4. Inicio de mi tragedia
Capítulo dedicado a: @JoliCastroMorales (No saben lo mucho que me llena el corazón leer tu emoción al actualizar esta nove. Gracias por apoyar a este nuevo team, mi Joli bella. Mil gracias por todo, bella)
PD: En este capítulo conocerán un poco más de la personalidad de Cielo.
Hasta el momento aún no me explico porqué fui tan cobarde, al no leer el libro en el mismo instante que llegó a mis manos. Si tan solo hubiera descubierto en ese momento, el contenido de aquel objeto, quizás me hubiera evitado muchos problemas.
—En la noche te echaré un ojo—dije mirando dudosa el libro y la nota. Luego atravesé mi habitación, y al llegar a mi mesita de noche deposité encima los objetos.
Como estaba un tanto retrasada con los detalles de mi maquillaje, fui corriendo al baño y me dispuse a dar uno que otro retoque antes de que llegue Andrés.
Con mucha suerte logré terminar a tiempo, pues unos pocos minutos después, Andrés había tocado el timbre de mi casa. Yo claro, más que feliz bajé a su encuentro.
—¡Mi amor!—grité en cuanto abrí la puerta de golpe.
Andrés estaba allí parado en la puerta, sonriéndome galantemente, y luciendo unos jeans, una camisa celeste, y una chaqueta de casimir azul. Se veía tan guapo que no pude evitar suspirar enamorada. Y eso que no contaba el oso de peluche y la caja de chocolates que traía en sus manos.
—¡Feliz cumpleaños, mi vida!—él se me acercó y me rodeó en un abrazo. Luego, posteriormente a haberme besado, él me entregó mis obsequios.
—Gracias, amor—le sonreí y en seguida lo jalé conmigo adentro de la casa, cerrando la puerta por atrás—. Voy por mi bolso y en seguida bajo.
Subí corriendo a mi habitación, dejé los regalos, y ya cuando me dispuse a bajar por las escaleras para regresar con él, me encontré con su mirada evaluadora.
—¿Cuando dejarás tu adicción por los vestidos tan cortos?—él me miraba con un puchero—. Sabes que no me gusta mucho que te pongas tus vestidos sexys. Hay mucho pervertido por allá afuera que estará mas que encantado por darte unas cuantas miradas. Pero en fin, como siempre tendré que ser el asesina pervertidos de la noche.
Al decir verdad, Andrés no era un novio celoso sobreprotector, pero como era lógico a él le molestaba que otros tipos descarados se la pasen admirándome, pues... digamos que amaba los vestidos cortos. Casi el 80% de mis ropa consistía en vestidos de todo tipo.
Incluso hasta cuando iba en moto, solía usar mis vestidos, y eso creo que llamaba aun más la atención de los hombres.
¿Porqué todos los hombres tenían que ser tan hormonales?
—Te encanta que use vestidos cortos, así que no te hagas—yo lo miré con aburrimiento, mientras lo abrazaba por el cuello—. Creo que eso fue lo primero que te llamó la atención de mi. ¿O acaso no te acuerdas que la noche que nos conocimos, tú fuiste el que descubrió que la costura de mi vestido se estaba abriendo al costado? Supongo que lo notaste porque estabas embobado con mis piernitas de adolescente.
—¡No, como crees!—él se reía escandalizados—. Y aunque no lo creas yo no te estaba morboseando con la mirada. Ni siquiera recuerdo porque lo noté. Pero debes admitir que si no descubría que tu vestido se estaba rompiendo, nunca te hubiera conocido.
Hice memoria sobre el pasado, específicamente en el punto donde Andrés y yo nos conocimos, y recordé que yo había estado en la fiesta de quince años de una de mis mejores amigas. Para esa ocasión yo había ido con un vestido que estaba demasiado mal hecho, porque luego de tanto bailar, una de las costuras del costado de mi pierna se había empezado a descoser, y como en ese momento estaba un tanto (mucho) pasada de copas, no había notado el gran bochorno que estaba por causarme.
