Capítulo XIII
La semana había pasado en un abrir y cerrar de ojos, a veces preocupaba a Zenitsu, quien creía que el fin del mundo ya se estaba acercando y el tiempo ya no le daba tiempo para hacer algo honorable antes de morir. Se encargó de hacer el desayuno para su abuelo y para Kaigaku, que suponía que no se había marchado nuevamente. Se había levantado con mucha energía, estaba preparándose mentalmente para ir a la casa de Genya. El sábado había llegado muy rápido, y el día de entrega del proyecto de historia se acercaba más. Estaba un poco ansioso por eso, pero estaba seguro de que hoy armarían un plan.
Dejó el desayuno en la mesa y esperó a que su abuelo y Kaigaku bajaran a comer. Lavó los platos sucios y preparó algunos postres para llevar a compartir con sus amigos. La última vez se había olvidado de llevar algo propio, pues iban a comprar del mercado, por lo que perdió su oportunidad de hacerles probar su postre estrella.
Esperó en su habitación a que llegara la hora de salir, ¿debería llevar pijama? — se preguntó con una ceja levantada. ¿Era un pijamada? Solo verían la película, ¿debería quedarse a dormir? Eran preguntas que necesitaba responder.
Equipo 'No homo'
Hey
¿es una pijamada?
Cerdo afeminado:
— Jsjsj pijamada dice
— No lo sé
— Sería genial que lo fuera
Tanjirou:
— También estaba teniendo esa duda
Cerdo afeminado:
— Traigan sus cosas por si cualquier cosa
Eso no me asegura nada
Deberías escribirle a Genya
Cerdo afeminado:
— ¿Y por qué no le escribes tú?
Porque tú hablas más con él
Tanjirou:
x2
Cerdo afeminado:
— Entonces, Gonpachiro, deberías traer tus juguetes
— ¡Que la vez pasada no jugamos con ellos!
*AY QUÉ RABIA*
Jsjsjs
Llevo esmaltes de nuevo xdxd
Tanjirou:
— Ya no me humillaré de esa forma
— >:u
...
— Se supone que tenemos que trabajaaaaar con el proyecto.
Cuando llegó a la ubicación que le mandaron no se esperaba que el ambiente se sintiera tan desolado. Se quedó allí parado, dudando de si se trataba realmente de la casa de Genya. Miró su teléfono, que le indicaba que ya estaba en el lugar. Miró nuevamente la casa y caminó hacia ella con cuidado. Se paró frente a la puerta y golpeó dos veces. Se asustó al escuchar unos ladridos dentro. Quiso empezar a correr ¡los gruñidos sonaban tan mal! ¡¿Qué demonios tenían como mascota?! ¡¿Un monstruo?! — ¡MONSTRUO! — gritó al ver los colmillos llenos de salivas frente a él. Ya veía su vida pasar por sus ojos.
— ¡Zenitsu! ¡Resiste! — escuchó una voz antes de ver la oscuridad. Genya e Inosuke llegaron al rescate al ver cómo el rubio caía estrepitosamente al suelo, con el can encima de él. Lo levantaron y lo llevaron al interior.
— ¡¿Por qué siempre le tiene que pasar esto?! — Inosuke chasqueó los labios. — ¡MONITSU! Deja de ser tan marica. —
Abrió los ojos y arrugó la nariz al sentir cosquillas en sus mejillas, encontrándose a aquel perro gigante sobre él. Se exaltó nuevamente y se alejó rápidamente de él. — ¡¿Por qué tienes un monstruo como mascota?! —
— Hey, no llames monstruo a mi leslie — Genya defendió a su mascota. — ¿No ves que le agradas y tú la ofendes así? — lo reprendió con la mirada, acariciando la cabeza de esa cosa que llamaba mascota. El rubio aún lo miraba con horror.
