★☆𝟎𝟎‧ 𝐅𝐨𝐫𝐞𝐰𝐨𝐫𝐝

★。・゜☆ 𝐏𝐫𝐨́𝐥𝐨𝐠𝐨 ★。・゜☆

. . . . . . . . . ╰──╮ ❝¡𝒀 𝒂𝒔í 𝒍𝒆 𝒑𝒓𝒆𝒔𝒆𝒏𝒕ó 𝒂 𝒎𝒊 𝒕í𝒂 𝑨𝒓𝒕𝒆𝒎𝒊𝒔𝒂 𝒂 𝑳𝒖𝒌𝒆, 𝒔𝒆 𝒐𝒅𝒊𝒂𝒓á𝒏, 𝒐𝒃𝒗𝒊𝒐, 𝒍𝒂 𝒅𝒊𝒐𝒔𝒂 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝒄𝒂𝒔𝒕𝒊𝒅𝒂𝒅 𝒚 𝒆𝒍 𝒄𝒉𝒊𝒄𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒒𝒖𝒊𝒆𝒓𝒆 𝒔𝒆𝒓 𝒎𝒊 𝒏𝒐𝒗𝒊𝒐. ❞╭──╯ . . . . . . . . .

EL LUGAR HABRÍA IRRADIADO UNA SENSACIÓN DE PRIVACIDAD Y TRANQUILIDAD si no hubiera
sido por lo que Araceli estaba a punto de hacer: le presentaría a Luke a su familia.


Luke Castellan no era su novio, era una especie de amor platónico; ella enamorada de él desde que tenía memoria, guardo silencio, por los momentos, quería que su madre y su hermano menor le dieran el visto bueno. Su madre Harley Hunter era una actriz reconocida co-estrella de Tristan McLean en películas como el rey de Esparta. Y Jake Steel 2: la vuelta de steel, una mujer alegre y compasiva que se entendió con Apolo, sí con Apolo el dios griego, ¿Has oído alguna vez las viejas historias sobre los dioses griegos?

Como Zeus, Poseidón, Atenea..., Bueno... los dioses siguen con vida. Ellos siguen en torno a la civilización occidental, viven en los países más fuertes. Y, a veces tienen hijos con los mortales. Niños llamados mestizos, son como los héroes... en entrenamiento, en el campamento Mestizo y en el campamento Júpiter-Dependiendo si eras griego o romano-. Y cada vez que los monstruos recogen su olor, los atacan.

En fin, volviendo a temas más alegres que no le harían terminar muerta, presentar a Luke a su familia no sería fácil, él no era una monedita de oro; lo sabía, el hijo de Hermes podía ser dos personas diferentes según le convenía. O una tercera versión completa y diferente con Araceli.

-¡Ly! -Saludó un niño de seis años de rizados cabellos cafés y ojos verdes que recordaban al campo.

-Hola, Jaime. -Araceli tomo en brazos a su hermano menor para dirigirse al final del camino de entrada donde estaban su madre: una mujer de cabello castaño, de ella heredado el cabello, y su padrastro con el que tenía una relación cordial-. ¿Listo, Luke?

-No sé, me siento como cuando me presentaste a Apolo.

-¿Luke Castellan, nerviosho? ¿El príncipe de los ladrones está asustado?

-No, sólo inquieto -Él hizo un ademán despectivo que no ocultaba sus sentimientos mientras la rodeaba con el brazo-. Anda vamos, te enfermarás con la brisa.

Araceli le sonrió al chico alto y presionó sus manos alrededor de los musculosos brazos, se acercó a su pecho y le removió cariñosamente el pelo rubio corto para darle un beso en la gruesa cicatriz blanca que iba justo desde debajo de su ojo derecho recorriendo la línea hasta la mandíbula.

Ly quería más al hijo de Hermes cuando se mostraba amable, cortés y sonriente, así quería verlo siempre y haría todo para lograrlo. Aunque, en las ocasiones menos felices y más duras estaría allí para anteponer a Luke sobre cualquier cosa.

