04| Rumores.

Liam

Ryan dejó la bandeja con molestia y sonreí cuando gritó frustrado. Varios de los presentes en la cocina lo miraron sorprendidos, pero otros ya estaban acostumbrados a este tipo de escenas.

—Voy a dejar el trabajo —me informó y escuché risas del resto—. No sé cómo aguantais esto todos los días.

—Familias que mantener, Ryan —habló Vivianne tomando una bandeja de canapés—. Haz oídos sordos y verás como mejora —aconseja ella marchándose de la cocina.

—Cambiame el puesto, Liam —pidió el moreno mirándome suplicante. Fingi pensármelo y negué rápidamente—. Por favor.

—Tengo descanso en diez minutos, no voy a...

—Te lo ruego, te lo imploro —pidió tomándome del cuello de la camisa—. Como escuche un solo "Más champán" me clavaré un cuchillo en la garganta.

—Después de mi descanso te lo cambio —suspiré retirando sus manos de mí uniforme—. Podrás quedarte a ayudar al chef a colocar canapés enanos.

—Gracias, Liam —dijo sentándose en una silla delante de la barra—. La ampliación de horario descartado si debo aguantar esto. Me he cruzado con tu novia y ni me ha mirado a la cara, como si fuese invisible —se quejó molesto—. Ni un por favor cuando le he dejado hasta mis apuntes de matemáticas.

Suspiré porque sabía de esa faceta de Sadie cuando tenía a su padre alrededor.

El chef acabó por regañar a Ryan con que saliera con una bandeja que habiamos preparado. Él se quejó y me reí mientras salió cambiando su rostro a seriedad.

Tres camareros entraron con rostro agotados y dejando sus bandejas en la encimera.

—Queda una hora —informó uno de ellos mirando el reloj en su muñeca—. Una hora para poder irme a casa a odiar a la gente rica en paz.

—Descanso en cinco minutos —me recordó uno de ellos—. No hagas más bandejas, Liam, por favor.

—No, yo ya no me muevo —susurré levantando mis manos discretamente—. Igualmente luego vendrá Ryan y saldré con vosotros a ver qué tan malo es.

—Salvo un par de personas, todos son bastante maleducados —comentó el rubio rodando los ojos—. Y lo peor es que los que más pinta de clasistas tienen, son los que mejor te tratan.

—¿Por eso te has quedado cerca de ellos? —preguntó el moreno mirando al castaño que sujetaba una bandeja en sus manos.

—Me han dado veinte dólares de propina por preguntar si quería que le rellenara la copa —anunció el castaño animado—. Claro que me he quedado atento a ver qué necesitaban.

—Yo también quiero propinas —comenté arrepentido de estar dentro de la cocina y no fuera.

Una alarma sonó y apagué mi reloj para quitarme el delantal dispuesto a salir unos segundos de ese sitio.

—Mi descanso ha empezado, señor Prince —informé caminando hacia mis compañeros.

—Dustin aquí, Connor a repartir champán —ordenó el manager señalando al rubio y al castaño—. Liam, Lucas y Lara en media hora aquí.

—¿Lara? —preguntó Lucas abrazándome por los hombros de forma amistosa.

—Llegué —informó ella dejando la bandeja rápidamente—. Descansito —celebró ella caminando hasta nosotros—. Rápido.

Ella nos empujó ligeramente hasta salir a la entrada del hotel. Los dos adultos empezaron a fumar y eso me obligó a alejarme ligeramente de ellos.

Me giré observando el hotel y su magnífica fachada para ser viejo y peligroso hasta que no hicieran una reforma.

—Hay alguien por el jardín, Lara —comentó Lucas señalando en dirección a los altos arbustos—. No quiero encontrar una escena extraña de nuevo, por favor.

—Díselo al manager —ordenó ella molesta.

Los dos empezaron a discutir como una pareja de casados y decidí intervenir antes de que volviesen a reconciliarse con cariños delante de mí.

Como las últimas seis veces.

—Yo voy, no os preocupéis —suspiré logrando que los dos me mirasen con amabilidad.

—¿Por qué no puedes ser como él, Lucas?

