7. Dolorosa "noche buena"
Maratón por los 2k (parte 3 de 3)
No pasó mucho tiempo de haberlo dejado atrás, cuando noté como se iba acercando hasta mi motoneta en su auto.
¡En esos instantes juro que se me iba a salir el corazón!
—¡Oye, bella!—gritó mientras manejaba a mi lado, mirando por turnos a mi y a la carretera que teníamos en frente. Yo claro para poder charlar, disminuí la velocidad.
—¡Hola Chris!—grité emocionada—. Me da mucho gusto verte.
—¡Y a mi también!—él sonrió suavemente, mientras se apegaba más a mi carril.
Era la primera vez que charlaba con alguien en un auto mientras manejaba a la par.
—¡Chris!—grité dándole una rápida mirada—. ¡Tengo que contarte algo que darte... es que..!
—¡No te oigo bien!- él también gritaba.
—¡¿Podrías parar un momento?! ¡Es que en verdad tengo que entregarte algo urgente!
—¡Sí, claro!—él asintió
—¡En la puerta de la ciudad te espero! ¡¿Te parece?!—pregunté y él asintió con una sonrisa. Así yo aceleré para poder llegar antes.
Luego de haber manejado por varios minutos más, con él siguiéndome de cerca, llegué aquel lugar acordado.
Con rapidez me bajé, y de inmediato acomodé mi cabello despeinado por el viento. No fue mucho tiempo que pasó, cuando noté como un auto se estacionaba detrás de mi.
Intentando controlar mi tembladera, empecé a pellizcarme secretamente en la palma de mi mano, pero por más que esperé él no salió, así que me acerqué al auto.
—¿Cómo estás, linda?—él me sonrió en cuanto me acerqué a su ventana.
Sin poder evitarlo yo me agaché, e intenté acercarme a su rostro para saludarlo con un beso en la mejilla, cosa que fue un error pues sin querer por poco chocamos nuestras bocas.
¡Esos labios eran como un iman para mí!
—Disculpa mi abuso al hacerte parar, yo sé que debes de haber estado ocupado...
—No te preocupes—él seguía mirándome atentamente, arrimándose a su asiento comodamente—. Ahora... dime lo que me tenías que contar.
—Bien—asentí nerviosa—. Primero que nada... ¿tal vez, solo tal vez, leíste algún mensaje mio últimamente?
En ese instante Chris se mordió el labio mirando al frente. Reía ocultamente.
—Hace una semana me parece que recibí un mensaje tuyo—él disimuladamente bajó su mirada hasta mi escote, y yo por supuesto no tardé en sonrojarme hasta las orejas.
¡Estúpido Fer!
Por la referencia de fechas, creí que él no leyó mi mensaje del celular robado.
Como sea, yo no estaba de humor para explicarle que mi amigo había escrito ese mensaje con el fin de comprobar que él era un idiota urgido que me quería para una aventura. Más vergüenza me hubiera dado explicárselo, que aguantarme el hecho de que él crea que yo lo escribí, por eso mejor decidí no decir nada al respecto.
—Bueno, te mandé uno ayer—solté bajando la mirada, pues Chris me miraba a través de sus gafas negras fijamente. Su cercanía no me ayudaba en nada.
—¿En serio? Pues no lo vi—él se quedó pensativo—. Pero deberás disculparme, porque te cuento que la cantidad de mensajes que me llegan a diario son... infinitos. No te imaginarias cuantos...
—Sí, supongo—sonreí empezando a mover mi pie en un tic nervioso—. En fin... no importa, porque por suerte te encontré. Y créeme que estaba muy pendiente de ti, porque tenía que darle algo... bueno... devolverte algo.
—¿Cómo que?—él me miró curioso.
Yo metí las manos en el bolsillo de mi chaqueta, pero al no hallar nada, pasé mi maleta al frente y empecé a buscar. Al no encontrarlo, recordé que del apuro de salir corriendo a ver a Chris no había revisado mi maleta para ver si todavía seguía allí el celular.
Pasé buscando como idiota lo que me pareció una eternidad, pues aun tenía la esperanza de que el celular esté metido en lo más recóndito. Incluso llegué a regar en el piso mis cosméticos y mis caramelos que siempre cargaba en mi mini mochila.
