27. Tú no me amas


¡Un capitulo largo, pero muuuuy importante!


Créditos de la multimedia a: chris.velez_tecomotodo (Siganla en Instagram, en serio van a encontrar edits que les van a dejar locas. Esa mujer es una genia para editar fotos de Chris)


Capitulo dedicado a: @Cami_Cuentas (Jajaja a la lectora que no se cansa de leer mis anormales novelas. En serio amo cuando me escribes para contarme las maneras en que mis novelas te hacen sentir. Muchas gracias Cami por siempre estar dispuesta a darme tu apoyo. Es una suerte tenerte de lectora. Besitos linda :) )




Estaba sumamente confundida, y Andrés solo vino a confundirme más. 

Desde lo ocurrido con el libro, ya no era la completa responsable de mis decisiones. Empezaba a sentir que todo era irreal, y que a lo mejor cada acción, sentimiento, o evento que me pasaba era solo otra ficha que se movía para que se de mi final feliz.

¿Será que la presencia de Andrés era otra ficha?

—Yo no fui con Andrés, y así venga a rogarme por vernos, no iría. Me di cuenta que ya estoy cansada de sufrir por amor. No quiero que él vuelva a destrozar la poca vida que me hice. Y ahora me acabo de dar cuenta que tú también eres un peligro para mi. No quiero que tú te vuelvas mi nueva perdición—desvié mi vista de él—. No quiero que ahora tú seas el causante de que los pocos pedazos que quedan en mi corazón, se hagan polvo. Creo que podrías llegar a ser el apocalipsis. Y no... mejor no gracias. 

Seguido a lo que dije, fui a sentarme en el sillón más grande. Chris permaneciendo callado, me acompañó. 

—Pensé que me dejarías por tu ex—él habló en un suspiro, mientras se acomodaba mirándome de frente—. Luego que me dejaras no quería ser el idiota abandonado con el corazón roto.

—Deberías averiguar más antes de sacar conclusiones—rodé los ojos con molestia

Aún estaba enojada con él, y en serio quería acuchillarlo por tremenda humillación que me hizo con sus amigos. 

—Pero es que...

—"Is qui..." "is qui..."—yo lo miré con rencor—. Pero como sea, pienso que mejor dejemos las cosas como quedaron. Tú y yo siendo libres, así como se supone debería. 

—Me gustaría arreglar lo que pasó—él me miró con preocupación—. Celi, no quisiera que un malentendido, terminé lo que creamos juntos...

—¿Que creamos?—yo lo miré exasperada—. Christopher, nosotros no creamos nada. Apenas llevamos unos cuantos días de novios, y sabemos poco el uno del otro. 

Él me miró pensativo, aunque con dolor. 

—Lo sé—Chris se pasó una mano por la cara—. Pero... aun así siento que esto puede funcionar. 

¡Maldito hechizo!

—No sabes lo que dices—yo me puse de pie dispuesta a salir de la casa, antes que Chris me conversa de seguir una relación sin sentimientos reales—. Te juro que no me amas en verdad. Necesito que lo medites mejor. 

Chris se puso de pie, dándome una mirada fija. 

—Si no es amor entonces,  ¿que sucede con todo lo que me hiciste sentir? No te miento, cuando digo que me nublabas la mente con tu presencia, y sin querer me hacías pensar en un futuro contigo. Un futuro que se supone aún no debo planear, porque tengo mucha vida sin responsabilidades por delante—él dio una ruidosa respiración—. Cuando te veo, me cortas la respiración, y aunque suene cursi... haces que las famosas mariposas me revuelvan el estómago. Dime, ¿entonces que fue lo que me hiciste sentir? Tú me dices que no es amor, pero si no es así... dime que es. 

¡Un hechizo que te obliga amarme!

—Es un...—yo le iba a soltar la verdad, pero me acobardé. No podía decirle todo sin tener pruebas a la mano. Para ello debía confabularme con Fatima—. No es amor, solo eso puedo decirte. 

—¿Como estás segura?—él me tomó una mano, y empezó a jugar con ella mientras me miraba—. Agradecería que me ayudes a comprender. Me quitarías muchos dolores de cabeza si logras comprobarmelo. 

—Si fuera amor, hoy no hubieras sentido miedo—-le respondí mirándolo a los ojos—. El amor nunca debería dar miedo. El día en que te sientas seguro conmigo, pese a las dificultades podrás catalogarlo como un amor que vale la pena. Porque un amor, es algo tan puro y lindo que te llena a tal punto que no dejas de sonreír, eso si vale la pena—yo puse mi mano en su mejilla, y sonreí con nostalgia—. Además el amor es de dos, y si es unilateral en una pareja, no es amor real.

—¿Y crees que es unilateral lo nuestro?—él también puso su mano en mi mejilla, se veía muy nervioso. 

No le respondí, tan solo me levanté apenada y caminé hacia la puerta. Chris fue conmigo detrás, y a unos pasos antes de llegar me jaló de la mochila, obligándome a mirarlo de frente. 

—Es unilateral, ¿cierto?—él me dijo, dándome una sonrisa desanimada—. Debería ser estúpido para no darme cuenta que no sientes más que amor de fan por mi.

