Capitulo 6: Un corazón roto



Un castaño herido y molesto estaba golpeando su almohada, ¿Por qué? ¡¿Por qué?! ¡Hyoga pensé que de verdad me querías! ¡Solo me dijiste esas cosas para que no me transformara en Hades! ¡Para que Yo no les causara problemas! ¡Para que...! –Para que dejara de causar molestias...— el castaño cayó en su cama con lágrimas en sus ojos

–June... lo siento tanto... ahora sé que sentiste cuando te dije que te quería como una buena amiga... seguramente esto es karma.

Shun se giró hasta que callo de su cama quedando boca arriba –Ikki... hermano... necesito de tus regaños... ahora mismo me deberías poner una reprimenda diciendo que un hombre no tiene que pasar por estas cosas por más dolorosas que sean...— suspiro.

Shun se quedó tirado en la fría alfombra mirando al techo escuchando el silencio, era tan estresante que el silencio se convirtió en ruido, era tan desagradable no escuchar nada y eso le molestaba — ¿Por qué no me amas...?— pregunto al aire.

— Lo mismo me digo yo...— Shun se asustó y se levantó de inmediato viendo a Perséfone sentada en la ventana con la mirada al cielo y un rostro decaído.

–Sabes, antes de que renaciera en este cuerpo tenía una vida miserable... mi madre biológica había muerto durante el parto, soy hija única, mi padre se hundió en el alcohol y las drogas, la persona que me crio fue una vecina, ella limpiaba la casa con el poco dinero que mi papá le pagaba, pero en vez de usarlo para ella lo utilizaba para comprarme comida y ropa... mi padre se volvió a casar... y ya sabes el típico cuento de la madrastra cruel y mala; ella me hacía trabajar desde los cinco en las calles prostituyéndome, había varios pedófilos en el mundo, ella no me daba de comer si no llegaba a cierta cuota, de niña era muy fácil, pero los últimos cinco años desde que cumplí quince había sido más difícil llegar a la meta— Perséfone se giró a ver a Shun con lágrimas en los ojos.

–Un día ningún hombre no quiso acostarse conmigo... eso enfureció a mi madrastra y me golpeo... hasta que un cosmos la mato...— ella sonrío con tristeza

–Habías sido tú... hace algunos meses, había nacido nuevamente como Perséfone, corrí a buscar la entrada al inframundo, pero cuando la encontré habías desaparecido, me sentí tan sola de nuevo... no tenía nada ni a nadie... solo la pequeña esperanza de que alguien me amo y donde quiera que estuviera me esperaría con los brazos abiertos...— sollozo cubriéndose el rostro entre sus piernas.

Shun se acercó con cuidado y se sentó en la ventana sin interrumpirla –Hace poco Zeus me visito en mis sueños, diciéndome dónde estabas y que tenía una leve oportunidad de recuperarte, de estar contigo, de ser feliz y reinar a tú lado en el reino del inframundo, sin pensarlo acepte y vine hasta aquí, solo para...— cubrió su rostro con sus manos evitando aún más la decepción y el llanto –Solo para encontrarte enamorado de otra persona...— y dejo salir un horrible grito de dolor.

Shun se había sentido culpable, nunca pensó que Perséfone hubiera sufrido tanto, este la abrazo y Perséfone se aferró a su calor –Lo siento tanto...— pidió el chico.

— No es justo... no lo es para nada, solo te tengo a ti... solo te amo a ti aun sin conocerte, aun sin saber si esto tiene un futuro, tengo tan mala suerte... En vidas pasadas nosotros ya estaríamos casados viviendo en el inframundo y ahora... ahora estoy luchando porque nuestra pequeña Profecía se cumpla... — limpiaba sus ojos goteantes y sorbía su rojiza nariz.

Shun la abrazo con más fuerza, cuando su llanto paro escucho su estómago gruñir — ¿Tienes hambre?— La menor se sonrojo –Ven conmigo...— Shun siempre tan gentil con el enemigo.

Ambos se escabulleron entre la noche, bajaron a hurtadillas como si fuesen a robar un banco o una joyería, llegaron a la cocina y el menor sentó a la chica descalza en un banco de la barra de desayunar. — ¿Qué te apetece cenar? Te preparare lo que quieras— sonrió Shun mientras limpiaba rastro de sus lágrimas.

La menor sonrió –Siempre quise comer unas galletas...— confeso mirando sus manos avergonzada.

— ¡A la orden!— Shun tomo todo lo necesario para las galletas que haría para la menor, pasó alrededor de una hora y las galletas estaban listas –Aquí tienes, son de chispas de chocolate, son las únicas que se hacer— rio apenado.