-Todo saldrá bien. -Prometió, ella que lo amaba a pesar de sus demonios.

Y no sólo se refería a la presentación si no que también a su plan para detener a Luke pues planeaba traición al Olimpo a causa del resentimiento que sentía hacia su padre; como él una vez le había dicho a Araceli, ❝Además de ser el mensajero de los dioses, Hermes es el dios de los mercaderes (lo que explica que sea bueno con el dinero), los viajantes (lo que explica que el estúpido dios abandonara a mi madre y nunca volviera). También era el dios de los ladrones. Ha robado cosas como, eh, sí, el rebaño de Apolo, mujeres, buenas ideas, monederos, la cordura de mi madre y mi oportunidad de tener una vida decente. Perdón, ¿ha sonado un tanto resentido? No quise incomodar, Ly y si no podía detenerlo..., ya había hablado con su padre al respecto y si alguien se atravesaba en su camino (o intentaba dañar a Luke) lo iba a lamentar e iba a sufrir una experiencia muy positiva.

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La ladera había sido tallada en forma de anfiteatro. Entre las
hileras de bancos de piedra brotaban plantas enanas, de modo que parecía un concierto para espinos. En la parte de abajo, sentado en un bloque de piedra en medio del escenario, el dios Apolo se hallaba encorvado sobre un ukelele tocando una triste melodía.

Araceli sabía que era Apolo, ya que a diferencia de el resto de dioses su padre se preocupaba por visitarla con frecuencia. El tipo aparento unos diecisiete años, con el cabello rubio rizado y un bronceado perfecto. Llevaba unos vaqueros raídos, una camiseta de manga corta negra y una chaqueta de lino blanca con relucientes solapas llenas de brillantes.

A Araceli normalmente el ukelele no le parecía un instrumento triste. (Patético, desde luego; ella amaba la música sin embargo no era fan del ukelele, pero no triste). Sin embargo, la melodía que Apolo interpretaba era tan melancólica que le partió más el corazón si eso era posible, la noche anterior había tenido una pesadilla con la muerte de Luke.

«En el piso alrededor de él había un círculo ennegrecido de cenizas. Algún tipo de metal se había derretido y ya líquido burbujeaba entre los carbones del fuego, que ahora brillaba como la fragua de un herrero. El lado izquierdo del cuerpo de Luke estaba ensangrentado. Sus ojos estaban abiertos-ojos azules, como solían ser-. Su aliento era un rápido temblor...».

No era la primera vez que soñaba con algo así, era un asunto de semidioses; soñaban con algo que pasó, pasaba o pasaría, sus sueños casi siempre se cumplían. Y eso sumado a que era la hija del dios de la profecía, que escuchaba susurros contando un hecho a futuro o algo que alguien ocultaba le otorgaba una increíble capacidad de anticipación a los hechos, y el hecho en este caso era la muerte de Luke.

-¡Ly, siempre es un placer verte, rayito de sol! -Saludó Apolo llamándola por su apodo.

-¿Qué pasa, padre? -Movió dos dedos señalando la atmósfera melancólica del sitio.

-Conseguí una forma de que no termines como yo -Ante su confusión añadió:-. Incluso mis mejores romances han causado más maldiciones de las que se llevaron. Dafne. Jacinto...

-Oh.

-En tu caso, ese muchachito hijo de Hermes, Luke Castellan.

-¿Entonces me dices que hay una forma de salvar a Luke, Apolo?

-Sí, está sería la profecía «Un beso marcará el inició de la travesía para completar la profecía; el sol se consumirá o al ladrón salvará, una simple elección, sus días terminar. El alma del héroe la hoja maldita desgarrará». -El Dios dejo el ukelele a un lado dramáticamente.

-Y si falla, papá..., ¿Qué opinarías de convertirte en el dios más importante de la legión y del Olimpo, por encima del mismísimo Zeus? Acabaríamos con los Titanes también, sería el inicio de una nueva era donde nosotros regiremos. -Era un juego peligroso sin embargo era lo que tenía que hacer.

