38. Por una pizca de atención


—¡Andrés llegué!—entré gritando por la puerta de mi casa.

Mientras iba colocando fundas de compras y maletas junto a la entrada, vi como Andrés salió puesto un delantal y con un cucharón en mano.

—Celi, ya no tengo cebolla para la sals...—entonces Andy se quedó callado, mirándome llegar con compañía—. Ho... hola...

—Se llama Fatima—yo di una palmada en el brazo a Fat, y acto seguido Andrés llegó a extenderle la mano.

No podía dejar a esa chica sola en una casa donde habitó un demonio, menos cuando no había nadie. Toda su familia había salido de viaje, y ella era la única en casa, así que no dudé en sugerirle que se quedara conmigo la noche.

—Así que tú fuiste la que me llamó ha contarme...—Andrés sacudió la cabeza y miró con curiosidad a la muchacha—. Okey, en realidad es todo un placer conocer a alguien con tus poderes. Vaya, hasta me siento como si estuviera conociendo a una estrella de cine. Es increíble.

Fatima le sonrió, y le dio un movimiento de cabeza en agradecimiento.

—También es un placer conocerte, de igual manera es muy interesante conocer a uno de los personajes de los libros de mis hechizos—ella se agachó a coger sus maletas, que estaban estorbando el paso—. En los últimos años no he hecho más que estudiarlos, así que los conozco muy bien. Al menos en base a los libros, podría decir que si.

Asentí con inseguridad a sus palabras, y tomé las fundas de compras.

—Okey, entonces hay que hacer pronto la comida—yo fui hasta la cocina—. Fat, por favor sube al segundo piso y acomódate en la habitación que quieras. Esta casa es toda tuya.

—Gracias Cielito—la escuché decir por afuera.

En seguida me puse a sacar las cosas que traje sobre el mesón de la cocina, y luego de agarrarme el cabello en una coleta empecé a sacar utensillos que me ayudarían a preparar los vegetales.

—Si esa chica logra romper tu hechizo juro por Dios que le haré un altar—Andrés entró diciendo, y de inmediato me quedé congelada.

Nuevamente llegó a mi mente, pensamientos sobre lo que se venía debido al fracaso de Fat. Ahora si ya no habría marcha atrás, y por tanto Andrés iba quedar fuera de mi vida en unos cuantos días.

Oficialmente mis esperanzas de volver con él se habían ido al caño.

—Sí, claro... ojalá—logré decir mientras me giraba para que no viera mis ojos rojos.

Una vez más, iba a empezar a llorar como María Magdalena.

—Creo que me pondré hacer el pastel—oí a mis espaldas como rebuscaba en las fundas—. Menos mal ya trajiste la harina y el chocolate.

Le debía a Andy un ultimo recuerdo de mi, así que puse todas mis fuerzas por permanecer fuerte. Con nuestra cena estaba por darle una despedida secreta, que en lugar de darle tristeza, debía causarle una felicidad.

Quería que sus ultimas sonrisas conmigo se las llevara en el corazón, porque quizás la próxima vez solo hallaría a una chica hechizada de amor por otro.

—¿Por qué no pusiste música?—volví a verlo, fingiendo estar ofendida—. Hombre, cocinar sin música es pecado.

—Es que no sabía como la pones. Solo vi una televisión, pero no tiene wifi como para poner youtube—él estaba concentrado en medir con una taza harina de castilla.

—Es que yo siempre cargo mi mini parlante rompe orejas—le informé sonriente, aunque falsamente.

—¿El señor Marco Antonio?—él se me burló y yo rodé los ojos.

Le había llamado así a mi parlate en forma de oso negro con luces de colores, porque me sonaba super tierno y original.

—Aja, debiste haberlo encontrado—yo volví a poner los utensillos que cogí de la mesa—. Iré a buscarlo para poner música, y de paso a cambiarme de ropa porque no me gusta hacer los quehaceres estando con mi bonita ropa. Y puede que esté con la misma ropa de ayer, pero... de todas maneras lo sucio no le quita nuevo.

Siempre me gustaba cuidar mi ropa, por eso cuando hacia cosas de ama de casa me ponía una pijama. Por lo general solo ahí les daba uso.

—Creo que ha este paso terminaré haciendo toda la comida yo solo, como siempre—él negó con diversión, lanzándome un puñado de harina el cual por suerte esquivé.

—Todavía sigues siendo mi sirviente—me le burlé y enseguida salí corriendo antes que me lance otro tanto de harina.

Luego de subir a la habitación, me pasé por la habitación de Fat para ayudarla a instalarse. Ella aún seguía muy asustada, por lo cual la invité a cocinar conmigo y con Andrés. Ella ni corta ni perezosa aceptó, pues su mayor temor era estar sola en una habitación.

—Creo que no iré a la escuela mañana. Ahorita no tengo cabeza para estudiar, ni hacer mis deberes...

—¡Carajo, casi olvido que teníamos que hacer tus deberes!—me di una palmada en la frente—. Es que con todo lo que ayer, y hoy...

—Sí, no te preocupes. Hoy si puedo hacerlo, pues como te habrás dado cuenta me quedé sin ocupaciones.

Sí, ya no había solución. Así que sus servicios ya no eran requeridos.

—Eso parece—dije sonriendo falsamente. Por dentro dolía ya no tener esperanza—. Bueno, de todas maneras esto que pasó tiene algo de bueno. Por lo menos ya no tendré que pedirle ayuda a Chris para hacer aburridos deberes toda la tarde. Es más, pienso que ya no quiere ni verme—yo miré el reloj de la pared y di un suspiro—. Él siempre llama a las 6 para preguntar si necesita mi ayuda. Es que habían días donde no te mandaban muchos deberes, por tanto yo los hacía sola. No era mi intención quitarle tiempo valioso de sus vacaciones, así que solo pedía su ayuda cuando fuera necesario.