Por suerte allí estaba Andrés, sentando y mirando a los adolescentes rebeldes y alborotados bailar, pues él no era un chico al que le llamara mucho la atención ese tipo de cosas. Así fue como él estando lo suficientemente sobrio, miró mi posible accidente de ropa.
Aun recuerdo cuando él se me acercó quitándose la chaqueta de su traje, para después arrebatarme de los brazos del tipo con el que había estado bailando un perreo intenso. Luego cubrió mi parte baja, amarrando su chaqueta en mi cintura.
Ese simple encuentro, donde él me protegió por primera vez, había sido el inicio de la pareja más romántica y popular del colegio. Él siendo el capitán del equipo de fútbol y yo siendo la líder de las bastoneras.
—Que habría sido de mi si no te encontraba ese día—suspiré, dándole un corto beso en los labios—. Tú fuiste mi salvación. Eres algo así como mi angelito que me sacó del lado oscuro en el que me estaba empezando a meter.
En este punto debo confesar que antes de Andrés yo era una chica... un tanto loca. Solía beber a escondidas con mis amigos, salía a discotecas y bares valiendome de mis encantos, para que no me restrinjan la entrada por mi edad, me fugaba de clases de vez en cuando con la excusa de que tenía repaso de las bastoneras, y durante mis últimos días de soltera antes de Andrés, me la había pasado convirtiéndome en una coqueta de primera (creo que eso se debía en parte a mi corazón roto por mi novio anterior). En fin, ni siquiera sé porque me estaba empezando a convertir en una chica así, pero por suerte Andrés llegó a mi vida. Así fue como él terminó evitando que alguna vez sea atrapada en alguna de mis rebeldías, siendo así acusada con mi mamá.
Digamos que para mi madre siempre fui un angelito. Menos mal ella nunca supo de mis andanzas de adolescente.
Andrés, mi querido salvador, me hizo caer en cuenta que yo no tenía porque darle sufrimientos a mi mamá siendo una hija alocada.
—Definitivamente cuando te conocí no eras el Cielo que todos creían—él soltó una risita, y me tomó de la mano—. Ahora vayámonos que la reservación en el restaurante nos espera.
Como él había traído el auto que su papá le prestó, dejé mi motoneta estacionada.
En fin...
Luego de finalmente emprender el viaje, nos tomó más de media hora llegar al hermoso lugar donde cenaríamos. Era justamente un restaurante muy caro, que se hallaba en uno de los lugares más turísticos de la ciudad; El Panecillo.
(...)
Debo decir que la noche que pasé con Andrés, fue realmente mágica. Luego de nuestra cena, nos la habíamos pasado tomándonos fotos con "el señor sonrisas". Yo en lo personal me dispuse a recorrer cada lugar del Panecillo, intentando captar magníficas imágenes del monumento de la virgen y obviamente la espectacular vista que había de toda la ciudad desde allí. Hasta había perdido la cuenta de la cantidad de fotos que había captado con mi cámara.
En fin...
Ya cuando regresamos a mi casa, y en cuanto bajamos del auto, fui sorprendida con algo que no me esperaba. Andrés, había tenido en la cajuela, maletas con toda su ropa.
¡Finalmente mi novio se iba a venir a vivir conmigo!
—¿En serio?—yo lo miré con la boca abierta, señalando las maletas que el iba sacando del auto.
—Cuando tú novia "anti ataduras y compromisos" te pide que vayas a vivir con ella, tú no lo puedes rechazar—él me sonreía entusiasmado—. No podía dejar pasar esta oportunidad, Cielo. Debía aprovechar mientras tú querías meterme más en tu vida.