El rubio se irguió y empezó a recorrer la casa, miraba detalladamente las fotografías que descansaban en la repisa. — Con que esta es la casa del profesor Sanemi... — observó el retrato de su profesor con menos edad, sosteniendo a un niño que suponía que era Genya.
— Compartimos esta casa juntos — comentó Genya acercándose a él. — Mamá nos la dejó antes de marcharse... — respondió con nostalgia, mirando la fotografía de su madre.
— Pues está de lujo — respondió Inosuke quien estaba saliendo de la cocina con un tazón de cereal. Se sentó en el sofá y empezó a comer. El rubio y Genya lo miraban frunciendo el ceño, se tomaba mucha confianza. — ¿Qué? Gonpachiro aún no ha llegado y ya me dio hambre. — dijo encongiéndose de hombros.
— ¿Hace tiempo que llegaste? — preguntó Zenitsu sentándose al lado de él. — ¿Por qué siempre eres el primero en estar en todas partes? — murmuró con confusión.
— No tanto, como una hora quizás. — respondió restándole importancia. Genya solo esperaba que no arruinara todo el plan que ya le costaba cumplir. Se ganaría una gran reprimenda por parte de su hermano. Se estaba arriesgando demasiado. Dio un suspiro de cansancio.
Tanjirou no tardó en llegar, por lo que decidieron subir inmediatamente a la habitación de Genya. Inosuke se lanzó a la cama y se enrolló con las sábanas, el rubio acomodó su mochila y sacó un recipiente, llamando la atención de Tanjirou. Genya solo los veía abatido, se tomaban demasiada confianza en su dormitorio.
— ¿Qué es eso? — preguntó su amigo, atento a los movimientos del rubio. — ¡Ow! ¿Son pastelillos? — admiró aquellos bocaditos esponjosos. — ¡Y de chocolate! —
— Sip, mi especialidad — habló Zenitsu con orgullo, viendo cómo Tanjirou empezaba a comer uno.
— A VER — Inosuke se metió en medio de los dos y los apartó para observar aquel bocado. Se veía tan apetitoso. — Espero que no tenga sabor a guacamole — dijo agarrando uno.
Zenitsu lo reprochó y volvió a tapar el recipiente. Se supone que se los comerían mientras veían la película. La habitación de Genya era espaciosa y con tonos negros, tenía algunos posters de bandas metaleras que Tanjirou miraba con mucho interés. — Eres la mamada, mijo — fue lo que dijo Inosuke mientras veía unas botas de cuero con tachas. Bueno, la habitación era digna de Genya. — Te falta maquillajes —
— ¿Por qué demonios les gusta maquillarse? — preguntó con confusión recordando la vez de la pijamada.
— ¿Por qué no deberíamos maquillarnos? — objetó Inosuke. — Eres muy sensible para ser metalero. — comentó mientras colaba su mano en el recipiente donde estaba el postre del rubio.
— Solo por diversión, me imagino — Zenitsu se encogió de hombros a la vez que veía cómo su amigo robaba un par de pastelillos. Entrecerró los ojos, Inosuke no tenía solución. — ¿Quieren maquillarse de nuevo? — preguntó con ilusión.
— Con pintarnos las uñas está bien — Genya interfirió cortando con la ilusión del rubio. Hizo una mueca y recordó que ese no era el plan. — En fin, ¿les parece si empezamos a ver la película? —
— Sabes, me estaba preguntando si esto sería una pijamada. — Tanjirou dejó de ver los posters y se acercó a ellos. — ¿Ustedes se quedarán a dormir? — preguntó a sus amigos.
— ¿Por qué no preguntaste antes en el grupo? —
— Se preguntó pero nadie respondió — reprochó entornando los ojos. — En fin, supongo que no sería mala idea, ¿no? —
— Pueden quedarse si quieren — respondió Genya con una sonrisa nerviosa. — Iré a traer algunas bebidas. Ustedes pueden poner la película, búsquenla en Netflix. —
— Vaya, este chico millonario. ¡Luego me pasas tu contraseña! — exclamó Inosuke.