— Gracias...— la menor tomo una y de inmediato la soltó junto con un quejido

— ¡Cuidado! Están calientes, debes soplarle— el castaño soplo a la galleta hasta que la sintió tibia y después se la entrego de nuevo.

Esta la mordió y de inmediato sonrió –Esta... esta riquísima— para después comenzar a llorar.

— ¿Te quemaste la lengua?— Shun pregunto preocupado mientras le servía leche.

— No, es solo... es solo... eh sido tan mala contigo... y tú eres tan gentil conmigo sin importar que... realmente quiero estar contigo... pero no soy correspondida— volvió a morder la galleta dolida.

Shun la abrazo y deposito un cálido beso en su frente –Quizá... deberíamos intentar. — hablo sin pensar, pero esas palabras salieron de su corazón también herido.

La menor se anonado, parpadeo confusa unos momentos, mirando si había rastro de una broma o arrepentimiento y al no verlo se emocionó. — ¡¿Hablas enserio?!— el brillo había regresado a sus ojos.

El mayor asintió –A mí tampoco me corresponden... y aunque sería capaz de esperarlo mi vida entera tú solo vienes cada uno cuantos cien años... has esperado bastante... no me parece justo hacerte esperar— explico Shun.

Perséfone se emocionó tanto, lo abrazo y por la emoción le beso, pero esta vez Shun le correspondió justo como él quisiera que Hyoga le hubiera correspondido –Shun...— se sonrojo la menor.

— Todo está bien, — trato de convencerse a sí mismo con esas palabras. — Dime que debo de hacer. — pregunto.

— Debes de resurgir... pero no veo de qué manera— la chica tomo su barbilla en un ademan de pensar.

El mayor bufo –Vamos por Piritoo— dijo burlón.

–No creo que eso sea posible— se burló –Hay otra manera... pero jamás te lo pediría— hablo mirando sus descalzos pies.

— ¿Qué es?— pregunto de inmediato el chico.

Perséfone le miro con tristeza, deberás elevar tu cosmos hasta su límite y aún más, haciendo explotar el último vestigio de tu cosmos y enterrarte una daga en el corazón... Hades surgirá para salvar al portador y habremos de estar juntos para siempre— el ambiente se puso tenso –Jamás te lo pediría Shun, pues si fallas morirás— explico la chica con una voz en extremo seria.

— Lo haré— Shun lo dijo tan seguro de sí mismo –Pero, antes quiero comerme las galletas, o las habré hecho en vano— ambos chicos rieron y siguieron comiendo y bebiendo leche fría.

Eran las tres de la madrugada y un olor a galletas lo había despertado, Seiya se levantó algo adormilado y camino por el pasillo hasta la cocina, para encontrarse con Shun que había preparado galletas, sin embargo escucho otra voz, ¡Era Perséfone!, ¿Qué hace ella aquí? Seiya iba a irrumpir pero algo le impidió moverse, o gritar; una fuerza extraña le había atrapado y no podía liberarse.

— No... es solo... es solo... eh sido tan mala contigo... y tú eres tan gentil conmigo sin importar que... realmente quiero estar contigo... pero no soy correspondida— ¿Qué dice? Quizá haya venido a hacer las paces con Shun... después de todo hoy fue derrotada

Shun la abrazo y deposito un cálido beso en su frente –Quizá... deberíamos intentar...— ¡¿Qué?! ¡Shun debes de estar bromeando!

La menos se anonado — ¡¿Hablas enserio?!— ¡Por nuestro bien espero que no!

El mayor asintió –A mí tampoco me corresponden... y aunque sería capaz de esperarlo mi vida entera tú solo vienes cada uno cuantos cien años... has esperado bastante... no me parece justo hacerte esperar— ¡¿Habla de Hyoga?! ¡Maldita avestruz! ¡Mira lo que has hecho!, ¡Shun por favor no! ¡¿Qué cuentas le voy a entregar a tú hermano?!

Perséfone se emocionó tanto, lo abrazo y por la emoción le beso, pero esta vez Shun le correspondió –Shun...— ¡Para! ¡Shun no! ¡SHUN! ¡HYOGA MALDITO PATO VEN AQUÍ AHORA MISMO!

— Todo está bien... dime que debo de hacer...

— Debes de resurgir... pero no veo de qué manera— ¡Bien por fin escucho algo bueno!

El mayor bufo –Vamos por Piritoo.

–No creo que eso sea posible...— se burló –Hay otra manera... pero jamás te lo pediría...

— ¿Qué es?— ¡¿Hay otra?!

