Capítulo L

Zenitsu se encontraba yendo de un lado a otro, trataba de concentrarse en su labor y de apartar a Murata que no paraba de seguirlo. Estaba cansado, por lo que decidió sentarse a descansar y a observar cómo los personales llegaban a armar el escenario, colocando los instrumentos abajo y la mesa del dj arriba. El salón estaba quedando muy bonito y elegante, las cortinas plateadas y doradas estaban por todas partes, hasta colgando en el techo, tenían también algunas luces cristalinas para resaltarlas con más brillos. Los colgantes de luces también decoraban gran parte de las esquinas y el techo, dándole un estilo más ostentoso, pero agradable para la vista. Las mesas tenían manteles blancos con diseños plateados y las flores relucían encima de ellas. Había jarrones de flores altos en cada entrada y esquina, y Yushiro se encargaba de manejar a los personales.

— Está quedando muy bonito, ¿no? — habló Murata, sentándose al lado del rubio. Zenitsu asintió.

— Supongo que hicimos un buen trabajo... — murmuró fatigado.

— Será una linda noche, te estaré esperando — dijo levántandose y despidiéndose del rubio, quien volvió a asentir como respuesta. Hubiera querido ser pareja de Uzui sensei, pero Murata se le había adelantado, además, aún estaba confundido. Si bien, ya no veía a Ume cerca de él, la veía distante, pero siempre que se cruzaba con ella, esta parecía estar matándole con la mirada. Era incómodo. Kaigaku tampoco ya no dijo nada, estaba enfocado en sus estudios y en cuidar al abuelo, la enfermedad de su abuelo lo hizo cambiar repentinamente, al parecer.

Cuando ya terminó con su deber, decidió ir al hospital. Ese día no había actividad escolar, por lo que la mayoría estaba en casa, preparándose para la gala de la noche. Algunos habían venido para tomar clases de etiqueta y baile junto a Mitsuri sensei, quien se había ofrecido a enseñarles a cómo comportarse esa noche especial. La mayoría era de cursos inferiores. Mientras pasaba frente a esa sala, entrecerró los ojos al ver a Murata allí dentro, practicando el vals. Se sintió mal por él, no era tonto, el azabache quería llamar su atención porque tal vez podría gustarse de él. Esa idea le incomodaba un poco, ¿y si se le confesaba hoy? No estaba preparado para esas cosas. Él seguía enamorado de Uzui.

Ingresó al silencioso hospital, admitía que el típico olor farmacéutico le agradaba, así que estaba cómodo allí dentro. Se encontró con Kaigaku, quien estaba sentado fuera de la sala donde estaba su abuelo, esperándolo. — ¿Cómo está? — preguntó refiriéndose al paciente.

— No tan bien, volvió a dormirse, pero le está costando mucho respirar, por eso tuvieron que ponerle un tanque de oxígeno. — respondió cabizbajo. Zenitsu suspiró e ingresó a la habitación de su abuelo, siendo seguido por su hermanastro. Sintió una presión en el pecho al verlo tan pálido y con ese respirador enredado en cables.

— ¿Tan mal está? — preguntó con pesar, acuclillándose para mirarlo detenidamente. Kaigaku asintió.

— Según el doctor, ahora está estable, pero todo depende de cómo evoluciona en las siguientes horas. — respondió colocando las manos en los bolsillos. El rubio asintió y volvió a mirar a su abuelo. — Por cierto, ¿vas a ir al baile de esta noche? — preguntó analizando a su hermano.

— No quisiera ir, preferiría quedarme a cuidarlo... — respondió sin quitarle la mirada al paciente. Kaigaku resopló.

— Deberías ir, tampoco es bueno que estés aquí. Tienes que distraerte un poco — sugirió entornando los ojos. Zenitsu se volteó a mirarlo.

— ¿Tú no vas? — preguntó con el ceño fruncido. Kaigaku negó con la cabeza. — Pero si es tu último año —

— Sí, pero estoy mejor aquí. Tampoco es que muera por ir, no pasa nada si voy o no — respondió ladeando la cabeza. — Tú ya tienes pareja, no deberías dejarla plantada — señaló.

Zenitsu hizo una mueca. — Tampoco es que tenga tantas ganas de ir — dijo encogiéndose de hombros. 

— ¿Irás con Uzui sensei, no? ¿Ya se reconciliaron? — preguntó con interés. Deseaba que así fuera, su hermanastro estaba más animado cuando salía con el profesor hasta que llegó Ume y él con sus estúpideces para separarlos. No quería dejarlo solo con esa angustia del abuelo sumando la decepción de Uzui. Zenitsu negó con la cabeza, impresionando a Kaigaku. — ¿Entonces no tienes pareja? ¿O con quién irás? —

— Pensaba ir solamente con mis amigos, pero un chico me invitó — comentó restándole importancia. El azabache lo miró confundido.

— ¿No te reconciliaste con Uzui? — el rubio negó. — Hm, vaya... según lo sé, se quieren mucho, ¿no? —preguntó, alarmando al rubio. Zenitsu se ruborizó y desvió la mirada, Kaigaku solo entornó los ojos. — No quiero ser metiche, pero ¿por qué no estás con él si ya no hay impedimentos? —

— Aún no estoy preparado... Sigue doliendo de algún modo, ¿sabes? —

— ¿Y cuándo dejará de doler? Zenitsu, no compliques tanto las cosas. — respondió con obviedad. El rubio entornó los ojos.

— ¿Por qué quieres ayudarme ahora? — preguntó intrigado, mirándolo con recelo. — ¿O es esta otra jugada más? —Kaigaku echó la cabeza hacia atrás.

