6. ¿Donde está Chris?
Maratón por los 2k (Parte 2 de 3)
Capitulo dedicado a: (@crishalejandre jajaja, por combo doble manita jajaja, para que tu corazón se vuelva hacer pasita como el de Cielo. Gracias por apoyarme en este nuevo proyecto. Quien sabe y los Abichuelos te deparen una sorpresa más despuesito jajaja)
Algo me decía que la tipa había tomado el celular de Andrés sin permiso.
Esta muy abrumada porque Ana contestó, así que como intento de calmarme salí a la terraza. Me puse a dar mil y una vueltas, aguantando las ganas de ponerme a gritar como loca, y finalmente me senté en mi hamaca.
Casi unos cinco minutos luego del incidente con la tipa, yo volví a marcarle, y esta vez si me contestó Andrés.
—¿Que pasa Cielo?—me dijo con la voz ronca.
—Pasa que hace rato, Ana contestó tu maldito celular y me dijo que dejara de molestarte- yo hablé furiosa—. ¿Me puedes explicar que porque carajos esa mujer contestó tú teléfono?
Andrés se quedó en silencio por mucho tiempo, por lo cual tuve que volver hablar
—¿Andrés?—pregunté con miedo—. Ten piedad de mi por favor. Explícame lo que pasó, y porqué ella estaba cerca de ti a las 3 de la madrugada. ¿Aún estan en la fiesta?
Sinceramente la fiesta era el lugar menos probable para su ubicación, porque por Andrés me hablaba desde un ambiente muy silencioso.
—Estábamos conversando un rato. Y no... ya no estabamos en la fiesta. Solo estabamos charlando un rato en su habitación.
—Maldito imbecil- solté muerta de los celos-. ¿Porque mierda te fuiste a meter a su cuarto a estas horas y en el estado en el que estas?
Insisto, más temía por lo que hiciera esa mujer, que por lo que hiciera Andrés. Mi corazón dolía al pensar que él podría dejarse llevar por el despecho, de tal manera haciendo cosas con esa tipa que joderían aun más nuestra situación.
Él de seguro no estaba consciente de lo que hacia.
—Ya no tienes derecho a meterte en mi vida— me respondió cansado-. Puedo salir con quien me de la gana.
—¿Pero tenías que ponerte a salir con la persona que más detesto en el mundo?—protesté caminando de un lado al otro, sin parar—. Sabes lo mucho que me molesta esa tipa. Tú lo estás haciendo a propósito.
—Y si así fuera, que importa.
—¿Qué?—yo me quedé en shock—¿En verdad estás pegándote a esa tipa solo para hacerme daño?
—Piensa lo que quieras, Cielo. Y ahora si no te molesta, me tengo que ir—él habló tranquilamente, dando un bostezo—. Ah, y te recuerdo que quedamos en darnos un tiempo, y al parecer tú no me lo estas dando.
—Te daré tu espacio siempre y cuando te alejes de esa chica. En verdad, te lo suplico. No te expongas a esa mujer...
—¿Porque ella podría hacer conmigo lo que tu hiciste con el tal Vélez? O mejor aun... ella quizás sea más atrevida, y tal vez me proponga modelarme su lencería.
Yo no quería decir cosas que fregaran más las cosas, así que mejor me mordí la lengua, intentando controlar mi genio.
—Solo aléjate de ella—suspiré, resignada. No estaba de humor para convencer a un borracho sobre mi inocencia.
—Duele, ¿verdad?—él murmuró de repente—. Es una sensación espantosa, cuando piensas que el amor de tu vida te olvidó de la nada.
—¿Te estas vengando de mi?—hablé sintiendome hervir por tal acción. Nunca creí a Andrés capaz de jugar así conmigo—. Te metiste con esa chica, solo por lastimarme así como yo lo hice.
—Mejor hablamos otro día—él dijo en medio de una risita de borracho.
El idiota se estaba burlando de mi.
Andrés sabía lo que hacia. Y si el planeaba encontrar las maneras de hacerme sentir lo que él sintió cuando se enteró de mi "locura fan", lo estaba logrando de una manera muy cruel.
—¿Ya la besaste?—pregunté, pensando que él me iba regresar la cuchillada que yo le di al besar a Chris.
Andrés no contestó, solo soltó una risa, y yo enfurecí más.
—¡Mi amor!—oí la voz chillona de Ana, causándome que yo me muerda la mano para no ponerme a gritar de la desesperación—. Ya traje lo que pedías.
