Capítulo XX

Zenitsu sentía que su corazón saldría de su pecho en cualquier momento. Recordar su encuentro con el profesor lo hacía sonreír como un tonto, y es que el profesor le había pedido disculpas, ¿podría ser... ? Escondió su rostro en su almohada, sentía tantas cosas al mismo tiempo. Era una explosión de emociones, se sentía bien. ¡Le pidió perdón! ¡Demonios! El rubio rodaba sobre su cama con una sonrisa boba en el rostro. 

No había encontrado su dibujo, pensó que tal vez lo tiró cuando aún se encontraba enojado con él. Le había restado importancia, pero ahora sentía que las cosas no encajaban. ¿Podría ser que su abuelo lo haya visto? Ugh, eso no sería bueno. ¿Kaigaku tal vez? ¿Para qué lo querría? ¡No importaba! ¡Haría un nuevo dibujo! Pensó que sería buena idea tener una foto de su profesor..., ¿debería pedirle una a sus amigos? ¡Se burlarían de él! Entonces debería tomarle una fotografía a su profesor sin que este se diera cuenta. Era pan comido.

Entre sus pensamientos, se acordó de la tarea que Rengoku sensei los había dejado. ¿En serio tendría que hacer un ensayo sobre esa película? Haría un ensayo hablando de lo incómoda que fue. Eso sí, ¿cómo pudo mostrarles ese tipo de filme? ¿Por qué no solo puso 300 o el pianista? No quería pensar que el profesor tendría ciertos fetiches... qué pensará Tanjirou. Ni Uzui se había atrevido a tanto. 

Recordando esa película, fue inevitable pensar en las escenas explícitas que había. Dejó que su imaginación volara y que Uzui sensei se instalara en su mente. Cerró los ojos con fuerza al sentirse más mareado y acalorado. Con solo imaginar a su profesor del mismo modo que los personajes de aquella película, haciendo lo mismo, lo hacía jadear y empezar a sudar. Bajó su mano en su parte baja, tocándose los muslos, imaginando que se trataban de las manos de su sensei. Subió a su entrepierna y apretó esa zona que estaba tan dura. Maldijo entre jadeos y se estremeció al tener claras imágenes en su mente. Las manos largas, aquel fornido cuerpo, aquella mirada felina... Inosuke tenía razón, era un precoz...

¿Ahora cómo podría ver a su sensei? Se enfadó consigo mismo.

La mañana llegó solo para causar un dolor de cabeza al rubio. Le había prometido a Tanjirou que a partir de hoy iría a las clases de Uzui nuevamente. Se reprendió por haberse dejado llevar por sus pensamientos la noche anterior, ahora tenía un rubor que no salía ni con el más pálido color de maquillaje. Kaigaku no hablaba mucho, y lo agradecía. No estaba de buenas para hablar con alguien, se sentía demasiado avergonzado. Esperó a que sus amigos llegaran, pero antes fue abordado por Tomioka sensei, quien le amenazó para que deje de teñirse. Zenitsu solo pudo fruncir el ceño, el profesor era un cabeza dura. Tal vez debería hablar con Uzui para tranquilice a su amigo. 

Cuando Tanjirou e Inosuke llegaron, se dispusieron a empezar con la rutina de siempre. Esta vez el rubio iría por las clases que anteriormente mandaba a Tanjirou a petición de este. La verdad estaba demasiado somnoliento que no paraba de bostezar. Se venía un largo e incómodo día. Solamente tendría que evitar hacer charla con el profesor y ya...

— ¡Agatsuma san! — llamó alargando las palabras. Al parecer estaba muy animado al ver al rubio ingresando a su aula. — Parece que aún no despertaste, ¿soñaste conmigo o qué? —  Eso fue suficiente para que Zenitsu se despertara de golpe, sobresaltándose al verse descubierto. 

— ¡¿Qué demonios, profesor?! — exclamó abriendo los ojos sorprendido, sintió nuevamente las mejillas palpitantes teñidas de rojo. Giró la cabeza a los costados para fijarse si había alguien más. — ¿Qué es lo que te sucede? — lo miró con fastidio. —¡Ten! — lanzó la carpeta al escritorio del profesor desde una distancia considerable. Desconfiaba de lo que podría pasar si estuviera más cerca. 