—Porque es un crío de 17 años que no te escucha quejarte a diario —respondió él molestando a su novia, o a quien yo pensaba que lo era—. Gracias, Liam.

Él habló ignorando a Lara. Acaté la orden indirecta y caminé hacia los jardines de ese sitio.

Agradecía solo tener que trabajar los fines de semana porque sería imposible aguantar a diario clientes y compañeros. Suficiente tenía con el instituto.

Entré por la puerta de servicio que daba directamente con el jardín y la vi.

Dylan Harries girando sobre si misma buscando algo. No era posible verse así de bonita con un trozo de tela que seguramente costaba el doble que mi coche.

—Perdone —aclaré mi voz intentando llamar su atención. Ella se giró en mi dirección y me miró sin ninguna emoción en su rostro. Ni siquiera se sorprendía al verme—. Oh, Dylan —intenté fingir que no me había dado cuenta antes. Era patético—. No sabía que eras tú —mentí intentando solucionar mi metida de pata.

—Liam.

Mi nombre salió de sus labios como un saludo, serio y elegante.

Y atacó.

—No sabía que trabajabas.

Casi me reí de ese comentario.

• • •

Avancé ignorando que mi propia boca me había traicionado.

"Nunca se sabe."
Sonó patético y asqueroso.

¿Qué me pasaba alrededor de esta chica? No sentía nervios, solo parecía que mi cerebro hacía lo que deseaba. Era como si quisiera acercarse a ella sin motivo alguno.

El sonido de sus tacones contra el suelo me hizo volver a la realidad y me giré a mirarla bajar con elegancia los únicos tres escalones de esa escalera.

Le ofrecí mi mano para que no se tropezase al estar en el camino de piedras. Un ligero agradecimiento acompañó a su mano cuando aceptó mi ayuda.

—Lo de Isabella no vayas a decírselo o los Larnez me convertirán en su enemiga —comentó con seriedad.

Ella apartó su mano y recogió su vestido, que ayudaba poco a mis pensamientos más oscuros sobre Dylan.

—No soy ese tipo de chicos —comenté apartando mi mirada.

Sentí como sus ojos lanzaban miles de burlas, no cedí y eso la hizo iniciar su búsqueda de la chica.

La seguí con cautela de llegar a molestarla por lo mínimo. No sería la primera vez que se enfada al punto de amenazarme en privado.

—¿Por qué buscas a Isabella?

—No te interesa, Liam —respondió como si siguiera un patrón—. Es privado y ni siquiera sé si es bueno que vengas conmigo.

—¿Por qué tanto misterio? —pregunté confuso.

Dylan se giró y frunció el ceño con cierta molestia. Abrió sus labios y antes de que pudiese gritar o insultarme, el agua golpeó su brazo. Ella soltó un gritó ofendida y de repente sentí el mismo golpe del agua en mi cara.

Los aspersores.

¿Ya eran las 22? ¡Oh, Dios, ya eran las 22!

Empujé a Dylan hacia algún punto donde no le golpease el agua. Ella ordenó una y otra vez que no la toque hasta que llegamos detrás de un arbusto.

—No vuelvo a preocuparme de alguien —lloriqueó preocupada por su vestido—. Estúpida cría que se deja llevar por las otras.

No entendía nada pero definitivamente hablaba de Isabella. Suspiré al ver que yo estaba mucho peor que ella, ni siquiera pude usarla de escudo.

Y ya eran las 22.

Debía volver con o sin Harries.

Dylan continuó intentando secar el agua con sus manos. No sabía si ella quedaba peor por llegar empapada o lo hacía yo. Aunque solo me quedaba menos de 30 minutos de turno y hoy no debía "cerrar".

—Toma —dije quitándome la pajarita. Ella me miró de esa forma criticona—. Mi camisa para que cruces...

—No —se negó. Me conmovió que fuese capaz de...—. Esperaré antes de mojarme o ponerme esto que parece más plástico que tela —comentó señalando de mala manera mi ropa—. Sin ofender.

Se me olvidaba que era una caprichosa que se negaba a hablarte como combinases azul y negro, los vaqueros no contaban.

¿Por qué recordaba esa frase de Harries?

