Capitulo 5: Promesa


— Vamos amor mío, demuéstrame tú amor— Perséfone se colgó de su brazo mientras miraba junto con Hades a Piritoo en el suelo.

El pelirrojo estaba anonadado y aterrado, no se había explicado lo que había pasado, Shun que en ese momento se había vuelto Hades le miraba con rabia, una emoción que el menor jamás había utilizado con un enemigo, siempre se mostraba con gentileza y compasión y justo ahora estaba por matar a un joven inocente.

— ¡Shun, no!— Shiryu corrió con él y lo abrazo.

— Apártate— dijo el Hades.

— ¡No lo hare Shun! ¡No te dejare! ¡Tienes que controlarte! ¡Tú realmente no amas a Perséfone! ¡Ella te engaño! ¡Nos engañó a todos!— Shiryu trataba de alcanzar con sus palabras inútilmente a Shun.

— ¡Silencio!— Hades había tan solo movido su brazo, zafándose del agarre del azabache y lanzándolo lejos contra un árbol –No permitiré que semejante mortal como tú hable mal de mí futura mujer.

— ¡Oh amor mío! Me hace tan feliz escuchar eso— sonrío mientras se refugiaba en su brazo.

Seiya y Hyoga corrieron con Shiryu — ¡¿Shiryu estas bien?!— pregunto el castaño alarmado pero el mayor le ignoro, tomando a Hyoga del cuello.

— ¡Hyoga! ¡Sé que lo sabes! ¡Shun está enamorado de ti!— tosió haciendo que un leve hilo de sangre escapara de sus labios.

— ¡¿Qué?!— dijo Seiya pero igual fue ignorado.

— ¡Escúchame! ¡Ve con él! ¡Abrázalo! O no sé ¡Pero has que regrese! ¡Si Hades reaccionó ante los celos y la envidia, Shun reaccionara ante tu calor!— trataba de explicar Shiryu.

— Pero Shiryu tú...— Hyoga sabía también lo que él sentía por Shun.

— ¡No me importa! ¡Solo salva a Shun!— y este se desmayó por el golpe en su nuca.

El rubio miro a Hades y se acercó con cuidado –Shun... ¿Estás ahí?

Hades le miró fijamente — ¿Quién eres? ¿Vienes a ofender a mi musa?

— No... vengo por mi muso.

Hades sintió una punzada en su corazón y de inmediato guio su mano a su pecho — ¡Mi señor!— grito Perséfone hincándose junto con él — ¿¡Esta bien?!

— ¡Shun! ¡Sé que me oyes! ¡Regresa conmigo!— grito Hyoga con la voz cortada, no sabiendo si esto funcionaria en el fondo.

Hades soltó un grito y se tomó la cabeza intentando cubrir sus oídos — ¡Hyoga!

— ¡Si Shun soy yo! ¡Regresa conmigo por favor!— Hyoga corrió y aparto a Perséfone de su lado, antes de que ella regresara Seiya la sujeto –Shun... sé que me oyes... vuelve... ¿Recuerdas? Prometí leer contigo hoy también... y si no estás... no te podré abrazar ni darte uno de estos— Hyoga tomo su rostro y beso la comisura de sus labios deseando que Shun se avergonzara tanto que Hades saliera de su cuerpo una vez más, deseando que su pequeño Shun regresara a sus brazos.

Hades callo al pecho del rubio con dolor, soltaba gemidos de incomodidad, hasta que se desvaneció, había perdido la conciencia, los tres presentes le miraron con duda, ¿Habrá funcionado? Era la frase que rondaba sus mentes, cuando de la nada el cabello de Shun se tornó color café, jamás habían visto ese tono en su cabello.

El menor soltó un suspiro recobrando el sentido, para después cruzar miradas con Hyoga — ¿Hyoga?— el mayor lo abrazo y beso si sien.

— No vuelvas a asustarme así— el menor le correspondió.

— ¡Hyoga! ¡Perdona me!— lagrimeo mientras ocultaba su rostro en la curva entre el hombro y el cuello.

— Descuida... ya estás bien, ya estás aquí— acaricio sus cabellos como consuelo.

El castaño soltó a la chica quien derramo lagrimas –No... ¡No! ¡No! ¡Esto no tenía que pasar!— y salió huyendo.

Mientras que a lo lejos un caballero reposaba su espalda en el tronco del árbol donde había sido lanzado, mirando la enorme sonrisa de Shun, mirando como Hyoga por fin lo había abrazado después de tanto, tuviste que estar a punto de perderlo para darte cuenta de que tú también lo amas... ambos son unos tontos.

— Me gusta tu nueva apariencia— El menor le miro confuso para después el rubio tomar uno de sus mechones teñidos de color café claro –Mira.

Shun se asombró — ¡Ay no! ¡Ikki me va a matar! ¡Va a pensar que me teñí el cabello!— el rubio y Seiya rieron ante la reacción del menor.