—¿Es esa estúpida?—pregunté con el alma en un hilo—. Mierda, ¿que hace contigo a estas horas?
—Creo que mejor te dejo—él habló en voz baja
—¡No me vayas a colgar!—grité fuertemente, ganándome la risa de él
—¿Qué más quieres, Cielo? Estoy ocupado
—¿Cielo?—oí la insoportable voz de Ana. Sonaba a pasada de tragos— ¿Estás hablando con esa perra?
—Shhhh, nos va a descubrir—dijo Andrés en medio de una carcajada—. Esto debe ser un secreto. A ella le gustan los secretos.
—¿Lo estas haciendo apropósito?—inquirí sintiendo unas ganas tremendas de castrarlo. Lastima que por el teléfono no podía hacerlo—¡Hijo de tu madre! ¡Te odio!
—¿Ya puedo colgar?
—¡No, porque aun tengo que decirte algunas cosas!— yo entré casi que corriendo a mi habitación—. Sé lo que estás haciendo, y te prometo que no te vas a salir con la tuya. Y sé que quieres lastimarme, pero no lo harás. No creí que fueras capaz de hacer cosas así. Perfecto, tú quieres darme una cucharada de mi propio chocolate, pero yo no me pienso quedar quieta sin hacer nada. No estoy dispuesta a sentarme a dejar que me hagas pedazos
—Sí, sí... lo que tú digas—él empezó soltó una carcajada triunfal, logrando que lo poco que quedaba de mi autocontrol se esfumara. Oficialmente mi cerebro había muerto.
Como alma que lleva el diablo entré a mi habitación y empecé a sacar ropa de mi armario, lanzandola a la cama.
—Veamos si te vas a seguir riendo luego de esta noche.
—¿Porque dices eso?—él volvió hablar serio
—Porque iré en busca de mi propia Ana—yo le dije con malicia—. Iré a buscar a un chico que me quite esta soledad que traigo encima. Y esta vez, si será real. Tú me insistías tanto en que yo era una zorra que iba a ser capaz de enrollarse con un chico que no conoce, pues de tanto que lo repetías creo que al fin me convertiste en una. Me despido Andrés, y te dejo tranquilo con tu amada Ana.
—¿Que?
—Ay querido... que lento me saliste. Voy a buscar a mi amado Christopher Vélez. Me dijo que en dos semanas estaría de vuelta, y según yo... ya debe estar cerca.
—Oye Cielo...
—Luego de mi encuentro con él, quizás pueda invitarlo a Quito para que junto a Ana salgamos a bailar. ¿Que te parece?
—Cielo...
—Jódete imbécil—grité colgando el teléfono.
Y bien, creo que ya se dieron cuenta de lo que venia después. Al fin se iban a encontrar cara a cara los protagonistas de este final feliz.
Creo que al fin llegó el momento del plato fuerte en la novela.
Llegó el momento de que entre a escena "mi chico morfina".
(...)
Siendo las 8 de la mañana, yo me encontraba a unas cuatro horas lejos de mi casa en Quito. Apenas le había colgado al idiota de mi novio, salí con unas cuantas prendas de ropa y mi computador en una enorme maleta.
Mi nuevo destino al que conducía era nada más y nada menos que la ciudad de Loja. Ya llevaba mas de cuatro horas de viaje, y aun estaba por la ciudad de Riobamba. Aun tenía un largo camino.
—Al parecer Chris ya está en Ecuador—me aseguraba Mary, mientras yo me sentaba en un banco afuera de la tienda de una gasolinera—. Una amiga mía me contó que ya estaba en Ecuador, aunque la verdad no sé si está aun en Quito o en Loja. Tú sabes que tiene que pasar primero por Quito para luego ir a...
—Sí, lo sé. Pero no importa donde esté ahora, de seguro hoy o mañana, él ya estará en su casa. Mientras tanto yo seguiré viajando para darle el encuentro allá. Por favor, trata de investigar a alguna de tus amigas sobre como podría hacer para poder encontrarmelo. Pregúntales que lugares suele frecuentar—suspiré, mientras bebía una botella de Gatorade.
Necesitaba energizante para mantenerme despierta mientras manejaba en la carretera. Yo no había pegado un ojo por dos días.
—No puedo creer que en verdad estés yendo a devolverle su celular—Mary gritaba emocionada—. Debiste llevarme contigo.
—En primer lugar fue un viaje que no planeé. Y en segunda no fue por Chris precisamente, más bien lo estoy haciendo porque quiero respirar nuevos aires. Allá en Loja, en la antigua casa de mi mamá y mis abuelos, quizás pueda volver a ser yo.
