42. Eres mi hogar


Sigo viva jajaja, aún puedo seguir molestando en wattpad :) 


Capitulo dedicado a: @lesliealexa_17 (Gracias bella por siempre estár pendiente de mis novelas, y por siempre hacerme carcajear con tus comentarios jiji. Es lindo poder leerte siempre. Espero te guste el capitulo )









Siempre huí de las personas que me empezaban hacer sentir cosas fuertes. Me decía internamente que nunca era bueno encariñarse tanto de alguien, porque esa misma persona podría abandonarte. Muchísimas personas en mi vida solo eran pasajeras.

Ahora, esa barrera que tenía por encariñarme se había caído con Chris. Al saber que de alguna manera él estaba destinado a quedarse conmigo por siempre debido al hechizo, hizo que no pusiera "peros" a la hora de entregarme por completo a él.

Por primera vez solté todos mis sentimientos y no me esforcé por ocultarlos, así como siempre hacia. Esta vez no me los guardaba hasta que desaparezcan. En esta ocasión solo derrochaba mi corazón con acciones, sin miedo a que fuera ingrato con lo que le daba. 

Tal vez en un futuro me arrepentiría de haberle dado tanto, sin desconfianza alguna.

En fin...

Yo estaba atareada sacando el pollo del horno, cuando oí que el timbre sonó. Yo dejé el pollo abandonado en la mesa de la cocina, y fui corriendo abrir a mi recién llegado.

—Pareces la vieja chancluda—Chris me dijo en cuanto abrí la puerta.

Admitía que él tenía razón, pues estaba aún con unos cuantos rulos en mi cabeza, y un delantal de cocina. Y la verdad, no me sentía para nada incomoda con Chris viéndome así. Con él estaba empezando a tener demasiada confianza.

—Entonces tú eres mi profesor Jirafales—divertida lo jalé de su camiseta y lo acerqué a mis labios—. Ahora mejor entra pronto que se enfría el almuerzo.

—Gracias, Linda. Por cierto... traje el postre—un Christopher sonriente, me extendió una caja de unos treinta centímetros en sus dimensiones. Tenía un bonito moño, envolviéndolo.

Mientras cerraba la puerta detrás de nosotros, acerqué mi nariz a la caja he intenté percibir el olor. Había algo raro en la caja, sobre todo porque el peso se iba cambiando de lugar en la caja. Era algo muy inestable.

—¿Qué trajiste?—yo empecé agitar la caja, causando que a Chris estuviera por darle un paro.

—¡No la muevas así!—él me arrebató la caja, y la abrazó como si fuera un bebé.

—¿Por qué?—yo lo miré dudosa.

—Solo ábrelo y lo sabrás—me extendió nuevamente la caja, y obedeciendo a sus pedidos zafé el moño y acto seguido alcé la tapa.

Nunca vi venir lo que tenía dentro. 

—¡Oh por dios!—yo abrí los ojos como platos al encontrarme a cierto peludo habitante—. ¡MI AMOR CHIQUITO!

Sin esperar a más, saqué al cachorrito manchado que me movía la diminuta colita. El perrito al ver que lo acercaba a mi cara, empezó a dar lametones con su aliento singular de bebé.

—¿Te gusta?—me preguntó Chris, notándose nervioso.

—¡LO AMO!—solté haciéndole muecas al perrito,  el cual seguía moviéndome alegre la colita.

Yo tenía una debilidad por los animales, eso era seguro. Y al parecer Chris supo escucharme bien cuando le contaba sobre ello.

—Menos mal, porque en serio estaba temiendo que no lo quisieras—lo escuché decir, pero no le hice mucho caso. Yo estaba hipnotizada en los besos del cachorrito.

—Claro que lo quiero—yo di un salto de emoción, mientras restregaba mi nariz con la del perrito.

—¿Entonces, aceptas ser la mamá de mi hijo?—él me preguntó, y yo lo regresé a ver confundida.