— Quiero volver a iniciar, ¿sí? Ahora tienes que irte a casa a prepararte para ese estúpido baile. Yo me quedaré con él abuelo, él estará bien. No te preocupes — dijo mientras estiraba al rubio hacia la puerta, sacándolo de la habitación. — Y piensa en lo que tú quieres y no en si es lo correcto o no. — culminó, cerrando la puerta una vez que el rubio quedó fuera. Zenitsu bufó. ¿Lo estaba echando? Debería darle una oportunidad a Kaigaku, estaba siendo sincero con él.

Decidió volver a casa para poder iniciar con los preparativos. Se metió a su habitación y buscó su traje de gala en el armario. Siempre lo tenía listo. Era de color negro azulado y estaba bien planchado, eso le ahorraba trabajo. Decidió buscar algunos tirantes para combinarlos y tener un estilo más atípico. ¿Usaría moño o corbata? ¿O ninguno de los dos? Dejó todo lo que llevaría puesto encima de su cama y se adentró al baño para ducharse e iniciar con su sesión de belleza.

Se colocó crema en el rostro y una cinta para separar su flequillo de su frente y así continuar con su rutina de cutis. Dio un respingo al escuchar el zumbido de su celular y resopló, lo agarró y miró el mensaje que le llegó.

Team Iron Man:

Cerdo afeminado:

— SEND HELP

Tanjirou:

— ¿Inosuke?

— ¿Pasó algo?

¿Te atoraste en algún lado?

Cerdo afeminado:

— ¿Pueden venir a mi casa?

— Podemos prepararnos juntos

— Además, tengo algo que decirles y necesito ayuda

Tanjirou:

— Eso me preocupa

— ¿Debería preocuparme?

Deberías llamar a la poli, Ino

Cerdo afeminado:

— ¿Ino?

— Maldito, tomate tu tiempo para escribir todo mi nombre

— No hace falta la poli

— VENGAN

Estoy a mitad de mi rutina de limpieza facial, idiota

No arruinarás mis planes

Tanjirou:

— Si es tan urgente, voy

— También estoy alistándome

Cerdo afeminado:

— SEND HELP

— SEND HELP

BUENO

Decidió ir a la casa de su amigo a ver qué demonios le estaba sucediendo. Entornó los ojos, tal vez debería seguir con sus cremas en la casa de Inosuke. Agarró su traje y metió los accesorios dentro de su mochila para salir de allí y emprender su camino. Se encontró con Tanjirou en la puerta de la casa de su amigo y se miraron entre ellos.

Tanjirou estaba con el cabello despeinado y Zenitsu con crema blanca en todo el rostro, se encogieron de hombros y golpearon la puerta, que fue abierta por el padrastro de su amigo. Se ruborizaron al verlo, no lo esperaban. — Oh, pero si son los amigos de Ino chan. Pasen, por favor — Doma se hizo a un lado y les invitó a pasar.

—  INO CHAN, tus amigos ya llegaron — llamó a su hijastro, asustando a Tanjirou y Zenitsu. — Ino chan está muy ansioso por el baile, es que entró en crisis porque su novio lo invitó al baile — susurró, dejando boquiabiertos a sus amigos, quienes estaban incrédulos.

— ¡¿QUÉ DEMONIOS LES ESTÁS DICIENDO, DOMA ESTÚPIDO?! — Inosuke bajó corriendo por las escaleras para saltar a la espalda de su padrastro. Eso asustó más a Zenitsu y Tanjirou, por lo que ahora trataban de separarlos.

— AY, Ino chan, no dije nada. Solo les estaba comentando tu situación — se defendió también tratando de quitarlo de encima. — Tampoco es para que te pongas de ese modo, sé que estás nervioso, pero no debería avergonzarte tener novio. Es normal — eso empeoró el estado de el de hebras azuladas, quien empezó a poner más fuerza.

— SUFICIENTE — la madre de Inosuke también bajó por las escaleras, asustada por escuchar la discusión que se llevaba a cabo. Su hijo era demasiado intenso y su pareja lo provocaba más. — Inosuke, deja a tu padrastro — exigió señalándolo. Inosuke entornó los ojos y se bajó de la espalda de Doma, mirando a su madre.

— ÉL INICIÓ — se defendió cruzándose de brazos. Su mamá negó con la cabeza, los dos solían comportarse muy inmaduros.

— Ya te dije, cielo, no debes dejarte llevar por tus impulsos. Y Doma, deberías guardar silencio algunas veces — respondió con una voz muy calmada. Los dos asintieron. — Ah, Hola, ¿cómo están, chicos? — saludó a los amigos de su hijos. Tanjirou y Zenitsu la saludaron con una sonrisa.

— Vámonos a mi habitación — dijo Inosuke, subiendo las escaleras con pasos retumbantes. Sus amigos lo siguieron con prisa.

— Amor, ahí te dejé algunos bocaditos para que compartas con tus amiguitos — habló nuevamente. Inosuke solo asintió y cerró la puerta de su habitación con fuerza una vez que ya estaban dentro.

— Tu mamá es muy buena — halagó Zenitsu, observando los bocaditos que se veían muy apetitosos. Inosuke resopló y se restregó las palmas de las manos por la cara. Tanjirou lo miró curioso.

— ¿Cuán veráz es la información que nos dio tu padrastro, Inosuke? — preguntó Tanjirou con cuidado, llevó los brazos detrás de su espalda y juntó sus manos, esperando expectante. Zenitsu se giró a verlos con la boca llena.

— Neh, cincuenta cincuenta —respondió restándole importancia. Eso asombró a sus amigos, quienes no tardaron de inundarlo con preguntas.

