Capítulo LI

Pudieron respirar con normalidad cuando por fin llegaron a los sanitarios. Zenitsu no podía creer que pasó horas trabajando con su apariencia para que ahora esté en un estado deplorable. Tenía la nariz y las mejillas sonrosadas, los labios algo hinchados y estaba despeinado. Inosuke se quitó las pincitas que Tanjirou le había puesto y se las dio al rubio, quien lo estaba matando con la mirada. Tanjirou agradeció haber traído algo de rubor para colorearse el rostro que lo tenía demasiado pálido. Pasaron unos minutos tratando de recomponer sus apariencias de un principio y salieron rápidamente del baño para buscar la puerta que los llevaría finalmente al gran salón.

Inosuke la encontró y no tardó en empujarla de golpe, haciendo que ambos lados de la puerta se abran provocando un sonido brusco. Todo el salón quedó en silencio, pues ya estaban todos los invitados sentados en sus mesas y prestando atención a las palabras del director Ubuyashiki, quien calló al ser interrumpido de ese modo. Tanjirou y Zenitsu se avergonzaron al instante en que todos se giraron a verlos e Inosuke ignoró las miradas para ingresar con estilo, que para eso sufrieron tanto.

— Oh, chicos, pasen por favor — habló el director, invitándolos a acomodarse en sus lugares, para volver a hablar. Inosuke caminaba como diva, ignorando las miradas asombradas de los estudiantes. En realidad estaban impresionados de que hayan interrumpido de ese modo al director más que por otra cosa. Zenitsu y Tanjirou solo lo seguían un poco tímidos, aunque ahora se sentían más empoderados al ver las miradas de los demás. Se estilizaron y siguieron los pasos de su amigo que iba al frente. Se acomodaron el cabello con movimientos sensuales y sonrieron cuando vieron a sus parejas. Al parecer se sentarían en la misma mesa.

El director culminó la bienvenida, dando por iniciada la gala. El trío finalmente llegó a su objetivo, sentándose en los asientos libres, al lado de sus parejas. Zenitsu resopló al sentir la mirada de Uzui, estaba sentado enfrente de él. Saludó a Murata, quien se apresuró en saludarle con un beso en la mejilla, sobresaltando al rubio. Este chico ya estaba cruzando la línea. Tanjirou sonrió y saludó a Giyuu con un abrazo, había sufrido tanto hasta hace poco, un abrazo de su profesor lo reconfortaría e Inosuke simplemente se sentó y miró al frente, ignorando a Sanemi, el profesor lo miró con el ceño fruncido.

Uzui chasqueó la lengua al ver ese gesto que tuvo ese niño insípido con su rubio y entornó los ojos. Zenitsu se veía hermoso, quería poder ser él quien esté a su lado para repetírselo a cada tanto. — Te ves muy lindo, Zenitsu — habló Murata, fastidiando más al albino.

— Ah, gracias — respondió el rubio con una sonrisa nerviosa, tratando de apartarse un poco más de su pareja. 

— Oh, hola — saludó Inosuke a Sanemi, llamando la atención del profesor, quien ya estaba entablando una conversación con Kyojuro. Su 'pareja' los interrumpió. — Como que usted no acostumbra a saludar — comentó.

— ¿Cómo estás, Inosuke? ¿Debería preguntar por qué se tardaron tanto? — preguntó intrigado y con el ceño fruncido.

— Culpe a su hermano — dijo llamando la atención de Genya. El mencionado levantó la mirada rápidamente. — Verás, él hizo que tuviéramos un percance en el camino. Nos costó caro — respondió asintiendo con la cabeza. Zenitsu lo miraba con una sonrisa divertida y se encogió de hombros cuando Genya lo miró para pedir una explicación.

Sanemi quedó pensativo, sintió cómo Kyojuro le codeó el brazo y escuchó lo que le dijo al oído. Carraspeó y miró de reojo a su alumno. — Te ves bien — opinó. Inosuke se giró a verlo y lo analizó de pies a cabeza, molestando al profesor.

— Pues gracias, esa era la idea — respondió para volver su vista al frente. Zenitsu se entretenía con la escena de ellos dos, ignorando a Murata, quien quería iniciar una conversación con el rubio. Tanjirou negó con la cabeza y decidió escribirle un mensaje. Inosuke frunció el ceño y revisó su celular para leer en voz alta. — Una princesa... — dijo algo confundido. Sanemi levantó una ceja.

— ¿Una princesa? — preguntó intrigado. Tanjirou se dio una palmada en el rostro, su amigo no aprendía nada. Zenitsu soltó unas risitas. Inosuke asintió, comprendiendo. Miró a sus amigos y se encogió de hombros. No le dijeron nada de cómo hablar con su pareja.