Andrés tenía razón, eso de haberle propuesto que se venga a vivir conmigo había sido todo un acontecimiento histórico. Yo en lo personal era del tipo de personas que se asustaban cuando las cosas entre pareja iban demasiado rápido. Al menos en cosas tan comprometedoras como vivir juntos, casarse y tener hijos, yo era un poco complicada.
Sinceramente yo era del tipo de personas que creían que ese tipo de compromisos, podrían pasar después de muchos años luz. Primero quería vivir la vida libre y sin ataduras.
Primero quería sacar mi título, conseguirme un buen trabajo, escribir mi primer libro en honor a mi madre, viajar por todo el mundo, y disfrutar de una vida de pareja, sin el peso de un hijo de por medio. Sinceramente no me sentía capaz de criar un hijo aún.
—¿Entonces nos empezaremos a entrenar, para cuando nos casemos?—le dije mientras lo ayudaba con una de sus maletas.
—Exactamente—él cerró la cajuela, luego me tomó la mano, y jaló la otra maleta gigante con su mano libre—. Ahora vas a saber como sería si fuera tu lindo esposo.
—Muero por ver eso—aseguré, mientras ambos entrabamos a la casa.
El resto de la noche fue justamente como yo quería que fuera para mi cumpleaños. Como siempre, llegamos a mirar películas, a seguir comiendo lo que sea que halláramos en la despensa, y para cerrar con broche de oro, haciendo el amor y dejando nuestra alma en el transcurso.
Realmente el tener un novio como Andrés era un paraíso inigualable.
Cualquier chica que tuviera un novio como él, sería alguien que se ganaría la lotería. Él simplemente era perfecto. Lastima que con el tiempo me daría cuenta que la perfección no era lo que yo estaba buscando para mi vida.
Quizás la imperfección era lo que mi corazón anhelaba. Y que mejor imperfección que mi adorado tormento, Christopher Vélez.
—¡Quiero presumir mis fotos!—yo me senté de un brinco en la cama, buscando con la mirada mi lapto. Ella estaba justamente sobre mi escritorio—. De seguro mis amigos quieren conocer el lugar al que fuimos a cenar. Ademas las fotos que nos tomamos en el panecillo me quedaron perfectas. Creo que las voy a subir a mis historias ahorita mismo.
Luego de ponerme mi salida de cama, fui al escritorio, y me senté encendiendo mi computadora. Andrés por su parte se quedó recostado plácidamente, y encendió la televisión.
—¡Ahora que voy a vivir aquí, mejor me contrato televisión por cable!—él decía a mis espaldas. Pude escuchar como los canales iban cambiándose—. Esta televisión nacional es un asco.
—Yo no he puesto televisión por cable, porque no me gusta mucho mirar la tele—le informé, mientras abría mi Instagram desde mi computadora. Desde allí subiría las fotos, pues tendría que primero pasar las fotos de mi cámara al disco duro de mi computadora, y a partir de allí, podría usarla en mis redes—. Mejor mira una película, o... duérmete.
—Lo que menos quiero es dormir ahora—él me dijo, y yo lo regresé a mirar.
—¿Por qué?
—Te lo explicaré luego que termines de subir tus fotos—él me sonrió seductoramente—. Apúrate, amor. Súbelas rápido para que vuelvas conmigo.
—Sí, ya. Ahorita mismo—yo rodé los ojos, y volví mi atención a la pantalla de mi lapto.
Como siempre me era costumbre, luego de subirlas al disco duro, tambien subí todas las fotos a mi nube. Yo era del tipo de personas que siempre guardaban respaldo de todo, y básicamente en mi nube se hallaba toda mi vida, en fotos, música o videos.
Con un poco de tiempo, al fin logré subir dos fotos de Andrés y yo en mi Instagram. Eran fotos donde yo aparecía soplado la vela. En cambio en mis historias subí las fotos que tomé del glorioso paisaje de Quito, durante la noche.
—Ya me dio hambre—se quejaba Andrés desde la cama.