—¿Qué?

—Ese peluche que tienes en tus manos es mi hijo, porque yo lo adopté, así que... ¿aceptas cuidarlo conmigo y ser su mamá?—me dijo, mientras sacaba algo del bolsillo interno de su chaqueta. Al rato lo vi extenderme una caja abierta al estilo "cásate conmigo"—. ¿Aceptarías tener un perrito conmigo?

Solté un grito de emoción y luego de darle un beso en los labios, saqué de la caja un collar de cuero con huellitas y huesitos.

—¡Claro que sí!—yo me fui con el perrito a la sala para colocarle el collar en el cuello.

Siempre había soñado con tener un perrito desde hace mucho tiempo, pero no pude hacerlo debido a que... Andrés era alérgico a ellos. Digamos que el ultimo perro que tuve fue a los 9 años, y murió unos meses antes de que empezara a relacionarme con Andy. Después ya no hice ningún esfuerzo de conseguir otro mejor amigo, debido a mi ex novio.

—Es tan hermoso—yo tomé al perrito de las patitas delanteras y empecé a hacerlo rebotar en mis piernas como si estuviera en un caballito.

—En realidad es perrita—me aclaró Chris, y yo alcé al cachorro para revisar si era cierto.

—Pues sí—yo lo bajé en mis piernas, y acariciando al perrito le pedí disculpas—. Perdón, mi pequeña.

—Ojalá no tengas esa clase de confusiones con Yuli—me soltó Chris, y solté una risita.

—Podría ser capaz—solté en un suspiro—. Ya te he dicho que los niñitos pequeños no se me dan.

—Tranquila, por eso mismo traje a la cachorrita—me confesó Chris—. Quería encontrar una forma de prepararnos para el gran momento. Me refiero a la llegada de Yulieth.

—¿Vamos a entrenar con esta cosita?—dije sorprendida, mientra acariciaba a la cachorrita en mis brazos—. Vaya, ahora que lo dices... no es mala idea.

—Con ella aprenderemos a trabajar en equipo—él soltó una risita nerviosa—. Se supone que ambos tendremos que mantener feliz a esta cachorrita así yo esté lejos. En unos días ya me voy de aquí, y... en realidad será un reto cuidar de la perrita desde lejos.

—Dios santo, solo espero poder mantener con bien a un perrito. Porque si de alguna manera fracasáramos con ella, no me quiero ni imaginar lo que pasaría con Yuli—hablé pensativa.

Chris me miró detenidamente, y luego se arrimó cómodamente al sillón. Él me jaló suavemente del brazo incitándome a acurrucarme con él.

—Lo vamos hacer bien—él pasó un brazo por atrás de mi cuello, y me dio un beso en la frente—. Juntos haremos que Yuli sea feliz, así como lo dice en el libro de tu madre.

La cachorrita empezó a caminar alegre entre las piernas de él, y las mías. 

—¿Cómo la llamaremos?—pregunté a Chris.

—No lo sé. Tú eres la que pone nombres a todo, así que dime.

—Yo le pondría de nombre Manchitas—solté con emoción—. Es que mírala, todo su pelaje es un mescolanza de colores.

—Pues yo le pondría Solovina—soltó bromista, y yo reí.

—¿Solovina?

—Es que siempre he querido un perrito que se llame Solovino, así como en la novela que vi—él se dejaba lamer el dedo por el cachorrito.

—En todo caso pongámosle pulgoso... o mejor dicho, pulgosa como en Marimar—le seguí la corriente.

—Na, prefiero Solovina.

—Mejor seamos más creativos y... nombremosla... Luna. 

—¿Y que tiene de creativo?

—Formaremos una familia galáctica. Yo soy el cielo, tú la pequeña estrellita y ella la luna. Además la mayoría de su pelaje es de un blanco muy brilloso, por lo cual lo merece más. Es una luna pequeñita y hermosa. 

