03| Chocolate.
Dylan
Coloqué el último plato en la mesa y me giré hacia la cocina, buscando a mamá con la cena de hoy.
—¿Qué tal tu vuelta a clases, Dylan?
La pregunta de PJ, el novio de mi madre, fue directa y sin ningún tipo de rodeo. Era obvio que lo sabía pero era de esperarse tras tener a Liam detrás de mí durante tres días.
No sabía si su novia lo sabía pero parecía no molestarle a esa chica. A diferencia de a mí, que me sacaba de mis casillas sentir su presencia.
Tres metros de distancia. Esa era la norma, la cual ignoraba al sentarse a mi lado o hacer comentarios entretenidos.
No dejaba de incomodarme su presencia pero por el momento no cruzaba la línea de molesto. La rozaba a veces pero no era preocupante.
—Bien —respondí sentándome donde siempre—. ¿Qué tal en Londres? ¿Has visto a Nick y su bastardo?
—Dylan —regañó mamá—. No llames así a tu hermano.
No repliqué porque no deseaba tener la misma discusión una y otra vez. Miré a PJ que sonrió en dirección a mamá, la miraba con pura devoción y casi se sentía sacrilegio cuando chocaron miradas.
—Me vi con ellos —respondió él regresando su atención a mí—. Todo en orden, no te preocupes.
—Si no se preocupa —habló mi hermana pequeña sentándose a mi lado—. Lo hace por molestar a Nick —afirmó ella conociéndome demasiado—. ¿Les has contado lo de Liam?
Mi hermana sabía que ese chico debía ayudarme a socializar. No sabía cómo, ni cuando se había enterado pero lo sabía.
—¿De Luque? —preguntó mamá sirviendo el salmón con cuidado. Un sonido alegre fue la respuesta de mi hermana, acompañado de un quejido agotado de mi parte—. Su madre es encantadora y una gran contable —comentó mamá dándome un plato—. Catalina De Luque.
—Oh, Catalina —murmuró PJ creando más misterio—. De no ser por ella, Grant le cerraría el grifo a tu madre.
Mamá golpeó el brazo de PJ porque se reía de ella y su negada habilidad con los números.
Elizabeth Harries era diseñadora y jefa, según ella. No estaba creada para la enseñanza, ni para los negocios. Eso era trabajo de sus hermanos.
Aunque si era una gran relaciones públicas, según tío Grant. Si necesitaba cerrar algún negocio, mamá era quien lo acompañaba.
Sabía fingir una sonrisa real a la perfección. Siendo aterrador cuando iba de feliz a relajada porque parecía molesta.
Y luego preguntaba la razón por la que no tenía buena relación con mis compañeros en el colegio.
—¿Y el señor De Luque no es profesor en la universidad?
—Catedrático de historia hispana —respondió mamá con una sonrisa—. Es interesante hablar con ellos, deberíamos invitarlos a cenar.
—Y hacerles firmar el contrato de confidencialidad como tío Grant con Ashley y sus amigos —sugerí irónica y esperando que entendiesen que era un "No" como una catedral.
—No eran sus amigos, Dylan —recordó Danielle divertida—. ¿Es eso una insinuación de la verdadera naturaleza de vuestra relación?
Bufé burlona y preferí no responder a sus provocaciones.
—Y Grant lo hace para espantar a esos chicos —suspiró mamá sentándose tranquilamente—. Yo no le haría eso a tus novios, Dylan.
—No hay novios, ni los habrá —afirmé con tranquilidad—. He aprendido a las malas que los hombres no merecen la pena.
—¿Y yo?
—Tú estás un poco por encima de no merecer la pena —expliqué moviendo mi mano.
—Tienes 16, Dylan —rió mamá acariciando mi mejilla—. Llegará quien te haga comerte esa frase.
Probablemente no.
Decidí guardar mi opinión y empezar con mi cena.