Chris al verme en apuros recogiendo cosas del piso, abrió la puerta del auto y se bajó. Luego se agachó junto a mi, y me ayudó a meter las cosas en mi mochila.
—¿Me ibas a dar golosinas?—él sonrió alegremente—. No me vendría mal, sobre todo porque no he almorzado. Supuestamente ahorita iba a ver a mi papá, pero como me encontré contigo pues...
—¡Perdóname la vida!—dije sintiéndome culpable—. En serio no quise quitarte tu tiempo.
Chris negó con la cabeza, y me tendió la mano para ayudarme a ponerme en pie.
Como siempre el destino estaba en mi contra, así que como conclusión no había llevado el celular en esos momentos. De seguro ese objeto estaba por algún lugar de mi habitación.
—Puedo comer más tarde. Cuando estás hambriendo la comida se te hace más rica—él me miraba con los brazos cruzados, arrimándose a su auto.
Por un momento yo me quedé embobada en su bendita sonrisa. Simplemente no podía evitarlo, y más aun porque los labios que la formaban, ya habían sido besados por mi.
¡Lo único que pensaba era en volver a tener esos labios tocando los míos!
—Y bien... ¿Qué me ibas a decir?—él me miró al alrededor por un buen rato, y seguidamente llevó su mano hasta mi cabello para poder acomodarlo detrás de mi oreja.
El toque de su mano en mi oreja, me mandó una descarga eléctrica. Fue algo extraño en verdad.
—Es que... yo...—de inmediato sacudí la cabeza, y volví hablar con seguridad—. Es que yo tengo tu teléfono perdido.
Al decir aquello él se quedó mirándome en silencio, y por un momento creí que se enojó.
—¿Perdido?—él miró al piso por un buen rato—. Oh, si. Cuando grabamos Mamita en Quito, la mamá de Erick perdió mi teléfono. Ah, vaya... así que tú lo tenías. ¿Y como pasó? ¿Dónde lo encontraste?
—Mira, te voy a ser sincera—yo me arrimé al auto, doblando mi rodilla, y arrimando la planta de mi zapato a la llanta—. Luego de haberlos visto en la iglesia, luego de... bueno luego del beso. Yo me quedé como bruta; como entenderás no todos los días besas a tu amor platónico, y mientras nos sacaban las coordinadoras, guardaespaldas, producción o yo que sé, tropecé con la señora Daysi, y provoqué que todo lo que ella tenía en su cartera se caiga. Recuerdo que tenía un montón de celulares. Así fue que como por error terminé confundiendo tu teléfono con el mio. Y claro, por suerte no hice un cambiazo contigo, pues mi celular ya lo había guardado antes del incidente, pero aun así, terminé confundiendolo y llevándomelo.
Mientras le expliqué, yo había sacado del bolsillo de mi chaqueta a "mi negrito".
—¿Ese es tuyo?—él me tomó mi celular, y lo analizó por un tiempo.
—Sí, y como te darás cuenta, es la copia exacta del tuyo. Ahora recuerdo que cuando lo compré me inspiré en tu celular. Si hasta la misma carcasa le compré.
—Así veo—él me devolvió mi teléfono.
—Cuando me di cuenta de que me llevé el celular, ustedes ya habían salido del país. Y estuve averiguando por un tiempo por la dirección de tu madre en Quito, pero no me supieron decir. Luego me ganó el miedo de que me odies por hacer algo tan ruin como robarte algo tan importante como tu celular, por eso fue que mejor me quedé calladita. Bueno esa fue la historia, y quise devolvértelo antes, pero no sabía como.
—Entiendo
—Sí, por eso es que al enterarme que andabas por Loja, decidí buscarte, es que te cuento que ando de turista por aquí—yo le contaba entusiasmada—. Por eso es que siempre andaba con tu celular, por si algún momento me encontraba contigo de casualidad, pero justamente hoy no lo traje conmigo.
—Al parecer—él soltó una risa
—En fin, yo te lo iba a devolver en tu casa. Alguien me filtró la info de la ubicación, pero... te juro que iba a ir, sin pedir verte. Eso hubiera sido el colmo—mentí, pues mis intenciones eran esas precisamente—. No me habrías creído que lo hice por error, sino más bien pensarías que lo robé para tener pretexto de verte.
