37. Miedos que se hacen realidad
La verdad me divertí mucho escribiendo este capitulo jajajaja. Fue algo nuevo para mi imaginar todo un ambiente pesado y de ultratumba.
Okey... ahora si continúen.
Capitulo dedicado a: camiilaa19 (Mil gracias Cami por siempre estar pendiente de esta novela. Me alegras mucho cada vez que me escribes preguntando por este par de estrellados. Saluditos linda, espero te guste el cap)
Aún permanecía latente en mi aquella ocasión en donde por primera vez sentí perder mi corazón. A partir de ese momento supe que ya no tenía dominio sobre mis sentimientos. Y la primera persona que causó aquella maravillosa y vertiginosa sensación fue Andrés.
Por siempre él sería mi primer amor, aunque claro... quizás no el amor de mi vida.
¿Y si se preguntan por mi primer novio, que me hizo una canallada? Pues ese no cuenta ni como mosco aplastado en el piso.
Parecía ayer cuando Andrés hizo algo que me desarmó por completo.
Era el día de nuestra graduación, y junto a nuestros compañeros y familiares, estábamos sentados en el teatro de mi colegio. Andrés en vista de haber sido elegido como el mejor estudiante de mi generación, fue el encargado de dar un discurso final. Yo estaba por completo orgullosa de mi amigo. En ese entonces ese era el titulo de Andy.
—Señor Beltrán no se dormirá—soltó bromista Andy desde la tarima. Su discurso ya había terminado y todos los asistentes aplaudían por sus conmovedoras palabras recién concluidas—. Ya me voy, no se preocupe. Hoy es mi ultimo día por aquí para molestarlo.
Mi profesor de matemáticas; el señor Beltrán, desde su asiento solo negó con diversión a Andrés. Siempre se llevaron muy bien durante el periodo académico que estuvieron juntos.
—Gracias señor Fuel por... —dijo la secretaria a cargo de dirigir el evento, pero Andrés la interrumpió.
—Tengo una ultima cosa con la que agobiarlos a todos—Andrés, soltó un suspiro por el micrófono—. Por favor... yo...—Andrés miró a las autoridades sentadas detrás de él en una mesa, luego al público—. Dios, sé que si... si ella me dice que no, yo... yo podría arruinarlo todo pero... de... debo decirlo.
—Yo sí se que va a deci-ir—Fer a mi lado, dijo dándome un codazo.
Entonces vi como Andrés alzó la mano, dando a lugar que todos mis compañeros alzaran una hoja de papel con letras de colores impresas. Al ver lo que allí decía casi me muero.
Dale el sí
—Dicen que el colegio es una hermosa etapa que jamás se olvidará. Suelen decir los adultos, que allí vivieron los mejores momentos de su vida, y yo quiero que esas palabras se cumplan cuando esté viejito y arrugado—Andrés se pasó una mano por la nariz con nervios, y aunque un tanto inseguro puso su vista en mi dirección—. Me estuve preguntando, cual sería ese recuerdo colegial que catalogaría como el mejor de mi vida, y llegué a una conclusión. Mi más grande y bello recuerdo debe ser Cielo.
En seguida todos mis compañeros soltaron chiflidos, y gritos de emoción por lo que pasaba. Yo por mi parte empecé a temblar como idiota.
—Aun estoy a tiempo de hacer que el hermoso recuerdo mejore. Aún estoy a tiempo de decir en un futuro a mis hijos que en este colegio encontré a su madre. Todavía estoy a tiempo de hacer de nuestra historia algo épico.
Las hojas de papel empezaron a sacudirse a mi alrededor, causando que como única reacción yo me pusiera a llorar.
—Cielo Rojas, ¿quisieras ser mi novia?—me preguntó Andrés, y yo me puse de pie de un salto. No me costó nada salir de mi asiento y correr por el pasillo que llevaba al escenario. Andrés por su parte, también había bajado del escenario.
Al encontrarnos al mitad del pasillo, él se detuvo mirándome con los ojos cristalinos.
—Claro que si acepto, mi vida—solté entre llantos, y al fin lo envolví en un fuerte abrazo.
Los asistentes soltaron aplausos, gritos y exclamaciones de admiración por lo que pasaba.
—Te juro que no te arrepentirás—él susurró en mi oído, y besó mi frente—. Lo nuestro será eterno, te lo prometo. Cada día lucharé por hacerte feliz así me toque sacrificarlo todo.
Sin decir palabra alguna, yo le agradecí por sus palabras con un beso profundo.
—Te amo tanto—solté entre risitas combinadas con llanto, y una vez más volví abrazarlo.
Al enfocar mi vista al frente, supe que había hecho lo correcto al haber aceptado Andrés. Cuando vi a mi madre llorar de la felicidad, compartiendo mi emoción supe que él era un chico bueno, que tenía su sello de aprobación. Y solo como dato curioso, mi madre era una persona muy difícil de convencer.
Después de las promesas fallidas de mi padre, ella se cerró mucho a confiar en alguien y al verla, supe que su confianza con relación a mi felicidad estaba puesta en Andrés.
¿Quién diría que ella ocultamente, ya sabía que Andrés estaba destinado a ser mi felicidad eterna?
¿Quién diría que esa felicidad eterna solo era algo falso creado por ella?
¿Quién diría que mi verdadera felicidad eterna en realidad era Christopher Vélez?
En fin... volvamos al presente.
Coff coff, ¿en que íbamos?
Ah, sí.
Íbamos en que Andrés estaba borracho, y que tuvo que ir a mi casa.
Cuando sentí que la luz empezaba a molestarme, yo abrí los ojos de mala gana de poco en poco. Lo primero que vi en frente, fue la cara cansada de mi ex novio. Él dormía plácidamente, con su cara hundida en la almohada. Se veía muy tierno, así que sin poder evitarlo sonreí. Los recuerdos de la cantidad de veces que lo encontré así durante mis mañanas, aparecieron en mi mente.
Parecía solo ayer cuando él era mi primer escenario al abrir los ojos. Indistintamente si hacíamos o no él amor previo a encontrarlo dormido junto a mi, siempre lo sentía como mio con solo verlo descansar sobre mi almohada.
