39. ¿Hacemos el amor?
Chris puso cara de no entender, y cuando estuve por besarlo para explicarle mis palabras, algo pasó.
—¡Señores, buenas noches!—oí la voz de un hombre a mi costado, y regresé a ver junto a Chris—. Lamento interrumpir su velada, cofff cofff...—él señor con pijama puso su vista en los pantalones de Chris, donde aún estaba introducida mi mano. Por supuesto, yo la saqué de inmediato—. Les voy a pedir por las buenas que se retiren. Junto a mi familia e hijos necesitamos descansar. Por si no lo sabían mañana es horario laboral, y todos queremos dormir bien, sin ruidos ni gritos de borrachos, para poder cumplir con nuestra actividades cotidianas.
Me moría de la vergüenza eso está claro, sobre todo por la pose en la que nos encontró el señor. No me quería ni imaginar que era lo que estaba pensando.
—Se nos quedó la llave adentro, y no podemos mover el carro—le informé mirándolo apenada.
—¿Bueno, y entonces como están poniendo la música?—me preguntó cruzándose de brazos y mirándonos malhumorado.
—Por bluetooth—respondí mirando nerviosa a mi alrededor por si venían más vecinos. Menos mal el señor en frente mio era el único.
—Bien, entonces si no pueden mover el carro y si tiene la manera de bajar volumen desde aquí, les pido lo hagan. Mi paciencia llegó a su limite, y con mi familia queremos paz para dormir.
—Sí, claro ahora mismo—asentí frenéticamente. Chris por su parte solo seguía sonriendo y tarareando en voz baja la canción que sonaba.
—Bien, la veo bajando el volumen ahora mismo—él señor me miró severo dándome una mirada de advertencia.
—¿A... ahorita?—dije incomoda, pues el celular que controlaba la música aún estaba en los pantalones de Chris.
—Sí, por favor... ahora—me siguió mirando con advertencia.
—Ahora mismo no puedo, pero le juro que en un minuto lo hago—le dije al señor, y él me miró con los ojos entrecerrados—. Por favor.
—Rebaje el volumen ahora, o llamo a la policía—me respondió y yo quise esconderme bajo la tierra. Chris en cambio me sonreía burlón.
—Baja el volumen, bella. Hay que obedecer a los adultos—soltó con simpleza, y quise sacarle los ojos.
Era obvio que este pendejo no iba a sacarse el celular por si mismo. Él quería seguir jugando conmigo.
—Claro que sí, imbécil—solté con rabia, e intentando ignorar la presencia del señor a mi lado, tomé a Chris de los pantalones y los jalé contra mi para que mi mano pudiera ingresar de manera más libre y rapida.
A mi lado oí como el señor exclamó de sorpresa.
Mi mano empezó a explorar dentro de sus pantalones, y como era de esperarse toqué aquello que se supone no debería. Él pegó un respingo al sentir mi mano en esa parte de su anatomía. Su miraba se clavó en mis ojos, mientras él se mordía los labios.
—Listo—sonreí triunfal al sentir el celular, y sin rodeos lo saqué , sosteniéndolo en alto como si fuera mi trofeo.
Di una mirada al señor boquiabierto, y en seguida bajé el volumen con el botón del costado.
—Estos jovencitos de hoy en día—negó mirándonos extrañado, y sin más se fue dejándonos a solas.
Por supuesto yo necesitaba desahogarme por el bochorno, y estaba por declararle la muerte a Chris pero en lugar de eso, su sonrisa contagiosa mirándome hizo que terminara haciendo algo más. Solo terminé soltando una carcajada junto a él.
—Eso... eso si fue adrenalina—él dijo resbalándose por su auto hasta llegar a sentarse en el piso.
—Que mejor sensación de peligro que un padre de familia colérico—solté arrodillándome frente a Chris. No quería perder más tiempo, así que de inmediato tomé el celular de Chris para llamar a su hermano, pero vi que estaba bloqueado—. Oye, ¿podrías poner la clave?
Chris alzó la vista risueño, y después de casi cinco intentos por lograr digitar los números correctos lo logró.
—¡Dile... dile a mi ñañito que lo amo!—él pidió con su brazo al aire.
—Okey, ñiñito. Como tú digas—le di una sonrisa, y me senté a su lado para esperar en la línea. Rogaba internamente para que Jonathan estuviera despierto.
—Dile... dile también que no hicimos cositas con la Mela—él soltó una carcajada, como si hubiera lanzado un buen chiste. Por supuesto mi cara se transformó en la de una asesina.
—¿En verdad planeabas...?
—Claro que sí, mi amor. Al igual que tú, necesitaba de morfina para olvidarte—él asentó su cabeza contra el auto, sonriéndome con ironía—. No quería estar consciente, durante tu noche de conciliación con Andrés—él soltó una carcajada, y yo me quedé boquiabierta—. Tu ibas a pasar toda la noche con él, yo lo sé.