— ¿Soy encantador? — preguntó girándose de nuevo hacia su profesor, alarmándolo y provocando las risas divertidas de los demás. Inosuke frunció el ceño y lo miró expectante. Sanemi lo observó incrédulo, ¿en verdad esperaba una respuesta?

— Supongo —respondió con una mueca, siendo reprendido por Kyojuro, quien volvió a codearle con más fuerza.

— ¿Crees que me veo bien? —preguntó Murata, asustando al rubio. ¿En verdad le preguntaba eso? Zenitsu sonrió nervioso y miró al frente, encontrándose con Uzui. El albino lo estaba mirando fijamente. Carraspeó y volvió a prestar atención a su pareja.

— Sí — respondió bajando la mirada para ver sus manos. Murata sonrió y también miró al frente. Estaba incómodo por lo que decidió hablar nuevamente. — ¿A qué hora vamos a comer? — preguntó en general.

— ¿Ya tienes hambre? — Uzui se apresuró en seguirle el hilo a su chico. Zenitsu asintió. — Bueno, la comida no debería tardar en llegar. — comentó, tratando de llamar la atención de su chico. El rubio volvió a asentir. Y tenía razón, la comida no tardó en llegar para la felicidad del rubio que ya quería irse de ahí.

Comieron gustosos, reprendiendo a Inosuke con la mirada al ver que quería empezar a comer con la mano. — Una princesa los cubiertos sabe usar — musitaba para acordarse de la canción. Sanemi lo miraba extrañado. — Siempre actúa con recato, siempre come en un plato... — Genya los miraba con diversión, no podía creer que su hermano haya invitado a su amigo. Era raro.

Giyuu estaba contento al lado de Tanjirou, compartiendo opiniones sobre la comida y hablando de otras trivialidades, eran los únicos que estaban inmersos en su propio mundo. Zenitsu estaba animado por ese lado, hasta que sintió cómo Murata quiso agarrar su mano. ¿Qué necesidad había? Decidió fingir que eso no sucedió para usar sus dos manos y empezar a comer. Uzui lo miraba con diversión.

La orquesta empezó a tocar, dando por entendido que la cena culminó para dar inicio al baile. Eso hizo que el rubio volviera a entrar en crisis, vio cómo Tanjirou se levantaba para aceptar la propuesta de baile de Giyuu y cómo Sanemi estiraba a regañadientes a Inosuke. Ahora sí que sentía el verdadero terror. Empezó a teñir sus mejillas de rojo al sentir la mirada intensa del albino, quien había recargado su rostro sobre su mano derecha para observar al rubio. Murata lo agarró finalmente de la mano, sobresaltando al rubio y a Uzui. — ¿Me concede esta pieza? — preguntó inclinándose. Zenitsu decidió levantarse rápidamente, no quería bailar, pero quería terminar con eso lo más pronto posible. Kyojuro se quedó sentado junto al albino para observar a los demás en el vals.

Se ubicaron al lado de Tanjirou y Giyuu para empezar con el baile. La canción que sonaba era la favorita del rubio, era el vals de la bella durmiente. Siempre soñó con presenciar un evento en un enorme salón victoriano y que sonara ese vals. Suspiró y colocó sus manos en los hombros de su pareja, mirando en cualquier lugar menos a él. Se fijó en su amigo, quien se veía demasiado concentrado en sus pasos, divirtiéndose con el profesor Tomioka. Inosuke también estaba tratando de seguirle el ritmo a Sanemi sensei. Era raro, pero ambos se estaban divirtiendo, menos él. Levantó la mirada hacia Murata y sonrió nervioso. Ese vals duraba casi cinco minutos y ni siquiera habían llegado a la mitad.

— ¿Por qué no vas y lo invitas a bailar? — preguntó Kyojuro aún con la mirada fija en sus amigos. — No creo que te rechace. —

Uzui ladeó la cabeza y asintió. — Supongo que tienes razón... ¿y tú qué harás? — preguntó levantándose de su asiento. Kyojuro se encogió de hombros  y le restó importancia para empujar a su amigo para que ya se marche. El albino rió y caminó hacia la pista.

Zenitsu estaba mirando todo a su alrededor mientras dejaba que Murata lo guiara con los pasos. — ¿Me permites? — se sobresaltó al escuchar la voz del albino y se giró a verlo. Murata entornó los ojos, ¿quién se creía para entrometerse en su vals con su pareja? El azabache negó, pero el rubio asintió.