—Pero yo quiero Solovina, porque Solovina es un nombre nada...—iba a decir Chris, pero de pronto se calló. Acto seguido alzó a la perrita, y la puso en el piso en medio de un grito.

Confundida miré a la perrita en el piso, y la vi haciendo pipi. Por otra parte Chris gimoteaba fastidiado por su pantalón mojado en su entrepierna.

—¡Luna Solovina Vélez Rojas!—él dijo boquiabierto apuntando a la perrita con el dedo. La perrita le ladró una y otra vez juguetonamente—. ¡Niña, estás castigada!

Yo alcé a la perrita y la puse frente a su cara. La muchachita empezó a lamer cada milímetro de la cara de Chris. 

—¿Como puedes ser tan estricto con una bebé así?

Chris la observó por un rato intentando mantenerse serio pero no lo logró. Su cara decía que quería hacerle mimos a la niña peludita.

—¡No puedo con esto!—él me arrebató a la cachorrita y la empezó a lanzar ligeramente al aire, alternandola con acercamientos a su cara donde ella daba lametones sin piedad—. ¡¿Quien es la consentida de papá?! ¡¿Quien?!

Chris estaba perdido en los besos húmedos de la perrita, y yo moría de ternura por ello. 

 —No va ni una hora, y nuestra hijita ya nos tiene en sus manos—sonreí poniéndome en pie, y le quité a la perrita para dejarla caminar tranquilamente por el suelo. 

—Necesito que te quites esa ropa para ponerla a lavar—le decía, mientras lo tomaba de la mano, para llevarlo escaleras arriba.—. Y mientras esperamos a que salga, podríamos tomar un baño. ¿Que te parece? 

Chris no esperó más, y empezó a desvestirse en medio paso. En cosa de nada él ya estaba sin ropa sonriéndome seductoramente, algo que hizo que soltara una carcajada. 

—Vuelvo en un rato—yo le di un intenso beso en los labios—. Pongo a lavar esto y subo. No empieces sin mi.

Fui al patio trasero rumbo al cuarto de lavado, y me encontré con la pequeña cachorrita que vino corriendo a mis pies con su colita alegre.

—Gracias, mi amor— reí con complicidad a la perrita—. Me diste la excusa perfecta para continuar trabajando en Yuli.

En respuesta la perrita, empezó a lamer mis tobillos.

(...)

Durante los días previos a su viaje, nos la pasamos en una eterna luna de miel. Realmente le pusimos mucho empeño a nuestro trabajo de crear a Yuli, y en lo personal no que quejaba. Estaba desquitando con él, todos esos días donde no pudimos hacer nada. Creo que eso se remontaba desde nuestro beso en la iglesia.

Desde ahí estuvimos en abstinencia el uno del otro.

—Definitivamente eres mi adictiva morfina—solté, mientras lo miraba dormir.

Eras aproximadamente las dos de la mañana y Chris estaba descansando en mi cama. Horas antes él había llegado a mi casa con el objetivo de ver películas y series conmigo, pero entre toqueteo y toqueteo accidental terminamos en mi cama.

Me moví entre las sábanas y miré al piso, donde mi nueva mejor amiga descansaba en una cobija que convertí en su cama temporal.

Realmente en este momento me sentía más feliz que nunca. Básicamente estaba metida en un ambiente familiar que no creí que quería. Yo era de las personas que no se sentían preparadas para responsabilizarse de una familia, pero aquí estaba yo... cada día más a gusto con la idea de cuidar a un futuro esposo, y una hija... es este caso una hijita perruna (Por el momento).

Tal vez el hechizo hacia que esa idea me vaya enamorando más con el pasar de los días. Cada día estaba más convencida que él era mi hogar. 

Como no me daba sueño, decidí salir de la cama e ir rumbo al estudio de mi abuelito. Solo me envolví en una de las cobijas, y con el mayor silencio que pude me fui.