—¿Y QUIÉN ES? ¿POR QUÉ NO NOS DIJISTE ANTES? ¿POR QUÉ? ¿LO CONOCEMOS? ¿QUÉ PASÓ? —Inosuke estaba sofocado, se apartó de ellos y miró el techo. Chasqueó la lengua y abrió la boca para hablar. Le estaba costando demasiado confesarse, pero es que sus amigos se burlarían de él.

— NO ES MI NOVIO, que quede claro. Supongo que ya se lo están imaginando. — sus amigos ladearon la cabeza y asintieron. Inosuke soltó un largo suspiro. — El profesor de matemáticas me invitó al baile — confesó aún mirando el techo. — LISTO. LO DIJE — señaló enfurecido.

Sus amigos estaban descolocados y con la boca abierta, eso enfadó más al de hebras azuladas, quien les tiró todas las almohadas que tenía a su alcance. — ¡NO ME MIREN ASÍ! — se sentía avergonzado y le molestaba la calidez que estaba sintiendo en sus mejillas. Se cruzó de brazos y se sentó en su cama, esperando las reacciones de sus amigos.

— Habla en serio — susurró Zenitsu a Tanjirou, quien asintió con la cabeza. Se miraron para luego mirar a su amigo, se acercaron a él y se sentaron a su lado. — Me sorprende de algún modo, siento que no debería... — murmuró el rubio. Inosuke infló las mejillas.

— Wow, Inosuke, no tiene nada de malo que el profesor de matemáticas te invite al baile, pero... Wow — habló Tanjirou, quería tranquilizar a su amigo, pero aún no se creía que podría ser verdad.

— Es lindo — comentó Zenitsu. — Bueno... — no sabían qué demonios decir. Sonrió divertido y lanzó una risita para luego reír con ganas, contagiando a sus amigos. Se tumbó en la cama para seguir riendo.

— ¡ESTÚPIDO! — se quejó Inosuke, también recostándose en su cama. — ES RIDÍCULO. PATÉTICO Y RARO — levantó los brazos para observar sus manos. 

Tanjirou negó con la cabeza. — Es cómico. Digo, esperaba que Genya te invitase, pero ¿Sanemi? ¿Qué piensas de él, Inosuke? — preguntó intrigado sin borrar su sonrisa.

— Que es molesto — respondió. Sintió un codo golpeando su costilla y entrecerró los ojos. — No lo sé, ¿qué puedo pensar de él? —

— ¿Crees que le gustes? — preguntó el rubio mirando a su amigo. Inosuke arugó la nariz. Tanjirou ensanchó su sonrisa.

— No lo creo, que quede claro que a mí no me gusta él, ¿eh? — señaló Inosuke.

— ¿Entonces por qué aceptaste? — preguntó intrigado, ladeando la cabeza. Se había olvidado que tenía que sacarse la crema.

— No lo sé, fue por impulso. Es decir, me imagino que es interesante que un profesor te invite al baile. — dijo encogiéndose de hombros. — La verdad es que no sé por qué acepté. —

— Bueno, es atractivo... te invitó sus onigiris y es el hermano de Genya... No tengo mucho que decir sobre él — respondió Tanjirou también confundido.

— Pero ya está hecho. Serás pareja de baile de Sanemi sensei — comentó el rubio, levántandose para ir a quitarse la crema y seguir con su limpieza facial. Sus amigos siguieron recostados en la cama. Inosuke estaba confundido y Tanjirou lo miraba con curiosidad.

— ¿Sabes cómo comportarte en una gala? — preguntó Inosuke arrugando la nariz. Tanjirou levantó las cejas y miró el techo.

— Supongo que sí... es decir, lo básico. — respondió, encogiéndose de hombros.

— Yo no — confesó el de hebras azuladas aún turbado con su situación. Tanjirou se levantó de la cama y estiró a su amigo. Zenitsu salió del baño.

— Te ayudaremos — dijeron al unísono. Improvisaron una mesa en la habitación, colocaron platos, vasos y utensilios de cocina encima de ella junto a los bocaditos que dejó la madre de su amigo, sentaron a Inosuke y empezaron con la clase.

— Una princesa los cubiertos sabe usar — cantó Tanjirou, ganándose la mirada confusa de Inosuke. — Una princesa mil zapatos calzará — siguió Zenitsu, trayendo todos los zapatos que su amigo tenía guardado. — Siempre actúa con recato, siempre come en un plato — Inosuke estaba disgustado, viendo cómo Tanjirou le enseañaba rápidamente a usar los cubiertos. — Es alegre, encantadora y además — Zenitsu se acercó a su amigo, golpeó el brazo de Inosuke, quien tenía la intención de agarrar los bocaditos con su mano. — Una princesa no se puede equivocar —
Desaprobó ese gesto negando con la cabeza. Inosuke estaba descolocado.

— ¿ME ESTÁN LLAMANDO PRINCESA? — preguntó furioso. Tanjirou estiró la silla y levantó a su amigo, lo estiró hasta llegar frente al espejo y le colocó sobre su cabeza un libro que encontró.

— Mirada al frente y no caer — trató de enderazar a su amigo, quien estaba concentrado en tratar de quitarse ese estúpido libro. — Esa postura siempre deberás tener — Zenistu golpeó la espalda de su amigo para ayudar a estilizarlo. Inosuke se quejó.

— Gesto muy firme al mirar, nunca los labios aflojar — Tanjirou siguió cantando, moldeando los gestos de su amigo. —Firme la espalda y guantes deberás usar — se unió el rubio, mostrando unos guantes blancos. Sus amigos negaron con la cabeza, por lo que los dejó nuevamente encima de la repisa.