A mamá los romances le habían arruinado la vida –aunque ella lo negase– pero aún así era una romántica. Y PJ cumplía con cada carpicho que se le ocurría sobre romanticismo, incluso a veces no necesitaba ni decírselo.
—Que tarde en llegar y que no se apellide Davis, Dyl —pidió PJ divertido.
—Trato.
• • •
Mamá le agradeció al metre mientras el la miraba como si fuese un ángel.
Ocurría lo mismo todos los domingos al medio día.
Ella bajaba del coche.
Entregaba sus llaves al aparcacoches mientras el hombre la miraba encantado.
Nos saludaba amablemente.
Avanzábamos hasta la puerta.
El portero abría amablemente mientras halagaba a mamá y se acordaba segundos después de nosotras.
Entrábamos y el siguiente era el metre que llevaba unos tres años enamorado de mamá.
—¿Están Grant y Katy aquí, Cole? —preguntó mamá con la ilusión reflejada en su rostro.
El hombre bajó su mirada casi obligatoriamente y pasó su dedo por las hojas de los asistentes al cumpleaños de un accionista que no recordaba su nombre.
Aunque ya era costumbre para mamá traernos a ver a la abuela a este sitio. Ambas decían que era una costumbre desde pequeñas ir al club de playa.
—Solo faltan sus padres, señora Harries —informó él amablemente—. ¿Desea que las acompañe a la sala?
—No te preocupes, lo conocemos perfectamente —habló Dani rodeando el brazo de mamá—. Vamos.
Sonreí para seguirlas mientras ambas discutían en voz leve.
"No es educado levantar la voz." Odiaba esas normas de la abuela metidas en mi cabeza.
—¿Alguien me explica qué hago aquí? —preguntó tía Katy señalándose y luego a tío Grant—. Soy que dejáis de lado y podría estar...
—Con Jared —suspiró Ashley de forma dramática y apoyándose en su hermano como si sufriera un desmayo.
—Lamentablemente sigues siendo parte de la familia —recordó tío Grant obligando a Ashley a ponerse recta—. Hermanita —saludó acercándose a mamá a darle un abrazo.
Siempre me sorprenderá lo grande que es tío Grant a diferencia de mamá y tía Katy. Como si les hubiese robado la comida de pequeñas.
—Mis sobrinas favoritas —saludó rodeándonos a las dos a la vez. Un quejido en busca de aire salió de mí—. Ni un solo comentario burlón o mordaz, ¿entendido?
—Como si lo hiciéramos a propósito —se quejó Danielle cuando se alejó de nosotras. La morada azul se oscureció—. Ni un solo comentario malo hacia esa con el vestido negro de Zara.
—Ni a esa con vestido de lunares —añadí frunciendo el ceño por lo llamativo de su vestuario.
—Esto no es una pasarela de modas —bufó John mirándonos enfadado.
—Esa lleva unos Alexander McQueen de hace tres años —rió Ashley sin haber escuchado a su hermano. Ella paró cuando recibió la mirada de su familia—. Perdón.
—No lo es para nadie salvo para ellas, John —suspiró tío Grant apretando el puente de su nariz—. Solo míralas.
Los dos nos observaron detenidamente y bufaron burlones.
—Con lo que llevan en ropa me compro otro coche —habló el abuelo divertido. Me giré en su dirección y nos sonrió para abrir sus brazos—. Mis nietas —pidió mientras nos acercábamos felices de verlo tras meses en la Maldivas—. Estáis preciosas.
—Y tú ya no pareces un fantasma, abuelo —comentó Ashley con una sonrisa—. Sin ofender.
—Siempre tan sincera, Ashy —suspiró él acariciando la mejilla de mi prima rubia—. Ay mi niña preciosa que se parece tanto a mí —habló el abuelo abrazándome con fuerza. Me iban a matar entre todos—. ¿Quién me iba a decir que ibas a ser la primera en recibir una demanda?
—La quitó —aclaré ignorando que replicase a mi abuelo—. Y le hice un favor con ese coche tan viejo.
