12. Todo cambió


Capitulo dedicado a: @heidy120102 (La creadora del Ship los estrellados jajaja. Mujer, desde que me dijiste la palabra estrellados, en seguida pensé en Chris y Cielo en todos los sentidos. Luego verás que idea loca me diste con eso ggg. Te quiero, linda. Gracias por siempre apoyarme :) )









La gente a veces dice que tu alma gemela, tu complemento eterno está por algún lugar de la tierra, preparándose para recibirte. Dicen que al encontrarte con esa persona, automáticamente tu corazón y tu cuerpo reaccionaran al llamado del destino. Solo no podrías evitar reconocer a la persona que será tu otra mitad por el resto de tú vida.

No sé si sentirme afortunada o no, pero yo tuve la oportunidad de sentir aquella sensación. Y en verdad odiaba a mi madre, por exponerme a tal sentimiento, pues con su libro ella me sentenció a que mi día a día sea un constante reconocimiento a tal personaje. Aunque no quisiera cada día, mi corazón latía por él.

Por más daño que me hiciera, mi corazón seguía bombeando sangre para aquel idiota.

—No me quedaré aquí—murmuré, mientras me despegaba de los brazos de Chris.

Realmente me sorprendió que se haya quedado a dormir conmigo. Y yo que creía que él mismo se encargaría de despertarme para que lo lleve a su casa.

Con extrema lentitud, salí de su abrazo, o más bien dicho de su aplastamiento, pues el muchacho casi que estaba recostado encima mío, roncando en mi oído. 

En cuanto estuve liberada de él, me congeló de inmediato el viento de madrugada.

Yo tomé rápidamente mi ropa en el piso y me la coloqué, sintiendo un cargo de conciencia bestial mientras lo hacia. Aun no me cabía en la cabeza que básicamente estuve rogándole sexo a mi platónico.

Solo faltaban unas dos prendas más y quizás los estragos de la madrugada, me hubieran causando aun más culpa.

Ya cuando terminé de vestirme me quedé sentada junto a la fogata que ya estaba escaseando, y miré fijamente el sitio donde Chris aun dormía cubierto por un montón de mantas térmicas.

—Cosita tiernita—sonreí como boba, al verlo con la cara un tanto cubierta por su cabello.

Era adictivo mirarlo dormir con su cabello ya demasiado crecido, alborotado a su alrededor, con sus labios un tanto hinchados y medio abiertos.

Allí mientras lo observaba, recuerdos de su piel tocando la mía vinieron a mi mente. Fue una sensación muy electrizante, sentirlo tan íntimamente conmigo. Simplemente, de no haber sido por el recuerdo de Andrés, yo me le habría entregado sin más.

Era extraño, pero casi que pude sentir que su piel me pertenecía. Y como sentí aquella propiedad, quise tatuar con mis besos cada parte que sería de mi.

—¡Basta!—me dije a mí misma poniéndome de pie, y retirando de mi mente pensamientos poco coherentes.

Volví a mirarlo allí recostado, y algo tan poco casto se vino a mi mente. En seguida recordé como su pelvis se juntaba con la mía, mientras nuestros labios se tocaban, y por un instante quise descubrir lo que sería repetir esos mismos movimientos, pero sin ningún tipo de tela de por medio.

—¡Ya te pasaste!—volví a regañarme, dándome un pellizco. Luego solo sacudí la cabeza y salí a toda prisa hasta mi motoneta.

Lo dejaría allí, y ya cuando pudiera llegar a la carretera a unos cuantos minutos, buscaría un taxi y se lo mandaría. Me sería difícil explicarle la dirección al taxista, claro.

No estaba en mis intenciones ver a la cara, al chico al cual casi me como.

Llegué junto a mi montoneta y me puse el casco, después me dispuse a rondar lo más silenciosamente posible mi vehículo. Claro que me costó horrores, pues la cantidad de irregularidades eran demasiadas.

—¿A dónde vas?—escuché a mis espaldas, la voz de mi tormento.

—Ehmm....

Luego de lamentarme, regresé mi vista a él. Ahí fue que descubrí que el venía poniéndose su camiseta, mientras también sostenía su chaqueta.

