Capítulo XVII

— ¿Ideas para enamorar a Rengoku sensei? Se aceptan sugerencias. — Zenitsu se había colocado frente al pizarrón luego de que todos hayan salido al receso. Con una tiza en manos, escribió el nombre de Rengoku sensei y de su amigo en la pizarra.

Inosuke levantó el brazo y el rubio le cedió la palabra. — ¿Y en dónde dejamos a Tomioka sensei? — desde aquel evento vergonzoso no dejaba de pensar en que tal vez al profesor de educación física le guste Tanjirou. Su amigo entornó los ojos y el rubio le lanzó una tiza. 

— ¡No estamos hablando de él! Maldición, Inosuke. ¿Alguna otra sugerencia que no implique a Tomioka sensei? — preguntó. Solamente estaban los tres, pero actuaba como si fueran un club. —  Ya que nadie responde, yo presento mis ideas. — carraspeó y empezó a escribir sobre la pizarra. 

— Supongo que primero tenemos que saber qué cosas le gustan a Rengoku sensei — opinó el de hebras azuladas a la vez que comía su cereal. Zenitsu le dio la razón por primera vez en la vida e Inosuke se infló de orgullo. 

— Tienes razón. —  dijo señalando a su amigo. — Ahora, ¿qué le gusta a Rengoku sensei? Yo creo que el café — se respondió a sí mismo a la vez que escribía en la pizarra. Asintió con la cabeza y continuó — Deberás prepararle café — se dirigió a Tanjirou que se encontraba en silencio, recargado sobre su escritorio.

— No creo que sea buena idea... — habló desanimado. Desde que conoció a Akaza, empezó a verlo más tiempo con Rengoku sensei. 

— ¡Patrañas! — exclamó el rubio. — Otra cosa, se me ocurrió una idea. — habló con inspiración. — Ya que tu familia trabaja en una panadería, ¿por qué no le traes panecillos todos los días? Tal vez se sienta halagado y te corresponda. — sugirió con estrellitas en los ojos.

— Cierto, estomago lleno, corazón contento — Inosuke usó su lógica. — O tal vez podría robarle un beso. Al menos podrás probar sus labios si es que luego te rechaza. — comentó haciendo movimientos con las manos. 

— ¡Hey! No hablemos del rechazo. — Zenitsu se negó a esa idea. 

Tanjirou se había sonrojado de sobremanera. ¡Claro que quería besar a su sensei! Pero no quería asustarlo. — ¡Eso es demasiado! — respondió con prisa. — aunque quisiera prob... ¡Lo de los pastelillos es buena idea, supongo — respondió con inseguridad.

— ¡Hecho! Ese será el primer paso. — Zenitsu se apresuró en cerrar con las propuestas del día, ya que los alumnos iban volviendo del receso. — ¡Traerás panecillos! ¡A partir de mañana empieza nuestra misión 'conquistar al profesor'! — exclamó con emoción, siendo escuchado por sus compañeros que iban llegando. Tanjirou se levantó y con una asombrosa velocidad, empezó a borrar el pizarrón, llevándose a Zenitsu devuelta a su asiento. 

Ya había pasado una semana desde que Zenitsu empezó a evitar a Uzui sensei, mandando a sus amigos para que estos se encargaran de entregar las carpetas a su sección. Había confesado a sus amigos el porqué actuaba de esa forma, y le comentó detalladamente la situación en la que lo había encontrado. Inosuke se había molestado porque dijo que confiaba en el profesor, y se comprometió a golpearlo la próxima vez que lo viera. Tanjirou se sintió mal por su amigo, se veía muy ilusionado al principio, él también pasaba por lo mismo. Había hecho prometer a Inosuke de que no atentara nada contra el profesor, este aceptó pero declaró que si perdía el control, no sería su culpa. 

Se quedaron en silencio cuando el profesor ingresó al aula, Tanjirou tenía una sonrisa nerviosa y Zenitsu estaba muy animado. Inosuke estaba tranquilo en su asiento y con una media sonrisa en el rostro, le causaba gracia que su amigo estuviese flechado por el sensei. 