-Bueno, ¿quién soy yo para discutir una oferta así? ¿Acaso tiene Zeus un bronceado perfecto? ¿Sabe tocar el ukelele? ¡Yo diría que no!

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Su tía, en momentos así daba miedo, dio gracias a su padre; si le tenía que agradecer a un Dios sólo sería a él y a su tía, porque no fuera su versión romana. Ninguno de los dos eran admiradores de la personalidad romana de la diosa Artemisa. Su padre lo había descrito como ❝su temperamental edad adolescente❞.

Todo comenzó cuando salieron del bosque los arqueros. Eran chicas: una docena, más o menos. La más joven tendría diez años; la mayor, unos dieciséis, igual que ella. Iban vestidas con parcas plateadas y vaqueros, y cada una tenía un arco en las manos. Avanzaron hacia la mantícora (el monstruo que había perseguido a Araceli y Luke después de salir de la mansión Hunter) con expresión resuelta.

-¡Las cazadoras! -Suspiró Araceli sin saber si aliviarse o preocuparse.

Luke murmuró a su lado:

- ¡Vaya, Ly! ¡Fantástico!

Una de las chicas mayores se aproximó con el arco tenso. Era alta y grácil, de piel cobriza. A diferencia de las otras, llevaba una diadema en lo alto de su oscura cabellera, lo cual le daba todo el aspecto de una princesa persa.

«Zoë» Esa cazadora, Zoë Belladona casi convenció a Thalia (una de las tantas que se enamoró de Luke, semidiosa hija de Zeus) de unirse a las Cazadoras, sin embargo, Thalia se negó a abandonar a Luke (de nuevo, enamoradisíma de él), cosa que enfureció a Zoë y ambas iniciaron una acalorada discusión.

Zoë le dijo a Thalia que estaba siendo estúpida y que se iba a arrepentir, afirmando que Luke la dejaría de alguna manera (específicamente por Araceli; dato proporcionado por Artemisa, ese comentario causó una eterna enemistad entre ambas aunque ninguna de las dos llegó a conocerse cara a cara) y que posteriormente le rompería el corazón.

«Eso en parte me dio esperanzas con Luke pero aún así él siempre a querido a Annabeth y a Thalia más que a mi» O eso creía Araceli quizás el cariño hacia ambas chicas era diferente que el que le tenía a ella pero como hija de Apolo su mala suerte prevalecía.

-¿Permiso para matar, mi señora? -Ella no quitaba los ojos de la mantícora.

El monstruo soltó un gemido.

-¡No es justo! ¡Es una interferencia directa! Va contra las Leyes Antiguas.

-No es cierto -Terció otra chica, ésta tendría doce o trece años. Llevaba el pelo castaño rojizo recogido en una cola. Sus ojos, de un amarillo plateado como la luna, resultaban asombrosos. Su expresión era seria y amenazadora, de nuevo, la tía de Ly daba miedo-. La caza de todas las bestias salvajes entra en mis competencias, y más cuando persiguen a mi familia-Araceli se removió inquieta-. Y tú, repugnante criatura, eres una bestia salvaje. -Miró a la chica de la diadema-. Zoë, permiso concedido.

- ¡Fuego! -ordenó Zoë.

Las cazadoras lanzaron sus flechas. La primera le atravesó el cuello al monstruo. Otra le dio en el pecho. La mantícora dio un paso atrás y se tambaleó aullando.

-¡Esto no es el fin, cazadoras! ¡Lo pagaréis caro, al igual que la hija del sol!

Y antes de que alguien pudiese reaccionar, el monstruo desapareció en la espesura de la vegetación.

-Zoë Belladona -A Luke la voz le temblaba de rabia, recordando el encuentro anterior-. Siempre en el momento más oportuno.

Zoë examinó a Araceli, como si ya la conociera, cosa que obvio no, la hija del sol sólo había hablado con su tía por sueños o cuando rezaba en el templo de Diana en Nueva Roma ya que Araceli era la primera persona de la que se tenía memoria, tal vez la primera de la historia, que iba y volvía del campamento romano al campamento griego sin revelar a cada grupo la existencia del otro.

