Capitulo 4: Piritoo


— Estas seguro Shiryu?— pregunto Seiya con los nervios resaltando en la piel.

— Completamente Seiya— asintió el azabache con seguridad en su voz.

— ¿Y cómo le hacemos?— el castaño se tiró al sofá arrastrando sus palmas en su rostro mostrando la frustración.

— No queda de otra que buscarlo... Aunque no tengo idea por donde comenzar— Shiryu explico mientras pasaba su mano por la parte trasera de su cuello y suspiraba.

— Quizá Atenea sepa donde, ya saben, la diosa Deméter le aviso por un sueño, quizá pueda preguntarle de la misma manera— dijo Hyoga tomando lugar al costado de Seiya.

— ¿En verdad funcionara Shiryu?— el menor de los tres le miro esperanzado.

— Quiero creer que sí, la leyenda habla claro, Piritoo y Teseo cansados de matrimonios fallidos tomaron por decisión casarse con hijas del Dios Zeus, una seria Helena y la otra Perséfone, primero secuestraron a Helena y después fueron a Tártaro por Perséfone— platicaba el azabache mientras recogía los libros donde había investigado y hojas sueltas donde había hecho anotaciones.

— ¿Y qué más Shiryu?— pregunto Seiya sintiéndose falto de información.

— Es todo lo que pude encontrar, pero lo que quiero decir es que necesitamos encontrar a Piritoo, bueno a su rencarnación, si una vez quiso casarse con Perséfone, querrá hacerlo de nuevo— explico Shiryu tratando de unir similar los acontecimientos que estaban sucediendo en ese momento con los de la leyenda.

— Suena lógico, pero hay algo que me preocupa...— dijo el castaño intentando hacer memoria, esa historia la había escuchado en algún lado y no estaba completa.

Perséfone observaba desde los arboles atenta, todo salía como ella se suponía, por lo que decidió hacerles el camino más fácil, ella ya conocía la identidad de Piritoo en esta era y los guiaría a ella.

Esa noche pidió a Morfeo el favor de irrumpir en los sueños de su prima Atenea, haciéndole recordar la historia de cuando Piritoo bajo al inframundo con Perséfone para que pudiese ver su rostro y al día siguiente decirles a los dichosos caballeros Atenienses como lucia dicho joven.

Tal como predijo la peli morado les informo con detalle el aspecto del joven, nuevamente Perséfone estaba observando desde los árboles y entro en la mansión secuestrando a Shun... ¡En un barril!

— ¡No había sacos en la tienda!— grito la menor mientras cargaba a Shun en su espalda

— Qué bueno que Shun parece anoréxico... si no los dos se hubieran matado— dijo Seiya admirando la escena.

— ¡Nada de bueno! ¡Vamos por Shun!— grito Shiryu molesto y salió corriendo.

Persiguieron a la chica hasta un campo no muy lejano de la mansión, la menor soltó a Shun y después lo abrazo –Amor mío ¿Te gusta el lugar qué escogí para nuestra primera cita?— la menor saco comida, flores y velas de un saco que traía.

— Pensé... que dijiste que no había sacos en la tienda...— el menor señalo la bolsa con una nerviosa sonrisa y una gota de sudor recorriendo su mejilla.

— De tú tamaño no...— rio la chica rascando su pómulo con vergüenza.

Perséfone recargo a Shun sobre un árbol y esta se recostó sobre su pecho –Amor ¿quieres comer?— pregunto con un dulce tono.

El menor se sonrojo, realmente no quería ofenderla –No... gracias.

— ¡No seas penoso! Después de todo, pasaremos esta vida juntos también— y beso su mejilla para abrazar su brazo después.

— Pero... pero, tan siquiera un café...— Shun trato de alejarse sin ser brusco, pero no consiguió nada.

— ¡Aléjate de Shun! ¡Dragón naciente!— la menor logro saltar a tiempo y Shun a duras penas pudo agacharse

— ¡Shiryu un poco más y no la cuento!— grito con lágrimas de susto en sus ojos.

— ¡Lo siento!— tartamudeo nervioso.