— ¡Hola, chicos! ¿Cómo están? — saludó Rengoku sensei con entusiasmo. — ¡Hoy veremos una película! La tarea será hacer un ensayo sobre ella y me la entregarán en la próxima clase. — empezó a colocar el proyector con la ayuda de Tanjirou, quien se ofreció antes de que el profesor pidiera ayuda. Era muy hilarante que ningún profesor supiera utilizar los proyectores. ¡Siempre libraban una batalla! Tanjirou aprovechaba cualquier situación para rozar su mano con la del profesor, y acercarse más a él. Rengoku sensei se veía un poco nervioso por la cercanía de su alumno, pero no borraba su sonrisa del rostro a pesar de la confusa expresión que llevaba. 

— ¡Bien! Hoy veremos la película de Alejandro Magno — dijo para iniciar con la cinta, apagando la luz antes de ubicarse en su escritorio.

Lo que no esperaban sus alumnos era que esa película fuera muy extensa y lenta. El trío se había incomodado con las escenas explícitas que habían. ¡Se veía de todo! ¡Hasta había relaciones entre hombres! Tanjirou y Zenitsu estaban como un tomate, a la vez que se encogían en sus asientos. Inosuke se había asqueado al pensar en lo que podían estar imaginando sus amigos. 

— Vaya, qué intenso... — opinó Tanjirou cuando la película ya había terminado.

— ¿Y de qué demonios vamos a hablar en nuestro ensayo? — Zenitsu se espantó. No quería admitir que se sentía acalorado. 

— De porno gay — respondió Inosuke, quien veía con diversión a sus amigos. — Hey, ustedes se inspirarán mucho. — Tanjirou y Zenitsu le dieron un leve golpe con el cuaderno. — JA, tal parece que el profesor quiere que empecemos a descubrir cosas nuevas... —comentó con burla.

El rubio aún no podía disipar aquel calor que lo envolvía. Las escenas solo servían para alimentar su imaginación. Le fue imposible pensar en esas cosas y en el profesor Uzui. Decidió pedir permiso para ir al baño, a ver si lograba bajar la fiebre que tenía. 

Se encaminó rumbo a los sanitarios, con las manos en los bolsillos. Dejó que su imaginación se haga lugar en su mente con más libertad. Ahora se sentía mucho más acalorado. Frunció el ceño y sintió el rubor en sus mejillas. Detuvo sus pasos al ver al dueño de sus pensamientos aproximándose a él. ¿En qué momento fue que apareció? Zenitsu se alarmó y miró a los costados, no había lugar para esconderse. ¡Y este aparece en el momento menos oportuno! Cada vez estaba más cerca, podía ver esos ojos violetas más intensos que antes y esa sonrisa ladina ensanchándose en su rostro. El rubio desvió la mirada y decidió continuar caminando, no lo miraría a los ojos, solamente pasaría a un costado sin saludar. Sí, era una buena idea, pero sus manos empezaban a temblar y su corazón aceleraba su pulso. Bajó la cabeza y pasó a un costado del profesor, quien se había girado para ver al chico con intención de saludarlo. 

Zenitsu ingresó al baño con prisa y abrió el grifo para empezar a enfriar su rostro con agua congelada. Porque sí, el agua que tenían a disposición estaba congelada, pero no servía para tomar, lastimosamente. Se recargó sobre sus brazos y observó su reflejo. Su rostro aún seguía rojo. Sentía las lágrimas bordeando sus ojos, y sollozó. No era posible que no aguantara esas cosas. Si bien, seguía descubriendo cosas nuevas, pero él era muy sensible. Recordar al profesor Uzui le provocaba ese calor intenso. En su pecho, en su cabeza y en todo su cuerpo. Quería verlo de nuevo. Tenía la necesidad de escuchar su voz y de ver su intimidante mirada sobre él. Tomar su mano nuevamente, ya sea para pintarle las uñas o para sentir lo frío que solían estar. 

Inhalo profundo y salió del baño. No supo cuánto tiempo pasó pero se dirigió a su aula, esperando a que Sanemi sensei aún no haya ingresado. Bien, culparía a Rengoku sensei por la crisis que tuvo. 

