad es un requisito para ser adulto. —

— Vaya, ser adulto es aburrido... — murmuró el rubio. — B-bueno, si tienes algún problema sabes que puedes contar conmigo... — musitó con la mirada baja. — Puedes llamarme o escribirme si no puedes dormir. Yo te haré compañía. — animó al albino, quien se detuvo a mirarlo fijamente.

— Aw, eres un amor, mi amor — respondió mientras acariciaba sus mejillas. Se había enternecido tanto con las palabras y las expresiones de su chico, que ya no sabía cómo encariñarlo. — Claro que lo haré. Solo no quisiera molestarte —

— No lo harías — se apresuró en responder. — Es decir, estaría encantado en ayudarte — respondió sintiéndose avergonzado, mirando sus pies.

— Está bien. Lo haré — respondió con una sonrisa. Volvió a besar los labios de su chico por unos segundos más y se separó para seguir comiendo su desayuno. El rubio siguió acompañándolo hasta que sonó la campana, se despidió de él y le prometió verlo en la salida.

Zenitsu se encontró con sus amigos en clases, se sentó al lado de Tanjirou y lo miró expectante. Inosuke también había parado de hacer su desayuno para prestar atención a su amigo. Tuvo que esperar a que llegara la rubia para hacer que Tanjirou hable. El de cabellos burdeos resopló.

— Primero que nada, buenos días — saludó a sus amigos que lo miraban impacientes. — Decidí cortar con lo de Rengoku sensei — confesó sin reservas, sorprendiendo a sus amigos. Esperaban que fuera un poco más lento, pero al parecer Tanjirou no quería alargar el tema.

— ¿O sea que tenemos que volver a cambiar el nombre del grupo? — preguntó un Inosuke indignado.

— Eso es lo que menos importa ahora, idiota — reprochó el rubio. — ¿Pero por qué? ¿Acaso te le confesaste? — Zenitsu se veía desilusionado. Tanjirou asintió inseguro.

— Algo así... Lo besé — otra confesión que espantó a sus amigos. Tanjirou rió nervoso al ver las expresiones de Inosuke y Zenitsu, quienes estaban boquiabiertos. — No fue para tanto. Me rechazó de una manera muy sutil, pero estoy bien. No tenía altas expectativas — respondió calmando a sus amigos.

— ¿WHAT? ¿LO BESASTE? MONJIROU — Inosuke estaba más que asombrado.

— Bueno..., me alivia un poco que estés bien, Tanjirou. ¿Pero lo besaste? ¿Así nomas? — preguntó igual de asombrado que Inosuke.

— Al menos te lo comiste por un momento. Ya es algo — respondió Inosuke, codeando a su amigo tratando de animarlo.

— No fue un beso intenso... ni correspondió... Ah... — se había decaído nuevamente.

— Eso me hace pensar que Tomioka sensei besa mejor que él, ¿o no? — declaró el rubio con una sonrisa burlona. — No te desanimes, tienes a un atractivo profesor emo que podría consolarte — eso sonrojó a Tanjirou, quien lo miró escandalizado.

— Monitsu tiene razón — Inosuke volvió a prepararse el desayuno — Es momento de superar eso, y si en algún momento Rengoku sensei empieza a buscarte, tú lo rechazas y le restriegas en la cara que estás saliendo con el sensei emo — hablaba con ilusión.

— No voy a vengarme de ese modo. Tampoco estaría con Giyuu san por despecho — resopló. Recordó que había traído el sueter de su sensei para devolvérselo. Si fuera por él, se lo quedaría...

— Hm, aún no he devuelto su sueter a Uzui — habló Zenitsu al ver cómo su amigo se había quedado colgado mirando aquel sueter en sus manos.

— ¿No ves que solo es una excusa que utiliza la mayoría para poder reencontrarse de nuevo? — dijo Inosuke con obviedad. — También es una táctica para que la persona que se lo quede, no deje de pensar en la que se lo dio. —

— Vaya..., te sabes mucho sobre esas cosas para no estar interesado en nadie. — respondió Tanjirou mirándolo con interés. — ¿Hay algo que no sepamos? —

— Solo estoy ayudando a dispersar sus dudas y preguntas existenciales — confesó relajándose en su asiento. Tanjirou y Zenitsu se miraron y se encogieron de hombros.