Me quedé muda, sin saber que decirle. La única acción que se me ocurrió fue mirarlo con culpa, y luego lanzarme a sus brazos. Él me correspondió con inseguridad. 

—Lo siento mucho, guapo. En verdad nunca fue mi intención hacerte daño, y... y prometo que dejarás de sentirte así por mi—yo le informé secretamente con la voz temblorosa. Mi intención era decirle la verdad, y con ello él solito se iría debido al miedo a dejarse llevar por un hechizo—. Chris, eres una persona maravillosa. No creo que haya un chico mas dulce y perfecto que tú. Tú mereces algo mejor, eso te lo aseguro. Y aunque intenté merecerte, me resultaste muy grande. En realidad intenté dejarme llevar por ti,  pero entiende que no puedo mandar en mi corazón. Yo no le puedo poner una pistola, y pedirle que ame a la persona que mi cabeza me ordena. Porque créeme, mi cabeza me dice que tú eres mi mejor opción, pero...

—Descuida, Cielo—él empezó a mirar cada facción de mi rostro—. No sé que estuve pensando, cuando intenté atarte a mi, aprovechándome de tus sueños de fan. Pese a que en el fondo sabía que tú no me amabas realmente, yo quise enamorarte a como de lugar. Sentía que sería fácil, tomando en cuenta la manera en que me amabas como fan. 

—Si hubieras llegado cuando mi corazón no estaba prendido a un idiota, lo hubieras logrado—yo sollocé sintiéndome impotente. Él no merecía la manera en que le rompía el corazón—. Juro que si hubieras llegado más tarde luego de sanar, tú habrías sido mi todo. No te habría costado nada. ¡Chris, perdón! 

—No te sientas mal—él puso un mechón de mi cabello detrás de mi oreja. Él me sonreía suavemente, aunque con dolor—. Ya estaba preparado mentalmente para esto. Solo que yo me negaba a que alguna vez lo dijeras. Por un momento creí que te harías la loca, y que me darías tiempo para seguir con mis planes de enamorarte en serio. Me dije a mi mismo que esto podría funcionar.  

Si me encontrara casualmente con mi yo del pasado, y le dijera que en un futuro llegaría a no corresponder al amor de Chris, de seguro se me hubiera reído en la cara. 

Ni yo me creía que en serio no haya logrado enamorarme de Chris de manera real. 

—Lo siento mucho, Chris—yo le di un beso en la mejilla—. Pero prometo que todo esto que sientes pronto terminará. 

Estaba segura que en cuanto le dijera todo y con pruebas en mano, él se convencería de que su amor por mi solo era una farsa. 

—No sé si pueda terminar algún día—él se mordió el labio, negando con la cabeza—. Y sé que quise luchar por ti, pero... no creo que pueda más. No de esta manera, en la que te siento de otra persona todo el tiempo.

—Sí, es por eso que necesito espacio—le dije suplicante—. Ahora que me siento capaz de pensar con claridad, creo debemos distanciarnos un tiempo. Es lo justo para ti, y para mi. 

—Bien—él asintió con desanimo—. Pero quiero que sepas que estaré en tu lista de espera, y feliz de estarlo. 

Diablos, quien diría que llegaría el día en que Christopher Vélez esperaría hasta que le de una oportunidad. 

—No esperarás por mucho—suspiré nostálgica—. Pronto harás como si no existiera. 

Él se quitaría de la lista de espera, en cuanto supiera del hechizo.

—Entonces... es tiempo de decir adiós por un tiempo, ¿cierto?—él susurró en mi oído, y yo sorbí por la nariz—. Vaya, ahora que te vas quien sabe cuando nos volvamos a ver. Es que en unas dos semanas, ya no estaré en Ecuador, y a lo mejor cuando regreses yo andaré en algún otro país. 

—Quien dice que no podré buscarte en otro país—le sonreí optimista—. No podría desaprovechar la ocasión de verte de nuevo. No quisiera perder a mi amigo. 

—Como cuando te friendzonean—él soltó en una risita. 

—Si tuviera potestad de mi, juro que no lo hiciera—solté con frustración—. Si pudiera escribir mi vida, te elegiría como mi co- protagonista. Tú serías mi Hardin, travis, Patch, Damon... etc. Tú serías ese amor sin el que no podría existir. 

Escribir tú vida jajaja, eso puede ser interesante más adelante en esta historia.  

—No se quienes sean, pero bueno—él pasó una pulgar por mi labio inferior—. Suena a amor intenso. 

Él soltó una risita, y se quedó callado mirando cada parte de mi rostro. Yo me quedé embelezada mirando sus hermosos ojos cafés, aprovechando que posiblemente era mi ultima vez de tenerlos. 

¿Estaba haciendo bien en dejarlo ir?

Sí, según yo si era lo correcto. Además, pronto él mismo se iría sin regresar a verme cuando Fatima me ayudara a decirle todo. 

—No puedo creer que sea tan masoquista— él desvió su vista de mi con nervios. 

—¿Porque lo dices?

Christopher, bajó la cabeza con una sonrisa vergonzosa. 