—No te preocupes, yo encantado habría salido a verte—él seguía sonriéndome, pero esta vez acercó su pulgar a mi pómulo. Allí restregó un poco, y luego soltó una risa traviesa—. Es que tenías una manchita de delineador, creo.
Sin duda alguna, ese fue un típico momento donde él me coqueteaba indirectamente... o al menos eso me pareció.
—Okey, en vista de que no lo tengo ahora... ¿Podría pasar a dejártelo en tu casa esta noche?—lo miré un tanto apenada.
—Claro que sí—él asintió, nuevamente revisando por todos los lugares.
Supuse que no quería encontrarse con fans.
—Y solo para que lo sepas, no quiero foto. Tú vas a pensar que me lo robé con interés...
—Como dije, no te preocupes—él me quitó mi celular de las manos, y empezó a monearlo—. Oww, tiene clave.
Yo tomé mi celular y grafiqué la clave en pantalla. Poco después apareció el fondo de pantalla donde tenía una foto de Cnco.
—A ver...—él había accionado la cámara a modo selfie.
—No, en serio, no tienes porque hacerlo—dije con una fingida sonrisa incomoda, aunque internamente gritaba porque ya tenía algo con que vengarme del idiota de mi ex y su querida Ana.
—Yo sé que quieres—él empezó a tomar fotos una tras otra, sonriendo con su perfecta sonrisa. Yo por mi parte, aun no posaba—. Si hiciste todo lo que hiciste en la iglesia de Quito por vernos, es porque querías fotos.
—Si, ya sé. No me lo recuerdes—rodé los ojos, acomodándome el cabello. Chris me miraba por medio de la pantalla del teléfono.
Ya cuando estuve lista, abracé a Chris por la cintura, y sonreí de oreja a oreja. Él me abrazó rodeándome por los hombros.
Posterior a esa sesión de fotos, yo quise por un momento pedirle mi tan soñada foto de "quieres casarte conmigo", pero habían dos problemas. Una; estábamos en medio de una calle transitada, y si él hacia eso llamaría mucho la atención, cosa que no le podría estar gustando, y dos; no había quien tome la fotografía. Necesariamente necesitábamos un camarógrafo. Fue por eso que mejor decidí pedirle otra clase de foto.
—Perdón por joderte tanto—lo miré con inocencia—, pero puedes tomarte una foto de besito...
—¿Quieres besarme otra vez?—él me miró empezando a reír
—Pues para que te digo que no si si—yo solté bromista, y él detuvo su risa por un momento—. Solo bromeo. Yo me refería a una foto donde finges que me besas y toda la cosa.
—Por supuesto, lo sé—él acercó su cara a la mía de imprevisto.
Juro que por poco pienso que me iba a besar con todas las de ley.
—Yo la tomo—informé quitándole mi celular, y mirando embobada su labios a centímetros de los míos—. Cuando quieras empieza.
—Mejor yo la tomo y tú pones los dedos—él me quitó el celular, y lo acomodó a un costado de nosotros.
—¿Seguro?—suspiré nerviosa—. No quiero que vayas a pensar que nunca voy a poner mis dedos, para después terminar comiéndome la boca.
—Como dije antes, no te preocupes. Estoy bien—él volvió a sonreírme desde muy cerca. Su respiración estaba sintiéndola en mi cara.
—Okey, entonces mejor empiezo antes que alguna cncowner aparezca—yo me quité las gafas de sol, y me las colgué en el escote de mi vestido. Después con nerviosismo coloqué mis dedos sobre sus labios.
Sin quitarle la vista, yo pegué mis labios lentamente a mis pulgares sobre sus labios, y cerrando los ojos esperé hasta que él tome la foto.
El tener esos labios prohibidos tan cerca, me causaba un aumento de temperatura muy abrumador. Lo único que quería era quitar mis dedos y volver a tener aquellos labios, que extrañamente ya me hacian demasiada falta.
Pude oír como el flash sonaba, pero yo no me atrevía a abrir lo ojos. Solo disfrutaba de la cercanía tan extasiante.
Creo que a él le pasaba lo mismo, pues de la nada sentí como sus labios se abrían ligeramente, para dar paso a su lengua sobre el pulpejo de mi pulgar. Aquello sensación húmeda hizo que abra los ojos de un respingo.