— ¡Tú tienes dinero para pagarte una cuenta! ¿Por qué no tienes netflix? — Zenitsu no comprendía a su amigo.
— ¿Para qué? Si existe cuevana, y es gratis — dijo con parsimonia.
Tanjirou y Zenitsu se miraron y asintieron restándole importancia. Decidieron cambiarse de ropa a una más cómoda, esta vez solo usarían unos pantalones con camisetas, no se arriesgarían a usar sus pijamas de seda en la casa de su profesor. Mientras Inosuke buscaba la película en Netflix — ¿Era la de Hércules, no? — alzó la voz para que sus amigos lo escucharan. — ¿Y si pongo esta de Toy Boy? —preguntó.
— ¿Qué película es esa? — Zenitsu se acostó a su lado para mirar la pantalla. Se alarmó al ver de qué trataba y quitó el control a Inosuke. — ¡¿Estás mal?! Tenemos que hacer el trabajo. —
— Podemos hacer sobre esa película. — sugirió levantando una ceja. — No seas tan virgen. —
El rubio le estampó la almohada sobre su cara y lo empujó con ella. Inosuke trataba de zafarse forcejeando con él y la almohada. — ¡Monitsu, deja de ser histérica! ¡Aléjate que aún no puedo asimilar que me tenías ganas! — el rubio dejó de forcejear con él y se apartó rápidamente, bajando de la cama y sentándose en el suelo.
— Me quedaré aquí — dijo escondiendo su rostro entre sus brazos. Levantó la vista cuando sintió nuevamente esa respiración pesada cerca suyo. Dio un respingo y saltó a la cama al ver nuevamente al monstruo canino de Genya. — ¡ARGH! ¡TANJIROU! — pidió auxilio a su amigo.
— ¡Leslie! — Tanjirou salió del baño y llamó a la perra, le acarició la cabeza y la llevó hasta fuera de la habitación. — ¿Por qué le tienes miedo si es un amor? — preguntó cerrando la puerta.
— ¡Me has salvado! — el rubio levantó los brazos con dramatismo.
— Hey, no te enamores de Gonpachiro, él no te corresponderá. — Inosuke seguía buscando la película mientras entornaba los ojos al ver la ridícula escena. El rubio entrecerró los ojos, ahora ya no podía ver igual a sus dos amigos.
Genya entró con unas botellas en mano y quedó desconcertado al ver el espacio entre ellos. Había un ambiente de incomodidad, por lo que decidió servirles aquella bebida, esta vez oscura, a diferencia de la pijamada pasada. Tanjirou arrugó la nariz al probarla — ¿Qué es esto? — preguntó viendo cómo Inosuke tomaba toda la bebida de un sorbo.
— Whisky con refresco. —
— ¡¿QUÉ?! ¿Whisky? ¡Yo no tomo! — Tanjirou se alarmó pasando nuevamente el vaso a Genya. — Lo siento, Genya san, pero no tengo edad para tomar. —
— ¿Y nosotros sí? — Inosuke dijo con sarcasmo — Pero si tomaste la vez pasada — mencionó.
— ¡Yo no tomé nada la vez pasad... solo era limonada, ¿no? — preguntó con inseguridad. Esperaba cualquier cosa de su amigo, lastimosamente.
— JA, Kentarou se excusa de su inocencia para tomar — al de hebras azuladas no parecía afectarle el alcohol.
El rubio probaba curioso aquella bebida, tampoco sabía tan mal, pero no quería tomar alcohol. Sería raro tomar eso mientras veían una película disney. — ¿Ya encontraste? — preguntó el rubio a la vez que se acercaba lentamente a su amigo.
— ¿Y si hacemos un karaoke disney? — propuso Inosuke.