— Sí — respondió bajando las manos de los hombros de Murata, que no tuvo otra opción que aceptar la decisión de Zenitsu. Se alejó de ellos, dejándolos solos para ir a sentarse nuevamente en su lugar, Kyojuro se sentía mal por él, pero quería apoyar a su amigo. Zenitsu se ruborizó cuando conectó su mirada con la de Uzui. — Es bellísimo — pensó mordiéndose el labio. El albino tenía puesto un traje negro demasiado elegante, tenía el cuello de la camisa abierto y un moño también negro colgando de allí. Se había atado el pelo en una coleta y portaba sus típicos aretes dobles color dorado.

Uzui lo agarró de la cintura, pegándolo a su cuerpo y Zenitsu colocó una mano en su brazo y con la otra entrelazó sus dedos con los del albino. — ¿Cómo es la letra de este vals? — preguntó Uzui con una sonrisa ladina. El rubio sonrió y ladeó la cabeza.

— ¿Quieres que cante? — preguntó incrédulo. El albino asintió. — Está bien — carraspeó y pensó en la letra. — Eres tú el príncipe azul que yo soñé — canturreó en voz baja, ensanchando la sonrisa de su profesor de artes. Ambos marcaban muy bien el ritmo del vals, por lo que se estaban divirtiendo entre giros y pasos largos sincronizados. — Eres tú, tus ojos me vieron con ternuras de amor — siguió sin apartar la mirada de sus ojos. 

— ¿Soy un príncipe azul? — preguntó con diversión. Zenitsu arrugó la nariz y negó con la cabeza, provocando un gesto indignado en el albino, quien buscó explicación.

— ¿Tú te crees un príncipe azul? ¿Los príncipes azules son coquetos? —preguntó intrigado, también buscando explicación. Uzui levantó una ceja.

— Puedo ser quien tú quieres que sea, igual que barbie — respondió encogiéndose de hombros. — Pero solo soy tuyo — eso ruborizó al rubio, quien desvió la mirada. — Hey, Zenitsu, ¿ya te diste cuenta que ese chico con quien viniste se gusta de ti? — preguntó, llamando la atención de Zenitsu.

— No soy tonto, Uzui — señaló. Resopló e hizo una mueca. — ¿Por qué te preocupa esas cosas? — preguntó entornando los ojos.

— Solo lo mencionaba, por si no te hubieras dado cuenta — se excusó. — ¿Te confieso algo? — tanteó. Zenitsu lo miró y asintió con la cabeza. — Creo que Zen está enfadado contigo, piensa que tienes favoritismo con nuestro hijo mayor. — susurró con seriedad, el rubio frunció el ceño y lanzó unas risitas al comprender. — Además, ¿qué pensará de mí Coco? ¿Que soy un mal padre por no ir a visitarlo los sábados? — añadió con aire decepcionado.

Zenitsu lo miró con una sonrisa y negó con la cabeza. — Coco ni se acuerda de ti — dijo directamente, rió al ver la expresión soprendida del albino. Se tomaba muy en serio ese juego.

— Eso fue cruel — respondió con gesto abatido. — Pero yo sí le hablo a Zen sobre ti — ladeó la cabeza, se sentía ofendido. Zenitsu lo miró y levantó sus manos para colocarlas sobre sus mejillas, haciendo que Uzui volviera a mirarlo.

— Estás muy lindo — murmuró, sonrojándose al poco tiempo de haber dicho eso. Uzui sonrió y también se ruborizó al ser halagado, agarró una mano de su chico, separándola de su rostro para besar el dorso de ella. Zenitsu lo veía embelesado.

— Tú te ves precioso — también halagó para luego besar la palma de su mano. Fueron interrumpidos nuevamente por Murata, quien se había acercado hasta ellos para reclamar a su pareja. Uzui entornó los ojos y se separó de Zenitsu. El rubio aún estaba inmerso en sus pensamientos, se giró para seguir a su profesor con la mirada y se mordió el labio inferior.

Murata se acomodó y empezaron a bailar de nuevo. Zenitsu ya estaba agotado, pero no quería quedar mal con su pareja de baile. Le devolvió la sonrisa al azabache, quien se estaba acercando a su rostro. El rubio se asustó y se hizo para atrás, volteando el rostro a un costado, sintiendo cómo el chico dejaba un beso allí. Cruzó la línea. — Zenitsu, yo... — escuchó lo que no quería escuchar. No pudo continuar porque el vals terminó, provocando que todos aplaudieran. El rubio fingió no haber escuchado nada, para luego caminar hasta llegar a la mesa y sentarse, Murata lo seguía abatido. — Estoy cansado — murmuró, relajándose en su asiento.

— Podemos descansar. Ahora comenzará la discoteca — comentó Murata sentándose a su lado. Inosuke llegó corriendo para empezar a comer nuevamente lo que había en la mesa. Los meseros dejaron algunos bombones para el postre, Zenitsu abrió la boca, impresionado de cómo su amigo se llevaba los bombones con asombrosa velocidad ¡él no había agarrado ninguno! Sanemi entrecerró sus ojos al ver a su alumno sobrepasándose con el chocolate y negó con la cabeza tomando asiento.