—Olvídalo, es algo tonto

—Dímelo, no importa—le sonreí bromista—. A menos que sea algún pensamiento perver, porque si es así...

—Porque quiero besarte aunque sea por ultima vez—él alzó la vista y la clavó atentamente en mis labios.

Yo me quedé con la boca abierta. 

—¿En serio?—yo tragué duro

Aun no sabía si saldría algo bueno con el final feliz. Si en el mejor de los casos Fatima llegaba anularlo todo, ni Chris ni yo tendríamos porque volvernos a ver. Y por tanto... los labios de Chris volverían a ser inalcanzables. 

—Un ultimo recuerdo, sería masoquista para los dos—yo puse mis manos en su rostro, y él me miró expectante—. Sí, claro que desearía ser masoquista por ultima vez. 

Con lentitud acerqué mis labios a los de él, y los empecé a mover junto a los suyos, de una manera magníficamente coordinada. Era como si él supiera el compás que debían tener para enloquecerme. Como si se conociera de memoria, cada milímetro por el que debía abrirse paso. 

Era extraño, pero hoy después de tanto tiempo en mi aparecieron aquellas maravillosas mariposas que hace mucho no sentía. Y sí no fuera porque sabía que mis sentimientos eran causados por hechizos hasta pensaría que era amor. 

El maldito amor. 

Allí mientras él me iba apegando a su cuerpo con sus manos en mi cintura, y mientras yo apretaba su rostro al mio con mis manos, me sentía desfallecer. Pero también sentía había algo más de fondo, y era una sensación de libertad. Como si todos mis problemas, y preocupaciones, estuvieran siendo borrados por sus labios. 

Mi cuerpo entero estaba temblando, y no lo noté hasta que mi razón regresó por la falta de aire. 

—¿Sería masoquista si pido más formas de no olvidarte?—respondió, a la vez que su  mano quería introducirse bajo mi blusa, pero al darse cuenta de sus acciones inconscientes, la retiró de inmediato—. ¡Ay, no... mejor olvídalo! Solo digo estupide...

No dejé que se vaya, solo lo atraje hasta mi en un lento beso que casi me hace perder la cabeza. 

—Sí, eres masoquista—logré decir entre besos, a la vez que sentía mis manos se empezaban a meter bajo su buzo—. Y me acabo de dar cuenta que yo también. 

Chris me miró a centímetros de mi rostro, con la respiración agitada. Se veía demasiado meditabundo, llevando su vista de mis labios a mis ojos repetitivamente. 

—Entonces seamos buenos masoquistas, y dejémonos un recuerdo que valga la pena—él dijo por ultimo, a la vez que se retiraba de una sola su buzo, quedando con el torso desnudo—Si duele, que al menos valga la pena. 

Allí mientras él iba descendiendo sus besos por mi cuello, pensamientos para nada buenos pasaron por mi mente. De pronto me vi a mi misma cargada a una bebé, a un Chris arrepentido por haber dejado a Cnco por su nueva familia, a una yo frustrada por no lograr cumplir sus sueños de juventud.

—No—logré murmurar casi sin voz

Ahí recordé al final feliz, que además sería intensificado con la poción lujuriosa de Fatima. 

Como siempre decía, los hechizos de Fatima eran muy inteligentes. Cuando estaban en su mayor auge, apenas lograba notarlos. Y casi nunca tenía la potestad suficiente para oponerme. Ahora mismo mi corazón alborotado y mi cuerpo reclamaba por olvidar los "peros" de lo que estaba por suceder. 

—Deberíamos parar—solté, empujándolo despacio. Él me analizaba con los labios enrojecidos.

Yo no quería detenerme. 

—No—él volvió atrapar mis labios, y luego me retiró la blusa—. Mujer, ¿tienes idea de cuanto tiempo esperé por esto? Tú, tú me estás volviendo loco.

Estaba perdida. 

Ambos estábamos perdidos. 

Con solo ver su mirada oscura, y el ligero temblor de sus manos intentando zafar mi pantalón, me di cuenta que él guardaba la misma desesperación que yo. Al parecer ambos queríamos aprovechar de esta última vez, para dejar nuestra huella en el otro de todas las maneras posibles.

Era ahora o nunca. 

—No te detengas jamás—yo le retiré la gorra, dejando su cabello agarrado en una coleta libre. Luego juntos iniciamos una caminata entre besos hasta el sillón más cercano. 

No podía detenerme, esta vez cada célula de mi cuerpo exigía en acoplarse a las de Chris. Cada vez sentía con más urgencia, los deseos de ser con Chris uno solo. Quería sentir cada parte de él en mi.

Minutos antes odiaba con mi alma a Fatima y al libro de la profecía, pero ahora que me empezaba a sentir en el cielo por cada beso y caricia de Chris, más bien le agradecía mentalmente. 

—Lo haremos,pero...—susurré entre besos—pero... dime que si tienes algo con que protegernos.

Hoy más que nunca lo necesitaba, pues da la casualidad que andaba en mis días más fértiles. Y no, no podía arriesgarme a crear un globo en mi pancita. Al menos esa sería la única posibilidad que tendría de luchar contra los malditos hechizos que me estaban absorbiendo.

