( ☆. 𝐶𝐻𝐴𝑃𝑇𝐸𝑅 𝐹𝑂𝑈𝑅𝑇𝐸𝐸𝑁 )
𝚎𝚕 𝚎𝚓𝚎́𝚛𝚌𝚒𝚝𝚘 𝚍𝚎 𝚍𝚞𝚖𝚋𝚕𝚎𝚍𝚘𝚛𝚎.
El tobillo de Alaska sanó rápido, y la molestia se fue igual de rápido que su mal humor. Sin duda las pociones que Cissy le había enseñado para la menstruación no siempre se deshacían de todos los efectos. Sin embargo, no logró zafarse tan fácilmente de Blaise y sus constantes preguntas de lo que creía haber visto esa noche luego de la practica.
Luego del anuncio del ultimo decreto del Ministerio, Harry no se había vuelto a pronunciar acerca de lo que harían con las reuniones para aprender defensa. Pasaron varios días para que la rubia volviera a encontrarse con Harry Potter, parecía que el chico estaba bastante ocupado. Su encuentro fue apresurado, mientras se dirigía a su clase de Runas Antiguas con Archer, el Gryffindor se acercó para informarles que encontró un sitio para celebrar su primera reunión, la cual se llevaría a cabo ese mismo día las ocho en punto.
Entonces se prepararon. A las siete y media de esa tarde, Alaska y Ann salieron de su sala común. Se movieron por los pasillos con normalidad, subieron hasta el séptimo piso mientras Ann se quejaba del olor a cigarrillo que Theo siempre llevaba en su ropa, no comprendía como seguía teniendo tanto abasto.
Cuando llegaron al lugar que Harry les había descrito, encontraron un tramo vacío de pared frente a un enorme tapiz que representaba el absurdo intento de Barnabás el Chiflado de enseñar ballet a los trols.
—¿Sabes que debemos hacer? —Alaska miró a Ann—. Harry no alcanzó a decirme nada.
—Neville me lo explicó, aunque no lo sé... Es algo extraño.
La castaña dio media vuelta bruscamente al llegar a la ventana que había más allá del tramovacío de pared, y luego regresó al alcanzar el jarrón del tamaño de una persona que había en el otroextremo. Repitió aquello dos veces más, con los ojos bien cerrados mientras murmuraba algo.
—¡Mira eso! —Exclamó Alaska con asombro cuando una puerta de brillante madera había aparecido en la pared.
—No creí que funcionaría.
Ann se acercó para agarrar el picaporte de latón, al abrir la puerta entraron en una amplia estancia en la que ardían parpadeantes antorchas como las que iluminaban las mazmorras. Las paredes estaban cubiertas de estanterías de madera, y en lugar de sillas había unos enormes cojines de seda en el suelo. En unos estantes, en la pared del fondo de la sala, se veían una serie de instrumentos, como chivatoscopios, sensores de ocultamiento y un gran reflector de enemigos rajado.
—Es un buen lugar. —Comentó Alaska en el momento que entró.
—Mucho mejor que la Cámara de los Secretos, ¿no lo crees?
Además de las recién llegadas, dentro solo se encontraban Harry, Ron, Archer y Hermione. Alaska notó que, mientras Hermione pasaba emocionada un dedo por los lomos de los grandes volúmenes encuadernados en piel, su amigo no dejaba de observarla.
—Creí que no estabas interesado en salir con nadie este curso. —Le comentó una vez llegó a su lado.
El pelinegro se volteó hacia Alaska con una gran sonrisa mientras posaba uno de sus brazos por los hombros de la chica—. Y no lo estoy, a menos que tu quieras terminar con Dean y volver a estar disponible.
—Cállate. —Le espetó Alaska con una sonrisa, golpeando suavemente su estomago. Archer también reía.
Sólo estaba bromeando, ella lo sabía. Aunque en el fondo esperaba que sólo fuera eso, una broma.
Entonces escucharon unos golpecitos en la puerta. Habían llegado Ginny, Neville, Lavender, Parvati y Dean. A las ocho en punto todos los cojines ya estaban ocupados. Harry fue hacia la puerta y giró la llave que había en la cerradura, por lo que todos guardaron silencio repentinamente y se quedaron mirando al chico.
—Bueno —Dijo Harry con evidente nerviosismo—. Éste es el sitio que hemos encontrado para nuestras sesiones de prácticas, y por lo que veo... todos lo aprueban.
—¡Es fantástico! —Exclamó Cho, y varias personas expresaron también su aprobación.
—Qué raro —Comentó Fred echando un vistazo a su alrededor con la frente arrugada—. Una vez nos escondimos de Filch aquí, ¿te acuerdas, George? Pero entonces esto no era más que un armario de escobas.
—Oye, Harry, ¿qué es eso? —Le preguntó Dean, señalando los chivatoscopios y el reflector de enemigos.