Miraron el reflejo de su amigo desde el espejo, Tanjirou lo estiró del hombro. — ¡Hombros rectos! — exclamó, manejando el cuerpo de su amigo. — ¡Vientre adentro! — el rubio prosiguió dándole un golpe al vientre de su amigo. — ¡El meñique! ¡La barbilla! — siguieron acomodando la postura de su amigo, quien estaba apretando los dientes.

— Lentamente todo mirarás — Inosuke se giró y frunció el ceño, ladeó la cabeza y asintió. Sus amigos tenían una particular forma de enseñarle protocolo. — Respirando, avanzando, la sonrisa ¡no una risa! Lo que sientes no podas mostrar — cantaron al unísono, mientras siguieron arreglando a su amigo. Lo ayudaron a vestir su traje y a colocarle los accesorios, lo peinaron y le pusieron un poco de rubor en las mejillas. — Una princesa debe siempre lucir bien —

— Con propiedad a todos te dirigirás — señaló el rubio tratando de convencer a su amigo de no utilizar malas palabras.

— Yo solo quería saber un poco de etiqueta... — murmuró mirando su imagen en el espejo. Admitía que se veía muy bien, asintió con la cabeza y aprobó el trabajo de sus amigos.

— ¿Ya aprendiste? — preguntó Tanjirou con una sonrisa triunfal.

— Algo— respondió ladeando la cabeza. Sus amigos soltaron un largo suspiro. — ¡Ahora ustedes tienen que arreglarse! ¡Que falta poco! — Tanjirou y Zenitsu asintieron y empezaron a alistarse. Se ayudaron mutuamente.

— ¿Creen que deba llevar moño o corbata? — preguntó colocándose ambos frente al espejo. Sus amigos lo miraron y lo analizaron.

— A mí me gusta el moño, pero también quedaría bien sin ninguno de los dos — opinó el de cabellos burdeos mientras se abotonaba la camisa. Zenitsu asintió, no llevaría nada en el cuello. — O también puedes llevar este listón, te lo atas como si fuera un moño, pero es una cinta más delgada. — sugirió pasándole una cinta negra.

El rubio se la probó, la ató y no le disgustó lo que veía. Se había colocado los tirantes, no abotonó el cuello, por lo que dejaba un poco al descubierto y se apartó parte del flequillo a un costado, sosteniéndolo con pincitas. — ¿Me veo bien así? — preguntó inseguro. Sus amigos asintieron.

— Te ves muy bien. Tienes estilo — respondió Inosuke mientras seguía observándose en el espejo. Llevaría un traje azulado, utilizaría la camisa negra y el cabello suelto con una media coleta. — ¿No creen que parezco guardia de seguridad? — preguntó con una mueca, provocando las risas de sus amigos.

— Para nada, estás muy elegante — opinó Tanjirou con una sonrisa. Él usaría un traje bordó oscuro, se cambiaría de peinado, por eso estaba buscándole forma a su cabello. — ¿Me lo llevo hacia atrás o lo traigo al frente? — preguntó.

— Siempre lo tienes hacia atrás, Kentarou —  comentó Inosuke con unos ademanes. Tanjirou asintió y probó llevarlos hacia el frente. — Tenías flequillo y no lo sabía... — murmuró mientras comía los bocaditos. Zenitsu lo miró y aprobó ese estilo.

— ¿Y cómo se encontrarán con sus parejas? — preguntó el rubio modelando frente al espejo. Se colocó el saco de su traje en el hombro, así parecía esos modelos de revista masculina.

— Giyuu san me esperará en la entrada. Tendré que avisarle cuando esté enfrente. — comentó Tanjirou colocándose bálsamo para los labios. Inosuke hizo una mueca.

— Bueno, según Sanemi sensei, tengo que avisarle cuando esté dentro, allí él se acercará a mí. — respondió Inosuke. — ¿Y tú cómo le harás con Murata? — preguntó con una sonrisa burlona. Seguía causándole gracia ese chico.

Zenitsu entornó los ojos, se había olvidado de que también tenía pareja. — Creo que quería pasar a buscarme desde casa, pero le dije que nos encontraríamos solamente allí en la academia. Le avisaría por mensaje — respondió resoplando.

— Bien, creo que ya es hora de irnos... — Inosuke se levantó y se sacudió las manos. Sus amigos asintieron y lo siguieron hasta salir de la habitación y bajar las escaleras. Sus padres estaban sentados en el sofá, escucharon sus pasos y giraron a verlos.

— ¡Ino chan! ¡Te ves espectacular! — exclamó Doma, tapándose la boca por la impresión. Su madre se había levantado del sofá para acercarse a ellos.

— Aw, hijo, estás hermoso. Ustedes también se ven muy bien — halagó con unas lágrimas de emoción en los ojos. — Estoy muy emocionada — dijo mientras estiraba las mejillas de Inosuke.

— Kotoha chan, deberías tomarles una foto — Doma se acercó y se ubicó al lado de su pareja, también estaba emocionado por ver a Inosuke tan arreglado. El de hebras azuladas solo los veía con seriedad y confusión.

— ¡Tienes razón! ¡Claro que sí! — dijo para empezar a sacar su celular y tomar distancia para la foto. — Corazón, mira a la cámara — pidió. Inosuke entornó los ojos.

— ¡Mamá! ¡Estás muy cerca! ¡Apartate un poco más! — se quejó el de hebras azuladas. Sus amigos estaban con una sonrisa nerviosa, esperando a que la mamá de Inosuke tomara todas las fotos.

