Capítulo LV
Zenitsu volvió a casa para aprovechar el poco tiempo que tenía junto a Kaigaku. Su hermano partiría la próxima semana rumbo a Estados Unidos, y él lo estaba ayudando a empacar sus cosas. Era un poco extraño, sin dudas estaba pasando muy bien con él, a pesar de no estar haciendo grandes cosas, los simples detalles contaban como un buen recuerdo. Desayunaban juntos, iban a visitar al abuelo, salían a comer a veces y también a hacer las compras del supermercado. Además de ayudarlo con sus cosas, nunca hablaron sobre aquellos momentos incómodos que tuvieron en la academia durante su relación con Uzui. Pensaba que tal vez Kaigaku no se sentiría cómodo haciéndolo y que en verdad estaba arrepentido.
— ¿Tienes alergia de nuevo? — esa pregunta descolocó al rubio. Recién culminaban las clases de educación física. Ya había vuelto a la academia tanto él como Inosuke, su amigo que no apartaba la mirada acusatoria de él. Zenitsu se ruborizó y terminó de colocarse la camisa.
— Es una larga historia... — murmuró arreglándose el cabello. Tanjirou e Inosuke lo miraban con diversión.
— ¿Cuándo planeabas contarnos de tu encuentro con tu alfa? — el de cabellos burdeos lo reprochó con la mirada.
— ¿Zenitsu tiene alfa? — Murata se unió a la conversación. El rubio resopló, ¿ya era momento de rechazarlo? Inosuke fingió escandalizarse para luego reír. Tanjirou negó con la cabeza con una media sonrisa. El azabache miró expectante al rubio, quien maldecía a los directores de haber juntado la sección A con la B.
— No les hagas caso, Murata. — respondió entornando los ojos. Se alarmó cuando el chico quiso ayudarlo con su mochila. — No hace falta, gracias — bajó el tono de su voz para sonar amable. El azabache le agotaba demasiado.
Salieron del gimnasio, ahora el grupo se agrandaba con Murata al lado. Zenitsu suspiró, dijo que tenía que ir a terminar con sus labores de prefecto, y sintió la presión del acoso cuando el azabache se ofreció a ayudarlo. Como no quiso ser grosero, dejó que lo hiciera mientras buscaba las palabras correctas para rechazarlo. Inosuke y Tanjirou se despidieron de él, haciéndole gestos para que termine de una vez con ese tema de Murata. El rubio asintió fatigado.
Caminaron en silencio por los pasillos, hasta que se acercaron al aula donde se encontraba Uzui. Zenitsu se frenó y miró a su compañero. Frunció los labios en una sonrisa y suspiró. — Bueno, hasta aquí puedo aceptar tu ayuda... — rompió el silencio, llamando la atención del azabache.
— Pero todavía falta la carpeta de artes y llevarlas a la sección Mariposa — respondió Murata desconcertado. Zenitsu negó con la cabeza y le quitó las demás carpetas que tenía su compañero.
— Yo lo haré. No te preocupes. — se apresuró en responder, concentrando la mirada en las carpetas. — Gracias — murmuró aún sin levantar la vista. No contó con que el chico se acercara rápidamente a él, hasta que sintió su respiración en sus labios. Se alarmó levantando al fin la mirada, viendo cómo el chico era apartado de él. Eso lo sobresaltó aún más.
— Oh, joven Murata, ¡cuánto tiempo! ¿Vienes a visitarme? — el profesor de artes retenía al chico sujetándolo de los hombros. — Vaya, ¿los interrumpí en algo? — preguntó conectando su ojos con los de Zenitsu.
— Argh..., profesor — el azabache se movió incómodo, tratando de zafarse de los brazos del albino. — Solo estaba ayudando a Zenitsu con los deberes — respondió cuando por fin pudo separarse de él.
— Y qué deberes, ¿eh? — sonrió amenazante al rubio, quien se estremeció con esa mirada. — Está bien, ¿vienes por la carpeta, no? Agatsuma san... — Zenitsu lo miró descolocado, ¿por qué le hablaba de esa manera? Ladeó la cabeza y lo observó bien. Su sensei estaba molesto. Se apresuró en responder.
— Murata, gracias por tu ayuda. Ya puedes irte, por favor... — no supo si fue muy cortante o no, pero no importaba, quería estar a solas con Uzui. El azabache lo miró con el ceño fruncido y asintió con la cabeza para luego marcharse de ahí no sin antes darle un corto beso en la mejilla al rubio, ahora él se molestó también. Uzui entrecerró sus ojos y se adentró a su aula, siendo seguido por Zenitsu, quien cerró la puerta de una vez.
— ¿Qué pretendes? — preguntó ordenando los papeles de su escritorio, agarró la carpeta y se giró para pasársela. Zenitsu dio un respingo y la tomó para luego depositar todas sobre una mesa.
— Tengen, no empieces a imaginarte cosas — señaló acercándose a él. El albino había vuelto a ordenar su portafolios.
— No, claro que no — habló con sarcasmo. — ¿Imaginarme cosas dices? ¿Crees que todo lo que vi fue pura imaginación? No te comprendo — respondió tajante, agarrando sus cosas para salir de allí.