Las clases de biología y ética pasaron en un abrir y cerrar de ojos, los viernes solían ser de esos días donde ya a nadie le importaba nada y solo querían salir lo más antes posible de la escuela, incluyendo a los profesores. Decidieron ir a la cafetería a descansar un momento antes de las clases Iguro sensei, corriendo hasta llegar a la única mesa que milagrosamente estaba libre.

Inosuke volvía a comer en cantidad ante la mirada asqueada del rubio. No comprendía cómo es que podía comer de ese modo y no tener ningún efecto secundario. No tenía acné, problemas en la piel, no engordaba ni tampoco parecía tener malestares estomacales. Lo miró con preocupación. Su amigo tenía tanta suerte de ser muy bonito naturalmente, que estuviera comiendo de ese modo y que no le importara para nada su apariencia era una ofensa, una cachetada para los que se esforzaban todos los días en comer bien para no engordar y en pagar millones en tratamientos faciales.

— Según la secretaria Tamayo, habrá una fiesta o un festival por el aniversario de la academia — mencionó el rubio, recargando su rostro sobre su manos.

— ¿Fiesta? ¿Las típicas fiestas que buscan ser similares a los bailes americanos? — preguntó Inosuke a la vez que se llevaba un gran bocado de un pastel.

— Eso suena interesante. En las películas se ven muy entretenidas — opinó Tanjirou, tomando de su jugo de naranja.

— Pues tendré que hacer algunas cosas para ayudar con la organización. Supongo que eso significa horas extras... — habló sin ganas. Le gustaba la idea..., las horas extras no. Aunque tal vez pueda pasar más tiempo con Uzui, o pedirle su ayuda.

— Podemos ayudarte, ¿no, Inosuke? — animó Tanjirou, metiendo a su amigo de por medio, quien había parado de masticar al verse involucrado.

— Me da igual — respondió siguiendo con lo suyo. Zenitsu rodó los ojos y se dispuso a comer sus galletitas. — Por cierto, no me había fijado que estas más cambiado. ¿Te teñiste el pelo? — preguntó refiriéndose al cambio de look de su amigo.

— Otro — murmuró con los ojos entrecerrados. Tanjirou lo miró asintiendo con la cabeza. — Solo decidí cambiar un poco a partir de ahora. — confesó con la mirada baja.

— Te ves bien — opinó Tanjirou con una sonrisa. — Está bien cambiar de vez en cuando. Me gusta tu nuevo look, te hace ver un poco como esos bad boys, en comparación con el anterior. — halagó, provocando que rubio se inquiete.

— JA. Apuesto a que es por Uzui sensei. — respondió Inosuke señalando a su amigo.

— No es por él — rodó los ojos. — pero si se me ve bien, lo seguiré usando... Oh, olvidé que era prefecto — rió como idiota. — Debería ser más pulcro y cuidadoso con el uniforme. — respondió.

— Lo dices como si fueras un ancianito... — opinó el de hebras azuladas.

— ¡Yo debí de hacerte un reporte ya desde hace tiempo! — reprochó Zenitsu. — Nunca llevas bien puesto el uniforme, deberías taparte más — sugirió chasqueando la lengua.

Volvieron a clases para encontrarse con un Iguro sensei sádico. — ¿Ya aprendieron a ejecutar la flauta? — había preguntado rechinando los dientes y con los ojos sonrientes. No se podía ver sus labios, así que la forma de saber que estaba sonriendo era a través de los ojos. Asustó a todos sus estudiantes, quienes no tardaron en empezar a practicar con el instrumento. — Para la próxima clase van a aprender a ejecutar la guitarra — comentó mientras los observaba fijamente.

— Chale, este tipo de las serpientes quiere que toquemos la flauta pero no hay ninguna serpiente para que nos baile — susurró Inosuke a Tanjirou, quien se rió en lo bajo.

Zenitsu solo quería que ya llegara la hora de la salida, ahora si experimentaba esa ansiedad que dijo Uzui... ¿Cuándo lo llamaría 'novio'? Suspiró. No era mala idea de que él se lo pidiera antes, pero tenía miedo de hacerlo. Debería empezar a confiar más en él, no tendría que estar pensando en la idea de que solo es un juego lo que tenían.

Cuando por fin llegó la hora de la salida, se encontraron al profesor Tomioka en el pasillo, quien venía en dirección contraria junto con Rengoku sensei y Uzui. Se frenaron en seco, no sabían qué hacer, ¿deberían desviarlos y seguir con sus caminos? Al parecer se quedaron mucho tiempo pensando en sus próximos movimientos que no se dieron cuenta de que ellos también pararon en su frente. Inosuke los miraba con recelo, examinándolos de pie a cabeza, ganándose una mirada confusa por parte de Rengoku sensei.