— Ay, son tan bellos — halagó mientras seguía tomando fotos. — ¡Posa para mí, amor! — pidió a su hijo. Inosuke chasqueó la lengua, pero posó. Sus amigos lo veían con diversión.

— Ino chan, deja que los lleve — dijo Doma acercándose a su hijastro.

— NO — rechazó. Sus amigos le reprendieron con la mirada. — No es necesario, Doma, yo sé manejar — dijo calmadamente, rechinando los dientes. Doma y su madre lo miraron con asombro. Su padrastro carraspeó y lo miró fijamente.

— ¿Hablas en serio? — preguntó. Sus amigos también estaban asombrados, ¿era correcto que Inosuke los llevara? ¿Conduciendo él? ¿Cuánto peligro había? Inosuke asintió y se estilizó.

— Madre, ya crecí y sé manejar. Tengo el conocimiento de que todo está ahora bajo mi responsabilidad y creo, fervientemente, que soy una persona madura para afrontar este tipo de situaciones. No te preocupes, no pasará nada malo porque la academia no está tan lejos. Así que estoy dispuesto y con muchas ganas de manejar por mi propia cuenta para mi desarrollo personal y mi experiencia — explicó con propiedad, sorprendiendo a sus amigos y sus padres.

Dejaron que Inosuke conduciera el auto, Zenitsu y Tanjirou seguían descolocados. ¿Deberían subirse también? Inosuke entornó los ojos. — ¿Qué? Ya sé manejar. Será divertido — dijo subiendo al auto. Tanjirou se sentó atrás mientras que Zenitsu se sentó en el asiento de copiloto para poder tener las canciones en su poder.

— Es que no lo sé, Inosuke. ¿Cuándo aprendiste a manejar un auto? — Tanjirou preguntó inseguro, acomodándose en el centro para poder hablar con sus amigos.

— Anoche — respondió encendiendo el motor y retrocediendo con cuidado. Eso alarmó más a sus amigos, quienes pensaban bajarse rápidamente, pero Inosuke hizo un brusco movimiento y aceleró repentinamente el auto, pegando a sus amigos a sus asientos. Zenitsu estaba rezando un padre nuestro mientras que Tanjirou trataba de no desmayarse. Decidieron colocarse los cinturones de seguridad al ver la velocidad en que iban.

— ¡Maldición, Inosuke! Debiste avisarnos que nos arreglábamos para nuestro funeral — se quejó el rubio apartando el cabello de su cara, la ventana estaba abierta, por lo que despeinaba todo lo que le costó tanto acomodar. El auto era semi deportivo, así que aguantaba mucha velocidad.

— Inosuke, Inosuke, ¿puedes ir más despacio? — preguntó Tanjirou, sosteniéndose del asiento del rubio para acercarse a hablar. El de hebras azuladas negó con la cabeza.

— Si no manejo a esta velocidad, puedo chocar — dijo con la vista fija al frente. Zenitsu y Tanjirou murieron. — Ay, no exageren... estaba bromeando, o algo así. — se excusó, desviando la vista para ver a sus amigos.

— INOSUKE, NO — Zenitsu ladeó la cabeza de su amigo para que vuelva a mirar su camino. — Sabes que los accidentes de tránsito son muy feos. No quiero morir así. He visto un video donde los pasajeros quedaban aún consciente a pesar de tener la pierna hecha papilla — el rubio empezó a entrar en crisis. Tanjirou se alarmó y palideció con el comentario de su amigo e Inosuke resopló.

— Yo sé manejar, no sean maricones — dijo, para luego asustarse por el bocinazo que escuchó a un costado. — HEY, IMBÉCIL, APRENDE A MANEJAR, ESTÚPIDO — sacó la cabeza por la ventana para reclamar. Zenitsu también estaba pálido pero estiró nuevamente a su amigo para que concentrara su vista al frente.

— ¿Podemos parar un momento? — pidió Tanjirou, ya estaba mareado y tenía ganas de vomitar. Zenitsu asintió. Inosuke rodó los ojos y se desvió de carril para ingresar a una estación de servicio, ignoró los bocinazos que daban mini paro cardiaco a sus amigos y estacionó como pudo.

— Maricones — murmuró a sus amigos, apagando el motor. — Aprovecharé para comprar más comida — dijo para bajar también, se dio cuenta de que Tanjirou y Zenitsu ya no estaban dentro del auto. Negó con la cabeza y se encaminó hacia aquel mini mercado.

Zenitsu siguió rápidamente a su amigo a los baños y entró con él. Se miraron al espejo y soltaron un largo suspiro. — ¿Volvemos? — preguntó el rubio. Tanjirou negó con la cabeza incontables veces.

— No pienso hacerlo — respondió tratando de calmar las ganas que tenía de vomitar.

— ¿Estás bien? — preguntó con preocupación, se acercó a su amigo y lo ayudó a desatarse la corbata. Tanjirou le restó importancia y se acercó al espejo para arreglarse. — Solo pasaron dos minutos desde que salimos de su casa — comentó.

— Para mí fueron como cinco horas — respondió con una mueca, estaba demasiado mareado y su cabello se había despeinado nuevamente. Se dispusieron a arreglarse y colocarse más rubor, porque la palidez no desaparecía. Hicieron ejercicios de relajación, respiraron profundo y salieron de ese baño asqueroso. Se dirigieron al auto para buscar a Inosuke y decirles que pedirían un taxi, pero no lo encontraron.