-Dos mestizos, mi señora.

-Sí, ya lo veo -dijo la chica más joven, la del pelo castaño rojizo-. Mi sobrina y su amigo.

Con el tiempo Araceli aprendió a reconocer el tono de voz y la expresión con que decían «su amigo» dando a entender que no sólo era su amigo si no «su novio». Prefirió cambiar el tema.

-¿Volverá, no?

-Era una mantícora -dijo Artemisa-. Espero que haya quedado destruida por el momento. Pero los monstruos nunca mueren del todo. Se vuelven a formar una y otra vez, y hay que cazarlos siempre que reaparecen.

-O ellos nos cazan a nosotros. -Observó Luke, resentido.

-Zoë, descansaremos aquí unas horas -Araceli no perdió pista de su tía al hablar-. Levantad las tiendas. Curad a los heridos.

-Sí, mi señora.

-Y tú, Araceli, acompáñame. Quiero hablar contigo.

-¡No! -chilló Luke rodeando a la mestiza con el brazo-. No de nuevo, no dejaré que intenten convencerte de dejarme.

Zoë se adelantó como si fuera a abofetear a Luke, Araceli llevo la mano a su bolso dispuesta a sacar su arco para defenderlo. Agradeció mentalmente el gesto de Luke intentando protegerla.

-No -la detuvo Artemisa, cortante-. No es falta de respeto, Zoë. Sólo está muy alterado. No comprende -Y lo miró con unos ojos más fríos y brillantes que la luna en invierno-. Tengo que hablar con mi sobrina.

Las cazadoras empezaron a vaciar sus petates y montar el campamento. Zoë le lanzó una nueva mirada furibunda a Luke y se fue a supervisarlo todo. A su vez Araceli siguió a Artemisa hasta la última tienda no sin antes sonreír a Luke en plan «estaré bien no mates a nadie», que no parecía diferente de las otras, y la hizo pasar.

El interior de la tienda era cálido y confortable. El suelo estaba cubierto de alfombras de seda y almohadones. En el centro, un brasero dorado parecía arder solo, sin combustible ni humo. Detrás de la diosa, en un soporte de roble, reposaba su enorme arco de plata, que estaba trabajado de tal manera que recordaba a los cuernos de una gacela. De las paredes colgaban pieles de animales como el oso negro, el tigre y otros que Araceli no supo identificar.

«Un activista de los derechos de los animales sufriría un ataque al ver todo esto, bueno pero como Artemisa es la diosa de la caza, quizá tenga el poder de reemplazar a cada animal que abate» A la mestiza le pareció que había otra piel tendida a su lado y, de repente, advirtió que era un animal vivo: un ciervo de pelaje reluciente y cuernos plateados, que apoyaba la cabeza confiadamente en su regazo. Deseo acariciarlo pero se detuvo, no iba a una visita social con su tía si no que probablemente recibiría un buen regaño.

-Siéntate con nosotras, sobrina. -Dijo la diosa.

Se sentó en el suelo frente a ella, relajadamente como un gato al sol. La diosa la estudió con atención, cosa que la incomodaba. Tenía una mirada viejísima para ser una chica tan joven.

-Puedo aparecer como una mujer adulta, o como un fuego llameante, o como desee. Pero esta apariencia es la que prefiero. Viene a ser la edad de mis cazadoras y de todas las jóvenes doncella que continúan bajo mi protección hasta que se echan a perder.

-¿Cómo...?

-Hasta que crecen. Hasta que enloquecen por los chicos, y se vuelven tontas e inseguras y se olvidan de sí mismas.

-Ah. -«Me siento ligeramente ofendida y señalada».

Zoë se había sentado a su derecha y la miro de un modo furibundo, como si ella fuese la culpable de todos los males que Artemisa había descrito o como si los sufriera pero no era así. Tenía una motivación más pura que ello, no quería el amor de Luke (quizás sí, pero aquello era extra) en realidad deseaba salvar su vida y proteger a todos los -bla -bla mestizos.