— ¡Chicos! — saludó efusivamente el profesor de historia. Se sintió un poco apenado al ver a su alumno que lo besó nada más ayer, por lo que se ruborizó un poco.

— Hey, ¿cómo están? — preguntó Uzui sin apartar la vista de su rubio. Sonrió de lado al ver cómo Zenitsu se arreglaba el cabello. Él, como maestro en flirteo, sabía que eso era un gesto inconsciente de coqueteo. Se acercó a su chico y le acarició el cabello.

— ¡Hola! — Saludó Tanjirou con un sonrojo en las mejillas. Le intimidaba de cierta manera tener a sus dos profesores de interés amoroso enfrente de él, por lo que no sabía cómo actuar. — Ahm..., ¡Giyuu san! Traje tu sueter para devolvértelo — se dirigió al profesor de educación física, quien lo miraba atento. Rengoku sensei se fijó en su compañero y sonrió.

— Hm..., yo olvidé devolverte el tuyo — habló Zenitsu haciendo un mohín, dirigiéndose al profesor de artes.

— No hace falta, si fuera por mí te daría todo mi guardarropa para que lo uses como propio — susurró con una sonrisa socarrona. — Me gustaría verte con mis ropas... — musitó sonrojando al rubio, quien se estremeció.

— No hacía falta, Tanjirou — respondió Tomioka a su alumno. — Si quieres puedes quedártelo — sugirió colocando sus manos en sus bolsillos. No sabía cómo demonios flirtear, ¿habrá sonado mal eso que dijo?

— Oh, pero no sería correcto que me quede con algo que me prestaste — respondió el de cabellos burdeos con la mirada fija en el sueter.

— Te lo regalo — dijo ganándose las miradas sorprendidas de todos. Se encogió de hombros, ruborizándose al verse descubierto.

— ¿Es en serio? ¿Podrías ponerle más de tu perfume... ? — susurró para sí mismo, esperando que nadie lo oiga, pero al parecer era algo que no escaparía de Zenitsu, quien quedó boquiabierto. — ¡Está bien, Giyuu san! Si así lo quieres... — murmuró con una sonrisa y las mejillas sonrosadas.

Tomioka sonrió enternecido. Su chico era un sol, no sabía cómo Kyojuro pudo rechazarlo, aunque eso era mejor para él. — ¿Ya se iban? — preguntó para poder retenerlo más tiempo.

— Sí — respondió Inosuke resoplando. Se había quedado en silencio admirando toda la escena, pero ya se había cansado. Zenitsu entornó los ojos y Tanjirou hizo una mueca.

— Bueno, yo me llevo a Agatsuma por un momento. Tengo que darte la carpeta — habló Uzui, tomándole del hombro a su chico para llevarlo con él. - ¡Nos vemos! - se despidió con prisa.

— Ahm ¿bueno? — respondió Tanjirou un poco descolocado al ver cómo secuestraban a su amigo. — Nosotros también ya nos vamos — respondió mirando a Inosuke, quien estaba asintiendo con la cabeza. — ¡Gracias, Giyuu san por el sueter! Me gusta mucho — agradeció con una sonrisa.

— No hay de qué — respondió con una media sonrisa. Rengoku solo los observaba en silencio con una media sonrisa.

— ¡Nos vemos! ¡Adios, Rengoku sensei! — se despidió y estiró a Inosuke para apresurar el paso.

— No sé cómo pudiste rechazarlo... — murmuró Giyuu a su compañero, quien lo miró alarmado.

— Lo sé..., es un buen chico, pero hay cosas que aún tengo que resolver. No es tan fácil, ¿sabes? — respondió sobándose la nuca. — Además, a ti te gusta, ¿no? — declaró mirándolo fijamente.

— Sí — afirmó sonrojándose. Rengoku lo miraba conmovido, su amigo nunca había admitido algo así ni mucho menos demostraba sus sentimientos. — Pero lo lastimaste — reclamó, provocando que Kyojuro lanzara un suspiro abatido.

— Lo siento, estoy confundido. Cree que Akaza y yo tenemos una relación — comentó cruzándose de brazos y siguiendo a su amigo que caminaba hacia la salida.

— ¿Y no es así? Dime algo, ¿en verdad te gusta ese chico? — preguntó refiriéndose a Akaza y se frenó para mirarlo a los ojos, sobresaltando a su amigo.