Uzui mandó la cabeza hacia atrás y se cruzó de brazos para volver a mirarlo. Este chico era un insolente. — Al parecer no estás de buenas, ¿hay algún día en que estés de buenas? — preguntó con el ceño fruncido. — O es que acaso no dejas de pensar en mí, lo que podría provocarte un insomn... — no pudo terminar por recibir un golpe en el brazo.

— ¡Usted es el que me insinúa cosas! ¿Cómo quiere que esté? ¡Estamos en la escuela! — Zenitsu ya no sabía qué decir, se sentía sofocado por el calor que estaba sintiendo en el momento. Su profesor no ayudaba con las palabras. 

— Tienes razón — asintió sentándose en su escritorio. — Me emocioné, hace tiempo que venías a visitarme. — confesó con una sonrisa socarrona. 

— ¡Nos vimos ayer! Maldición, ¿en qué momento se tomó tanta libertad...? — el rubio se masajeaba el rostro. — Bien, ya me voy. — se despidió al ver que los alumnos empezaban a llegar. 

— Hasta luego, Agatsuma san. Nos vemos en la salida — se despidió entre risas. El rubio salió con prisa de ahí, no se esperaba tal recibimiento del profesor. 

Se apresuró para llegar a clases de matemáticas a tiempo, esquivando a cada niño estúpido que se ponía en su camino. Se había prometido no hacerle charla al profesor, pero al parecer era inevitable. Debió ignorarlo. Ahora podría ganarse una regañina por parte de Sanemi sensei, se había tardado más de lo que esperaba. 

Sus amigos lo estaban esperando en clases, Zenitsu les había recomendado que luego de entregar las carpetas, se fueran directamente al aula, así se evitaban cualquier problema. Así que ahí estaban, sentados aparentando prestar atención al profesor de matemáticas.

— Te tardaste demasiado otra vez. ¿Por qué será que siempre que te encuentras con Uzui sensei te tardas siglos en volver? — preguntó Inosuke con burla, le divertía ver cómo predecía el futuro de sus amigos.

— Shh — quiso callar el rubio. — No estaba en mis planes. — comentó en susurro para no molestar a Sanemi sensei. La clase pasó muy rápido, a pesar de los constantes bostezos que andaba lanzando. 

— No entiendo nada, le pedí a mi mamá que me ayudara con la tarea de mates y lo hizo, al igual que el idiota de Doma. Bueno, el caso es que hicieron toda mi tarea, pero igual saqué cero... — Inosuke miraba con confusión la tarea del cual estaba muy orgulloso horas atrás. — Creo que ese profesor quiere pelea... —

— No eres el único que tuvo mala nota, Inosuke — Tanjirou estaba decepcionado de su nota. Se había esmerado tanto en hacer la tarea, que ahora solo recibía un cinco. Sin dudas, también tenía ganas de matar al profesor. — Creo que el profesor nos tiene manía. — opinó.

— Si es así, hay que pegar a Genya — respondió un Inosuke decidido.

Zenitsu estaba con los ojos cerrados, se sentía tan cansado. Tenía mucho sueño y lastimosamente la siguiente clase era de educación física, consideraba la idea de saltarse esa clase o tal vez mentir y decir que estaba enfermo..., pero con el profesor Tomioka todo se complicaba más. — Yo ni siquiera tengo puntaje — se unió a sus amigos.

— ¿Acaso te atropelló un auto o qué? —  Inosuke se extrañaba del comportamiento del rubio. Se lo veía muy dormido. 

— Solo no me siento lúcido, ¿sí? ¿Sabes? Hay días en que uno solo quiere dormir. — respondió el rubio sin ganas, entornando los ojos. 

— No hiciste la tarea, ¿pasó algo en casa? — preguntó Tanjirou con preocupación. El rubio le restó importancia haciendo un ademán con las manos.

— No pude hacerlo, estaba en otras cosas... — murmuró desviando la mirada. Si bien, tuvo todo el tiempo del mundo para hacerla, pero se acordó del ensayo de la película antes de esa tarea. Ahora perdía puntajes por culpa de su profesor. Hizo una mueca e ingresó al gimnasio arrastrando los pies. — ¿Habrá alguna forma de convencer a Tomioka sensei para que me deje libre? — preguntó a sus amigos.

— Tomioka sensei te odia — respondió Inosuke directamente, recibiendo las miradas alarmadas de sus amigos. 

— ¿Por qué lo crees? — preguntó el rubio boquiabierto. Tal vez tenga razón, pero no esperaba escuchar eso tan repentinamente. 