— Neh, ya quiero terminar con la tarea. —
— Anda, no sean aguafiestas. Luego podemos hacer la tarea — insistió melosamente. Tanjirou entrecerró los ojos, estaban haciendo lo mismo de siempre, atrasar las cosas. Ya le parecía extraño que sus amigos no empezaran a hacer cualquier cosa antes de comenzar con la tarea.
— ¡Ya encontré! — exclamó el rubio, arruinando los planes de Inosuke.
— ¡Estúpido! ¡No arruinarás mis planes! —
Tanjirou decidió iniciar la película luego de una batalla con Inosuke y Zenitsu para apropiarse del control remoto. Inosuke infló las mejillas y se resignó. Pidió al rubio para que le pintara las uñas, ya que él era experto en ello. Zenitsu rodó los ojos y sacó sus esmaltes para empezar con su trabajo. —¿Cómo veré la película si te estoy pintando las uñas? — bufó.
Genya esperaba a que su plan funcionara, miraba de reojo a sus amigos mientras tomaba de su vaso. La película había iniciado pero era pausada cada tanto para esperar a Inosuke que iba al baño con más frecuencia. Zenitsu ya estaba perdiendo la paciencia y pensó que la idea del karaoke no era tan descabellada. Tomó lentamente el control que estaba en manos de Tanjirou y apagó la película.
Tanjirou decidió ceder, pensaba que se cansaría en vano tratando de ganar una batalla ya perdida. Inosuke salió rápidamente del baño para cantar la canción que el rubio había puesto. Genya estaba recostado en la esquina de la cama, enfrascado en sus pensamientos. Y empezó la ronda de karaoke.
— ¡Hoy la lucha empieza! ¡ESA ES LAAAAA MISIÓOOON! — Cantó un efusivo Inosuke. Le encantaba esa película y amaba esa canción. ¡Era tan varonil!
Los tres cantaban frenéticamente y la música resonaba en toda la casa. Genya se unió al grupo de karaoke cuando sonó la canción de tarzán. —¡QUIERO SABER, QUE ME ENSEÑES, QUIERO SABER LO EXTRAÑO QUE SOY! — Saltaban en la cama y vociferaban el coro con agitación. Inosuke hasta había llorado. Interpretaban las canciones, actuando como los personajes y se mataban de la risa. No hacía falta el alcohol para que Zenitsu y Tanjirou cantaran con más soltura.
— ¡Y LA LUZ ENCUENTRO AL FIN! — Tanjirou lloraba mientras extendía su brazo en dirección al foco del dormitorio. — ¡¡¡AHORA EL CIELO ES AZUL!!! — Zenitsu también estaba conmovido, es más, era el más sensible de todos, por lo que las lágrimas salían como océanos. Cantaba con efusividad mientras señalaba la vista del cielo nocturno en la ventana. — ¡YA CAMBIÓ LA VIDA ENTERA! ESTA VEZ, TODO ES DIFERENTE, VEO EN TI LA LUZ! — cantaron al unísono. — ELLA AQUÍ LUCE COMO ESTRELLA... — extendieron los brazos hacia Tanjirou.
La puerta se abrió estrepitosamente, dejando entrar a un Sanemi colérico. Los miraba con rabia y buscó a su hermano menor. Lo encontró y lo miró con ojos amenazantes. —¡TÚ! ¡¿QUÉ DEMONIOS HACEN TUS ESTÚPIDOS AMIGOS AQUÍ?! — el trío se quedó estático. ¡Era la segunda vez que los llamaban estúpidos! — ¡¿LA MÚSICA ESTÁ MUY ALTA! ¡GENYA! — Su hermano y el trío se asustaron del comportamiento agresivo del profesor y se encogieron en sus lugares, quietos sobre la cama. Zenitsu entró debajo de las sábanas y Tanjirou se tapó el rostro con la almohada. Inosuke quería enfrentarlo pero Genya lo sostenía del brazo.
