Epilogo

Epilogo

Profecía.

Reino caótico cubierto por tinieblas, repleto de almas en pena, donde la melodía es entonada por lamentos que en vida no fueron escuchados, así lo describió un maestro que le entreno en su niñez, donde las almas bailan entre las rocas que en estos momentos crujían al ser pisadas por su blanca armadura.

Corría atreves de las rojizas y negras montañas del inframundo, donde a kilómetros resaltaban su cabellos finos y dorados, donde su blanca vestimenta de cisne lo cubría de cualquier peligro, empero el manto sagrado de caballero de bronce venia casi en las mismas condiciones que el portador, herido, destrozado y lejos de estar en su mejor esplendor.

Con ayuda de Zeus y Hermes, Hyoga había podido llegar de nuevo al inframundo, con una sola advertencia que se le repitió más de mil veces "Aunque lo encuentres nunca podrás salir del inframundo, mucho menos llevarte un alma de allí"

Aun con todas las advertencias de los dioses y las suplicas de Saori y sus amigos, Hyoga sentía que tenía oportunidad, Heracles había salido del inframundo, Orfeo, Odiseo, entre otros, eso de no poder salir no lo creía.

Después de tanto correr por fin a sus ojos llegaba el rio Aqueronte, Hyoga tenía dos teorías de donde se podría encontrar Shun. La primera:

Después de que Hades tomara el cuerpo de Shun, su alma se volvería en un alma cualquiera, una que debería atravesar ese condenado rio y al no tener como atravesarlo vagaría por las orillas durante cien años hasta que Caronte accediera a llevarlo sin pagar, si fuese el caso simplemente lo tomaría y lo volvería al mundo de los vivos. Pero parecía que no se encontraba en las orillas.

Corrió y corrió, el borde era inmenso, a cualquier lado que voltearas verías kilómetros de rio y nada más, no supo si corrió y busco por horas o incluso días pero cayo exhausto sobre sus rodillas, sintiendo que su corazón se detendría por tan acelerado que estaba.

—Maldición— y un puñetazo al suelo dio.

Jadeo mientras limpiaba el sudor de su frente, ni un solo rastro del alma de Shun —Al fin te detienes.

Hyoga presto atención al borde del rio donde venía la voz, allí sobre una barca de madera con la roda decorada con un especie de ángel se encontraba un viejo con túnica borgoña. — ¿Quién eres tú? — pregunto con seriedad mientras se ponía de pie.

El anciano se acercó a la orilla con su remo y hablo amable — Se me conoce como Caronte, mi señor Hades me pide que ayude a las almas a cruzar, siempre y cuando estas paguen el viaje.

Hyoga le miro de arriba abajo, si bien conoce la leyenda y ha visto miles de pinturas en los museos de dicho personaje, Seiya le conto que en la guerra contra Hades ese caballero trato de tirarle al rio, de no ser por la ayuda de Shun, por quien había venido.

—Si lo que dices es verdad, ¿Cómo sé que no me lanzaras al rio en cuanto pague?— pregunto avanzando hasta la orilla.

El anciano le veía desde el barco, sin embargo no tenía intenciones de bajar aunque estuviera a centímetros del borde del rio. —Joven, yo soy Caronte el de las leyendas, no soy un guerrero, mientras pagues tu viaje te llevare de inmediato y a salvo hasta el otro lado.

Y la segunda teoría con la que contaba era tener que cruzar el condenado río, Pues Hades seguramente lo había hecho cruzar.

Hyoga le miro con desconfianza —Baja y hablaremos de cómo puedo pagarte.

Pero el anciano negó con paciencia —Lo siento joven, no se me permite abandonar este bote, — hablo con serenidad — ¿Va a abordar? Porque de no ser así hay miles de almas que esperan cruzar el rio.

El caballero se quedó inmóvil un momento, para después de su cuello descolgarse su rosario de oro, camino hasta el borde del rio extendiendo tan precioso objeto — ¿Esto será suficiente para un viaje redondo? — pregunto entregándoselo en sus callosas manos.