Tanjirou e Inosuke lo miraban con preocupación, el rubio se había tardado más de la cuenta, ¿le habrá pasado algo? No pudieron ir a verlo porque apenas se fue el profesor Rengoku, Sanemi sensei ya estaba allí. Empezaron con la clase de matemáticas, al parecer era el único que había sentido ese calor abrasador, por lo que miró con fastidio a su amigo Tanjirou. —Este precoz — juzgó Inosuke con diversión.

La hora de la salida llegó más rápido de lo que esperaban, ninguna clase destacó luego de la de Rengoku sensei. Ya habían hecho planes de que a partir de mañana comenzarían con el plan para ayudar a Tanjirou, así que con eso, se prepararon para volver a casa. Antes tenía que cumplir con sus deberes como prefecto. Ya había pasado tiempo de que asumió el cargo, y aún no recibía queja alguna del director Ubuyashiki. Eso era una buena señal, suponía. 

Aún no sentía preparado para ver a Uzui sensei, menos ahora. Todavía no era tiempo de ir a buscar la carpeta en su clase, seguía molesto con él. Tanjirou se encargaba de ir a buscar en su clase, porque Inosuke era un peligro. Su otro amigo tenía más paciencia aunque también se molestaba cuando encontraba al sensei con otras estudiantes, no podía esconder su enfado, por lo que el profesor se daba cuenta de su aura enfurecida. Solo le entregaba la carpeta, preguntándole antes por el estado en que se encontraba el rubio. Tanjirou terminaba sintiéndose mal por el sensei, parecía que le importaba su amigo. 

— Kamado..., ¿puedo pedirte un favor? — Uzui rompió el silencio, llamando la atención de el de cabello burdeos. El profesor se encontraba recargado sobre su escritorio, con la cabeza baja. 

— ¿Sucede algo, profesor? — preguntó Tanjirou desde la puerta. 

— ¿Puedes dejar que Zenitsu vuelva a entregarme o llevarse la carpeta? — preguntó con inseguridad. Dio un carraspeo y se reincorporó. Por alguna razón le costaba hablar correctamente. — Es decir, ya no lo veo... no es que quiera verlo — se reprendió mentalmente ante su tartamudeo. — ¿Por qué me ignora? — preguntó al parecer un poco desesperado. 

Tanjirou se sobresaltó al ver la actitud de su profesor, ¿en verdad le interesaba Zenitsu? Oh, vaya. No pudo evitar sonreír enternecido, pero luego se acordó de lo libertino que solía ser su profesor. Carraspeó y levantó el mentón. — Le sugeriré que vuelva a su clase... y respondiendo a tu pregunta, creo que eso debería tratarlo con él. Es decir, ¿usted cree que lo ignora? — tanteó manteniendo la mirada fija en las reacciones de su profesor.

Uzui metió sus manos en los bolsillos de su chaqueta y desvió la mirada. — Trataré de solucionar eso si él vuelve a llevar mi carpeta — respondió fijándose en la pizarra. 

— Como le dije, voy a proponerle que vuelva, pero ya depende de él. — sentenció. Hizo una reverencia y se despidió de él — Nos vemos, profesor. Trate de solucionar su problema con mi amigo. — aconsejó. Uzui lo vio irse y suspiró. Tomó sus cosas y decidió salir para encontrarse con sus amigos.

— ¿Ya solucionaste tu problema, Tengen? — preguntó un no muy interesado Tomioka. 

— Tal parece que no, ¿o qué dices? — Rengoku se unió a la conversación al ver a Giyuu y Tengen saliendo de la institución. 

Uzui resopló — es algo complicado — comentó mientras seguía caminado al lado de sus amigos. 

— Son patéticos, ¿cómo pueden gustarles unos niños? — Sanemi no comprendía a sus amigos. — Es ilegal, ¿saben? ¿Qué harán cuando la policía se entere? — preguntó mientras encendía un cigarro, escuchando cómo sus amigos empezaban a reír. 

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