Quise preguntarle como es que supo de mi velada planeada con Andrés, pero Jonathan contestó.
—Christopher, más vale que no sea otra de esas llamadas, donde me pides que te cubra las espaldas por no llegar a dormir.
—Soy Cielo—hablé y de inmediato empecé con las explicaciones.
Durante nuestro rato de charla por teléfono, le conté sobre su hermano borracho que no se podía ni parar, y también acerca de no tener una llave para entrar al auto. Por supuesto Jonathan no dudó en darme soluciones para mi dilema. Se ofreció a salir de inmediato de su casa, con la llave y el control de repuesto rumbo al sitio donde estábamos. Y en lo que respecta a Chris, solo me dijo que no permita que haga alguna tontería mientras llegaba.
Así fue como todo se arregló, y suspiré de alivio.
—¿Ya viene mi hermanito mayor?—me preguntó risueño, con su cabeza aún arrimada al carro.
—Sí, ya viene—yo imité su posición—Tal vez en unos quince minutos esté por aquí.
—¡¡Wiiiiiiiiii, ¿y entonces vamos hacer pijamada?—él me preguntó juguetón.
—Yo estoy muy lista para una pijamada—reí irónicamente, al evaluar mi desastroso look de pijama rosa de algodón, chaqueta jean y zapatos deportivos
—No, claro que no es así—él me miró con seriedad.
—¿Porqué?
—Estas muy vestida para que sea tu pijama. Recuerdo muy bien que por poco y duermes sin nada—él alzó la cejas coquetamente, y acto seguido barrió mi cuerpo con su mirada, acompañándola con una risita de ardilla—. ¡Ay Dios mio, tiempos aquellos donde te vi con pijama de Eva!
¿Pijama de Eva?
En seguida entendí la referencia, por lo cual lo miré escandalizada.
—Mejor ya no digas nada, y duérmete—le ordené dándole una palmadita en la pierna—. Yo te despierto cuando venga tu hermano.
—¡No quiero dormir!—él me dio una mirada malhumorada, acompañada de un hipo—. Ahora... no... ahora no quiero dormir.
—¿Entonces que quieres hacer? ¿Seguir cantando como rockola andante?
—No—él se apegó a mi arrimando su cabeza en mi hombro, y abrazándome por la cintura.
—¿Y entonces?
—Quiero hacer el amor contigo—me soltó en el oído, y de inmediato la piel se erizó.
—¿Así o más directo?—solté una risita, y sin verlo venir él me pasó la legua por el cuello. Por supuesto pegué un salto que le provocó una carcajada escandalosa—. ¡Mierda, Chris! ¡No vuelvas hacer eso nunca más!
—¡No puedo evitarlo! ¡Es que en serio, en serio muero por hacer el amor contigo!—él volvió a arrimar su cabeza en mi hombro, pero esta vez restregando su cabeza en mi cuello cual gato cariñoso. —. Yo... yo te daría una... noche inolvidable.
—Tan confiado tú—me le burlé, arrimando mi cabeza a la de él.
Ambos nos quedamos mirando el paisaje de la ciudad luminosa por abajo. Era un buen mirador ahora que lo notaba. Las luces de la ciudad era una extensa sábana en nuestro paisaje.
Era verdaderamente hermoso.
Chris no se quedó conforme con esa posición, mas bien soltó su agarre de mi y como si fuera el mejor colchón se recostó en el piso con su cabeza en mis piernas. Yo dejé que hiciera lo que quisiera, y más bien empecé a masajear su espalda como intento de lograr que duerma un rato.
—Será una noche inolvidable—lo oí murmurar, mientras se acurrucaba más sobre mis piernas. Por un instante creí que se iba a dormir, pero de la nada empezó a cantar con una voz apenas audible—. Esto que siento, yo no te miento... Será una noche inolvidable.
Y allí fue cuando escuché por primera vez, aquella canción con la que en un futuro obtendría el mejor momento de mi vida. Aquel momento que dolería, pero que a la vez me daría tanta paz.
En fin, volviendo a la historia actual...
—¿Y esa canción?—pregunté a Chris pero al parecer ya se había quedado noqueado. Solo obtuve como respuesta un ronquido.
Vaya quien diría que llegaría a ver a Chris durmiendo en el suelo, sobre mis piernas y para variar borracho.
Aprovechando que estaba a solas como mis pensamientos, me puse a meditar una vez más en mi vida. Ahora que Chris ya no me agobiaba con sus declaraciones mediante canciones, podía concentrarme en lo que se venía con Andrés a la mañana siguiente.
Se supondría que él estaría esperándome para despedirse de mi, y estaba segura de que tomaría ese momento, para persuadirme en tomar una decisión a su favor. Por sus indirectas ( Sus insistentes indirectas con ojitos de cachorro) durante nuestra tarde de cocina, entendía que él aún tenía esperanza conmigo. Sabía que en su corazón guardaba la ilusión de que fuera con él a Quito, por una ultima vez juntos. Una ultima luna de miel en la que nos entregáramos absolutamente todo.