Recibió una mirada extraña como contestación — ¿Planeas regresar? — El rubio asintió —Sube, es suficiente —Pero el rubio no obedeció.

—Planeo regresar con el alma de una persona de suma importancia para mí, ¿Es suficiente?

Caronte quedo boca abierto, tratando de encontrar lógica y palabras para lo que el caballero le estaba diciendo. —La última vez que un hombre vino con esas intenciones regreso con la mirada derrotada, ¿Qué te hace creer que tú puedes salir del inframundo con un alma?

—Pregunte si es suficiente, sino lo es te daré mi armadura entera, mis ojos si hacen falta, pero no me subiré a la barca hasta saber que es suficiente.

El anciano se relamió los labios y con más cuidado miro el rosario, una cruz de oro de tan fino acabado en sus detalles, junto con cuencas de plata como decoraciones, se veía valioso y más allá de eso, valioso en sentimientos. —Es suficiente, puedes subirte, de no ser así te garantizo que recibiré tu armadura como pago.

Inexpresivo subió a la barca y tomo asiento en las viejas maderas, el viaje comenzó y Hyoga estaba impaciente, pronto la orilla se desvaneció a las lejanías, cuanto más se adentraban a ese rio almas trataban de sostenerse del bote con desespero, el cisne les miro, en su rostro había terror, dolor y desesperación.

—Son las almas que no pudieron pagar su viaje. — Explico Caronte a su pasajero —este rio divide completamente el mundo de los vivos con la entrada del inframundo, por lo que rodear la orilla es imposible, dejando dos alternativas, pagando el viaje o nadando.

—Me imagino que nadar no sirve de nada. — dedujo en voz alta.

Caronte rio apenado —No solo nadar joven, hay un camino en específico para llegar al reino de nuestro señor Hades, así como un camino de vuelta, les es imposible a las almas reconocer cual es cual, sin mi ayuda jamás llegarían.

Hyoga no respondió nada a esa información, igualmente Caronte volvió a hablar —Me has dicho que has venido por alguien importante, la última vez un joven llamado Orfeo vino por su mujer Eurídice, lo recuerdo, —suspiro — toco su instrumento durante todo el viaje con la melodía más triste y dolida que pudieras imaginar, te aseguro que te hubiera roto el corazón.

—Conocí alguna vez a alguien así.

— ¿Eres como él? ¿Has venido por la persona que amas? O quizás ¿Vendrás por algún familiar?

Recibió una negación como respuesta. —Tuve la oportunidad de amarlo, pero ambos actuamos de forma incorrecta, quiero encontrarlo para pedirle perdón y llevarlo conmigo a casa.

Y la charla se dio por terminada hasta llegar a la orilla, Hyoga bajo de un salto al muelle del inframundo, pero fue detenido por la voz del anciano —Joven, si la persona que ama le correspondía, le garantizo que le perdono sin la necesidad de que usted viniera hasta aquí.

—Vuelva en un par de días, traeré a Shun de vuelta conmigo.

Caronte lo vio alejarse, este suspiro con pena y emprendió el viaje de regreso, aun así como todo buen servidor de Hades lo haría, regresaría.

Los caminos eran más complicados de lo que recordaba, si bien la primera vez que piso el reino de los muertos estaba a contra reloj, iba corriendo a la velocidad que sus piernas le permitía, en su mano izquierda sostenía un cristal sin color alguno.

Deméter se lo había entregado una vez se enteró de su viaje al inframundo, aquella piedra ayudaría a encontrar a Shun, sin embargo no quería utilizarlo pues la diosa le había advertido que no solo Hades se percataría de su estadía en su reino sino que solo funcionaria una vez; si acaso Hades ocultará el alma de Shun en otro lugar después de hallarlo con el cristal, este buscaría a ciegas.

Su puño oprimió con desespero el cristal, estaba indeciso ¿Pero que más le quedaba? El reino era inmenso y Shun no era la única alma que habitaba el lugar, guardo la piedra de nuevo en su armadura y siguió su búsqueda.