Mi razón me decía que pare, y que salga corriendo a encerrarme en una habitación, pero simplemente mi cuerpo no reaccionaba. Se empeñaba en quedarse en ese mismo lugar con Chris.

—Creo que sí—él besaba mi cuello con demasiadas ganas, y yo lo abrazaba contra mi.

Ambos empezamos a recostarnos sobre el sillón.

—No sabes lo mucho que te amo, Cielo—él murmuró en mi cuello.

Logramos acomodarnos, con él quedando encima mio. Allí no perdí tiempo y mientras él seguía descendiendo aún más sus labios, yo fui desabrochando su pantalón. 

Esto se aceleraba cada vez más, y no podía quejarme. La adrenalina que recorría mi cuerpo por algo que no debía ser, se estaba haciendo adictiva. 

—Preservativos—logré decirle entre besos—. Por favor, búscalos.

Él apresurado se dispuso a meter sus manos en los bolsillos de sus pantalones, mientras yo luchaba por sacarme mis botines con mis propios pies. 

—¿Los tienes?—logré decir, tomándolo del rostro para exigirle que siga besando mis labios.

"¡Yuli, próximamente!" 

Me repetía mi conciencia, pero yo no le hice caso. Solo seguí disfrutando de mi paraíso, que me consumía más a cada segundo.

—Debo tenerlos—él logró decir, separándose de mis labios.

Él sacó su billetera con dificultad debido a su posición sobre mí, y apresurado se puso a rebuscar en ella. Yo mientras tanto intentaba recobrar la respiración, para así calmar mi corazón que quería salirse del pecho. 

—Apúrate, hombre—le dije agitaba, a la vez que me terminaba de retirar mis pantalones para no seguir perdiendo el tiempo.

Chris me miró pálido con la billetera abierta.

—Creo que... que... no tengo—me soltó la frase que casi me causa un paro.

—Estás jugando—solté una risita, y aunque un tanto insegura, lo atrapé por el cuello y lo volví a besar. Él no dudo en corresponderme, aunque luego de unos segundo se detuvo. 

—En serio, Cielo—él detuvo sus acciones, y yo le puse atención—. No tengo.

Esto era obra de Satán o del libro en todo caso. 

—Hay que ir a comprarlos—solté respirando agitada.

—¿A esta hora?—él soltó un risita, aunque se veía igual de desilusionado que yo

Los dos nos miramos fijamente por lo que parecieron horas, solo oyendo nuestras respiraciones.

—Podríamos interrumpirlo—le sugerí en medio de una risita nerviosa, y él se lanzó a besarme con demasiada intensidad. 

¿Qué me estaba pasando? 

Yo ni loca hubiera aceptado un juego tan peligroso como el que acababa de sugerir. 

Quería gritar para que alguien llegara a hacerme recapacitar sobre lo que estaba por hacer y que me llevara a encerrarme en una habitación, únicamente con la compañía de una ducha bien fría.

—Te necesito tanto—susurré, mientras el jugaba con la goma de mi ropa interior. Noté como sus labios embozaban una sonrisa en mi piel ante mis palabras.

Con desesperación empecé a bajar sus pantalones, llevando de una sola a sus boxers. De inmediato Chris volvió su atención a mi rostro.

—Debo estar loco para hacer esto—él me clavó la vista, mientras se mordía el labio una y otra vez—. Nunca... nunca hice algo así. Es que sin protección...

En cierto punto, se sentía bien ser la primera vez en algo así con respecto a Chris. Se podría decir que me tenía demasiada confianza como para aceptar una sugerencia tan vertiginosa como la que estábamos por hacer.

—Yo igual, nunca lo había hecho así—le di otro beso, y con una sonrisa juguetona solté su cabello que estaba recogido en una coleta.

Se veía más apetecible con su cabello suelto, y juro que estaba por salirse mi corazón. 

"¡Detengan esta locura!" Exigía mi subconsciente con temor.

Estaba en mis días fértiles, no teníamos protección, y teníamos una orden de un milagroso hechizo de hacer un bebé. Claramente esto no iba a traer nada bueno.

—Dicen que se siente mejor sin nada—él respiraba con su nariz pegada a la mía, y yo solo acariciaba su cabello con suavidad.

—Entonces veamos si es cierto—yo le volvía a dar un beso intenso.

Debo decir que me dio mucha incomodidad, bajar mi vista hasta donde dejé liberada cierta parte demasiado privada de él, pues sería como matar mi infancia, pero a la final mi curiosidad me ganó.

—Oh... vaya—solté mirando fijamente hacia abajo. De hecho creo que me quedé analizando a su amiguito más de lo debido, pues él aclaró la garganta. 

—¿Quieres una foto o...?

Yo le di un zape en medio de una carcajada, misma que Chris calló con un beso en mis labios. 

Diablos, esta vez sus besos y los míos eran tan distintos. Eran lentos, pero que transmitían tantos sentimientos que se iban aglomerando en mi pecho. 

¡Yuli!

¡Yuli!