— ¡Demonios! ¡Yo no tengo nada con él, no lo quiero! Aún no lo rechacé definitivamente porque no sé cómo hacerlo — se defendió agarrando la mano de su profesor. Uzui entornó los ojos y bajó la mirada para verlo.
— ¿Lo harás cuando él llegue a besarte? ¿O a tocarte? ¿Luego de que haya probado todo de ti? ¿Será ahí cuando por fin lo rechaces? — llenó de preguntas al rubio, quien se sentía sofocado y alarmado al escuchar esas cosas.
— ¡No es eso! ¡No lo esperaba! ¿Sí? ¡Tengen, ya te dije que solo te quiero a ti! — dijo, abrazándolo y escondiendo su rostro entre la bata de su profesor. — No quiero a nadie más, yo solo quiero que seas tú quien me bese, quien me toque y quien pruebe todo de mí... Lo siento — murmuró. Uzui lo miraba impresionado, no pudo evitar sentir esos celos tontos, pero es que ese chico estuvo apunto de besar a Zenitsu frente a él ¿Cómo reaccionaría a eso? Soltó un suspiro y empezó a acariciar los cabellos dorados.
— Está bien, lo siento por actuar de esa manera... — se disculpó mientras seguía acariciándolo. Zenitsu infló las mejillas y se sintió avergonzado luego de pensar en todo lo que le dijo. El albino sonrió de lado y trató de despegar al chico de él. Estaba siendo una tarea demasiado difícil, el rubio no tenía intenciones de querer separarse. — Zenitsu, ya — dijo empezando a forcejear con él, rió con ganas al ver su rostro rojo y se inclinó. — No sabes cuántas ganas tengo de hacerte todo lo que me dijiste — susurró, colorando aún más al rubio.
Zenitsu lo miró molesto y empezó a echar humo ante las risas de su profesor, quien lo agarró de la mano para acercarse nuevamente al escritorio. El rubio lo miró con desconcierto y se sobresaltó cuando sintió cómo Uzui lo cargaba para depositarlo sobre el escritorio. — ¿Crees que sea arriesgado o excitante hacerlo aquí? — preguntó empezando a encariñarse en el rostro de su chico.
— Creo que sería un suicidio... — respondió cerrando sus ojos y frunciendo el ceño. Uzui sonrió y juntó sus labios para luego recostarse sobre él, abriendo sus piernas para acomodarse mejor. Subió la intensidad del beso, llenando de caricias el cuerpo de su chico y, sin perder tiempo, desabotonarle la camisa. Zenitsu recorría la espalda de su profesor con sus manos, siguiéndole el ritmo del beso, ladeó la cabeza para empezar a besar su cuello mientras el albino estaba ocupado con su camisa. Uzui soltó un suspiro y exploró con sus manos el torso desnudo del rubio, bajó el rostro para llegar a su pecho e iniciar con su sesión de besos, lamiendo y marcando cada centímetro de su piel, sacando jadeos de los labios de su chico.
Uzui se reincorporó para desabrocharse el pantalón ante la atenta mirada de Zenitsu, sonrió socarrón y empezó a desabrochar también el del rubio, metió su mano dentro de su portafolio y sacó aquel paquetito que buscaba, lo llevó a su boca para poder abrirlo con su diente, toda esa vista dejaba embelesado a Zenitsu. Se inclinó nuevamente hasta llegar a su rostro y volvió a besarlo mientras se encargaba de colocarse el preservativo para entrar de a poco en el rubio.
Zenitsu apretó los labios y cerró los ojos con fuerza al sentir esa molesta invasión, atrajo el rostro del albino al suyo y rodeó su cuello con sus brazos para poder esconder su rostro, necesitaba apoyarse de algo. Uzui trató de ser delicado, su chico aún no se acostumbraba a él. Hundió sus dedos en sus caderas y empezó a moverse, admitía que se sentía un poco sofocado con ese calor que lo envolvía, más el fuerte agarre de Zenitsu, pero él también quería tenerlo mucho más cerca. Tapó los labios de su chico cuando salió un ruido ¡Demonios! Quería escucharlo, pero no solo él lo escucharía. Zenitsu empezaba a lagrimear y a emitir sonidos ahogados desde la palma de su profesor. Estaba llegando a su orgasmo.
El rubio hizo lo mismo con Uzui, que tampoco pudo evitar soltar algunos jadeos sonoros cuando estaba apunto de llegar al clímax. Tapó rápidamente sus labios y con unos movimientos más fuertes, callaron sus gemidos. El rubio se vino en la mano que lo estaba tocando al ritmo del vaivén de sus caderas, Uzui apartó su mano de los labios de Zenitsu, dejando que el chico recupere el aire que se le cortó, se inclinó para poder besar sus mejillas y su cuello, dejando mordidas de paso. — Debimos hacerlo en tu departamento... — murmuró el rubio enderezándose aún rodeando el cuello de su sensei. Acarició sus mejillas y dejó corto besos sobre sus labios. Tengen aceptó gustoso mientras lo ayudaba a vestir de vuelta luego de haber secado el torso de su chico y sus manos.