—Como siempre comiendo en las madrugadas—me reí, mientras me ponía de pie—. Y ya me contagiaste esa manía tuya. Creo que voy a bajar a traer unas galletas de chocolate y leche. ¿Quieres?
—Pues, claro. Gracias, mi amor—él seguía con su atención en la televisión—. Ah... y antes que te vayas... ¿me puedes pasar a mi celular alguna de las fotos que tomaste con tu cámara? Es que yo también quisiera subir las fotos de hoy, y las tuyas estaban hermosas.
—Mejor súbelas directo desde mi computadora. Escoge las fotos que quieras y luego abres tu Instagram y la subes—yo le sugerí—. Sinceramente me da pereza pasar las fotos a mi celular, para luego pasártelas a ti.
—Esta bien, amor—él se puso de pie, envolviéndose las sábanas, y caminando hasta mi computadora.
—Búscalas en la carpeta que dice, "Cena de cumpleaños 2017"—le grité mientras bajaba por las escaleras.
Yo bajé hasta la cocina, y saqué leche del refrigerador. Luego la puse en una olla para entibiarla un poco. Y mientras esperaba a que se caliente la leche, me dispuse a lavar unas cuantas manzanas y plátanos para picarlos. Para mi siempre la mejor solución al hambre eran las frutas.
Creo que siempre me la pasaba devorando frutas.
En fin...
Ya cuanto terminé de picarlas, las coloqué en una plato junto a dos tenedores. Posteriormente puse la leche en dos vasos. Todo eso lo puse en una charola, junto a cuatro paquetes de galletas de chispas de chocolate.
Con cuidado subí las escaleras, y al llegar a mi habitación vi a Andres frente a mi computadora.
Aún recuerdo todo lo que pasó ese día, pues muchas de las cosas que pasaron fueron cosas que pasaron con el fin de que el final feliz que escribió mi madre se pudiera cumplir.
¡Ay rayos!
Mejor ustedes mismo sean testigos de la tragedia que se azotó por algo tan simple.
Aquí es cuando mi tormenta empieza.
Quizás muchos de ustedes querido lectores, ya descubrieron donde empieza mi tormento, y a lo mejor notaron que mi error garrafal fue el haberle prestado mi computadora a mi novio.
—¡Ya llegaron las galletitas del bebé!—anuncié mientras ponía el charol sobre la mesita de noche
—Menos mal—Andrés, dijo con su mirada fija en la pantalla.
—Ven rápido a comer que se enfría la leche. Y tú eres de los que odian la leche fría—yo me metí en las sábanas, y posteriormente tomé mi vaso de leche para beberlo.
—Tienes muy buenas fotos—él dijo con la voz apagada.
Ese simple tono que tenía, hizo que de pronto la sangre se helara. Al instante noté que algo no andaba bien.
—Sí, es que hasta el paisaje daba para tomar fotos así—yo lo miré por un rato. Ni siquiera se movía.
—Supongo que por eso también tomaste buenas fotos cuando fuiste a la Basílica— él me soltó la frase que hizo que mi cerebro reaccione a lo que pasaba
La basílica era sinónimo de... Christopher.
—No de hecho no llevé mi cámara ese día— alarmada por el nombramiento de ese lugar, y la extraña actitud de Andrés, me puse de pie y caminé lentamente a él.
Mi mente se puso a buscar algún lugar en mi computadora, donde el abría hallado la evidencia. Pero en ese momento todos mis pensamientos eran una revolución total. En mi disco duro no había subido nada al respecto.
Con miedo miré la pantalla, donde estaba mi Instagram aun abierto. Él miraba hacia allí con demasiada atención.
—Cielo...—él tragó duro, y regresó su mirada a mi—. ¿Me estas ocultando algo?
Juro que esa pregunta hizo que todo se derrumbara de mi, pues su mirada fría me decía que el sabía mi gran secreto, aunque aun no entendía como.
Sin saber que hacer, solo me quedé hecha una piedra, mirándolo con pavor.