—¡No, no puedo!—solté de repente, cuando un poco de mi razón me volvió atacar.

Él no dejó que siga pensando, tan solo introdujo su manos por mi ropa interior.

—No tengas miedo. Todo saldrá bien—él besaba mi cuello, mientras su cuerpo hacia un vaivén sobre él mio.

¡Necesitaba de ayuda, antes de cometer un error!

—¡FELIZ AÑO NUEVO!—oí que alguien gritó por alguna parte, y tanto Chris como yo nos detuvimos.

—¿Acabo de oír voces, o estoy loca?—yo lo miré con los ojos abiertos.

De pronto oí ruidos provenientes de la puerta principal, y en tiempo flash avancé agarrar el cobertor del sillón donde estábamos, y nos envolví a Chris y yo.

—¡Cielo! ¡¿Guapa, dónde estás?!—oí la voz de Fer, él cual arrastraba una maleta de ruedas hasta la sala.  

Cuando mi amigo vio a dos chicos abrazados uno contra él otro, metidos bajo un cobertor, se quedó como estatua

—¡Creo que no vine en buen momento!—soltó mostrándonos con la mano el símbolo de amor y paz, para posterior darse la vuelta e irse caminado hacia las escaleras.

Chris se quería partir de la risa, puesta sentí su respiración entrecortada que más parecía hipo, hundida en mi cuello. Yo por mi parte quería gritar de la vergüenza, pero solo me quedé mirando por donde se iba mi amigo. 

—Mejor llévame diosito—solté en cuanto mi amigo desapareció por el piso superior. Eso causó que Chris explotara en risas.

¿Justo ahora tenía que venir Fer?

Abochornada quise empezar a vestirme, así que empujé ligeramente a Chris.

—¡Súbete esos pantalones, ahora!—le ordené, y él me volvió acorralar bajo su cuerpo. 

—No me hagas detenerme ahora—él me dijo con cara de angustia—. Cielo, no me puedes dejar así.

Yo misma me dispuse a colocarle bien sus bóxers y pantalones, causando que él se ponga a gimotear cual niño berrinchudo.

—No pienso hacer esto aquí afuera con mi amigo rondando—reí empujándolo y acomodándome lo poco de ropa que aun me quedaba—. Tengo una mejor idea.

Me levanté, y jalé a Chris conmigo.

—Vamos a mi habitación—le susurré en el oído, y él me mostró su sonrisa de lado.

—Me gusta mucho esa idea—él me dio un beso en los labios, y yo me perdí en el nuevamente.

—Además, la llegada de Fer puede que no sea tan mala—yo lo tomé de la mano, para subir juntos por las escaleras—. Ya tenemos dispensador de condones ilimitado.

En cuando dije eso, Chris soltó una carcajada.

Dejé a Christopher en mi cuarto, dándole indicaciones de que me espere mientras yo iba a pelear por preservativos con mi amigo. Él siempre los traía, lo malo es que no creí que me quisiera regalar unos cuantos de sus preciados bebés.

—¡Te mataré!—yo abrí de una sola la puerta del cuarto donde supuse estaba, y lo apunté con el dedo.

Mi amigo se sobresaltó por mi llegada. 

—¡Hola amiguis divis!—él me vio de pies a cabeza, pues por el apuro ni noté que entré a verlo con ropa interior únicamente—. Me acabas de dar una buena bienvenida. Muy buena déjame decirte.

Su mirada seguía barriéndome de arriba abajo. 

—¡Idiota!—yo le lancé un peluche que estaba en una cómoda a mi costado. 

—Diablos señorita, si que han avanzado con tu ñengoso—él me lanzó una almohada—. La ultima vez solo llegaron a tercera base. Y ahora los sorprendo en cuarta. Me enorgulleces amiga, al fin cumpliste tu sueño de domar a su pequeño amiguito.

Rodé los ojos ante sus comentarios, y me fui hasta su maleta que estaba tirada en media habitación.

—Seguimos en tercera, y si no hubiera sido por ti "pedazo de inoportuno", ya estaría en cuarta— solté en un suspiro, mientras desarmaba en el piso toda la maleta.

—¿Siguen en tercera?—Fer soltó una carcajada que casi me dejó sorda—. Ya es hora, amiga. Ponte pilas por una vez en tu vida. Ya denle a la cuarta. 

—Lo intento—lo miré pensativa, cuando él se arrodilló a mi lado para ver que hacia con sus cosas.

—Oye, ya deja de desordenar...

—¿Tienes preservativos?—yo ni lo miré ante mi pregunta, pues sabía cual iba a ser su reacción. 

El pendejo se lanzó al piso a reírse de mi.

—¿No trae?—él cuestionó casi ahogándose de la risa—. Se nota que ya perdió las esperanzas contigo. Mujer, que cruel has sido con el chico.

—Cállate, y despachame los preservatidos—lo miré malhumorada, dándole un golpe en la pierna.

—Okey, okey—él se aguantó la risa, y se puso a buscar en su maleta, pero como no los halló se puso de pie para poder buscar en su billetera.

Como siempre lo he dicho, este idiota estaba preparado para emergencias.