Tanjirou se acercaba agarrado de la mano de Giyuu, estirándolo para sentarse a descansar. — Me sorprende tu habilidad con el vals, Giyuu san — habló, girándose hacia su profesor.

— ¡Omaigat! ¡IT'S MICHAEL JACKSON! — ese grito de Inosuke asustó a todos, hasta al vice director que pasaba por allí. — HE HEE HE HEE HII HIII — Sanemi le metió un bombón en la boca para callarlo. Sus amigos solo pudieron empezar a reír con ese comentario de Inosuke. El vice director Muzan sí tenía cierta similitud con el cantante. Más ahora que traía un traje blanco con un sombrero del mismo color. Los ignoró y siguió con su camino.

— ¿Y si en verdad es Michael Jackson? — preguntó Genya a su hermano. Sanemi solo le golpeó en un brazo como respuesta. No podía creer lo osado que resultó ser el amigo de su hermano, si bien, sabía que era un chico llamativo, pero tampoco para tanto.

El dj empezó a colocar músicas más actuales, siguió con las baladas, bajó las luces y las parejas volvían a la pista para danzar esa canción tan romántica de Ed Sheeran. 'Perfect'. Tanjirou volvió a estirar a Giyuu, quien aceptó gustoso mientras que Inosuke ya no tenía intención en bailar, al parecer Sanemi tampoco.

— ¡Es mi canción favorita! ¿Bailamos? — sugirió Murata a su pareja, recibiendo una negativa con la cabeza.

— Estoy muy cansado. Exhausto. Fatigado y muerto por dentro... — eso último se dijo a sí mismo. Murata hizo una mueca y asintió.

— Pero tengo algo importante que decirte — oh, no. Zenitsu resopló, ¿no se salvaba aún?

— Puedes decírmelo... — respondió con inseguridad. Uzui seguía mirándolos, así que esa presión era peor. Murata carraspeó y agarró la mano del rubio para llamar su atención.

— Zenitsu, me gustas — Ughh, esa confesión le cargaba la consciencia. El rubio se ruborizó y lo miró, se sobresaltó al ver cómo el otro tenía nuevamente la intención de besarlo y retrocedió.

— Murata, yo... — se apresuró en hablar para detener la trayectoria del azabache, quien se frenó y lo miró expectante. — Me tomó por sorpresa, jaja... No sé qué decir — respondió con nerviosismo. Uzui se decepcionó, ¿por qué no lo rechazaba directamente? ¿Qué le costaba? Murata asintió.

— No hace falta que me respondas. Te daré tiempo — respondió tratando de calmar al rubio. Zenitsu asintió y soltó un suspiro sonoro.

— Voy al baño — dijo tras el incómodo silencio que se formó entre ellos — No hace falta que me acompañes, no, quedate aquí — volvió a hablar cuando vio que su compañero tenía la intención de seguirlo. Le dio unas palmaditas en el hombro y se alejó de allí. Uzui lo siguió con la mirada para luego mirar nuevamente al frente al perderlo de vista, se encontró con Murata y le sonrió.

Zenitsu recorría los pasillos de la academia para ir al baño que solía frecuentar. Le parecía extraño estar en la academia de noche, le causaba algo de miedo, pero era excitante. Caminó tarareando una canción, se sentía demasiado solo por ese camino, además de que estaba muy silencioso. ¿Tanto se había alejado del salón para que la canción se vuelva insonora? Finalmente encontró su baño preferido, era el que estaba cerca de la sección mariposa. Es más espacioso y ocupa un espejo más grande, por eso es su preferido. Tomar esas botellitas de vodka le hacía tener ganas de orinar a cada tanto, así que decidió aprovechar que nadie estaba. Una vez que fue suficiente, se acercó al lavadero para lavarse las manos y mirarse en el espejo, escuchaba el sonido de las cigarras. Había demasiado silencio, los ruidos que sonaban solo eran los que provocaba él y esos insectos nocturnos.

Miró su reflejo y pensó en la confesión de Murata. ¿Debió haberlo rechazado de una vez? Pensó que sí, sino podría ilusionarlo más si no le daba una pronta respuesta. Se acercó a la puerta para salir, pero se sobresaltó al ver una silueta enfrente de él.

— ¡Bu! — dijo para empujar al rubio, adentrándolo de nuevo al baño. Zenitsu sentía una presión en el pecho por el susto que le provocó eso. Su corazón había empezado a acelerarse y el miedo le erizaba la piel. — Oh, mírate...  no estás tan mal — comentó el chico, quien acorraló a Zenitsu.