Realmente estuve muy tentada a aceptar su propuesta en varias ocasiones, pues de alguna manera sería una manera muy bella de cerrar un ciclo importante, pero de alguna manera no lo sentía correcto. Tal vez eso causaría más daño que beneficios.
¿Pero y si lo arriesgaba todo por esa última vez?
¿Valdría la pena?
Aún estaba a tiempo de despedirme de Andrés de una manera memorable aunque masoquista. La única regla sería que vuelva un poco antes de que Chris se vaya, para cumplir con nuestros papeles según la profecía.
—¿Sería egoísta aceptar?—yo pasé una mano por la mejilla de Chris, y él curvó por un segundo las comisuras de sus labios.
Sentí una montaña de culpa al imaginar lo que él sentiría, si se enterara de mis "aparentes" planes con Andrés, en caso que me fuera. Además no era justo hacerle algo así, cuando mas o menos me dijo que sentía cosas por mi.
Pero por otro lado... también sentía culpa por lo que Andy podría sentir al rechazar "el acto de piedad" que él me pidió. Para él eso era todo lo que le quedaba conmigo.
¡DIABLOS, TODO ERA TAN CONFUSO!
—¡Ya déjame en paz!—oí de repente voces por detrás del auto, y apenas noté el ruido de neumáticos acercándose. Creo que estuve demasiado metida en mis dilemas.
Asustaba bajé la vista por debajo del carro de Chris y vi tacones moviéndose, mientras un auto se detenía bruscamente en media calle. La música ruidosa de ese auto también nos invadió y entré en pánico pues ya quedamos advertidos sobre ese tema.
—¡DETENTE AHORA MISMO!—oí la voz enojada de un hombre, seguido del ruido de una puerta cerrarse.
Incluso hasta el bello durmiente Chris se despertó, claro que en seguida volvió a cerrar los ojos para seguir roncando.
—¡DÉJAME EN PAZ!—escuché gritar a la chica. Los pies de ambos se detuvieron—. ¡NO ME VUELVAS HABLAR!
Seguí observando lo que pasaba por abajo del auto, y tan solo vi a la chica moverse con su tacones de un lado a otro, y él tipo la seguía
—¡TE JURO QUE NO HICE NADA CON EMILIA!—él chico decía a todo pulmón.
—¡CIERRA LA MALDITA BOCA, Y NO DIGAS MÁS MENTIRAS!
De pronto por el movimiento de los pies y por las exclamaciones supe que estaban forcejeando.
—¡YO TE AMO!—gritaba el chico, y acto seguido oí una cachetada.
—¡Esto se puso bueno!—solté horrorizada, mirando a la expectativa los pies de la pareja.
—¡YO TAMBIÉN TE AMO!—la chica exclamo entre sollozos—. Te amo, pero ya no puedo seguir perdonando tus canalladas. Sé que está no es la única vez que me has sido infiel. ¿Te acuerdas de Cata, tu prima lejana?
—¡Oh por dios!—solté en un murmullo.
Esto estaba mejor que las telenovelas que veía mi mamá.
—¡Ella miente!
—Quizás ella sí, pero Eli los vio besarse en una fiesta—la chica lloraba desconsolada—. Y eso no es todo, no. También te vieron con tu profesora de ingles.
¡Dios santo este tipo era el colmo!
—¿Qué.. qué pasa abuelita?—oí de repente la voz de Chris, y al regresar a verlo lo noté restregándose los ojos risueño.
—Tu duerme—aplasté su cabeza contra mis piernas y seguí oyendo la discusión.
Una vez más oí forcejeos y sonidos de besos forzados.
—¡¿Y TIENES LA CARA DE RECLAMARME CUANDO TÚ Y MI MEJOR AMIGO TUVIERON UNA AVENTURA?!
—Estos están locos—solté con la boca abierta.
—¡¿AHORA YO TENGO LA CULPA?!—la chica gritó ofendida—. Yo solo te devolví todas las que me hiciste.
—¡¿Y TODAS LAS QUE TÚ ME HICISTE?!
Hubiera sido una interesante conversación que presenciar, pero lo que no me dejaba estar tranquila era la espantosa y ruidosa música que sonaba de fondo.
—Este par van atraer al vecinito gruñón- me lamenté.
De repente oí una puerta cerrarse, y apenas noté que la chica se había metido a sacar algo del auto. Acto seguido escuché el ruido seco de un golpe contra el auto.
¡La chica estaba golpeando el auto con algo!
—¡Ay dios!—solté alarmada
Todo eran gritos, golpes y llantos. Y como era obvio Chris fue despertado.
—¡MALDITA LOCA!—soltó el chico con furia.
—¡Jonathan cálmate!—Chris se levantó con su cara de borracho—. No le grites así a Cielo.