Inosuke estaba dentro del mini mercado comprando algunas cosas, agradeció y salió con dos bolsas en mano. Sus amigos lo vieron y negaron con la cabeza al imaginar qué pudo haber comprado. — Chicos, es mejor tomar algo para relajar las tensiones antes del baile — comentó acercándose a ellos.

— Inosuke, creo que... es mejor que pidamos un taxi — sugirió el de cabellos burdeos, recibiendo el apoyo del rubio. Inosuke negó con la cabeza.

— Podemos descansar un momento, no hay problema — quiso calmar a sus amigos, tratando de abrir la puerta del auto. Frunció el ceño y buscó las llaves en sus bolsillos. Se acercó a la ventana y pegó su rostro. — ¡Demonios! Creo que dejé la maldita llave ahí dentro — dijo resignándose. — Quería sentarme para poder tomar — infló las mejillas. Eso era el colmo para Zenitsu y Tanjirou.

— Maldición, Inosuke, dejé mi billetera allí dentro. ¿Qué no tienes una copia? — preguntó el rubio esperanzado. Inosuke hizo una mueca y negó con la cabeza mientras sacaba una botellita de su bolsa. — No estás hablando en serio, ¿verdad? ¡Mi celular está ahí! INOSUKE, HAZ ALGO — perdió la paciencia al ver que su amigo no se preocupaba para nada.

— Lo haré, solo deja que nos relajemos un momento. ¿Para qué preocuparnos por eso si tiene solución? — dijo para luego beber de esa botella. Tanjirou le quitó una bolsa y sacó una botellita.

— ¿Vodka de frutilla? ¿Estás demente? ¿Cómo es que te dejan comprar esto si eres menor de edad? — preguntó con confusión. Él también estaba molesto, dejó su celular dentro del auto. Inosuke se encogió de hombros.

— No es que sea una bebida prohibida, Gonpachiro. Bebamos y luego solucionaremos ese problema — dijo pasando unas botellitas a sus amigos.

— Eres mala influencia, ¿sabes? — habló el rubio indignado, pero aceptando esa botellita. — Supongo que una no está mal, pero trata de abrir esa puerta después. — advirtió a su amigo. Inosuke asintió y se recostó por el auto para beber.

— No eres una princesa... — murmuró Tanjirou decepcionado, pero tomando de una botellita. Estuvieron así por un rato, en silencio y observando a las personas que llegaban a la estación de servicio. El de cabellos burdeos frunció el ceño y miró su botellita.

— Oigan, les apuesto a que puedo conquistar a ese chico — dijo Inosuke enderezándose y tomando un último sorbo de su botellita. Zenitsu lo miró con confusión para luego mirar al mencionado.

— JA. Inténtalo — desafío, recargando sus brazos en el capó del auto. Inosuke les dio una última mirada para aproximarse a un chico que estaba cargando gasolina a su moto. Tanjirou lo miró alamado. ¿Qué estaban haciendo?

— Hola, guapo. A mí también me gusta la gasolina — dijo con una sonrisa burlona, el mencionado se giró y levantó una ceja.

— ¿Eres una chica? — preguntó con confusión, Inosuke se enrabietó y lo señaló.

— Chica la tienes tú, imbécil — juzgó marchándose de ahí, dejando confundido al chico que seguía cargando gasolina.

— Eso no es cierto, puedo demostrártelo — respondió con una sonrisa sádica, asustando al de hebras azuladas. Inosuke decidió ignorarlo y volver junto a sus amigos, pero no esperaba que el chico lo siguiera, por lo que eso provocó que empezara a correr, alarmando a sus amigos que se habían puesto a la defensiva.

— ¡Malditas llaves! — se quejó. Frenó y se giró a ver al chico que estaba detrás de él. — Oh, conque en verdad quieres mostrarme tus atributos, galán — cambió repentinamente, sus amigos estaban aturdidos. Inosuke esquivó al chico y se acercó a su moto. — ¿Me prestas tu casco? — preguntó recargando su brazo sobre el asiento de la motocicleta y mirándolo sensual. El chico asintió y lo miró enbobado, le recorrió el cuerpo con los ojos y se acercó a él. Inosuke se puso su casco y se separó de la moto, se acercó al chico y lo tomó de los hombros, para luego cabecearlo con fuerza. Tanjirou y Zenitsu abrieron la boca con asombro y se alteraron, vieron cómo Inosuke venía corriendo hacia ellos para cabecear la ventana del auto, rompiendo el vidrio.

— INOSUKE, ¡¡ESTÁS DEMENTE!! ¡LO MATASTE! — Zenitsu empezó a entrar en crisis y fue estirado por su amigo para que entrara al auto una vez que pudo abrir las puertas.

— CÁLLATE, IMBÉCIL. ESO NO ES CIERTO — se defendió el de hebras azuladas, encendiendo el motor con rapidez y acelerando de golpe, desmayando a sus amigos por el repentino movimiento. — Maldición — chasqueó la lengua cuando vio por el retrovisor cómo ese chico volvía a levantarse y empezaba a llamar a los empleados del mini mercado. Inosuke seguía con el casco puesto, por lo que empezó a forcejear para tratar de quitárselo.

Tanjirou yacía tumbado en los asientos de atrás, abrió los ojos y arrugó la nariz. Se había golpeado la cabeza. Se enderezó y rodeó sus brazos por la cabecera del asiento, mirando la ventana trasera. Bajó la mirada y miró detenidamente un objeto que estaba guardado en la valijera. — ¿Una metralleta? — se preguntó con confusión. — ¡INOSUKE! ¡¿TIENES UNA METRALLETA DE VERDAD?! — se alarmó, apartándose de ahí y golpeando el asiento del rubio, quien se fue hacia al frente, chocando contra el duro material. Inosuke arrugó la nariz al ver eso.