—Haz lo que quieras —dije volviendo hacerme la pajarita—. Espera sola.

Le di la espalda y tras dos pasos, sentí su mano en mi muñeca. Me giré para verla enfadada por algún motivo.

—Eso no es caballeroso.

—Ni tú eres amable.

—Bien —habló ella bajando su rostro un poco. Ni con esa acción dejaba de tener la barbilla en alto—. Aceptaré tu propuesta.

—Ya no hay propuesta, tengo que volver al trabajo —informé apartando mi mano de su agarre.

Dylan parecía querer negarse a que haga eso pero se mantuvo callada y serena.

Gruñí por no poder dejarla ahí e informar a Danielle o alguien para que viniese a ayudar. Ni siquiera sabía cómo detener los aspersores. Y me regañarían mucho más por no haber ayudado a la hija de los Harries.

En todos los escenarios acababa peor que llegando mojado a la cocina.

Por lo menos me había puesto una camiseta debajo de la camisa.

Empecé a quitar los botones ignorando su mirada curiosa, se la lancé a la cabeza y pude ver esa sonrisa triunfante en su rostro.

—Gracias —rió arreglando su cabello debajo de mi ropa.

—Solo camina —ordené tomando su muñeca y obligándola a avanzar por el agua.

La cantidad de agua que se usaba para un simple césped era absurda.

Respiré tranquilo cuando llegué a la entrada del jardín. Me giré hacia Dylan que retiró mi camisa de su cabello rápidamente. Igualmente su aspecto la delataba, cualquier podría decir que ha estado en el jardín.

—Siento lo de esto —continuaba con su crítica hacia mi ropa.

Se la quité ignorando la fuerza que usaba. La sacudí ignorando a Dylan y me di cuenta que era imposible volver a usarla.

—Me voy —informé molesto conmigo mismo y con ella.

—Te he dicho que lo siento —se quejó.

No me giré, decidido a continuar mi camino hasta la cocina.

• • •

Cerré mi taquilla escuchando la risa de Isaac después de contarle lo que había vivido el domingo.

—Quitando que acabaste empapado —recordó molestándome porque fuese gracioso para él—. Te regañaron,  prefirieron que te fueses a casa y...¡Cuidado! —me asusté cuando me obligó a agacharme—. Te está apuntando un sniper en la frente, Liam.

Debía dejar de ser su amigo.

—Es por el estrés —me quejé empujando su hombro mientras él se reía—. Según mi madre, la ira debe salir por algún sitio  —comenté intentando mirar ese grano feo—. Por cierto, Ryan encantado de que me obligasen a irme.

Cuando llegué siendo más agua que persona, el encargado discutió conmigo por llegar quince minutos tarde, me pidió que me marchase porque ya no había más servicio y Ryan aprovechó para unirse a mí.

Sumando que la camisa era de mi padre.

—No seas exagerado, Liam —pidió Isaac cuando el timbre sonó—. Para empezar, Ryan tiene derecho a estar contento porque le dejaron irse contigo —los dos empezamos a caminar hacia su clase—. Solo fue media hora, dudo que no te vayan a pagar —bufé molesto a pesar de que era verdad—. Y no creo que Dylan sea tan mala o cruel, al menos no más que Gisele.

—Isaac —suspiré agotado—. Creí que porque fuese guapa podría ignorar sus comentarios o acciones pero es imposible —expliqué confuso—. Me dije que no ocurría nada porque es lo suficientemente linda como para olvidarme de lo que diga.

Y lo pensé de verdad. Mi mente asumió que hacer oídos sordos mientras la observaba insultarme sería suficiente para conseguir la carta de recomendación.

—Eres un idiota —rió mi mejor amigo—. Pero no creo que te haya hecho llorar.

—El problema no es que sea cruel o malvada —aclaré moviendo mis manos—. El problema es que parece que no se da cuenta porque lo piensa de verdad —informó molesto al recordar sus comentarios—. Clasista, caprichosa y egoísta.

—Nada nuevo, ¿no? —preguntó la voz de Dylan desde detrás de nosotros.

Me giré sin molestarme en negar lo que había oído. Poco podía hacer negando que hablaba de ella y estaba molesto por lo ocurrido ayer.