—No es Jonathan, menso—yo lo empecé a empujar para que se incorporara—. Es un par de locos que vinieron a discutir acá. Necesito que te levantes, porque no vamos. No tengo dudas de que la policía va a venir y nos van a meter en la colada.
Con dificultad Chris y yo nos pusimos en pie, procurando no dejarnos ver por los chicos que se gritaban como si fueran simios rabiosos.
—No debiste levantarme así—Chris se arrimó al auto con cara de asco—. ¡Ay, no... creo... creooo..!
—¡No vayas a vomitar ahora!—le rogué y él cerró los ojos, sosteniéndose también de mi brazo con su mano temblorosa.
—Ya... se me pasó—él abrió los ojos sonriente, y yo lo miré aliviada—Pero si me vuelve, abandoname aquí, y sálvate tú. ¡ClELO, SÁLVATE Y NO MIRES ATRÁS! Promete que serás feliz y...
Ignoré el drama de Chris y me concentré en la mezcla de voces que se formó a lo lejos.
—¡¿QUÉ ES LO QUE PASA?!—oí la voz del conocido vecino, y enseguida empecé a correr con Chris hacia en terreno vacío a nuestro costado. La lejanía de la pareja, hacia que nos sirvan de barrera para que no nos vieran—. MARÍA, LLAMA A LA POLICÍA.
—¡Ahora si se prendió esto!—solté, mientras me iba abrazando un Chris por los matorrales—. ¡Hombre párate bien!
Chris básicamente estaba colgado de mi, y tropezaba a cada rato.
—¿Dónde estoy?—me preguntó confundido—. ¿Y quien grita tanto?
—Ya te dije que un par de locos—le dije malhumorada, deteniéndome para descansar. Estábamos en una especie de bosque, que nos ocultaba muy bien del alboroto.
—Ay no otra vez—él me soltó de golpe, y en seguida lo vi correr chueco hacia un árbol.
Ni un segundo más y de repente lo vi devolver todo su estomago al pie de aquel pobre árbol. Por supuesto desvié mi vista, aunque no del todo. De reojo vigilaba porque no se fuera de nariz contra el piso.
—¡Ahora si estoy muy mal, Cielo!—lo oí quejarse, mientras se iba incorporando mejor—. Ya hace tiempo que no me hacia funda.
—Bueno, mejor que hayas vomitado. Así te quitas una buena cantidad de alcohol—le dije distraída mientras miraba la pelea del vecino con la pareja de locos. Ellos se gritaban entre si. Bueno en realidad el chico y el vecino discutían, mientras la chica seguía golpeando el auto con lo que parecía ser una guitarra.
No planeaba quedarme en ese manicomio, a esperar la llegada de la policía. En primera porque estaba muy cansada de tanto drama, y en segunda porque no era bueno para Chris estar metido en esa clase de líos. Nada me aseguraba que en realidad no fuéramos a tener ningún problema legal por tan solo estar cerca.
Era preferible prevenir a lamentar.
—Me quiero ir a... mi casa—murmuró Chris acercándose a mi, y yo lo abracé por la cintura antes que pierda el equilibrio—. ¡Cielo, llévame a mi casa por favor!
Chris en verdad tenía cara de estar muriendo.
—Esperemos por aquí a tu hermano—dije pensativa—. Debe estar cerca de...
—¡Quiero mi casa!—Chris puso su cara sentimental—. ¡Quiero mi casa ahora!
—Pero podríamos esperar...
—¡Tú me odias!—oí sus berrinches, mientras intentaba zafarse de mi agarre.
—¡Quieto!
—¡Siempre me odiaste! ¡Eres mala, Cielo!—él escapó de mi, y se dispuso a bajar la empinada del lote vació que nos llevaba a otra calle.
—¡¿Y ahora tú qué..?—yo iba detrás de él, agarrándolo de su chaqueta por precaución—. ¿Y ahora porqué dices eso?
—¡Porque no me quieres llevar a mi casa!—él respondió con rencor, mientras luchaba porque lo dejara caminar—. ¡CIELO NECESITO MI CASA!
—Es que debemos esperar a tu...
—¡CASA, QUIERO CASA!
—¡Aguántate un rato..!
—¡Mi casa!
—¡Chris..!
—¡VAMOS A MI CASA!
—¡YAAAAAAAAAAAAAA!—le grité y él se detuvo mirándome con inocencia—. ¡OKEY, NOS IREMOS! ¡Ahora cierra el pico!
Analicé mis posibilidades, y me dije a mi misma que quizás no habría problemas en que yo fuera a dejar a Chris a su casa. Ya que de alguna manera me vi obligada a arrastrarlo hasta donde estaba, y sabiendo que él estaba poniendo de su parte para caminar, no había lío con caminar un poco más hacia la calle principal y tomar un taxi para llevarlo a descansar.