Inosuke asentía con la cabeza e hizo una mueca — lo creo porque es así — dijo mientras empezaba a cambiarse. 

— Entonces no tengo salida... — Zenitsu solo quería acurrucarse en el suelo y dormir. No debió presentarse a clases. Ya perdió puntos en matemáticas, ¿ahora perdería puntos en educación física? — ¿Y si nos escapamos? — preguntó con ilusión y con una mirada de súplica a sus amigos. 

— No creo que sea buena idea... — Tanjirou suspiró, sentía que su amigo le estaba contagiando sus deseos de dormir. — El profesor Tomioka no cederá tan fácil. —

El rubio rodó los ojos, al parecer no tenía salida. Se dirigieron a las gradas para esperar al sensei y a aprovechar ese corto tiempo que tenían para descansar un poco. Inosuke se encontraba tumbado boca abajo, mientras que Zenitsu se encontraba con la capucha del uniforme puesta, colocándose unas gafas de sol para disimular que no estaba durmiendo. Lo llamaban el ilusionista. Tanjirou se veía un poco más resistente al cansancio y saludó a Genya, quien iba acercándose.

— Al parecer la juventud no es tan divertida para nuestra generación. — comentó mientras se sentaba al lado de Tanjirou. 

— Bueno, es la escuela la que nos jode la juventud — respondió Tanjirou bostezando. — Tu hermano me puso un cinco en la tarea. —

— A mí me puso un cero — Genya hizo una mueca. — No considera el hecho de que soy su hermano... — ladeó la cabeza. El profesor Tomioka iba llegando y Tanjirou se había apresurado en despertar a sus amigos antes de que el sensei lo haga a la fuerza. — Tomioka san es muy cruel también... —

Zenitsu se levantó a regañadientes, ¡no quería quedarse en clases de Tomioka sensei! Consideraba la idea que era mejor aprovechar ese tiempo para seguir con el plan de conquistar al profesor Rengoku en vez de tener clases de educación física, pero su amigo era tan responsable. ¡También pensó en que podría ir a la clase de Uzui sensei! Se quedaría allí hasta que terminara la hora..., suponía que él no lo delataría frente a la dirección. Pensando en todo eso, se olvidaba que era prefecto. Rodó los ojos y caminó hacia su grupo.

El  profesor había evitado realizar los estiramientos en pareja, al parecer aún no había superado aquella escena que tuvo con Tanjirou, por lo que solo lo hacían de a uno. Tenía un tremendo dolor de cabeza, pero sabía que eso no sería excusa suficiente para que el sensei lo dejara salir. Al menos parecía estar de buenas, ya que no estaba reprochando a nadie. Zenitsu aún se había quitado la capucha e Inosuke tenía marcas en todo el rostro debido a la mala posición en que había estado durmiendo. 

Como siempre, los moretones y las raspaduras no faltaban, tampoco las lágrimas y los sollozos frente al espejo mientras uno se acomodaba el cabello. Luego de un arduo entrenamiento con las horribles pelotas que solían ser un juego muy bruto, finalmente pudieron terminar con la clase. El profesor estaba benevolente  hoy, y los dejó salir un poco más temprano, tiempo que usarían para idear nuevos planes para la misión. 

— Y bien, podrías ir a hacerte de la víctima al profesor Rengoku. Así tal vez te consuele. — sugirió Inosuke a la vez que comía copiosamente unos fideos instantáneos. 

— O tal vez podrías decirle que se murió tu mascota... — propuso el rubio.

— Podrías mostrarte decepcionado y muy triste por tu tarea de matemáticas, así se acercaría a ayudarte y regañaría a mi hermano. — Genya se unió a la lluvia de ideas.

Tanjirou estaba más mareado que antes. Sus amigos no daban respiro para pensar bien. Hizo una mueca y se sobó la frente. — Podemos saludarlo y ya. —

— ¡Hecho! — Inosuke se levantó con rapidez y estiró a sus amigos para ir a buscar al sensei. Pasearon por todos los pasillos, aula por aula, lo buscaron en la sala de profesores, pero no había nadie allí, así que fueron a la cafetería.

— Supongo que ya se habrá ido — comentó el de cabellos burdeos con inseguridad. — Podríamos dejarlo para mañana. —

— ¡No! ¡Es aquí y ahora! ¡It's now or never! — exclamó Inosuke, quien ya había encontrado a su objetivo. Estaba más cerca de lo esperado, por lo que no midió a tiempo y lanzó a su amigo hacia el profesor, haciendo que choque con la espalda de este. Zenitsu estaba boquiabierto al igual que Genya. Inosuke era demasiado impredecible. 