—¿Cómo estás viejecito mio?—susurré a la habitación, y caminé hacia el modesto piano de mi abuelito—. Espero que estés bien, donde sea que estés. Te cuento que yo si me encuentro bien. Poco a poco todos mis miedos y confusiones van desapareciendo. Tu futuro nieto, está logrando todo eso.

Al mirar la habitación sorprendentemente ya no tenía ganas de llorar. Antes me hacia a la idea de que estaba sola con tan solo mirar ese lugar. Recordaba que el dueño de ese estudio era un ser que ya no estaba en el mundo, y por ende recordaba a las otras personas que tampoco lo estaban. Luego recordaba que justamente los que se fueron eran mi única compañía, y así un sin fin de ideas deprimentes me agobiaban. 

Hoy todo era distinto.

Esta vez ya no recordaba la idea de soledad, pues automáticamente mi mente me decía que ya tenía a mi compañero eterno que ahuyentarla. Chris sería esa persona que no me dejaría sola, ya que él estaba destinado a ser mi esposo, y padre de mi supuesta hija. 

—Lo lograste, guapa—sonreí pensativa con la imagen de mi madre en mi cabeza—. Lograste hacerme feliz con el libro. Convertiste la pesadilla en un sueño.

Negué divertida al recordar a mi otra yo de hace casi un mes, que se ahogaba en un mar de lágrimas al imaginar cumpliéndose un futuro como el de la profecía.

Me encontraba inspirada en ese momento, así que decidí continuar trabajando en una composición muy especial que mi corazón me ordenó. Desde aquella primera vez que me entregué físicamente a Chris, sentí algo muy fuerte dentro de mi. Después de tanto tiempo había sentido la agradable sensación de sentir un corazón hipnotizado, mezclado con una sensación de libertad y seguridad. 

Con suma concentración, empecé a leer y a tocar a la par las notas que tenía escritas en mi cuaderno de partituras. De a poco había logrado conformar una tonada lenta, que describía lo maravilloso que sentí al haberme dejando llevar por Chris.

Esta canción era gracias a él.

Con los ojos cerrados inicie tocando y cada parte de mi se teletransportaba a aquella primera noche. Los besos, caricias, miradas o palabras de Chris volvían a mi mente y daban calor a mi pecho. Cada agradable ola de calor, se iba convirtiendo en el sonido de una tecla. Cada melodía traía a Chris junto a mi. 

—¿Eres la Cielo normal o la sonámbula?—oí la voz de Chris a mis espaldas, y casi me muero de un paro.

—¡Mierda, asómate despacio!—solté en una risita, sintiéndome pálida.

—¿Qué andas haciendo a estas horas de la madrugada?—me peguntó acercándose a mi, al bajar la vista noté que no traía nada—. ¿Estabas viendo porno ocultamente?—me dijo y solté una carcajada. Sobre todo porque no era necesario ver videos así, cuando enfrente mio tenía algo mucho mejor. 

Tenía un buen paisaje, no me quejo.

—Solo medito—mentí nerviosa, cerrando mi cuaderno de notas, y metiendolo debajo de otros cuadernos que se hallaban cerca.

—Te escuché tocando algo—él se sentó a mi lado en la banca, y yo le compartí de mi cobija.

Los dos quedamos piel con piel.

—No es nada, solo...—yo me quedé callada sin saber que decirle.

—Se nota tanto la manera en que mientes—él pasó una mano por mi pierna, y yo solté una risita de ardilla—. Eres muy sensible al tacto cuando estas nerviosa, por ejemplo ahorita. Dime, Cielo... ¿que andabas haciendo para que te pongas así?

—¿Prometes no burlarte de mi o asustarte?—hablé poniéndome roja, causando que Chris sonría de oreja a oreja.

—Diablos, es la primera vez que te veo así de roja—él me dio un corto beso en los labios—. Es tan tierno, deberías hacerlo más seguido. Es extraño encontrar cosas que en verdad te hagan avergonzar. Me pregunto que será aquello que me estabas ocultando.