— Supongo..., es decir, Akaza y yo seguimos siendo amigos pero con ciertas libertades. — confesó apenado. Giyuu lo miró sorprendido.

— Si los chicos se enteran sentirán que se les cae un héroe. Ellos te adoran, lastimosamente —

— Bueno, mi vida personal no tiene nada que ver con la profesional — se defendió. Estaba confundido sí, Akaza solía ser muy lanzado y aprovechaba a veces de sus despistes para acorralarlo. Kyojuro lo quería mucho, era su mejor amigo desde la secundaria, pero ahora estaba en una crisis contra su honor e imagen. — Es muy complejo... — suspiró.

— Está bien, pero te digo una cosa. — llamó la atención de su amigo. — Tanjirou podrá tardar en superarte, pero yo estaré ahí para él, si me necesita de algún modo lo ayudaré a hacerlo. Así que si en algún momento te pones a pensar en lo que perdiste, no vuelvas a buscarlo — Rengoku lo miró con asombro, ¿era eso una amenaza? Se sintió cohibido, ¿Giyuu lo estaba amenazando?

— Tampoco quiero perder el cariño de mi muchacho, Giyuu san. Pero no te preocupes, si lo pierdo, ya no podré hacer nada. Supongo que quedaría apoyarte, si es que lo quieres. — respondió ingresando en su auto.

— Me gustaría poder ocupar tu lugar en la mente de Tanjirou — confesó en susurro, ingresando también en el suyo. — Espero que soluciones tu problema con Akaza. — dijo mientras se ocultaba tras el vidrio oscuro de su ventana, marchándose de ahí. Rengoku solo negó con la cabeza y suspiró.

— Qué problema ser adulto. Ojalá pudiera volver a ser un adolescente... — comentó al aire a la vez que también se marchaba de ahí.

Uzui había llevado a su chico hasta su aula para tenerlo para él solo. Zenitsu se sentó nuevamente encima del escritorio de su profesor, abriendo un poco las piernas para que el albino se hiciera lugar entre ellas y así poder besarlo con más comodidad. Lo había pegado a su cuerpo, sintiendo los latidos acelerados del rubio, quien se estaba quedando sin oxigeno. Zenitsu había enredado sus dedos en el cabello plata para tenerlo más cerca y Uzui había dejado reposar sus manos en los muslos del chico, apretándolos de vez en cuando y exaltando al rubio.

Se había separado de sus labios para bajar a su cuello y empezar a probar ese terreno, sacando suspiros en Zenitsu, quien estaba con los ojos cerrados dejándose llevar por el momento. Sus mejillas estaban sonrosadas y sus labios palpitaban por estar hinchados, mientras Uzui se concentraba en dejar besos húmedos en la delicada piel del rubio yendo hasta su nuca, mordiendo sus orejas y besándolas luego. El ambiente estaba tan intenso y caliente que hasta podría palparse con las manos.

Escucharon un ruido y se separaron rápidamente. El sonido parecía provenir de fuera del aula, la puerta estaba semi abierta, Uzui recordaba que la había dejado así. Así que no había nada inusual. Zenitsu frunció el ceño y se tapó los labios tratando de regular su respiración. Supuso que el ruido debió ser de alguien de la limpieza o de otros profesores que iban pasando por allí, así como también pudo ser cualquier cosa de otros pasillos. En fin, le restó importancia.

Volvió a mirar a su sensei y recordó que tenía cosas que preguntar, pero ahora estaba jodidamente con la mente en blanco. Sabía que había dudas, no recordaba cuáles eran. Eso lo ponía nervioso de algún modo. Hasta que pensó en su amigo.

— Rengoku sensei rechazó a Tanjirou, supongo que debió contarte, ¿o no? — comentó llamando la atención del albino, quien seguía tratando de agudizar el oído para buscar la causa del ruido anterior.

— Sí..., bueno, es algo que se veía venir — dijo rascándose una mejilla. — Lo siento por tu amigo, pero creo que Kyojuro está un poco confundido. —

— ¿Confundido con qué? ¿Que no estaba saliendo con Akaza? — preguntó frunciendo el ceño, Uzui sonrió para volver a acercarse al rostro de su chico y empezar a besarle las mejillas. Zenitsu solo se encogía en su lugar por las cosquillas que le causaban esos besos.