— ¿Metralleta? — preguntó el rubio, despertándose mientras se sobaba la frente. — Demonios, ¿por qué me duele tanto la cabeza? — se quejó. Se giró para ver a Tanjirou cargando una metralleta. — ¡UNA METRALLETA! — exclamó alarmado. — INOSUKE, ¿EN VERDAD TENÍAS UNA METRALLETA? — el de hebras azuladas rodó los ojos, trataba de concentrarse en su camino, pero sus amigos eran muy dramáticos. Al menos perdió de vista a ese estúpido chico.

— Deberías concentrarte en poner alguna canción — habló Inosuke, llamando la atención del rubio. — Que para eso te pago. — el viento le despeinaba el cabello, mandándolo por su rostro y tapándole la visual. Inosuke trataba de no apartar las manos del volante, pero no veía nada. — ARGH — se quejó.

Tanjirou dejó cuidadosamente la metralleta en su lugar, tenía miedo de dispararla involuntariamente y soltó un suspiro de alivio, trataba de calmar sus tensiones, pero Inosuke empezaba a manejar pausadamente. Se acercó rápidamente a apartar el cabello de su rostro, colocándole las pincitas que quitaba del flequillo del rubio, ignorando los quejidos de Zenitsu, quien estaba concentrado en poner alguna canción. — ¿Provocame de Chayanne? — solicitó aprobación.

— Nah, esa música escucha mi tía — respondió Inosuke volviendo a conducir correctamente. Zenitsu se encogió de hombros. — Creo que hay algunas canciones que Genya me recomendó. Nunca las escuché, aprovechemos — el rubio asintió, buscando la playlist que dejó Genya.

— Tú tienes puras canciones de Shakira — dijo reproduciendo una. —  Rabiosa, asasdla, trouble dsdksf dragado rapapap — ¿Qué demonios es lo que dice? — preguntó el rubio con el ceño fruncido. A veces Shakira tenía canciones que no comprendía. Inosuke solo rió, contagiando a Tanjirou, Zenitsu se veía tan confundido tratando de entender la letra.

— Pon las canciones de Genya, por fis, rubia — pidió Inosuke, bajando una mano para agarrar una botellita. Zenitsu asintió y reprodujo las canciones que finalmente encontró. Se sobresaltaron al escuchar los sonidos retumbantes de la guitarra eléctrica. Inosuke derramó su vodka de frutilla sobre su asiento, y se movía tratando de que no manche su traje. Hizo unas maniobras con el auto, para poder acomodarse mejor, ganándose más bocinazos. — YOU GONNA LOSE YOUR MIND IN DETROIT ROCK CITY — la canción retumbaba en el auto. Zenitsu estaba desesperado, tener el oído agudizado le provocaba molestias a veces, y esa canción lo estaba dejando sordo, trataba de bajar el volumen, pero sus manos no alcanzaban el reproductor, ya que Inosuke seguía maniobrando. Tanjirou ya no quería ver nada, por lo que se tapaba los ojos, queriendo taparse los oídos también. — GET UP everybody's gonna move their feed GET DOWN everybody's gonna leave their seat —

Zenitsu por fin pudo bajarle el volumen a esa escandalosa canción de Kiss — Genya va a morir — habló tratando de cambiar la canción. Era buena sí, la conocía, pero ya la odiaba por casi llegar a matarlos. Inosuke había vuelto a manejar correctamente luego de que Tanjirou le haya pasado unas almohadas, que estaban en la valijera, para sentarse encima de ellas y no manchar su traje. — ¿No creen que estamos tardando más de lo esperado? — preguntó a sus amigos, bebiendo un poco de la botellita.

— Nop — respondió Inosuke. Chasqueó la lengua al ver que se aproximaban a una barrera policial. Zenitsu se alarmó y entró en crisis por décima vez en el día, Tanjirou solo sonrió nervioso. El rubio cambió de canción rápidamente y puso una cualquiera, que había sonado nuevamente demasiado fuerte.

— ¿Que no puedes arreglar tu reproductor? ¡Maldición, Inosuke! — se quejó al tratar de bajar el volumen, le dio algo en el pecho al ver que la pantalla se congelaba y se estaban acercando a la barrera de policias. Apretó todos los botones y se alivió cuando pudo apagarla a tiempo.

 Inosuke frenó el auto y respiró profundo, quiso bajar la ventanilla, pero se acordó de que ya no la tenía, y entonces miró al policía que se acercó a ellos.

— Están saliendo de la ciudad, ¿a dónde van? — dijo mascando un chicle y metiendo su cabeza dentro del auto. Miró detenidamente a los dos acompañantes, el rubio trataba de esconder las botellitas de vodka debajo de su asiento. ¿Saliendo de la ciudad dijo?

— Sí es que mi amigo se está sintiendo mal, lo estábamos llevando al hospi — respondió Inosuke señalando a Tanjirou, quien se alarmó y se tumbó por impulso en el asiento de atrás para fingir que no podía respirar. El policía arrugó la nariz y miró nuevamente a Inosuke. Negó con la cabeza y le pidió documentaciones. Zenitsu recibió otro golpe en su pecho. ¡Irían preso!

Inosuke buscó los documentos del auto, los encontró y se los pasó al policía. — ¿Puede apurarse? ¡¿No ve que mi amigo se está muriendo?! — exageró. Chasqueó la lengua al ver cómo el policía fruncía el ceño al ver los documentos, la foto no coincidía. Inosuke decidió dar un golpe a Zenitsu, uno con mucha fuerza para provocar su llanto. — ¡POLICÍA! ¡MI AMIGO SE ESTÁ MURIENDO! — el policía se alarmó al ver cómo el chico rubio empezaba a llorar con demasiada intensidad mientras se sobaba el vientre. Llamó la atención de otros policías, quienes se acercaron a ellos rápidamente, mientras Tanjirou estaba boca abajo, acostado en el fondo.

