34. Juanita



Capitulo triple 2/3 




—Lo siento mucho—Fatima me miraba apenada—. Yo... yo lo he intentado de todo, pero... mis hechizos solo funcionan por momentos. Y estaba teniendo éxito anulando el hechizo y el contra hechizo día a día, pero... a medida que pasa el tiempo solo termino anulando la profecía, y con mucha dificultad el maleficio. Y ustedes saben que si solo funciona el maleficio...

—Podría desprenderse una fuerza oscura que quiera matarnos para cobrar su pago—dije como si fuera obvio.

—Si eso pasa... es decir, si el maleficio ya no puede ser anulado por mis poderes, tendré que volver a poner a funcionar la profecía normalmente. Ya saben... para mantenernos a salvo, pues ella nos protege.

Cada día desde que los hechizos se rompieron, Fat me contó que estuvo haciendo aquel hechizo que descubrió aquella noche de fin de año a diario. Así fue que logró mantenernos normales a Chris y a mi desde esa noche. Por ella estábamos siendo libres unos días. 

—Me volveré loca—suspiré, sentándome en su sillón abatida. 

—En verdad, lo he hecho de todo. Y si de alguna manera no tengo problemas con anular la profecía, es porque yo la hice y me lo conozco muy bien, pero con el maleficio es todo distinto. Como lo hizo mi abuela, no lo conozco bien, por tanto se me dificulta anularlo. Hasta ahora solo ha estado siendo anulado pero con esfuerzos casi sobre humanos. Y me temo que hasta no descifrar las bases del maleficio, no lograré quitarlo por completo. Así es como siempre estará volviendo. 

—¿No tenías sus instrucciones o algo así?—le pregunté con preocupación

—Sí, pero... no las entiendo—ella caminó hasta una mesa donde habían varios libros antiguos, y unas cuantas yerbas rodeando una olla de piedra, o un material parecido.

Su familia no estaba en casa, había salido de vacaciones con la mamá de Fatima a la playa. Ella se había quedado con la promesa de que los iba a alcanzar en unos días, cosa que era una mentira, pues ella prometió no ir con su familia hasta culminar con el asunto de Chris y yo.

¿Ya les dije que nadie de la familia de Fatima sabía que ella y su abuela eran brujas?

—¿Cuál clave?—yo alcé la vista con curiosidad, cuando ella se me acercó con una hoja arrugada en la mano.

—Lo que te voy a decir es muy importante, y si te lo estoy diciendo es porque te ganaste mi confianza. Yo... yo no debería compartirte mis hechizos o los de mi abuela, pues es algo secreto y de familia, pero... gracias a que estoy desesperada lo haré—Fatima me puso la hoja sobre las piernas. Allí habían varios dibujos al mas estilo ocultista con un montón de letras patojas, pero no les hice mucho caso, ahora mismo solo analizaba lo que Fat me señalada.

—Esta es la clave del hechizo—Fatima me miró fijamente—. Tú debes ayudarme a descifrarlo.

Y entonces pude leer lo que decía al final de la pagina, con letras más grandes y más entendibles.

Cuando la insensibilidad sea sinónimo de realidad, la brecha paralela podrá regresar. 

—¿Y esto que significa?

—Si algún día lo descubres, avísame—ella miraba la hoja de papel arrugada.

—Bien—yo también puse mi vista en la hoja—. Pero siéndote sincera no entiendo un carajo.

Fatima se quedó callada un buen rato, y luego de un suspiro me miró con el ceño fruncido de preocupación.

—No le digas nada de lo que viste a Chris. No quiera que... bueno... sepa que no confío en él— Fatima me sonrió incomoda—. No quisiera ganar rencores. De seguro se va a sentir mal por no confiar en él.

—Descuida—le sonreí—. Esto será nuestro secreto.

Siendo las 6 y 30 de la mañana, y luego de haberle entregado sus tareas a Fat (La razón inicial de haber llegado a su casa), yo me despedí y emprendí un rumbo a mi casa a seguir durmiendo.

Obviamente no logré hacerlo, pues la dichosa frase que me dio Fat me puso muy nerviosa, y eso que ni la entendía.

(...)

Mi amigo Fer se había ido nuevamente, dejándome la promesa de que volvería a seguir fastidiando en unas semanas, así que como conclusión volvía a tener la casa sola.

Por cierto... ¿ya les dije que estaba planeando mudarme en definitiva a Loja?

Bueno, por si olvidé decirles, iba a quedarme a vivir en Loja. Me parecía una buena manera de empezar desde cero, luego que mi vida volviera a la normalidad cuando Fat rompa el hechizo. Si es que lo lograba.

—¡Hey!—Chris me gritó y yo pegué un brinco. Seguidamente me jaló bruscamente del brazo.