—¿Así que ya despertaste?—reí nerviosa

—Era obvio que lo hiciera, pues los insultos a tu moto a cada hueco en el piso me despertaron— Christopher me miró divertido—. Tienes una boca muy sucia.

Fer tenía la culpa de mi secreto vocabulario.

—Si, aja

Debo admitir que no me cabía en la cabeza que mi amor platónico haya amanecido conmigo. 

—¿Y no estarías pensando dejarme solo aquí en un lugar desierto? ¿O sí?

Creo que mi cara le dio la respuesta a su pregunta, y obvio sentí culpa por ello.

—¿Me ibas a dejar aquí?

—Te iba a mandar un taxi, lo juro. Apenas llegara a la carretera...

—Oye, no creo que nadie hubiera querido venir hasta acá...

—Iba a dar un buen pago si lo hacían—di un bostezo y me subí haciéndome la inocente en mi motoneta—. Y en todo caso, si nadie quería, yo misma hubiera venido a verte. Es que... es que no quería despertarte aun, y... yo... yo tenía que hacer algunas cosas importantes.

Chris me miró con duda un rato, pero finalmente soltó una risa negando con la cabeza.

—Me hiciste sentir abandonado y con el corazón roto—él dijo en broma—. Vaya, no es una sensación muy agradable que digamos.

—¡Perdón!—yo di palmaditas a la parte libre del asiento de mi motoneta—. Y ya no sufras más por mi. Mejor vamos te dejo en tu casa, o... si quieres te invito a desayunar... 

—A mi casa porfavor—Chris sacó su celular, y miró con cara de susto—. Mi mamá al parecer se dio cuenta que no estaba en la casa. Ahora sí que me gané una buena regañada.

Christopher, se subió detrás de mi, y me abrazó por la cintura.

—¿Tengo que ir a pedir disculpas a tu madre por tu retraso?—dije en broma, y Chris soltó una carcajada.

—No, claro que no. ¿Además que le dirías como excusa? ¿Qué me llevaste a una montaña para violarme?

—Pues por todo lo que hice ayer, casi que le aciertas—yo lo regresé a mirar apenada—. Perdón por haberte metido en esta situación. Y gracias por aguantar mi crisis de niña llorona y calenturienta.

—La verdad no me quejo—él alzó los hombros—. Después de cada relato, me agarrabas a besos. 

Bueno... debo contar que toda la noche me la pasé llorando, y contándole a Chris toda mi vida amorosa con Andrés. Ahora él básicamente lo sabía todo, excepto el hecho de que él mismo fue el factor que desencadenó mi rompimiento con él.

Además como durante mis ataques de llanto, necesitaba calmante, no se me ocurría más que besarlo hasta el cansancio.

Fui muy afortunada, al no recibir ningún tipo de rechazo por su parte.

—Fui muy abusiva, perdón—reí poniendo a funcionar mi motoneta. 

Diablos, sin querer recordé algunas otras cosas que le hice al pobre.

Era algo así como que lo provocaba, él solo respondía a lo que hacia, y luego solo le cortaba la inspiración con mis llantos.

(...)

Siguiente a dejar a Chris en su casa, hice una pequeña parada en la mia. Como quería bañarme, no me quedó mas remedio que pasar por la ducha, antes de volver a mi tienda en la montaña. Es por eso que aquí estaba, secándome el cabello con una secadora, luego de un buen baño.

Estaba por bajar a la cocina a buscar algo de beber, hasta que escuché mi celular hacer eco en la vacía casa.

—Y ahora que—yo fui a contestar, encontrándome con un numero desconocido—. Sí, diga.

—Nenita, hola—escuché la voz de Sara, la mejor amiga de mi madre.

Me sorprendió volver a oírla despues de tanto tiempo. Ella básicamente se fue de mi vida, luego de la muerte de mi madre.

—¿Como está Sara?—dije con amabilidad

—Muy bien, reina—ella suspiró, y en seguida todo se quedó en silencio—Ehmmm... a ti como te ha ido.

—Bien, gracias—solté fingidamente

—Ah, que bueno—ella volvió a quedarse en silencio—. Y... ¿Dónde estás? Es que fui a visitarte esta mañana pero no te encontré.