Perséfone le miro con tristeza, deberás elevar tu cosmos hasta su límite y aún más, haciendo explotar el último vestigio de tu cosmos y enterrarte una daga en el corazón... Hades surgirá para salvar al portador y habremos de estar juntos para siempre— el ambiente se puso tenso –Jamás te lo pediría Shun... Pues si fallas morirás— ¡Shun no sería tan estúpido como para aceptar tal cosa!

— Lo haré— ¡Maldita sea Shun tienes que estar jodiendo me! –Pero... antes quiero comerme las galletas, o las habré hecho en vano— ambos chicos rieron ¡No puedo seguir así...! Tengo que elevar mi cosmos para librarme o de perdida llamar a los demás... ¡Shun no te suicides! ¡SHUN!

Seiya elevo su cosmos alertando a todos en la mansión — ¡Shun!— grito Perséfone.

— ¡Lo sé, ya lo sentí!— el castaño tomo a la menor de la mano y un cuchillo con la otra para salir corriendo de la cocina.

Afuera se encontraba Seiya quien había visto todo — ¡¿Tú?!— dijo Perséfone asustada.

— ¡No le des importancia tenemos que irnos!— ambos corrieron hasta el recibidor donde fueron detenidos por Hyoga y Shiryu.

— ¡¿Shun?!— preguntaron ambos incrédulos de que fuera el causante de tanto lio

— ¡Apártense!— grito el chico quien protegía a Perséfone en un abrazo.

— ¡¿Shun que haces con ella?!— pregunto Shiryu molesto.

— ¡Me iré con ella!— grito Shun en un arrebato de dolor.

Esto lastimo a Hyoga y a Shiryu de manera brutal — ¿La escoges a ella...?— Hyoga le miro confundido –Pero pensé que yo, que tú...

— ¡Ella me ama! Y me ha esperado desde toda su vida ¡Tú apenas me has notado! ¡No es justo para ella!— trato de defender su decisión.

Hyoga se derrumbó por dentro –Shun comprendo lo que dices, pero el que ella te amé no significa que tú la tengas que amar por compromiso— dijo Shiryu molesto — ¡Esto lo haces por despecho! ¡Solo estas herido!— grito Shiryu tratando de que entrara en razón.

— ¡Ya me harte!— Perséfone levanto su mano inmovilizando a los caballeros –Shun... es casi el momento final, si no lo haces antes del amanecer ambos viviremos separados, no te obligare si es que cambias de opinión...— la menor miro triste al suelo.

— No eh cambiado— Shun tomo su mandíbula y deposito un suave beso en sus labios –Nos iremos juntos como las veces pasadas— prometió mientras la miraba.

— ¡Shun, no! ¡Por favor!— Hyoga le rogaba, no podía creer que beso a la chica, mientras que Shiryu estaba simplemente confundido, ese beso jamás lo hubiera esperado de Shun.

— Son las cinco... ¡No tarda en llegar el amanecer! Tienes que hacerlo ahora Shun— pedía la chica con nervios e impaciencia.

— ¡¿Hacer que?!— pregunto Hyoga

— Él hará surgir a su otro yo— respondió con una tímida sonrisa la chica.

Shun separo a la menor de sus brazos, empezó a encender su cosmos completamente, hasta el máximo, su energía era tan cálida como siempre, pero esta vez sentía tristeza, tenía miedo, pero sin embargo continuaría hasta el final.

— ¡No me puedo mover! ¡Shun, detente! ¡No! ¡Queda te conmigo! ¡Shun!— Todo por pensar que lo tenía asegurado, se regañó mentalmente el ruso.

— Shun— Atenea se había hecho presente después de tanto tiempo.

— Saori...— aun así no descendió ni un poco su cosmos energía.

— ¿Esto es lo que quieres realmente?— pregunto la mujer viéndolo con seriedad.

— Sí... quiero hacer feliz a Perséfone... ha sufrido mucho— le respondía con tristeza.

— ¿Pero y tu felicidad esta con ella?— EL menor miro instintivamente a Hyoga –Aun puedes escoger... Aun puedes parar esta locura, Shun, piensa lo que haces— le miro con tristeza.

El castaño miro a Hyoga y Perséfone confundido –Shun... amor...— Perséfone retrocedió con lágrimas en los ojos — ¿Estarás conmigo?— pregunto con lágrimas en los ojos.

— ¡Shun, no! ¡Dejare de ser un imbécil! ¡Intentare ser bueno para ti! ¡Pero no te vayas con ella! ¡Shun!— grito Hyoga tratando de apelar a su lado razonable.

El castaño se giró a mirar a Saori –Es tu decisión— dijo firme.

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