—¡¿Qué?!—yo lo miré malhumorada por haberme asustado.

—Cieli, casi te atropella una bicicleta—él me miró con aburrimiento. Al ver a un costado, hallé a una bicicleta alejándose, cuyo dueño me iba mirando enojado.

Estaba sumamente distraída en los últimos días, sobre todo porque se acercaba el día en que Chris debía irse, y hasta ese día se suponía que era nuestro limite para cumplir con la procreación de Yuli. Por esa razón es que lo único que tenía en la cabeza, era en la maldita frase que no descifraba.

Chris menos mal seguía tranquilo sin saber que los hechizos de Fat empezaban a fallar. 

—Creo que mejor voy acabar los deberes—yo di una lamida a mi helado.

Con Chris decidimos darnos un pequeño descanso de los deberes, y fuimos a comprar helados. Luego nos entretuvimos caminando por un parque a charlar, sentados en una banqueta. Al menos eso me distraía un poco del estrés causado por los hechizos.

—Así que alguna vez perdiste contra alguien—él dijo mirándome vengativo. Al parecer le impactó un pasaje de mi vida que le conté por casualidad, mientras hacíamos las tareas. Yo le relaté del peor fracaso que tuve—. Por fin la gran Cielo no obtuvo lo que quiere. Supongo que sentiste lo mismo que yo en el concurso de canto.

Y sip, ese día me había sentido muy mal por perder contra mi archienemiga, y antes mejor amiga; Karla. 

Ese día mi manera de darle un golpe en la cara por sus estúpidas suposiciones acerca de una traición por parte mía, era ganándole en un concurso de baile al que entramos en un inicio por diversión, pero que a la final (Gracias a un malentendido) se convirtió en un duelo a muerte.

—¿Sabes lo que es tener que improvisar un baile que es de pareja?—dije a la defensiva. Únicamente le conté a Chris que esa fue una de mis peores derrotas, mas no las razones de ser la peor—. Se suponía que Fer sería mi pareja, pero el muy pendejo no llegó porque se quedó con su "nenorra" más de lo debido.

Estúpido Fer

—Pero si eras tan buena para todo, incluyendo ganarme en mi primer concurso; el ganar un concurso de una academia de baile X, no habría sido problema. Supongo que la suerte no estuvo de tu lado—él me miró retadoramente, y yo me le acerqué afrentosa.

—Era un baile muy complicado para hacerlo a solas

Sinceramente no quería que él me siga recriminando de aquel concurso, que fue mi peor fracaso. Aparte de haber quedado como una maldita robanovios, había quedado ridiculizada frente a Karla y su traidor novio.

Hasta ahora no entendía como era posible que él amor te cegara tanto, que ni quisiera te importaba perder a las personas que siempre estuvieron en tu vida. Una amor pasajero que a veces no valía la pena, te hacia perder a las personas más importantes de tu vida.

Karla me perdió a mi, y recuperarme no sería una opción. Una vez que perdían mi confianza, jamás la recuperaban.

—¿Por qué los hombres son malos?—dije de repente, mirando con rabia a Chris—. Todos son unos playboys egocéntricos...

—¡Oye!—él me dijo ofendido—. ¿Me acabas de decir mujeriego?

—Sí, exactamente—le dije con simpleza—. Mujeriego, y para rematar sin veguenza.

—¿Qué?—él me miró con una ceja alzada

—Tú te lanzas a alguien, así sea algo prohibido. Ni siquiera te importa si estás en publico—le dije con rabia. Creo que en lugar de ser palabras para él, las para Tobías, el novio de mi amiga con el cual se iba a casar.

¡Al final ella iba a terminar con ese patán!

—Ni siquiera me conoces—Chris me miró claramente enojado.

—Lo siento—yo bajé la vista apenada—. Es solo que indirectamente te insulté por recordar a una persona no muy grata. No quise decir lo que te dije.

Pablo (Mi primer novio traidor), Tobías (El novio de mi ex amiga), Andrés (Ya saben que fue), y hasta mi propio amigo Fer, me enseñaron que no era muy bueno confiar ciegamente en un chico que te promete amor eterno. A la final, casi todos los hombres tienen más hormonas que corazón.

Y sí,  puede que hayan hombre perfectos, pero... yo no había conocido a ninguno.

Ninguno...

En ese instante una duda me surgió, y era saber si Chris sería capaz de actuar como los chicos recién nombrados. Necesitaba saber si estaba haciendo bien en inmiscuirme tanto con él. Quien sabía si él iba a pasar a la lista negra.