Mientras Fer rebuscaba entre su billetera alternándolo con sus pantalones, yo me quedé pensativa en lo que estaba haciendo conmigo. Yo, la gran protectora de mi vida privada, ahora estaba exhibiendo mis deseos carnales con mi mejor amigo, al delatarme pidiéndole preservativos. Además, planeaba hacerlo pese a que mi amigo estaba en la casa. Yo, que era de las personas que querían mantener sumamente oculta su intimidad.

—Me vas a matar—Fer me miró con una sonrisa abochornada—. Guapa, no... no los tengo.

Otra señal de que estaba todo fríamente calculado para la existencia de mi posible hija.

—¡¿Siempre tienes una piñata de condones en tu maleta y ahora no los tienes?!—yo me acerqué amenazante hasta él—. ¿POR QUÉ ERES ASÍ?

Sin más, yo lo empecé a golpear sin ningún tipo de remordimiento. Al menos alguien debía sentir mi frustración, al no querer detener mi estupidez de hacer el amor con Chris. Ni la falta de preservativos me querían hacer detener. 

Esta pequeña crisis de enojo, solo fue para darme cuenta con quien en realidad estaba enojada. Oficialmente estaba ardiendo de ira en contra de la Cielo urgida en que me había convertido. 

—Calmate, mujer. Es que... tuve una cita con Paolita, antes de venir acá—él me miró extrañado por mi desesperación—.¿Estás bien?

—¡Acabas de romper mis ilusiones!—yo empecé a soltar lagrimas—. Fernando, yo.. yo...

Mi amigo me miró con sospecha, mezclada con una risa de incomodidad.

—Bueno, creo que aquí pasa algo—él me jaló hasta su cama, y me obligó a sentarme.

No podía creer que sentía tanta necesidad por Chris, y a la vez tanta culpa por arriesgarme tanto que hasta me puse a llorar. 

—¡No quiero ser mamá aun!—solté en un sollozo de frustración.

—Solo no lo hagas, y ya... daaa—él soltó una risita, y yo le di un pellizco.

—No puedo no hacerlo—yo me levanté y fui hasta su baño. Allí con desesperación me lave la cara.

¿Esta necesidad de una última noche con Chris era producto de la poción de Fat?

—Estas media rarita—él me miró analíticamente—. Y yo te recomendaría que apagues tu calentura, mandes al ñengoso a su casa, y lo hagas volver otro día cuando tengas sombreritos para su amigo.

—Debo quedarme esta noche con él—solté una respiración forzada—. No quiero que siga sintiendo más rechazo de mi parte. No creo que tenga la capacidad de decirle que se vaya. 

Si esta era la posible última vez como "algo parecido a novios", quería mantenerlo conmigo el mayor tiempo posible, y disfrutar de él de todas las maneras que pudiera. 

—Ay mujer, es solo sexo. No es el fin del mundo si no lo hacen...

—¡Iba a ser nuestra despedida!—le dije pasándome una mano por el cabello—. Y yo lo ilusioné con que iba a tener esta despedida, pero...

—¿Como que despedida..?

—Se acabó Fer. Él y yo pasamos a ser dos personas libres y sin ningún vinculo. Hoy lo pactamos— le conté fugazmente.

—¿Pero por qué? 

—¡Ay, ahora no te lo contaré! ¡Tengo a un chico que está pidiendo por una ultima noche juntos en la otra habitación!

En vista de las ultimas circunstancias, creo que mi manera de darle a Chris una última noche, sería de manera distinta a lo planeado. Y Fer era el "mata pasiones" que necesitaba. 

—¿Porque me miras como si estuvieras por meterme en un plan macabro?—él se fue alejando poco a poco, pero yo lo agarré del brazo. 

—Tu serás mi preservativo—solté sin pensarlo dos veces.

—¿Qué?—Fer me miró pálido

Sin darle tiempo a reaccionar, lo tomé de la mano y lo jalé conmigo hasta la habitación donde Chris me esperaba.

—Hoy vas a dormir con Chris y conmigo. 

—Cielo, si querías un trío solo debías decirlo—él me dijo bromista, y yo le di un zape en la cabeza.

—Ahora no estoy para tus bromas—lo miré malhumorada—. Y no, no quiero un trío... iuuk—hice una mueca, y luego me acerqué a su oído—. Solo quiero tener una ultima noche con Chris, claro si él quiere quedarse así sea contigo. Pero en todo caso, así no quisiera y se fuera, no sería porque yo lo rechacé, sino porque mi entrometido amigo llegó hacer de chaperón en nuestra habitación. De las dos formas salgo ganando, así que... ¿que dices? ¿Me ayudarás?

Fer me miraba con aburrimiento extremo. Era la misma expresión que me ponía cuando le decía que me acompañe a los conciertos de Cnco. 

—Okey—él aclaró la garganta—. Todo sea por los caprichos de la muchachita. 

—TE AMO—yo le di un beso en la mejilla, y él se la limpió exageradamente.

Tomé a Fer del brazo y lo llevé hasta mi habitación. Allí Chris estaba recostado boca abajo, con los ojos cerrados. Menos mal estaba vestido de la cintura para abajo.