Muchos creyeron al inicio de la historia que yo era una capitalina, pero no es así.
Yo había nacido en la ciudad de Loja en el año de 1995, y toda mi descendencia era de allá. Mis abuelos tenían ahí su casa, y mi madre y yo vivimos con ellos hasta que cumplí 9 años. Luego mi mamá salió en busca de sus sueños en la grande ciudad de Quito. Fue así como ella logró hacer llegar sus trabajos a una de las mas grandes editoriales en Ecuador. Solo bastó con un poco de tiempo para que mi mamá triunfara.
—Debiste contarme—ella me decía apenada—. Yo hubiera estado contigo en esos momentos difíciles. Tú sabes que siempre te apoyaré.
—Descuida
Yo era una persona muy cerrada, que rara vez contaba sus problemas personales. Solo si se trataba de alguna persona que me inspire confianza lo hacia, caso contrario todo me lo guardaba. Lastimosamente en el mundo solo habían dos personas en las que podía confiar plenamente como para contarles mis mas desastrosos problemas, y esos eran Fer y... Andrés.
En fin.
Permanecí desayunando bebida energizante y comida chatarra en la gasolinera por un buen tiempo, mientras Mary me contaba todo lo que averiguó sobre Christopher en Loja. Ella era una de las más grandes stalkers de famosos, pues hasta la dirección de la casa, el numero convencional, y el color y matrícula del carro me había conseguido.
Por supuesto yo quería encontrar a Chris para tomarme una foto, luego iría a mis redes a plantarle en la cara a mi ex novio que estuve cerca de los labios que me enloquecieron. Así él sentiría lo que yo sentí al haberme terminado, y al estarse juntando con la tipa que más odiaba.
Diablos, desde cuando me volví tan inmadura.
Luego no pretendía nada más, aunque eso le haya dicho a Andrés. Yo solo aprovecharía que estaba fuera de la ciudad para despejar mi mente como en los viejos tiempos. Iría a disfrutar del bello espectáculo de la naturaleza.
Estaba pensando en ir acampar al menos una semana en una reserva ecológica. Esa sería mi pacífica manera de olvidar, mientras mi ex se volvía loco creyendo que yo fui con la intención de mostrarle mi lencería a Christopher Vélez.
—Bueno,linda. Me despido—le dije a Mary, la cual estaba emocionada rogándome por que le pida una foto de "quieres casarte conmigo" a Chris.
—Okey, disfruta mucho de Chris—ella soltó un risa de boba—. Y recuerda no volver a besarlo que quizás ahora si lo descubra tu novio.
Si supiera que ya lo descubrió todo. Ella no sabía nada de la ruptura de mi relación por un simple beso.
—Sí, ni lo tocaré—dije con una sonrisa fingida.
Luego de colgar, yo me volví a subir a mi motoneta.
(...)
El viaje a Loja me resulto por completo cansado, y más aun sin haber dormido por dos días, fue por ello que tuve que parar en un valle en el camino para dormir un rato. Por primera vez luego de tantos días de insomnio, al fin me cobraba factura el cansancio. De hecho mis ganas de dormir eran tantas, que hasta me salí de mi carril por tres ocasiones.
—Okey—suspiré mientras me recostaba sobre el espeso césped, poniendo como almohada mi chaqueta. Eran las 3 de la tarde y ya estaba a más de medio camino a Loja—. Ojalá que me contestes los mensajes solo por hoy.
En medio de mi adormecimiento, yo me puse a escribirle a Chris.
Hola Chris
Yo tengo tu teléfono perdido
Pero no te preocupes ya te lo voy a dejar a tu casa
Espero no te enojes
Luego de eso, solo cerré el chat rogando porque lo vea, pues de esa manera tendría más esperanzas de que salga a encontrarme cuando lo vaya a ver a su casa. Si no se enojaba, él podría salir a recibirme con un abrazo como agradecimiento a que le devolví su celular.
Bueno...
Siendo casi las seis de la tarde , finalmente llegué a Loja.
Realmente era tan emocionante manejar por las calles por donde estuve durante toda mi infancia. Loja era un ciudad en extremo hermosa, que en lo personal amaba por guardar tantas historias con respecto a la familia que alguna vez tuve.
A Loja le decían "la cuna de artistas", y yo era testigo de ello, pues mi madre fue un orgullo lojano. Solo rogaba por alguna vez, también poder hacerle honor aquel sobrenombre.