La menor lo miraba atento — ¿Por qué no nos dejan estar juntos?— grito enojada.

Seiya llego derrapándose sobre el césped — ¡Eso es fácil!—le respondió con una sonrisa burlona y con un dedo en alto. — ¡Di araña!— grito señalando a Perséfone.

Persefone levanto una ceja sin entender — ¿A-araña? — pregunto creyendo haber escuchado mal.

— ¡Porque él no te ama!— grito Seiya con risa.

— ¡Tú misma lo dijiste!— le siguió Hyoga quien llegaban corriendo y a la vez dar un golpe en la cabeza de Seiya.

La menor se acercó al peliverde aun en el suelo, se sentó en sus piernas y le miro a los ojos — ¿Por qué?... ¿Por qué no me amas?—

— Yo... apenas te conozco...— trato de explicar el caballero Andromeda.

— Pero, en vidas pasadas a primera vista te enamoraste de mí... ¿Por qué en esta es diferente?— la menor soltaba lagrimas.

El menor no soportaba ver llorar a una mujer y mucho menos hacer llorar a una –No... por favor...— el menor limpio sus lágrimas y esta le abrazo buscando consuelo –Además... estoy enamorado de otra persona.

La menor lloro con más fuerza — ¡Eso sí que no!— todos excepto la menor se giraron a ver a quien había dicho eso, un joven pelirrojo de tez bronceada, alto, delgado y de ojos color marrón había observado toda la escena — ¿Cómo puedes hacer llorar a semejante belleza?— dijo el chico mientras se acercaba a la Perséfone con una flor que había cortado.

— Piritoo...— dijo la menor con una sonrisa.

Los tres caballeros al escuchar el nombre supieron que era el dichoso que podía acabar con esta tontería de una vez, solo faltaba que Piritoo se la llevara para que Shun pudiera ser libre, Perséfone felizmente casada con otra persona, Deméter y Atenea felizmente aliviadas de esta situación.

— Querida señorita, ¿Cómo sabe mi nombre?— dijo tomándola de la mano y entregándole la flor.

Esta se levantó de las piernas de Shun –Yo me llamo Perséfone...— esbozo una sonrisa y acepto la flor.

— Ya veo, conozco esa leyenda, ¿Qué tal si me permite secuestrarla para casarme con usted? Y esta vez poder hacerla feliz por el resto de nuestros días— dijo coqueto el joven.

Shun sentía punzadas en su corazón, no sabía porque, la sangre le hervía y su seño se fruncía poco a poco inconscientemente –Huyamos...— dijo la menor para después besarle la comisura de los labios.

Los tres caballeros estaban aliviados, se había terminado... o eso creyeron hasta que Shun se levantó y empujo al pelirrojo — ¡No la toques!

— ¡¿Shun?!— dijeron los tres caballeros confundidos.

— ¡Ella es mi musa! Y no permitiré que cualquier vasca la toque, mucho menos tú Piritoo, te daré el mismo final que siempre.

Perséfone comenzó a reír y después miro a Shiryu –Shiryu... tu idea hubiera funcionado, de no ser porque Hades condeno a Piritoo en las profundidades del Inframundo.

— ¡¿Qué?!— pregunto Seiya

— La mitología dice que Teseo escogió a Helena y Piritoo me escogió como su prometida, pero primero debía ir al inframundo, mi esposo Hades supo de inmediato sus intenciones y en cuanto se sentaron a descansar en una roca, esta se convirtió en víboras venenosas— explico colgándose del hombro de quien hace unos instantes parecía ser Shun.

— No puede ser... — dijo Shiryu ¿Cómo pude ser tan tonto?

— ¡Entonces lo que Shiryu hizo fue!— dijo Hyoga preocupado

— ¡Así es! ¡Le dio celos a Hades y surgió!— esta volvió a reír, sus planes habían funcionado.

Los cabellos de Shun se tornaron color negro y sus ojos pasaron a un azul agua marino, Hades había surgido nuevamente y estaba a punto de darle muerte a Piritoo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top