— ¿Crees que me aguantaría hasta llegar allá? — habló entre los besos de Zenitsu. El rubio se separó y lo miró para acomodar su ropa. Uzui sonrió y volvió a acercarse a su rostro para encariñarse.
— ¿Eres un animal que sigue sus instintos? Insisto, eres un gato — respondió, encariñando al albino, quien volvía a ronronear. Soltó unas risitas, no sabía que eso era posible en los humanos. — Será mejor que nos vayamos... Espero que nadie se haya percatado de lo que sucedió aquí o sino tendré que exiliarme del país — señaló bajándose del escritorio.
— No exageres, aunque quería escuchar tus extravagantes sonidos y que proclames mi nombre. Tendremos que repetirlo, no vale sin gemidos — respondió siguiendo al rubio para salir de allí. Zenitsu se ruborizó y se sobó la espalda baja. Uzui levantó una ceja.
— Eres muy bruto —se quejó acomodando su mochila, Uzui se ofendió.
— Fui lo más delicado posible, no entiendo qué concepto tienes de 'bruto' — se defendió colocándose a su lado. El rubio frunció el ceño y entornó los ojos. — No quiero presionarte, pero puedo darte ideas de cómo rechazar a ese chico insípido. — habló impresionando a Zenitsu.
— ¿Chico insípido? — sonrió de lado y negó con la cabeza. — Está bien, dime, ¿cómo puedo rechazarlo sutilmente? — Uzui ladeó la cabeza y abrió la boca para empezar a lanzar montones de ideas.
— Tal vez deberías de utilizar el clásico 'no eres tú, soy yo' O quizás escribirle un mensaje diciéndole que estas casado... no eso es muy fuerte... Decir que eres asexual sirve — aconsejó. — Cuando a mí no me gusta una chica, la rechazo diciéndole que soy gay, en parte sí lo soy... — Zenitsu levantó una ceja. — Bueno, también podrías presentarle otra persona... Aunque lo mejor sería que le dijeras directamente que no estás interesado en él ni aquí ni en todas las lunas de las galaxias. — el rubio ladeó la cabeza y levantó ambas cejas.
— ¿Eso crees? — preguntó con una sonrisa. — ¿Sabes? No entendí nada de lo que dijiste — respondió, provocando un gesto de resignación en el albino.
— Ya te dije, dile que estás perdidamente enamorado del sensual profesor de artes y ya está — aconsejó guiñando un ojo. Zenitsu sonrió y entornó los ojos. — Es el sueño de cualquiera —
— Ajá, también le diré que coma tierra — asintió con la cabeza.
— ¿Te estás burlando de mí? — preguntó invitando al rubio a ingresar a su auto. Zenitsu se sentó algo incómodo y Uzui se ubicó en su asiento para empezar a manejar.
Aún no se había mudado con el albino, se suponía que Kaigaku tendría que viajar mañana, así que lo haría a partir de ese día. Se reunió junto a sus amigos para poder pasar tiempo y comentarles sobre sus encuentros con el profesor, trataría de censurar algunas cosas, o eso pensaba...
— ¿Y cómo fue? ¿Te dolió? ¿La tiene grande? —
— INOSUKE. Esas cosas no se preguntan... — el rubio estaba intensamente ruborizado, no esperaba tener tales cuestionamientos. Tanjirou lo miraba con interés, también estaba intrigado. — No es necesario que te detalle cómo es el cuerpo de Uzui, maldición, se supone que es mi novio — respondió mirándolo molesto. Inosuke entornó los ojos.
— ¿Puedo hacerme una idea del porqué de tu curiosidad, Inosuke? — tanteó Tanjirou con una sonrisa burlona. El de hebras azuladas abrió la boca y lo miró escandalizado.
— Aw, ahora él se apena de ese modo. Eres tierno, Ino chan — respondió el rubio mirando divertido a su amigo. Inosuke frunció el ceño y sonrió sádico para luego lanzarse encima del rubio y empezar a forcejear. Zenitsu solo podía reír. — ¡Está bien! Les comentaré sobre mi experiencia. — habló separando los brazos violentos de su amigo.
Tanjirou se acercó y se acomodó mejor para escuchar con atención, causando más risas en el rubio. Inosuke chasqueó la lengua y se cruzó de brazos. — Conocí su departamento y ahí fue la primera vez que lo hicimos — empezó a contar su relato. Sus amigos lo miraban con atención. — Luego llegó Rengoku sensei —
— ¿HICIERON UN TRÍO CON EL EX CRUSH DE KENTAROU? — Inosuke no podía creer lo que le contaba su amigo, Tanjirou lo miró decepcionado y Zenitsu entornó los ojos.
— ¡Eso no pasó! Maldición, lo hicimos y al día siguiente llegó Rengoku, desayunamos y luego se fue. Solo eso — se explicó, soltando unas risitas. Lo había hecho adrede, quería confundir a sus amigos.
— Hmm, ¿y cómo lo hace? — Inosuke volvió a sonreír burlón. Zenitsu se ruborizó y desvió la mirada. Tanjirou abrió la boca y lo miró divertido. — ¿Gritaste su nombre? — el rubio le lanzó una almohada.