Al entrar a un nuevo ambiente, en aquella ciudad tan bella, me sentí liberada por completo. Tenía la sensación de estar empezando de nuevo, con miles de oportunidades por tomar.
—A donde se han ido tus ganas de... ser una persona imprescindible—yo cantaba en voz baja, Tarjetitas, una de las canciones de uno de mis grupos ecuatorianos favoritos. Ni siquiera me importaba que me oyera la gente que manejaba a mi lado—. Donde has escondido tus deseos . Tus anhelos de días mejores . Es que te han comprado con animalitos. Con palabras vacías . Con tarjetitas de amor
Siempre que viajaba por mi país, amaba oir canciones de mis cantantes favoritos ecuatorianos.
Luego de unos cuantos minutos de viaje, finalmente había llegado al lugar que estuve buscando como loca. Me perdí como cinco veces, pero al fin llegué a "La Puerta De La Ciudad". Ese era el lugar favorito de mi abuelita, por eso cuando yo era pequeña, solíamos ir casi todas las tardes a tomar un café en ese sitio.
Decían que ese lugar era la mejor bienvenida que se podía dar a los visitantes. Y no lo dudaba puesta la decoración navideña en la infraestructura de aquel castillo medieval, sin contar el río que pasaba por debajo, era algo hermoso. Además por allí se tenía acceso a la magnifica arquitectura histórica del centro de la ciudad, y era justamente a donde quería ir, pues mis abuelitos tenían su casa por ese lugar.
Como no resistí las ganas de presumir una foto en aquel castillo, estacioné mi moto cruzando la calle, y sin más me tomé una selfie. En seguida la publiqué en mi prefil, etiquetando a Christopher.
Eso haría arder al pendejo de mi ex novio que no me creía.
Luego de tomar varias fotos con mi "señor sonrisas", aprovechando que el castillo estaba bañado con la impresionante luz del atardecer, yo subí a mi moto y emprendí el camino hacia la casa de mis abuelitos.
Atravesé el centro por varios minutos, recorriendo en manera rápida las iglesias históricas que se ubicaban a mi paso. La Iglesia de Santo Domingo y El Monasterio de las Conceptas, fue lo que pude hallar, así que no desaproveché en ir a tomar algunas fotos con mi cámara.
Como sea...
Ya cuando finalmente llegué a la transversal donde recordaba que quedaba la casa de mis abuelitos, ingresé mi moto hacia la calle sobre la cual se ubicada, y allí la encontré. Esa casa permanecía tal cual la vi por ultima vez.
Justo frente a mi estaba mi pasado. Mi casa de la infancia.
Como no quería perder más tiempo, me bajé de la moto, y me dispuse a buscar las llaves de la casa. Luego que hallé la llave que abriría el garage, metí mi moto de inmediato. Seguido a ello por fin fui abrír la puerta principal de la casa, encontrándome cara a cara con mi niñez. El interior de la casa guardaba mi vida pasada.
Juro que en el momento que entré a mi casa, pude sentir como si mi abuela me hubiera acariciado, sumado al exquisito aroma a cecina y tamales lojanos, y solo quizás también se me hizo escuchar la risa de mi abuelo en medio de la tonada de una guitarra. Aun se podía escuchar su voz dulce, mientras me enseñaba a tocarla.
—¿Hice bien al venir?—me dije mientras empezaba a caminar por el corredor que me llevaba a la sala.
El silencio sepulcral de la enorme casa me hizo recordar con mayor fuerza que estaba sola. Además el ver las cosas que eran de mis abuelos y de mi mamá en sus épocas de juventud, me hacia pensar que aquellos objetos tan solo guardaban recuerdos que jamás volverían. Mi familia jamás estaría conmigo de nuevo.
Nunca había vuelto a Loja desde los 9 años. Yo solo me había quedado en Quito, disfrutando de la ciudad metropolitana, y viviendo feliz con mis nuevos amigos. Nunca se me hizo necesario volver, pues hasta mis abuelos al no tener quehaceres por ya ser jubilados, eran los que nos iban a visitar cada cierto tiempo.
Y pese a la nostalgia maldita que me recorría cada célula, también sentía felicidad porque con esa casa, quizás me sentiría más cerca de ellos, y tal vez no tan sola... eso creía.
Al ser ya casi el anochecer, en vista de no tener nada en la casa que yo pudiera comerme, y luego de acomodar mis cosas en la que fue mi habitación de pequeña, salí a buscar un lugar por el centro. Tuve mucha suerte que durante mi búsqueda hallé una casetita en la calle, donde vendían pinchos.