Ella me miró a los ojos y solo me encogí de hombros como respuesta. La vi suspirar burlona.

—Isaac, ¿verdad? —nombró ella a mi amigo. El castaño se enderezó como si fuese el ejército e hizo un sonido afirmando su pregunta—. El videojuego que le dejaste a Tanner, me dijo que te lo devuelva.

Ella extendió el videjuego, que era mío, hacia Isaac. Lo tomé antes de que mi amigo decubriendo que no lo había perdido, me lo había robado.

—¿Tu videojuego? —le pregunté molesto e ignorando a Dylan.

—Siempre me los dejas —murmuró como un niño regañado. Le sonrió a Dylan decidido a ignorarme—. Gracias.

—No, gracias a ti —habló ella arreglando su cabello—. Te recomiendo que cambies de amigos. Tanner no es bueno y, por lo visto, los anteriores a él son peores.

Dio media vuelta y se marchó como si no acabase de...¿llamarme mal amigo?

—¿Eso era un consejo? —preguntó Isaac frunciendo confuso el ceño—. Porque parecía una orden.

—Es su forma de ser amable, creo —comentó observando el videojuego en mis manos—. Serás ladrón, Isaac.

—¿Crees que le caiga bien? —interrogó ignorando una vez más mi molestia—. Me ha dado un consejo-orden, eso es que le preocupo. Podríamos ser mejores amigos.

—¿Qué te ha dado con ella?

—Tanner parece muy contento con ella como su mejor amiga, yo también quiero —informó frunciendo el ceño—. Aunque ahora te odia —lo miré serio porque afirmase eso sin fundamento—. Incluso ha contratado un sicario porque te están apuntando, Liam.

—Pienso convertir a Bryce en mi mejor amigo como sigas.

—Ya paro.

• • •

Dylan escribió lo que ocurría con el líquido después de que yo añadiese no sé qué otro elemento.

No me sorprendió que nos pusiesen juntos a trabajar como en todas las clases que compartíamos, que eran todas menos una.

—Ese era el último paso —informó dejando caer el boli encima de la ficha que nos dio la profesora.

No parecía molesta después de oírme hablar mal de ella. Sí, estaba distante pero no había mucha diferencia con su actitud normal.

Dejé el tubo de ensayo en el soporte y busqué con la mirada a la profesora de química. Estaba ayudando a otras personas.

—¿Puedes ponerte esto? —preguntó ella sacando algo de su mochila.

Observé cómo dejó una caja encima de la mesa. La miré confuso y ella golpeó insistentemente el cartón con su manicura perfecta.

—¿Qué es eso?

—Parches para el acné —respondió con tranquilidad—. Mi tía tiene la creencia de que el acné es contagioso y prefiero prevenir.

Lo hacía por ella.
No buscaba ser amable.
No quería callarme la boca con mi pensamiento sobre ella.

El motivo era su propio bienestar, aunque fuese una idea tonta.

—¿Con forma de estrellitas? —interrogué observando la caja.

—Tengo de "Hello, Kitty", si lo prefieres —se burlaba de mí, a pesar de la indiferencia en su voz—. Las estrellas me parecían más acertadas para proteger tu hombría pero si no te gustan.

Era estirada hasta para nombrar los parches para el acné.

—Te lo agradezco pero no...

—Sniper —me interrumpió con la misma broma de Isaac—. Tienes 15 minutos hasta la comida y creo que prefieres una estrella pegada en la frente a la broma de que te están apuntando con un láser.

Tenía razón. Odiaba que la tuviese.

Tomé la caja molesto y saqué los parches de ella. Dylan observó como me ponía esa cosa y estaba seguro de que, si fuese por ella, se habría puesto un traje EPI.

—Gracias —gruñí dejando la caja en la mesa.

—Nada mal para la egoísta —comentó demostrando su enfado—. Te puedes quedar la caja, la necesitas más que yo.

Eso también parecía burlarse de mí.

Decidí no discutir y tomé la caja para guardarla en mi mochila. Observé de nuevo la clase esperando encontrar algo interesante más allá de Dylan y su claro enfado hacia mí.