—¿Entonces hoy no te llamó?

—No—yo me mordí el labio con tristeza.

—Bueno, entonces ahora en lugar de pedirle ayuda para hacer deberes, tendrás que pedirle ayuda para hacer un bebé—ella me dijo bromista, ganándose que le lance un peluche de una estantería en la cara.

—No me lo recuerdes—yo me pasé una mano por la cara—. Aún ni se como decirle que el hechizo falló, mucho menos que tiene que embarazarme uno de estos días. Creo que... tendré que invitarlo a salir, y si no quiere tendré que sacarlo de su casa así sea de una oreja.

—Tal vez podrías aprovechar la noche en la que saldrán a cenar bajo la luna para decirle todo—ella se quedó pensativa—. Como quizás esa noche es el día "de" podrías ahorrarle la larga espera de saber cuando pasará, y tan solo hacer que pase. Matas dos pájaros de un solo tiro.

—¿Será?

En el libro nunca especificaba cuando pasaba. Como única referencia tenía una noche de cena, y un espacio hueco "detrás de cámaras", hasta que me despida de Chris. No sabía en que parte del transcurso ocurría.

—O mejor dile todo, y ambos planean que harán. Si quiere usar la pagina donde describen la gran noche inolvidable bajo la luna, o si planean otra manera. Además, tal vez el mismo hechizo los lleve involuntariamente a hacer que pase todo. Quizás que ni cuenta se darán.

—Esto es una pesadilla—yo me quedé pensativa. Allí mi mente me pudo soltar una duda que me empezó aquejar. Andrés causó que surgiera ese pensamiento—. Oye... Fat—la llamé y ella alzó la vista de su celular. Pude ver que había estado chateando con alguien—. Se supone que la profecía es algo que repele lo que pase con el maleficio, ¿cierto?

—Sí, ¿por?—ella me miraba curiosa.

—Porque si la profecía lucha contra el maleficio, eso quiere decir que también lucha contra Andy. Lo que en resumen quiere decir que... va alejar a Andrés.

—Supongo que sí, hasta ahora ha estado funcionando así desde que empezó todo.

Y ahora mismo, tal vez la profecía estaba buscando una manera de arruinar mis planes de cena tranquila con Andrés.

(...)

Pese al miedo que tenía porque algo pasara para que termine peleada con Andy, yo me empeñé en terminar la cena. Si sería mi ultima vez con él, haría que valga la pena así algo malo pasara al final.

Mientras Fat terminaba de preparar el arroz, y mientras Andy decoraba con crema de chocolate el pastel, yo me separé del grupo para ir a la sala un rato. Los chicos se quedaron cantando en la cocina.

Tenía que escribirle a Chris.

Lo correcto era empezar a contarle todo lo que iba acontecer, y no se me ocurrió mejor manera que como decía en el libro. 

Whattsapp

Chris, ¿podemos salir acampar mañana?

Te invito a una cena en el bosque

¿Qué te parece?

Sorprendentemente a los pocos segundos lo vi escribir.

Eso suena bien 😉

Enseguida me puse a darle indicaciones a Chris de horarios, cosas que debería llevar, y punto de encuentro, pero el no me contestó de vuelta. Ni siquiera me dejó en visto. Pensé que tal vez estaba ocupado. 

Resignada a que no me responda de inmediato, volví a la cocina a seguir terminando mi cena de despedida para Andrés.

—¿Cómo va ese pollo?—yo entré animada. 

—Creo que le falta unos quince minutos—Andrés me informó dando un vistazo al horno.

—Perfecto, porque ya me muero de hambre—yo volví a mi tarea de controlar la preparación de la salsa de champiñones.

Yo estaba toda feliz y campante haciendo una cena que creí sería inolvidable, sin saber que mi propuesta a Chris por chat, daría a lugar toda una tormenta.

¿Creen que soy muy cruel con Chris?

Créanme que lo que yo le estoy haciendo hasta este punto de la historia solo son pellizcos, a comparación de las puñaladas que él me clavó. 

Al menos yo lo hacía por mi confusión y sin intención, él en cambio lo hacía por...

¡Okey, mejor me callo!

Solo hice esta pequeña pausa para pedirles que no me odien por lo que están por presenciar.

—Siento que voy a reventar—yo me quejé mientras me sobaba el estómago. La cantidad de comida que cenamos junto a Fat y Andrés fue algo tremendo.

—¿Les sobra espacio para el pastel?—Andrés preguntó, y yo negué con cara de guacala. Menos mal estaba con una pijama holgada, caso contrario ya hubiera salido volando el botón de mi pantalón.

—Yo digo que comamos tu pastel después—bostecé, pues tenía la mala costumbre de agarrar sueño después de comer así—. ¿Te parece si en eso de las 10 comemos el pastel antes de ir a dormir?

Como dato curioso, invité a Andrés a quedarse en la casa para ver unas cuantas películas con Fat hasta quedarnos dormidos. Obviamente él aceptó apenas se lo propuse, y más feliz que nunca.

Mi idea era hacer perdurar esa sonrisa hasta que a la mañana siguiente se fuera. Cuando lo tenga que dejar ir por siempre.

—Yo digo que sí, mientras tanto hasta que nuestra pancita se vacíe podemos ver una película— Fat dijo sentándose en el sillón con emoción.