Tenía una debilidad por comer siempre en la calle.
Durante mi salida por comida aproveché por hacer dos cosas: la primera, pude ir a seguir tomando fotos con mi cámara, los lugares más representativos de Loja; y en segunda, pude salir hacer un recorrido de simulacro cerca de la casa de Chris. Debía estar preparada en caso de que Mary me dijera que salga disparada hasta esa casa.
Una parte de mi me había dicho que podría ser que Chris ya estaría en su casa, o al menos yendo a llegar, por eso yo elegí ir hasta allá para vigilar un rato. Al llegar obviamente no me estacioné en frente de su casa, mas bien me estacioné a casi un cuadra. Desde allí se podía mirar si alguien entraba o salía.
Me quedé como por dos horas allí sentada en la vereda, comiendo una funda bizcochos y una botella de coca cola, pero nada ocurría en la casa de Chris. Estuve plantada en el frío de la noche, por lo que me pareció una eternidad.
—A lo mejor aun no estará—susurré subiéndome a mi motoneta, para ya irme. El cansancio del viaje estaba llegando a mi—. O quizás ya está durmiendo, porque está tan cansado como yo del viaje.
Al menos ese viaje a su casa, me sirvió para orientarme, y conocer rutas por las cuales podría llegar.
Con pesadez me subí en mi motoneta, teniendo la esperanza de verlo al día siguiente. Mary me había contado que ella tenía una amiga de Loja, que se arriesgaría a golpear a la puerta de su casa, y si ella tenia éxito con respecto a hacerlo salir, yo también intentaría después. Y en el caso de que no lo tenga, me tocaría regresar día tras día hasta que el besuqueador salga de una vez por todas... algún día debería salir. Y ciertamente prefería pasar sentada en una vereda con la ilusión de ver a mi platónico, antes que llorando en mi cama, recordando al imbécil de mi novio.
Así de triste y ridícula era mi vida.
Llegando a mi casa, me quité mis botines que me estaban apretando, y me puse andar por el frío piso. Siempre era grata la sensación de mis pies bajando la temperatura por la baldosa.
Mientras comía, pude recibir una llamada, y fue otro idiota en mi vida... Fer.
—¿Qué quieres?—dije con aburrimiento, mientras comía media dormida una cuchara de arroz
—¡¿Qué diablos pasa contigo?!—el exclamó con molestia—. Mierda, Cielo. Como es eso de que te largaste a Loja. Acabo de ver una publicación en Instragram.
—Sí, ¿y?—dije malhumorada
—¿Fuiste a buscar a ese meco de Cnco?- me preguntó con cierta cautela
—Que te importa—solté con aburrimiento
—Cielo, cariño... ¿que crees que haces?—él hablaba en voz baja
—Andrés me terminó hace dos días— le conté, en medio de sollozos—. Y ayer al parecer, se fue a besuquear con la zorrita más lanzada de su trabajo. Él quiere herirme yo lo sé, y no me voy a dejar. Así como a mi me dolió que se refugiara en la tipa que más odio, yo también planeo hacer lo mismo que me hizo.
—¡Por una mierda!—Fer dijo enojado—. Ustedes parecen mocositos. Ya son adultos, y como adultos deberían arreglar las cosas. Lo que tienen que hacer es hablar...
—Yo lo intenté, pero él no me da acceso. Yo en verdad me empeñé por emendar mi error y arreglar las cosas, pero él ante un pequeño problema solo huyó de mi. Y en lugar de intentar arreglar todo mas bien empeoró. Sigo sin creer que en serio quiera lastimarme a toda costa.
—Como dije antes, son unos mocosos pelándose por un chupete. En este caso el chupete al parecer es ver quien logra lastimar más al otro por quedar a mano.
—No te metas, Fer—solté con aburrimiento—. Y ya mejor cuelgo.
—Cielito... escúchame...
—A demás tú no eres nadie para darme lecciones de amor. Cuando encuentres una chica a la que respetes, ahí vienes y me enseñas como manejar una relación de pareja.
—Que perra que te pusiste—él habló ofendido
—Pues por tu maldito mensaje me convertiste en perra. Creo que nunca dejaré de serlo ante Andrés—solté con la voz temblorosa
—Bueno, insúltame lo que quieras. Lo único que te digo es que no tomes en serio mi sugerencia de ir a ver a Christopher Vélez con el fin de un encontrón. Te lo digo, porque tú con la cabeza caliente haces cualquier pendejada. Yo sé como eres, así que mejor mantente a raya.