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La noche había caído, todos habían regresado a casa y Hyoga y Shun se encontraban leyendo en la biblioteca tal como la noche anterior

— ¿Qué te pareció?— pregunto Hyoga.

— ¿Si no amaba a Arturo porque se casó con él?— cuestiono extrañado del reciente relato.

— En ese tiempo eran muy conocidos los matrimonios arreglados para poder obtener beneficio económicos— El menor le miro un poco confundido –Quiero decir que Ginebra no podía rechazar al rey por su posición social.

— Pero eso no es amor...

— No Shun, no lo es— y el rubio abrazo al menor.

— Eso es tan triste.

— Puede que si... pero en esas épocas las chicas estaban comprometidas desde antes de nacer... era normal que al crecer ellas se enamoraran de alguien más que no fuera su esposo.

— ¿Había divorcios?— pregunto rápidamente.

El mayor bufo — Lo dudo mucho, era más fácil matarlos o mandarlos a una guerra— encogiéndose de hombros y restándole importancia.

— Hyoga...— el menor le miro algo avergonzado –Esta tarde... me dijiste que si no regresaba no podrías leer conmigo ni... ni darme— tartamudeo avergonzado de tan solo recordar lo prometido.

El mayor tomo el rostro del peliverde e hizo que le mirara a los ojos — ¿Un beso?— el menor asintió — ¿Quieres uno?— el menor se sonrojo ante la propuesta y con el corazón en la boca nuevamente asintió –Pues bien, entonces— El menor cerro sus ojos pero para su decepción obtuvo un beso en su mejilla.

— ¿Hyoga...?— pregunto Shun alarmado por donde había sido el beso.

— ¿No es lo que esperabas?— Shun miro al suelo algo decepcionado y el mismo silencio fue la respuesta al mayor –Shun, quisiera conocerte más, la verdad es que casi no sé nada de ti y estoy convencido de que tú tampoco me conoces bien, ¿No crees que lo más correcto es que aguardemos? A decir verdad no hay prisa—sonrió Hyoga tratando de calmarlo.

Shun sintió un hueco en el corazón –Si... te entiendo, es tarde iré a dormir.

— Te acompaño a...— pero Hyoga fue interrumpido.

— ¡No!— El rubio lo miro extrañado –Quiero decir no gracias, yo puedo ir solo, espero poder volver a leer contigo mañana— sonrió con falsedad.

— Si... quizá esta vez podrías traer tú un libro tuyo— el menor asintió sin dirigirle la mirada y salió huyendo.

El castaño salió directo a la habitación de Shiryu, quien lo recibió extrañado, pensó que estaría con Hyoga — ¿Shun?

— Perdón la intromisión... pero... pero...— las lágrimas del menor brotaban y el azabache lo hizo entrar al cuarto para después abrazarlo con la privacidad que merecía dichoso asunto.

Shun lloro y lloro hasta que se agotó, estaba al borde del sueño, Shiryu lo abrazo y lo sentó en su cama — ¿Shun?

— Soy... soy tan tonto Shiryu...— sollozaba el menor.

— No lo eres, Dime que ocurre— el azabache le pregunto con paciencia.

— Hyoga... Hyoga... él— volvió a llorar cubriendo su rostro.

— ¿No es lo que esperabas?— cuestiono su confidente.

El menor negó con la cabeza –Quiere... que nos conozcamos más... yo... yo sé todo de él... y... y yo— Shun se estaba ahogando con sus sollozos.

— Lo cierto es que tiene razón.

Shun le miro aún más decaído, tenía la esperanza de que este le apoyara pero fue todo lo contrario –Shiryu...

— Se cuánto te has fijado en los detalles, pero la verdad es que no sabes cómo piensa, justo ahora es la principal prueba, pensaste que Hyoga y tú serian inseparables de ahora en adelante pero resulto todo lo contrario, es porque no sabes cómo es, o quien es en realidad— Shiryu... basta ¡Basta! –Deberías hacerle caso y deberían conocerse, es lo mejor para ambos, después de todo ¿ya lo esperaste tanto no?— sonrió tratando de que entendiera su punto.

Shun se levantó más molesto de lo que había entrado –Si, tienes razón, da igual— y salió de la habitación, para encontrarse con Hyoga justo enfrente en el corredor, él iba directo a su propia habitación.

La mirada de Shun y Hyoga se cruzaron y pudo notar el nerviosismo de Shun — ¡Shun, espera!— Shiryu lo distrajo y fue justo lo que necesito para ignorar a ambos y dirigirse a su habitación.

— Buenas noches— la puerta se azoto tras de sí y los otros dos jóvenes se miraron incómodamente.

— No... no es lo que crees— dijo Shiryu sin mirarlo.

— No te preocupes— el rubio siguió su camino –Buenas...

— ¡Espera!— ambos chicos se daban la espalda –No te atrevas a lastimar a Shun, él te ama más de lo que crees.

— Buenas noches— se despidió y se fue por el corredor.

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