— ¡Gyu! ¡¿Qué cosas dices?! ¿Es que no ves lo feo que es? — otra voz se unió, adentrándose también al baño. Zenitsu estaba alarmado y a la defensiva. Esa chica estúpida y resentida junto a su hermano lo habían estado acechando. ¿Desde qué momento? — A ver niño, me pregunto qué fue lo que vio el idiota de Tengen sensei en ti — se acercó al rubio, agarrándole del rostro y ladeando su cabeza. Zenitsu trató de zafarse, pero Gyu le sujetaba los brazos con fuerza.

— No entiendo, Ume. ¿Qué quieres que hagamos con él? — preguntó el chico haciendo más fuerza en el agarre al sentir cómo el rubio se empezaba a inquietar. Ume chasqueó la lengua.

— Hay muchas cosas que podríamos hacer con él. ¿Dejarlo más feo de lo que es? Tal vez darle lo que tanto necesita de su Uzui sensei. ¿Qué dices, niño? — se inclinó hacia rostro con una sonrisa sádica. — ¿Querías que Tengen sensei te diera duro? No eres más que un niño precoz necesitado... — habló haciendo un gesto de compasión. — No te preocupes, nosostros podemos ayudarte a calmar tu calentura — dijo dando unas palmaditas a la mejilla del rubio.

— ¡¿ESTÁS DEMENTE O QUÉ?! Bueno, eso sí que lo estás, pero ¿Qué demonios quieres? ¿Es que no puedes aceptar que el profesor de artes te rechazó? ¡ESO ES INMADUREZ! — se defendió, aún tratando de zafarse. Su hermano tenía tanta fuerza. Se quejó cuando sintió una cachetada en su rostro.

— ¡NIÑO INSOLENTE! — Ume se fastidió y volvió a agarrarle del rostro, clavando sus dedos en sus mejillas. — Aquí la madurez te falta a ti. ¿Piensas que el profesor te haría caso a ti? ¡MÍRATE! ¿Quién querría estar contigo? — presionó su agarre, provocando que unas lágrimas se formaran en los ojos del rubio. — Aw, además de iluso eres un llorón. —

— Ume, apúrate que quiero ir a casa — reclamó su hermano. Quería ayudar a su hermana a vengarse del tipo que la lastimó, pero como siempre, ella dramatizaba de más.

— Gyu, tócalo — pidió, enderezándose y cruzando sus brazos. Gyu lo miró con el ceño fruncido. — Que lo toques, ¿o es que también te asquea? Es normal, supongo — comentó encogiéndose de brazos.

— Bueno, yo sí le veo lo lindo a este niño — dijo inclinándose hacia él, haciendo que el rubio se deslice hasta sentar en el suelo, Zenitsu trató de zafarse nuevamente, poniendo más fuerza, pero Ume lo había empujado con fuerza hacia la pared, haciendo que choque y se quede pegado al frío material. No paraba de moverse para tratar de salirse de sus garras, pero con eso solo recibía más golpes. Gyu había clavado sus uñas en las muñecas del rubio para que no intentara liberar sus manos, y bajó una de sus manos para taparle la boca, haciendo presión. Ume se encargaba de desabotonar su camisa para darle camino libre a su hermano. Sacó una cuerda y ayudó a Gyu a retener las manos del rubio, las ató con mucha fuerza, provocando quejidos en Zenitsu, quien se sentía sofocado con esa mano sobre su boca. Gyu se había inclinado y sacó una pequeña navaja para amenazar al chico, quien esperaba poder defenderse con sus piernas.

— Shh, cálmate. ¿Que no era lo que querías? Solo te voy a dar lo que siempre quisiste, niñito travieso — Kaigaku no había cumplido del todo con su trabajo, era un idiota, le había advertido, así que ya no sería una culpa jugar un poco con su hermanastro. — Tienes una linda piel — dijo colando su mano dentro de la camisa del rubio, estremeciéndolo por el contacto.

— Ow, ¿Ya está excitado el niño? Puedes imaginar que es Uzui sensei. Hermano, ¿no puedes actuar como si fueras el profesor de artes? — pidió ume, quien se estaba alejando de allí para dejarlos solos.

— Ume, deja de decir estupideces — se quejó su hermano para volver con lo suyo. — Y tú quédate quieto o tendré que dañar tu fino rostro — amenazó, empezando a bajar su mano. Zenitsu empezó a sollozar, soltando las lágrimas con intensidad. Quiso patearlo, pero sintió el ardor de un corte en su pecho. Las gotas de sangre manchaban su blanca camisa con cada corte que Gyu tenía que hacer para calmar al chico. — Demonios, me dejarás sin espacio para disfrutar. — se quejó chasqueando la lengua. Bajó la mano sin perder tiempo y apretó su entrepierna por encima de su pantalón. Zenitsu volvió a querer separarlo con los pies. Trató de subir sus brazos, pero sentía que podía dislocar sus hombros.