—¡Tu lo que quieres es que te vuelva a destrampar!—solté un carcajada nerviosa, mientras me separaba de él, arrimándome al auto.
—No me molestaría, la verdad—el me dijo con una seriedad que hizo palpitar mi corazón.
Como dije, creo que Chris se había quedado tan prendido con mis besos, que al parecer seguía queriendo más.
Si no hubiera sido por mis pensamientos en un Andrés lastimado, por los besos que le di a ese chico, no me habría detenido. Yo en ese mismo instante me habría vuelto adueñar de esos labios, pero no lo hice porque me dije a mi misma, que si Andrés llegaba a buscarme y a recriminarme por buscar a Christopher, yo le hablaría con la verdad, y le diría que lo máximo que llegué hacer con él fue una foto. Así lo haría sentir culpable a él.
—Te prometo que pasaré por tu casa en la noche, para dejarte el celular. A quien sea que me reciba se lo entregaré—le sonreí quitándole mi celular, y de inmediato lo abracé fuertemente.
Debo confesar que sus brazos siempre fueron una especia de calmante. Aquella respiración y su perfume lograban que mis problemas se fueran de inmediato.
—¿Ya te vas?—él preguntó, ya cuando nos separamos.
—Sí, es que tengo algunas cosas que hacer—yo me rasqué la cabeza con nerviosismo—. Fue un gusto poder encontrarte, y en verdad espero volver hacerlo, Christopher.
—Lo mismo digo... ehmm... ¿Cómo te llamas?
—Cielo—le respondí alegremente, empezando a caminar de espaldas sin quitarle a la vista de encima—. Y por si te lo preguntas, oscuro no es mi apellido. Solo fue un sobrenombre que me puse. En realidad me llamo Cielo Rojas.
—Ah, eso lo explica todo—él me decía desde atrás, metiéndose las manos en los bolsillos de su pantalón.
Yo me subí a mi motoneta rápidamente, pues ya no tenía caso que lo siga molestando. Me supuse que no le hacia mucha gracias que fans interrumpan sus actividades cotidianas y privadas.
—¿Chris?—yo voltee a verlo, sacudiendo mi cabello para tras, poniéndome mis gafas negras de sol—. ¿Si te escribiera, tú me responderías? Es decir, como para poder hablar tranquilamente cuando quieras.
—Eso estaría perfecto—él me sonreia con su estúpida sonrisa seductora, que me hacia suspirar siempre—. Ten por seguro que estaré muy pendiente de tus mensajes.
—Entonces te escribiré—sonreí agradecida, poniéndome mi casco—. Adiós, Chris. Cuídate mucho.
—Igual—él me respondió desde atrás.
Luego de darle una ultima mirada, yo puse andar mi moto. Esta vez, estaba más feliz que cuando lo besé, pues ahora había interactuado con él de una forma casi normal... hasta como si fuéramos amigos.
Era una sensación muy emocionante compartir momentos así con un cush famoso.
Bien, todo estaba perfecto, porque a más de haber conversado con Chris, obtuve mi preciado llamado de atención para mi novio.
Si él ya no quería verme cerca de Christopher Vélez, tendría que llamarme tarde o temprano para hacerme reclamos. Así sería mi forma de recuperarlo... matandolo de la angustia y la desesperación.
Ya no me iba a arrastrar por él.
Luego de mi encuentro con Chris, yo regresé a mi casa. Obvio lo primero que hice fue colgar todas mis fotos con él. Una foto la subí a mis historias etiquetando a Chris, y agregando el hashtag #VolverteAVer
Y por ultimo subí a mi perfil la foto donde Chris y yo fingíamos un beso, poniendo en el pie de la foto lo siguiente:
Gracias @christopherbvelezm por el rato tan bueno que pasamos. Créeme que estar cerca de ti, es de las mejores experiencias que pude haber tenido. El solo tacto de tu piel, es una sensación infinita que no quiero perder. Tus ojos son un chocolate adictivo que siempre quiero probar. Tus labios, son el elixir incomparable que abriga mi alma. Tu respiración cercana a la mía, llegó a darme oxigeno en el momento donde más lo necesitaba. Sí, todo eso es lo que provocas en mi. Jajajaja como ya me puse cursi, mejor me guardo las demás sensaciones en mi mente y mi corazón. Te quiero con toditito mi corazón, Christopher. Sería un gran placer volver a estar contigo. Fue una magnifica tarde.