—Descuida, solo quiero una foto con él, para que Andrés crea que en verdad fui con otras intenciones. Así tal vez sienta lo que yo.
(...)
Al dia siguiente desperté muy temprano para salir hacer algunas compras para poder salir acampar. En la tarde planeaba ir a dormir en una montaña.
Toda la mañana me la habia pasado yendo a buscar comida, e instrumentos basicos para ir acampar, entre ellos estaban una carpa armable. Esa la había dejado en mi casa en Quito.
Yo solía hablar con mucha gente a las que les gustaba tanto la naturaleza como yo, y ellos me habían contado sobre una montaña en Loja que quedaba como a media hora desde que se salía de la carretera. Decían que si necesitaba tranquilidad, sin ninguna persona cerca, ese era el lugar indicado. Era una montaña cerca a la Central Eólica Villonaco.
Casi al medio dia volví a mi casa con las compras, y las dejé tiradas en la sala. Luego me puse a revisar mi whattsapp por alguna señal de Mary. Creo que en lo unico que pensé en el dia, era que en cualquier momento Chris se me cruzaria de casualidad. Ya Mary me habia confirmado que ya estaba en su casa.
Estaba tan cerca de mi. A solo minutos, para ser específicos.
—¡Quiero volver, volverte a ver!— solté un cantó, pensando en Chris. Me emocionaba el hecho de volverlo a ver—. Quiero volverte a besar... es decir.... Ash. No eso no—yo me regañé a mi misma, mientras ponía en una olla de agua hirvierdo, plátano verde picado para prepararme un poco de tigrillo.
Glosario----Tigrillo: Ñaaa pa que les explico, si hasta Chris lo explicó en su video del especial de navidad. Solo diré que es plátano verde aplastado, en síntesis, jajaja. No si... el glosario.
Pasado varios minutos, ya cuando estaba por estilar lo que puse a cocinar, oí el tono de mi celular, y yo contesté sin siquiera ver quien era.
—¿Aló?—contesté arrimándome al meson de la cocina
—¡Cielo! ¡Santo Cielo!—oí la voz de Mary gritar desde le otro lado—¡CIELO!
—¿Qué pasa?—yo dije extrañada, apretando mi celular entre mi hombro y mi oreja, para secar mis manos.
—Es Chris... es... ¿Dónde estás?—ella me preguntó, agitada
—En mi casa, ¿por qué?
—Porque justo ahorita una de mis amigas de Loja está en la casa de Chris, ella lo logró encontrar porque estaba esperando a escondidas afuera. Ahorita me dijo que ella y sus amigas están tomándose fotos con él. Ve ahorita, quizás lo encuentres cerca.
—¿En serio?
—¡Sí, Cielo! ¡En este mismo instante corre a la casa de Chris!
Juro que en cuanto ella me soltó la orden, mi cuerpo entero se puso a temblar de la emoción. Creo que nunca se me iría esa respuesta anticipada a su próxima cercanía.
—¡Según Google maps estoy a diez minutos de la casa de Chris! ¡No creo que llegue!—yo apagué la cocina, y subí corriendo a mi habitación a ponerme otros zapatos. Yo estaba con pantuflas.
—Si, llegas. Le voy a decir a mi amiga que lo entretenga.
Yo me puse mis botines negros, agarré mi chaqueta de cuero que estuvo colgada en mi perchero, y metí en sus bolsillos mis llaves y mis gafas negras. Luego como alma que lleva el diablo salí corriendo a la calle, con mi mochila pequeña en mis hombros. Menos mal no había guardado mi motoneta aún.
—¡Carajo, no voy a llegar!—dije subiéndome a mi motoneta, y poniéndome el casco chopper con maripositas adornandolo.
—¡Si vas a llegar!—me regañó, y yo en cambio puse los audífonos para poder contestarle por medio de ellos. Seguidamente me coloqué mis gafas negras.
Yo manejé a toda velocidad, por las calles del centro. Tuve mucha suerte de no encontrar tráfico, así que al poco tiempo ya estaba por la avenida principal, que me llevaría casi directamente hasta la casa de Chris. Mary me había estado informando de todo lo que pasaba afuera de la casa de él.
Por lo que me di cuenta, la chicas si que estaban aprovechando para sacarle de todo a Chris. Creo que hasta lo estaban entrevistando para un canal de youtube.
—¡Cielo, ya se va!—me comunicó Mary—. Me escribió a Instagram, dice que Chris ya se va.
—¡No!—maldije, mientras me detenía en un semáforo.