—Eres tan considerada, Dyl —rió para soltarme e ir con mi hermana—. La viva imagen de mi hermosa mujer —suspiró el abuelo como siempre que veía a mi hermana—. Espero que no te vuelvas igual de dictadora que ella —murmuró haciendo reír a Danielle.
—Yo soy pacifista, abuelo —informó ella—. Medito y solo deseo el fin de la especie humana.
—Lo que mi niña quiera —dijo el abuelo como si le estuviese pidiendo algo fácil—. Jonathan.
—Mi niña, preciosa, hermosa y yo solo Jonathan —murmuró el mellizo haciendo una mueca de resignación. Él abuelo empezó a reír mientras abrazaba a su único nieto—. Entiendo el favoritismo hacia ellas pero un poco de disimulo —bromeó como si no hubiese sido el único que no recibió clases de etiqueta—. ¿Y la abuela?
—Dando órdenes sobre cómo llevar acabo el evento de forma óptima —suspiró con una sonrisa—. Hijo —saludo extendiendo su mano en dirección a tío Grant.
—Padre.
—Llamaros por el nombre mejor —habló tía Katy rodando los ojos—. Daxen —saludó divertida hacia su padre—. Grant —hizo igual con su hermano—. Catelyn.
—Katherine —regañó la abuela.
—Disculpa, mamá —dijo rápidamente—. Te he extrañado mucho, papi —lloriqueó abrazándose al abuelo—. Grant me ha tratado mal.
—¿Qué te ha hecho este inepto, princesa? —interrogó el abuelo haciendo gruñir a tío Grant—. Te he extrañado, Grant, y a ti igual, Elizabeth.
—Me dijo que era mi culpa que Dylan y Ashley fuesen iguales a mí —se quejó haciendo que frunza mi ceño—. Pero si nunca me dejaban acercarme a ellas cuando eran bebés.
—Hijo —suspiró la abuela cruzandose de brazos—. Disculpate con tu hermana.
—¿Por qué?
—Porque no puedes culparla de eso, ni negarle acercarse a Ashley cuando era pequeña —respondió sonando igual a mamá.
—Disculpame, Katy por no querer que mi hija acabe como tú y aprenda de ti.
—Te hace falta un buen polvo, Grant —sugirió tía Katy sin un pelo en la lengua e ignorando la presencia de Danielle.
—Eso le digo yo —suspira Ashley. Ella frunce el ceño y mira a su padre—. ¿Me parezco a ella?
El dramatismo y preocupación en su voz era evidente. Como nadie respondió, ella empezó con ese llanto exagerado y fingido. Parecía un cachorro sufriendo.
—Yo no, ¿verdad? —pregunté preocupada en dirección a mamá.
La falta de respuesta fue suficiente para darme cuenta de ello.
• • •
Aplaudí tras la bienvenida que dio el hombre que había organizado todo para el señor Fontenot.
Un brunch perfectamente elaborado para todos los presentes. Incluso había asignado los sitios referente a la edad.
—¿Y cómo te va en el instituto Hills, Ashley? —preguntó Gisele con amabilidad fingida.
Mi prima hizo una ligera mueca porque siempre le hacía la misma pregunta. Las dos fueron expulsadas del Molokai, el colegio católico y privado más exclusivo del distrito, ambas fueron trasladas al Alva pero mi prima fue cambiada al poco tiempo al Hills junto a John.
Tío Grant confiaba en la habilidades académicas de su hermana. Sabía lo buena que era educando adolescentes e intentando acabar con ciertas tradiciones horribles.
Pero no confiaba en lo permisiva que era gracias al cariño que nos tenía. Y yo fui la prueba definitiva de ello.
—Bien, Gis —habló Ashley por esa "amistad" que tenían desde niñas—. ¿Sabes que dicen que te has acostado con media ciudad? Yo lo he negado como la buena amiga que soy pero ellos insisten —suspiró fingiendo cansancio.
Gisele miró a su alrededor con nerviosismo. No era bueno ser el centro en este tipo de reuniones.
