Único capítulo
Yuuri se encontraba en la edad molesta donde el hecho de haber conservado su castidad todo ese tiempo había empezado a causar estragos molestos en su interior, tanto así que incluso la idea de hacerlo con alguno de los hombres sumamente atractivos que siempre están con él en su día a día en Shin Makoku no parecía igual de escandaloso como en sus inicios siendo rey.
Por supuesto, sabía que estaba traicionando a su “yo adolescente” por no apuntar hacia una chica bonita de su edad y raza, pero ya no le importaba. Las necesidades de su cuerpo estaban empezando a ser mucho más de lo que él podía controlar; sin embargo, seguía siendo demasiado tímido como para expresar abiertamente sus sentimientos hacia alguno de sus compañeros de aventuras en el reino.
Él sabía a la perfección que si hacía la más mínima insinuación a Günter o a su autoproclamado prometido, Wolfram, los tendría encima de él como bestias abalanzándose a su presa indefensa y vulnerable, listas para atacar y devorar sin dejar rastro alguno; la sola imagen de aquello hacía que su piel se erizara de los nervios.
Estaba desesperado por deshacerse de su castidad, sí, pero todavía no para llegar hasta dichos extremos. Le parecía aburrido que fuera así de sencillo obtener lo que quería, ¿en dónde quedaba el reto? ¿Cómo lo iba a disfrutar si solamente bastaba con hacer una leve insinuación?
Había pensado seriamente en hablar con Cäcilie sobre su urgencia de liberar las hormonas que había estado acomulando con los años, pero intuía que tan pronto ella obtuviera tan valiosa información, pondría a tanto a su hijo menor para que cumpliera con sus supuestos deberes como el prometido del Maou. O probablemente su pequeño secreto terminaría siendo noticia de todo el reino y Wolfram tendría un número exagerado de competencia.
Él suspiró profundamente, perdiendo la esperanza de poder saciar sus necesidades fisiológicas; podría hacerlo con cualquier extraña, pero Yuuri no era de esos que invitarían a cualquier dama una copa de vino, sacando sus mejores trucos de seducción para llevarla a la cama más cercana hasta quedar satisfecho. ¿Y si uno de los dos se enamoraba? ¿Podría ser tan cruel como para dejarla sola al día siguiente sin despedirse y aparentar que nada había pasado?
Agitó su cabeza para sacar esas ideas de su cabeza, se acercó de nuevo a la barandilla para ver las luces del barco brillando en el extenso océano y suspiró profundamente; sería muy arriesgado hacer algún tipo de esos movimientos cuando Wolfram estaba en la habitación descansando de los desagradables vaivenes del barco, no quisiera meterse en problemas teniendo al príncipe del drama tan cerca de él.
Además, no quería que su popularidad, la cual ha ido incrementando con los años, entre las mazokus y humanas de otros reinos se viera afectada por ese tipo de escándalos con tal de aliviar sus necesidades aunque fuera un poco.
—Está todo en orden, ¿su…? —Conrart consiguió corregirse a tiempo, siguiendo la farsa de ambos para que nadie se diera cuenta que el Maou estaba en el barco—. ¿Señorito?
Yuuri arqueó una ceja al escuchar la manera en la que el contrario se iba a referir a él, dio media vuelta para darle la espalda al océano por el cual navegaba el barco y regresó su atención a las parejas bailando al compás de los músicos presentes.
—Todo perfecto —él le dedicó una amplia sonrisa mientras recorría la pista de baile con la mirada; empezó a hacerse la costumbre de encontrar a Josak antes de que él lo sorprendiera con uno de sus disfraces creíbles de mujer con bíceps que seguía envidiando.
El mayor se puso a su lado, sintiendo las suaves brisas marinas acariciar su nuca, la noche de luna llena era tan calmada como lo había previsto; podrían tomar un descanso y disfrutar del resto de la velada sin temor de ser sorprendidos por el enemigo.
«Con… Sora —se aclaró la garganta en un intento de despistar que estaba a punto de llamarlo por su nombre real, rascó suavemente su nuca para lucir despreocupado y alzó la mirada para ver sus encantadores ojos color avellana con motas plateadas—, ¿podemos bailar?
Yuuri aún no estaba lo suficientemente cansado como para regresar a la habitación con su malhumorado prometido y sus ánimos estaban por los suelos ya que, por primera vez en ese tipo de eventos, no tenía a una multitud de personas a su alrededor queriendo danzar con él.
—Por supuesto, señorito Fujimori —Conrart esbozó su sonrisa tranquila de siempre, sintiéndose calmado de que aquello era lo que estaba provocando la evidente incomodidad de Yuuri, pensó en que debió haber elegido un tono diferente para su cabello ya que su nueva y temporal apariencia no parecía resaltar su atractivo natural y tomó con delicadeza su mano, guiándolo a la pista de baile para integrarse con las demás parejas.
Había pasado un tiempo desde la última vez que Yuuri había bailado con su más leal soldado, no pudo evitar sentirse nervioso cuando sintió la calidez de la mano que lo estaba sosteniendo con gentileza. Su mirada brillante se alzó de nuevo para ver el atractivo rostro del mayor, manteniendo su expresión de siempre, como si estar bailando con él no le afectara en lo más mínimo.