Por más terreno que cubriera seguía sin nada, estaba agotado y molesto, juraba por todos los dioses que había estado dando vueltas sin control aparente, en el borde de la desesperación Zeus se apiado de su situación y envió a Perséfone. —Hyoga.

El nombrado respondió al llamado y entre una pila de rocas se encontraba la mujer que causo todo este problema desde un inicio, escondida entre una capa negra, con los ojos curiosos y aunque la túnica podía cubrirla se notaba que a comparación de cuando estaban en el mundo de los vivos esta estaba mejor vestida y más regordeta sin dejar de lado su bella silueta.

El rubio suspiro y se recargo sobre el muro más cercano —Estoy tan cansado como para mirarte mal, — tomo aire mientras la doncella se acercaba — ¿Qué haces aquí?

La chica saco de una pequeña bolsa de tela otra túnica que había traído con la intención de cubrir al caballero —Sé que soy la persona a la que menos quisieras ver, aun así Zeus me ha pedido ayuda desde antes que llegaras, solo estaba esperándote.

Perséfone limpio con cuidado el sudor de su frente y en respuesta Hyoga sujeto su muñeca con fuerza, alejándole la mano — ¿Qué haces?— pregunto amenazante.

Aun así la mujer le miro con reproche —No tenemos tiempo para esto, apresúrate y desviste tu armadura para poder cubrirte con esta...— fue interrumpida

— ¡Espera! ¿Qué quieres decir? — La chica cubrió al muchacho con torpeza, este en confusión aparto las manos de la chica sin comprender

Perséfone no se dejó intimidar, acomodo la túnica mal puesta sobre los hombros del rubio y después le cubrió la cabeza —Escucha, sé dónde se encuentra el alma de Shun, — esto llamo rápidamente la atención del caballero — Las almas de los que son el recipiente de mi señor Hades son enviadas a otro lugar en el inframundo.

Hyoga suspiro, accediendo a las órdenes de la chica, parecía ser el método más rápido para encontrar a Shun e irse de allí lo más pronto posible.

Desmontando su armadura la menor lo tomo por la muñeca, mientras caminaba a paso veloz, no tenían mucho tiempo — ¿Por qué? — pregunto Hyoga siguiéndole el paso entre las rocas llegando a unas escaleras de piedra talladas.

—Mi señor es una persona justa, y más con las almas que en un pasado cuidaron de su cuerpo hasta poder renacer, les envía a unos campos elíseos en miniatura, por explicarlo de una forma.

— ¿A dónde me llevas? — la chica había soltado la muñeca de su acompañante, empero este aun la seguía de cerca.

—A donde se encuentra Shun, aunque te advierto, no tenemos demasiado tiempo, el señor Hades está dormido en estos momentos, solo en esos instantes yo puedo salir de su trono.

Hyoga bufó, resultaba irónico a su parecer — ¿Qué ha sido eso?— pregunto la chica mientras decencia hasta lo que parecía ser una pequeña balsa improvisada.

—Resulta gracioso que, has causado tantos conflictos para al final estar encerrada en un infierno.

Perséfone subió a la balsa que flotaba sobre el rio tono borgoña donde apenas podías llegar a ver un par de metros de profundidad, tomando un remo con rastros de seguir húmedo. —Te equivocas, mi señor Hades me permite ir a donde yo desee, sin embargo él me hace compañía y de no ser posible soy escoltada por sus sirvientes, estoy lejos de estar prisionera, como tú dices.

Una mueca se formó en los labios del ruso, no le agradaba el que hablara tan "dulcemente" de la persona que le había arrebatado a Shun —Como digas. — resoplo para tomar entre sus manos el remo.

— ¡Eh, yo puedo hacerlo!— reclamo la chica tratando de alcanzar el remo, aun así Hyoga le ignoro y esto no pareció molestarle realmente a la chica.

—Solo dime por dónde. — así fue, Perséfone le indico por donde virar, donde debía tener cuidado con las corrientes y cada cuanto tenía que sacar el remo o perderían el rumbo.