Att: Tu fan más FIEL #MásMomentosAsí #Basílica #Recuerdos #Cnco #SolteraParaTodos #VolverteAVer
El mensaje no me pareció tan comprometedor, y si Chris lo leía, solo le sorprendería lo poeta que resulté ser. Además, ese mensaje iba hacer pensar cosas que no eran a mi novio.
Esa era mi venganza.
Feliz por mis logros, fui a la cocina a intentar terminar mi comida. Así fue que como para la tarde me senté a mirar la programación navideña de la televisión nacional, comiendo Tigrillo, con queso y huevo frito, acompañado de un café calientito.
La tarde fue muy bien por así decirlo, y creo que eso más se debió, a que me la pasé contestando mensajes de felicitaciones de amigos a los que les gustaba Cnco. Como quien dice... en la tarde me la pasé enfocada en asuntos de Chris y Cnco, más que en la depresión que estaba apaciguada momentáneamente.
Todo iba perfectamente bien hasta la noche.
Sí, todo mi mundo volvió a ser blanco y negro, gracias a las risas y gritos alegres de mis vecinos. Cada cierto tiempo oía las conversaciones de las familias que iban llegando a las casa cercanas. Todos empezaban a reunirse para celebrar noche buena, y yo no me reuniría con nadie.
Estaría por completo sola, en una enorme casa.
Yo era del tipo de personas que se caracterizaban por tener el espíritu de la navidad activo. Recuerdo que cada 24 de diciembre yo era la primera en despertar para empezar a preparar la cena de navidad. Mi abuelita y yo solíamos salir de compras al supermercado, y regresábamos a preparar un banquete navideño que nos dejaba noqueados. Luego, mientras se terminaban de hornear las galletas, el pavo, y las papas en el horno. Solíamos sentarnos con mi abuelito a practicar villancicos acompañados de su guitarra o piano, para cantarlos en familia al llegar la noche. Mi madre en cambio escribía algún cuento navideño inventado por ella, donde los cuatro eramos los protagonistas.
Al llegar la media noche, cada quien presentaba su numero navideño, de canto, baile, actuación o poesía, ante los pocos espectadores. Eramos los cuatro, y a veces Fer y Andrés, pero... con los pocos que siempre estábamos, solíamos lograr armarnos una fiesta cálida.
Amaba las navidades en extremo, pues al ser la única hija y nieta, se podría decir que todos me llenaban de regalos como si fuera una pequeña niña. Incluso les gustaba verme abrir los regalos junto al arbol de navidad, mientras me daban galletitas y leche. Ellos siempre me habían dicho que sería su eterna bebé.
—Los extraño—sollocé acurrucándome en el enorme y solitario sillón de terciopelo.
Mis abuelitos y mi mamá, eran esos seres que siempre dejarían un vacio en mi corazón. Ellos serían mi familia que jamás volvería a tener. Yo creía que iba a permanecer así de sola por el resto de mi vida.
Al ver mi reloj, noté que ya eran las 9 de la noche, por lo cual decidi salir de casa. Sinceramente, el estar sola y encerrada, me estaba doliendo en el alma. Creí que lo mejor para mi soledad, era ir a curiosiar por las calles las actividades navideñas. Además yo sabía que las plazas principales de Loja, siempre estaban adornadas, y asumí que abría gente por allí que me hiciera compañía.
Luego de arreglarme con un poco de maquillaje, y ponerme un vestido rojo a conmemoración de la navidad, me puse mi gorrito verde de duende. Ese me lo había regalado mi mamá la ultima navidad. Seguidamente me puse mi chompa de cuero y mis convers negros.
Ya una vez lista, agarré mis llaves, y luego de cerrar bien la puerta, me subí en mi motoneta rumbo a recorrer el centro de la ciudad.
Debo decir que el ambiente navideño en Loja, era realmente mágico. Las calles estaban iluminadas con miles de focos de colores, incluso hasta al alzar la vista al cielo, uno se hallaba con la decoración. En cada plaza se hallaba un escenario representativo de la navidad, desde arboles enormes, muñecos de nieve con su respectivo ambiente, bombillos gigantes, santa Claus y su trineo, hasta representaciones gigantes del nacimiento de Jesús. Todo aquello inundado de miles de luces de colores.