—¡Mira quien vino acompañarnos!—hablé fuerte, para que él reaccionara. Afortunadamente no tardó en abrir los ojos, y reconocer a los recién llegados. 

Christopher nos miró con duda, y con cara de sorpresa se sentó sobre la cama.

—Ho... hola—Chris aclaró la garganta.

—¡Holi!- saludó Fer con alegría

—Tú... tú eres... Fer, ¿cierto?—preguntó Chris y mi amigo asintió—Que gusto verte, ¿como estás?

—Bien, solo un poco confundido—Fer le respondió sonriente, y yo le di un codazo—. Ahmm...y... ¿y que se cuentan?

Chris me miró en busca de una respuesta.

—Estábamos... por ver una película—carraspeé, y fui a sentarme junto a Chris. Fer me siguió detrás—. Por cierto, Chris. Fernando vino acompañarnos en nuestra maratón de películas.

—¿En serio?—Chris exclamó con una felicidad falsa—. Bueno... que bien.

Empujé a Chris para que se recorriera un puesto, quedado así espacio para mi amigo. Yo terminé en medio de los dos. 

—Esto sería menos incomodo si ustedes estuvieran más vestidos—soltó Fer, y yo nuevamente le di un zape en la cabeza.

Al verme, me di cuenta que estaba con solo dos prendas poco castas de vestir, y Chris aun tenía desabrochados los pantalones.

—Iré por una pijama—me levanté de un salto y corriendo fui hasta mi armario, de donde saqué una pijama de shorts.

—No te preocupes, amigo—Fer aclaró la garganta—. Veo muy seguido a Cielo en estas.

—¿Cómo?—oí decir a Chris, y juro que quería matar a Fer.

—Es que la muy calurienta suele dormir así, y como es sonámbula... algunas veces se aparecía en mi cuarto por las noches. Es que solíamos dormir en la misma casa, cuando hacíamos noche de películas y comida chatarra—él le contó a Chris.

Cuando regresé mi mirada a ellos, mientras me ponía a toda velocidad mi pijama, vi a Chris mirarlo con los ojos abiertos.

—¿Así que visitabas a tu amigo por las noches en ropa interior?—Chris me miró apretando los labios—. Interesante.

—No es lo que imaginas—me defendí de inmediato—. Iuuk, es imposible mirar a Fer como... iuk. Él es mi mejor amigo y casi hermano. Solo sucede que nos tenemos mucha confianza.

—Demasiada, diría yo—Chris dejó su atención de mi, y la dirigió a mi amigo.

—No te preocupes. Para mi Cielo, es la chica más fea del mundo—Fer intentó remediar su error, y desde mi posición fingí que lo ahorcaba—. Guacala.

—Por otro lado... nunca me dijiste que eras sonámbula—Chris me regresó a mirar.

—Hay tantas cosas que no sabes de mi—suspiré mientras me dirigía hasta el estante de dvds—. Ojalá algún día tengamos la oportunidad de conocernos más a fondo. 

—Lo mismo digo—soltó Chris y yo le regalé una sonrisa.

—Cielo, es algo más que esa cara de angelito que tiene—Fer interrumpió nuestro cruce de miradas—. Es la chica mas talentosa que conozco.

—Sabía que canta hermoso, y que además le gusta escribir—Chris comentó

—Uy, mi hermano. No sabes la cantidad de cosas que Cielo ha hecho a lo largo de su vida. Me faltan dedos para decirte cada una de las habilidades que tiene. Por eso mismo, pienso que es una joyita que no cualquiera merece. Solo un chico que la valore. 

Cuando Fer dijo aquello, regresé a mirarlo con mala cara. 

—Okey—yo le lancé un peluche de estante, y este le llegó en plena cara—. ¿Chicos que quieren ver?

—¿Cuales tienes?—Chris ignoró la mirada de "cuidado con mi amiga del alma", y con tranquilidad se acercó a mi.

Fer por su parte se quedó fingiendo cara de papá celoso, sentado sobre la cama. Estaba haciendo muy bien su papel.

—Tuve que decirle que íbamos a ver una película, para que no me sermonee con el tema de la abstinencia—le mentí divertida, y él lo regresó a mirar de mala gana—. Lo siento, Chris. No creo que Fer nos deje hacer lo que planeábamos. 

—Sí, entiendo—él se vio nuevamente desilusionado—. Entonces, supongo que me tengo que ir. 

—No del todo— me acerqué a su oído—. He oído que la gente puede hacer le amor con ropa. Si quieres lo podemos intentar. 

—¿Cómo?—él me dio una mirada curiosa y una sonrisa de lado.

—Tú, yo, una cama, durmiendo abrazados—le dije en el oído—. Esa para mi es una buena forma de hacer el amor. 

—Sería el mejor recuerdo masoquista—Chris se mordió el labio, y acercó su boca a mi oído—. Me gusta. 

Sonreí como idiota por su entusiasmo, ante la nueva versión de una última noche juntos.

—Pon Winnie the pooh—gritó Fer, interrumpiendo el cruce de miradas en el que Chris y yo nos habíamos metido. 