Estando ambos en silencio, no había lo que se conoce como tranquilidad, el rio donde navegaban estaba repleto de gritos y sollozos incluso a lo lejos en las orillas podías ver como unas almas trataban de salir del rio desesperados; siendo jalados de las piernas o la cadera por otras almas, posiblemente tratando de huir también o por envidia, enojo e impotencia, si ellos están atrapados, ¿Qué derecho les daba a las demás almas de tratas de escapar?

Incluso las almas trataban de ahogarse mutuamente, en desespero por falta de soluciones para terminar con su agonía, parece ser que incluso desconocían el hecho de que ya estaban muertos y eso no llevaría a agotarlos, sino es que también carecían de la capacidad de percibir el tiempo o incluso la fatiga.

—Y dime Hyoga...— la chica tanteo la reacción de su acompañante, al ver que este no le miro de mala manera o ignoro, continuo. — ¿Cómo es que te enamoraste de Shun?

Hyoga levanto el remo para volver a enterrarlo un poco más adelante, miro de soslayo a la mujer, quien parecía más bien querer hablar de cualquier cosa, seguramente por no estar acostumbrada aun a tantos remordimientos alrededor, se le notaba nerviosa por el leve temblor en sus hombros, el tamborileo constante causado por sus talones sobre la balsa tratando de contrarrestar los gritos de las almas siendo ahogadas e incluso la falta de tonalidad sonrojada que tenía al haberla visto hace un rato.

Si bien él tampoco estaba cómodo con el entorno no tenía deseos de hablar de sus sentimientos, cuando la mujer de nuevo insistió al ver su breve lapso en falta de una contestación. —Es decir, ¿Cómo se conocieron? ¿Quién dio el primer paso? ¿Cómo te diste cuenta de que lo amabas?

—Basta— pidió con tranquilidad.

Su perorata fue silenciada de inmediato, causando que Perséfone hiciera un mohín de molestia — ¡Oye! Estoy tratando de ser amable, ¿Te molestaría tratar de cooperar?

El ruso suspiro, sacando el remo del rio y dándole la cara para "cooperar" —Disculpa, pero viendo la situación debo recordarte que ni tú, ni yo estaríamos en este rio de no ser por ti.

Ofendida se levantó de un pequeño asiento improvisado, causando que la balsa se ladeara con brusquedad. — ¡¿Tú qué sabes?! ¿Qué vas a saber? ¡Ni siquiera fuiste capaz de comprender a Shun cuando estaba a tu alcance! ¡No fuiste capaz de ver lo triste y decepcionado que estaba esa noche porque le habías fallado!

Dio un pisotón con fuerza, causando el salpicar del rio entre ellos. — ¡Sino hubieras sido tan imbécil él no habría accedido por despecho!— grito, su rostro estaba rojo por la ira al igual que el rojizo en el blanco de sus ojos por la necesidad de llorar. — ¡Cometí un error y no estoy orgullosa! ¡Lo maté! ¡Lo mate porque entre en desesperación!

Su voz comenzó a ser quebradiza y ahogada por el nudo en su garganta, sus nudillos habían comenzado a emblanquecerse por la falta de circulación a causa de la fuerza que mantenía en sus puños. — ¡Tenía miedo de volver a estar sola! — Gimió — ¡Sé que no es excusa! ¡Pero no quería! Y cuando... — tartamudeo y se quedó sin aire, sollozando con fuerza para volver a gritar — ¡Y cuando lo note él ya no estaba! ¡Había sido tan dulce y amable conmigo, como nadie lo había sido! ¡Y lo mate!

Hyoga restregó su palma sobre su rostro con frustración —Que dramática— suspiro.

Dando palmaditas en la cabeza de Perséfone a modo de consuelo, esta le miro con vergüenza y temblores en sus labios cual niña pequeña siendo regañada.