—Detectores de tenebrismo —Contestó Harry, y fue hacia ellos sorteando los cojines—. Indican cuándo hay enemigos o magos tenebrosos cerca, pero no hay que confiar demasiado en ellos porque se les puede engañar... Bueno, he estado pensando por dónde podríamos empezar y... —Harry se detuvo cuando Hermione levanto la mano—. ¿Qué pasa, Hermione?
—Creo que deberíamos elegir un líder. —Sugirió ella.
—Harry es el líder. —Saltó Cho mirando a Hermione como si estuviera loca.
—Sí, pero creo que deberíamos realizar una votación en toda regla —Afirmó Hermione sin inmutarse—. Queda más serio y le confiere autoridad a Harry. A ver, que levanten la mano los que opinan que Harry debería ser nuestro líder.
Todos levantaron la mano, Ann a su lado puso los ojos en blanco, ella solo quería comenzar.
—Bueno, gracias. —Dijo Harry, que tenía las mejillas ardiendo—. Y... ¿qué pasa?
—También creo que deberíamos tener un nombre —Propuso alegremente sin bajar la mano—. Eso fomentaría el espíritu de equipo y la unidad, ¿no les parece?
—Podríamos llamarnos Liga AntiUmbridge. —Terció Angelina.
—O Grupo Contra los Tarados del Ministerio de la Magia. —Sugirió Fred.
—Yo había pensado —Insinuó Hermione mirando ceñuda a Fred—, en un nombre que no revelara tan explícitamente a qué nos dedicamos, para que podamos referirnos a él sin peligro fuera de las reuniones.
—¿Y que tal Ejército de Dumbledore? —Sugiere Ann, con un aire resuelto. Además, Alaska noto en ella una extraña expresión que ya había visto antes, cuando daba indicios del futuro que había descifrado—. Podríamos abreviarlo ED y nadie sabría de qué estamos hablando.
El comentario fue recibido de manera positiva.
—¿Están todos a favor de ED? —Preguntó Hermione en tono autoritario, y se arrodilló en el cojín para contar—. Sí, hay mayoría ¡Moción aprobada!
Clavó el trozo de pergamino donde habían firmado todos en la pared, y en lo alto escribió con letras grandes: EJÉRCITO DE DUMBLEDORE
—Muy bien —Dijo Harry cuando Hermione se hubo sentado de nuevo—. ¿Empezamos a practicar? Bueno he pensado que lo primero que deberíamos hacer es practicar el expelliarmus, es decir, el encantamiento de desarme. Ya sé que es muy elemental, pero lo encontré muy útil...
—¡Vaya, hombre! —Exclamó Zacharias Smith mirando al techo y cruzándose de brazos—. No creo que el expelliarmus nos ayude mucho si tenemos que enfrentarnos a Quien-tú-sabes.
—Yo lo utilicé contra él —Dijo Harry con serenidad—. En junio, ese encantamiento me salvó la vida.
Smith se quedó con la boca abierta, con cara de estúpido. Los demás estaban muy callados.
—Pero si crees que está por debajo de tus conocimientos, puedes marcharte. —Añadió Harry con gusto.
Pero Smith no se movió ni un centímetro.
—Bien, podríamos dividirnos en parejas y practicar.
Todos siguieron las ordenes, se pusieron en pie a la vez y comenzaron a formar las parejas.
—Neville, ven aquí, seremos pareja. —Dice Ann al ver que era el único que estaba quedando solo, Dean había insistido en ser pareja con Alaska
—Muy bien, contaré hasta tres: uno, dos, tres... —Grito Harry para que todos lo escucharan.
—¡Expelliarmus! —Gritó entonces Alaska moviendo su varita con precisión.
La varita de Dean saltó de su mano y al mismo tiempo fue derribado hacía atrás, no se acercó al chico de inmediato, en realidad estaba algo incomoda a su lado desde el ultimo entrenamiento de Quidditch. Logro atrapar la varita de su novio antes de que cayera al suelo y no pudo evitar sonreír.
—¿Estas bien? —Pregunto Alaska con una sonrisa burlona.
Él asintió algo avergonzado, no aceptó la mano de Alaska para ponerse de pie pero tomó la varita con algo de brusquedad. No se veía muy contento; perder no le hacía mucha gracia. Alaska dio media vuelta para volver a su lugar, pero sabía bien lo que Dean intentaría para no quedar mal frente a los demás, que en realidad no lo estaban mirando. Mientras seguía caminando sintió a Dean levantar su varita.
—¡Expelliar...!
—¡Protego! —El hechizo de Dean rebotó y fue a dar a una de las paredes—. ¿Atacar a tu novia por la espalda Dean? Merlín...
—Bien hecho Alaska, ha sido perfecto. —Le dice Harry, quien estaba paseándose por la sala.
—¡Gracias!
Harry siguió supervisando a los demás por unos cuantos minutos hasta que ya parecía que todos lo controlaban mejor.
—¡Alto! —Gritó Harry—. ¡Alto! ¡ALTO!
De pronto se escucho el sonido de un silbato y todos bajaron las varitas en el acto.
—No está mal —Dijo Harry—, pero todavía pueden mejorar mucho. Volvamos a intentarlo, pero antes haré un cambio. Alaska, cambia de lugar con Ron.