— Sí, pero también estuvo pensando en tu amigo. Se conmueve con su inocencia y su manera de mostrar su cariño hacia él. Pero Giyuu no quiere dejarle el paso libre, así que no te sorprendas si se llegan a pelear por él — habló sin pausar con las palabras, dejando más confundido a su rubio. — Mi amor, ¿por qué eres tan bonito? — preguntó robándose un beso corto de su chico.

Zenitsu se sonrojó con intensidad y se tapó el rostro. Demonios, su profesor era demasiado cariñoso y nunca paraba de elogiarlo, ¿cómo no lo amaría? ¡Era el único, aparte de Tanjirou que solo era amistad, que lo llamaba bonito! Se sentía tan avergonzado. Uzui solo lo veía con una sonrisa. — Bueno, ehm — carraspeó. — ¿Me estás diciendo que Rengoku no está saliendo con Akaza? — preguntó haciendo una mueca de confusión, no podía comprender nada.

— Algo así. Verás, como te dije, Akaza es su mejor amigo desde la secundaria, él es un chico más osado que Kyojuro, recientemente su novia lo terminó por equis motivo, no lo sé, pero siempre fue cariñoso con Rengoku. En fin, creo que siguen siendo amigos pero con ¿beneficios? — se preguntó a sí mismo también algo mareado con su relato. — Bueno, lo que sea. No es nada oficial, eso es lo que cuenta. — terminó esperando que su chico pudiera comprender lo que dijo, porque él no se entendió a sí mismo. Zenitsu lo miró con preocupación e hizo un mohín de desagrado. Al parecer tampoco captó muy bien. No era tan bueno contando cosas cuando se sentía acalorado.

— Bien, lo único que comprendí fue que en realidad no tienen una relación oficial, eso quiere decir que Rengoku sensei está libre pero que Tomioka no dejará que se acerque a Tanjirou — hizo ademanes con las manos para expresarse mejor. Uzui ladeó la cabeza y asintió. — ¿O sea que es probable que Rengoku sensei pueda ceder ante los 'encantos' de Tanjirou? — preguntó, Uzui solo asintió con confusión, dándole la razón.

— Supongo... — murmuró aún confundido. Todo ese embrollo lo había mareado. — Somos unos chismosos — confesó para luego reír al pensar en esa idea. Zenitsu negó con la cabeza, su sensei tenía razón. Suponía que solo ellos se entrometían de ese modo en la compleja situación de Rengoku, Tomioka y Tanjirou.

— Bueno, es que nos gusta el drama — sonrió también acariciando las mejillas del albino, quien aceptó gustoso ese gesto. Uzui agarró una mano de su chico y besó su palma, sosteniendo la mirada con la de él. — ¿Y qué haces cuando llegas a tu casa? — Zenitsu quería empezar a saber todo sobre su sensei, hasta sentía que sabía más del profesor Rengoku que de él. Uzui se sentó en su asiento y se relajó.

— Pues descansar... — respondió, obteniendo una mirada insatisfecha de su chico, por lo que prosiguió — No muchas cosas, trato de relajarme con una ducha, preparo la cena y pinto algunas cosas. Busco no tener una rutina para así mantenerme entretenido. —

— Hmm, ¿cocinas? — preguntó el rubio con curiosidad y una sonrisa ladeada en el rostro.

— Algo así, no lo hago tan bien pero ya me acostumbre a envenenarme a mí mismo — bromeó provocando las risas en el rubio.

— Entonces... vives solo — habló el rubio ladeando la cabeza y mirando fijamente a su profesor. Uzui se reincorporó en su asiento y recargó los brazos sobre su escritorio, rodeando a su chico.

— Sí, en realidad no es una casa, solo vivo en un departamento — confesó sosteniendo la mirada dorada. — A veces me siento muy solo allí — infló las mejillas. Zenitsu estiró las mejillas de su profesor, quien empezaba a quejarse. — Hey, auch —

— ¿Se podría saber por qué un hombre como tú vive solo? — preguntó confundiendo al albino, quien se separó para pensar.

— ¿Como yo? ¿Cómo soy yo? — preguntó intrigado.

— Puedes tener a quien quieras, supongo — dijo bajando la mirada. Uzui ladeó los labios y resopló.

— Pero eso no siempre es así, ¿no? — respondió ganándose nuevamente la mirada de su chico. — Por ejemplo, yo te quiero a ti, pero no puedo obligarte a vivir conmigo — susurró entre sus labios, estremeciendo al rubio.