—Cabeza de pollo—solté en un susurró, mientras le pasaba un dedo por la mandíbula. Siempre había sido muy malo bebiendo alcohol.
La noche anterior estuve con él sobre la cama, charlando y dándole de beber todo el café que pude. Y mi idea era hacerlo dormir para luego ir a otra habitación, pero como ven... terminé despertando en sus brazos.
Como entendía que no era correcto despertar así con él, yo me fui soltando de sus brazos de a poco. El gimoteaba un poco a cada movimiento que hacía, pero parecía seguir durmiendo tranquilamente.
—Un terremoto—oí su voz, y por instinto miré su cara. Él abrió un ojo, mirándome con el ceño fruncido—. Cada vez que te mueves es un terremoto.
—Debiste haber bebido mucho—lo miré con preocupación, y debido a que ya estaba despierto, me solté rápidamente sentándome a un costado de la cama—. Iré a comprarte algo en la farmacia—estiré mi mano y tomé mi celular para ver la hora—. Sí, de seguro a la una de la tarde ya está abierta.
Quise ponerme en pie, pero él me jaló por las mismas. No le costó nada envolverme en sus brazos, apegando su cabeza a mi espalda.
—No te vayas—él dijo entre quejidos—. Aunque... esté muriendo, no pienso desperdiciar ni un segundo contigo.
Voy a ser sincera, quería lanzarme sobre él y besarlo hasta cansarme, pero al recordar todos los problemas que tuvimos, y al recordar que estábamos en un periodo de descanso de la relación, decidí soltarme de una sola.
—¿Quieres desayunar conmigo?—le pregunté, mientras agarraba mis zapatos del suelo—. Yo... yo hago unos huevos revueltos muy ricos y...
—Lo sé. Los he probado cientos de veces—él me miró con nostalgia—. Tú hacías los huevos revueltos, mientras yo preparaba el batido o el jugo. Eramos un buen equipo hasta para preparar el desayuno.
Una vez mas, los gratos recuerdos con él se me vinieron a la mente. Siete años de momentos de en sueño no eran algo fácil de olvidar.
—Bien, entonces los prepararé hoy—le sonreí con incomodidad, y para que no lo note me agaché a ponerme los zapatos—. Iré a comprar en la tienda un par de cosas para el desayuno, pero antes... debo ir a la farmacia. Sea como sea debes tomarte algo para reponer ese hígado que lo debes tener intoxicado. Ya vuelvo.
Andrés me iba a decir algo, pero yo salí a paso rápido de la habitación. Quise salir tan rápido de la casa, que ni siquiera me importó salir despeinada, y sin un suéter o algo que me abrigue. A lo mucho avancé a tomar mi cartera que estaba colgada en el perchero de la entrada.
—¿Y ahora que?—solté al cerrar la puerta. En seguida el viento de la mañana me congeló.
Mi blusa de tiras no abrigaba mucho.
Decidí que la mejor manera de sacar respuestas a mi dilema era caminar, así que ignoré a mi pantera que estaba estacionada afuera.
Mi cabeza era un lío total. Tenía en mente los conflictos de pareja con Andrés, versus mis días felices que compartí con él. Estaban también mis conflictos existenciales, donde no sabía que carajos pasaría con mi vida, debido a que podría estar sentenciada a cumplir con una profecía, o bien con una maldición. Se suponía que con el final feliz terminaría con Chris, y con la maldición con Andrés, aunque por poco tiempo pues había la posibilidad de terminar muerta trágicamente. Y... y... como ultimo de mis problemas estaba, Christopher. La noche anterior me había confesado, que para él la noche de año nuevo fue real.
—No sabes lo que dices—lo miraba fijamente—. Te juro que no me amas en verdad. Necesito que lo medites mejor.
—Si no es amor entonces, ¿que sucede con todo lo que me hiciste sentir? No te miento, cuando digo que me nublabas la mente con tu presencia, y sin querer me hacías pensar en un futuro contigo. Un futuro que se supone aún no debo planear, porque tengo mucha vida sin responsabilidades por delante—él dio una ruidosa respiración—. Cuando te veo, me cortas la respiración, y aunque suene cursi... haces que las famosas mariposas me revuelvan el estómago. Dime, ¿entonces que fue lo que me hiciste sentir? Tú me dices que no es amor, pero si no es así... dime que es.
Recordé nuestra casi despedida, que se supone que nos estaba hundiendo en la depresión.
—Si duele, que al menos valga la pena.
Luego mi mente se inundó de sus besos regados en todo mi cuerpo, y la manera en la que me entregué a ellos. La imagen de su cuerpo sobre el mio, mientras estábamos recostados en el sillón aparecieron.
—No sabes lo mucho que te amo, Cielo—él murmuró en mi cuello
Y por ultimo recordé a mi inoportuna amiga con su llamada reveladora.
—Sí, Cielo. Al parecer eres libre, porque desde anoche antes que termine el año, tú y Chris no mostraron señales de necesitar la influencia de mis poderes para actuar—Fatima me dijo.
—¡AY, YA NO AGUANTO TODO ESTO!—solté malhumorada, causando que la señora que esperaba en la cola de la panadería me mirara asustada.
—Si quiere siga adelante de mi, pero no se ponga así—me dijo ella empujándome un puesto.
No repliqué solo en automático caminé hacia mi nuevo lugar.
Después de comprar el pan, salí nuevamente a caminar, y creo que mi caminata me llevó al otro extremo de mi barrio. Ni cuenta me di que estaba en un lugar que jamás había visto. Afortunadamente el perderme no fue tan malo, pues terminé encontrando una farmacia.
En fin... solo puedo resumir mi sesión de reflexiones como una caminata de casi una hora. Así lo comprobé porque al regresar a mi casa, ya eran más de las dos de la tarde.
—Creí que no ibas a volver—Andrés estaba sentado en la sala.
Él ya se encontraba más arreglado que en la mañana. Cualquiera que lo viera diría que no estaba con resaca.
—No encontraba una farmacia donde hubiera lo que buscaba—yo le extendí una bolsa de papel con medicamentos, mientras me acercaba—. Tómate todo eso ahorita, y por la noche te tomas otra dosis.