Y en lo que respecta al carro, ya no había preocupación ya que Jonathan estaba por venir para llevárselo a su casa.
—Vamos a la principal a tomar un taxi—yo volví abrazar a Chris por la cintura y bajamos la cuesta llena de hierbas y matorrales. No tardamos mucho para llegar a la avenida principal por donde pasaban varios autos.
Nos caímos como cinco veces, y hasta se me abrieron los pantalones de algodón en las rodillas, pero finalmente logramos llegar a la carretera principal. Una vez allí, en cambio esperamos por lo que parecieron horas, e incluso tuvimos el tiempo para ver como la policía pasaba hacia arriba donde se azotaba la tormenta.
—Ojalá no le pase nada con tu carro—yo espiaba por un taxi.
Chris no me hizo caso, tan solo puso su cara de sueño y me abrazó de frente con su cabeza descansando en mi hombro.
—Tengo sueño—él se dejó descansar en mi, y por supuesto tuve que abrazarlo con fuerza para que se mantuviera en pie.
—¿Sabía que eres más fastidioso que un bebé recién nacido?—solté cansada y él asintió adormilado.
Así abrazados esperamos por otro rato más, hasta que milagrosamente un taxi apareció.
(...)
—¿Llegaste cuando ya no estaban los locos?—le dije aliviada a Jonathan desde mi celular.
Chris y yo viajábamos en el auto, rumbo al barrio de la Tebaida. Mi idea era esperar por afuera a Jonathan hasta que llegue con el auto. Lo mejor era que él se encargara de hacer entrar a Chris silenciosamente.
—Te cuento que no vi a nadie. Menos mal porque no hubiera podido sacar el carro.
El hermano de Chris ya estaba al tanto de las razones por las que salimos corriendo antes de encontrarnos con él. Obviamente él me dio la razón y agradeció mi paciencia.
—Bueno, ya estamos por llegar—le informé a Jonathan mientras acariciaba el cuello de Chris. El muchachito estaba bien dormido sobre mis piernas. Ni medio se subió se volvió a dormir—. Entonces, ¿te esperamos afuera de tu casa o prefieres que nos encontremos en otro lado?
—Con respecto a eso...—Jonathan dijo con una voz chillona.
—¿Qué?
—Te quería pedir un favor—me dijo con la voz más baja, y yo me puse alerta. Si me hablaba así era porque me iba a pedir algo que no me gustaría.
—¿Cómo que favor?—solté dudosa.
—Mira, ahorita no puedo meterlo a la casa. Llegaron visitas por parte de mi mamá, y... y aún estaban conversando en la sala.
—Pero si ya son más de las 12—repliqué empezado mover mi pie en un tic nervioso. Yo sabía que era lo que me iba a pedir.
—Sí, y por lo interesante de la conversación al parecer van a seguir. Además se iban a quedar a dormir—me informó, y yo empecé a hiperventilar—. Cielo, ni mi mamá ni mi abuelita pueden ver a Chris en el estado en el que está. Lo van a masacrar, sobre todo si se le ocurre entrar cuando estén las visitas.
—Y entonces...—dije cerrando los ojos, como si eso redujera el impacto.
—¿Puedes llevártelo a tu casa?—preguntó, y yo exploté en gritos internamente.
Ahora no podía llevarme a Chris a mi casa, pues resultaba que Andrés estaba allí. Una combinación de ex y ex que se odiaban no era nada buena. Pero obviamente Jonathan jamás sabría eso, menos cuando él sabía de nuestro rompimiento. No sonaba nada bonito que a solo días de terminar yo ya tuviera a mi ex durmiendo en mi casa.
Bueno, aunque ahora que lo pienso... no era tan descabellado decírselo. Después de todo Jonathan sí sabía sobre la cita de Chris con la chica del mirador. Él estaba muy al tanto de la acompañante de su hermano para la noche. Así que si Chris decía con su cita que me superó, yo también podría decir lo mismo con mi ex en mi casa...
—¿Cielo?—Jonathan me sacó de mis pensamientos.
—Claro, lo llevaré a mi casa—dije disimulando mi pánico.
No estaba de humor para planear una explicación falsa acerca de porque no podría llevarlo a mi casa. Estaba en serio cansada de tanto drama.
—Perfecto, entonces si aún está mal hasta mañana me llamas para ir a verlo—Jonathan pidió en medio de un bostezo—. Yo mientras tanto iré por ahí a esperar por una hora en el carro. Supuestamente me salí de la casa, diciendo que iría a la fiesta a donde fue Chris. Le dije que iría un ratito, pero que luego volvería porque estaba cansado.
—¿Y para que vas a esperar una hora?
—Porque ese va a ser el tiempo que aparentemente me quedé en la fiesta—él dijo con cansancio—. Luego solo llegaré a la casa con el carro y diré que Chris me lo mandó para ahorrarme la fatiga de ir en taxi. Le inventaré que él quiso quedarse en la casa donde están haciendo la fiesta.