Menos mal ella ya había olvidado al demonio infernal. No fue mala idea traerla, además ella era mi protectora de los ataques amorosos de Andrés. Siempre la ponía en la mitad para evitar su cercanía. Eso era por nuestro propio bien.

—Señorita, usted tiene que terminar sus tareas—le dije en broma y ella me miró malhumorada—. Váyase a su habitación.

—Siéntese señora—ella me jaló del brazo e hizo que me siente. Luego ella se levantó y al rato trajo dos cuadernos de algo—. Mientras vemos la película me ayudarás ha terminar mis tareas. Hoy solo tengo Educación artística y Educación física. Son cosas muy sencillas.

—Si quieren yo les ayudo—se ofreció Andrés, y Fatima no esperó para lanzarle un cuaderno en las piernas.

—Así acabaremos más rápido

Fatima le empezó a explicar sobre lo que tenía que hacer, y mientras miraba como él no entendía un carajo, recordé a Chris. Me acordé de nuestra primera tarde haciendo deberes, donde básicamente hice toda su parte, porque él estaba más perdido que su virginidad.

Al parecer por este día cambié de compañero de tareas.

—¿Qué quieren ver?—yo intenté desviar mi atención por lo que fui a mueble de la televisión donde habían varias películas—. Tengo películas Disney, y unas cuantas de superhéroes.

—¡Superhéroes!—gritó Andrés, y yo ya me lo supuse. Ese hombre era un fan de los cómics de cualquier ser que pueda considerarse superhéroe.

A la vez que ponía una película de Spiderman, tuve una sensación muy extraña en mi estómago. Como si supiera que algo iba a pasar. ¿Y a que no saben a quien tenía en mente?

Quizás cierto Chris que tal vez herí sin intención. 

¡Mierda, solo tenía en mi mente la expresión de Chris al dejarme la noche anterior con Andrés!

Reprimí mis ganas de llamarlo y tan solo escuchar su voz para comprobar que todo anduviera bien, y continué poniendo la película. Los chicos mientras tanto seguían discutiendo como iban hacer los deberes.

—¿Quieren algo de comer?—les pregunté y ellos asintieron dándome poca atención.

La película de Spiderman 2 inició, y ellos se acomodaron en el sillón, con cuadernos y esféros en mano.

Sinceramente no sé como podían concentrarse viendo películas y haciendo deberes.

—¡MESERA, LA COMIDA!—me dijo bromista Fat, y yo rodé los ojos.

Con Andrés y Fat dejamos listo en la cocina un recipiente lleno de todo tipo de snacks y dulces, así que fui por ellos, y unas cuantas botellas de gaseosa.

No sé porque pero mientras miraba el pastel sobre el mesón, me entraron unas ganas tremendas de acompañarlo con helado, y debido a que no lo tenía en mi refrigeradora se me ocurrió ir a comprarlo.

—Mejor voy pronto antes que cierre la tienda—me dije a mi misma, porque según mis cálculos ya debían ser mas de las 9 de la noche.

Entré a la cocina con los bocaditos y se los puse en la mesita de centro, y acto seguido tomé mi celular que estaba sobre el sillón. Efectivamente al ver la hora, noté que ya eran las 9 y 15.

—Chicos, voy por helado—yo tomé una chompa jean que había dejado en la sala tirada y me la puse encima de la pijama—. ¿Algún sabor en especial?

—¿No quieres que vaya yo? Es que ya está un poco tarde—Andrés me miró con preocupación, mientras comía un puñado de canguil.

—Descuida, solo voy a la esquina. Además, tú estas ayudando a Fat. Yo en lo personal prefiero ir a comprar antes que estar en ese calvario de hacer tareas escolares—le sonreí, y él asintió con inseguridad.

—¿Segura solo es hasta la esquina?

—Sí, no te preocupes—yo tomé un billete de 20 que tenía en mi bolso colgado en la entrada y me lo metí en mi chaqueta—. No me demoro ni cinco.

No le di tiempo de protestar a Andrés, y salí de la casa con pijama, zapatos deportivos, y el cabello en un moño chueco. Era el típico look de la vecina que va a la tiendita.

Al salir el frío me invadió, y hasta me puse a temblar. Mis pantalones rosas de algodón no me cubrían en nada, todo el viento atravesaba la tela con facilidad. Incluso llegué a pensar que el clima no ayudaba para comer helado.

Creo que mi mala suerte estuvo predestinada desde que puse un pie fuera de mi casa. Así lo comprobé cuando al llegar a la esquina, hallé la tienda bien cerrada.

—¡No puede ser!—gimoteé con ira, y enseguida se me ocurrió ir a la siguiente tienda que quedaba a unas cuadras.

Resignada, empecé a caminar por las calles desoladas en busca de mi antojo de la noche; helado de mora. Desafortunadamente mi antojo no quería ser complacido por el destino, pues al llegar a la siguiente tienda también la encontré cerrada.

—¡No!—grité en medio de la calle vacía, donde mi única compañía era el viento.

Fui a la siguiente tienda, que según mi memoria estaba a unas tres cuadras. ¿Y a que no adivinan que pasó?

Tampoco estaba abierta.

Miré la hora una vez más y en mi celular ya marcaban las 9 y 30. Enseguida como si hubiera estado cronometrado me entró una llamada. Miré de quien se trataba y rodé los ojos.

—Celi, ¿todo bien?—me preguntó Andrés con preocupación—. Ya te demoraste mucho, ¿no te pasó nada?