—Estoy de viaje—respondí mientras llenaba un vaso de agua de la jarra.

—Ahm.... Y donde exactamente estás?

—En Loja—contesté, y luego bebí del vaso de agua.

El siencio se hizo sepulcral en eso momento, cosa que me extrañó mucho.

—Ehm... Sara, ¿Sigues allí?

—Sí... sí... sigo aquí—ella respondió con un poco de torpeza.

—¿Y dime, que andas haciendo por allá? ¿A que lugares has ido?—ella seguía interrogándome

—Solo he visitado el centro—respondí

—Que bonito—ella soltó una risa—. Y dime... ¿Ya fuiste a visitar al chico ese, del que eres fan? Tu mami me contó que te encanta un lojano.

Y si que lo visité más de lo debido. 

—Sí, por suerte logré verlo.

Nuevamente el silencio nos embargó.

—¿Y como se portó contigo?—ella seguía preguntándome—. ¿Le pediste una autógrafo o algo?

—Pues sí, me dio una foto y un autógrafo— sonreí nerviosa, pues a más de eso me regaló unos cuantos besos, caricias... y....

¡Diablos!

—Bueno, espero disfrutes de tu viaje. Realmente me alegra oír que todo te está saliendo bien.

—Gracias, Sara—solté animada—. De igual manera te deseo lo mejor allá en Quito. Felices fiestas por cierto.

—Muchas gracias, pequeña— ella dijo en voz casi audible—. Y por favor, llámame en cuanto vuelvas. Necesito hablar contigo sobre una cosita.

—Ehmm... okey

—Bueno mi niña, que Diosito te bendiga. Nos vemos—ella dijo por ultimo y colgó

Internamente me quede con una gran duda, sobre saber el tema del que quería hablar. Era raro, pues ella no me volvió hablar desde el funeral de mi mamá.

En fin...

Ignorando mis dudas, volví a la cocina a buscar algo de comida rapida. Solo deseaba comer algo ligero, que me calme el rugir de mi estómago, hasta llegar a mi campamento a asar salchichas. Por suerte encontré un tazón de tallarines con albondigas, y jugo de mora. 

Yo estaba comiendo muy tranquila, mientras revisaba mis redes sociales, pero de pronto oí el timbre de mi casa sonar. 

Aquella visita me extrañó, pues no había nadie en toda Loja que quisiera visitarme. Prácticamente estaba sola en la ciudad. 

Al aproximarme a la puerta, la abrí de una sola sin preguntan quien era, encontrándome así con la cara que me alegró el día.

—Mujer idiota, como carajos se te ocurre no volver a contestarme—Fer me sonreía arrimado al marco de la puerta.

—Oye pendejo, no me digas idiota—sonreí, y en seguida me lancé a sus brazos.

Mi amigo era lo único que en esos momentos me sacaría del hoyo donde me había metido.

Yo lo dirigí hasta mi habitación, y empezamos hablar de cualquier bobería sobre mi cama. Allí él me contó que había tomado el primer vuelo que pudo, para venir a verme. Dijo que no quería dejarme sola en una situación tan difícil. Según él solo se iba a quedar unos dos días y después volvería a su trabajo.

En fin, Fer me contó todo lo que había pasado con Andrés durante mi ausencia. Él me dijo que al parecer ya había vuelto a Ecuador en la mañana, pues antes de venir conmigo, mi amigo Fer se había agarrado con golpes con Andrés. 

Mi salvaje amigo Fer estaba furioso con mi ex novio.

—¡No debiste hacerle nada!—le reclamé nerviosa

—Tampoco es que pude hacerle la gran cosa—él contestó con simpleza—. El mierda ese, sabe defenderse.

—Menos mal—suspiré aliviada. Me dolía imaginarlo lastimado—. Y ya no vuelvas a meterte.

—Tenía que—Fer me dijo, mientras se recostaba a mi lado—. No me parece que te esté haciendo sufrir como hasta ahora. Tú no te lo mereces. Eres una personita muy linda, que merece ser tratada como una princesa. Y si besaste a alguien, pues que importa. Solo fue un error que no se compara a la cantidad de virtudes que tienes. Sería un idiota sí deja de ir a una mujer como tú. 