-Haz convencido a tu padre para que te apoye, y lamentó decir que tu plan no te traerá lo que deseas, Araceli Hunter.

-¿Si? -Alzó ambas cejas y reviso su manicura con naturalidad-. Que mas da, hacer nada tampoco me traerá lo que deseo, tía, tía, dulce y querida tía -Ella uso una voz melosa-, tengo que crear mi propio destino, manipular mi profecía.

-Mi hermano es el Dios de la profecía pero su ambición lo ciega, no permitas que te pase lo mismo a ti, sobrina -Artemisa se levantó y le sonrió con pena-. No sigas el mismo destino que el hijo de Hermes, «Un beso marcará el inició de la travesía para completar la profecía; el sol se consumirá o al ladrón salvará, una simple elección, sus días terminar. El alma del héroe la hoja maldita desgarrará»-Que su tía repitiera la profecía causo que el aire se volviera repentinamente frío-. Te ofrezco una salida, Zoë, dile cual es su opción.

-Unirte a las cazadoras.

-¿Cómo? -La boca se le secó y su voz sonó estrangulada-. ¡No puedo hacerlo!

Si se iba Artemisa la vigilaría continuamente y no le permitiría continuar con sus planes, es decir, ¿como realizaría una rebelión en la que debía hablar con todos los dioses (excepto Zeus) para derrocar a este último si tenía que estar en una caza eterna persiguiendo a Bambi? No podía creer lo que estaba oyendo porque eso significaba renunciar a Luke y a Jason Grace, no supo bien porque el nombre del pretor de la legión romana apareció en sus pensamientos...

-¿Qué saco uniéndome a las cazadoras? -Bufó.

-Para empezar -repuso Zoë-, la inmortalidad.

Araceli la miro boquiabierta; luego se volvió hacia Artemisa con los ojos brillantes por la furia. En vez de el cielo azul parecían reluciente oro puro, inundados de luz, aquello le pasaba cuando tenía ira, eso y que el ambiente se iluminará o oscureciera, la luz de los sitios donde estaba iba según su estado de ánimo y ahora la tienda nadaba en oscuridad.

-¿Está de broma, no?

-Zoë raramente bromea-dijo Artemisa-. Mis cazadoras me siguen en mis aventuras. Son mis servidoras, mis camaradas, mis compañeras de armas. Una vez que me han jurado lealtad, se vuelven inmortales, sí. Salvo que caigan en el campo de batalla, cosa muy improbable, o que falten a su juramento.

-¿Y qué han de jurar? -Pregunto, aunque ya sabía la respuesta.

-Que renuncian para siempre al amor romántico -dijo Artemisa-. Que no crecerán ni contraerán matrimonio. Que seguirán siendo doncellas eternamente.

-¿Cómo usted señora?

La diosa asintió, solemne.

«Trato de imaginarme aquello. Ser inmortal. Vagabundear por ahí con tus amigas del cole para siempre. No me cabe en la cabeza, dejar todo como esta teniendo la capacidad de cambiar las cosas» Araceli sabía que no debía insultar a un Dios o Diosa y tampoco debía gritar sus planes pero no pensaba claramente.

-Pretende evitar una profecía-Claro que Araceli Hunter detestaba las profecías y si podía hacer como si la que trataba de ella no existiera...

❝No puedes❞ Escuchó un susurro claro, un aviso del futuro sobre Luke ❝Él morirá si lo haces, lo sabes❞ Hubo una pausa y el rostro de Jason Grace apareció en su visión "
❝Ambos lo harán❞ Mientras Jason estaba de espaldas, un hombre que parecía romano giró sobre sí mismo. Lanzó su lanza, dirigiendo su punto entre los omoplatos de Jason. Una chica, Piper; hija de Tristan McLean, gritó. Jason se puso rígido, sus ojos azules se abrieron en shock ❝No puedes evitar la profecía❞.

-Me largo -Ly se levantó entre las brumas, sus ojos claros miraban a todos lados, enloquecidos intentando ver de nuevo la realidad-, paz y todo el amor que me sobra.