—Te juzgué mal —habló obligándome a mirarla—. Creí que eras del tipo que no se deja llevar rumores —explicó oara suspirar profundamente. ¿Me estaba criticando?—. Aunque ahora entiendo por qué te llevas bien con Gisele.

Sí, definitivamente me estaba criticando.

—No me dejo llevar por rumores —aclaré molesto.

—Clasista, caprichosa y egoísta —repitió mis palabras levantando sus dedos—. Solo te faltó fácil y superficial —comentó divertida—. ¿No ves absurdo que sea una fácil y a la vez pida requisitos mínimos para acostarme con alguien? —cuestionó frunciendo el ceño confusa.

—Yo hablo de lo que sé, no de rumores.

—¿Piensas que soy clasista, caprichosa y egoísta?

—Además de mandona y superficial —añadí sin problema.

Ya me daba igual todo. Solo habían sido unos días pero el tiempo cerca de ella me había hecho poder afirmar eso.

Dylan Harries no era mala chica pero había comentarios que la hacían ver como una.

—¿Acaso me conoces?

—¿Me has dado la oportunidad de hacerlo?

• • •

—¿No te habló más?

—No —respondí encogiéndome de hombros—. Ya han pasado dos días de eso —comenté sin darle importancia—. No me dirige la palabra.

—Debe estar pensando —habló una tercera voz sorprendiéndome porque esté escuchando—. ¿Habláis de Dyl?

Tanner Davis estaba detrás de mí, apoyado en la pared y mirando al cielo. Negué ligeramente, iba a ignorar al amigo de esa chica.

—Sí —respondió Isaac sin problema.

Miré a mi amigo confuso de que le respondiera como si nada.

¿Y si ese chico decidía matarme? Era de conocimiento popular que Davis sería capaz de todo por Dylan.

—Entonces sí, debe estar pensando —confirmó con una sonrisa burlona—. A veces es bastante lenta para procesar las cosas —explicó poniéndose delante de nosotros—. Y es una cabezota.

—Pero es tu amiga —habló Isaac confuso.

—Y por eso lo sé mejor que nadie —afirmó con diversión en su voz—. Lo que te ha hecho ma... la directora Harries es una mierda porque Dylan prefiere...

—Cortarse la garganta a ser mínimamente amable con cualquiera —interrumpí molesto de que parecía algo que todos sabían.

Menos yo.

—Nadie lo habría descrito mejor —rió el chico como si fuese una broma—. Pero entiéndela, no todos deben desconfiar hasta de su sombra porque la han educado así.

—¿A ti te han educado así?

—Se puede decir que sí —suspiró ante la pregunta de Isaac—. Pero yo no uso tanto esa faceta —explicó restándole importancia—. Por cierto, Liam —me miró y no negaría que temí unos segundos—. Esta tarde, Isaac va a venir a mi casa.

Tanner se detuvo tras esa información.

—¿Bien?

—Que si quieres venir —explicó Isaac en un suspiro—. A veces también es tímido y se arrepiente a la mitad.

—En realidad era para que no te moleste —susurró él lo suficiente alto para que lo escuche.

—También miente para que no sepas la verdad —afirmó mi amigo.

—Iré, si es una invitación —hablé antes de que acabasen por enfadarme entre ambos.

—Así conozco un poco más a quien va a vencer Dylan —le dijo a Isaac animado—. Porque es obvio que ya ha decidido rendirse.

—Está cerca —informó Isaac divertido—. ¿Tan mala es?

—Cuando quiere, sí —respondió Tanner encogiéndose de hombros—. Has aguantado casi dos semanas y eso es un logro —celebró en mi dirección.

Estaban despertando mi lado competitivo. ¿Vencerme a mí? A mí nadie me derrotaba tan fácilmente con dos o tres frases comportándose como una caprichosa.

—Chicos —habló el profesor acercándose con la lista. Casi se me olvidaba que estábamos esperando para irnos al museo—. Davis —el nombrado levantó su mano—. Smith —mi amigo movió su cabeza como respuesta—. Y...

Buscó en la lista y me miró confuso. Levantó su mano para volver a buscar.