—Hombre, he ido a estas horas y a lugares más peligroso así que no te apures—dije en medio de un bostezo. Él siempre era muy sobreprotector conmigo—. Lo que sucede es que me demoré más de lo debido porque las tiendas están cerradas. Ahorita voy a la calle principal, y si no encuentro una tienda abierta, regresaré a la casa.

—Okey, sí—él suspiró en voz baja—. Es que con tantas cosas que uno oye de secuestros y cosas así, no está por demás echar una llamadita. Si hubiera sabido que te ibas a atrever a ir más lejos, a pie y a estas horas, mejor hubiera ido yo.

—No te preocupes, dramático. En unos minutos vuelvo—sonreí, y continué mi camino.

Le colgué a Andrés; antes que me dé un curso de supervivencia sobre como actuar ante un extraño, y nuevamente enfoqué mi vista en la calle principal que miraba a lo lejos.

—¡Aleluya!—solté feliz al ver una tienda pequeña abierta a unos metros.

Corriendo avancé hasta ese lugar lista para anunciarme al entrar, pero en cuanto quise atravesar la puerta de la tienda nuevamente escuché mi celular sonar. Al sacarlo hallé un numero desconocido, y me extrañé de inmediato. Por un momento imaginé que era algún numero nuevo de Fat, pero...

—¿Aló?—dije con duda, y en lugar de escuchar de regreso la voz de Fat, me hallé a una muy diferente.

—Disculpa que te llame, pero... ¿tú eres Cielo Rojas?—una voz femenina me dijo, y yo me quedé confundida. La voz de esa mujer no era para nada familiar.

—Sí, soy yo. ¿Qué se le ofrece?—yo me aparté de la tienda y caminé unos cuantos pasos en la vereda.

—Necesito tú ayuda—ella me dijo nerviosa—. No... no sé pero algo le pasó a Christopher, en verdad... en verdad necesito que vengas.

Sabía que debía creer en los malos presentimientos de mi estómago. Aquí estaba la prueba.

—¿Qué con Christopher? ¿Y quien eres tú?—dije con el alma en un hilo.

—Yo me llamo Melany, y salí esta noche con Christopher, pero... pero ahorita mismo él está desmayado... creo—la chica dijo apresurada—. Mira, no tengo mucho saldo. A duras penas me va a quedar saldo para mandarte por whattsapp la dirección, así que te la mando.

—¿Pero que es lo que le pasa?—dije con desesperación.

—Está inconciente, y... y él único numero que me avanzó a soltar antes que se quede noqueado fue él tuyo—ella dijo con molestia—. Yo... yo voy a colgar. Ya te mando la dirección.

Iba a replicarle que me de más detalles pero ella solo me colgó.

—¡Y ESTA VIEJA QUÉ!—yo me quedé confundida, devolviéndole la llamada pero ella no me contestó. Solo me mandó la dirección de whattsapp, y una foto de Chris sentado en el piso, junto a su auto—. ¡Mierda!

Cerré el chat confundida, y enseguida me puse a revisar todos los mensajes que me habían llegado durante mi caminata nocturna. Encontré muchos mensajes de Andrés que opacaron los dos simples mensajes que Chris me había mandado.

Whattsapp

Hermosa, ayúdame

Te necesito

—¿Qué carajos está pasado?—yo me quedé como estatua, con mi cabeza pensando al mil por hora.

¿Cómo es que una chica desconocida tenía una foto así de Chris?

¿Cómo es que él fue a parar al piso?

¿Porqué se desmayó?

¿Porqué Chris me mandó esos mensajes?

¿Acaso lo estaban secuestrando o qué?

¿Acaso también me querían secuestrar a mi?

—No lo creo—me dije a mi misma, riendo por la ridiculez que pensé.

Cuando estuve por llamar a alguien para que me acompañe al supuesto lugar donde Chris estaba, sentí como un nuevo mensaje llegaba del numero de la chica. En realidad este se trataba de un mensaje de voz.

—Ella... ella es mi fan, ¿sabías?—Chris soltó una risita muy peculiar—. Dile que... que le dedico Cien. Ella sabe... ella sabe—nuevamente Chris soltó una risita seguida de un gimoteo—. No, espérate Mela. Mejor.. mejor yo se la canto.

—¡Ay no!—oí la voz de la chica protestar. 

—¡¿Y QUÉ ESPERAS TÚ DE MÍ?! ¡SI HASTA EL CIELO TE LO DI!—cantó y enseguida se calló—. ¡AY QUE GRACIOSO, HASTA LA CANCIÓN ME RECUERDA A CIELO... ENTIENDES... CIELO... CIELO TE LO...

—Mejor ven rápido que en serio ya me tengo que ir—dijo por ultimo la chica, mientras Chris seguía cantando de fondo Cien.

Yo me quedé atónita, sin saber como reaccionar a la nueva faceta de Chris que no pensé conocer ni en un millón de años. Según lo que oí ya pude tener una idea de lo que pasaba. 

—El idiota está borracho—solté quedando con la boca abierta—. Está hecho funda.

Aturdida volví a marcarle a la chica, pero como era típico no me contestó. También llamé a Chris pero el muchachito no me contestaba.

—Carajo, no me pueden pasar estas cosas—solté de malhumor y a la vez con preocupación. ¿Y si la chica hablaba en serio con eso de irse? ¿Sería capaz de dejar a Chris solo y en ese estado?—. Piensa rápido, piensa rápido.

Cuando vi el billete que tenía en mi mano recordé cual era su objetivo cremoso inicial, y quienes me estaban esperando en casa preocupados por mi tardanza. Luego miré mi vestimenta, y en serio estaba fachosa como para salir a cualquier lado.