—¿Tú serías capaz de prometer amor a una chica, y después estar a sus espaldas deseando a otra?—le pregunté de una sola, y él se quedó callado—. Y no me refiero a solo desear a otra chica, sin hacer nada al respecto, sino todo lo contrario... dar rienda suelta a tus deseos. Es decir, tomar lo que no es tuyo, pese a que ya tienes algo. 

—No lo creo—él dijo llevando su vista al piso. Se veía muy pensativo. 

—¿Alguna vez lo hiciste?—yo seguí atacando, y él soltó un suspiro incomodo. 

Chris me miró fijamente. 

—Mmmm, nop—él respondió con lentitud. 

Si de algo estaba segura con respecto a mi persona, era que podría ser un detector de mentiras en cuanto ponía verdadera atención. Los gestos, la respiración y el tono de voz de una persona al responder, solían decirme mucho.

Era bruja en ese aspecto.

—Bien—asentí, mirándolo con un tanto de decepción. Por mis observaciones deduje que su respuesta no fue tan verdadera. Su manera de respirar se aceleró, y me evadía la vista cuando podía. Además, respondía con un ligero temblor mezclado con una risita. 

—¿Y tú has hecho algo así?—me preguntó con curiosidad.

—Sí, lo he hecho—yo miré al frente—. Lo hice contigo.

—¿Ah?—lo oí decir sorprendido—¿Yo?

—Digamos que con el simple hecho de haberte deseado, aunque sea con un simple beso en aquella iglesia de Quito, ya traicioné al chico al que le prometí amor eterno. Y eso que no cuento las veces que por poco y te violaba aún teniendo en mente la promesa que le hice a Andrés. Deseé tomar lo que no era mio, pese a que ya tenía algo.

Creo que estaba siendo demasiado sincera. Pero que más daba, en algún momento debía admitir mis errores con los que herí personas. Si quería ponerme a mirar la paja en el ojo de los chicos de mi lista negra, al menos debía ver el tronco que tenía en mi ojo.

—Bien—él aclaró la garganta, mientra le daba una lamida a su helado—. Y dime, ¿sigues deseando lo que no es tuyo, pese a que tienes algo?

Esa era una muy buena pregunta, que no tenía una respuesta clara.

—Creo que la única diferencia está, en que ya no tengo algo—le dije con un tanto de nervios. Al poner mi atención en él, vi su mirada escaneandome. 

Chris iba a decir algo, pero de pronto sentí un jaloneo a mi vestido en mi costado. Por un momento creí que era Chris y su mala costumbre de poner las manos donde no debía, pero me sorprendí cuando hallé a una niñita de unos dos años y más, mirándome con los ojos cristalinos.

—¿Mami?—la niña dijo con un puchero triste, mientras miraba asustada de un lado a otro.

Por instinto imité las acciones de la niña y empecé a buscar a su madre pero simplemente no hallé nada cerca. El parque estaba desolado, y los únicos presentes eramos Chris, yo y la niña.

—Hola, bebé—Chris sonriente se inclinó hacia la niña de dos trencitas, acariciándole la cabeza.

Yo solo me quedé mirándolos sin saber que hacer.

¿Ya dije que no era tan apegada a los niños? 

De hecho me incomodaba estar cerca de ellos, más aún cuando estos eran muy pequeños. Sentía que ni medio les hablara, iban a salir llorando y gritando. El único niño que me simpatizaba era Christopher, mi vecino de Quito.

—¿Y su mamá?—dije, mientras seguía buscando con la mirada alguna señal de alguien—. ¿Y su papá o alguien que lo acompañe?

Chris me acompañó en mi escrutinio al parque, más no hallamos nada.

—Oh oh—Chris me regresó a mirar pensativo—. ¿Crees que se habrá perdido?

—Mamá—empezó a murmurar la niña de mejilla sonrosadas, con lagrimas en los ojos—. Mamá.

La pequeña señalaba hacia el camino, mientras su labio temblaba por su próximo llanto.

—Mi amor, ¿y tu mami?—Chris tomó a la niña de la mano y la hizo caminar hasta él.

De la nada la niña empezó a llorar a todo pulmón, y Chris me miró con los ojos como platos sin saber que hacer.

Internamente me dije que si llegaba su mamá, y la veía llorando como si no hubiera un mañana, de seguro nos denunciaría por maltrato a menores.

—Has algo—yo le di un codazo, y Chris miró nervioso a la niña.

—¿Qui... quieres un helado?—él le mostró a la niña su helado, y ella detuvo su llanto de inmediato.

Shi quelo—ella quiso tomar el helado, pero yo lo impedí al empujar el brazo de Chris.

—No pensarás darle tu helado todo baboseado—regañé a Chris y él soltó una risita.

—¿Y que sugieres?—él me miró a la expectativa.