— Momento, Inosuke, dijiste que tenías algo que contarnos... —era cierto, Inosuke les había envíado un mensaje pidiéndoles que vengan a su casa porque tenía algo de qué hablar con ellos. El de hebras azuladas resopló, se había olvidado de eso... o eso quería.
— Bien — asintió con la cabeza, carraspeó y se preparó para hablar. Sus amigos lo miraban atentos, acercándose más a él. — Tengo una cita — Tanjirou y Zenitsu instantáneamente abrieron la boca con asombro. Inosuke negó con la cabeza, sus amigos dramatizaban demasiado.
— ¿Una cita? INOSUKE, ¿UNA CITA? — Zenitsu estaba descolocado. — ¿Cómo? ¿Aceptaste tener una cita? — no era raro que coquetearan a su amigo, Inosuke tenía un rostro muy bonito, lo extraño era que él aceptara tener una.
— ¿Con quién? — Tanjirou se atrevió a preguntar.
— ¿Con quién creen? —Inosuke miró el techo, frunció el ceño y él mismo también se preguntó por qué aceptó. Se sintió en una crisis existencial y se puso a mirar la nada. Sus amigos lanzaron unas risitas al ver las expresiones de Inosuke, estaba pasando por un debate mental.
— Inosuke, te aconsejo que solo te dejes llevar. No pienses tanto, experiméntalo y luego saca tus propias conclusiones — Zenitsu le dio unas palmaditas a su hombro. Tanjirou asintió.
— Se cree un experto ahora que ya no es 'puro' — habló finalmente, solo para molestar a su amigo. El rubio entrecerró los ojos y lo juzgó con la mirada.
— ¿Seré discriminado por eso? Por favor, me siento Regina George — respondió con expresión indignada y exagerando los gestos.
— Entonces, esto es lo que pasa. Primero se ofrecieron a ayudarme con Rengoku sensei, pero luego llegó Uzui y Zenitsu se desvió, no lo pienses mal — se apresuró en aclarar al ver la expresión desconcertada de su amigo rubio. — A partir de ahí se desprendió otro hilo. Después llegó Giyuu san y alteró todo, otro hilo y ahora Sanemi e Inosuke tendrán una cita. —
Sus amigos levantaron una ceja. — ¿Cuál es el propósito de tu 'explicación'? ¿Confundirnos? — preguntó Inosuke con unos ademanes. Tanjirou entornó los ojos.
— Solo estaba recapitulando las cosas que pasaron. Quién lo creería. — el de cabellos burdeos se quedó pensativo mirando un punto fijo. Zenitsu ladeó la cabeza y asintió. Inosuke hizo una mueca.
— Cosas del destino, quizás... — murmuró el rubio luego del extenso silencio. Al parecer, estaban inmersos en sus propios pensamientos.
— ¿Y cuándo es la cita? Te ayudaremos, sin dudas — Tanjirou se giró a ver a su amigo. Inosuke hizo un mohín de desagrado y entornó los ojos.
— El fin de semana. Iremos al parque de diversiones. — comentó mirando sus uñas. Sus amigos se emocionaron y lo miraron con interés.
— No te queremos presionar, pero nos parece muy bonito — opinó el rubio. Tanjirou asintió con la cabeza.
— ¿Y qué piensas? — preguntó al ver que su amigo seguía distante, últimamente estaba muy pensativo.
Inosuke se encogió de hombros. — No lo sé, ¿debería pensar en algo? Me emociona ir al parque de diversiones. — respondió resoplando.
— A nosotros también nos emociona ir al parque de diversiones... — comentaron sus amigos, mirándose entre sí. No sabían a qué venía eso al caso, pero ya se estaban visualizando allí. — Por cierto, viviré con Uzui — confesó el rubio repentinamente. Inosuke y Tanjirou lo miraron descolocados.
— ¿Se casaron y no nos invitaste a la boda? Monitsu, eso es cruel... — habló Inosuke mirándolo decepcionado. Tanjirou negó con la cabeza, desaprobando eso. — ¿O es que quieren hacerlo todos los días como animales? — eso también escandalizó al de cabellos burdeos.
— HEY — señaló Zenitsu ruborizado. — ¿Cómo no tienes pudor para hablar de ese modo? No nos casamos, solo que Kaigaku irá a estudiar en otro país, entonces me quedaré con Uzui. — explicó encogiéndose de hombros.
— Es un matrimonio — el de hebras azuladas volvió a sentenciar su idea. Zenitsu inevitablemente sonrió, llamando la atención de sus amigos. — Estás demente... — Tanjirou e Inosuke soltaron unas risas al ver la expresión boba de su amigo.
Arrugaron la nariz y ladearon los labios al ver que el rubio seguía ensimismado en sus pensamientos, no parecía estar pensando algo inocente, pues estaba sonrojado y mordiéndose el labio. — En el departamento de Uzui se come muy bien, sí señor — comentó.