—¡Al carajo!—me dije, pues descubrí que era estúpido pensar en los aspecto anteriores cuando tenía a un Chris borracho a punto de ser abandonado.

Salí corriendo de donde estaba y me fui por la calle a buscar un taxi. De inmediato me arrepentí por no haber traído a mi pantera. 

Camine unas cuantas cuadras más pero el maldito taxi no aparecía. Incluso estaba empezando a planear ir corriendo a mi casa y sacar mi motoneta. No me quedaban muchas opciones.

—Te mataré, Vélez—solté malhumorada, pero mi cara cambió a una de felicidad en cuanto vi un taxi acercándose a lo lejos.

Cuando logré parar el taxi, volví a ser invadida por llamadas insistentes. Yo miré rápidamente de quien se trataba y nuevamente era Andrés. Por supuesto no le contesté, y solo me concentré en subirme al taxi, dándole las instrucciones de a donde debía llegar.

—Por favor, vaya lo mas rápido que pueda, es de suma urgencia—le pedí al taxista y él asintió sonriente.

Me arrimé al espaldar del asiento cuando el taxi aceleró hacia su destino, y mientras viajaba tuve la tranquilidad suficiente para ponerme a cuentas con las personas a las cuales iba a dejar plantada.

Whattsapp

Andrés, me surgió un imprevisto

Una amiga me llamó y al parecer necesita de mi ayuda de manera urgente

Van a tener que olvidarse del helado 😥😥

Ahora mismo estoy en un taxi rumbo a su casa

¿En serio?

¿Es muy grave?

¿Necesitan ayuda?

No, gracias Andy

No es algo tan grave, pero si urgente

Al regreso te cuento

No te preocupes

¿A que hora piensas que volverás?

Para estar pendiente

No lo sé, espero que no me demore mucho

Bien, espero que todo salga bien

Nos vemos mas luego

Sip

Ya una vez arreglado una parte de mis problemas pequeños, pasaba a pensar en el problema grande; mi borracho futuro esposo que estaba tirado en algún lugar de un mirador.

¿Qué carajos estaba pensando al haberse emborrachado así y en compañía de una desconocida al parecer? Ninguna amiga o alguien que lo quiera lo abandonaría como ella planeaba. 

Internamente pensé que a lo mejor esa chica era algún nuevo conquiste de Chris, cosa que me enfureció. Si iba a salir hacer estupideces al menos debió ir con alguien que lo cuide. 

Volví a mirar el chat con Chris, y ahora que tenía más tranquilidad empecé a meditar sus mensajes.

Hermosa, ayúdame

Te necesito

¿Ayudarlo en que? ¿Acaso quería que fuera a rescatarlo de su borrachera antes que lo deje su nueva conquista? Claro como yo nunca tenía nada que hacer pensó en mi. Ni siquiera le importaba que yo viera a su nueva amiguita, cuando un día anterior me dijo que me quería.

¡EL DIJO QUE ME QUERÍA!

Ay mejor ni me hacia ilusiones, que eso que dijo solo pudo ser producto de tragos con efectos secundarios del hechizo. Si en realidad me quisiera, nunca hubiera salido con otra para restregármela en la cara.

Mi mente ahora fue a parar en aquel audio que oí, donde me dedicaba Cien.

Dile que... que le dedico Cien. Ella sabe... ella sabe.

—Cien—susurré mirando el paisaje, y en seguida mi corazón se aceleró.

Yo me conocía de memoria de lo que trataba esa canción.

Sin poder evitarlo, encendí mi celular y busqué la canción para darle play. Necesitaba recordar con mas exactitud la letra que Chris me quiso cantar.

Mientras la música sonaba, el conductor tuvo la amabilidad de bajarle la música del taxi para que pudiera escuchar mejor. Yo le agradecí con una sonrisa, y me concentré en escuchar la canción, sintiendo una punzada de culpa en cada frase. Sobre todo cuando se repetían frases como:

Duele cien veces más que si se hundiera un clavo en mi piel
cada vez que veo tu foto y aún estás con él.
No aprendí a aceptar que seas de otro...

O también:

Y es que dudo que él en verdad te ame como yo
y es que no me creo que en otro lugar eres más feliz... de lo que fuiste aquí.

O la frase que me puso a temblar:

Que nadie te amará como yo a ti te amo. Nadie te amará...

¡Maldito hechizo!

Internamente me dije a mi misma, que el hechizo le hacía decir cosas así. Nuevamente la decepción sobre la falsedad en sus pensamientos de amor me invadieron. Así iba a ser mi vida de ahora en adelante. Solo escuchando hermosas cosas por parte de él, debido a que el hechizo lo obligaba. 

Llegué al lugar al que me dijo la chica, muy cerca a un barrio La pradera. No me tomó mucho tiempo encontrarlos, pues estaba cerca de mi casa. Afortunadamente con el taxista no nos perdimos, ya que una vez que encontramos la calle principal solo tuvimos que seguir recto hasta el final. Era una calle sin salida, que por arriba tenía una inclinada peña con un pequeño bosque, a la izquierda un lote vacío, y hacia abajo la continuación de la misma peña con mucha vegetación. Unas cuantas casa a varios metros eran la única compañía.

—Gracias, que tenga una buena noche—me despedí del taxista y cerré la puerta. Él me había dejado en la trasversal antes de llegar a parar en el final de la calle sin salida.

Cuando quedé sola empecé a caminar en medio música y cantos que aún se me hacían lejanos. Miré también a dos chicos arrimados a un auto, y obviamente asumí que eran Chris y la chica.