— ¡¿Sanemi?! ¡¿Qué pasó?! ¿Por qué gritas tanto? — Tanjirou se estremeció al escuchar esa voz, giró el rostro hacia Genya, buscando alguna explicación. Estaba confundido, su amigo le había dicho que nadie estaría en su casa, así que no había que preocuparse con encontrarse con el profesor. — ¿Es tu hermano? — preguntó con curiosidad, metiendo medio cuerpo para ver cuál era el problema de su amigo. — ¡Oh! ¡Están de pijamadas! — observó las figuras que estaban cubiertas debajo de las sábanas. — ¡No hay nada de qué alarmarse! — trató de tranquilizar a su amigo, dándole palmaditas en su espalda.
— ¡Hey! ¿Por qué se tardan tanto? Giyuu ya trajo las bebidas — ingresó otro tercero a la habitación. — ¿Estos son pastelillos? — preguntó abriendo el recipiente que estaba sobre la repisa. La invasión de los profesores fue un detonante para encender las alarmas en Tanjirou y Zenitsu. ¡Demonios! ¿Era un trampa? Se preguntaron internamente. Miraron de reojo a Inosuke, quien estaba con una sonrisa triunfal.
Zenitsu salió de su escondite de golpe y se levantó. Caminó con pasos pesados y golpeó la mano que estaba por agarrar sus pastelillos. — ¡Eso es mío! — se enrabietó más al ver que el ladrón ya tenía uno en su boca. No esperaba ver al profesor Uzui, tampoco comprendía cómo Genya no pudo advertirles de que los profesores estarían en su casa.
— ¡Hey! — saludó con una sonrisa — ¿Tú los hiciste? — preguntó mientras se llevaba otro a la boca. — Están muy buenos. — halagó.
— ¡TÚ! ¡No son para ti! — exclamó mientras trataba de apartar al profesor de sus pastelillos. Lo empujó, golpeó sus manos, pero él seguía insistiendo en querer agarrar otro más.
— ¡Hm! ¡No seas tan goloso! — a Uzui le divertía jugar un poco con el rubio, era muy hilarante ver la rabieta que estaba haciendo. — ¡Te dije que están ricos! Se supone que debes de agradecer, niño. Eso te convierte en una buena esposa. — respondió con una carcajada. El rubio enrojeció por la rabia y por las palabras de su profesor.
— ¡¿QUÉ DEMONIOS TE HACE PENSAR QUE SERÉ UNA ESPOSA?! ¡Es imposible tenerte respeto si te comportas de ese modo, profesor! — reprochó pausadamente mientras seguía forcejeando.
Sanemi y Rengoku se quedaban en silencio apreciando esa insólita escena. A decir verdad, sabían que Tengen solía ser un poco infantil, pero tampoco para estar peleando con un niño. Tanjirou se había destapado el rostro, ahora admirando al profesor que tenía enfrente. Nunca pensó encontrarse en estas circunstancias. ¿Qué debería hacer? Se sentía sofocado y empezaba a sonreír sin sentido alguno.
Inosuke le lanzó una almohada a Tanjirou, provocando que este emitiera un quejido, llamando así la atención de sus profesores. — ¡Kamado san! ¡Qué casualidad verte! — saludó un sonriente Rengoku. —¡Lo siento por interrumpir su reunión! — se disculpó con un ademán en las manos.
— ¡Rengoku sensei! ¡Es un gusto verlo aquí! — Tanjirou se sonrojó de sobremanera. Respondió sin pensar mucho, y ahora recibía una mirada de confusión por parte de su crush.
— ¡Oh! — fue lo que pudo pronunciar el profesor de historia. Miró a su compañero, quien se encontraba cruzado de brazos y entornando los ojos. — ¡También me alegra verte aquí! — respondió con un leve rubor en sus mejillas. Es que le costaba un poco responder a su alumno. Había estado conversando con Uzui sobre lo que había sucedido la vez pasada, y este le había dicho de que su alumno parecía muy interesado en él. Eso lo dejó pensando, por lo que no sabía cómo tratar con Tanjirou.