—Una canción que te escribí—solté mordiéndome los labios con nervios. Por su parte Chris abrió la boca confundido.

—¿Me... me escribiste una canción?—él seguía en shock—. Eso es tan... wou.

Sonreí con timidez, y bajé mi vista al piano. De reojo noté a Chris seguir boquiabierto.

—¿Qui-quieres oírla?—dije con la boca seca—. Aún no tiene letra, pero... aún así ya es una canción muy especial para mi.

—Sería un honor escucharla—lo escuché decir con la voz ronca, y yo asentí volviendo a colocar mi cuaderno de notas.

Cerré los ojos, y luego de una respiración volví abrirlos para tocar el piano. Afortunadamente mi cabeza olvidó que el causante de la canción estaba escuchándola por primera vez. Así fue como mis dedos fluyeron en base a las notas escritas.

La melodía me invadió por completo, y sonreí al darme cuenta que en poco tiempo mis nervios habían desaparecido. Poco a poco fui comprendiendo que no había porque temer a la fuente de mi inspiración. Entonces, ligeramente regresé mi mirada a él, y al instante toda su expresión me dio la tan conocida paz que solo él sabía darme. Su suave sonrisa lograba siempre esos efectos. 

Mi corazón se funcionó con las notas musicales, y con más razón por lo que la mirada de Chris me hacia sentir. Sus ojos me decían que me estaba amando con cada tecla que tocaba, y el alboroto en mi pecho me dio a entender que yo estaba sintiendo igual.

—¿Te gustó?—pregunté desviando mi vista hacia las teclas del piano. Chris hizo regresar mi mirada por las mismas al tomarme de la barbilla.

—Sería pendejo como para decir lo contrario—él se mordió el labio pensativo—. Sigues sorprendiéndome, Cielo. Cada vez que pienso que ya llegué a mi limite del amor por ti, tú me hacer ver que no es así. Con cada día que pasa, me voy enamorando más.

—¿En serio?—yo curvé mis labios con satisfacción.

—Nunca nadie me había escrito una canción, y esto sin duda me hace ver que soy importante para ti—Chris se las arregló para terminar abrazándome por detrás. Su barbilla quedó en mi hombro—. Con tu composición, sentí que en verdad logré curar el corazón de alguien que perdió la fe en el amor. Y eso es un logro gigantesco para mi, pues nunca creí ser la luz de nadie. Es algo asombroso. 

—No se ni en que momento pasó, pero te adueñaste de mi corazón—yo acariciaba su pierna bajo la cobija—. Siento que en verdad, te amo tanto. En tiempo récord lograste aquello que ha otras personas les costó años. Tú solo llegaste y te abriste paso sin problemas para reinar en mi corazón. A veces hasta siento que toda mi resistencia al amor con otras personas se debía a ti. Como si mi corazón supiera que nadie que no sea tú, puede entrar.

—Tal vez una parte muy en el fondo, sabía que no estábamos con las personas que en verdad estábamos destinadas amar—él hacia círculos en mi estomago, causando que sonriera relajadamente—. Sin saberlo los dos nos estuvimos esperando.

Yo me di la vuelta, para poder sentarme sobre Chris quedando cara a cara. 

—Por primera vez no me asusta amar tanto a una persona—mi mano acariciaba su nuca con delicadeza. Él cerró los ojos ante mi tacto—. Me siento tan segura contigo, y apenas en estos días lo empecé a descubrir. Perdóname por haber tardado tanto.

Chris solo sonrió cálidamente, y en seguida me besó con suavidad.

—Las mejores cosas tardan el llegar—me soltó, y yo di un suspiro.

Me puse de pie sin decir nada, y tomé a Chris de la mano para llevarlo a nuestra habitación. Por el momento solo estaba deseosa de dormir en sus brazos, sintiendo su calor hasta que salga el sol.