DIME COMO HAGO AMOR PARA OLVIDARTE, SI TE TENGO EN MI ALMA EN MI MENTE Y NO PUEDO SACARTE— Chris cantaba a todo pulmón una canción de Makano, que sonaba a todo volumen desde su auto.

La chica lo sostenía de la cintura alzando su vista al cielo, como si estuviera pidiendo un milagro.

—Ya no grites así, los vecinos nos van a venir a reclamar—ella le advirtió, y Chris se le acercó demasiado para intentar robarle un beso. La chica desvió el rostro molesta.

—Ayúdame a olvidar—él le dijo en medio de una risita, causando que yo me detenga a varios pasos a observar. Ellos seguían sin percatarse de mi presencia—. Tú... ¿tú quieres ser mi morfina?

—¿Eh?—la chica lo miró sin entender

—Tal vez si aceptas ir a otro lado, y pasar la noche conmi...

—No iré a ningún lado contigo, en ese estado—ella le respondió cortante.

—Vamos mami, te prometo que no te vas arrepentir—Chris le puso un brazo sobre los hombros.

—Llámame otro día y hablamos, ahora no—ella se cruzó de brazos desviando su cara de él.

Vaya, al parecer Chris estaba con un nuevo vacile, y lo que más me sorprendió fue que su nuevo vacile era la chica que le robó un beso la otra vez, en nuestra competencia de quien obtiene más números.

¡Y PARA ESTO ME LLAMARON!

—¡ESTA PARTE ES BUENÍSIMA!—Chris gritó, causando que la chica y yo pegáramos un salto. En seguida empezó a cantarle a su acompañante, una parte de "Como hago para olvidarte!—. TE CONFIESO QUE TE NECESITO. AUNQUE SÉ QUE NO SIENTES LO MISMO. ES INJUSTO QUE SIGA SUFRIENDO. SI TÚ NO ME AMAAAAAS

—Deja de gritar, que van a llamar a la policía—ella soltó mirando a nuestro alrededor nerviosa, encontrándose conmigo durante su escrutinio.

Al principio pegó un respingo, pero luego de enfocar su vista y reconocerme, se relajó y enseguida se separó de Chris. Él se quedó apoyado en el auto con su brazo y cabeza, mirando al piso.

—Me acuerdo de ti—ella me señaló sonriendo con amabilidad-. Tú estabas cuando él me fue a pedir mi numero en el parque.

—¿De que hablas, Mela?—preguntó Chris mientras movía su cabeza al ritmo de música sin percatar de mi presencia.

—Efectivamente—yo me acerqué lentamente—. Me llamo, Cielo.

Con tan solo oír mi nombre y mi voz, él alzó la cabeza. En un inicio me miró entrecerrando los ojos como si eso le ayudara a verme mejor, y posteriormente sacudió su cabeza.

—Que bueno que viniste—ella habló con alivio—. Ahm... gracias por venir.

—Gracias a ti por llamar

Chris seguió mirándome, y por la manera en que abrió los ojos acercándose a mi, descubrí que al fin comprobó que era yo.

—Mala mía, ¿Qué te trae por aquí?—él caminaba chueco, sonriéndome cual borracho.

—Resulta que vengo a ser tu salvavidas esta noche—lo miré malhumorada—. Al parecer la señorita ya tiene que irse y yo tomo el turno de ser tu niñera.

—Sí, perdón—ella se mordía el labio incomoda—. Tengo algunas cosas que hacer, y... en realidad la primera opción que tenía para que me ayuden era Jonathan, pero... no sabía su numero. Luego cuando se lo pedí a Chris, él no me lo dio. Se puso de testarudo a decirme que te tenía que llamar a ti, y pues... aquí estas. Lo lamento si te arruiné tus planes, o algo. 

—¿Acaso no se te ocurrió quitarle las llaves del carro, y tú misma manejar hasta su casa para dejarlo allá?—le pregunté cruzándome de brazos. 

—No sé manejar—ella desvió su vista de mi. 

—Entiendo—yo volví a ver al tambaleante Chris, que me miraba risueño. 

—También quise llevarlo a su casa en un taxi, pero no se dejó. Dijo que no se iría de aquí hasta que tú vengas. Dijo que tenía algo urgente que solo tú podrías resolver. 

—Sí, okey. Descuida—yo me acerqué a Chris y lo sostuve de la cintura, él solo me miraba fijamente con una sonrisa. 

—Mira, en verdad quería quedarme con él, pero... pero ya me cansé. En realidad, se puso muy terco con eso de verte, y creo saber porqué. Las canciones de desamor que cantó toda la noche, la cantidad de alcohol, y los insultos a un tal Andrés me dan a entender que pasa. Y la verdad ahora que estás aquí, solo me resta decir que no quiero hacer mal tercio. Yo me voy. 

—Bien—asentí un tanto distraída, debido a lo que me contó sobre la noche de Chris.

Él había estado despechado por mi. 

—Okey, entonces adiós—ella se nos acercó y nos dio un beso en la mejilla como despedida. 

—¡Mami, vamos no te vayas!—Chris la tomó del brazo—. Solo aclaro unas cosas con Cielo, y nos vamos a otro lado. Podríamos ir a...

Ni siquiera lo dejé terminar pues le di un pisotón con enojo. Chris soltó un grito, y casi cae al alzar su pie por el dolor, pero yo lo sostuve de mala gana. 

—Eres un sin verguenza—lo miré con rabia—. Si hubiera sabido que vengo a oír como coqueteas con otra chica, mejor me hubiera quedado en mi casa. 