Sanemi y Genya veían con preocupación a Inosuke, quien estaba caminando algo raro. Se habían unido a la discoteca y el de hebras azuladas no paraba de sacar una botellita que tenía guardada dentro de su saco, lo hacía a escondidas, pero su extraño comportamiento era perceptible a simple vista para los hermanos Shinazugawa. Se alarmaron cuando lo vieron dirigirse al escenario y decidieron seguirlo.

Tanjirou se encontraba aún en medio de toda la gente, divirtiéndose con Giyuu. Concentraba toda su atención a su profesor de educación física, quien también estaba siguiéndole el ritmo a su alumno. El de cabellos burdeos no paraba de sonreír y de tomarle la mano a cada canción que sonaba. Tomioka ya estaba algo cansado, el baile no era lo suyo, pero hacía su mejor esfuerzo. Su chico se veía muy bonito junto a él. Tanjirou se frenó al escuchar la voz de Inosuke y se giró, encontrándolo en el escenario.

— Súbditos y Súbditas, esta canción la quiero dedicar a la rubia, Monitsu. Tiene a dos personas detrás de él y a ti, maldito que lo lastimó, te doy mi apoyo. Sé su héroe. — dijo alargando las palabras, soltó una risita y se reincorporó con el micrófono en manos. Uzui frunció el ceño, ¿le estaba hablando a él? El dj se le acercó a Inosuke y le habló en el oído, el chico asintió y se ubicó nuevamente en su tarima. Tanjirou lo miró curioso, ¿iba a cantar? Eso era tierno, ¿pero estaba ebrio acaso? Sanemi y Genya no pudieron hacer nada, sería mejor que lo dejaran hacer lo que quisiera, lo escucharían sin problemas.

La canción sonó e Inosuke estiró el cable del micrófono para poder recorrer el escenario. — ¿Dónde están los buenos hombres? Ya les dije adios. ¿Dónde encuentro un Hércules de la batalla en vos? Caballeros ya no hay montando su córcel. Al dormir mis sueños lo traen, solo quiero verlo a él — cantó exagerando los movimientos. Se colocó nuevamente en el centro y levantó los brazos, ganándose los aplausos de todos. — ¡Yo quiero un héroe! Esperaré por un héroe hasta al amanecer! — Genya lo miró divertido y también empezó a apoyar a su amigo, Sanemi rodó los ojos. Tanjirou rió con ganas y volvió a agarrar las manos de su profesor para volver a bailar. — Muy fuerte será y veloz actuará. Demostrando en batalla frialdad. — siguió cantando dando unos saltos.

Murata estaba desconcertado, ¿qué había dicho? ¿Le rompieron el corazón a Zenitsu? ¿Necesitaba un héroe? ¿De quién hablaba? Se giró para ver al profesor de artes, quien estaba algo inquieto. Lo recorrió con la mirada y se sobresaltó al verlo levantarse de golpe.

Uzui se estaba impacientando, ¿a dónde había ido su chico? Zenitsu estaba tardando demasiado. Decidió levantarse para ir a buscarlo, ¿es que nadie se percataba de su ausencia? Caminó esquivando a cada persona que se interponía en su camino hasta que vio a Ume entrar en el salón con una sonrisa triunfal. Eso le provocó un sabor amargo. Se acercó rápidamente a ella y la estiró sacándola al exterior.

— HEY, ¿Qué demonios te sucede? — se quejó la chica para girarse a ver a su profesor. — O es que ya recapacitaste y decidiste correr a mis brazos — habló acercándose al albino para pegarse a él y rodear su cuello con sus brazos.

— ¡No salgas con tus estupideces! —exclamó con fastidio, separando bruscamente los brazos de la chica. — ¿Qué haces aquí? ¿Dónde está Zenitsu? — preguntó esperando que ella tuviera la respuesta. Y es que no podía evitar imaginarse cosas, verla allí significaba peligro. Ume frunció el ceño y lo miró irritada.

— ¿Hablas de ese niño estúpido? Oh, sí, lo escuché gemir en los baños. Creo que estaba demasiado necesitado y no se aguantó las ganas de tener sexo — respondió con una sonrisa maliciosa. Uzui abrió los ojos asombrado, su estómago se estaba revolviendo y sentía una presión en el pecho. Se apresuró en ir a buscar a su chico, tenía un mal presagio.