Mary se quedó por un rato en silencio, y luego de pegar un grito volvió hablar.
—Cielo, mi amiga me dio una magnifica idea—ella decía hiperventilando—. Dice que Chris salió solo en su carro, y piensa que podría seguirlo desde lejos, para darte su ubicación exacta hasta que les des el encuentro. Ella está en el taxi de su papá.
—¡Eso estaría perfecto!—yo hablé entusiasmada—. ¡Ahora dime donde están! ¿Ya salieron?
Mary volvió a quedarse en silencio, pero luego de varios segundos me contestó.
—¡Si, ya salieron de la casa!—me informó casi que gritandome—. Dice que están siguiéndolo por... la avenida universitaria, en dirección... norte...
—¡Yo estoy yendo por allí pero en dirección sur!—hablé emocionada, mirando hasta la avenida que estaba paralela a la mia. La avenida sur y norte solo estaba separada por un maldito río -. Me los voy a encontrar, pero primero debo pasarme a la otra vía. Creo que más adelante podré girar en U.
Mientras Mary me daba indicaciones de las direcciones donde estaban esas chicas siguiéndolo en taxi, yo me mantuve alerta buscando la manera de pasarme a la vía que iba al norte.
—¿Dónde están? Voy a cruzar a la avenida que va en sentido norte ahorita y hasta ahora no lo he visto pasar por el otro lado. Chris está en el mismo carro de la foto que me mandaste, ¿cierto?
—Sí, es el mismo carro—aseguró de inmediato, mientrás finalmente viraba en U, quedando en la avenida sentido norte.—Ahorita me dice que están por la estación de la plaza de la independencia—gritó Mary, y yo de inmediato me detuve en una esquina a preguntar sobre tal parada.
Al instante me encontré con una chica de colegio que me indicó por donde debía ir. Allí me di cuenta que estaba retrasada, pues según la chica estaba todavía lejos aquella parada de buses.
¡Ni siquiera había notado cuando nos cruzamos! Al parecer había exagerado un poquito en ir a encontrarlos al sur. Ahora ellos se habían ido muy al norte.
—¿Irá muy lejos?—le pregunté a Mary—. Quizás solo esté yendo al restaurante de su papá, ese si se donde queda.
—¡No lo sé!
Atravesé la avenida, rebasando carros como loca. Ya hasta me estaba dando miedo de que algún policía me detuviera por exceso de velocidad.
Mientras manejaba, yo iba buscando entre los carros cercanos, las características de la foto que me envió mi amiga. Y debo decir que fue difícil pues en el camino hallé demasiados carros parecidos. Incluso por andar espiando por la ventana, me gané que un viejo verde me pidiera mi número.
Creo que fue mala idea subirme en motoneta, con mi vestido de verano.
—¿Mary, mujer, dime donde andan?—yo espiaba y maneja a la misma vez. Esto se estaba convirtiendo en un reto para mi.
—Tú solo sigue por el río, que ellos siguen por ahí.
—Okey los seguiré buscando—suspiré desesperada—, pero es muy difícil. Son tres carriles de carros, y siempre encuentro carros parecidos. Yo creo que mejor olvido todo...
—No molestes, y concéntrate en buscarlos. Mi amiga dice que según la ubicación que me diste de ti, ya estas cerca.
La adrenalina de seguir a Chris me empezó a gustar en extremo. Simplemente todo en mi se alborotaba y eso se sentía bien.
Ay joder, desde siempre Chris me tenía haciendo estupideces. Así seria por toda mi vida.
Seguí en moto por muchas más calles, hasta se me hizo que pronto llegaría a la puerta de la ciudad.
—¡Mierda amiga, no creo que los encuentre!—maldije, mientras avanzaba a toda velocidad—. Ya me está dando miedo de que me atrape algún policía para multarme. Estoy manejando demasiado rápido.
—Ya cállate, idiota—ella soltó malhumorada—. Dicen que ya falta poco para llegar al parque Simón Bolívar, así que tú sigue yendo por la Universitaria.
—Ese parque si lo recuerdo, por allí fui temprano a buscar mi carpa
Sin pensarlo más, yo volví acelerar, pues los podría perder. Así que como antes, continué buscando con la mirada en forma desesperada.
—¡¿Donde están?! ¡Habla!
—Colegio Manuel de Reguel, ya están por llegar. Dice que queda a unas cuadras antes de...
—La puerta de la ciudad—completé, metiéndome entre el primer y segundo carril. Luego sin pensarlo más aceleré. Debía aprovechar el semáforo que nos detuvo para buscar entre los carros.