Rengoku se sobresaltó al sentir aquel golpe en la espalda, girando a tiempo para atajar a su alumno. — ¡Kamado san! ¿Te encuentras bien? ¿Qué sucedió? — llenó de preguntas al chico que ni siquiera sabía las respuestas. 

— ¡Rengoku sensei! ¡Cuánto lo siento! —  se disculpó incontables veces, mientras sentía ese calor en las mejillas al estar consciente de la posición en la que se encontraba. ¡Su sensei lo tenía en brazos! ¿Era momento de desmayarse? Su expresión asustó a su profesor, por lo que actuó rápido y lo llevó a sentarse. 

— ¿Quieres que te lleve a la enfermería? ¿Qué es lo que sientes? — nuevamente invadiendo con sus preguntas sin respuestas. Tanjirou quería retenerlo más tiempo, ¿pero qué haría? Ni se había dado cuenta de que el profesor no estaba solo, por lo que se sintió apenado al ver a aquel chico detrás de su sensei. 

— E-es que... se murió mi cobayito... — mintió para seguidamente empezar a sollozar. Rengoku se alarmó al ver el estado de su alumno así que buscó la mirada de los amigos de Tanjirou, quienes solo se encogieron de hombros. 

— Así que era eso, ¿es por eso que estás así? — preguntó con pesar. A él también se le había muerto el gato recientemente, así que comprendía el dolor de su alumno. Akaza, quien estaba detrás de Rengoku solo entornó los ojos y se cruzó de brazos para ver la dramática escena. — No te angusties, Kamado san. Esas cosas suceden, mi gato también se fue hace unos meses atrás. — consoló a su alumno acariciándole la espalda.

— Pero, pero es que ayer estaba tan vivo... — habló entre hipidos mientras exageraba su tristeza por la muerte de su mascota que en realidad nunca existió. Aprovechó el momento y se recostó sobre el pecho de su sensei. 

— Ya, mi muchacho, pasará... — Rengoku había empezado a acariciarle el cabello, abrazándolo. Tanjirou se sentía tan feliz que lloraba con más intensidad, haciéndole creer a su sensei que era por aflicción. — Vas a superarlo y eso te hará crecer como persona. Solo debes recordar los buenos momentos que tuviste con tu cobayito. — consoló ante el asentimiento de su alumno, quien se pegaba más a él, buscando esconder su rostro en el cuello de su sensei.

Inosuke miraba la escena con una sonrisa triunfal, mientras que Zenitsu y Genya seguían boquiabiertos. — Ese es mi amigo — el de hebras azuladas quiso aplaudir la gran actuación de Tanjirou. Se secó una lágrima de orgullo que iba bajando de su ojo. El rubio no podía creer lo osado que resultó ser su amigo. Miraba con asombro y las expresiones ya no cabían en su rostro. Se había fijado que aquel chico, Akaza, seguía allí, esperando a que la dramática escena llegara a su fin. 

Entre hipidos Tanjirou creyó que ya fue suficiente, había aspirado todo el aroma de su sensei dejándolo satisfecho. Se separó de su profesor con lentitud, sintiendo la cercanía de su rostro. Decidió rozar su nariz sobre la mejilla de su sensei, porque sabía que esta podría su única oportunidad de estar de ese modo con su sensei. No desaprovecharía nada. Rengoku dio un respingo al sentir la fría nariz de su alumno sobre su mejilla y se ruborizó en el acto, dejó de respirar hasta que el chico estuviera completamente despegado a él. 

— ¿Ya estás mejor? — preguntó con preocupación mientras se rascaba la mejilla con un dedo. Ante el asentimiento de su alumno, decidió continuar. Se sentía enternecido al ver el rostro lloroso y los ojos brillantes de su estudiante. — Espero que te mejores, y recuerda mis palabras. — confortó, colocando una mano sobre la cabeza del chico para empezar a acariciar su cabello. Se levantó y se despidió de él, ofreciéndole su ayuda por si necesitaba cualquier cosa y siendo seguido por ese chico de último año.

Tanjirou estaba más que satisfecho. 