La niña volvió a poner un puchero triste, y sabía que solo era cuestión de segundos para que volviera a explotar.

—Vamos a comprarle un helado—le dije mientras miraba hacia el parque, donde seguía sin haber rastro de alguna persona.

—Bien—él se puso de pie, y se inclinó a la niñita—. ¿Quieres acompañarnos, preciosa?

Chris sonreía con tanta ternura que me sorprendió gratamente. Hasta a la niña le contagió la alegría.

—Shi—ella bajó la vista, notándose acomplejada por Chris, aunque igual sonreía de oreja a oreja por la promesa de un helado. 

Chris tomó de la mano a la niña, y en seguida empezó a caminar.

—Pienso que mejor tú te quedas con ella, mientras voy por el helado. Puede que sus padres estén por aquí—le dije a Chris deteniendo su andar.

—Está bien—él asintió y volvió a su asiento sin soltar la mano de la niña.

—Okey, entonces vuelvo en un rato

Casi que corriendo salí en busca del helado, pues no estaba interesada en hacer llorar a una niña por mi tardanza. Así fue que en casi nada estuve en el puesto de helados. 

Mientras esperaba mi helado junto al carrito del parque, me puse a pensar en algo. Si ahorita estaba nerviosa por un niña que estuvo conmigo por unos cuantos minutos, no me quería imaginar tener una de por vida.

Sencillamente no tenía ni idea de lo que se tenía que hacer.

—Es un dólar cincuenta—me dijo el vendedor entregándome los conos de helado. Por si las dudas compré 3. Si uno se le acaba y empezaba a llorar, le daría el siguiente, y el siguiente.

—Gracias—yo le pagué—. Y por cierto, ¿tal vez no ha visto a algún padre o madre desesperado buscando a una bebé? Le cuento que con mi amigo, acabamos de encontrarnos a una niña que al parecer está perdida.

—Pobre criatura—él señor exclamó con sorpresa—. La verdad no he visto a nadie, pero si alguien viene a preguntar por la niña se lo diré. ¿Dónde la pueden encontrar?

—Dígale que estamos cerca del área de juegos, junto al monumento—le informé con suplica—. Ojalá aparezca su familia.

—Entendido, yo estaré informando

—Gracias—yo me despedí con una movimiento de cabeza y me fui.

A medida que atravesaba el parque para llegar a ellos, puse mucha atención en la gente que se me atravesaba, pero nadie tenía cara de ser padre en pánico.

—¿Y si la abandonaron a propósito?—dije con horror

Desde lejos vi a Chris sentado en el césped, cruzado de piernas al igual que la niña. Ambos se lanzaban una llave que supuse era de él.

No creía que alguien fuera de tan mal corazón como para abandonar a una bebé en el parque, dejándola desamparada con riesgo a que le ocurra cualquier catástrofe. Si no la querían simplemente no la hubieran traído al mundo, y... y creo que solo estaba exagerando las cosas.

Su familia ya aparecería.

Cuando llegué cerca, ellos ni me notaron pues estaban muy entretenidos pasándose las llaves como si fuera una pelota, mientras charlaban de algo. En realidad solo Chris hablaba y la niña solo lo ignoraba. Debes en cuando ella alzaba la mirada a él.

—Y así como lo oyes, estoy a solo días de tener una bebé como tú—él suspiró, y yo me quedé como estatua a sus espaldas—. ¿Crees que sería un buen papá?—la niña en respuesta soltó una risita, pues la llave le había llegado a Chris en la boca—. Creo que eso es un no.

Ño—ella repitió en automático, mientras movía las llaves que recogió de piso con diversión.

—Solo porque me caíste bien te contaré un secreto—Chris puso la vista en el piso. Se lo notaba muy pensativo—. Tengo miedo por lo que vaya a pasar en los próximos días. Sinceramente no quiero ser papá. Yo... yo solo estaba viviendo mi vida al máximo, sin ataduras, y de pronto alguien llega diciéndome que voy a ser papá. Bueno, otras veces si me han salido con ese cuento, pero yo sabía que era falso, sin embargo ahora... . ya no es un simple rumor. Esta vez si es real, o bueno casi real—él pasó la llave que la niña le lanzó—. Ahora que te tengo aquí, me acabas de recordar lo que se viene en mi vida. Quizás yo vaya a ser ese padre que pierde a su hija. ¡Dios, no creo que vaya a poder!

Diablos, las cosas se iban poniendo más feas con el pasar del tiempo. Las soluciones se iban en lugar de llegar.

La niña no le ponía atención, solo intentaba sacar una llave del llavero con suma concentración.