Andrés tomó la bolsa, sin dejar de observarme.
Estuve por entrar a la cocina a preparar algún jugo o café para acompañarlo con el pan que traje, pero vi que Andrés ya tenía listo en la mesa una jarra de batido de fresa.
—Iré hacer huevos—dije como ultimo recurso para escapar de su cercanía.
Insisto, aún tenía la sensación de querer comerlo a besos.
Me tomé mi tiempo preparando un montón de huevos, que ni sabía si los comeríamos o no. Solo quería una excusa para prolongar el momento de la gran verdad. Aquel momento donde toparíamos el asunto de nuestro futuro, y su relación con la profecía.
Dando una ultima respiración puse los huevos en dos platos, y salí de la cocina dando un portazo accidental. Hasta el pobre Andrés pegó un salto al cerrarse la puerta de la cocina.
—Vamos a comer—le dije fingiendo animo.
Sin más me senté en la mesa, y luego de poner música para evitar el silencio incomodo, empecé a comer. Andrés me miraba de vez en cuando mientras se sentaba.
Por fortuna, él decidió romper el silencio con preguntas muy simples. Así fue como mientras comíamos, hablamos de los hermosos lugares que conocimos en Loja durante el tiempo que estuvimos. Él me charló un poco de unas cuantas anécdotas turísticas en Loja, y de paso sus semanas de vida en la ciudad de México.
Por esos instantes me sentí como su vieja amiga nuevamente. Todo era tranquilidad, pero como siempre esta no era eterna. Así fue como después de comer, que se terminaron las excusas de estar juntos.
Lo correcto era que él se vaya, o que yo fingiera que debía salir a algún lado para librarme de él. Menos mal el dio aquel paso correcto.
—Me tengo que ir—Andrés soltó en un sonrisa triste—. Tengo que arreglar algunos asuntos para mi viaje de mañana.
—¿Te vas?—solté sorprendida
—Pienso que mi presencia está demás por aquí—él dijo entre reproche y broma—. Además, tengo que aprovechar el poco tiempo que aún me queda en Ecuador para pasar con mi familia. Mi mamá me advirtió que tenía que estar mañana puntual en mi fiesta de despedida.
—¿Desped...?
—Pasado mañana regresaré a México a continuar con mi trabajo—él dijo en un suspiro—. Ya es tiempo de volver al mundo real.
Mi mundo se detuvo por una pizca de tiempo, y en seguida el dolor de tenerlo tan lejos volvió a mi. Hasta las ganas de pedirle que no se vayan, y que se quede conmigo volvieron a mi.
—Debiste haber pasado más tiempo con tu familia—le dije con la voz temblorosa—. De seguro estaban deseosos de recuperar el tiempo perdido contigo.
—No podía—él puso su vista en el piso—. No podía abandonarte en todo esto. Me dije a mi mismo que debía hacer hasta lo imposible por ayudarte.
—Pero no lo lograste—solté con dolor.
—Sí, pero al menos me voy con la satisfacción de que lo intenté todo—él dijo cerrando los ojos con fuerza—, en verdad lo intenté todo. No tienes idea de la clase de lugares a los que tuve que ir para ayudarte. Ahora solo me queda la esperanza de que Fatima te salve.
—También tengo mi fe en ella—logré decir, mientras pasaba una mano por su mejilla.
Su dolor e impotencia me estaba rompiendo el corazón.
—Tengo entendido que ahora no tienes ningún hechizo encima de ti—Andrés me tomó de la mano, dándome una mirada de ilusión—. Po... podríamos aprovechar eso, y vivir felices hasta que Fatima busque la manera de romperlo por completo. Si lo logra, solo seguiremos metidos en nuestro mundo, pero si falla...—él tragó duro, y llevó su mano a su boca para dar un beso—, prometo que te dejaré ir, aunque eso me duela. Si tu vida depende de ello, solo dejaré que te vayas a cumplir con lo que debes, pero al menos sabré que te tuve hasta el último minuto.
Diablos, se me hizo una propuesta muy tentadora al instante.
—Si no funciona, y cuando tengamos que separarnos va a ser muy dolo...
—Prefiero tener un ultimo momento contigo, a no tener nada más—él me abrazó de repente, y yo le correspondí—. Se que dolerá si todo sale mal, pero al menos podré tener los recuerdos que hicimos en nuestra ultima vez. Valdrá la pena el sufrimiento por los recuerdos acumulados contigo.
—Andrés...
—¡Porfavor, Cielo! Has un ultimo esfuerzo—él besó mi frente y me miró suplicante—. Dame un plan B, en caso de que todo salga mal. Mis recuerdo de ti son lo único que me quedará. No perdamos el tiempo sufriendo en vano. Huyamos de aquí unos días, y...
—No me puedes pedir algo así tan de repente—yo lo solté las manos, y me alejé un paso—. Yo... ya me había resignado a aceptar todo lo que podría pasar en caso de que Fat fallara. Y ahora tú vienes a tentarme con respecto a soñar en una vida contigo. Yo sé que en cuanto vuelva a ti, mis ganas de oponerme al hechizo volverán y nuevamente mi sufrimiento por aceptar mi destino regresará, y no es justo.
Andrés se pasó una mano por el cabello, para después tomarme por los hombros.
—Okey no me respondas ahora—él me sonrió suavemente—. Descansa esta tarde, y luego ve a dormir. Tal vez mañana por la mañana tengas una respuesta. En caso de que tú quieras arriesgarlo todo conmigo por una ultima vez, te estaré esperando mañana temprano para el primer vuelo que sale de Loja. Si tú llegas, compraremos boletos para el vuelo de la tarde, pero si no... entenderé, y viajaré solo en el primer vuelo.
—Andy, yo... No quisiera volver a superarte—yo me mordí el labio con tristeza—. En verdad no sería capaz...
—Bien, como dije... te daré para que lo medites esta noche—él me sonrió, y se dio la vuelta. Lo vi atravesar la puerta sin regresar a verme.