Mierda, porqué Chris debía tener un carro tan común. Hasta perdí la cuenta de cuantos carros iguales vi.
—Celi, ya se dio cuenta—me informó sorprendida—. Ya las vio en el taxi. Para mi que se va a ir para otro lado para despistarlas. Es que cuando pararon por el parque, se quedaron juntos el taxi y su carro, y él las vio.
—¡No jodas!—maldije, deteniéndome ante el semáforo.
—Sí, y por eso mejor, mis amigas se fueron por otra calle. Lo siento Cieli, dicen que les da penita que Chris las vea—me contó Mary, y yo maldije por lo bajo.
Tanta persecución no había valido la pena.
—En serio ruégales que lo vuelvan a seguir
—No, ya no quiere hacerlo.
—¡Ay sabía que no debía hacer esta porquería!—solté en voz alta, apretando el manubrio de mi moto—. ¿Sabes que? ¡Mejor me olvido de él! Yo me largo acampar
—Cielo, está por allí, quizás lo encuentres. Solo sigue la avenida universitaria.
—Ya no—dije mirando atentamente al semáforo que se ponía en rojo—. Ya ahorita se me hace imposible lograrlo. Mejor que se vaya a la conchinchina.
Yo continué avanzando entre los carriles, sin hacer el intento de seguir buscándolo. No tenía esperanzas, sobre todo porque ya no había ninguna referencia de ubicación.
—¡Cielo no desaproveches que esto! Si lo vas a buscar a su casa, él no saldrá, nunca lo hace—me recordó.
—¡Pero..!
—¡Cielo, solo ponte a buscar el maldito carro!
—Ya no. ¡Mary, no tienes idea de lo difícil que es esto!—yo me detuve junto a los primeros autos que se detuvieron por el semáforo.
—Mujer, debe estar por ahí.
—¡No lo creo! ¡Hasta ahora, no he visto...!
Yo quise seguir protestando, pero de pronto escuché un silbido a mi costado. Era el típico "fiuuu fiuu" de los chicos que quieren llamar la atención de una chica.
—¿Te llevo?—escuché una voz masculina muy familiar
Atónita por aquel tono, regresé mi vista hacia el auto de alado, encontrándome así con un Christopher Vélez puesto una gorra gris y gafas negras, con su codo arrimado a la ventana abierta, y tocando su barbilla con la mano. Su otra mano en el otro extremo, la tenía agarrando fuertemente el volante
¡Se veía malditamente sexy!
Para colmo él me recorría con una sonrisa de lado, llevando su vista desde mis piernas y subiendola hasta mi rostro.
¡Maldito vestido corto!
—¡No friegues!—murmuré, mirándolo con la boca abierta.
Chris fijó su rostro en mi por un rato. Noté como su rostro se fruncía ligeramente, y lo notaba porque estaba literalmente frente a mi. Si estiraba el brazo yo podría tocar el suyo.
—¿Chris?—yo me hice la tonta, empezando a sonreír ridículamente
Él abrió y cerró la boca por un rato, y después de seguir mirando mi cara, finalmente noté un rostro estupefacto en él.
—¿Cielo oscuro?—él susurró, y al instante pitos ensordecedores nos empezaron a caer desde los autos de atrás. El semáforo ya debió haber cambiado.
Reaccionando al instante, yo puse andar mi motoneta, dejando a Chris atrás.
—¡No puede ser!—susurré, riendo alegremente.
Él aun recordaba mi usuario de Instagram. Y eso querría decir que aun se acordaba de la chica que le comió la boca
Al fin empieza esta historia queridos y curioso lectores. A partir de aquí aquel chico empezaría a robarme el alma con una lentitud y sigilo, que hasta el momento me sorprende.
¿Como podía ser tan experto en ese aspecto?
CHAN CHAN CHAN!!!!!
Al fin de volvieron a encontrar!!! Estoy que me grito por todos lados porque ya se viene lo bueno!!!!
Jajaja, publiqué en seguida porque ya quería que suceda el encuentro. Ya mucho las hice esperar.
XD, no puedo creer que ya vaya a empezar la revolución. Prometo que amarán esta historia jejeje. Yo ya la amo!!!
Por cierto, quieren que les ponga soundtrack?? jajaja es que cada escena yo la escribo escuchando una canción. Literal es como si en mi cabeza se proyectara una película con todo y canción jajaja.
Ahora si me despido hasta la siguiente parte. Bye, chicas.
Pd: ya me pongo a editar la nove de los Abichuelos, tranquis :)
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