Sanemi salió echando humo de la habitación de su hermano, tampoco quería ir junto a Giyuu, que se encontraba esperando en el sofá, pero suponía que no tenía de otra. Su hermano y sus sandeces había arruinado nuevamente su reunión. ¡Y esta vez empeoró! ¡¿Cómo es que podían cantar canciones disney tan efusivamente?!
Rengoku se sintió incómodo al ver que lo dejaron solo, pues Uzui seguía batallando por llevarse otro pastelillo de las manos del rubio. Tanjirou lo miraba raro y su amigo de hebras azuladas estaba tan curiosamente callado. Silbó y puso sus manos en sus bolsillos, ¿debería llevarse a Tengen a la fuerza y dejar que los niños siguieran con su karaoke?
— ¡Demonios, Agatsuma! ¡Deja de arañarme! — el albino trataba de apartar la mano del rubio. Entendía que su juego se estaba extendiendo demasiado, por lo que pensó que sería buena idea parar. Pudo frenar las manos del chico, a pesar de que este seguía forcejeando, se fijó en sus uñas pintadas de rojo. — ¿Me pintas a mí también? — preguntó con seriedad.
Zenitsu paró de golpe, ¿había escuchado bien? Miró sus manos que estaban entre las de Uzui, y su corazón empezó a acelerarse. ¿Qué tenía este tipo con él?
Rengoku miraba curioso esa escena, no comprendía por qué su amigo aún no cortaba con su juego. ¿Por qué se empeñaba tanto en retener a aquel rubio? Ladeó la cabeza y volvió a mirar a sus otros alumnos. — ¿Y si bajamos todos a pasar el rato juntos? — sugirió. La verdad es que no sabía si sería buena idea, pero ya habían arruinado la pijamada de Genya. Inosuke se levantó rápidamente y salió de la habitación con pasos apresurados. A Genya ya le daba igual todo, se supone que ya cumplió con su deber, de ahí a que las cosas salgan como Inosuke esperaba ya no era su problema. A Tanjirou se le iluminó la mirada, pero se sentía tan avergonzado. Se levantó lentamente y se acercó a su profesor.
— ¿Usted cree que sea buena idea? — preguntó con preocupación. — Es decir, a Sanemi sensei puede que no le agrade — dijo bajando la mirada. Sintió una mano en su cabeza y alzó nuevamente la vista.
— No te preocupes, Kamado san, no creo que se descontrole. — animó con su típica sonrisa. — Aunque no sé muy bien qué haremos — dijo con pesar. — Me siento mal por arruinarles la pijamada. —
— ¡No fue culpa de ustedes! Nosotros solo veníamos a ver una película para nuestro proyecto..., solo que no salió como lo esperábamos. — respondió encogiéndose de hombros.
— Está bien, ¿nos vamos? — invitó y se conmovió por la sonrisa de su alumno, quien lo miraba con demasiada admiración. Ante su asentimiento, salieron de la habitación, casi chocando por querer pasar por la puerta al mismo tiempo.
El rubio miraba cómo su profesor observaba con fascinación sus uñas rojas. No sabía dónde poner la cara para ocultar su intenso sonrojo. Sus manos empezaban a temblar entre las de su profesor. Se había fijado que ellos eran los únicos que estaban dentro de la habitación, por lo que su nerviosismo iba en aumento. Quiso aprovechar que Uzui parecía tan ajeno a la realidad para observarlo mejor. Estaba más cerca, sí, así podía ver con más detalle esa expresión tan agraciada. No podía calmar a su corazón, solo esperaba a que el profesor no sintiera su pulso. El silencio se había instalado y Zenitsu tenía miedo de hacer ruido al respirar, y de romper aquella atmósfera tan reconfortante.