—¿Entonces Chris salió de su casa diciendo que iba a una fiesta?—dije con interés.
—Aja—me dijo Jonathan con simpleza—. Él sigue escondiéndoles a mi mami y a mi abuelita que ya no tiene nada contigo. Dice que no quiere desilusionar a mi abuelita más que todo, ya que al parecer te llegó a tomar mucho aprecio. Eso de que seas la nieta de unos de sus mas grandes amigos del pasado la tiene encantada.
—No habrá necesidad de desilucionarla—solté en un suspiro.
Y pues sí, pronto tendría que regresar con Chris y no solo por un noviazgo, sino por que estaba por tener un bebé con él y que además estaba por establecer un compromiso a causa de Yuli.
—¿Porqué lo dices?—él dijo con interés.
Me quedé callada un largo momento.
—Si mañana necesito ayuda te llamaré, nos vemos Jonathan—me despedí, sin siquiera dejarle responder a mi despedida. Solo colgué.
Miré hacia abajo, donde Chris aún descansaba plácidamente, y de inmediato me puse a pensar lo que haría con mi bello durmiente. De ninguna manera lo llevaría a mi casa, pues no quería volver a estar en medio de una batalla. Sería muy estúpido encerrar a Chris y Andrés en la misma casa.
Rápidamente mi mente me dijo que podía pedir posada con alguna de las chicas del bar o con Roger, pero la verdad no quería incomodarlos, y menos a tan altas horas de la noche. Por ultimo pensé en la casa de Fat, pero habían dos puntos para negarme a ir allá. Uno; no tenía la llave de su casa, y necesariamente tendría que volver a mi casa con riesgo a que Andrés se despertara, lo cual me llevaría a que se encuentre con Chris, o al menos a que me pregunte a donde me volvía a ir. No quería mentirle más por esta noche. Dos; no quería volver a poner un pie en ese sitio del demonio.
Todavía seguía muerta del susto.
En fin, como mejor opción se me ocurrió ir a un hotel. Eso era la solución mas pacífica, donde menos personas estarían involucradas.
—¿Sabe de algún hotel donde no cobren mucho?—le pregunté al taxista—. Tengo aproximadamente diez dólares en el bolsillo. ¿Sabe de algún hotel con ese presupuesto?
—Creo que si—él señor me respondió con amabilidad.
—Bien, entonces lleveme allá por favor—le sonreí, mientras le rebuscaba a Chris en su pantalón. Al sentir mi toqueteo se quejó un poco, pero al final volvió a dormirse cual bebé.
Cuando logré sacar su billetera del bolsillo trasero de su pantalón, me puse a rebuscar rápidamente algo de dinero. Obviamente intenté no invadir tanto su privacidad, y todo papel, documento o fotografía que hallaba, intentaba no verla, pero lo que si no pude ignorar fueron dos preservativos justo en la división donde estaba el dinero.
"De seguro planeaba usarlos con la muchachita boba del mirador"
Una punzada se me hizo en el pecho, pero al recordar la conversación con esa chica dejó de doler, pues saqué como conclusión que sus planes de la noche solo eran para olvidarme. Todo el show lo estaba haciendo por mi.
¿Y porqué lo hacía por mi?
Porque según él estaba enamorado perdidamente, sin saber que todo era producto del hechizo.
—Lo siento, guapo—yo le puse un mechón de su cabello detrás de su oreja y lo observé por un rato. Ahora una vez más me sentía culpable por su estado enamoradizo, donde yo era la que no se dejaba llevar.
Dejando de lado mi crisis sentimental volví abrir la billetera, e ignorando los preservativos, saqué el poco dinero en efectivo que tenía. Exactamente su fortuna consistía a cuatro dólares con treinta y cinco centavos.
—Y yo que creía que tendría cheques y billetes de 100—solté para mi misma, mientras me guardaba la billetera en mi chaqueta para dársela después.
El taxista cumplió con mi pedido de un hotel barato, y a los casi diez minutos llegamos a un sitio que no se veía tan lujoso. Era una casa tipo colonial, que ni siquiera tenía letrero con el nombre del hotel. La pintura de la fachada hasta se estaba descascarando, y no había rastro de una recepción.
Era preferible que dormir con Chris en la calle.
—¿Cuánto le debo?—le pregunté al señor, mientras empezaba a sacudir a Chris
—Seis dólares, señorita—me respondió sonriente, y yo le di el dinero que logré juntar entre Chris y yo. Ahora solo nos sobraban como trece dólares.
—Chris, despiértate—le susurré en el oído, y él empezó a gimotear—. Apura hombre, que el taxi ya se tiene que ir.
—¿Dónde... dónde estoy?—él alzó ligeramente la cabeza y miró hacia al frente.
—En un hotel—le respondí, esperando su reacción.
Por un momento creí que se pondría hacerme berrinche por no llevarlo a su tan pedida casa, pero no.