Una vez volviéndola a sentar, el rubio le dio la espalda para regresar a la labor de remar. —Te mentí— confeso la mujer con voz queda, y como Perséfone sabía que él no preguntaría explico. —Te había dicho que Zeus me mando en tu ayuda, pero fue mentira; sabía que vendrías por él, no sabía cuándo, aun así estaba segura de que vendrías por él, diario desde que llegue aquí, voy al muelle de Caronte, esperaba tu llegada e incluso llegue a dejar de pasar tiempo con mi señor para poder verte.

—Para poder guiarte con él— la mirada la mantuvo fija en sus sandalias, y el silencio de Hyoga parecía no tener fin, hasta que un suspiro le hizo llamar su atención.

—Él y yo crecimos juntos, junto con muchos otros, — Perséfone le miro curiosa e incluso incrédula, por un momento creyó haber imaginado que este le respondía. —en la infancia no era muy social, echaba de menos a mi fallecida madre y desconocía quien era mi padre, termine en la fundación Kido, donde se me entreno día a día para mandarme de vuelta a mi hogar y obtener mi armadura.

Hyoga recordó fugazmente como era él de pequeño y también como lo fue Shun y sus compañeros —Shun y yo no teníamos interacción, su hermano era muy protector y posesivo, y yo no tenía interés en relacionarme con él.

Perséfone se acomodó más cerca del caballero, para poder escucharlo mejor, no quería interrumpirlo o enfadarlo. —Él posiblemente no lo sepa, pero, yo di el primer paso.

Esto causo un sonrojo en la chica, haciendo que preguntara emocionada — ¿Cómo fue?— sus ojos brillaron y su sonrisa se ensancho cuando vio que las orejas de Hyoga se tornaron rojas.

—Cuando recién teníamos conocimiento de nuestro verdadero deber como caballeros, yo llegue a pasar mucho tiempo con él, primeramente lo vi como un hermano pequeño y un compañero, posteriormente note cosas que me gustaban de él. — sonrió y rio —como el darme cuenta que disfrutaba "hacerse la víctima" darme cuenta que no tolera las cosas calientes, que cuando piensa que nadie lo mira desaparece en los jardines, el levantarse demasiado temprano para ejercitarse y después regresar y dormir.

Perséfone soltó una risilla tierna, demostrando lo conmovida que estaba y dándose cuenta que se había desviado del tema sin notarlo. —Como sea... un día el broche de mi rosario se estropeo, en un descuido se me callo del cuello, pero no me percate.

Hyoga inhalo aire hasta llenar sus pulmones y luego lo exalo más tranquilo —Shun lo encontró, cualquier persona simplemente me lo hubiese dado y listo, pero él arreglo el broche, lo limpio de la tierra y fango que llevaba encima. — rio por lo bajo— y me sermoneo con paciencia diciendo que, ¿Cómo era posible perder algo tan hermoso e inigualable?

—Sabía que era una persona muy amable, pero ese día, ese día había despertado un gran deseo de interesarme más por él, una noche se quedó dormido en el sofá esperando a Ikki después de una de las tantas escenas que hizo, lo cargue entre mis brazos y lo lleve hasta su habitación.

Un temblor recorrió su espalda, así como la vergüenza de tan solo recordar ese pequeño momento —No sé qué me ocurrió, pero mientras estaba recostado en su cama, acaricie sus cabellos haciéndolo sonreír, abrió los ojos por mis acciones, pero realmente estaba muy dormido. — cubrió su boca recordando su expresión tan adorable. —me sonrió y me dijo "No dejes de acariciarme"

Perséfone estaba tan enternecida, que las lágrimas que había en sus ojos estaban lejos de ser de ira —esa noche me acosté a su lado, lo abrace y durmió acurrucado en mi pecho mientras acariciaba su cabello, estuve a punto de besarlo— susurro — pero en su momento no entendía que lo que mi corazón sentía era amor, auto convenciéndome de que solo era culpa de mis hormonas aun jóvenes.

—Dices que el peor error que cometiste fue matarlo, pero la verdad, es que por perderlo recapacite que era imposible estar sin él.

Busco consuelo en su mente, pero no lo hayo Perséfone no pregunto más y Hyoga también se mantuvo en silencio hasta llegar por fin a su destino.

