Parte 3
Segundo capitulo (Parte 2): Vestido
El sábado había llegado y Nanami se encontraba preparándose para salir, habían quedado frente al cine y ella no quería hacerlos esperar. Aun quedaba casi una hora y media para la cita.
Miro el vestido, estirado en el futón y se dijo que debía ponérselo, era un día especial, después de todo. Se desnudo, quedando en ropa interior y observó el vestido; ¿Realmente lo iba a hacer?
Se quedo en braguitas y se colocó el vestido, luego se miro en el espejo de su cuarto. El vestido le quedaba bien, modelaba toda su figura y marcaba sus enanos pechos sobre la tela, el largo era un poco...corto, a su modo de ver. Se colocó unos calcetines altos para ocultar su ridículo largo.
Cuando estuvo vestida buscó los zapatos, después de unos minutos eligió unos simples, negros, con poco tacón. Después miro su cabello, ¿Que haría con el?
Cogió el cepillo y desenredó los nudos, decidió darle un poco de forma a la melena con suaves tirabuzones en las puntas y tomando dos pequeños mechones se hizo un moño en un lado.
Miro su gloss, apoyado inocentemente en su tocador y se colocó una fina capa en el labio inferior. Después de dar el visto bueno a la ropa, zapatos, accesorios y pelo, salió en busca de Tomoe, quien ya la esperaba en la entrada del templo.
Como pudo imaginar Tomoe vestía de kimono. Uno azulado con fondo de flores violeta, sobre ese llevaba otro más grueso verde que ya le había visto utilizar anteriormente cuando habían ido al parque de atracciones.
Tomoe agrando sus ojos cuando la vio aparecer. Aquello si que no, ese "vestido" no le cubría absolutamente nada, podía ver la longitud de sus piernas y como sus pechos se marcaban en la tela estampada. Quería hacerla entrar de nuevo en el templo y que se cubriera con algo. Su instinto demoníaco le decía que parecía un pequeño regalo de navidad. Con un movimiento de sus garras podría rajar la tela de ese trapo y dejarla a su mezced.
!Vale¡ ¿Que estaba pensando? No, no, no. Piensa en otra cosa.
-¿Nos vamos?
-...Si, tengo el carro de niebla allí...-Nanami asintió y dejo que ella pasase delante. Mal hecho, podía notar cada pequeña curva de su cuerpo.
Al llegar al cine, Himemiko, agarrada al brazo de un sonrojado Kotarou, los saludo efusivamente. Himemiko estaba preciosa vestida con un vestido de estilo gótico de color blanco azulado con sandalias veraniegas. Kotarou parecía incomodó por la efusiviadad de la pez-gato.
Nanami entabló rápidamente conversación con ella, dejando a los dos chicos rezagados en la parte de atrás, a lo que mandaron a los chicos a comprar las entradas para la peli, una romanticona, y palomitas. Ellas esperaron pacientemente.
Unos chicos, más mayores que ellas, se les acercaron e intentaron entablar conversación con lo que parecía dos jovencitas solas y desvalidas pero se largaron con el rabo entre las piernas cuando Tomoe, con su altura y su mirada oscura los hizo desaparecer sin decir una sola palabra. Nanami rió disimuladamente.
Se sentaron en sus respectivos sitios, más o menos en la mitad de la sala. Kotarou y Himemiko estaban juntos en los asientos del fondo de la fila y Nanami y Tomoe a su lado. La sala se lleno rápidamente de gente, parejitas acarameladas que buscaban unos asientos al fondo de la sala, familias con niños, grupitos de chicas que no paraban de hacer ruido y señoras.
Las luces se apagaron y comenzó la película, relatando la típica historia de amor donde la chica es una joven inexperta en el amor que conoce a un misterioso y atractivo muchacho que guarda un poderoso secreto pero que no puede evitar amar locamente. Lo típico.
Sus vidas se ponen en peligro por su amor, se descubre la verdadera identidad del muchacho, cosa que hace que su relación cambie dramáticamente, por la seguridad de la chica él se aleja pero al no poder estar separados se vuelven a encontrar, terminando en una gran escena de amor, reducción drástica de ropa y besos. Al final ambos, misteriosamente pueden estar juntos y la película termina.
Dos horas después salían de la sala de cine, Nanami y Himemiko sonreían encantadas por el final de la película, ambas caminaban agarradas del brazo como amigas intimas y los chicos iban detrás.
A Kotarou le costo hablar pero pudo entablar conversación con Tomoe. Le comento las dudas que tenía sobre su relación con la pez-gato pero que él no quería rendirse, a pesar de las diferencias que pudieran tener, confiaba en que podrían estar juntos.
-¿A pesar de que ella no sea humana?-Preguntó Tomoe, sorprendido por las sinceras palabras del humano.