Al parecer mis palabras no hicieron ningún efecto en él, pues con total tranquilidad bajó su vista al celular, y se puso a monearlo. 

—Tengo la canción perfecta para ti—Chris pasó su dedo por el celular, y alzó su vista mirándome reprobatoriamente aunque sonriendo a la vez.

Una canción que yo conocía empezó a sonar a todo volumen. Realmente por todo el espacio desolado retumbaba el tema. Por lo visto estaba poniendo canciones por Bluetooth .

—¡Dios, baja el volumen!—solté suplicante. 

Quizás de Rakim y Ken sonaba exageradamente, y yo me puse nerviosa porque pronto vendría algún vecino de las casa cercanas, para ahuyentarnos con una escoba.

PD autora: Esta canción es un clásico y va tan bien con Chris jijiji

—Okey, yo me voy. Tuve suficiente por hoy—la chica se dio la vuelta, y con igual nerviosismo se fue caminando a toda prisa. 

—¡Mi amor, quédate!—Chris intentó ir tras ella, pero yo lo jalé de la ropa trayendolo de regreso. 

—¡Mejor cierra la maldita boca, y baja ese volumen ahora mismo!—lo regañé, y él se soltó de mi bruscamente.

Chris me apuntó con el dedo, moviéndose al ritmo de la música sin dejar de mirarme.

—BUSCANDO DONDE NO HAY NADA. YA NO QUIERO DISCUTIR, PARA QUE SEGUIR. TRATANDO CON LA ILUSIÓN, QUE ALGÚN DÍA ME QUIERAS COMO YO QUIERO, PERO SOY UN JUEGO—él me cantó, acercándose paso a paso—. TÚ EN MI BUSCAS VENGANZA Y YO EN TI BUSCO UN SUEÑO. DIME ENTONCES QUE HACEMOS.

Internamente recordé el concepto de la canción, y en seguida un sinfín de sentimientos me invadieron. Tenía culpa, lastima, depresión, ira, confusión, ternura, amor...

—Aja—yo evadí su mirada y lo atrapé del brazo para llevarlo al auto.

—¿Ves que ni cuando te cantó me tomas en serio?—él quiso detenerse, pero yo lo seguí empujando hasta su carro.

—Primero que nada, me rebajas el volumen, te metes al carro y ahí hablaremos sobre si te tomo en serio o no—yo lo seguía guiando. 

—Pues no se va a poder

—¿Porqué?—lo miré con una ceja alzada

Chris soltó una risita, y nuevamente volvió a poner su cara de canto. Él solo ignoró mi cara de advertencia y siguió cantando a todo pulmón con la ruidosa música.

—QUIZÁS AMASTE A QUIEN NO DEBISTE AMAR. TOMASTE UNA DECISIÓN FATAL. TE LASTIMARON Y ESO TE HIZO MAL. ¡YO LO TUVE QUE PAGAR!- él cantaba con los brazos al aire. De milagro yo lograba mantenerlo en pie. 

—¡Chris, basta!

La canción siguió sonando, y Chris seguía ignorando mis pedidos. Yo aproveché su falta de interés en mi y concentración en la música para arrancharle su celular.

—Listo, ya se acabó—yo le di pausa a la canción.

Chris sonriente, alzó los hombros como si no le importara.

—Aún no acaba—me dijo como último y se dejó llevar por mi hasta su auto.

Él se sostuvo con una mano en el techo y la otra en la ventana, con sus ojos cerrados fuertemente y con cara de malestar.

—Dios santo, cuanto habrás tomado para que te pongas así—yo empecé a rebuscarle en los bolsillos de su chaqueta las llaves del auto—. La ultima vez tomaste una tonelada, y ni así te pusiste tan mal como ahora. Mierda, ni siquiera te puedes parar.

Chris se dio la vuelta, y arrimó su espalda contra la puerta, aún con los ojos cerrados en dirección al cielo. Ahora se veía relajado.

—Dame las llaves que ya quiero irme de aquí—yo ahora le rebuscaba en los bolsillos del pantalón—. Hombre si algún vecino llamó a la policía, estarás metido en graves problemas. ¿Qué crees que dirán tus fans si te ven detenido por la policía?

—No te las puedo dar—él abrió los ojos, y me sonrió traviesamente.

—¿Porqué?

—Porque se me quedaron las llaves adentro—él empezó a reírse como si fuera el mejor chiste del año, y por supuesto yo me estampé contra la ventana delante para ver si era cierto.

La desgraciada llave estaba colgando junto al volante, y las puertas estaba bien cerradas. Ahora entendía porque la chica y él estaban por acá afuera aguantando frío.

—¡¿Y como fue que se quedó adentro?!—yo sentía el pánico en mi— ¿Acaso tenían algo tan urgente que hacer por acá afuera, que ni tuvieron tiempo de sacar la llave o al menos abrir una ventana?

—Queríamos fumar un ratito—él me dijo con simpleza—. No quería dejar el carro con olor a cigarrillo.

—¡Par de idiotas, al menos debieron dejar una ventana abierta!

—Es que Mela no me dejaba pensar con sus besitos—él me miraba sonriente, y juro que quería acuchillarlo por contarme de sus aventuras felinas—. Incluso besa mejor que tú.

¡Hijo de...!

—¿Para decirme todas estas cosas es que querías verme?—yo le di un  manotazo en el pecho-. ¿Para esto me necesitas? ¿Así te ayudo?