—¿A que te refieres?—yo quise acercarme a mi computadora, pero él cerro la tapa de golpe.
—Tú sabes a que me refiero—él se puso de pie, mirándome con dolor en sus ojos—. Lo único que pido es una explicación, y ya.
¿Que tipo de explicación le podría dar sobre mi beso con Chris?
—No te entiendo—yo lo miré con cautela.
Andrés, con absoluta ira contenida, se pasó una mano por la cara. Luego se dio la vuelta y alzó la tapa de mi lapto.
—Te di la oportunidad de que tú seas la que me aclare lo que pasó, pero no la tomaste—él ahora cerró varias ventanas, y se quedó por ultimo en aquella donde aparecía mi nube.
¡Mierda!
Ahora había olvidado que mi nube estaba sincronizada a mi WhatsApp. Es decir que todas las imágenes me llegaban a mi celular, también se subían a mi nube. Asumí en ese momento que también se habían subido todas las fotos y videos que Mary y Estefy me enviaron de ese día. Ahí de seguro estaban fotos comprometedoras con Chris.
—¿Por qué rebuscaste fotos ahí?—yo le reclamé nerviosa.
—Porque, estaba buscando la dichosa carpeta "Cena de cumpleaños 2017"—Andrés me respondió, respirando con dificultad. Cada toque que hacia al cursor, lo hacia con furia.
—Pero eso estaba en el escritorio—yo me acerqué apresurada a mi lapto, pero él la tomó entre sus manos y se la llevó lejos.
—Pues yo creí que esa carpeta estaba en tu nube—él me miró molesto, mientras daba clicks en mi computadora—. Luego me puse a buscar las fotos de hoy, y hallé una carpeta donde estaban muchas fotos de tu día en la iglesia. Y juro que yo solo quería verlas, para recordar lo feliz que estabas ese día cuando al fin conociste a tus amores platónicos. No las miré por querer invadir tu privacidad. Pero resulta que en tu privacidad hay muchos secretos que me dieron a conocer que no te importo.
—Andrés, yo...
—¿Quieres saber lo que vi?
—Lo siento
—Ya debes saber que fue lo que vi—él soltó una risa que me dio miedo—. Pues solo para refrescarte la memoria, te informo que me encontré con dos videos donde mi novia aparece comiéndole la boca a un pendejo que apenas conocía.
—¡Puedo explicarlo!—yo empecé a entrar en desesperación.
—¡¿Y como me lo vas a explicar?!—él me gritó dando pasos peligrosos hasta mi—. Te escucho.
Al instante, yo me quedé como estatua sin saber que hacer o decir. Simplemente no había manera de hacer parecer aquello como un error, pues hasta en el video yo aparecía como la chica que besó a Christopher.
—Yo...yo...—empecé a tartamudear.
—Lo sabía, no tienes como explicarlo—él dio la vuelta a la lapto, dejándome ver el video que se estaba reproduciendo. Era el mismo video donde Chris y yo nos besábamos como si no hubiera un mañana.
—Perdóname—yo solté con la voz en un hilo—. Mi amor, per....
—¡No me digas, mi amor!—él se dirigió al escritorio, y acentó la computadora de golpe—Ya no soy tu amor.
—No sabía lo que hacia, creo... creo que fue por la emoción que tuve por tenerlo cerca—yo quise excusarme, mientras me acercaba a él—. Te juro que solo fue un beso sin importancia. Quizás solo por curiosidad...
—¿Solo por curiosidad?—él soltó con ira, y posteriormente lo vi cerrar mi nube.
En ese momento, él abrió la ventana donde aparecía mi Instagram. Y casi sin verlo venir, abrió mi casilla de mensajes.
—¡Carajo!—solté al verlo abrir el chat con Chris.
Todo mi cuerpo entero se puso a temblar, pues allí habían mensajes que le iban hacer pensar Andrés lo que no era.