—También dicen que haces mamadas espectaculares —suspiré agotada de ese rumor. Danielle parecía haber oído un sacrilegio por su rostro—. Junto a Dylan.
¿Había dicho yo algo? Ni siquiera abrí mi boca.
De ninguna de las dos formas.
—Somos un maravilloso equipo, Dyl —bromeó Ashley sin dejarse humillar de la chica—. De ti solo me han dicho que eres bastante fácil. Nada de espectaculares mamadas o algo del estilo.
—¿De verdad vamos a basar en esto la comida? —preguntó Larnez interrumpiendo la respuesta de Gisele—. Preferiría hablar de matemáticas a seguir escuchando lo bien que hacéis diversas cosas.
—La virginidad te sale por los poros, Issi —comentó Romans burlona mientras los camareros se acercaban a servir—. Deberías permitir que alguien te dé un buen meneo.
—Por favor, pensad en Danielle —pedí al ver a mi hermana sorprendida y asustada por esta conversación.
—Tucker parece interesado en hacer eso, capi —comentó mi hermana sonando igual a Ashley por un momento—. Porque Liam no parece muy dispuesto a hacerlo.
—Danielle —rió Ashley sorprendida—. No sé desvelan secretos de quien te permite jugar partidos de volleyball.
—¿Te gusta De Luque? —interrogó Gisele frunciendo el ceño. Hizo una mueca asqueada—. Esperaba más de Issi Larnez, algo como Tanner.
—No nombréis a Tanner o Dylan os arrancará la cabeza —añadió Steele mirándome burlona.
—Tanner puede meter su amigo donde le permitan —informé levantando mis manos en forma de paz—. Mientras no quieran pegarme por ser su amiga.
—No me gusta ese chico —aclaró Issi sonrojada pero manteniendo su barbilla en alto—. Ni Tanner.
—Tanner nos gusta a todas —habló Ashley mirando a quienes no se habían atrevido a hablar—. ¿Verdad, Finns? —la rubia asintió algo dudosa—. ¿Trammell? —la castaña miró sería a mi prima y ella se lo tomó como una afirmación—. ¿Bright?
—Tanto como tu hermano —suspiró la hija del empresario hotelero.
—¿No preferís hablar de vuestro pasatiempo favorito? —pedí negándome a convertir a John en el siguiente tema de conversación—. No quiero oír lo que tengáis que decir de mi primo.
—Ni yo de mi hermano —suspiró Ashley cubriendo sus oídos—. Regresemos a Larnez y su enamoramiento.
—Y Tucker —añadí con una sonrisa—. Que creí que tu hermana estaba enamoradita de ese —señalé a Gisele. Ella bufó molesta por esa afirmación—. ¿Y donde está, Abby?
—Estudiando que tiene un examen importante —informó y miré a mi hermana que negó sin darle importancia—. Pero está noche viene, dice que desea ver de quien se queja su capitana porque su novio no sé qué.
Mi cuerpo entero se tensó por esa insinuación pero intenté disimularlo lo mejor que pude. Finjí pura confusión y miré a mi hermana que sonreía burlona.
—¿Quién?
—No me ha dicho el nombre —respondió la castaña a la pregunta de Isabella—. Con la que más habla Liam es con Dani —añadió señalando a mi hermana.
—Es un honor que Sadie maravillosa Corness me vea como una enemiga.
—¿No es el señor Corness el que casi ruega a diario por una reunión con mi padre? —me susurró Ash al oído.
—Sí —respondí con cautela—. El que tiene esa constructora que según sus números no va muy bien.
—¿Esa es tu amiga, Gis? —mi prima se carcajeó con maldad—. No sabía que tu presupuesto había bajado tanto.
Ashley "no soy clasista" Harries.
—¿Va mal la campaña de papá?
Y Danielle iba por el mismo camino.
• • •
1. No escaparnos.
2. Ni un solo problema.
3. No permitir que Ashley y John beban alcohol.
4. Amabilidad.
5. Hacer amistades.
"Al menos finge que alguien te cae bien, Dylan." Agité ligeramente mi cabeza intentando borrar el comentario de la abuela.