— Ugh, no digas esas cosas... Me recuerdas al hámster que come esa banan... — Inosuke volvió a quedar pensativo y se enrabietó al imaginarse cosas que no quería, por eso empezó a golpear al rubio con la almohada. — ¡Maldita sea! ¡Monitsu estúpido! — se quejó.
Tanjirou frunció el ceño. ¿Qué tenía de malo un hámster que come bananas? Zenitsu trataba de apartar esa almohada de su cara — ¡No te entiendo! Primero eres tú el que menciona cosas indebidas, pero luego te ofendes. AY. —
— Chicos, no empiecen — Tanjirou se metió en medio de la pelea para tratar de detenerlos, pero también lo empezaron a pegar a él. Luego de tratar de apartar los brazos que estaban enredados, se tumbaron sobre la cama para descansar. — Demonios, ¿por qué siempre tenemos que terminar lastimados? — se quejó frunciendo el ceño mientras se sobaba el brazo.
— Ya me imagino cómo sería la relación entre Inosuke y Sanemi — el rubio negó con la cabeza a la vez que las imágenes venían a su cabeza. Pensaba que, como los dos eran muy agresivos, se pasarían horas discutiendo y hasta llegar a golpearse. — ¿No sería tóxica? — preguntó con confusión.
— No, si los dos son así — respondió Tanjirou también pensativo. — Solo es tóxica cuando hay celos, creo... —
— Hablan como si no estuviera aquí, idiotas — Inosuke se quejó. Sus amigos lo miraron e hicieron una mueca.
— ¿Tú no eres celoso? — el rubio ignoró a su amigo de hebras azuladas para dirigirse a Tanjirou.
Tanjirou lo pensó por unos segundos y ladeó la cabeza. — Creo que los celos son inevitables, pero allá a actuar como psicópata ya es otra cosa. Solo no hay que obsesionarse — comentó encogiéndose de hombros. Zenitsu asintió y miró el techo.
— Pero ¿cómo no sentir celos si nuestros novios son unos playboys? — preguntó confundido. Tanjirou frunció el ceño e Inosuke levantó una ceja.
— Giyuu no es un playboy. — respondió con una mueca. Inosuke lanzó unas risitas.
La inminente ida de Kaigaku lo desanimaba de algún modo, ya se estaba acostumbrando a él, pero el azabache le prometió volver en vacaciones. Se estarían comunicando a través de mensajes o videollamadas para ver si todo estaba en orden, Kaigaku ya había conseguido un lugar dentro del campus para quedarse a vivir allí, le sorprendía lo independiente que llegó a ser. Sin dudas, su abuelo estaría orgulloso de él. Se graduó ese semestre antes que termine el año y tuvo buenas notas que lo ayudarían a mantener una buena imagen, estudiaría Sistemas informáticos, Zenitsu no sabía que a su hermanastro le interesaban esas cosas.
Ahora estaban allí en el aeropuerto, Uzui lo había acompañado ya que el rubio no tendría cómo volver a casa. Kaigaku solo lo observaba algo incómodo y a una distancia prudencial, también incomodando al albino. Zenitsu carraspeó y se acercó a su hermanastro agarrado de la mano de Tengen, ya habían anunciado el vuelo del azabache, por lo que era el momento de la despedida.
— Espero que vuelvas para navidad o año nuevo — habló el rubio mirando a su hermano. Kaigaku sonrió y asintió con la cabeza.
— Haré lo posible, tendré que resolver algunos asuntos por allá y, si logro ahorrar, volveré. Te estaré avisando cualquier cosa — respondió extendiendo su brazo para colocar su mano en el hombro del rubio.
Zenitsu infló las mejillas y se acercó a abrazarlo. — Confieso que te extrañaré. El abuelo estaría muy orgulloso de ti — comentó mientras seguía abrazándolo. Kaigaku correspondió el abrazo un poco apenado.
— Gracias, yo también lo haré. Pero no te preocupes, las llamadas no faltarán, solo espero no incomodarte con los horarios — murmuró separándose del rubio. Zenitsu asintió. — Cuídate mucho, estudia y vive tu vida — señaló.
El rubio sonrió y ladeó la cabeza asintiendo. — Lo mismo digo — Uzui también asentía ya que no sabía qué demonios hacer. Estaban teniendo una despedida emotiva, ¿debería decir algo también?
— Y tú — eso sobresaltó al albino. — Cuídalo por mí. Sé que lo harás, pero si lo haces llorar nuevamente, tendré que demandarte — esa despedida no fue para nada amistosa. Uzui sonrió nervioso. — Gracias por todo, de igual modo —
— No, gracias a ti, Kaigaku. Eres un buen chico — el albino habló finalmente, llamando la atención del rubio. El azabache asintió y se giró para ingresar de una vez a la zona de abordaje. Volvió a voltear una vez que estaba en la puerta para despedirse con la mano y desapareció a lo lejos. Uzui bajó la mirada para ver a su chico y colocó su mano sobre su cabeza. — ¿Quieres ir a ver el avión? — sugirió con una sonrisa ladeada. Zenitsu asintió.