Andrés se iba a ir, y ahora tenía la oportunidad de despedirlo como se merecía, pero no me sentía capaz de darle aquella luna de miel que me pedía. Si iba a tener una ultima vez con él, iba a hacerlo como un par de amigos, más no como amantes. Además le debía algo como agradecimiento a todo lo que hizo por querer salvarme de la profecía. Por un momento quería dejar las cosas en paz con él, pues quizás esto sería lo ultimo que nos quedaría por compartir juntos, antes que la profecía me lleve en caso de no lograr ser cortada.
—¡Andrés, te invito a comer algo!—dije de una sola, causando que él regrese a verme sorprendido—. ¿Qué tal si te preparo algo rico antes que te vayas? Esa sería la única despedida que por ahora puedo cumplir. En verdad, quisiera que te quedes.
Él me miró con una sonrisa por un rato. Al parecer mi propuesta le agradaba mucho.
—Pido hacer la salsa, la ensalada y el postre—él alzó la mano como si estuviera en una competencia—. Se me viene ocurriendo una salsa de champiñones, ensalada de granos, y una torta de chocolate.
—Okey, señor Fuel—asentí sonriente—. En ese caso yo me encargo de hacer una arroz con pasas y un pollo al horno. ¿Qué te parece?
—Delicioso, señorita Rojas. Entonces, manos a la obra—él se me acercó y me tomó de la mano—. Cielo, en verdad muchas gracias por esto. No tienes idea de lo mucho que necesitaba pasar un tiempo así.
—No tienes nada que agradecer—yo le di un apretón en la mano—. Yo al igual que tú, también necesitaba un poco de tranquilidad contigo. Así como en los viejos tiempos.
—Exacto—él me soltó la mano y se fue caminando de espaldas mirándome—. Hay que cerrar el ciclo de la mejor manera, y despedirnos en paz. La cocina siempre fue una linda manera de lograrlo.
—Lo sé—le sonreí y él a mi. Finalmente se dio la vuelta y se fue ha la cocina, con toda confianza como en los viejos tiempo.
Mientras las ollas sonaban dentro de la cocina, me sentí tan relajada y feliz. Sin querer queriendo regresé en el tiempo hacia aquellas épocas donde Andrés y yo cocinábamos, lanzándonos comida en el transcurso, riendo y cantando con la alegría que una pareja en plena luna de miel experimentaba.
En esas épocas, antes que todo se arruine, nuestra relación era casi perfecta. Eran muy extraños los ratos donde nos enojábamos. Y cuando lo hacíamos, era por cosas estúpidas como no contestar en teléfono. Eso era una niñería a comparación de nuestros problemas de ahora con terceros.
Aprovechando que estaba sola en la sala, tomé mi teléfono sobre la mesa, y revisé rápidamente los mensajes llevándome una decepción. No encontré mensajes de la persona que inconscientemente estuve esperando, tan solo de Pao, Fer y Fatima.
Christopher no se había acordado de mi.
—Empezaré contigo—susurré con mis pensamientos en el chat de Fat. Cuando ella escribía, era por cosas muy importantes.
Whattsapp
Andrés me dijo que tú ya sabes que él sabe 😬😬😬😬
Lo siento 😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭
¿Por qué lo hiciste?
😡😡😡😡😡
Por algo muy importante
En verdad fue algo que valió la pena
Esa no es una explicación satisfactoria, así que habla...
¿Porqué lo hiciste?
No puedo explicártelo por aquí
Es algo muy largo
😱😱😱😱😱😱
¿Acaso descubriste algo que podría ayudar?
¡DIME!
Si vienes a mi casa por un momento te podría decir
¿Sí descubriste algo que podría ayudar?
Sí, por eso te digo que vengas un rato a mi casa
😶😶😶😶😶😶
Ok, ya voy
Pero solo de pasada, porque tengo cosas que hacer
Hubiera ido a verla en cuanto terminara mi cena con Andrés, pero aquella pizca de esperanza que me dio por su mensaje me mató de la curiosidad. Lo único que pensaba era en conocer la grandiosa cosa que descubrió, antes de volverme loca.
—¡ANDY!—le grité mientras me colocaba una chaqueta que encontré en la sala—Vuelvo en un rato. Iré a comprar las cosas que hacen falta para la comida.
—¿No quieres que vaya yo?
—Tú nunca has sido bueno para regatear, así que iré yo—solté en broma—. Cuando se trata de comprar yo soy mejor.
—Baratera—dijo entre risitas Andrés—. Okey, entonces sigo preparando la comida con lo que encuentre.
—Sí, gracias. Por cierto... hazlo despacio porque creo que me demorarme más de lo esperado. Es que el mercado a donde voy queda un poco lejos.
—Como tu digas—lo oí decir en medio del ruido de un grifo de agua.
Tomé las llaves de mi motoneta, y un poco de dinero de mi billetera y salí a toda prisa de mi casa rumbo a la casa de Fat.
Aparte de querer saber de sus descubrimientos, necesitaba algo más importante.... ¡Venganza!
(...)
—¡¿PORQUÉ LE DIJISTE TODO?!—yo intentaba atrapar a Fatima, que corría por toda la habitación huyendo de mi.
—¡TUVE QUE HACERLO!—ella se metió debajo de la mesa, para poder cruzar a un sitio contrario a mi—. Cielo, en serio fue necesario.
—¡Con eso que hiciste me sentenciaste a ser la manzana de la discordia!—yo di un manotazo sobre la mesa, causando que fat se sobresalte y se golpeé mientras salía—. Ayer Andrés y Chris casi se agarraron a golpes por mi.
—Uy, cuéntame más—Fatima me dijo burlona, mientras seguía rodeando lo mesa, al igual que yo.
—Esto no es un chiste—le reclamé con enojo—, porque ayer mientras intentaba calmar a Andrés, diciéndole que entre Chris y yo no hay nada, Chris lo oyó. Y... y creo que lo lastimé, porque... porque... minutos antes él me había dicho que me quería en verdad y...
—¿Y tú le correspondes?
—No puedo responderte, recuerda que puedo tener mis pensamiento y sentimientos influenciados por un hechizo...
—Te recuerdo que día a día yo pongo a dormir esos hechizos, así que...
¡Rayos!
Chris me dijo con seguridad que todo lo que pasó el 31 era real.