Extendió sus manos para hacer un ademán pero sus piernas estaban fallando, cayó de rodillas y Artemisa con un solo toque la desmayo, sumergiéndola en una visión.

-¡Corre! -Gritó Araceli al salir de la tienda, temblorosa, arañando la arena y lanzando puñados de tierra-. ¡CORRE!

-¡¿Ly, que te pasó?! -Luke desenvainó su espada de un tirón, sin saber muy bien qué atacar.

-¡Tú! ¡Corre, largo, corre! -Recorrió la distancia que la separaba de Luke y lo empujó, golpeó su pecho furiosa al recordar la visión, sus ojos derramaban líquido dorado-. ¡Te odio!

-¿Qué te dijeron, Ly? -Luke tomo sus muñecas con una mano y con la otra la acercó a él luego de guardar su espada-. Sea lo que sea lo podemos solucionar, lo juró.

-¡No podemos! -La hija de Apolo se sacudió de su agarre y salió corriendo del sitio. Luke la alcanzó luego de salir del campamento-. ¡Ya haz iniciado el ciclo de la profecía!

-¿A que profecía te refieres? -Él se sentó a su lado en la tierra fresca por la llovizna, aún no amanecía.

-¿No lo sabías?-Araceli tomo un puñado de tierra-. Yo soy el sol, se supone que si me besas... -Le lanzó la tierra a la cara-. Si me besa el ladrón, iniciará el ciclo para cumplir la profecía... ¡Y tú eres el ladrón del rayo! -Recordó la visión que le mostró Artemisa.

-Araceli -Su rostro se ensombreció.

Estaba acostumbrada a oír decir a las chicas lo guapo que era Luke, pero en aquel instante parecía cansado, enfadado y nada atractivo. Su pelo rubio se veía gris a la luz de la luna. La cicatriz de su rostro parecía más profunda de lo normal. Ly fue capaz de imaginarlo de viejo si es que sobrevivía lo suficiente para llegar a tal edad.

-He visto mucho en el mundo de ahí fuera, Araceli -dijo Luke-. ¿Tú no? La oscuridad se congrega, los monstruos son cada vez más fuertes. ¿No te das cuenta de lo inútil que es todo esto? Los héroes son peones de los dioses.Tendrían que haber sido derrocados hace miles de años, pero han aguantado gracias a nosotros, los mestizos.

No podía creer que aquello estuviera pasando. Sabía que estaba resentido pero no hasta ese punto. Si Luke se quería vengar de los dioses debía tener la cabeza fría y tener paciencia.

-Luke... estás hablando de nuestros padres.

Él soltó una carcajada y luego agregó:

-¿Y solo por eso tengo que quererlos? Su preciosa civilización occidental es una enfermedad, Ly. Está matando el mundo. La única manera de detenerla es quemarla de arriba abajo y empezar de cero con algo más honesto.

-Estás tan loco como Ares. -Susurró con voz gutural, sin querer creerse lo que ocurría.

A él se le encendieron los ojos.

-Ares es un insensato. Jamás se dio cuenta de quién era su auténtico amo. Araceli dejame explicártelo, por favor.

Le lanzó unos fragmentos de piedra, furiosa. Ese no era Luke, no era el Luke que vivió los primeros años de su vida con su madre mentalmente inestable, la cual siempre sufría de ataques de locura, producto de su intento por ser el nuevo Oráculo de Delfos. No era el niño que huyó de su hogar por la difícil situación de su madre a nueve años. No sabía a quién tenía enfrente.

-Cronos -Gruñó a la par que Luke se movía para evitar el proyectil-. Ése es tu amo.

El aire se volvió repentinamente frío.

-Deberías tener cuidado con los nombres que pronuncias. -Le advirtió Luke mientras se acercaba a ella.

-Cronos hizo que robaras el rayo maestro y el yelmo. Te hablaba en sueños, por eso tus pesadillas ¡Artemisa tenía razón!

Percibió un leve tic en su ojo.