Esa era la manera de hacer el amor que más me atraía en esos momentos. 

(...)

Así como alguna vez derribé la muralla de mis sentimientos para aceptar a Andrés, también la derribé con Chris. Y de igual manera así como me hice pedazos al tener que separarme de Andrés, de igual manera lo haría con Chris.

La diferencia radicaba en que Chris no logró derrumbar solo un muro, sino la fortaleza completa. Así que de igual manera, él iba a ser capaz de hacerme no solo pedazos, sino polvo.

Solovina; nombre que Chris eligió y al cual no me pude negar; se puso a chantajearme con que publicaría fotos de nosotros en alguna red de chismes de Cnco, se convirtió en un angelito para mi.

Quien diría que los ángeles podían ser peludos amiguitos, que no necesitaban de palabras para darte amor o paz.

Creo que una de las mejores cosas que obtuve de Chris fue esa cachorrita que se convirtió en mi compañía. En realidad ambas nos hicimos compañía durante la ausencia de su estúpido papa humano.

En un futuro quizás sepan a lo que me refiero.

—¡Solovina venga a comer!—solté un grito, y me dispuse a buscar en la sala a la perrita.

La hallé mordiendo lo que parecía ser mi zapato detrás de uno de los sillones, por lo cual solté una exclamación.

—¡Dios santo, que traviesa eres!—me agaché y la alcé poniéndola frente a mi cara—. Jovencita, más te vale que no vuelvas hacerlo.

Como era obvio Solovina,empezó a lanzar lengüetazos al aire, y en seguida morí de amor. Sin poder evitarlo me dispuse a recibir sus besitos húmedos.

—De castigo, no te llevaré a comprar tus juguetes—la señalé con el dedo, pero ella solo me ignoró y siguió lamiendo toda mi cara—. ¡Ay, a quien engaño! ¡Solo porque eres la cosita más bonita del mundo te perdono!

Llevé a la perrita hasta el patio de mi casa, donde estaba acomodado su plato con croquetas y leche.

Se sentía tan bien no ser la única habitante en la casa.

Mientras Solovina comía, yo entré a la casa a terminar de hacer mi postre especial de 3 leches. Hoy estaba de muy buen humor para hacer algo rico debido a que Chris vendría de visita. Luego saldríamos con sus amigos a bailar un rato. Básicamente estaba en los últimos festejos antes de irse.

Y puede que igual fuera volver en unas dos semanas, pero sería para ir con su familia a Vilcambamba a pasar sus vacaciones en una finca. Casi no le quedaría tiempo para pasar con su nueva novia.

Mientras batía la crema de leche, me puse a pensar en lo que pasó durante la mañana. Yo había ido a visitar a Fat, para darle mis teorías sobre la supuesta clave de los hechizos.

Cuando la insensibilidad sea sinónimo de realidad, la brecha paralela ha de regresar.

—¿Y si trata sobre algún acto cruel como un sacrificio?—le sugerí, y ella soltó una risita.

—¿Te refieres a matar a un animal o peor aún... una persona?—ella negó con diversión—. Mujer, la magia puede ser extraña, pero tampoco es para tanto. Al menos la magia de mi familia no lo es.

—Es que suena lógico. ¿Qué mejor prueba de insensibilidad, que perdiendo la humanidad?—dije pensativa.

—No es esa la respuesta—Fat se levantó y empezó a caminar de un lado a otro con su vista en mi.

—Es que no entiendo como—yo me alboroté el cabello—. Se supone que se rompió la barrera la noche del 31. ¿Pero como? ¿La clave tiene que ver con lo que le pasó a la barrera?

—No lo sé—Fat se limitó a responderme.

—¿Entonces como hacemos para volver a romper la barrera? Es que en verdad necesito que vuelvas a someter a los hechizos, como lo hiciste una vez. Y sí, sé que tal vez el embarazo ya no pueda dar marcha atrás, pero al menos aún no nos sentenciamos a abandonar nuestros sueños.