—Como sea, ayer la pasé muy mal. Andrés estaba muy borracho, diciéndome muchas cosas nada agradables. Además no era justo meterlo en nuestros problemas, lo único que hiciste fue hacerle saber que un maldito hechizo me arrebatará de él. Y aunque él me quiera, simplemente no puede hacer nada por recuperarme. Con tus revelaciones solo hiciste que sepa que en un futuro estaré enamorada de un chico falsamente, y no solo eso sino también formando una familia a la fuerza.
—Sí, entiendo—ella bajó la vista avergonzada, aun estando al otro extremo de mi.
—¿Y dime, que fue lo que descubriste en estos días que es tan importante? Si el precio para lo que descubriste, fue que le hayas dicho a Andrés, mas vale que sea algo muy bueno.
—De hecho, si descubrí algo últimamente, y no tiene que ver con lo de Andrés—ella bajó más su mirada, dándome mala espina—. De hecho lo que descubrí es que...
—¿Qué?—insistí con miedo.
—Creo que pronto deberán cumplir las ultimas fases del libro, antes del viaje de Chris.
Mi mundo se detuvo y en seguida sentí que la sangre se me heló.
—¿Porqué lo dices?
—Porque cada día que pasa, mis poderes van fallando contra los hechizos. Bueno, en realidad en contra del maleficio. Y tú sabes que si ese maleficio sigue, debo dejar funcionar...
—¡SI, YA SÉ!—finalmente me rendí, y abatida me senté en una de las sillas del comedor—. Volverá hacerse realidad la profecía, y... con eso quiere decir que nuevamente quedo en riesgo de terminar embarazada de...—yo me pasé una mano por el cabello—. ¿Y entonces para esto fue que le dijiste todo a Andrés? Dime, ¿hizo algún cambio? Al menos antes sabía que él estaría relativamente tranquilo, porque si no volvía con él sería porque simplemente ya lo superé, eso es lo que él pensaría,y así me odiara por ello no me hubiera importado porque lo asimilaría en algun momento. Pero ahora... ahora cada día solo se dirá que no volví con él por estar presa en un hechizo, eso si duele más que dejarlo por falta de amor.
Estaba a un paso de volverme loca una vez mas.
Estaba por ser atrapada por un hechizo, y para colmo el chico que aún me amaba vería como me engulle.
—Lo lamento.
—¡¿Por qué lo hiciste?! ¡¿Por qué le dijiste todo?!
Fatima se sentó a mi lado y con notable lastima en sus ojos, me dio unas palmaditas en la espalda.
—Cuando te digo que tuve que hacerlo, fue porque tuve que hacerlo. Gracias a eso pude descifrar un gran dilema, y si no hubiera sido por el regreso de Andrés, jamás hubiera podido romper los hechizos en estos días. Por lo menos les di a Chris y a ti unos días de normalidad.
—¿Pero que fue lo que descubriste?
—Si te lo digo, dejará de funcionar, así que... mejor déjalo en tu imaginación—ella miró hacia la pared pensativa—. Y ahora, para ayudarme tú solamente debes...
De repente Fatima puso cara de querer vomitar, seguido del movimiento de sus brazos hacia su estómago. Ella se abrazaba fuertemente mientras sus ojos se iban adormeciendo.
—¿Fat?—me levanté alarmada a sostenerla. Casi cayó al piso, cuando se apoyó mal en el espaldar de la silla—. Nenita, ¿que pasa?
—¡No... puedo...!—ella apenas podía decir, mientras intentaba abrir los ojos.
De repente las cortinas del cuarto se cerraron, sumiéndonos en una oscuridad profunda, pues la tela de las cortinas sorprendentemente no dejaban pasar ni un rayo de la luz.
—¡Mierda!—logré decir con un hilo de voz—¿Tú hiciste eso?
—¡No!
Las ventanas y las puertas de todo el departamento empezaron a temblar. Juro que estuvo por hacerme pipi del susto, pues parecía que estaba en una película de terror. Me tuve que aguantar por Fatima se abrazaba a mi como su protectora.
—¿Qué pasa?!—yo la abrazaba fuertemente, mientras acariciaba su cabeza.
El ruido de un viento que pasaba por mi cara, empezaba a inundar mi habitación.
—Esto no... no puede estar pasando—Fat me seguía abrazando con la voz llorosa.
De la nada, una luz amarilla se encendió sobre la mesa. Allí fue cuando noté que algo dentro de un caldero empezó a quemarse. Fatima pegó un grito ante ello, y yo estuve por hacerlo pero me callé para no empeorar la situación.
—¡El espíritu que controla el maleficio!—ella logró decir, mientras miraba con dificultad hacia algún lugar en el techo.
—¡¿Espiritu?!
—ES UN DEMONIO—ella soltó con la voz temblorosa, mirando hacia algo que yo no veía.
Fatima empezó a llorar con miedo en su voz, mientras miraba aquello. Pese a mi miedo, yo alcé la vista hacia aquel lugar donde ella miraba, pero no encontraba a nada. Solo estaba el techo iluminado ligeramente por el fuego del caldero.
—¡¿Qué hago?!—pregunté, pero ella no me respondió—. ¡¿Me pongo a rezar o que?!
Solo se concentró en mirar al frente, con su mirada cada vez más enfocada.
Parecía poseída.
—No quiere que lo mate—me susurró Fat, notándose hipnotizada por aquello que veía—. Qui... quiere que lo deje vivir. Quiere cobrar... sus vidas por la de él. Quiere cobrar el favor que hizo, cuando te mantuvo lejos de Chris. Va a salir al mundo cuando haya cobrado su pago.
—¡¿Qué?!
Obviamente mi reacción fue ponerme a temblar como idiota, mientras abrazaba a Fatima con todas mis fuerzas. A mi alrededor todo eran temblores, ventiscas que no se de donde salían, y por ultimo... susurros. Susurros apenas audibles, pero de una voz que haría que no pueda dormir por varias noches.
—No debo... no debo cortar el hechizo de Agram. Ese es su nombre...
¡Mierda, había un demonio frente a mi y yo no lo veía!
No sabía si eso era menos peor que verlo.
Fatima parecía fuera de si, solo mirando sin parpadear hacia al frente.