Actuaron cómo si lo bien o mal que me llevase con alguien fuese a construir un nuevo acuerdo comercial.
—Cara de amargada de nuevo, Dyl —susurró Ash poniendo mi pelo detrás de mi espalda. Sonreí fingiendo atender a lo que contaba el señor Thurston—. Mucho mejor.
Tomé la copa de champán de manos de Ashley, ella me miró molesta y elevé mi cejas esperando que entendiese la advertencia.
Si yo tenía que mantener mi rostro feliz, ella no debía ingerir alcohol. Cinco normas que debíamos acatar los cuatro para no peligrar nada del arduo trabajo de mamá y tío Grant.
—Es un propuesta muy interesante, Gavin —habló nuestro portavoz y nos miró a mi prima y a mí—. Ashley y Dylan solo trabajan con Elizabeth, incluso lo evitamos en muchos aspectos.
—Ambas deben concentrarse en sus estudios —añadió mi madre acariciando mi cabello con cuidado—. Lamentamos rechazar su oferta.
Mamá me quitó la copa de champán de la mano de forma discreta y me sonrió pidiendo explicaciones. Miré a Ash como respuesta y ella suspiró cansada.
—Si nos permiten, señores Thurston —empezó Ashley dando ligeros apretones a mi muñeca—. Iremos a hablar con el resto de chicas, que ya deben estar dejándonos de lado.
Ella sonrió y esperó que hiciera lo mismo para levantarse.
—Con su permiso —dije siguiendo a mi prima donde ella deseara.
Era lo mejor para mantenerla tranquila.
Danielle y John era listos. En cuanto escucharon Ashley y Dylan salieron corriendo con la excusa de ir a buscar a sus amigos mientras nosotras éramos retenidas por nuestros respectivos padres.
—Sigo sin entender qué hacemos nosotros aquí —suspiró ella entrelazando nuestros brazos—. ¿No es peor traer a sus hijas que gritan problema por cada poro de su piel?
—¿Y de quien es la culpa de eso, Ashley?
—Pero te diviertes, ¿no?
—No desde que escucho lo bien que la...
Me callé al ver a Sadie delante de nosotras, Ashley la miró con pura ofensa y yo ladeé mi cabeza confusa.
—Hola —habló con una sonrisa amable—. Soy Sadie, voy a tu instituto y...
—No nos interesa —dijo Ashley tirando de mí hacia la derecha para esquivar a la chica.
Bufé por lo cruel que era. Y sí, era igual a veces pero no tan consciente de ello.
—Ash —suspiré deteniendola. Ella me miró con esa expresión que exigía hacer lo que ella decía. Me giré hacia la chica castaña e intenté darle una sonrisa—. Encantada, Sadie —dije amablemente—. Yo soy Dylan y ella es Ashley.
—Ya lo sabe, Dyl —suspiró mi prima cansada.
—Sí, ya lo sabía —habló ella con una sonrisa incómoda—. La verdad es que me aburro un poco entre todas las conversaciones de negocios.
—Nosotras vamos a donde siempre se reúne el resto —comenté para escuchar a Ashley gruñir molesta—. Si quieres acompañarnos, no hay problema.
—No creo que esto sea buena idea, Dyl —murmuró la rubia dándome una mirada de advertencia.
—Sería un placer.
Ella sonrió y señalé hacia delante para que caminase en dirección al otro salón del hotel Bright. La chica avanzó con tranquilidad e iba hacer lo mismo hasta que Ashley tiró de mí.
—Se la van a comer —afirmó ella molesta—. Y lleva un collar horrible.
—Prefiero eso a que conviertan tus espectaculares felaciones en el tema de conversación —el rostro de Ashley fue de pura ofensa—. Mejor que Macias y sus seguidores se centren en la nueva a que opine sobre nosotras.
—¿No te apetece oír sobre un matrimonio arreglado de nuevo?