—Me dejará ir, eso es obvio—yo miraba al techo fijamente—. Y a este punto, creo que ni yo quisiera volver con él. Es que... en cierto punto me asusta la nueva faceta que conocí de él. Para mi Andrés cambió y no se si pueda verlo como antes. 

—En eso te apoyo. El man sacó su lado oscuro—Fer soltó una carcajada—. Y pensar que antes creí que era todo un santito. 

Habían tantas cosas que pasaban en mi mente en esos momentos con respecto a mi amor con Andrés. Y lo que más me llamó la atención a causa de la improbabilidad loca que representaba, era la rapidez con la que todo se iba al carajo. 

Por Dios, solo fueron días. 

—¿Porque un fuerte noviazgo de 7 años se hizo polvo de la noche a la mañana?—dije más para mi misma. 

—Eso tiene nombre—Fer me abrazó por la cintura, arrimando su cabeza a mi estómago—. Eso se llama "El greñudo Vélez"

—Todo apunta a que ese hombre, fue mi tormento—reí ante lo loco de mis palabras—. Ay, miércoles. El pobre muchacho ni se imagina la cantidad de cosas que le hizo a mi vida. 

En fin...

Luego de charlar por otro rato, tomamos unas cuantas mochilas y empacamos comida para ir a prepararla al campamento. 

Debo decir que volví a sentirme con vida, luego de los últimos días. Menos mal Fer llegó a darme un poquito de calor humano, el cual por un instante creí extinto para mi. Allí mientras reíamos,  cantábamos y asábamos salchichas con mi amigo, entendí finalmente que no estaba sola. A lo mejor él era lo único que necesitaba como compañía eterna. 

—Me asustaste—él me dijo mientras arrimando su cabeza a mi hombro—. Nunca te vi hacer todo lo que hiciste por las redes. Te convertiste en alguien que no eres. Sabía que eras vengativa, pero nunca te imaginé en esos limites. 

—Sip... me transformé en la loca que le baila a todo el mundo y que bebé como si no hubiera un mañana

—Sí, y fue raro. Solo cuando estabas en la edad del burro te vi así—Fer me informó.

Y sip, en mi adolescencia había entrado en esa etapa donde me volvía loca pensando en las formas de exponerme al peligro. Mis amigas del colegio me influenciaron mucho a ser una rebelde sin causa por casi un año.

Si Andrés no hubiera llegado a mi vida, posiblemente casi toda mi vida hubiera vivido en bares y fiestas, con cualquier tipo cada fin de semana.

Fue una etapa divertida, pero una que no me enorgullecía.

—No te preocupes, no más etapa del burro—suspiré, mientras comía la mitad de una salchicha, para luego darle a él otra en la boca—. Y si lo hice, fue porque... me sentía vacía. No sabía como llenar ese vacío que me dejó Andrés y mi mamá. Es una sensación no quisiera que la vivas. Sentirse sola, es una cosa espantosa.

—No estas sola, Cielo. Tú lo sabes—Fer se puso de pie, y fue directo a la tienda—. Me tienes a mi por siempre. Y puede que todos te fallen, pero yo no lo haré... o bueno lo intentaré, pero no aseguro nada—él dijo burlón. 

Ya les dije que amaba mucho a mi mejor amigo.

—Al parecer eres lo único que tengo—suspiré, mientras acercaba más mi pincho al fuego.

Fer no dijo nada, solo lo vi meterse a la tienda para sacar unas cuantas mantas.

En esos momentos estaba debatiendome en si decirle o no, la forma tan baja en la que caí la noche anterior con Christopher Vélez. De seguro a él le iba a dar un mini paro cuando supiera como por poco me entrego a un desconocido.

—Cielo...—Fer me llamó y yo alcé la vista a él—. ¿Es mi idea o esto es de un chico?

Al instante miré como mi amigo sostenía en una de sus manos una camisa a cuadros. Él le pasaba la nariz una y otra vez.

Eso debía ser de Chris.

—Es mio— dije sin pensarlo—. Me compre una camisa a cuadritos.