—¡Dios, si me estás oyendo ayúdame!—yo cerré los ojos, y me enfoqué en pensar en algo lo suficientemente celestial para no sentir miedo—. Alguien... alguien que nos ayude. Por favor... por...
Y entonces pensé en lo mas puro que la vida me pudo dar. Aquello que se me hacía lo más parecido a un milagro.
Ese milagro era mi madre
—¡Mami, por favor ayúdame! ¡Mami ven!
Y luego pensé en mis otros milagros de carne y hueso. Mis abuelitos que siempre fueron mis protectores.
—Abuelito, por favor te necesito. Necesito que seas mi asustador, ahora sí—sollocé con los ojos cerrados, pues no quería ver el horroroso panorama de mi alrededor—. Abuelita, no me dejes sola. Los necesito, por favor por favor.
El viento se hizo más intenso y los susurros infernales fueron subiendo de tonos. Incluso escuché un toqueteo bajo la mesa justo a la altura del caldero, como si alguien estuviera por abajo pidiendo permiso para entrar.
Cada vez el miedo iba corriendo por mis venas, causando que mi corazón quisiera salirse por mi boca.
—Alguien... alguien... por favor—susurré sosteniendo a Fatima en mis brazos.
—¿Abue?—de pronto susurró Fatima, y yo abrí los ojos—. Ella seguía mirando a la nada, sin expresión alguna.
Lo que pasó después no lo puedo explicar, pues solo lo atribuí a mi imaginación de escritora, y a la adrenalina que segregaba mi cuerpo.
—¡Ahhhhh!—gritó Fatima escondiendo su cara en mi pecho.
De pronto un ultimo golpeteo sonó en la mesa sonó, y juro por Dios que vi una sombra negra estrellarse contra la puerta principal. Como si por allí hubiera buscado su escape.
—¡JESÚS BENDITO!—dije pegándome lo más que pude contra la pared, con mis ojos empezando derramar lágrimas.
El miedo estaba por hacer que me desmaye, yo lo presentía.
—Aquí estoy mi pequeña, no tengas miedo—oí la dulce voz de mi madre, y acto seguido el foco empezó a parpadear violentamente hasta explotar. Seguidamente se causó un apagón por parte del caldero, dejándonos en una desesperante oscuridad.
En un solo segundo, el temblor de puertas y ventanas se detuvo, la ventiza cesó y ese ambiente pesado en el que me rodeé minutos antes, desapareció.
Con las manos temblorosas, logré sacar mi teléfono que estaba guardado en mi bolsillo. Lo encendí y de inmediato lo enfoqué hacia donde Fatima estuvo mirando.
—¿Y ahora que?—hablé al no ver nada.
De pronto Fatima empezó a reaccionar en mis brazos, pues sus movimiento se hacían cada vez más notables. Al poco tiempo se pudo incorporar por ella misma.
—Te... tengo miedo—ella me regresó a ver, y yo solo la abracé.
—Tranquila, nena. Ya todo pasó—dije insegura, mientras enfocaba con mi celular hacia todos lados. Tenía la sensación de que por allí estaría algún demonio esperando por llevarse mi alma.
Y literalmente ese demonio tenía las intenciones de matarme al parecer.
—Yo... yo no sabía que algo así podría pasar—Fat hundió su cara en mi cuello—. Yo... yo lo vi. Pude ver su cara y fue horrible...
Si seguíamos en esa oscuridad tenebrosa el miedo nunca desaparecería, así que junto a Fat me puse de pie para encender alguna luz. La única que se me ocurrió fue la de la cocina. Era la más cercana.
—Ya se fue Fat, estamos a salvo ahora—le susurré sin dejar de abrazarla.
Cuando encendí la luz fue un alivio, pues las cosas volvieron a ser relativamente normales. Al menos ahora si se aparecía algún espanto, ya no nos tomaría por sorpresa en la oscuridad.
Fatima se separó de mi, y aún sin dejar de abrazarse y notándose pálida se quedó pensativa mirando hacia el pasillo que llevaba a su habitación.
—¿Será que...?—ella murmuró para luego salir disparada corriendo a su cuarto.
Por supuesto yo la seguí, en primera para ver lo que pasaba y en segunda porque no quería quedarme sola.
Fatima se metió bajo su cama, y sacó una especie de baúl cerrado bajo llave. Con desesperación ella alzó el colchón, y sacó de allí una llave.
—¡Por favor no, por favor no!—ella susurraba una y otra vez, hasta abrir el baúl.
—Fatima, debes explicarme que pasa
Ella alzó la vista, sosteniendo en sus manos dos libros que extrajo del interior del baúl. Uno de ellos ya lo conocía. Era la fotocopia que le sacó al libro que me hizo mi madre, y el otro nunca lo había visto.
—Estamos en problemas—ella me informó, soltando el libro desconocido en el piso. Fat se enfocó en abrir la fotocopia empastada sobre su cama.
Cuando me acerqué noté como ella pasaba las paginas desesperada, hasta llegar a una que estaba quemada. Bueno, en realidad muchas paginas se veían quemadas, como si hubieran intentado arrancarlas a base de fuego. Solo había pedazos de paginas aun empastadas.
—¿Qué es eso?
—Yo me daba cuenta de que mis hechizos anuladores estaban funcionando cuando sentía que la magia era extraída de mi cuerpo lentamente durante el día. Yo sentía cuando se me iba del cuerpo, y ahora no siento nada.
—Aja
Algo muy desesperante se me pasó a la cabeza, pero decidí dejarlo en standby.
—Tú me preguntaste cual fue la razón para haberle dicho a Andres—ella miró al piso con la respiración agitada—. Pues porque necesitaba descubrir algo, y efectivamente lo encontré, aunque no precisamente. Yo pude hallar algo que no estuve buscando, pero algo muy importante... una agujero en una barrera. Ese "agujero", ha permitido la entrada de mis hechizos anuladores. Gracias a Andrés pude hallar una barrera que no supe que existía. Eso es lo que hacía casi intocables a los hechizos. Es como su instinto de supervivencia para que no los destruya, y eso yo no lo supe. Solo intentaba anularlos, pero jamás hacían nada sobre ellos, y no entendía porqué hasta que ocurrió todo lo que ocurrió el 31. El día que regresó Andrés, la barrera se rompió aunque solo en una parte. Después lo que quedó de la barrera volvió a construirse día a día, y es por ello que con el paso de los días se me dificultaba más poder controlarlos, sobre todo al maleficio.