Una gruta entre un par de montañas los cubrió, haciendo que el tono rojizo del rio se volviera completamente negro a causa de la poca falta de luz que había en el inframundo, la balsa no llego más lejos, pues se había estampado contra la orilla y ambos bajaron de esta.

— ¿Dónde está Shun?— pregunto el ruso mirando en todas direcciones impaciente.

La chica miro el suelo nerviosa —No lo sé— los ojos azules de Hyoga se abrieron en sorpresa, desde el principio la había acompañado por el único motivo de que ella decía saber dónde estaba.

— ¿Cómo dices?— pregunto alterado.

—Sé que aquí es donde su alma se encuentra, — aclaro — pero no sé exactamente donde se encuentra su alma.

— ¿Estas segura de que es aquí?

Perséfone asintió como si la vida de le fuera en ello. — ¡Sí! ¡Te lo juro que es aquí!

Hyoga suspiro. —Pues entonces no hay de otra. — hablo al aire, dejando en duda a su acompañante. — ¿Qué tan lejos se encuentra Hades de aquí?— pregunto el rubio buscando entre sus ropas un objeto.

—No demasiado... es decir estamos en la parte más baja de donde él habita, ¿Porque?— se apresuró a preguntar. — ¿Qué buscas? ¿Qué planeas?

De sus bolsillos saco el cristal que le habían dado como ayuda —Esto— Perséfone trato de sujetarlo, para mirarlo mejor pero Hyoga no se lo permitió —Deméter me lo dio para buscar el alma de Shun, sin embargo me advirtió que al usarlo no solo encontraría el alma de Shun, no volvería a funcionar y Hades me detectaría de inmediato.

La chica se asombró — ¿¡Quieres decir que?!— se interrumpió ella misma cubriendo sus labios con sus pálidos dedos.

—En cuanto sepa donde se encuentra, debo salir corriendo, no tengo las fuerzas para enfrentarme a Hades solo. — aclaro mirando el cristal en su mano.

—No hay necesidad de eso— de las sombras cerberos el perro de tres cabezas apareció escoltando a Hades.

Hyoga y Perséfone sintieron helar su sangre, ambas miradas se cruzaron una horrorizada y la otra molesta —Miserable— dijo Hyoga retrocediendo. — ¿Por eso querías que dejara la armadura? ¡Sería más sencillo matarme!

A la vez que Hyoga se alejaba esta trataba de alcanzarlo — ¡No! ¡No es lo que crees! ¡Yo no!

—Mi mujer no tiene nada que ver con que yo esté aquí— aclaro con serenidad, sin embargo su tono se elevó de más.

Ambos miraron al Dios, y antes de que cualquier otra cosa pudiese salir mal, Hades dejo al descubierto a una persona más en el lugar, debajo de su brazo oculto por la capa de su vestimenta estaba él. —Hyoga— descalzo, envuelto en una toga blanca, que cubría hasta las rodillas y dejaba descubierto el brazo izquierdo y los ojos más brillantes que nunca.

— ¡Shun!— su cuerpo se lanzó por sí solo, había esperado tanto el poder verlo, para llevarlo de vuelta casa con él, el accionar del pequeño Andrómeda fue el mismo, aun así Hyoga en un momento de lucidez se detuvo y dio marcha atrás con un salto.

Shun se detuvo confundido, la mirada azul de hace unos momentos cambio a una fría y hostil — ¿Hy-hyoga?

— ¿Cómo sé que realmente es Shun y no una trampa?— pregunto dirigiéndose al dios Hades.

Este no se inmuto, de todos los presentes era el más sereno allí. —Con el cristal que se encuentra en tus manos podrás saberlo, sin embargo eh de advertirte— Hyoga le miro sin dejar su postura de lado —Ningún alma puede salir de aquí, conozco tus intenciones, pero si lo que deseas es volver con él en tus brazos, temo que no te será posible.

— ¡¿De que estas hablando!?—pregunto exasperado.