Dejé estacionada mi motoneta en una de las calles aledañas a una de las plazas, y empecé a caminar a pie por el centro de la ciudad.
Al menos al estar concentrada en tomar fotos con mi cámara me sirvió coo distracción. Allí encontré escenarios dignos de una fotografía. Fue un deleite captar con mi señor sonrisas todos los majestuosos escenarios de la arquitectura franciscana de las iglesias, adornadas con la navidad.
Por un momento creí que hubiera sido bueno ir a la casa de Chris a darle su celular, pero no quería interrumpir la cena que debían estar teniendo. Al día siguiente si planeaba ir, así como lo prometí.
Cuando estaba parándome en una de las plazas a mirar como un coro cantaba villancicos, escuché el tono de mi celular, y tuve que contestar. Al menos alguien se había acordado de mi.
—¿Si?—hablé, mientras me iba alejando del coro
—Feliz navidad Cielo, te quiero—murmuró Fer en tono bajo—. Debiste quedarte en Quito. Yo me hubiera salido de la estúpida reunión familiar con mi papá y su esposa, y hubiera ido a pasar navidad contigo.
—Feliz navidad, compadre—sonreí tristemente—. Y no te preocupes, tú quédate a disfrutar de tu papá, te lo digo en serio. Créeme que cuando ya no lo tengas contigo, te va a doler como el infierno.
—Sí, pero están mis hermanastros y tú sabes que no me llevo muy bien...
—Intenta amarlos Fer—le aconsejé caminado a paso lento—. Esos enanos que te fastidian, también te harían mucha falta si ya no estuvieran contigo. Además, ellos te aman, dime...¿Cuántas tarjetas te hicieron?
—Tres cada uno, tengo 6 en total—él soltó una risita
Los padres de Fer eran divorciados, por lo cual en fechas como navidad, o año nuevo, él debía turnarse para ir a celebrar. Un año pasaba con su papá y su esposa, y otro año iba a pasar con su mamá y su novio. Y puede que sea difícil para él vivir en dos familias, pero todos lo amaban. No habían conflictos intrafamiliares.
—¿Si ves? Esos guambras te aman—le dije nostálgica—. Además tú tambien los amas con tu corazón, no te hagas.
Glosario: Guambra /joven, muchacho
—Sí, pero...
—Pero nada. Disfruta de tu familia, mientras ellos respiran— solté con dolor en el pecho—. Créeme que hay veces en que me arrepiento de haber protestado como tú lo haces, y ahora... estoy sola. Aprovecha a tu familia mientras la tienes.
—Cielo, ¿estás bien?—él dijo con cautela
—Sí, estoy bien—solté una risita falsa, aunque por dentro estaba destrozada.
Diablos, la soledad era un asco total. Dolía como miles de cuchilladas en el corazón.
—Te dije que debiste quedarte en Quito. Yo quería traerte con mi familia—Fer me reclamaba
—No te preocupes, no tengo porque incomodarlos
—No para nada, Cielo, mis papás te quieren como a una hija.
—Sí, lo sé, pero de todas maneras, no quiero incomodarlos.
Supuestamente la navidad la iba a pasar con la familia de Andres, pero con todo lo que pasó con nuestra pelea... esa invitación estaba más que retirada. Además con Fer no quería pasar, por la simple razón de que si él se sentía incomodo con su familia, yo me hubiera sentido aun peor.
De pronto me había convertido en una intrusa entre los seres queridos de mis amigos. A partir de la perdida de mi madre, yo pasé a ser la chica que estaba incluida por lastima.
—Fer... mejor te cuelgo—hablé de inmediato, sintiendo un nudo en la garganta—. Tengo que... que... ir a pagar mi comida. Ya me están llamando.
—¿Dónde estás?
—En un restaurante por el centro— le mentí con un bostezo fingido—. Ceno algo, y luego voy a mi casa a dormir. Estoy cansada, y para colmo mañana madrugo. Voy a ir acampar.
—¿Sola?
—Sí, ya sabes que siempre lo hago así. Es mi momento de meditación.
Fer se quedó callado por varios minutos, y después soltó un suspiro.
—Cielo, tú sabes que te quiero, ¿verdad?—él dijo suavemente—. No estas sola, me tienes a mi por siempre.