—Cielo sería la mamá de mi hija aparentemente—él le quitó las llaves y las lanzó suavemente hasta más atrás de ella sin intención. La niña tuvo que gatear para alcanzar el llavero—. ¿Crees que ella sería una buena mamá?—la niña volvió a lanzarle las llaves a la cara, y Chris soltó una carcajada ante ello—. Creo que eso es un no. 

Ño—ella soltó una risita divertida

—Eres tan sabia. Hasta ahora no te has equivocado en tus predicciones—él soltó un suspiro—. Según mis cálculos, los dos seríamos un fiasco como padres. Ella se asusta con los niños; solo con verlo hoy lo noté, y yo... bueno, yo sería más infantil que mi propia hija. Pienso que aún no he podido madurar lo suficiente para tener una responsabilidad así.

La niña dio un enorme bostezo, y acto seguido empezó a retirarse la chompa afelpada que la cubría. Chris intentó detenerla, pero la niña casi llora.

—¡Ño!—la niña empezó a gimotear, y por la cara de Chris supuse que estaba empezando a entrar en pánico. Las fuentes empezaban abrirse, y mis oídos empezaban a doler en anticipación.

—Te vas a enfermar si te la sacas, hace mucho frío—Chris la regañó, y la niña solo lo miró con el labio inferior tembloroso.

—¡No quelo!—ella protestó, volviendo a batallar con él.

—¡Si queles!—él contraatacó mientras empezaba a darle piquetes en las costillas. La niña cambio de inmediato su llanto por una risita—. ¿Verdad que shi queles?

Al parecer la estrategia de Chris, era hacer olvidar a la niña su insistencia de retirarse la abultada chompa.

Shi—la niña reia mientras se retorcía por las cosquillas de Chris

—¿Verdad que vas a ser una buena niña, y te vas a quedar con tu chompa?—él logró que la niña se lance al piso a reír—. ¿Ya no vas a llorar, y vas a jugar conmigo hasta que venga tu mami o tu papi?

En respuesta la niña soltó una risa gritona.

El verlo jugar tan contento y concentrado con aquella niña, hizo que de pronto lo imaginara jugando con una hermosa bebé llamada Yulieth. No me pregunten pero de la nada en mi mente se formó una imagen ficticia de como sería una niña de él y yo.

Y de pronto, solo por unos segundo nació en mi la necesidad de no detener la profecía. En mis adentros, creí en la posibilidad de en verdad traer al mundo una bebé con él. Quizás nunca volvería a tener una oportunidad así.

—Deja de pensar pendejadas—me dije a mi misma en voz baja, y en seguida me fui a sentar junto a Chris y la niña—. ¡Ya llegó el helado!

Sí, definitivamente empezaba a pensar ridiculeces.

—¡Juanita, llegó tu helado!—dijo Chris, causando que yo lo mire con duda.

—¿Cómo sabes su nombre?

—No lo sé. Es solo que tiene cara de Juanita—Chris dijo mientras me arrebataba un helado para dárselo a la niña—Aquí tienes, mi amor.

—¿Porqué tendría cara de juanita?—evalueé a la niña

—Pienso que las trencitas le dan un aire de Juanita— Chris solto bromista, mientras mantenía sus manos cerca del helado, que se tambaleaba en manos de Juanita. Él parecía alerta en atrapar el helado en caso de que la niña lo soltara.

—Yo creo que Juanita ya no tiene trenzas—le informé, mientras reía porque el cabello de la niña estaba hecho una maraña. Sus trenzas estaban medio zafadas—. ¿Qué tanto jugaron para que la hayas dejado toda despeinada?

—Jugamos a los soldaditos

—¿Como?

—Solo nos arrastramos por el piso, ¿okey?—él dijo divertido—. Al parecer le gusta arrastrarse. 

—Si, claro. A ella le gusta arrastrarse...- yo negué con diversión-. Que me late que tu le enseñaste eso. 

—Tal vez

Analicé el aspecto de Chris y Juanita, y solté una risita. 

—Ahora lo entiendo todo—yo llevé mi mano hasta su frente, donde un poco de césped seco salía. Este estaba apareciendo por abajo de su gorra.

—¿Qué?—él me miró acercarme a su cara.

—Estás lleno de basuras y césped—yo empecé a quitarle los restos de su gorra—. Ni siquiera Juanita se ensució tanto como tú. Si yo fuera tú mamá, te daría unas nalgadas por dejarte como te dejaste.

—No me quejaría de unas nalgadas tuyas—Chris me dijo sonriéndome de lado, y yo le puse dos helados en las manos.

—Puerco—solté una risita, mientras me ponía de pie para poder cumplir de mejor manera mi tarea.

