Capitulo 7: Despedida
Nuevamente estaba en la espada y la pared... amaba a Hyoga... lo amaba como a nadie más en el mundo, pero Perséfone me había esperado por tanto tiempo, ambos me querían, pero sabía muy bien que si escogía a uno el otro perdería.
Si escogía a Hyoga le destrozaría el corazón a una niña, pero si escogía a Perséfone tendría una vida nueva, un nuevo amor, un nuevo comienzo, tendría todo para comenzar de nuevo, dejaría atrás a Hyoga, Seiya, Shiryu, Saori, Ikki, dejaría de ser un caballero Ateniense, pero en ese momento no me importaría, dejaría todo de lado para buscar mi felicidad.
Me gire a mirar a Hyoga y no podía creer lo que veía... sus orbes azules cual océano o el hermoso cielo estaban lleno de lágrimas, esa mirada gélida y seria lloraba, no era la primera vez que lo veía llorar, pero me sorprendió tanto encontrar esas gotas luchando por detenerse en el rabillo de su ojo –Hyoga... yo— dude y ese fue mi error.
Los rayos del sol se estaban colando entre las montañas, Perséfone se dio cuenta de esto — ¡Atenea, era una trampa!— grito.
Saori sonrió victoriosa, sin embargo no contaba con que Perséfone me arrebatara en cuchillo de entre mis dedos para apuñalarme con él — ¡Shun!— escuche la voz de Hyoga y después un golpe en mi cabeza.
Había caído al suelo, quizá no eleve mi cosmos lo suficiente, quizá solo funcionaria si yo me apuñalaba, la cuestión es que estaba a punto de morir desangrado, Hyoga y Shiryu se soltaron del agarre de Perséfone y corrieron conmigo, Hyoga me tomo entre sus brazos mirándome con lágrimas en sus ojos –Hyoga... lo siento, eso me pasa por impaciente— me reí ante mi comentario.
Perséfone estaba anonadada, soltó el cuchillo de entre sus dedos y esta estaba simplemente incrédula — ¿Qué...?— supongo que estaba asustada de que no haya podido funcionar, Hades no había salido de mi cuerpo porque yo no lo permití.
En el fondo de mi corazón quería estar con Hyoga, Perséfone venia cada uno cuantos de cientos de años, Hyoga solo una vez en la vida y si volviera a nacer y él estuviera otra vez en mi vida lo elegiría sin reprochar, pero la realidad es que solo se vivía una vez y había desperdiciado mi oportunidad de amar.
Sentía como mi cuerpo se hacía liviano, la falta de sangre estaba haciéndose notoria en mi cuerpo, ya no podía escuchar, me costaba mucho trabajo sentir los brazos de Hyoga estrujándome rogando hasta el último momento que no me fuera y me costaba verlo también, en ocasiones mi vista era clara pero después se nublaba al igual que sentía los parpados cansados.
Hyoga no llores...
Mis parpados se habían cerrado, ya no aguantaba tenerlos abiertos, a mi mente regreso una pequeña fantasía que tuve, Hyoga y yo caminábamos de la mano por el mar, era de noche, el venía con una camisa blanca abierta dejándome ver su abdomen, unos shorts guangos que le llegaban a la rodilla o centímetros más abajo, ambos íbamos descalzos sintiendo la fina arena colarse entre nuestros dedos.
Por mi parte traía una playera deportiva de manga larga, unos shorts que apenas cubrían lo indispensable, nos abrazábamos, nos besábamos, nos acariciábamos hasta quedar tumbados sobre la fina arena.
Me despojaba de mi ropa con delicadeza mientras besaba milímetro por milímetro de mi piel, mordía mi lóbulo, mis labios, mi cuello, mis hombros distrayéndome del dolor primerizo al hacer el amor, lo abrazaba con fuerza, con una sonrisa en mis labios, él era mío y yo era suyo...
Era el momento perfecto que siempre añore pero que ahora jamás tendré –Hyo...ga... te... amo—
Siempre estaré contigo... mi hermoso cisne.
La cabeza de Shun había dejado de sostenerse cayendo hacia atrás, el corazón de Shun dio su último latido, sus pulmones su último soplido y sus ojos su última lágrima, Shun se había ido y jamás regresaría.