—La realidad, es que Shun está muerto. —Aclaro —En el momento donde mi musa le apuñalo su alma fue llevada aquí mismo, de haber esperado hasta la mañana yo mismo habría poseído el cuerpo del joven, en ese caso por supuesto que pudiste haber venido y llevarte su alma, pues estaría—el alma — viva aún.

Los ojos de Perséfone se abrieron en su totalidad horrorizada, ahora entendía todo, por qué Hades estaba frente a ellos sin ninguna intención hostil, por qué después de que Shun muriera Hades apareció, todo cobro sentido.

—Ya no hay cadenas en el mundo de los vivos que le aten, no puede volver y mucho menos sin un cuerpo donde residir, lo único que te llevarías sería un alma en pena al mundo humano, ¿Quieres eso para tu amigo?

Hyoga callo de rodillas. —Maldita sea...— se dijo mental mente. No podía hacer nada.

Shun se acercó temeroso hasta estar con el rubio y abrazarlo, este le abrazo con tanta fuerza, al final no pudo hacer nada por él.

—Aunque, puedo hacer algo por ustedes. — la mujer y Shun voltearon al instante en escuchar aquello.

Esta corrió de inmediato a los brazos de su señor y le miro esperanzada — ¿Qué es mi señor?

—Andrómeda no puede regresar, pero Hyoga puede no volver. — Perséfone se giró a mirarlo aun aprisionando a Shun en sus brazos y este con lentitud levanto la mirada.

— ¿Qué significa eso?— pregunto.

—Quiero decir que puedes morir, para entregarme tu alma y así yo hacerlos renacer en otra vida. — Explico con seriedad —Empero, deben estar seguros, pues al hacer esto, sus almas estarán unidas por siempre, el alma de Shun residirá en este lugar y la tuya será juzgada como un alma normal, de ser así no garantizo que vuelvan a encontrarse si es que reencarnan; de estar seguros yo me asegurare de unir ambas almas y liberarlas, para que cuando una de sus almas reencarne la otra le siga por la eternidad.

Inmóvil después de tanto Hades avanzo hasta los caballeros — ¿Aceptan?

—Lo arruine en vida, muchas veces, no volveré a cometer los mismos errores en la siguiente. —Respondió el ruso, dejando a Shun asombrado — ¿Qué debo hacer?

El dios tomo el cristal que aun sujetaba Hyoga en su mano, al tocarlo su color insípido cambio a uno carmesí con tonalidades negras, regresándolo al portador.

—Debes ir al rio, donde las almas están desesperadas por cruzar, una vez allí, ambos deberán sumergirse en su totalidad y el cristal hará el resto.

Hyoga se puso de pie ayudando a Shun a su vez, asintió con la cabeza y estando a punto de irse Hades dio su última advertencia. —Una vez uno toque el agua deberán sujetarse o mantener contacto con el otro, de lo contrario el cristal no sabrá con quien emparejar tu alma o incluso lo hará con la incorrecta.

Dicho lo anterior el rubio y el alma salieron del lugar, tomados de la mano, el rio estaba a escasos metros — ¿Estás seguro Hyoga?— pregunto temeroso el menor haciéndole detener sus pasos. —Puedes volver aún, puedes continuar con tú vida, ¿Qué tal si no estamos hechos el uno al otro?

Hyoga se giró para abrazarlo y susurrar en su oído — ¿No me oíste? No volveré a cometer el mismo error de nuevo.

Sin dejar de abrazarse Shun busco con desespero su mirada azulada —Puede que en otra vida me falte un brazo, un ojo, tenga una enfermedad mortal e incluso sea repugnante a la vista de cualquiera.

Hyoga sonrió de una forma tan tierna que hizo sonrojar al contrario. —así seas un perro y yo un gato, así tenga que lidiar con tu hermano o estés lleno de cicatrices a medio morir te aseguro que te seguiré amando.

Shun no pudo debatir más, pues fue levantado por Hyoga entre sus brazos — ¿Estás listo?— pregunto entregándole el cristal a Shun, este asintió y oprimió con fuerza el cristal entre su pecho y el de Hyoga.