Caminaron por los largos pasillos vacíos y blancos con enormes ventanales que daban hacia la pista, exhibiendo todos los aviones que estaban por abordar. Zenitsu y Uzui caminaban tanteando el terreno, estaban agarrados de la mano y, al ver que no había nadie, empezaron a jugar un poco. — Mira, se puede patinar en este piso — dijo el rubio al ver lo encerado y brilloso que estaba el suelo. Arrastró los pies y rió al lograr lo que quería. Uzui lo miró curioso y le copió el movimiento. El lugar estaba muy bonito, pues ya estaba atardeciendo y el color del cielo azulado inundaba el salón. El albino extendió su brazo para que su chico girara sobre su eje y así empezar con un baile un poco torpe, haciendo reír al rubio. Llegaron al fondo del salón y se colocaron frente al ventanal para ver al avión que llevaría a su hermano y esperaron hasta que emprediera vuelo. Tengen se recostó sobre la pared que separaba unas ventanas y agarró la mano de Zenitsu, lo miró mientras el rubio estaba concentrado en la vista que tenía enfrente. Sonrió y lo estiró atrayéndolo a su cuerpo, el rubio colocó sus manos sobre el pecho de Uzui y levantó la mirada para verlo.
— Eres muy bonito — murmuró con una sonrisa ladeada, ruborizando al rubio. — Entonces ahora viviremos juntos, es mi sueño desde que era pequeño — comentó provocando una sonrisa en Zenitsu.
— No cuesta nada soñar. Me siento halagado por cumplir tu sueño — respondió ladeando la cabeza. — Espero nada más que no te canses de mí, ni tampoco quiero que te acostumbres — señaló pensativo. Uzui se inclinó y dejó besos en sus mejillas.
— Amor, no lo haría — murmuró mientras seguía encariñándose con su chico. Zenitsu buscó sus labios y los unió sin perder tiempo, sin dudas, cada vez lo quería más. El beso fue lento, pero extenso, íntimo como si fuera la primera vez que lo hacían, probando y sintiendo con cada movimiento sin apuros, mordiéndose los labios y dejando cortos besos para luego volver a empezar. Uzui abrió los ojos y juntó su frente con la de Zenitsu, acarició sus mejillas sonrosadas y sonrió levemente, el rubio seguía con los ojos cerrados, juntó su mejilla derecha con la del rubio y empezó a encariñarse y a querer impregnarse su olor. — Te amo — susurró mientras inhalaba el aroma de su cabello.
Zenitsu decidió pasar la noche en el departamento de su novio, se lo pidió y Tengen no dudó en aceptar. Luego volvería a la casa para llevar algunas cosas a su nuevo hogar, recibiría el salario de su abuelo hasta que cumpla la mayoría de edad ya que lo habían dejado solo y la casa era suya. No podía quejarse de absolutamente nada, pensaba en la idea de venderla o alquilarla tal vez, así tendría su propio dinero, también con eso podría comprar otro departamento y vivir allí con Tengen o simplemente invertir en su futuro. No quería planear nada, pero tampoco podía evitar imaginarse todas las cosas que podía hacer con su herencia. Viajar por el mundo con el albino no sonaba mal.
Ingresó al departamento y miró su celular, se sentó a responder los mensajes pendientes que tenía con sus amigos hasta que Uzui lo estiró hacia el baño. — Es hora de ducharnos — dijo, alarmando al rubio. ¿Ducharnos dijo?
— Espera, ¿qué pretendes? — preguntó confundido, siguiéndole los pasos. Uzui dibujó una sonrisa ladina y giró su rostro para verlo. No dijo nada y Zenitsu ya sabía a qué se refería. Se ruborizó y empezó a ponerse nervioso. — No lo sé, ¿crees que sea buena idea? — volvió a preguntar una vez que estaban dentro del baño, abrió la boca para hablar, pero calló al ver cómo el albino empezaba a quitarse la camiseta. Se quedó en silencio admirando cómo la ropa era despojada dejando el cuerpo desnudo frente a él. Se ruborizó intensamente y se mordió el labio inferior.
— ¿Quieres que te ayude? — se ofreció extendiendo su brazo para acercarlo al rubio. Zenitsu se giró rápidamente, dándole la espalda, provocando unas risitas en el albino. — Ven, dúchate conmigo, gatinha — dijo con voz sensual, colorando más el rubio.
Zenitsu estaba echando humo, más con ese tonto comentario. Decidió seguirle la corriente, pero no quiso girarse aún. Se quitó la chaqueta que tenía y la colocó delicadamente sobre el colgador, se levantó la camiseta y se la quitó. Chasqueó la lengua al sentir la presión de la mirada de Uzui sobre él. Se desabrochó el pantalón y se lo bajó lentamente para finalmente girar su rostro para verlo aún de espaldas.
El albino se mordió el labio y lo recorrió con la mirada. — Tienes muchas curvas — opinó estirando su mano para acercarlo a él. — Y qué buenas curvas... — murmuró una vez que lo tuvo pegado a su cuerpo. Zenitsu desvió la mirada, sus mejillas estaban encendidas y se sobresaltó cuando sintió las manos de Uzui bajando por su espalda hasta llegar a apretujar sus nalgas. — Redondas y firmes — ese comentario hizo fastidiar al rubio.