-Te está lavando el cerebro, Luke, no puedes confiar en él. -Insistió ella, él acuñó el rostro de Ly con cariño.

«¿Por qué será tan necio? Le pedí que esperara, si lo hubiese hecho tendríamos batallas pero jamás una guerra, con los dioses de nuestro lado» Pensó, frustrada.

-Te equivocas. Me mostró mi que mi talento está desperdiciado. Sabes qué misión me encomendaron hace dos años, Ly. Mi padre, Hermes, quería que robara una manzana dorada den Jardín de las Hespérides y la devolviera al Olimpo. Después de todo el entrenamiento al que me he sometido, eso fue lo mejor que se le ocurrió.

-No es una misión fácil -Recordó las palabras que le dijo hace años mientras lo miraba a los ojos azules que ardían como una fogata-. Lo hizo Hércules.

-Exacto. Pero ¿dónde está la gloria de repetir lo que otros ya han hecho? Lo único que saben hacer los dioses es repetir su pasado. No puse mi corazón en ello. El dragón del jardín me regaló esto -Contrariado, señaló la cicatriz y ella la toco con la palma de la mano-. Y cuando regresé sólo obtuve lástima. Ya entonces quise derrumbar el Olimpo piedra a piedra, pero aguardé el momento oportuno. Empecé a soñar con Cronos, que me convenció de que robara algo valioso, algo que ningún héroe había el valor de llevarse. Cuando nos fuimos de excursión durante el solsticio de inviernos, mientras los demás campistas dormían, entré en la sala del trono y me llevé el rayo maestro de debajo de su silla.

»También el yelmo de oscuridad de Hades. No imaginas lo fácil que fue. Qué arrogantes son los Olímpicos; ni siquiera concebían que alguien pudiese robarles. Tienen un sistema de seguridad lamentable. Ya estaba en mitad de Nueva Jersey cuando oí los truenos y supe que habían descubierto mi robo.

-Te uso Luke. -Habló Araceli con voz pausada intentando que entendiera.

-No lo hizo, tu no lo entiendes ¿Cómo lo entenderías? -Él se apartó bruscamente sin llegar a hacerle daño-. ¡Solo has recibido buenos tratos de Apolo! ¡Te ha consentido mucho desde niña, incluso te malcriaba! ¡Y yo no he tenido nada de eso!

-¡Es mi padre, y Hermes no es tan malo! -Gritó Araceli, se levantó de un golpe-. ¡Yo he pagado las deudas de mi padre, no hagas que no sabes! ¡Recuerda la vez de los cuervos! -Su padre tenía una enemistad bien justificada con los cuervos, se podía decir que ellos eran sus víctimas-. Me picaron tanto que no pudo usar mi arco un año completo y sólo tenía cinco años -Aún sentía a veces el dolor en las manos-. ¡Sal de mi vista, insensato impaciente, sólo quería un poco las de tiempo para ejecutar el plan! ¡Artemisa tenía razón!

Sin más se fue a buscar a su tía, debía pedirle unas disculpas aunque no haría eso si no que le daría las gracias. Ya no iba a llevar Luke con ella al Campamento Júpiter, pero eso no significaba que ella no fuese sola, saco una moneda de oro que le permitía ir a Nueva Roma, la lanzó. Enseguida apareció en el templo de Diana. Pretendía quedarse sola un rato, sin nadie más que la molestara, pretendía claro porque se encontró de frente con Jason Grace que noto perfectamente que estaba alterada, la detuvo, iban a tener una larga conversación.

Mientras, Luke Castellan no sabía muy bien qué hacer pero recibiría ayuda, Hermes no planeaba dejar a su hijo sólo con sus problemas románticos.





★。・゜☆ Nota ★。・゜☆

Estoy remodelando la estética de todo, nuevo año, nueva estética. Recemos a los Olímpicos porque todo vaya bien ☀️✨👑

PD: NO me estoy viendo la serie de Percy Jackson, Disney es... Después les dejaré un instagram de vlog.

~Isabel~

14/1/24 (Edit)

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