—Mira, Cielo. Lo único que puedo decirte es que sí, todo se relaciona con la clave. Y una parte de ella se resolvió ese día.

—¿Entonces tú sabes que más o menos significa?—yo la miré extrañada—. Dime que es lo que sabes para ayudarte a resolver por completo la clave. Quizás así podríamos intentar volver a inhabilitar los hechizos.

—No puedo—ella desvió su vista de mi—. Si tú misma no te das cuenta, no funcionará otra vez.

—¿Pero a que carajos te refieres?—me puse de malhumor.

—No te lo diré, y es mi ultima palabra. Y si no te lo digo, es porque quiero ayudarte. Si te lo digo, ya no habrá solución. Todavía tengo la esperanza de poder resolver tu vida y la de Chris, pero al parecer requerirá de tiempo—ella se sentó a mi lado, dándome una sonrisa triste—. Lo siento, Cielo.

De repente el sonido del timbre de mi casa me sacó de mis pensamientos.  

Pensando que era Chris salí corriendo con sonrisa de boba abrir la puerta. Por supuesto me llevé una sorpresa al no encontrar a nadie. 

Extrañada salí por la puerta a revisar si habían moros en la costa, pero la calle estaba desolada. 

—Y bueno...—me dije a mi misma dándome la vuelta para entrar, pero al poner un pie en frente, sentí como este chocó con el ruido de un papel siendo arrastrado. 

Bajé la vista y vi un sobre de carta color blanco en el  piso. Con curiosidad lo tomé entre mis manos, regresé a mi casa mientras veía el sobre sin remitente, y lo abrí. 

—¿Otro anónimo?—solté con nervios, pues al parecer alguien desconocido estaba muy pendiente de mi. 

Sacudí mi cabeza e intentando poner toda mi concentración en la hoja que estaba dentro del sobre, lo leí. 

No todo lo real es falso, ni todo lo falso es real. 

Después miré un número de teléfono con una extensión que desconocía. 

—¿Que mierda?—dije confundida quedándome como estatua con la hoja. 

Ese numero y la repercusión que tuvo en mi profecía fue muy importante. Quizás con el tiempo me daría cuenta que era mi confusa salvación. 









Woli :( 

¿ Aún hay alguien por esta novela? 

Primero que nada, gracias por leer esta novela, aún cuando me demoro siglos en actualizar un simple cap. Me alegra tanto aún tener lectoras fieles que me esperan eternidades y con la misma emoción jijiji. 

Tuve tiempo de poder subir capítulos durante dos semanas de paro que hubo en mi país pero... la verdad no me sentía bien metiéndome en mi burbujita imaginaria de escritora, cuando todo por afuera estaba hecho un caos. No tenía cabeza para estrellados ni abichuelos jejeje

En fin, ahora que tengo un pequeño feriado por día de difuntos en Ecuador, decidí desempolvar los caps que estaban en borradores esperando por ser editados. Aún tengo unos cuantos, y espero poder subirlos durante estos días jiji. 

Y ahora cambiando de tema... 

¿Que les pareció el cap? ¿Les va gustando lo melosos que andan este par?

¿Que creen que sea ese numerito que le dejaron a Cielo?

¿Quien creen que sea la persona de los anonimos?

¿Sabían que ya se va acercando la fase final de la novela?

Bueno, dejándolas con todas estas preguntas me despido. Espero pasen un buen día de brujas, y si son ecuatorianas espero pasen un buen día de difuntos tomando mucha colada morada y guaguas de pan. 

 Las quiero mucho jejeje, bye bye.

PD: Oí las canciones del Ep de los chicos, y saqué como conclusión que las mejores PARA MI fueron De cero y Que va a ser de mi. Esas canciones me llegaron directo al cora jejeje. ¿Cuales son sus favoritas?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top