Shibuya sintió su corazón dar un vuelco, Conrart siempre era así con él. Nunca se involucraba de más, respetaba un límite imaginario que él mismo se puso cuando ambos se conocieron. ¿Qué tan difícil sería hacer que alguien como él cayera ante sus pies? ¿Lo podría lograr? Cerró los ojos, meditando seriamente en sus pensamientos provocados por la cercanía de ambos, y bajó la mirada al sentir un bochorno recorrer sus dos mejillas; quién sabe, podría haber más que una extraña relación entre ellos dos, aun si aquello significaba que Wolfram perdería la cabeza si se llegaba a enterar.
Bueno, no perdía nada con intentarlo. Desde el momento que vio por primera vez a Lord Weller reconoció inmediatamente su atractivo y, no mucho tiempo después, tuvo un sueño erótico donde los protagonistas eran él y su hermano menor, aunque no quería darle tanto crédito a Wolfram en aquel sueño. Aunque en ese tiempo duró una semana sin poder verlo a los ojos, ahora se sentía atraído por la idea de tener a alguien tan maduro y, probablemente, experto enseñándole paso a paso la forma correcta para liberar sus revoltosas hormonas.
«Muy bien, Shibuya Yuuri, es hora de sacar a relucir todas tus técnicas de coqueto», se animó a sí mismo mentalmente.
—Sabes, ¿Conrad? —murmuró el de peluca color rosa, el único color que Conrart logró conseguir debido a la repentina y necesaria aparición del Maou, inclinándose ligeramente hacia él para que su voz se pudiera escuchar por encima de la música, su pecho rozando tentadoramente el del contrario—. Siempre me ha fascinado cómo puedes mantener la calma en medio de cualquier tempestad.
El castaño alzó una ceja por el inesperado cumplido. —Bueno, es parte de mi entrenamiento como soldado —contestó con modestia, aunque le fue difícil mantener oculta la curvatura llena de orgullo de sus labios.
—Es admirable —continuó Yuuri, permitiendo que sus dedos acariciaran la mano de Conrart de manera juguetona mientras seguían bailando—. Me hace sentir seguro saber que estás cerca para protegerme.
A pesar de que en su adolescencia a veces desaparecía de la vista de él para explorar el lugar por su cuenta.
—Estoy aquí para protegerlo, señorito Fujimori —el mayor sintió sus labios temblar nerviosamente ante la atención tan directa de su rey. Hizo todo lo posible por mantener su compostura, pero no pudo evitar que un brillo de aprecio apareciera en sus ojos.
Mientras el mayor hacía que el contrario diera un pequeño y elegante giro, Yuuri aprovechó para acercarse más de lo debido, sintiendo por un breve instante el calor del mayor, y susurró nuevamente para que él fuera el único que lo escuchara:
—Nunca antes te había visto lucir así de atractivo como esta noche —su cálido aliento rozando contra la oreja del mayor.
Mientras se movían al compás de la melodía, Yuuri dejó que su mirada se encontrara con la de Conrart, sosteniéndola por un instante antes de desviarla tímidamente. Sabía que la sutileza era clave en su intento de coquetear con el apuesto soldado. Continuó bailando, dejando que su sonrisa se acentuara ligeramente y permitiendo que su mirada se cruzara con la de Conrart ocasionalmente, como si fuera sin querer.
Conrart, por su parte, notó los intentos de Yuuri por atraer su atención. Sin embargo, decidió mantener su compostura con habilidad, pero no podía evitar sentir la atracción magnética que emanaba de Yuuri. Percibía los gestos sutiles, pero había decidido jugar un juego de paciencia, aparentando no darse cuenta de las evidentes insinuaciones de él. Mantenía una expresión serena mientras giraba y giraba con él en la pista de baile, respondiendo a su liderazgo con la elegancia de siempre.
Mantuvo una expresión serena en su rostro, como si simplemente estuviera disfrutando del baile y la música. A pesar de su actitud aparentemente indiferente, no pudo evitar que su corazón latiera un poco más rápido cada vez que sus miradas se encontraban o los dedos del menor acariciaban traviesa y disimuladamente en el dorso de su mano.
El ritmo de la música cambió gradualmente, transformándose en una melodía más íntima y apasionada. Yuuri aprovechó la oportunidad y se acercó un poco más a Conrart, permitiendo que sus cuerpos se rozaran en momentos calculados. Sus ojos brillaban con picardía mientras se tomaba la libertad para guiar en la pieza musical, y en un atrevimiento repentino, deslizó su mano por el brazo de Conrart, enviando un escalofrío por su piel.
El momento culminante del baile estaba cerca, y finalmente, la música se desvaneció en un suspiro. Yuuri y Conrart quedaron frente a frente, sus miradas chocando con una tensión eléctrica. El aliento de Yuuri estaba un poco agitado por la emoción del baile y la interacción juguetona; una pequeña sonrisa victoriosa se veía en su rostro, como si hubiera conseguido justamente lo que quería aunque aún era muy apresurado cantar victoria ya que la expresión del mayor continuaba igual de serena y tranquila.
Conrart fue el primero en volver acortar la distancia, esta vez fue él quien se inclinó hacia el menor para susurrarse en su oído:
—Si sigue coqueteando conmigo de esa manera, su majestad—su voz había bajado una octava, y el mencionado tuvo que hacer un esfuerzo por contener un jadeo de sorpresa—, no reparo de lo que te haré.
Se apartó con delicadeza, dejando a un alterado Maou en medio de la pista de baile. Por supuesto les esperaba una noche tanto divertida como larga.
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Este es un songfic de la canción "Procura" de Chichí Peralta 👀
Espero les haya gustado!! Nos vemos en la próxima 💕
Aaaaa como amo el ConYuu AAAAAAAAA
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