— ¡Pero qué travieso resultaste ser! ¿Eh, Tanjirou? — Zenitsu se acercó rápidamente a él. — Quién iba a pensar que inventarías cosas como esas... — la causaba demasiada gracia aquella reciente escena, aunque se sentía un poco mal por el profesor Rengoku al verse utilizado de ese modo.

— Qué bien que te ensené a actuar —  Inosuke se inflaba de orgullo. — Pero no me esperabas que utilizaras de ese modo al profesor. — comentó haciendo que Tanjirou se sintiera un poco mal por eso. — Pero ¡Patrañas! ¡Es hora de celebrar! ¡Fue todo un éxito! — exclamó con efusividad.

— Vaya, quién lo diría — Genya los veía con diversión y no pudo contener su risa. — Kyojuro san se veía tan conmovido —

— Verdad que sí... —  comentó Tanjirou apenado. — Me hace sentir un poco mal, ¿lo utilicé? — preguntó con preocupación.

—  ¡Eso no importa! — exclamó Inosuke. — Lo que importa es que te restregaste como una perra. — Zenitsu le dio un golpe al escuchar esas últimas palabras, pero no podía retener las risas que salían. 

— El profesor Rengoku es muy lindo... —  murmuró Tanjirou, volviendo a recordar aquel abrazo muy pegado. Tenía un olor exquisito y una piel tan suave. Quiso llorar nuevamente al recordar que pudo rozarle la mejilla. — Chicos, me siento muy bien. — declaró. 

Todavía tenían trabajo que hacer, por lo que se despidieron de Genya para ir en busca de las carpetas. Se notaban más animados y el sueño se había ido por completo. Zenitsu tenía una sonrisa divertida en su rostro, se sentía tan feliz por su amigo que por poco no iba dando saltitos por los pasillos. — Come on, come on, turn a little faster — iba tarareando una canción mientras se dirigía a buscar las carpetas. —Come on, come on, move a little closer — recogió la carpeta que había dejado la profesora Kanae. — Come on, come on, we were once upon a time in loveee — 

— We're accidentally in love — continuó el profesor al escuchar a su chico cantando mientras ingresaba al aula. Zenitsu se sobresaltó y frenó en seco. Se había olvidado de entrar con más discreción a la clase. Se acercó a su profesor, quien estaba con un espejo en una mano y con un pequeño pincel en la otra. — Hey — llamó con una sonrisa. — Ya estás de buenas, parece. —

Zenitsu lo observó con curiosidad y esperó a que el profesor le entregara la carpeta. — Sucedieron cosas — comentó sonriendo nuevamente. Uzui se reincorporó y lo miró fijamente. Frunció el ceño y preguntó. 

— ¿Qué tipo de cosas? ¿Qué pudo haber pasado para que estés tan alegre?  —  se cruzó de brazos esperando la respuesta de su alumno. 

— Cosas... — Zenitsu también se cruzó de brazos, ¿acaso su sensei le estaba exigiendo explicaciones? — En fin, ¿me entrega la carpeta? — solicitó extendiendo la mano. Uzui entornó los ojos. 

— Primero, ¿me podrías ayudar a pintarme el ojo? — pidió reacomodándose en su asiento y agarrando un potecito de pintura. — Necesito pintarme el ojo izquierdo, supongo que ya te habías dado cuenta. — dijo refiriéndose a aquella mancha de pintura que siempre llevaba. 

— ¿Y cómo te lo hacías antes si nadie te ayudaba? — preguntó el rubio, accediendo a esa petición. Se acercó un poco más a su profesor y decidió sentarse sobre el escritorio para trabajar mejor. 

— Bueno, lo hacía solo, pero ahora te veo y quiero que me ayudes — confesó pasándole el potecito de pintura roja. — ¿Puedes hacerlo? Es decir, ¿te sabes cómo es? — preguntó descansando sus manos sobre su escritorio, rodeando al chico en su lugar. 

— Supongo que si te dijera que no lo sé igual dejarías que lo haga — respondió colocando el pincel sobre sus dedos, bajó la mirada para verlo a los ojos. Se sonrojó al darse cuenta en la situación en la que se encontraba, ¿en qué momento...? 

— Bien — su sensei le regaló una sonrisa socarrona — hazlo — pidió cerrando los ojos para dejar que el rubio empiece con su labor. 