Hyoga se introdujo en el rio con lentitud, el agua lejos de estar fría o helada parecía quemar, ahora comprendía porque las almas deseaban salir con desesperación, soltando un alarido de dolor y casi caer sujeto con fuerza las piernas y torso de Shun.

Este en reacción estuvo por soltarse del agarre, pero si lo hacía caería al rio —Espera— gimió de dolor Hyoga, —Solo pise una piedra, estoy bien. —Mintió —No te sueltes.

Las esmeraldas de Shun estaban llenas de preocupación, pero acepto, cada paso que daba sentía como quemaba su piel, juraría que incluso su carne se deshacía, al llegar hasta la cintura el rio se detuvo.

Un paso más y Shun sentiría el agua — ¿Qué ocurre?— pregunto el peliverde.

Hyoga le miro sin decir nada —Resiste, terminara pronto. — mintió de nuevo.

Sin entender y sin tener la oportunidad de preguntar sintió como Hyoga le soltó, sumergiéndose completamente en el rio que sintió como quemaba, ambos estaban sumergidos en un inmenso rio carmesí rodeado de almas desesperadas por querer salir.

Shun en ningún momento se soltó del cuello de Hyoga, causando que ambos entraran a la vez, la corriente les arrastro con violencia y para cuando ambos abrieron sus ojos la orilla no existía y la superficie estaba lejos de su alcance.

Shun se abrazó con fuerza al cuerpo ajeno quien parecía estar sufriendo de la misma forma, dolía maldición, Hyoga sujeto el cristal junto con la mano de Shun y un resplandor magenta apareció, el dolor incremento haciendo que Shun dejase escapar el aire que guardaban sus pulmones en forma de burbujas.

No de nuevo, no quería ver eso, no quería ver sufrir a Shun, con desespero lo tomo por su mejilla logrando que le mirara a los ojos, el mensaje era claro —Todo estará bien— pero no estaba seguro, y lo único que pudo hacer fue besar sus labios.

Después de tanto Shun había obtenido el beso que tanto había deseado, la piel dejo de quemarles, en su lugar sintieron como los huesos se partían y se unían en un solo ser, sintieron como cada parte de su ser era destruida, sintieron como ambas almas eran retorcidas para ser una y después ser dividida una y otra vez.

Y después nada.

Una brillante luz blanca deslumbraba su vista virgen, después unos sollozos que parecían tener eco, unas siluetas negras, todo era confuso, ¿Quién era? ¿Qué era? ¿Dónde estaba? Alguien... alguien estaba con él, ¿Pero quién?

—Es un varón señores Antares— hablo alguien.

Sintió como le soltaban y después era sujetado como la cosa más delicada y preciosa que existía. —Es perfecto... ¡Milo, míralo es perfecto!— una voz de un hombre decía emocionado.

Lágrimas, muchas junto con dos personas sonriendo —Camus, ¿De verdad es nuestro? ¿Este pequeño es nuestro bebé?— pregunto llorando enternecido.

¿Bebé? ¿Soy un bebé? ¿Qué es un bebé? —Tu nombre será Hyoga, ¿Te gusta?— recuerdos lo inundaron al escuchar eso.

¡Shun! ¿¡Donde esta Shun!? Trato de voltear, de buscar, pero no podía, todo era confuso, todo era complicado, su cuerpo era torpe, sus recuerdos vagos y después soltó llanto. —Parece que tu horrible cara lo espanta Milo— dijo burlón el hombre, mientras arrullaba a su hijo.

No te olvidare, no me olvides, no quiero olvidarte, ¡Te buscare! —Ya, ya, ya se— susurro dando un beso en su cabeza y comenzó a tararear una canción —Tonto el que no entienda, cuenta una leyenda, que una hembra gitana conjuró a la luna hasta el amanecer...

No importa que, te encontrare.

/*/*/*/*/*/*/*/*/*/

Algo así como la continuación (? 

en mi perfil esta una publicación titulada Hijo de la Luna.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top