Uzui despertó de su aparente trance y miró al rubio, quien lo estaba mirando expectante. Se fijó que ya nadie había a su alrededor y carraspeó. — Lo siento — se disculpó soltando las delicadas manos del chico. — ¿Me pintarías las uñas? — preguntó nuevamente con una sonrisa juguetona.
Zenitsu salió de esa esfera romántica en que la estaba y se exaltó al ver la sonrisa de su profesor. Jugó con sus manos y desvió la mirada. — Está bien, pero no aquí — respondió mientras se dirigía a la puerta. Uzui sonrió y comió un pastelillo más, tomó un esmalte que suponía era del rubio y salió del dormitorio.
Sanemi se encontraba sentado en el sofá a un lado de Tomioka, se notaba que estaba furioso pero ya no tenía intenciones de hablar. Giyuu, por su parte, observaba cómo Rengoku y su alumno de aretes conversaban animadamente. Le daba cierta desconfianza esa cercanía entre esos dos. Inosuke se había adentrado nuevamente a la cocina a buscar más comida, hasta que escuchó unos golpes en la puerta y su curiosidad lo hizo salir de allí. Genya se dirigió a atender al recién llegado.
Zenitsu había bajado con cara de pocos amigos, sintiendo los pasos de Uzui detrás de él. Se sentó en un silla y reposó sus brazos sobre la mesa, se fijó en Tanjirou y sonrió al verlo con Rengoku sensei. Consideró la idea de que podría tratarse de una trampa, la invitación de Genya a su casa era demasiado extraña, así que supuso de que Inosuke estaba detrás de todo eso. Quizás era por eso que no quería realizar la tarea. Sintió cómo alguien se sentaba a su lado y giró su rostro para encontrarse con los ojos violetas. Dio un suspiro y lo miró con recelo. Pensó que lo ideal sería dejar que sus sentimientos fluyeran, a ver hasta dónde iban. Se sentía bien tener a Uzui sensei cerca de él.
Además, se veía bien con esa media coleta como peinado. No llevaba esa extraña pintura en sus ojos y tampoco esa cinta con piedras preciosas sobre su frente. Ladeó los labios. Conque lo que llevaba al instituto sí se trataba de su uniforme. Uzui depositó el esmalte sobre la mesa y extendió las manos, esperando a que el rubio empezara con su labor.
— ¿Me pagarás? — preguntó Zenitsu agarrando el esmalte rojo.
— ¿Con qué quieres que te pague? — respondió con picardía. Sintió un golpe en el brazo y lanzó una risa. — Estaba jugando... —
Uzui recargó su rostro sobre una mano mientras el rubio tomaba la otra y empezaba a pintar. Recorrió el rostro de Zenitsu y sonrió al ver la concentración que tenía. Miró sus manos y cómo hábilmente pintaba sus uñas sin salirse del borde. — ¿Te puedo confesar algo? — rompió con el silencio.
— ¿Hm? — fue lo único que pronunció el rubio que no despegaba los ojos de las uñas de Uzui.
— Kyojuro sabe sobre los sentimientos de tu amigo. — confesó directamente, casi en susurro. Zenitsu levantó la vista, asombrado. Abrió los labios, pero los cerró nuevamente. Frunció el entrecejo y quedó pensativo. — No son tan discretos, ¿sabes? —
— Diablos... — se mordió el labio inferior. — ¿y qué piensa? — preguntó temiendo por la respuesta.
— ¿De verdad quieres saberlo? — Uzui quiso añadir dramatismo, amaba exagerar las cosas. Rió al ver la expresión indecisa del rubio. — Pues la verdad que no lo sé. Se lo mencioné pero no me ha dicho nada. Aunque puedo notar un poco de nerviosismo cada vez que ve a tu amigo. —declaró.
— Tanjirou está muy ilusionado con él — respondió el rubio cabizbajo. — ¿No piensas que es raro? — preguntó volviendo a su labor.