Zenitsu estaba rechinando sus dientes, el albino no tenía la intención de quitar sus manos de aquella zona, es más, seguía apretándolas cada vez con más fuerza, mientras se inclinaba para empezar a recorrer el cuello del rubio. Se dejó llevar, cerrando los ojos y correspondiendo la cercanía llevando sus manos a la espalda de Uzui para empezar a acariciarlo. El albino soltó el agarre de una mano para poder abrir el grifo y retroceder para adentrarse y ubicarse debajo de la ducha, Zenitsu se relajó al sentir el agua tibia caer sobre él y se recostó sobre el pecho del albino para levantar la mirada y conectar sus ojos con los violetas. Uzui volvió a apegarlo más a su cuerpo y con sus manos necesitadas, volvió a recorrerlo encendiéndose más al sentir su piel mojada. El rubio se acercó a su rostro para poder besarlo, apartando los cabellos plateados del rostro del albino y dejando que él toque todo lo que quería tocar. Dio un respingo cuando con un repentino movimiento quedando de frente al azulejo, colocó sus manos sobre el frío material y giró su rostro para ver qué demonios pensaba hacer su novio.
Uzui estaba concentrado mirándolo de la cintura para bajo mordiéndose el labio, volvió a pegarse al cuerpo de su chico y lo agarró de la cintura mientras se inclinaba para besar su cuello y dejar unas mordidas en su hombro, deslizó una mano hacia el vientre del rubio y la bajó para tocarlo buscando excitarlo, con la otra mano volvió a apretujar una nalga, provocando jadeos por parte de Zenitsu, quien empezaba a respirar con más dificultad debido al agua que caía sobre él, ladeó la cabeza exponiendo su cuello mientras soltaba suspiros al sentir el movimiento de la mano de Uzui masturbándolo. Arqueó la espalda y dio un respingo al sentir lo duro que estaba el albino.
Tengen no perdió tiempo tanteando el terreno para introducir su miembro entre las nalgas del rubio, lo hizo lentamente y escuchando los quejidos y jadeos de Zenitsu. Lo masturbó con más velocidad, esperando que su atención se preste en esos movimientos y así él poder moverse finalmente con ansias dentro de él. Zenitsu giró su rostro, ganándose un beso húmedo por parte de Uzui y apretó los labios cuando el albino ya se instaló por completo dentro de él. Cerró los ojos con fuerza y se dejó llevar por el momento.
El rubio seguía con las mejillas encendidas, tratando que el agua pudiera enfriar un poco su calentura. Estaba con la espalda recostada sobre el pecho de Uzui, jugando con las manos de él, entrelazándolas y dejando unos besos sobre ellas. El albino se había relajado y se sentía satisfecho, observando cómo el rubio estaba jugando con sus manos. Besó sus mejillas y volvió a descansar. Decidieron relajarse un poco en la bañera, Zenitsu había opinado que eso no podía ser una buena idea, pero accedió luego de que Uzui lo haya convencido insistentemente. El albino quería disfrutar un poco más de ese momento.
— ¿Sabías que Sanemi sensei e Inosuke tendrán una cita? — el rubio rompió el agradable silencio que los envolvía. Uzui frunció el ceño.
— ¿Qué? — preguntó extrañado. Zenitsu soltó unas risitas y asintió con la cabeza. — No me mencionó nada, conque guarda muchos secretos... — murmuró aún confundido.
— Sip, me causa gracia porque los dos son un poco impulsivos. ¿Cómo crees que les irá si llegan a tener una relación? — preguntó pensativo.
Uzui sonrió de lado y se imaginó la situación. — Sanemi suele controlar sus impulsos, pero con lo que vi, con tu amigo le cuesta un poco más. Aunque también se muestra más calmado a veces. Es impredecible — opinó levantando una ceja y reposando su mentón sobre la cabeza rubia.
— Inosuke es un buen chico, un poco agresivo, pero supongo que ahí está su encanto — comentó resoplando. — Me causa mucha curiosidad esa pareja... — murmuró.
— ¿Crees que sería mala idea seguirlos en su cita? Solo para corroborar de que todo marche bien. — sugirió intrigado. Zenitsu se acomodó y frunció el ceño.
— ¿No seríamos metiches? — preguntó haciendo una mueca.
— Nop. —
— Hmm, no, no lo seríamos... Solo es para ayudarlos en caso de que algo se salga de control... — comentó dándole la razón al albino.
— Está bien, mejor para nosotros también, así tenemos otra cita — sonrió de lado, presumiendo su gran idea. Zenitsu negó con la cabeza y rió.
— Será divertido. Siempre quise ir al parque de diversiones, es una excelente oportunidad — el rubio se emocionó. Decidió levantarse y salir de la bañera para enrollarse con la toalla. Uzui levantó una ceja y también salió de ahí con una toalla enrollada sobre su cadera. Se colocaron sus pijamas y Zenitsu no tardó en lanzarse sobre el colchón para abrazar la almohada. Uzui le había vuelto a prestar ropa, aunque eso de 'prestar' no tenía contaba como tal ya que el rubio se quedaba con ella. Se acostó a su lado y recargó su rostro sobre la palma de su mano para verlo girar con la almohada entre sus brazos. Sonrió y entornó los ojos, Zenitsu rodó hasta colocarse a su lado para abrazarlo con fuerza, siendo correspondido. — Me gusta estar contigo — comentó reposando su rostro sobre su pecho. Levantó la vista al ver al Pikachu en una esquina de la cama y estiró su brazo para agarrarlo y colocarlo en medio de los dos.