—No es tuya—Fer me miró evaluadoramente con los brazos cruzados. Tenía su mirada "anti mentiras"—. Celi, esto huele a hombre, y... tiene dos o tres tallas más de las que tú te pones.

Sin poder resistir más mi secreto, terminé soltando toda la sopa ahí mismo.

—Ayer casi me acuesto con Christopher Vélez—confesé tan rápido como pude, cerrando los ojos.

Solo fue cuestión de un segundo, para que mi amigo explotara en risas.

—¡Nooooo!—él se sentó a mi lado, dándome una mirada traviesa—. ¿Y como que... casi?

—Llegamos solo a segunda base—contesté, poniéndome las manos en la cara—. Y hubiera pasado directo a cuarta base, de no haber sido porque me acordé del idiota de Andrés. Es que cuando se me vino a la mente, me invadió la culpa. Me puse a llorar ahí mismo por eso. 

No fue más para que Fer se lanzara al piso a carcajear por mis relatos. 

—¡NO PUEDE SER! ¡DEJASTE CALIENTE AL TIPO!—él seguía riéndose—. De seguro cosas así no le pasan muy seguido. Yo estoy más que seguro, que las chiquillas que se le acercan, ni medio lo ven ya van a cuarta base de una sola.

—¡Deja de ser pendejo!—lo miré de malhumor, y él se sentó a mi lado

—¿Y que te dijo él? De seguro te empezó a calentar el oído para que dejes de llorar, y así acabar de una vez—él me miraba como si le estuviera contando el mejor chisme del mundo.

—Intentó tranquilizarme, y luego solo lo abracé y le empecé a contar toda mi historia de amor con Andrés—le dije a Fer, con la mirada en el piso—. Se portó muy amable al decir verdad.

En esos momentos le conté a Fer sobre todo lo que pasó, desde que lo fui a ver a su casa para dejarle su teléfono, hasta nuestro ultimo encuentro de la mañana. Claro, Fer no dejaba de reírse ante todo lo que le contaba.

—Dejaste al greñudo con ganas. Te felicito amiguita, porque con eso de seguro nunca te olvidará—Fer comía su pincho tranquilamente—. Si a mi una chica que está buena me hace eso, no la dejaría en paz hasta terminemos todo lo que dejamos inconcluso.

—Oye, cállate puerco idiota. Sabes que detesto que insinúes que estoy buenota—yo lo miré con una ceja alzada.

—Ay, Cielo. Tú muy bien sabes que lo eres, si hasta reinita de belleza fuiste algunas veces. Te juro que si no fuera porque eres mi amiga del alma, ya hace mucho que te habría...

—¡PUERCO MALDITO!—yo le di un pellizco en el brazo—. Ya deja de fantasear conmigo.

—Bueno, a mi se me hace fácil no fantasear contigo, pero dudo que el greñudo pueda—Fer suspiró dándome un golpecito en la pierna—. De seguro el muchacho ahora mismo está recordándote, y deseando poder terminar de desnudarte.

—¡Fernando Medina! ¡Ya cállate!—yo lo miré mahumorada—. Y así me imagine lo más pervertidamente posible; cosa que dudo, ya no lo voy a ver de nuevo. No me parece buena idea verlo luego de todo lo que pasó ayer. 

—Aja, sí... sobre todo porque se la tocaste—él soltó bromista ganándose un pellizco de mi parte.

—No me enorgullece eso—yo me pasé una mano por la cara—. Y por eso mismo ya no lo pienso ver de nuevo.

—Insisto, de seguro dejaste picado al tipo. Yo que tú me preparo para que se ponga de intenso— él me abrazó por los hombros—. Tal vez te volviste su reto personal. Es que mi amor, estás como quieres, y si le gustaste mucho mucho al tipo, va a querer coronarte lo antes posible.

—¡Fernando!—yo le quité su pincho a medio comer y lo lancé al piso.

—¡Cielo!—él se puso de pie mirando asesinamente.

Con miedo y divertida de sus acciones también me puse de pie, y en seguida salí corriendo seguida de él. Ahora Fer me daría una buena dosis de cosquillas, hasta que ruegue por piedad.