Dentro del salón festivo, Inosuke seguía cantando con frenetismo, siendo ovacionado por la gente. Se sentía bien al ver cómo podía animar esa fiesta que estaba siendo un poco aburrida ya. — ¡Yo quiero un héroe! Esperaré por un héroe hasta que le día llegue a haber. Muy fuerte estará... — Inosuke pausó al observar a alguien ingresando por la puerta principal. Frunció el ceño y enfocó su vista. — ¡Demonios! — se quejó, llamando la atención de todos. La canción seguía sonando pero el de hebras azuladas había parado de cantar.

Uzui corrió por los pasillos, buscando baño por baño, su corazón golpeaba con fuerza su pecho y estaba desenfrenado. Su mente estaba nublada y cada vez se sentía peor. Pensar en la idea de que su chico esté en tal situación le rompía el corazón. Escuchó a alguien hablar y unos cuantos sollozos ahogados, y no dudó en ingresar al baño de donde provenía esos horribles sonidos. Se sintió desfallecer al ver a su chico con el rostro enrojecido y lleno de lágrimas, el pecho ensangrentado y con ese tipo encima de él, tratando de abrirle las piernas.

El coraje inundó todo su cuerpo y se acercó con pasos retumbantes a apartar con fuerza a ese chico de Zenitsu. Lo agarró del cuello y lo estampó contra la pared, haciendo fuerza en su agarre. Bajó la mirada para ver a su rubio, solo para irritarse más. Golpeó con toda su fuerza el vientre de ese chico que conocía bien, provocando que este escupiera sangre por el golpe.

— Hey, ¡sensei! ¡Tranquilicese! Podemos compartir — dijo dibujando una sonrisa, Uzui volvió a golpearlo y apretó sus manos en el cuello del joven. Zenitsu volvió a entrar en razón y se asustó al ver la escena en la que estaba su profesor. Empezó a sollozar con más intensidad, Tengen no parecía estar en sí. Gyu escupía más sangre con cada golpe que le daba el profesor, trató de zafarse, pateándolo en el estómago y apartándolo de ese modo. Él también era fuerte. — Ya le dije, no peleemos, compartamos. —

— Zenitsu, sal de aquí, espérame fuera — pidió sin apartar la vista de Gyu. Zenitsu negó con la cabeza.

— Uzui, déjalo, no te metas en problemas... — murmuró tratando de levantarse. Aún tenía las manos atadas, le dolía todo el cuerpo. —¡Uzui! — exclamó, sobresaltándose con los golpes que se daban esos dos.

El albino recibió un golpe en el rostro, haciendo que gire la cabeza a un costado. Eso le dolió. La sangre no tardó en salir. Ese chico era fuerte. Volvió a estampar su puño también en el rostro de ese chico, ¿quién se creía para querer arruinarle la cara?

—¡Ya te dije, sal de aquí! No pasará nada malo. — volvió a hablar, esquivando los golpes que Gyu. Él tenía habilidad en este tipo de peleas, había practicado mucho para defensa propia, ganando más musculatura y mucha más fuerza de lo que esperaba. Recibió otro golpe en rostro, sintiendo una cortadura en su mejilla. Ese chico estaba armado, era por eso que Zenitsu estaba con cortes. Desvió la trayectoria de esa navaja para luego golpear con fuerza la espalda del joven, quien se defendió lanzándose al suelo con el profesor. Forcejearon, era muy difícil pelear desde allí.

— Buen rostro, buen cuerpo, ¿te crees que por solo ser lindo te puedes llevar a todo el mundo? — Habló Gyu mientras esquivaba los golpes de su profesor.

Zenitsu estaba aturdido y espantado, miraba cómo Uzui estaba recibiendo golpes y cómo batallaba. Y Él no podía hacer nada, se forzó a pensar en alguna idea, algo que pudiera ayudar a su sensei. Al menos el albino ya había logrado levantarse del suelo y ahora se encontraban nuevamente parados, asestandose golpes. ¿Tanta resistencia tenían? El rubio vio su oportunidad para darle un respiro al profesor, cerró los ojos y con su habilidad vertiginosa, se acercó a ellos y pateó el vientre de Gyu, haciéndolo caer. Gyu no pudo prevenir ese golpe ya que no pensaba que el chico estuviera en buen estado. Uzui se alarmó y estiró al rubio para colocarlo detrás de él al ver que el joven se iba levantando.

— Zenitsu, ¡ya vete! — exclamó tajante. Este idiota no tenía intención de ceder. Al ver que se aproximaba nuevamente hacia ellos, el albino decidió actuar más rápido elevando su pierna derecha para darle una fuerte patada en la mandíbula, lanzándolo hacia la pared. Se puso nuevamente a la defensiva, pero frenó cuando vio que le chico había caído inconsciente. — Debí haber hecho en eso en un principio... — murmuró.