— ¡Ya deja que se vayan! ¡Nos traeran más problemas! — exclamó un oficial robusto, su subordinado asintió y le devolvió sus documentos.

— Por favor, el hospital está retrocediendo de aquí a unas cuantas calles más. — dio indicaciones. Inosuke asintió para empezar a retroceder rápidamente, despidiéndose de los policías. Eso fue más fácil de lo que esperaba. — ¿Acaso no eran unos niños? — preguntó el chico con confusión. Le restó importancia mientras se unía nuevamente a su grupo.

— ¡MALDITO, INOSUKE! ¡ME LAS VAS A PAGAR! — Zenitsu aún no se recomponía de ese golpe que le dio su amigo. Seguía soltando unas lágrimas por el dolor que sentía.

— No exageres, siéntete un héroe. — el de hebras azuladas suspiró.

— ¿Estábamos saliendo de la ciudad? — preguntó Tanjirou, colocándose nuevamente en medio de los dos. Sus amigos Ignoraron eso, porque el rubio estaba sufriendo en silencio e Inosuke trataba de colocar una canción.

— Coqueteando junto a él, te encontré en aquel café —sonaba la canción que calmaba al rubio. Inosuke se había olvidado del baile, él solo quería recorrer con su auto. ¡Era la primera vez que manejaba! ¡Y qué bien lo hacía! Sus teléfonos empezaban a sonar incesantemente, asustándolos. Al parecer se habían quedado sin señal y recién ahora les llegaban los mensajes y las llamadas.

— ¿No tienen GPS? — preguntó Inosuke chasqueando la lengua. Zenitsu lo miró indignado.

— ¿No sabes cómo llegar? — el rubio creyó que ya había llegado a su límite de crisis al día, pero nop. Inosuke sonrió de lado y negó con la cabeza.

— Supongo que deberíamos pedir ayuda — sugirió Tanjirou, quien estaba siendo ignorado a cada tanto y no sabía por qué. Miró su celular y empezó a llamar a su pareja. El auto se detuvo, llamando la atención de los pasajeros.

— Ups — fue lo único que pronunció Inosuke al ver que quedaron sin gasolina. Zenitsu empezó a sollozar de nuevo y Tanjirou rezaba para que atendieran el celular. El auto había parado en la carretera, por lo que tuvieron que bajar para empujarlo hasta estacionarlo en una esquina. Se sentían sucios y lastimados, el auto pesaba más de lo que parecía.

Ahora estaban allí, a mitad de camino, empujando el auto bajo la luz de la luna y con la música sonando. — ¡Próvocame, mujer, próvocame! ¡Próvocame, a ver, atrévete! ¡Próvocame, libérate de una vez, ten valor, enfrentate!. — 

Decidieron descansar, sentándose en el capó del auto para empezar a pedir ayuda. La señal no era estable, por lo que era mucho más difícil. A Inosuke se le ocurrió la grandiosa idea de grabar un video para instagram, así para que cuando llegué la señal se envíe a todos sus seguidores. — ¡Estamos perdidas! — exclamó, moviendo la cámara para mostrar a sus amigos, Zenitsu miraba distante al frente. En verdad que estaban perdidos. — Perdidas, perdidas. — el de hebras azuladas hacía eco. — ¡Estamos extraviadas! —

El rubio se sobresaltó al escuchar el timbre de su celular y atendió rápidamente — ¡Hola! ¡Ayudanos! — se apresuró en pedir auxilio sin saber quién demonios le estaba llamando.

— ¡Zenitsu! ¿Dónde están? La fiesta ya está por iniciar — respondió la voz desde el teléfono. El rubio se decepcionó, creyó que era Uzui quien llamaba, pero solo era su pareja de baile.

— Estamos perdidos, bueno, no tenemos señal y el auto se paró. Y, estamos... ¿estamos? — pausó al ver a unos cuantos conocidos girando en una esquina. Codeó a su amigo, quien también estaba desolado. Tanjirou miró en la dirección que el rubio tenía la vista fija y se alegró.

— ¿Estamos a la vuelta de la esquina de la academia? — preguntó sintiendo que el alma regresaba a su cuerpo. Inosuke se levantó y asintió. — DEBEMOS IR A VER SI ES ASÍ. Aunque conozco esa calle — señaló caminando hacia esa dirección. Zenitsu le siguió con cuidado. Estaban como cavernícolas conociendo nuevo terreno. Brincaron de alegría al ver que la academia estaba a una calle de ahí y volvieron para abrazar a Inosuke. Zenitsu había cortado a Murata sin darse cuenta.

— Vaya, tenemos suerte — murmuró el de hebras azuladas. Estaba mareado, pasaron muchas cosas en tan poco tiempo. — Qué rápido. Solo pasaron... — bajó la mirada para ver el reloj de su celular, levantó las cejas asombrado. — Solo pasó una hora — Sus amigos negaron con la cabeza, ahora tenían que llegar primeramente a los sanitarios para poder arreglarse antes del encuentro con sus parejas. El auto estaba bien aparcado, Inosuke llamaría a su padrastro para que viniera a llevárselo, por lo que caminaron con prisa, ingresando por el patio de la academia para tratar de no llamar la atención. Estaban impresentables, no podían aparecer así frente a todos.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top