— ¿Qué esté enamorado de su profesor? — Uzui pensó por unos segundos. — No creo. Es decir, cada quien es libre de querer a quien desee, supongo. — respondió mirando fijamente al rubio.
— ¿Y usted cree que Rengoku sensei pueda corresponder a Tanjirou? — a Zenitsu le incomodaba hablar un poco sobre ese tema. Se sintió un poco descolocado al escuchar la opinión de su profesor, ¿él estaría con un alumno?.
— Es algo difícil de responder... Puede que sí y puede que no. Se nos complica un poco más a nosotros que somos sus mentores. Es decir, ya sabes, no es algo del cual uno pueda disfrutar plenamente. — manifestó, admirando sus uñas rojas. Bajó su otra mano y esperó a que el rubio siguiera.
— Hmm... Me gustaría que pudiera corresponderle — murmuró tomando la mano de su profesor. — Tanjirou es una persona muy buena, ¿sabes? Creo que se merece lo que desee — respondió con nostalgia.
— Se nota que lo quieres mucho, pero creo que puedo hacer algo para saber si a Kyojuro pueda interesarle tu amigo. — trató de animar, supo que logró su cometido al ver el rostro iluminado del rubio. — No prometo nada, pero intentaré lo que pueda. —
— Tampoco es que la diferencia de edad sea mucha... Si se encontraban en otras circunstancia supongo que no habría problemas. — comentó mientras empezaba a pintar con delicadeza.
— ¿Hablas de las posiciones que tienen? — Uzui aprovechaba la concentración del rubio para recorrerlo con la mirada. Ante el asentimiento del rubio, continuó. — Bueno, de eso estoy seguro de que habría mayores probabilidades. — Zenitsu hizo una mueca que causó gracia al profesor, quien lo miró con fascinación. — ¿Te confieso otra cosa? —
— ¿Qué? — preguntó el rubio levantando la mirada.
— Me gustan tus expresiones. — Zenitsu se congeló y empezó a enrojecerse hasta las orejas. — Aw, combinas con mis uñas — bromeó Tengen a la vez que contemplaba el trabajo recién hecho por parte del rubio.
Tanjirou se sentía incómodo con la intromisión del recién llegado, ¿quién era él y por qué se acercaba de ese modo a su sensei? Infló las mejillas a la vez que los veía con desazón. Decidió salirse de la conversación al ver que sobraba, pues ese chico acaparaba toda la atención de su profesor. Frunció el ceño y se sentó al lado de Giyuu y Sanemi, quienes se encontraban viendo un partido de fútbol.
— ¿Akaza ya llegó? — Sanemi se dirigía a Tomioka sin mirarlo.
— Hm, creo que sí... — respondió el otro sin ánimos.
Conque Akaza, ¿eh? Tanjirou se volteó a verlos nuevamente. Se notaba la confianza que había entre ellos, ¿por qué tanta? ¿Acaso ese chico no estaba en último año? Su mente se aclaró. Sí, era cierto, ya lo había visto antes. ¿Pero por qué se lleva tan bien con su profesor? Se enfadó nuevamente. Estaba echando humos hasta que llamó la atención de Tomioka sensei.
— ¿Te pasa algo? — preguntó con desinterés. Tanjirou se sobresaltó al escuchar a su sensei. Al parecer no estaba siendo precavido. — Él es Akaza, mejor amigo de Kyojuro san. — respondió leyendo la mente del chico.
— Oh — Tanjirou no sabía qué decir, pensó que no estaría mal pasar el mal rato viendo partido de fútbol aunque no le interesase mucho. Zenitsu se veía entretenido con el profesor Uzui, así que no quería ir a interrumpirlos. e Inosuke se había quedado dormido en el sofá. Ya pasó tiempo que no había visto a Genya, quizás haya ido a su habitación. Y tampoco es que quisiera unirse nuevamente a la conversación de Rengoku con ese chico. — ¿Qué están viendo? — preguntó mientras volcaba toda su atención a Tomioka sensei.
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