—De Luque, George —recordó Tanner poniéndose a su lado para ayudar al profesor de biología.

—Lo sé, Tanner —bufó molesto por lo entrometido que era el chico—. Liam, no estás.

—¿Cómo que no estoy? —pregunté confuso. Mis manos picaban por quitarle la carpeta y buscarme yo mismo—. Yo pa...

No había dado los veinte dólares. Aún los tenía conmigo.

No podía ser tan idiota.

—Lo siento, Liam —se disculpó el profesor alejando a Tanner de su carpeta.

—Lo pago ahora, no hay problema —informé seguro de que no me negaría ir.

—Sin dinero, no hay autorización de tus padres firmada —explicó guardando la carpeta para que Tanner dejase de revisarla—. No podemos salir contigo del centro.

—Es cierto, ma... la directora Harries es muy estricta con eso —añadió Tanner intentando quitarle la carpeta al profesor de biología.

—Tanner, para —pidió Isaac.

—¿No voy?

—No, Liam, te quedas —ordenó el profesor—. Tengo entendido que varias personas tampoco vienen, no te preocupes.

Y ni siquiera podía irme a casa a dormir.

Estúpida cabeza.

—¿Cómo se te puede olvidar? —preguntó Isaac confuso—. Has estado semanas recordándomelo.

—No lo sé pero me marcho a clase —informo para no continuar molestándome por esto.

Cuando llegué a clase solo había una persona. Valery Perry, con quien había compartido gran parte de mi vida educativa pero parecía no querer ningún tipo de relación con nadie.

—Hola —saludé para recibir una mirada asustada.

Ella se relajó y me dio una ligera sonrisa mientras levantaba su mano.

—Aparta —ordenó una tercera voz detrás de mí. La reconocí al instante—. ¿No me has oído? —cuestionó Dylan molesta. Me giré agotado de su forma al hablarme—. Te siguen apuntando con un láser en la frente —se burló con una sonrisa mirando mi frente.

—Tus parches dan asco —comenté dejándola pasar.

—Si no te los pones, difícil que no den asco —sugirió sentándose donde siempre.

Que hubiese alguien más a parte de ellas dos. Incluso alguno del equipo de fútbol me servía.

—Buenos días, chicas —saludó la profesora de historia entrando—. Sabría que estaríais las dos pero tú...

Las tres me miraron y sentí vergüenza por haber olvidado pagar algo que recordaba a diario a toda la clase.

—Se acabará yendo, profesora —afirmó Dylan sentándose—. ¿Puedes resolverme una duda, Em?

Ella se movió hacia delante mientras sacaba un cuaderno. Entrecerré mis ojos por la confianza que usaba al hablar con una profesora.

—Espera un segundo, Dylan —pidió la profesora con tranquilidad. La chica la miró molesta pero la profesora no se dejó asustar, ya que camino hasta mí—. ¿Te vas a quedar con nosotras, Liam?

—Es que ha habido un problema —informó con una sonrisa avergonzado—. Y el profesor me ha dicho que venga a clase porque no podía irme con ellos.

—Oh, perfecto —habló la mujer con una sonrisa—. Siéntate con Dylan.

—No —se negó la nombrada—. Esa chica se va a sentar conmigo —informó señalando a Valery. Dylan la observó como si buscase la ficha cerebral de la rubia—. ¿Verdad? —no dijo su nombre porque no lo sabía. La rubia parecía de piedra sin saber que responder—. ¿Verdad?

Esta vez insistió de forma demandante y asustando ligeramente a Valery.

—Ni siquiera te sabes su nombre —bufé agotado de esa actitud de Dylan—. Déjala en paz.

—Valery Perry —soltó la morena. Me la había jugado por como de elevaba la comisura de sus labios—. ¿Puedes sentarte conmigo, Valery?

"Para que ese no lo haga." Es lo que añadió con la mirada que me dio.

—Solo sois tres —recordó la profesora mientras Valery acataba la orden de Dylan—. No me crees problemas, Alexandra —ordenó señalando a la morena. Ella levantó sus manos en forma de paz—. Liam siéntate al lado de Valery.

Dylan era más lista que yo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top