Zenitsu se había puesto nervioso, no esperaba tal cercanía de su sensei. Sentía que no podía moverse de su lugar, pues las manos de su profesor estaban acorralándolo. Carraspeó y empezó a mojar el pincel. — No sé para qué necesitas tener esa mancha en el ojo, ¿es alguna cábala? — tanteó mientras empezaba a pintar una delgada línea sobre el párpado de su profesor. 

— Es mi estilo, me siento bien con esa 'mancha' que dices. Así soy más extravagante — habló con una media sonrisa al sentir el suave pincel sobre su ojo. Zenitsu decidió no responder, para poder concentrarse en su trabajo. Dibujo tres delgadas líneas sobre el párpado superior y les colocó unos pequeños puntos a cada una. Empezó a hacer lo mismo con la parte inferior. — Te confieso algo... —

— Tú siempre tienes algo que confesar... — murmuró sacando una risa del profesor. Se contagió y también sonrió. Empezó a rellenar las líneas para hacerlas más notorias, por lo que no tenía de otra que sostener el rostro de su profesor con su mano libre, para evitar arruinar su trabajo. 

— ¿Te acuerdas cuando hablamos sobre tu amigo y Kyojuro? — preguntó ensanchando más su sonrisa al sentir la fría mano de su alumno sobre su mejilla.  

— Hm — respondió el rubio demasiado concentrado, ladeando el rostro de su profesor. 

— Pues, creo que a Kyojuro podría gustarle otra persona... No estoy seguro, pero lo veo mucho con otro chico — confesó. Abrió los ojos al ver que su chico había pausado con su trabajo.

Zenitsu había soltado el rostro de su profesor y quedó estático en su lugar. Pestañeó y frunció el ceño. Su mente estaba en blanco..., eso no podría ser posible. — ¡Eso duele! — exclamó con una mueca de desagrado. 

Uzui entrecerró los ojos, ¿podría ser posible? Empezó a echar humos e infló las mejillas, parecía un niño de cinco años haciendo berrinche, eso dejó más impresionado al rubio. — ¿Acaso a ti también te gusta Kyojuro? — preguntó con fastidio. 

El rubio abrió la boca y la volvió a cerrar, pensó por unos segundos y sonrió de lado. — ¿A quién no le gusta el profesor Rengoku? Por cierto, ¡es imposible que le guste otra persona! ¡No lo acepto! — refunfuñó al recordar lo ilusionado que estaba Tanjirou con él. 

— ¿Ah, sí? ¡Pero le gusta otra persona! ¡No puedes prohibirle que le guste quien él desee! — exclamó Uzui igual de molesto. — Por cierto, deja eso. Pediré a mis chicas que sigan con tu trabajo. — pidió mientras extendía su mano para que el rubio le devolviera el pincel.

Zenitsu tuvo un tic en el ojo y se enrabietó más. Agarró con fuerza el rostro de su sensei y empezó a garabatear sobre sus mejillas. Mojando con más pintura aquel pincel e ignorando los empujones del profesor. — Conque tus chicas, ¿eh? ¡Pues pídeles que te borren esto! — exclamó con furia mientras seguía garabateando y llenando de pintura el rostro de Uzui.

— ¡ZENITSU! — Uzui trataba de zafarse, era obvio que tenía más fuerza que el rubio, pero no quería lastimarlo. Trató de detener las revoltosas manos de su chico, por lo que pensó que sería buena idea hacerle cosquillas sobre su vientre. El rubio, finalmente, apartó sus manos del rostro de su sensei y empezó a reír con ganas hasta sentir agonía. 

— ¡YA! ¡Maldición! — trató de separar las manos de su sensei. Ahora se encontraba derramando lágrimas a causa de la pinchazón que sentía en el vientre. Entrelazó sus dedos con los del profesor, deteniendo así su posible y pronta muerte. — YA — suplicó de nuevo.

Uzui aún no borraba la sonrisa en su rostro, ahora estaba más cerca de su alumno y se sentía bien tomarlo de la mano. Sabía que probablemente estaba con una apariencia lamentable debido a ser usado como lienzo para descargar la rabia, pero no se sentía molesto. Dejó que sus manos descansaran entre las del rubio y lo miró con diversión. — Te confieso otra cosa — tanteó.

— Tú solo suelta el chisme — respondió Zenitsu, quien trataba de disipar aquel dolor en el vientre.

— Puede ser que Kyojuro san no esté detrás de tu amigo, pero otro profesor sí lo está. — soltó, sorprendiendo a Zenitsu, quien no tardó en preguntar.

— ¿Quién? —

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top