Chris solo se quedó quieto disfrutando como le quitaba la gorra para limpiar de mejor manera su cabello. De hecho hasta me vi en la obligación de soltárselo para poder dejarlo sin basuras. Yo introducía mis dedos en su cabello, como si fuera una peinilla. Chris se relajó ante mi masaje, aunque claro que no abandonó su tarea de estar pendiente de Juanita y su helado que se tambaleaba.

—Se siente rico—soltó de pronto haciendo su cabeza hacia atrás.

—Así que te gusta que te manoseen el cabello—le sonreí, y seguí pasando mis dedos por su cabello con suavidad. Él cerró los ojos con una sonrisa. Por otro lado, Juanita quedó desamparada con su helado—. Mejor no pierdas de vista a la niña, no vaya a ser que el helado vaya a parar en tus pantalones.

De inmediato Chris abrió sus ojos, y volvió a cuidar a Juanita y su helado.

—Es que no lo puedo evitar, tus manos hacen maravillas—él me informó y sonreí.

Mientras esperábamos por alguna señal de algún padre, yo aproveché para peinar a Chris. Sinceramente no sé porque lo hice, tal vez solo porque alguna vez tuve la ilusión de manosear a mi antojo el sedoso cabello de Chris. En fin, él no se opuso, mas bien se veía muy a gusto.

—Listo, ya estas como todo un niño guapo otra vez—le coloqué la gorra como toque final.

—¿De donde sacaste esa peinilla?

—Siempre la llevo en mi cartera. Al tener el cabello largo como el mio, se tiende a tener ataques de viento nivel rosa de Guadalupe. En esos casos siempre se requiere una peinilla—le informé mientras me sentaba junto a él. Juanita ya estaba empezando a comer el segundo helado. 

—Okey, ahora es el turno de Juanita—Chris me dijo, y yo lo miré extrañada.

—¿Qué?

—Juanita también está despeinada. No querrás que su mamá llegue y la encuentre como indigente— él me señaló a la niña, la cual me sonrió mientras comía su helado.

—Ay, no—dije con incomodidad—. Yo sé que no voy a ser paciente, y ni medio encuentre un nudo en su cabello, al momento de desenredarlo la voy hacer llorar.

—No seas dramática—Chris me miró a la expectativa. Definitivamente tenía cara de no desistir a su orden.

—Si llora, tú la callas—lo señalé con el dedo, y en seguida me puse a espaldas de la niña con peinilla en mano.

Y así fue como por primera vez peiné a una niña pequeña. Su cabello era muy sedoso y liso, por lo cual se me dificultó aún más hacer mi gran obra de arte. Como elección de peinado para Juanita, había sido una diadema doble, hecha en la parte frontal con su propio cabello. La verdad quedó muy bonita.

Todos mis ataques de pánico, debido a sus quejidos cada vez que le desenredaba muy duro, valieron la pena. 

—Dile gracias a Cielo, mi amor—le dijo Chris a la niña. 

Gacias Celo—ella me dijo regresando su vista a mi en cuanto terminé. Su sonrisa de emoción por su peinado hasta a mi me contagió.

—De nada—le sonreí mientras me volvía a sentar junto a Chris.

—Que guapa nena—Chris elogió a la niña, sonriéndole abiertamente—. Tu mami se pondrá muy feliz cuando te vea así.

La niña soltó una risita y siguió comiendo su helado.

—No nos podemos quedar con ella por más tiempo—yo miré mi reloj y me encontré con que ya eran más de las seis. 

—Sí, lo mismo estaba pensando

—Yo digo que vayamos a un reten a dejar a Juanita— dije con preocupación—. Allí le será más fácil que sus padres la encuentren. Es más que seguro que lo primero que su familia esté haciendo sea informar a la policía.

—Pienso igual, pero por si acaso mejor esperemos un rato—Chris sugirió dando palmaditas a su lado para que me volviera a poner cómoda. 

Aunque con un tanto de mala gana, yo volví a mi lugar. 

Para pasar el tiempo, volvimos a meternos en una larga charla con Chris, pero al parecer esa no era del interés de Juanita, ya que al rato miré como empezaba a bostezar. Ahora que ya no tenía sus helados, ella parecía enfocar su atención en su nueva necesidad; dormir.

Quelo mami—ella empezó a ponerse a modo drama—. Mami.

La niña se restregaba los ojos, en medio de bostezos, y no se me ocurrió más que hacerla dormir. Era mejor eso, antes que a oírla llorar por el sueño.

—Ven acá—yo le extendí la mano y ella frotándose los ojos aceptó. 

Con rapidez me saqué el bolso de encima, y lo acomodé sobre el césped. Posteriormente hice que Juanita se sentara y al final se recostara con su cabeza asentada sobre mi bolso. 