— No me refiero a eso — se apresuró en responder. — Es decir, ¿entonces no estás con nadie? — preguntó con inseguridad, jugando con sus manos. No quería inmiscuirse indiscretamente en la vida de su profesor, este podría tomarlo mal.

— ¿Por qué estaría con alguien más si te tengo a ti? Cariño, confía en mí — suplicó tomándole de las manos para besar el torso de ellas. Zenitsu se sentía apenado.

— Lo siento. Sí lo hago, solo que aún no comprendo algunas cosas... No hace falta que tú las resuelvas... solo son algunos problemas personales. — respondió con rapidez. Uzui besó su frente y lo atrajo a un abrazo.

— Sabes que puedes contar conmigo si tienes algún problema. Si tienes dudas solo dímelas, yo trataré de responder todas tus preguntas — apoyó dejando otro beso en su frente. Zenitsu solo lo abrazó con fuerza por unos segundos para luego volver a separarse de él.

— Gracias... — murmuró bajando la mirada con un leve rubor en las mejillas. Uzui asintió y se reincorporó.

— Creo que ya debemos irnos — habló con pesar. No quería despedirse de su chico, ¿debería pedirle para que salieran mañana? No sabía si era correcto. Zenitsu asintió y se bajó del escritorio para ayudar al albino a arreglar sus cosas. Juntaba los papeles que tenía sobre su escritorio y los acomodaba dentro de su portafolios. Uzui ubicaba algunos materiales en su lugar mientras su chico ordenaba la mesa.

Zenitsu frunció el ceño al encontrarse nuevamente con ese sobre rosado entre los papeles de su profesor, esta vez ya podía leer mejor lo que estaba escrito. 'Para Uzui sensei' decía con letra cursiva, acompañándolo con unos corazones. ¿Qué diablos? Se preguntó a la vez que examinaba aquel sobre, ¿era el mismo de la vez pasada? ¿Aún no lo había leído? Era obvio que era una carta, pero... llevaba la fecha de hoy. ¿Entonces era otra? Una nueva. ¿De quién? Buscó algún otro nombre en ella, pero no había nada más que el destinatario. Se giró para ver si Uzui ya había dejado de acomodar las cosas, al ver que seguía concentrados en los materiales, decidió fisgonear entre el portafolio de su profesor, buscando hoja por hoja, separador por separador con asombrosa velocidad. Abrió los ojos asombrados al encontrarse con más de cuatro sobres del mismo color, la misma letra y el mismo destinatario pero con fechas distintas. ¿Estaba recibiendo cartas de una admiradora desde ya hacía cuatro días? si no se equivocaba.

Uzui no le había mencionado nada de eso. Bueno, era normal que recibiera ese tipo de cartas, pero las otras estaban leídas... el único sobre que aún no estaba abierto era el del día de hoy. ¿Por qué guardaba todas esas cartas? ¿Recibían respuestas? Zenitsu dibujó un 'oh' en sus labios, ¿podrían ser unas cartas de respuestas? Primero antes que nada, ¿por qué con cartas y no con mensajes? Estaba muy confundido. Escuchó que su sensei se acercaba a él y decidió guardar una de esas cartas dentro de su bolsillo esperando a que Uzui no se diera cuenta de ello. No sabía si estaba mal husmear de ese modo en las cosas de su profesor, pero sentía curiosidad. Se sentía con el derecho de saber esas cosas si eran casi pareja, ¿no? No estaba mal. Se afirmó a sí mismo. Cerró de golpe el portafolio de su profesor y se giró con una sonrisa forzada en el rostro para encararlo. El albino lo miró con la ceja levantada.

— ¿Pasó algo? — preguntó con confusión a la vez que agarraba sus cosas. Zenitsu negó con la cabeza y desvió la mirada. Uzui lo miró con recelo, inclinándose hacia su rostro. El rubio infló las mejillas y lo miró molesto.

— ¿Qué? — preguntó con el ceño fruncido. Uzui solo sonrió y lo tomó de la mano para estirarlo hacia la salida.

— Te llevo a tu casa — habló mientras seguía estirando al rubio. Por suerte ya no había nadie por los pasillos, por lo que podía tomarlo de la mano con libertad. Zenitsu estaba en silencio y se dejó guiar por su profesor. Ya era algo tarde, sus amigos se habían ido, Kaigaku también, así que no estaba mal que Uzui lo acercara a su casa. Ingresaron al auto y emprendieron marcha.

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