—Si tío Grant lo deja vivo para que se atreva a preguntar, estaría encantada.
Ash rió y rodó los para avanzar hacia el salón de los espejos. Sadie nos miró cuando llegamos a su lado en la puerta, Ashley suspiró y abrió para entrar conmigo. Ella estaba dispuesta a ignorar a todo el que tuviese que rogar por atención.
—Oh, ya están aquí —se quejó John haciendo que todos nos mirasen—. Mi hermanita y mi prima.
Ashley avanzó posando divertida. Me giré hacia Sadie y le hice una señal pidiendo que entrase al salón. Ella me hizo caso y escuché risas y ataques varios entre ellos.
—Dylan —saludó Jeremy mientras avanzaba.
Moví mi cabeza en forma de saludo, varios empezaron a reírse de él y rodé los ojos porque sabía lo que escucharía.
—Doce años después y Jeremy sigue sin conseguir una sonrisa de Dylan —se burló Aiden apoyando su peso en el otro chico—. Estás hermosa.
—No puedo devolver el halago, Macias —me burlé acercándome a Danielle que hizo una mueca.
—¿Y esa chica? —interrogó Harper Bright señalando a la castaña que no parecía saber cómo acercarse.
—Sadie, hija del señor Corness —informé sentándome en el sofá que ocupaba mi familia—. Las Valleys la conocen mejor que yo.
—Encantada —habló la chica con una sonrisa.
—¿Sabes que el señor Valley va a perder las elecciones según las encuestas? —preguntó Owen elevando sus cejas e ignorando a Sadie.
Lo miré mal cuando todos parecieron decididos a seguir la norma no escrita de "no importante, no interesante".
—Así que la campaña de papá va mal —rió mi hermana respondiéndose la pregunta de esa tarde—. Tenía entendido que iban a tomar a alguien como apoyo.
—Fontenot —informó Claire—. Lo van a hacer público en unos minutos.
—Oh, por eso se han ido —murmuró John divertido—. Creí que era porque no aguantaban que Tucker babeara por Issi —mi primo señaló algo en el suelo—. Cuidado os tropeceis con el rastro de babas que ha dejado al seguirla.
—Sois malas —comenté mirando al pequeño grupo de chicas que reía.
Claire Romans, Harper Bright, Aria Trammell, Bella Steele y Taylor Finns eran probablemente las chicas más malvadas que había conocido en mi vida. Y si a ello se unían Gisele Valley y Ashley Harries era prácticamente imposible acercarte a ellas sin acabar llorando.
—Se llama ser cupido, Harries —aclaró Bella cruzandose de brazos—. Próximo objetivo, Danielle.
—Próximo objetivo, tu cabeza como te atrevas —habló John molesto—. Ni mi hermana, ni mis primas son vuestro juguete.
—Bien —suspiró Claire—. Te tocó ser el siguiente, John.
—Gisele —habló mi primo como si decidiese un plato de la carta—. Gracias.
Ashley fingió una arcada, miré impresionada a John porque esa frase de "no son juguetes", era falsa.
Suspiré molesta y me levanté del sofá.
—¿Dónde vas?
—A huir de las cámaras cuando nuestro querido socio, Fontenot, diga que va a ser parte de la campaña de Valley —informé quitándome los zapatos—. Nos vemos en media hora.
—Hey pero esperanos —pidió Ashley confusa.
—Y no dejes aquí a esta —pidió Aiden refiriéndose a la chica nueva.
Ignoré a ambos y salí en dirección a las salas vacías que probablemente habían alquilado también. Lo de la privacidad era una obsesión para esta gente.
No solo sabía que en cuanto tío Grant escuchara los planes de Valley iba a cortar todo vínculo social con Fontenot, también sabía que Isabella Larnez no deseaba estar haciendo lo que sea que hiciera.
Era una cría y esperaba que, lo que sea que le hayan dicho las chicas, no afectara a su reputación. Era horrible convertirte en alguien de quien cuchichean a tus espaldas.