—¡Sácate la chompa!—le di un golpe a Chris en el brazo, desde mi posición. Él no esperó a más, y en un segundo ya tenía su chaqueta de cuero fuera de su cuerpo, quedando solo en camiseta.

—¿Quieres dormir un poquito mientras viene mami? Ella dijo que vendrá cuando termines tu siesta de la tarde—le informé a la niña, la cual con atención asintió. Yo aproveché su aceptación para ponerle encima la chaqueta de Chris. 

—Mami—la niña me miraba aún notándose triste.

—No te preocupes, mami vendrá pronto—le di unas palmaditas a nivel del estómago. 

Por un rato solo miramos como ella intentaba dormir, pero simplemente no podía. A ratos cerraba los ojos, pero luego estaba más despierta que nunca. En mi mente me dije, que debía hacer algo para ayudarla a dormir antes que nos vuelva a inundar con sus llantos. 

Quelo mami

—Mami ya va a venir

—No, quelo mami 

Mi madre para lograr que me duerma hasta de grande, era acariciando mi cabello mientras me susurraba melodías, así que decidí hacerlo con ella. Todo era valido por no verla llorar otra vez. 

—Cierra los ojitos—le ordené y ella asintió para luego obedecer. En seguida me recosté junto a ella para moverla en su sitio como intento de arrullo.

—¿Y si le cantamos algo?—Chris me sugirió, y yo asentí.

—¿Cómo qué?—yo seguía mirando a la niña desde cerca, mientras hacia ruidos de arrullo.

—La típica del duérmete niño—sugirió él, y yo asentí insegura.

—Okey, que sea esa—yo volví mi vista a la niña, la cual seguía frotándose los ojos—. A la una, dos, y... tres. 

A la par ambos empezamos a cantar, poniendo siempre nuestra atención en la niña que empezaba a notarse mas adormilada.

Duermete niña, duérmete ya. Que viene el coco y te comerá. Duermete niña, duérmete ya. Que viene el coco y te comerá—cantamos juntos, por lo que me parecieron horas. Yo opte una posición más cómoda, asentando mi cabeza sobre el cesped. 

—Ahora cantemosle una de Linkim Park—él dijo bromista, mientras se recostaba a mi lado. 

—Mejor una de Metallica—le seguí la corriente.

Como era obvio volvimos a cantar una y otra vez la típica canción de cuna. No nos quedaba mas que poner nuestra esperanza en esa canción. 

Juanita solo se mantuvo abriendo y cerrando los ojos por turnos. A ratos parecía que si hacían efecto las canciones, pero más después solo volvía abrir los ojos como si el sueño no existiera. Así pasamos, cantando esa y otras canciones mientras intentábamos sumir a Juanita en un profundo sueño, pero hubo un inconveniente en esa tarea, y fue que... yo caí profunda antes que ella.

Definitivamente no servia como niñera. 

Yo me quedé bien dormida. Al menos eso asumía pues mi ultimo recuerdo antes que todo se vuelva oscuro, era la imagen de juanita mirando fijamente al cielo. Después de eso, solo se que hubo un relajante espacio oscuro en mi cabeza.

—Hermosa, ya despierta—oí la voz de Chris por algún lugar en la oscuridad—. Guapa, en serio. Debemos irnos urgentemente.

Con toda la pereza del mundo, empecé abrir mis ojos, mientras aspiraba el delicioso aroma del perfume de Christopher. Seguido a eso, mi vista halló su estómago. No me pregunten como, pero estaba con mi cabeza asentada en sus piernas. 

—Cinco minutitos más, papi—solté risueña, mientras lo abrazaba por la cintura escondiendo mi cara contra su camisa.

—Ni un segundo más—Chris me informó dándome palmaditas en la espalda—. Mujer, ya son más de las 7 de la noche.

No me bastó oír más para levantarme de un respingo. En seguida todo se empezó aclarar en mi mente con respecto a la situación en la que estábamos antes de quedarme dormida.

—¡JUANITA!—por instinto puse mi vista en el sitio donde estuve intentando hacerla dormir, el que por cierto estaba vacío. Solo quedó mi cartera tirada haciendo de almohada—. ¿Dónde está?

—Mientras tú roncabas, llegó su mamá—Chris empezó a estirar las piernas con cara de adolorido—. De hecho llegó poco después que tú te quedarás dormida. Juanita estaba por dormirse, pero afortunadamente llegó su mamá.

—¿Y que te dijo?—yo empecé a friotarme los ojos. A lo lejos pude ver una cancha iluminada, donde chicos jugaban fútbol.

—La señora me dijo, que tenía un carrito de pinchos en la calle. Y que los vende cerca del parque, afuera de un colegio. Me contó que mientras vendía los pinchos a un grupo de estudiantes, descuidó a la niña. Ni ella sabe como fue que se alejó tanto. La señora me contó, Juanita o mas bien dicho Katy; es muy inquieta. Y no sé, tal vez su curiosidad le ganó mas que el miedo a alejarse de su mamá. 