— Hasta que por fin reconoces a tu otro hijo — comentó Uzui mientras acariciaba los cabellos dorados. Zenitsu infló las mejillas.
— Ya, Zen, ya estoy aquí. Espero que tu padre te haya cuidado bien... — murmuró dándole atención a aquel peluche.
Se quedaron dormidos, su romántica postura no les duró mucho ya que los dos eran muy inquietos al dormir, así que ahora estaban separados, uno en una esquina y el otro en la otra con la pierna colgando en el borde. No habían puesto la alarma para poder descansar mejor, era sábado, así que no había ningún problema en despertar tarde. El primero en abrir los ojos fue el rubio al escuchar unos ruiditos en la ventana. Frunció el ceño y se sobresaltó al escuchar el fuerte canto de un pájaro que se había posado en el borde de la ventana. Entrecerró sus ojos y lo miró, era un gorrión. Negó con la cabeza y se giró para ver a su acompañante, quien estaba dormido aún. Uzui solía tener sueños profundos.
Zenitsu decidió levantarse, se arregló el cuello de esa camiseta que le quedaba holgada y se acercó al albino a mirarlo con más detalle. Sonrió y dejó un beso en su mejilla para salir finalmente del dormitorio. Se decidió por explorar con más libertad ese departamento. Se acercó a ver los lienzos que estaban ubicados por todas partes y miró con curiosidad aquellos que tenían algunas figuras. Se ruborizó al entenderlas y sonrió al verse reflejado en algunas. Miró los dibujos que descansaban sobre el escritorio y terminó su recorrido observando lo que había dentro del refrigerador. Se dispuso a hacer un desayuno más elaborado al ver más ingredientes.
Uzui se levantó de golpe al oler comida, se estiró y también entrecerró los ojos al ver a ese gorrión que no paraba de cantar en su ventana. Bostezó y arrastró los pies hasta salir de la habitación encontrándose con Zenitsu de espaldas, colocando el desayuno sobre la mesa. Sonrió y se acercó a él sigilosamente, sobresaltándolo con la nalgada que le dio.
— ¡Heey! — se quejó el rubio girándose a verlo, estaba ruborizado y era demasiado temprano. El albino solo se apresuró en darle un beso intenso, provocando que el rubio se sonroje más.
— Buenos días — saludó luego de separarse de su chico. Zenitsu entornó los ojos y miró su desayuno. — Aw, ¿lo hiciste para mí? — preguntó enternecido mientras tomaba asiento.
— Y para mí — aclaró ubicándose a su lado. Decidió hacer unos pancakes bien rellenaditos, una ensalada de frutas, café y jugo de naranja. Uzui ladeó la cabeza y asintió para apurarse en comer todo lo que había ante la mirada espantada del rubio. — Hey, ¡no te comas todo! — se quejó, provocando las risas del albino.
— Hoy es la cita de Inosuke, ¿iremos? — preguntó el rubio ya calmado luego de poder comer aunque sea algo del pancake con frutas. El albino bebió su café y lo miró.
— Iremos — sentenció dejando su taza sobre la mesa. — Pero antes... — dibujó una sonrisa ladina, provocando el estremecimiento en el rubio que ya podía imaginarse a qué se refería. Uzui se levantó y agarró la mano del rubio para estirarlo hacia el dormitorio, ingresando y cerrando la puerta detrás de él. Zenitsu suspiró y dejó que el albino empezara con sus caricias, sintiendo sus manos colándose debajo de su holgada camiseta, ladeó la cabeza y no tardó en acalororarse con sus besos húmedos que recibía en el cuello.
— Me siento como el hámster ese... — murmuró luego de pensar en la comparación que había dado Inosuke. Uzui levantó una ceja y no pudo evitar reír al comprender lo que dijo su novio. Zenitsu lo miró molesto y abochornado.
— Eso me halaga — respondió relamiéndose el labio. El rubio subió y se recargó sobre su pecho para mirarlo, negó con la cabeza y dejó unos cuantos besos en su rostro.
— Bien, no sé si disfrutaré del parque de diversiones... Lo haría si tal vez pudiera caminar correctamente. Uzui eres un adicto — señaló frunciendo el ceño y haciendo una mueca.
El albino sonrió de lado. — Adicto a ti — se defendió, Zenitsu entornó los ojos y decidió levantarse.
— Eres muy lascivo — comentó sonriendo. — Será mejor que nos arreglemos para nuestra cita siendo espías —
— Bien que te gusta ser un hámster — siguió con ese tema, ganándose una almohada en la cara. Volvió a reír para luego levantarse y seguir a su chico. — Hay bananas en la cocina, si quieres más... — comentó molestando aún más a su chico.
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