—En realidad me ayudarías más si mostraras una pizca de interés por mi. Lo único que quería era que vinieras conmigo, demostrándome que no me ignoras del todo. Y ahora mismo, mientras te restriego en la cara a Mela, solo quiero que des algún indicio de celos. Yo... yo lo único que pido es alguna señal de que te importo. 

—Tú me importas, Chris... y mucho. En realidad me importas más de lo que puedo—yo lo miré detenidamente. 

Él no dijo nada, tan solo suspiró y volvió a cerrar. Por su expresión pareció que no me creyó. 

Ahora mismo Chris no estaba apto para una conversación sobre sentimientos, así que decidí no discutir sobre nuestro último diálogo. Lo mejor ahora era solo enfocarme en hallar una solución a nuestro problema de vehículo. 

Internamente analicé mis posibilidades. Bien podría romper una ventana y alcanzar las llaves, pero eso me pareció muy extremo. También pensé en ir a mi casa y buscar materiales que me servirían para abrir la el carro de manera forzosa, pero afortunadamente se me ocurrió algo más inteligente.

—Dame el numero de tu hermano—yo volví mi atención a Chris y le extendí su teléfono.

—¿Para que?

—Para decirle que traiga la llave de repuesto que supongo debes tener en tu casa—respondí poniéndole el celular en la mano. Él abrió los ojos y miró el celular pensativo—. ¿La tienes verdad?

—Supongo—él asintió, y se arrimó al auto para monear su teléfono. Se lo había acercado tanto el celular a la cara que básicamente estaba en sus narices.

Abrazándome a mi misma por el frío, esperé a que él me mostrara el numero de Jonathan. Me llevé una gran sorpresa al obtener otra cosa muy ruidosa. Una vez más él había inundado la desolada calle con la reproducción de una canción a alto volumen.

Mi oídos hasta empezaron a doler y él suelo empezó a vibrar por la intensidad.

—¡Hombre, apaga eso!—yo me lancé contra Chris para quitarle el teléfono, pero él fue más rápido y puso el celular en un área donde no me resultaba incomodo meter mano. 

Otra vez me había jugado la bromita del celular dentro de sus pantalones junto a su "fiel amigo".

—¡CHRISTOPHER VÉLEZ!—solté atónita sacudiéndolo del brazo. Él solo me respondió con una sonrisita coqueta.

—Sácalo es todo tuyo—él me guiñó un ojo exageradamente.

—¿No crees que sea capaz?—lo miré malhumorada. Ni loca iba a dejar que él se salga con las suyas. No iba a dejar que se mofe por no poder meter mi mano en su pantalón. Además debía rescatar el celular antes que la bulla siguiera molestando a los vecinos.

—¡Vamos, mami! Te quiero ver, te quiero sentir—él miró hacia donde su celular estaba atrapado y luego a mi retadoramente.

—Patán—yo le di un pellizco muy doloroso en el brazo, causando que suelte un grito. Posteriormente empezó a reírse, y con más intensidad cuando vio que mi mano se introdujo en sus pantalones—. Juro que me las vas a pagar con creces.

Estaba iniciando mi búsqueda, pero él puso una mano en mi brazo. Al alzar la mirada para reclamarle que me dejara, su mirada chocó con la mía, y acto seguido lo vi sonreírme. Él iba a decirme algo muy profundo por su cara de extrema concentración, pero aquello no pudo ser pues la parecer la música lo distrajo.

—¡ESTA PARTE ES PARA TI!—Chris puso su cara de canto, y enseguida se puso a cantar el tema de Cristian Castro que sonaba—. SERÁ, SERÁ COMO TU QUIERAS PERO ASÍ SERÁ. SI AUN TENGO QUE ESPERARTE SIETE VIDAS MAS. ME QUEDARE COLGADO DE ESTE SENTIMIENTO—quise zafarme de su agarre, pero no pude—. POR AMARTE ASÍ ES ESA MI FORTUNA ES ESE MI CASTIGO. SERÁ QUE TANTO AMOR ACASO ESTA PROHIBIDO. YO SIGO AQUÍ MURIENDO POR ESTAR CONTIGOOOOO. POR AMARTE ASÍ A UN PASO DE TU BOCA Y SIN PODER BESARLA. TAN CERCA DE TI PIEL Y SIN PODER TOCARLA. ARDIENDO DE DESEOS CON CADA MIRADAAAAA. POR AMARTE ASÍ, POR AMARTE ASÍ, POR AMARTE

—El celular—le susuré, intentando esquivar su intensa mirada que me decía que estaba sintiendo esa canción—.El... el celular... déjame... busca...

—Es tan frustrante solo tener derecho a ser tu amigo. Tú me sentenciaste a eso—él acercó mas su cara, y yo abrí los labios en anticipación a lo que supuse eran sus intenciones—. Ese es mi castigo.

Sin poder evitarlo sonreí como idiota, porque al parecer mi corazón dijo que olvide que todo era producto de la reactivación del hechizo. En lo único que pensaba era en aliviar ese dolor que sus ojos me mostraban. Esa era mi más urgente necesidad.

—Creo que todo tendrá que cambiar desde hoy—yo empecé acercar mis labios—. Quizás debamos olvidarnos de la estupidez de ser amigos.



Holi, holi jeje

Les gustó el nuevo cap?
Yo diría que la terca Cielo empieza a dejar de resistirse tanto a Chris. 
Ahhhh los dos siguientes caps son posiblemente de los mas importantes por muuuuuchas razones.
Listas para las maripositas en el estómago y las ganas de asesinar a alguien? Jajaja

Bue... Pero primero un poquitin de humor el siguiente cap ggg

Buenos nos vemos. De ustedes depende cuando jiji. Bye bye

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