—¿En un hotel?—él soltó una risita contagiosa, y me regresó a ver con una mirada picara—. Ya veo que estas tan ansiosa de hacer el amor como yo.
Mi mirada pasó hacia el taxista él cual miraba hacia al frente como si nada pasara. Tal vez ya estaba acostumbrado a oír esta clase de cosas.
—Sí, sí. Entonces levántate rápido y vamos—le seguí la corriente, y lo ayudé a sentarse.
Yo salí primero para poder darle la mano a Chris. Él pobre aun seguía tambaleándose, con la cabeza gacha y en medio de quejidos y risitas de borracho.
—Muchas gracias por todo—le dije al taxista, y él me dio un movimiento de cabeza amable.
Cerré la puerta del auto, y él señor se fue. Yo mientras tanto luchaba por no caerme con todo y Chris.
—¿En serio vamos hacer el amor?—él me preguntó alzándome las cejas de una manera muy graciosa.
—Sí, claro que sí—le seguí dando la razón aunque obvio no era cierto.
—¡YUPI!—él me abrazó de costado, rodeándome por la cintura.
Le correspondí pasandole el brazo por la espalda y lo guié por un pasillo oscuro.
—¡Buenas noches!—grité al llegar al final del pasillo y no hallar a nadie. Ni siquiera había algo parecido a una recepción.
Una puerta se abrió, dejándome ver una habitación con unos sillones, televisión y una mesa donde habían varios cuadernos cerca a una lampara.
—Buenas noches, dígame—dijo un señor que ya podría estar sobrepasando los 50 años.
—Una habitación por favor—le dije, y él me indicó con la mano que pasara.
Al parecer por allí era la recepción del hotel sin nombre.
—12 dolares la noche—me dijo extendiendo su mano para que le dé el dinero mientras anotaba algo en un cuaderno.
Saqué de mi bolsillo el dinero y afortunadamente me alcanzaba para la habitación.
—Bien, entonces una por favor—le pedí mientras él tomaba el dinero. Seguidamente me dio en medio de bostezos una llave con un numero.
—La 18 queda en el piso de arriba al final del pasillo—él tomó un periódico del escritorio y empezó a leer—. Tienen la habitación hasta las 9 de la mañana, y si necesitan un baño lo encontrarán en el primer piso junto a esta habitación. Que tengan un buena noche.
—Bien, gracias—dije abrazando más fuerte a Chris y dándonos la vuelta—Vamos, apúrate.
—¡Sí, vamos hacer el amor! ¡Estoy listo!—soltó el alzando un brazo triunfal, y yo le di un manotazo en el estómago.
—Cállate, hombre—solté en medio de una carcajada, a la vez que Chris se encogía de dolor.
A mis espaldas oí una risita del señor recepcionista.
—Descuide, no se apure. He escuchado cosas peores—él tipo me dijo y le sonreí en agradecimiento por su apoyo—. Por aquí viene todo tipo de gente.
—¿En serio?
—Sí, pero no personas con su aspecto. Ustedes parecen chicos muy finos.
—Se podría decir que este borrachin que tengo en brazos sí—dije en medio de un bostezo—. Si hubiera tenido más dinero me lo hubiera llevado a otro lado.
El señor se quedó pensativo analizándonos por un rato.
—Solo para que vean que pueden tener alojamiento a precios buenos con habitaciones cómodas, les daré la suite del hotel—él abrió el escritorio, y de inmediato me extendió una llave dorada—. Espero que regresen, ¿eh? La habitación queda en el tercer piso. Es la única que hay junto a la terraza.
No me hice la difícil, así que intercambié las llaves prometiendo volver.
En fin...
Volví a jalar a un Chris atontado que no se quería despegar de mi. Él estaba lo más que feliz abrazado con los ojos cerrados, dejándome que lo lleve.
La casa era muy vieja, y solo pocas luces funcionaban en los pasillos. Las gradas por las que subimos sin embargo, estaban tan oscuras que daban miedo. Menos mal que no duré mucho con miedo, pues mi concentración se fue a como carajos subiría por unas gradas a un chico que me doblaba en peso. Tuve que sacar todas mis fuerzas para lograr ayudarlo a subir. Él apenas tenía fuerzas para ponerse en pie.
—¿Ya llegamos?—me preguntó en cuanto estuvimos en el segundo piso.
—Pues no, men. Pesas como la mierda—hablé entre jadeos por el esfuerzo—. Estoy muy cansada.
—¿Te cargo?—me preguntó queriendo agacharse pero por poco su mal equilibrio le gana. Yo lo empujé hacia atrás antes que se vaya de cabeza contra el suelo entablado.
—Por hoy solo concéntrate en caminar derecho—yo volví a poner su brazo sobre mi hombro y emprendí de nuevo el camino hasta el siguiente piso.