Hyoga se dio cuenta de ello, le miro con los ojos completamente abiertos — ¡¿Shun!? ¡Shun despierta! ¡No te vayas!— lo agito intentando recibir respuesta, pensando que quizá solo se había desmayado por la falta de sangre, pensando que aun podía tener una oportunidad.
Shiryu estaba con lágrimas en sus ojos y un dolor en su pecho, aun así mantuvo la cordura –Hyoga... es inútil, se ha ido— le tomo el hombro intentando hacerlo recapacitar pero este se zafó de su agarre sin importarle.
Seiya llego corriendo y al encontrarse con tal escena solo pudo decir — ¿Qué fue lo que paso...?— Shun estaba muerto, pero Hades no había surgido ¿Fue en vano la muerte de Shun?
El amanecer había llegado y el tiempo se había terminado, ni Hyoga ni Perséfone habían conseguido el amor del menor, o eso creyeron, sus cabellos se tornaron completamente negros, su piel nívea se volvió un tanto más opaca, una piel que antes se veía tan fina como la porcelana había perdido su brillo.
Este mismo abrió sus ojos aguamarina y aparto los brazos de Hyoga, poniéndose completamente en pie –Perséfone, es hora de irnos— sentencio el Dios.
Perséfone le miro incrédula aun en el suelo — ¿Shun?— pregunto asombrada.
— No querida, soy tu señor Hades— la menor no sonrió ni mucho menos.
Hyoga quería tocarlo, era el cuerpo de su pequeño niño que hasta hace poco había desaparecido — ¿Qué le ocurrió a Shun?— quiso satisfacer su dolor con la curiosidad.
Hades levanto su mano y los lanzo contra la pared lejos de su presencia –Que barbarie, ¿Quién les ha dicho que pueden dirigirse a mí con tal familiaridad? Está claro que yo soy un Dios y ustedes unas viles hormigas— la forma tan elegante de hablar demostraban que Shun estaba lejos de ser quien controlaba su cuerpo.
— ¡No! Mi señor espere, yo también quiero saber que le ocurrió a Shun— pidió temerosa quien de ahora en adelante sería su mujer.
— Mi querida, ha desaparecido, ha muerto, su alma se ha ido al inframundo y su cuerpo es totalmente mío— Hades tomo una de las manos de la menor y en un segundo desaparecieron, yéndose al Inframundo.
Hyoga y Shiryu se levantaron, ambos jóvenes se habían ido, Shun había muerto, en un segundo estaba con ellos y al siguiente nuevamente solo era un recipiente para Hades, todo paso con tal rapidez, no hubo tiempo de procesar la información, Ikki estaba lejos, ¿Cuándo se enteraría de que su hermano se había ido? Y lo que es peor, no había manera de recuperarlo.
— ¡SHUN!— Hyoga callo de rodillas golpeando el azulejo puro y claro como lo era el menor — ¡SHUN! ¡¿Por qué?!— no pasaron más de dos puñetazos y el azulejo se cuarteo, las astillas de tan fino adorno en el suelo causo aberturas en la piel del Ruso, pero este las ignoro, el dolor en el pecho era mayor.
Grito su nombre hasta quedarse afónico, golpeo el suelo hasta no tener fuerza y dejo de llorar hasta que Saori lo hiciera caer en un profundo y dulce sueño con su cosmos.
Siempre estaré contigo... mi pequeño Andrómeda.
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Bueno! eh editado rápidamente la historia, cambiando guiones y corrigiendo una que otra falta de ortografía que vi por ahí, aun así estoy segura que se me han pasado varias, si ven una díganme para cambiarla de inmediato; la historia no fue modificada, únicamente agregue una que otra cosa porque vi que en algunas partes no sabía ni quien hablaba xD
¡Pero bueno! prometido es deuda, ya que eh editado la historia daré comienzo a editar/modificar el epilogo que en su momento no fui capaz de redactar, eh de advertir que mi manera de pensar y redactar ya no es igual, tan solo en mis otras historias pueden notarlo.
si bien mi epilogo iba a ser miel con azúcar en pastel ufff... ahora me asquea eso xD si hare este final va a ser bien y va a estar de la pasada!!! lo garantizo. sin más pido paciencia pues el que será el final va a ser un capitulo extenso y viendo las cosas tal vez inicio desde cero.
tratare -OJO TRATARE- de que este terminado antes del 12 de agosto, porque regreso a la universidad :'v sin más que decir, un saludo y espero ver sus amenazas en mis notificaciones.
Nos leemos! <3
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