Mis pies me hicieron llegar al jardín del hotel donde todo parecía oscuro y me giré en busca de algo que me otorgase algo de luz.
El hotel número 11 de los Bright, el tercero en la ciudad, por ahora lo usaban alquilando los salones y el jardín-restaurante. Aún no tenían licencia y faltaban reformas caras, según tío Grant, pero tenía buena forma el proyecto.
Dios, ya parecía John.
—Perdone —habló una voz masculina. Me giré confusa al notar familiaridad en ella—. Oh, Dylan —saludó Liam con una sonrisa—. No sabía que eras tú.
Lo observé durante unos segundos y me di cuenta de su vestimenta. Camarero.
—Liam —saludé regresando mi mirada al jardín—. No sabía que trabajabas.
Me arrepentí de la frase que había usado. Sonaba a qué me sorprendía que trabajase, como si fuese algo malo.
—Algunos necesitamos dinero —rió y me sorprendió que no usase algún comentario ofensivo—. Disculpe por no cumplir sus expectativas, alteza —bromeó. Sentí su presencia a mi lado—. De todas formas, no deberías estar aquí.
—Hablaré con la dueña, no te preocupes —comenté intentando obtener algún señal de que Larnez estuviese ahí—. Tú no deberías estar aquí, más bien.
Lo miré de arriba a abajo esperando que entendiese el comentario, él hizo lo mismo y soltó una ligera carcajada.
—Tengo descanso —informó con una sonrisa—. Pero deberías estar dentro, han repartido champán —comentó señalando la puerta. Se apoyó en el muro donde empezaba la escalera—. Y han aplaudido.
—Es mejor que no aparezca por ahí —aseguré restándole importancia—. ¿Has visto a Isabella por algún sitio?
—No —respondió él mirándome con curiosidad—. Pensé que no te llevarías bien con ella.
—Hablo con gente, aunque no lo parezca —comenté riendo ligeramente—. Katy es una exagerada.
En realidad, todos exageraban mi falta de amistades. Tenía a Tanner y veía suficiente aguantarlo.
—¿Le ha ocurrido algo a Isabella? —preguntó Liam ignorando lo que acababa de decirle. Negué rápidamente y él suspiró—. ¿Y por qué la buscas?
—Cosas mías —respondí apoyándome en el muro del otro lado—. ¿Sabes que le gustas? —pregunté buscando algún tipo de reacción diferente a la que me estaba imaginando en mi cabeza.
—¿A Isabella? —un ligero sonido respondió a esa pregunta—. Lo imaginaba —comentó sin darle más importancia. Fruncí el ceño por esa indiferencia a Larnez—. ¿Sabes tú que le gustas a Bryce?
—Las flores todos los meses no me son suficiente pista —reí recordando el ramo de rosas que tanto insistía en enviarme—. ¿Puedes decirle que prefiero los girasoles y el chocolate blanco?
—¿Te gusta el chocolate blanco? —cuestionó ignorando mi petición. Le encantaba hacer oídos sordos a lo que decía—. Si es leche con azúcar solidificada.
—El chocolate blanco es delicioso y no pienso discutirlo —di por finalizada la conversación.
—Ahora entiendo porque no tienes amigos —bufó divertido.
—Tanto odio existe al chocolate blanco que tía Katy tuvo que buscarme un amigo —bromeé llevando una mano a mi pecho.
Los dos reímos y me recordé lo que estaba haciendo ahí. Además de que esta conversación era a raíz de eso.
—Iré a ver si Issi... —señalé el jardín intentando explicarme—. Isabella —me corregí al segundo—. Por si está ahí dando un paseo.
Con Tucker.
—Te acompaño —habló Liam con amabilidad—. No vaya a ser que se te rompa un zapato.
—No llevo ropa que se rompa fácilmente.
Sentí el calor subirme al rostro cuando me di cuenta de que si alguien oía eso, podría pensar otra cosa.
—Nunca se sabe.
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