—¿Es decir que utilizaste a Andrés para que rompa la barrera?
—Algo así—ella seguía mirando consternada el libro abierto—. Ese día por casualidad, cuando intentaba anular mi hechizo lujurioso, terminé logrando que ese hechizo de anulación funcion también para los del maleficio y la profecía. En realidad la temática de mi anulación era quitar cualquier influencia mágica de ti, y es por ello que como efecto colateral arrasó hasta con el maleficio y la profecía, pero ¿porqué funciono un simple hechizo de anulación contra los indestructibles hechizos de la profecía y el maleficio así como así? Allí fue cuando entra Andrés. El logró causar una falla en el sistema por así decirlo, y por tanto mis hechizos lograron entrar por la barrera para atacar hasta a los hechizos más fuerte, los cuales creí que jamás tendrían solución. .
—¡¿Pero que hizo él?!
Fatima me clavó la vista, y por su cara supe que cambió de tema.
—Solo puedo decir que en un inicio utilicé a Andrés para que me ayude a hacer fuerte a mi hechizo, pero lo que en realidad me ayudó hacer, fue hacerme ver una barrera que no dejaba actuar mis hechizos. Ni así utilizara el más fuerte jamás funcionaria sin la destrucción de la barrera. Afortunadamente él empezó a actuar con su presencia rompiendo la barrera, justamente cuando yo intentaba anular hechizos en ti y en Chris. Me di cuenta que era lo que en realidad hacia intocable al hechizo y la profecía, cuando ya no tenía lo que le hacia intocable. Y si la barrera se hubiera roto por completo, no solo un agujero, habría roto todo por siempre. Tu y Chris habrían sido libres en todos los sentidos desde ese día.
—¿Y porque no se rompió todo?
—Involuntariamente Andrés logró resolver una clave, pero su respuesta no fue lo suficientemente fuerte para derribarlo todo.
—¿Pero por una mierda que hizo Andrés?
Una vez más, Fatima me ignoró y solo se concentró en pasar las paginas de unos cuadernos viejos con preocupación. Yo estaba por seguirle insistiendo que me explicara el asunto de Andrés, pero ella habló primero.
—Apenas se marcaban las 12 yo debía conjurar otro nuevo hechizo de anulación, y así cada día. La prueba de que cada hechizo iba funcionando contra la profecía y el maleficio, estaba en los libros. Noté que cada pagina o fragmento que se debía cumplir se quemaba automáticamente en el día que actuaba. Por eso estos libros están así. Significa que cada pagina quemada, fue un día que no se cumplió y que desapareció.
—Verdaderamente si nos estabas ayudando—dije con la boca seca.
—Sí, pero empecé a necesitar más de la ayuda de ustedes , cuando noté que mi simple hechizo de anulación de antes no era suficiente. Este dejó de funcionar en el maleficio, pues ese es el mas fuerte, y hasta hoy noté por causa de quien es mas fuerte—ella sacudió la cabeza con miedo. Supuse que recordó al demonio que vio—. ¿Recuerdas el día que por poco morimos todos?
—Sí, claro que sí
—Ese día mi hechizo; es decir el de la profecía quedó anulado casi por completo, debido a que en ese hechizo mis poderes funcionaban con completa normalidad ya que no había barrera, pero al querer anular el maleficio no pude. Mis poderes no tenían dominio sobre él, y entonces sucedió la casi tragedia que vivimos porque estuviste por acercarte a Chris—ella dijo con cansancio—. Así fue como necesité de más investigación para lograr hechizos más avanzados de anulación que volvieran afectar al maleficio.
—Okey, y al parecer lo lograste porque por suerte todos estamos vivos.
—Sí, claro que logré perfeccionar día a día hechizos más avanzados que mi abuela me heredó. Mi poder si pudo con esos hechizos, aunque a ella no le hayan funcionado. Estos tuvieron la misma temática de durar un día hasta la media noche. Claro que con el pasar de los días, cada hechizo que hacia iba dejando de funcionar, dejándome con la tarea de buscar otro más avanzada.
—Dios, esto es de locos—yo me pasé una mano por el cabello.
—Hoy llegué a mi limite, y ya no tengo más hechizos de anulación que sean más fuertes. Hasta hoy llegué al ultimo, y ese ultimo dejó de funcionar cuando la barrera volvió a cerrarse.
Mi sangre se heló por aquella revelación, pues sabía lo que se vendría después. Solo se debía sumar uno más uno para saber que se venía.
—¿La barrera... la barrera vol... volvió..?—yo sentí mi voz temblorosa.
—Sí, Cielo—ella alzó el otro libro, y pasó las paginas. Efectivamente también tenía paginas quemadas—. Mira, este libro de aquí es el que se escribió cuando se hizo el maleficio. Este también lo hizo tu madre. Fue hace muchos años, cuando eras una niña. Solo quiso hacer lo mismo que la profecía pero con Andrés.
Me acerqué a verlo y encontré la letra tan singular y casi patoja de mi madre. No podía creer todo lo que me ocultaba.
De alguna manera me sentí traicionada por su insistencia de manejar mi vida a su antojo. No era justo.
—Fatima, quiero saber algo—yo me mordí los labios como intento de no llorar.
Una sola idea de mi futuro estaba en mi mente.
—Dime—ella no alzó la vista, solo pasaba las páginas lentamente.
—¿Cuando dices que la barrera volvió quiere decir que la profecía y el maleficio vuelven a correr?
—Así es—Fat seguía pasando paginas
—¿Entonces, quiere decir que nuevamente estamos sentenciados a... tener un final feliz con Yuli?
Me dio una mirada fugaz y asintió.
—¿Entonces supongo que estamos a puertas de... de traer al mundo a Yuli?— dije con poca voz.
Fatima alzó su vista a mi con los ojos llorosos.