Se giró para ver a su chico y se acercó rápidamente a él. — ¡Zenitsu! Amor, tengo que llevarte al hospital... — habló buscando todas las heridas que tenía el rubio. Chasqueó la lengua al ver la mancha morada en su mejilla y los cortes en su pecho. Desató con cuidado la cuerda que sujetaba las muñecas de su chico y se sintió peor al ver las marcas rojas y el temblor en sus manos. Decidió cargarlo con delicadeza para salir finalemente de ese horrible lugar, dejando al joven allí. Se encontró con Kyojuro en la entrada, quien lo miraba alarmado.

— ¡Tengen! ¡¿Pero qué sucedió?! — lo abordó con prisa al ver el estado en que estaba su amigo y se sobresaltó más al ver a su alumno inconsciente en sus brazos.

— Necesito pedirte un favor — pidió. Kyojuro asintió. — En el baño de la sección mariposa se encuentra el chico que lastimó a Zenitsu, ¿qué puedes hacer con él para incriminarlo? — preguntó caminando hacia su auto. Su amigo lo siguió.

— Hablaré con Ubuyashiki — sugirió, ayudando a su amigo. Uzui asintió. — Haré lo posible para convencerlo que le dé un castigo. No te preocupes. — dijo para empezar a caminar con pasos apresurados hacia la sección mariposa para buscar a ese chico.

El albino acomodó a Zenitsu en el asiento del fondo, recostándolo con cuidado. Se apresuró en subir al auto y encender el motor para salir disparado de allí. Trató de no ir a alta velocidad para no echar a su chico, pero estaba impaciente. Llegó a un centro de salud y se estacionó, cargó nuevamente a Zenitsu e ingresó rápidamente al hospital, dejando la puerta del auto abierta.

Una enfermera se acercó a él y lo ayudó a depositar al rubio en una camilla, asintió a todo lo que le dijo la chica y volvió a su auto para cerrar las puertas. Ingresó de nuevo al hospital y siguió el caminó en donde habían llevado a su chico. Encontró a la misma chica y la miró esperando indicaciones.

— No se preocupe, el chico está desmayado. Tiene unos cortes no tan profundos en el pecho y unos moretones en la mejilla y en el vientre. También tiene una contusión en la cabeza. Estará bien, ya vendrán los demás enfermeros para empezar con el proceso de curación. Usted puede esperar aquí... o sino venga conmigo. También pareces tener algunos golpes — dijo, empezando a caminar, esperando que el albino la siguiera. Uzui decidió seguirle, tenía ese corte en la mejilla y sentía ese sabor metálico de la sangre en sus labios, necesitaba algo para poder limpiarse y ponerse una bandita, quizás. Se sentía más tranquilo al tener al rubio a salvo, llegó a tiempo antes de que le ocurriera lo peor. De tan solo pensar que ese idiota tocó a su chico, lo volvía a enfurecer.

Uzui se sentó y miró un punto fijo, sintiendo cómo le curaban la mejilla y limpiaban la sangre. Se quitó el saco de su traje y se desabotonó la camisa para ver si tenía otros golpes más profundos. La verdad es que no sentía nada por la adrenalina del momento. Le dolía más el corazón al recordar a Zenitsu. — Tienes unas fracturas en la costilla —la enfermera lo analizaba. — ¿Qué fue lo que pasó? — preguntó al recordar el estado del chico.

— ¿No es grave? — preguntó refiriéndose a su costilla. La enfermera negó con la cabeza.

— Deberá guardar reposo, además, le daré algunos medicamentos. — Uzui asintió, sentándose a descansar. Una vez que tuvo todas las indicaciones y que le hayan puesto una bandita en la mejilla, decidió salir de allí para buscar a Zenitsu. 

— ¿Me puede decir el nombre del paciente? — preguntó un enfermero. El albino había olvidado ese sistema burocrático.

— Agatsuma Zenitsu — respondió sin apartar la vista de su chico, el enfermeró pidió a que prosiga. — dieciséis años  — murmuró.

— ¿Algún familiar? — solicitó.

— Su hermanastro..., no tengo su número, pero podría avisarle más tarde... — respondió. El enfermeró asintió.

— El paciente despertará en cuanto dure su desmayo, no lo sé. En fin, está bien, ya hicimos la sanación de sus heridas, no tiene ningún golpe interno, así está fuera de peligro. Será dado de alta cuando descanse lo suficiente. Gastó demasiada energía — dijo, dejándolo solo. Uzui se acercó y se sentó en la silla que había a un lado de la camilla. Echó la cabeza hacia atrás y se estiró. Se inclinó a mirar detenidamente a Zenitsu y lo agarró de la mano.

Acarició el torso de su mano y volvió a relajarse en su asiento. Ya pasó todo, Zenitsu estaba bien..., él también, esperaba que Kyojuro pueda ayudarlo y que los hermanos reciban un castigo.

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