—Quizás

—También me dijo que por lo general  a Juanita le gusta seguir a los perritos de la calle, así que supusimos que vino siguiendo a algún perrito.

Yo me estiré ruidosamente, mientras le entregaba a Chris su chaqueta. Sorprendentemente la hallé sobre mis piernas, haciendome calor. Ni siquiera recuerdo como fue a parar allí. 

—Como sea, menos mal ya está con su familia—suspiré poniéndome en pie. Me dolía el cuerpo a causa de haber dormido en un piso duro de césped.

—La señora estaba muy agradecida, y me dijo que te dijera que muchas gracias por cuidar de Katy—Chris también se puso de pie—. Me dijo que cuando despiertes, pasemos por su puesto de pinchos para comer. Ella nos invitó, así que...

—Tengo hambre—solté sonriente, mientras me sacudía la ropa.

—Bien, entonces vamos a reclamar nuestro premio. Pero hagamoslo ya, porque acaban de pasar unas fans, y obviamente se tomaron fotos conmigo...

—¿Estuvieron aquí mientras yo dormía?—dije con los ojos abiertos—. Dios, si que duermo como piedra.

—Exacto—él soltó una risita mientras se acomodaba la chaqueta—. Y por suerte ellas pudieron esquivarte mientras se tomaban selfies conmigo. Les pedí que no te despertaran porque estabas muy cansada, y ellas aceptaron amablemente. Incluso cuando les pedí que no suban nada a redes con respecto a tu compañía conmigo, me prometieron que no lo harían. Pero no creo que más fans que se aparezcan hagan lo mismo, así que mejor vayámonos. Al parecer este parque es más concurrido ahora que llegaron los futbolistas a entrenar.

—Debiste despertarme—lo miré apenada—. No quisiera que te metas en rumores, en caso de que alguien te haya fotografiado conmigo en tus piernas. Yo se que esas vainas crean bardos mundiales.

—En primera no creo que esas chicas suban algo, pues les dije que iba a estar muy pendiente, y supongo que sabrán que si suben algo me enojaré mucho, así que... estamos a salvo.

—Espero—yo tomé mi cartera del piso, y me la pasé sobre mis hombros, y emprendí el camino seguida de Chris. 

Mientras íbamos en silencio, me puse a pensar en varias cosas como por ejemplo, ¿Por qué Chris no me despertó antes? ¿Por qué se aguantó estar en una posición tan comprometedora con una chica, a riesgo de que alguien que lo reconozca, lo vea, y arme alboroto en redes sociales? ¿Además porqué se aguantó estar en una posición tan incomoda solo por dejarme dormir tranquilamente?

—¿Por qué no me despertaste?—yo me abracé a mi misma por el frío—. Siendo yo, apenas Juanita se fue, ya te habría despertado de un zape.

—Quería escuchar varias verdades—él me informó con simpleza mientras caminaba mirando a lo lejos la cancha.

—¿Qué?

—Nunca había estado despierto para ver tus ataques de sonámbula—él soltó en medio de una risita—. Solo diré que eres más honesta cuando estás sonámbula.

—¿Qué dije?—lo miré asustada

—Cosas—él me sonrió alegremente, mientras metía sus manos a los bolsillos—. Cosas muy interesantes.

—¿Qué cosas?—yo entré en pánico, pese a que no tenía ni la mínima idea de que dije.

—Secretos muy sucios—él me guiñó un ojo, y enseguida apresuró el paso dejándome atrás—. Pese a que me asustaste a cada rato cuando te sentabas para confesar tus verdades dormida, valió la pena. Tengo muy buen material para chantajearte. Ahora sé lo que tengo que saber.

—¡¿QUE DIJE?!—exigí caminando detrás de él.

Chris me ignoró, guardándose el secreto más estúpido de mi vida. Creo que ese día dije algo que no debí decir, lo que causó un efecto dominó en los siguientes aspectos de mi vida.

Pero en fin, yo era más confusión que persona en esos momentos así que... sepan disculpar los acontecimientos siguientes. 











He vuelto otra vez jajaja

Holi bellas, me alegra que sigan esperando. 

¿Les va gustando esta fases de amigos, donde ambos se están conociendo como debía haber sido desde un inicio?

Bue... creo que el siguiente capitulo vamos a tener muchas cosas muy buenas. ¿Listas para tener los nervios y el corazoncito a mil por hora?

Se viene algo muy bueno...

Coff cofff BARDO


Me voy lentamente a editar el siguiente cap, chaitos :)

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