—Lo siento tanto Cielo, en verdad quería ayudarlos—ella cerró el libro de golpe y corrió a abrazarme.
¿Qué se venía a continuación con respecto al libro?
Esa pregunta me rondaba ruidosamente la cabeza.
—¿Que paginas faltan por quemarse?—le dije intentando permanecer calmada, aunque me resultaba casi imposible.
Ella se separó y en silencio se arrodilló frente al libro de la profecía. La vi leer un rato ante mi mirada perdida.
—Mejor no intentes saberlo. Solo deja que pase—fue lo único que me respondió.
—¡Fatima dime!—solté con poca paciencia—¡Al menos merezco prepararme psicológicamente para lo que se viene!
—Pero...
—¡Dilo ya!
Fatima me miró con lastima, mientras cerraba el libro. Su expresión no era nada esperanzadora.
—La ultima pagina que tiene que cumplirse es...
La muchachita se quedó en suspenso
—¡Fatima dilo ya!
—Es algo muy confuso. Son dos relatos separados por puntos suspensivos, supongo que son dos días—ella dijo con nervios—. En el primer escrito, narra de manera breve y sin diálogos la hermosa noche que pasaste con Christopher en una montaña, bajo la luz de la luna, cenando junto al calor de una fogata. Narras que fue el mejor día de tu vida, y que esa noche te sirvió para enamorarte más de....
No la dejé hablar más, solo me acerqué para leer lo que se veía en la pagina manchada de negro.
Después de leer toda una sarta de cursilerías de una cena, y de elogiar a Chris con su look especial de la noche, yo pasé a leer algo que si me causó mucha intriga. Tal vez allí tenía la respuesta de lo que estaba por pasar.
Mi corazón siempre guardó inseguridades con respecto al amor. Por toda una vida, fui entrenada para desconfiar en entregar todo de mi a una persona, porque podría suceder que aquella persona sea una traidora.
Siempre tuve miedo, sin embargo, con tan solo mirar a Chris estaba segura de que no había que temer más.
Él era el indicado.
Su mirada llena de amor, y verdad me decían que nunca me abandonaría así la distancia y el tiempo nos separan. Eso me impulsó a dejar fluir los sentimientos que aún seguían aferrándose a no ser depositados en el verdugo.
Lo poco que aún quedaba como mi protección, se lo di a él sin titubear.
Al fin quedé desarmada, quedando solo con la hambrienta necesidad de expresar mi amor con otro lenguaje que no sean solo palabras, besos, caricias o miradas.
Una vez más necesitaba más.
Me emocionaba pensar que con él sería él único con quien podría saciar el hambre que hacía retumbar mi corazón. Qué me quemaba de desesperación, y dolía en lo profundo.
Esta vez el amor dolía, pero de felicidad.
—¡Aquí no me dice que sucedió esa noche!— dije desesperada—. ¡O bueno quizás, pero... quizás no.
—¿Cómo?
—Que ahí digo que quiero encontrar otra manera de expresar mi amor, y no se me ocurre más que...
—¡Oh por Dios!—Fatima se llevó una mano a la boca.
Bajé la vista y seguí leyendo después de los puntos suspensivos. Bien podría ser otro día o bien podría ser otro escenario.
Cada día que pasaba no podía estar más segura de que Chris era el dueño de mi alma. Simplemente yo le pertenecía a él, y él a mi. Desafortunadamente ese fuerte sentimiento de los últimos días, debía tomar un descanso.
Nos hallábamos en el aeropuerto esperando su vuelo. Ahora mismo él estaba por volver a su grandioso sueño con Cnco, dejando atrás lo que vivimos en Loja para...
—¡Días después!—yo solté con los nervios de punta—. Y... y Chris ya se va del país.
Mi mente trabajó a mil por hora, hasta que hallé una solución posible.
—Si pasaron días luego del encuentro, entonces puede que esa misma noche antes de los puntos suspensivos haya pasado algo—yo empecé hiperventilar—. O puede que ese día no haya pasado nada, y más bien haya pasado en alguno de los días después.
¡Me estaba volviendo loca!
—Exactamente, y... y debe ser en estos días porque si ya leíste, lo siguiente que pasa en el libro, es que un día te realizas la prueba de embarazo, luego de haber tenido varios días de síntomas. En el libro especificas que extrañas a Chris porque está fuera del país lejos de ti.
¡Estaba entrando en pánico!
—¡Ay no!—yo me senté en una de las sillas altas de la cocina.
Claramente sentía como mi respiración empezaba dificultarse, y mis manos empezaban a temblar. Mi corazón estaba más acelerado que nunca, y todo empezaba a verse borroso.
—Un ataque—solté con poca voz, mientras tanteaba el brazo de Fat con desesperación.
La chica me quedó mirando espantada, sin saber que hacer.
—Da... dame... una funda—yo le pedí, empezando a dejar de respirar.
Mientras yo moría en vida, sintiendo que todo en mi vida era un caos que me tragaba, ella buscaba en los cajones del mesón desesperada.
—Fa... fat...
Ella llegó con una funda de plástico y yo empecé a respirar en ella con fuerza. La manera que halló Fatima de ayudarme fue acariciando mi espalda, y diciéndome palabras reconfortantes.
Mientras intentaba recobrar el oxigeno, mi mente me atormentaba con mi futuro más cercano, y ese era que estaba por traer al mundo a Yuli. Una bebé que se convertiría en mi mayor sueño. Y ahora si era una realidad inminente y sin solución.
No tenía escapatoria.
CHAN CHAN CHAN!!!
Jajaja, como ya ven... quizás los muchachitos ya tengan que ponerse en planes de hacer un bebé 😏😏😏😏
En serio que desde que empezó la historia me andan pidiendo esto jajaja.
Les cuento que quedé enamorada de los capitulos que se vienen. Hace tanto que no me sentía tan emocionada escribiendo sobre algo, ya verán porqué.
¿Quieren bardo del bueno entre Chris y Cielo?
Uy lo que se viene estará...
Okey, me voy. Nos vemos en el siguiente cap.
PD: ya tengo a variar elegidas para dedicatorias de cap, se lo merecen por siempre estar activas jijji. Chaitos
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