—"¿Cuando te pasas por Quito?"—Andrés empezó a leer—. "Si pasas por aquí, estaré muy ansiosa de hacerte cositas ricas. Tengo una buena colección de lencería que te gustará ver. Es que siéndote sincera, el beso que nos dimos, me excitó mucho. Necesito verte"
Andrés, cerró la tapa de golpe, y sin más empezó a caminar por toda la habitación recogiendo toda su ropa.
—¡Yo no escribí eso! ¡Fue Fernando!—aseguré, empezando a llorar—. ¡Te lo juro, mi amor, yo nunca le escribiría eso...!
—Pero si lo besarías como lo hiciste—él se volvía a poner su ropa.
Realmente con el video y ese chat, bien y se podría pensar que yo tenía algún tipo de rolllo casual con Christopher.
—Si lo que estas pensando es que...
—¿Que luego de besarlo, quedaste tan enamorada de él que hasta ya estas buscando las maneras de volver a verlo? Pues sí—Andrés me encaró rabioso—. Y lo peor es que el desgraciado, ni corto ni perezoso no dudó en aceptarte la propuesta que le hiciste—él se puso la camiseta y se acercó a mi apretando los labios—. Al parecer en unas dos semanas van a encontrarse para que le modeles la lencería que tienes.
—¡NO SOY ASÍ, Y TÚ LOS SABES!—yo quise tocarlo pero él no me dejó—. Fue Fer, lo juro.
—A este punto ya no se si creerte—él tenía los ojos cristalinos—. Lo único que sé es que tenía por novia a una chica que me ocultaba cosas.
Andrés me dio una mirada llena de dolor, y luego salió de mi habitación. Yo claro, fui detrás de él.
—Perdóname por haberlo besado, pero lo juro que luego de eso ya no pretendía nada con él—yo seguía hablando—. Y lo del chat... ¡Yo no lo hice!
—Entonces si no le escribiste eso, ¿Por qué no trataste de explicarle que no fuiste tú?— él se dio la vuelta bruscamente.
Ni siquiera sé porque nunca aclaré ese mensaje que sería mi sentencia de muerte. Simplemente lo había dejado allí.
—Porque no le debo explicaciones a él—hablé mientras lo tomaba del brazo—. Además ya no quería hablar con Christopher. Mejor decidí dejarlo todo hasta...
—¡Sí, como no!—él se dio la vuelta y bajó a toda velocidad por las escaleras
—¡Te lo juro, yo no quería ningún tipo de romance con él!—le decía siguiéndolo.
—¡No te creo!—él me miró con las fosas nasales abriéndose y cerrándose exageradamente—. ¡No te creo nada! Antes sabía que te gustaba ese idiota, pero nunca creí que llegarías a este extremo. Aun no puedo creer que tu fanatismo por ese imbécil haya llegado a tanto.
—¡Mi amor, no es lo que parece!—yo lloraba, con el corazón roto.
—¡Cielo, como puedes ser capaz de entregarte en bandeja de plata a un chico al que no le importas!—él empezó a derramar lágrimas—. Como es posible, que tengas tan poca autoestima como para olvidarlo todo, hasta a mi, por cumplir tus fantasías de fan. Y lo peor es que lo arriesgaste todo, hasta nuestro noviazgo por querer tener una pizca de la atención de ese pendejo. ¡Mierda, Cielo, tú planeabas acostarte con él, solo por la curiosidad de fan que te cargas!
—¡No seas estúpido!—le dije ofendida por creerme así— ¡Yo no haría algo así! ¡Esto solo es un mal entendido!
Andrés bajó la mirada al piso con los puños apretados.
—Ya no sé que creer de ti. Estoy muy confundido—él dio un suspiro profundo, y en seguida dirigió su mirada a las maletas que recién había traído. Ellas aun estaban ubicadas a un lado de la puerta principal—. Por ahora prefiero no verte.