—¡Sabes que odio que te metas con mi comida!—mi amigo reclamaba atrapándome de la cintura y lanzándome al piso como si yo fuera otro macho. 

—Tú empezaste—le dije divertida

Referente a lo que Fer dijo, se me hacía ilógico pensar que yo me convirtí en un reto personal para Chris. Pero quizás si lo fui a la final, o a lo mejor... solo quizás después de todo... él fue mi reto personal.

Bueno... sea cual sea el reto, al final y según el libro mágico, todo daría como resultado cierta bebé, llamada Yulieth.

Mi amada Yuli. 

(...)

—¡Mami!—grité dando saltitos en mi silla—. ¡Se hizo youtuber!

Mi cara de emoción no se podía disimular desde que di play al primer videoblog de Christopher.

Ese día tuve que ir al hospital para visitar a mi madre, pues ella tuvo que ser internada a causa de los fuertes síntomas del cancer.

Siempre admiré la capacidad que tenía por parecer fuerte cuando yo estaba cerca. Ella siempre me iluminaba con su sonrisa pese a las dificultades.

—¿Christopher no era cantante?—mi madre se movió un poco en la camilla, para poder mirarme—. No me digas que va a renunciar a Cnco por...

—¡Ni lo sugieras!—yo pegué un raspingo, mientras reía por lo que Chris decía de las palabras censuradas—. La voz de ese hombre jamás se debe apagar.

Yo me acomodé en mi silla de manera que pude recostar mi cabeza sobre la cama, quedando a un lado de su brazo. 

—Sí, es una angelical voz—ella concordó y yo enfoqué mi celular en dirección a ella.  

Ya cuando terminó el videoblog, me puse a ver un antiguo video de Chris, donde él mismo se grabó por snapchat documentando su calvario por una vacuna. Ni siquiera mi vecino Christopher; "el peque", hizo tanto alboroto por una agujita.

—Muero de ternura con él—comenté emocionada, mientras miraba en mi celular a un Chris que fingía llorar por su turno para la inyección—. Me dan ganas de darle besitos por toda la cara, y una paletita para hacer que se calme. Dios, es un bebé lindo.

Mi madre solo se quedó callada analizándome con una sonrisa dulce en sus labios.

—Amas mucho a ese muchacho—mi madre observó, mientras acariciaba mi cabeza con debilidad—. A veces hasta pareciera que lo amas en verdad. No es como un amor de una fan, es como algo más intenso.

—No exageres, ma—yo rodé los ojos y en seguida seguí mirando el puchero de Chris después de la vacuna—. Ay, Dios... mira esa carita. Quiero darle un besito en la frente y arrullarlo hasta que se duerma.

Mi madre, me volvió acariciar sonriendo por mis ridiculeces.

—¿Y si te dijera que algún día podrías hacer lo que tanto deseas con él?—ella tomó mi mano y con dificultad la subió a su boca para dar un beso—. ¿Me creerías si te dijera que quizás en un futuro no muy lejano vas a poder tener a ese niño grande; así como lo llamas, bajo tu cuidado?

Las palabras de mi madre me extrañaron en extremo. Por un momento creí que todo se debía a la medicina y las inyecciones que le pusieron.

—Sí los veo en diciembre, intentaré cumplir mi sueño, lo prometo. Le daré un besito y moriré feliz—yo me acurruqué en su brazo.

—¿Así que vienen?—mi madre se quedó pensativa. Al mirarla noté como empezaba a quedarse dormida.

—Sí, vienen en diciembre. ¡Y a grabar un video aquí en Quito! ¡Dios, no puedo creer que la ciudad va ser vista por miles de personas en un video!—yo cerré los ojos disfrutando del leve tacto de mi mamá.

—Diciembre parece ser un buen mes para una bella historia—ella soltó risueña

—¿Vas a escribir algún relato?—murmuré de igual manera risueña

—Sí, y será la mejor historia que puedo crear—ella soltó en medio de un bostezo—. Mi corazón entero se quedará en esa historia.