Involuntariamente terminé haciendo ejercicio. Yo estaba sudando como puerca, debido a los esfuerzos. Definitivamente, Chris me debía una grande por esto.
Con los músculos agotados logré llegar con Chris al último piso, donde había un mini jardín con todo tipo de plantas en masetas. Por en frente también había un balcón que dejaba ver el centro de la ciudad iluminado.
Mire a un costado una puerta grande con un numero, y de inmediato reconocí que era nuestra habitación. No tardé más en salir caminando a toda prisa con Chris, para al fin poder descansar de su peso.
—Ya no aguanto—solté con cansancio, pues ahora que estaba sin fuerzas Chris se me hacia más pesado, y lo peor de todo es que él seguía abrazado a mi casi dormido.
—Yo tampoco aguanto más—él susurró en mi oído mientras yo abría la puerta—. Necesito hacerte el amor.
Solté una risita ante su voz inocente.
Cuando al fin abrí la puerta, quedó ante mis ojos lo que era la suite. Por un momento creí que sería una habitación muy bonita con adornos, con muebles aceptables, una cama grande acolchada, aire acondicionado, pero no. La grandiosa suite consistía en una cama, un velador, un cuadro y una cortina que cubría el enorme ventanal detrás de la cama.
No era la gran cosa, pero al menos se veía acogedor.
—Vamos a la camita—sonrió Chris, y yo cerré la puerta detrás de nosotros.
Una vez más puse todo mi esfuerzo y lo llevé conmigo hasta la cama, donde terminamos lanzándonos causando que esta rechinara. Al parecer iba a ser una cama ruidosa.
Chris se empezó a mover sobre la cama, hasta quedar abrazado a mi costado con su boca cerca de mi oído. Yo lo regresé a ver, y él me sonrió mordiéndose el labio.
—¿Ya vamos hacer el amor?—me preguntó, mientras su mano se quería introducir bajo mi chompa.
—Sí, pero primero duerme—yo le pasé un dedo por la nariz—. Primero recupera tus energías para que puedas responderme como quiero.
—¡Sí!—él se zafó de mi, y se arrastró por la cama hasta llegar a la almohada—. Tomaré un siesta de cinco minutos, y en seguida empezamos. Cinco... cinco minutos bastará.
Solté una risita silenciosa antes su entusiasmo.
Yo me fui acercando a él con gateos sin dejar de mirarlo. Él estaba con los ojos pacíficamente cerrados, mientras abrazaba a la almohada como si fuera un osito de peluche. Creo que ni medio puso su cabeza en la almohada quedó rendido.
—¿Quien diría que detrás de esa carita de bebé, se oculta un tremendo mujeriego borracho?—reí ante mis palabras, y me recosté a su lado. No podía quitarle la vista de encima.
Aproveché que estaba noqueado una vez más, y le retiré los zapatos y la gorra. Posteriormente jalé de las sabanas, procurando no perturbarlo tanto, hasta que las saqué por completo de abajo de su cuerpo.
—¿Sigues despierto?—le pregunté por si acaso, y él no respondió. Siguió durmiendo plácidamente.
Tomé de las sabanas y las coloqué sobre él. Seguidamente me saqué mis zapatos y mi chompa, para poder recostarme más comodamente con él a mi lado.
—Mejor duerme en paz por hoy—yo lo miré mientras le quitaba un mechón que quería caer sobre su cara—. Mañana sabrás de todo lo que está pasando.
Como respuesta, Chris soltó un ronquido.
Se supondría que a la mañana tenía la oportunidad de darle un "sí, acepto" a Andrés y su propuesta de tener una última vez, pero aquí estaba yo; decidida a quedarme con Chris hasta que esté bien, así eso implique perder mi oportunidad de la soñada despedida con Andrés.
—Ahora eres mi tierna prioridad—solté un sonrisa, mientras evaluaba el rostro indefenso de Chris.
Si él ya estaba por completo hechizado, sufriendo porque yo no me dejaba hechizar, yo detendría la situación. Ya era momento de dejarme llevar por la profecía. No había caso en resistirme, menos cuando sabía que Chris saldría lastimado en el proceso.
Ya no más.
—Todo cambiará—yo acerqué mis labios a los suyos, y le di un corto beso.
Al ver la ligera sonrisa que embozó por mi tacto, supe que hacia lo correcto.
Yo quería seguir mirando esa sonrisa, y más aún si yo era la causante. Si estábamos destinados a vivir felices por siempre, yo estaba dispuesta a hacerlo algo real.
Me abracé a él, y me preparé psicológicamente para el día de mañana. Sabía que una vez que su lucidez volviera, él y yo deberíamos ponernos a cuentas.
Solo diré que estoy cayéndome del sueño, así que... chaitos. Y dulces sueños jijiji
¿Quieren más bardo entre Chris y Cielo? 😜😜😜 Yo sé que el siguiente cap van a quedar "moridas" jajajaja
Ahora sip, bye bye.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top