Sin más, él abrió la puerta de la casa, y con dificultad tomó las dos maletas enormes con su ropa.
—¡No te vas a ir!—yo agarré una de sus maletas, pero él no se la dejó quitar—. ¡Andrés, no te vas a ir!
—¡Ya basta!—él me arranchó la maleta, y salió caminando a paso rápido por el patio delantero, rumbo a su auto—¡Déjame en paz!
—¡Andrés, solo fue un mal entendido!—yo lo seguía detrás—. Yo te amo, mi amor. Eres mi vida, y yo jamás te cambiaría por una aventura.
—¡No te creo!—él abrió la cajuela, y yo por supuesto atrapé una maleta como intento de evitar que se fuera—. ¡Si me amaras en verdad, jamás abrías pensado en besar a otro chico! ¡Tú me habrías sido fiel en todo momento—dicho eso, él lanzó la maleta que yo no tenía a la cajuela.
—¡Solo fue un beso!—yo forcejeaba con él por la maleta que atrapé—. No fue nada para mi.
—¡¿Es decir que si yo de pronto me agarro a comerle la boca a alguna cantante, modelo o lo que sea que yo admire, tú no te sentirías traicionada?—él me miró con reproche, y de un jalón me quitó la maleta.
Esa pregunta que me soltó me dejo sin respuestas. Obviamente si él me hubiera hecho lo mismo ya le hubiera cortado.
—Como lo sospechaba... tú no me habrías perdonado—él cerró la cajuela, y sin mirarme abrió la puerta de auto y se subió.
Yo empecé a golpear el vidrio desesperada, rogandole que no se vaya, pero no me hizo caso. Él solo prendió el auto, y lo puso andar.
—¡Mi amor!—grité por ultimo, al ver que el auto finalmente ya había pasado a una distancia por completo fuera de mi alcance.
Él solo se había ido, creyéndome un cualquiera.
Obviamente yo no pensaba dejarlo ir así como así, por lo cual entré corriendo a mi casa, subí a mi habitación y me puse algo de ropa encima. Luego como alma que lleva el diablo, salí de la casa y me subí en mi motoneta.
Creo que en ese momento ni siquiera me importó pasarme semáforos, o incluso exponer mi vida ante los autos que por poco me chocan. Mi mente solo estaba en conseguir el perdón del amor de mi vida.
Casi a la hora de viaje, finalmente había llegado a su casa. Pero para mi mala suerte no hallé rastros de su presencia. Ni siquiera el auto que él había estado usando estaba en el parqueadero de la casa de sus padres.
Yo no quería dejarlo ir, así que sin dudarlo me bajé de la moto, y sin más me senté en la puerta de su casa. Allí lo iba a esperar hasta que llegara.
No me importó que me estuviera congelando del frío, ni que posiblemente alguno de sus padres saliera y me encontrara allí en el piso. Solo quería encontrarlo a él, y pedirle que vuelva a creer en mi.
Yo estaba dispuesta hacer lo que sea para que él vuelva a mi. Eso era lo que pensaba.
¿Quién diría que en un futuro, todo aquello que hice por recuperar a mi novio, terminaría uniéndome a cierto personaje de cabello castaño?
En este cap no apareció mucho Chris, pero sin duda influenció mucho en la vida de Cielo. Tal vez desde el próximo capítulo se darán cuenta del papel del Bodo... digo Chris, en esta historia.
Por cierto, muchas gracias por el apoyo que le van dando a la nove. Me emociona mucho ver que cada vez somos más. AHHHHHHHH, en serio que me emociona muchísimo.
Me olvidaba decirle que en esta novela adicionaré glosario jajaja, y soundtracks. Gracias a esta novela quizás aprendan un poquitín más del país de nuestro Chris jejeje. (¿Ya mencioné que amo cuando a Chris se le sale lo ecuatoriano?)
Como sea... nos vemos chicas!!!
Bye, bye.
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