Ni siquiera noté cuando el tiempo se paró a causa de nuestra conexión. 

—Sí, ya—yo negué apenada mirando a Chris. Él solo me sonrió divertido, yendo a meterse bajo las cobijas. Fer hizo lo mismo.

Mientras ellos peleaban porque él uno no invada el espacio personal del otro, yo puse la película solicitada por mi amigo. Menos mal esa película era una de mis favoritas en mis épocas donde aún vivía en Loja.  

Soy gordito y barrigón. Y así me gusta estar—canté una de las canciones del Winnie, mientras colocaba la película en el DVD—. El uno, dos, no es para mí. Me impide respirar. 

Chris soltó una risa, mientra me miraba mi baile infantil. Yo por mi parte no dejaba de sonreír como estúpida, y era algo muy extraño en mi permanecer así por tanto tiempo. 

Sentía mi corazón queriendo explotar por lo gigante que se sentía, y hasta daba efectos en mis estomago. Se sentían cosquillitas bonitas. 

—Tu celular—oí que alguien dijo. Y no era Chris porque él estaba embelesado mirándome cantar la canción de Pooh—. ¡Mujer, te suena el teléfono!

Al buscar el origen de la voz, vi a Fer acercándose a mi. Si ni noté el tono de mi celular, con más razón no noté a mi amigo levantarse de la cama. 

—Ah... sí—dije con torpeza, agarrando mi celular y contestando sin ver quien era—Gracias—Chris y yo seguíamos sonriendo sin despegarnos la vista ni un rato— Ejem... ¿diga? 

Prepárense para quedar en shock queridos curiosos. Llegó la hora de lo bueno.  

—Se rompieron—habló la voz de Fatima con un grito de alegría—. Cielo, creo que todos los hechizos dejaron de funcionar. 

—¿Que?—dije sin entender

—Creo que mientras intentaba anular el poder de la poción "noche candente", salí anulando cualquier hechizo relacionado a ti y Chris—ella chilló de emoción, y yo me quedé en blanco. 

—¿Lo dices en serio?

Los chicos me miraban confundidos por mis reacciones. 

—Sí, Cielo. Al parecer eres libre, porque desde anoche antes que termine el año, tú y Chris no mostraron señales de necesitar la influencia de mis poderes para actuar. 

Mi corazón se empezó acelerar.

—Okey...

—Cielo, desde anoche desapareció el final feliz—ella me dijo exasperada—. Todo lo que hicieron desde anoche y lo que hagas con él a partir de hoy, es algo que se haga por voluntad. Creo que son libres.

Nunca creí que el liberarme del final feliz, iba a causarme un nerviosismo nivel Dios. Incluso me sentí palidecer por tal revelación. 

—No hubo... po...po...—yo me di la vuelta, dejando de ver a los chicos. Afortunadamente la película empezó hacer ruido. 

—No, Cielo—ella soltó una risita—. Menos mal cancelé todo antes que se violen. 

¡OH POR DIOS!

—Todo volvió a ser real—yo tragué duro, al recordar el romanticismo de la noche. 

—Sí, Cielo

Al parecer mis urgencias de Chris, sus palabras dulces, sus promesas, y mis mariposas no eran algo causado por él hechizo. 

—¡No puede ser!—hablé asustada

—Mañana te quiero en mi casa temprano para que me ayudes a descifrar que hice—ella me ordenó—. Nos vemos, Cielo. Ahora puedes dormir tranquila. 

En automático cerré la llamada, y como si fuera un robot de mirada perdida fui hasta la cama. 

—¿Quien era?—me preguntó Chris con seriedad

Mi corazón se aceleró aun más con su sola mirada. 

¡Diablos, tenía un zoológico en la barriga!

—Fatima—le respondí desviando mi vista, y pasandole por encima a Fer para quedar en medio de los dos. En automático también me recosté mirando al techo. 

—Ah, bueno—él me sonrió, y en seguida se abrazó a mi, envolviéndome con su pierna—¿Y que dijo?

—Mañana te cuento

Aún no acaba de comprender como todo lo que viví anoche, y lo que estaba viviendo en esos momentos con Chris era una bonita realidad. 

—Bien—él dio un beso en mi hombro y se dispuso a ver la película que puse. 

Chris se había quedado dormido ni medio empezó la película, y Fer ni se diga. Los minutos pasaron y pasaron, y así fue como nos llegó el amanecer.

Ahora estaba yo sola, sabiendo que efectivamente amanecí con Chris, tal como antes lo quería el libro. Pero también sabía que él libro ya no había puesto la orden. 

Todo fue porque él y yo lo quisimos.  








AHHHHHHHHHHHHHHH!!!! 

Se viene el amor bonito, que hace vomitar corazones. Pero... antes de eso... ¿sabían que me gusta los amores imposibles? Jajajajaja

Por fin pude llegar a la parte que imaginé desde que inició la nove. AL FIN!!!

¿Qué pasará en el siguiente capitulo?

¿Que pasó con Andrés que no aparece?

¿Será que la escritora se anima a subir otro?

Jajaja, las dejo con la duda

Chaitos :)

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