—Gracias compadrito— sonreí ante sus palabras.
Pese a lo idiota que podía llegar a ser a veces, él era mi amigo incondicional al que amaba con todo mi corazón. Él era lo único constante que le quedaba a mi vida.
—Me despido, Celi—él me informó—. Mi papá me está esperando para empezar a repartir la cena.
—Sí, ve tranquilo—yo le solté un beso por el teléfono—. Chao Fer
—Chao, Celi
Canción que va a oír Cielo jajaja (XD amo esta canción)
https://youtu.be/dLuvlfbZG5A
Sin decir más, colgué el teléfono y volví a caminar en dirección a la gente que estaba alrededor del coro. Nuevamente buscaba refugio de la soledad en la montonera.
En fin.
Mientras hubo gente, todo fue perfecto. Incluso, hasta las familias que jugaban, y conversaban felices, me contagiaban el animo. Pero con el paso de las horas, las plazas y calles se fueron vaciando. Así fue como terminé siendo la ultima persona en cada lugar al que iba.
Nuevamente volvía a permanecer sola.
—Mamita, vuelve—solté en medio de un llanto ahogado. Me encontraba sentada en las gradas de una iglesia, donde solo me acompañaba un muñeco de nieve y un papá Noel.
Para colmo, la canción de Selena "Fotos y recuerdos", hacia que la herida duela más.
En seguida me cayeron recuerdos de mi familia, y Andrés. Me dolía pensar que quizás él también se iría de mi vida para siempre. Podría pasar que él jamás me perdonara, e incluso había la posibilidad de que ni yo misma lo perdonaría. En verdad me dolió mucho su desconfianza. Y sí, yo había cometido el error, pero... él debía perdonarme en honor a todo lo que le di durante nuestros siete años de noviazgo.
Solo permanecí allí sentada en el frio, abrazandome a mi misma, y escuchando mi música "corta venas", por lo que me parecieron horas. Durante ese tiempo, aproveché para hablar con mi mamá. Últimamente me estaba acostumbrando a fingir que ella estaba cerca.
—Bueno, Mamita, creo que iré a buscar algo de comer—yo me puse de pie y avancé por medio de la plaza.
Como no había gente cerca, canté tranquilamente a medida que recorría las calles. Los que me conocían, sabían que yo cantaba lo que se reproducía en mis audífonos sin importar donde ni con quien esté.
Era una chica anormal, lo sé.
Mi canción que me servia de soundtrack en ese momento era Soledad de Laura Pausini. Con esa canción, recordaba al idiota de Andrés.
Como no tenía nada que hacer, solo seguí caminando sin necesidad de usar mi motoneta, así fue como hallé a unas cuantas cuadras... o mejor dicho a muchas cuadras lejos del centro, un lugar que siempre recordaría. Allí los recuerdos malos se harían buenos. El dolor se apagaría de forma lenta con el pasar de los días en ese sitio.
"CoolAntro", así se llamaba mi refugio.
Me extrañó mucho que haya logrado hallar una bar, estando en plena noche buena, pero supongo que no todas las personas en el mundo tenían una cena familiar. Tal vez ese lugar estaba predestinado a las personas solitarias como yo, que querían buscar la manera de olvidar los problemas de la vida.
Por un momento dudé en entrar, pues ya llevaba mucho que no entraba en un lugar así, pero a la final lo hice.
En cuanto puse un pie allí, no supe que muchas cosas cambiarían en mi vida. Chris fue uno de esos cambios que me provocó el haber entrado a ese bar.
Holi!!!
¿Que tal les pareció el capitulo?
Yo creo que ya se habrán dado que hay una química entre Cielo y Chris.
Oigan, y no sé ustedes pero Cielo me rompía el corazón. Literal me dolía el cora escribir sobre su soledad mortal que está pasando.
Como pequeño adelanto, quizás en el próximo capitulo se rían un poco. Ese bar va a ser el causante de muchas cosas, desde cosas que las mataran de amor, hasta cosas que las mataran de la risa. Ya verán porque.
Me parece que en el próximo capitulo finalmente verán como se origina todo el drama de Celi y Chris. Ahhhhhh, me muero jijiji.
Bien, chicas... nos vemos en una próxima actualización.
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