Ella no se opuso, ahora estaba emparejada con Hermione.
—¡Expelliar...!
—¡Protego! —Grito Hermione, el hechizo reboto pero Alaska logro capturar su varita antes de que se escapara por completo de su mano.
El tiempo pasó volando mientras practicaban. Antes de lo esperado Harry había vuelto a hacer sonar el silbato.
—Bueno, ha estado muy bien —Comentó—, pero la sesión se ha prolongado más de lo previsto. Tenemos que dejarlo aquí. ¿Quedamos la semana que viene a la misma hora en el mismo sitio?
—¡Antes! —Exclamó Dean Thomas con entusiasmo, y muchos compañeros asintieron con la cabeza.
—¡La temporada de Quidditch está a punto de empezar y el equipo también tiene que practicar! —Dice Angelina.
—Entonces el próximo miércoles por la noche —Determinó Harry—. Ya decidiremos si hacemos alguna reunión adicional. ¡Ahora será mejor que nos vayamos!
Las dos semanas siguientes todos avanzaron notablemente. Neville había conseguido desarmar a Hermione; Ann había realizado a la perfección el embrujo paralizante; y Alaska aprendió a hacer una maldición reductora tan potente que había convertido en polvo la mesa de los chivatoscopios.
Sin embargo, resultaba casi imposible escoger una noche a la semana para las reuniones del ED, tenían que adaptarse a los horarios de entrenamientos de cuatro equipos de Quidditch, que muchas veces se modificaban debido a las adversas condiciones climáticas.
Fue una suerte para todos que Hermione no tardara en idear un método muy ingenioso para comunicar la fecha y la hora de la siguiente reunión a los miembros del ED por si había que cambiarlas en el último momento. En una de las reuniones les entregó a cada uno de los miembros del ED un galeón falso.
—¿Ven los números que hay alrededor del borde de las monedas? —Dijo Hermione mostrándoles una para que la examinaran al final de su cuarta reunión.
La moneda, gruesa y amarilla, reflejaba la luz de las antorchas.
—En los galeones auténticos no son más que un número de serie que se refiere al duende que acuñó la moneda. En estas monedas falsas, sin embargo, los números cambiarán para indicar la fecha y la hora de la siguiente reunión. Las monedas se calentarán cuando cambie la fecha, de modo que si las llevan en un bolsillo lo notaran. Tomaremos una cada uno, y cuando Harry decida la fecha de la siguiente reunión, él modificará los números de su moneda, y los de las demás también cambiarán para imitar los números de la de Harry porque les he hecho un encantamiento proteico.
Las palabras de Hermione fueron recibidas con un silencio sepulcral.
—No sé, me pareció buena idea —Balbuceó—. Porque aunque la profesora Umbridge nos ordenara vaciar nuestros bolsillos, no hay nada sospechoso en llevar un galeón, ¿no? Pero... bueno, si no quieren utilizarlas...
—¿Sabes hacer un encantamiento proteico? —Le preguntó Terry Boot.
—Sí.
—Pero si eso..., eso corresponde al nivel de Éxtasis. —Comentó con un hilo de voz.
—Ya —Repuso Hermione intentando parecer modesta—. Ya... bueno... sí, supongo que sí.
—¿Por qué no te pusieron en Ravenclaw? —Inquirió Ron mirando a Hermione maravillado—. ¡Con el cerebro que tienes...!
—Verás, el Sombrero Seleccionador estuvo a punto de mandarme a Ravenclaw —Contestó Hermione alegremente—, pero al final se decidió por Gryffindor. Bueno, ¿qué dicen? ¿Quieren usar los galeones?
Hubo un murmullo de aprobación general, y los compañeros se acercaron al cesto para tomar su moneda.
—¿Saben a qué me recuerda esto?
—¿A que te recuerda, Harry? —Pregunta cho.
—Me recuerda a las cicatrices de los mortífagos...
La expresión de Alaska se ensombreció de inmediato ante aquella mención, y sin notarlo se lleva un mano hacia su antebrazo.
—Cuando Voldemort toca a uno de ellos, todos notan que les queman las cicatrices y así saben que tienen que reunirse con él.
Con el tiempo Alaska olvidó que llevaba el vendaje sobre la marca, ya se había vuelto costumbre, una parte de ella. Pero el dolor cuando el Señor Tenebroso estaba molesto, eso no era fácil de ignorar. Menos cuando, aún después de tanto tiempo, le traían viejas memorias de su infancia. Quemaduras, las odiaba.
—Sí, ya —Había contestado Hermione con tranquilidad—. De ahí fue de donde saqué la idea... Pero te habrás dado cuenta de que decidí grabar la fecha en unos trozos de metal, y no en la piel de los miembros del grupo.
—Sí, claro... —Respondió Harry, sonriente, y se guardó un galeón en el bolsillo..
—Estoy segura que a nadie le gustaría marcarse una marca permanente en el brazo, ¿no? —Comentó Ann, siendo una de las pocas veces que participaba en la conversación.
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