Quise seguir disfrutando del tacto de mi madre, pero lastimosamente, el ruido de un despertador hizo abrir mis ojos. Era nada más y nada menos que el reloj cucú que mi abuelo me había dado de niña.

—¡Señor pajarito!—dije de malhumor mientras lanzaba la almohada contra la pared donde estaba el reloj. Este se zafó del clavo y cayó en el piso, logrando que se calle.

Resignada a ya no poder dormir, me senté sobre la cama sintiendo de inmediato mi abdomen frio por el viento.

Al bajar la vista, noté que nuevamente había dormido únicamente con ropa interior. Síp, cuando estaba sola tenía la rara costumbre de solo dormir en brasier y una cachetero simple.

Al decir verdad dormía más comoda así.

—¡Ya hice algo de comer!—oí la voz de Fer entrar a mi habitación—Baja, a....

Al instante miré a Fer pararse frente a la puerta abierta y mirarme. Tarde me di cuenta que no estaba presentable.

—¡Vete!—yo me lancé a la cama y me cubrí con las sábanas

—¡Mierda, Cielo!—oí su voz alejarse, y yo saqué un ojo por las sábanas para espiar.

No habían rastros de mi amigo.

—¡Se golpea la puerta antes de entrar!—protesté, mientras tomaba mi camiseta del piso, poniéndomela por encima.

—Pero como voy a golpear si duermes con la puerta abierta—él dijo desde el piso de abajo. Ahí me di cuenta que olvidé por completo la presencia de Fer en mi casa. 

Yo me levanté de la cama y me puse unos pantalones cortos, luego bajé hambrienta a darle el encuentro a mi mejor amigo.

Luego de comer, tenía planeado hacer algo de lo que no estaba muy segura. Me la pasé pensando en toda la noche si debía o no hacerlo, pero mis ganas de hacer lo que parecía hasta ridículo me ganaron más.

Yo quería volver a verlo.

—¿Vas así a ver al tal Vélez?—Fer me analizó desde el sillón, cuando yo estaba junto a la puerta de salida.

—No quiero que piense que lo busco por algo más—murmuré rápidamente tomando las llaves de la mesita de la entrada.

—Pareces mendiga—él se me burló, analizando mi exagerado look.

Debo confesar que no me gustaba lucir ropa holgada o sin gracia, por lo general siempre me gustaba estar a la moda. Amaba siempre lucir y sentirme bonita.

—No quiero que cuando me vea le den ganas de concluir el acto—negué sintiéndome asustada por aquel pensamiento—. Ni loca dejo que concluya. Sabes lo incomodo que sería mirar los póster en mi cuarto, recordando como era su cara cuando... ¡Bueno cuando hacíamos..!

—¡Tú también te lo estás imaginando!—Fer empezó a matarse de la risa—. Niña, calma tu vagina.

—Cállate infeliz—rodé los ojos, y en seguida salí, dejándolo a él mirando una película.

Bien, para hacerles un resumen, mi look iba así. Tenía puesta una pijama en extremo holgada de animalitos, un suéter de lana color rojo de cuello alto, que me llegaba hasta más arriba de las rodillas, y tenía puesta una zapatillas de lona simples. Mi cabello estaba sin peinar, a duras penas lo agarré en un moño. No tenía ni pizca de maquillaje, y además ni me lavé la cara. Creo que lo único que me faltaba era pegarle mocos a mi ropa.

—Vas a ponchar al tipo en cuanto te vea—Fer había abierto la puerta, mientras yo me subía a la motoneta—. Con tu ropa le quitas la pasión a cualquiera.

Ignoré las bromas de Fer, y emprendí el viaje hasta la casa de Chris, sin saber que el recuerdo de un pasado me esperaba. 

Diablos, el mundo podía ser tan pequeño a veces. 







Holis estrelladas jaja ok no !!!!

Uy, esto se va poniendo más bueno cada vez. 

¿Cual creen que será el pasado del que Cielo habla?

Solo diré que el destino es una cosa tan extraña jajajaja. 

El próximo capitulo, de seguro les será muy divertido. Ya verán porque jajaja, quizás muchas recuerden aquella etapa de la vida de Chris gggg. 



Bueno, chicas nos vemos hasta el siguiente capitulo :)

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