-Lo que semos o las diferencias que podamos tener no son lo verdaderamente importante...¿No es más importante lo que sentimos el uno por el otro?
-Pero algún día os separareis
-S-Supongo...pero mientras tanto n-no quiero arrepentirme de no haber hecho lo que en verdad quería hacer
Tomoe quedo sorprendido por las palabras del chico y reflexionó sobre lo que el mismo estaba pensando, como se veía a si mismo y a su maestra representados en las palabras de Kotarou. Lo cierto es que se estaba reprimiendo, reprimía sus sentimientos sobre Nanami y no quería hacerlo. Quería ser libre para poder tomarla de la mano, poder acariciarle las mejillas, el pelo y acercarse para rozar sus labios. Sin contratos de familiar, sin tener en cuenta su condición humana y su condición de familiar.
-Gracias
-¿Por que?
-No, nada
Las chicas los llamaron y fueron hacía ellas. Era la hora de comer.
Fueron a un restaurante tranquilo y de menús rápidos situado al lado del centro comercial. Les dieron una mesa para cuatro, se sentaron cada pareja a cada lado, las chicas comentaban los diferentes precios e ingredientes de la carta mientras los chicos las observaban, Tomoe le colocó un mechón descolocado a Nanami y esta, sonrojada, se lo agradeció con un gesto de la cabeza. Himemiko y Hotarou sonrieron cómplices. Ellos dos eran tan obvios.
-Voy a pedir un combinado de ensalada y rollitos de primavera-Dijo Nanami cuando les vinieron a tomar nota
-Yo quiero un arroz tres delicias-Dijo Himemiko
-Un salteado de verduras-Pidio Hotarou
-Lo mismo que pidio ella-Dijo Tomoe señalando a Nanami. Apuntaron sus pedidos y minutos después todos disfrutaban de su comida.
Himemiko y Hotarou se daban de comer mutuamente, como las típicas parejitas empalagosas y Nanami pensaba que ellos eran realmente tiernos, sonriendo y compartiendo un acto tan intimo como darse de comer.
Nanami mordisqueó su comida mientras miraba de reojo a su familiar, sus movimientos controlados y elegantes mientras movía los cubiertos, sus ojos entrecerrados concentrándose en cosas que Nanami no comprendería nunca. Quería comprenderlo, ayudarlo y dar el cariño que ella sabía que podía darle pero que el familiar no quería aceptar.
¿Que podía hacer ella entonces? ¿Seguir sufriendo por un amor que no iba a ser correspondido? Lo cierto es que Tomoe no quería nada con ella, se lo había dejado claro ya en varias ocasiones, ella lo sabía pero no podía evitar, amaba a Tomoe y no podía amar a otra persona que no fuera aquel familiar de cabellos plateados y carácter enfadadizo.
Era tarde cerrada cuando se despidieron, después de una tarde de diversión y paseos sin fin. Nanami estaba cansada, arrastraba los pies hacia el templo intentando alcanzar el paso más rápido de Tomoe que iba delante de ella, a varios metros.
Durante toda la cita había notado como incrementaba el mal humor de su familiar, subiendo hasta situaciones algo vergonzosas pero que Himemiko y Hotarou no parecieron molestos ante las escenitas del familiar.
Se detuvo, no podía mas. Y eso que se había colocado unos de los zapatos más cómodos que tenía. Quería sentarse y dejar la mente en blanco, no pensar en nada. No quería seguir sufriendo por sus dudas, sus miedos y sobre todo por no saber que pasaba con Tomoe. ¿Por que la había besado de aquella manera? Quizá había bebido algo en mal estado en la zona roja del inframundo.
-¿Nanami?
Tomoe se había acercado, dándose cuenta de que la joven no lo seguía y el ruido de sus zapatos había desaparecido. Ahora la observaba, cabizbaja y por un momento se preocupo de que se hubiese hecho daño.
-¿Te duele algo?
Entonces ella lo miro. Su rostro estaba cubierto por un suave rubor, respiraba aceleradamente y su frente estaba cubierta por una capa de sudor.
-M-Me...duelen los pies...
Los ojos de Tomoe volaron a sus pequeños pies, cubiertos por los pequeños zapatos negros. Por su aspecto lo más seguro era que se le hubiesen hinchado.
Se agachó para quedar a su altura, quiso extender la mano para acariciarle la cara pero no lo hizo. Recordó las palabras que le había dicho Kotarou, realmente se estaba reprimiendo, sobre todo, sobre lo que el más anhelaba hacer y la realidad lo golpeó fríamente.
Le quito los zapatos a Nanami con cuidado y la cogió en brazos como si se tratase de una princesa, a lo que Nanami grito sorprendida por el calor súbito que le ofreció el cuerpo cálido de Tomoe.
Era consciente, demasiado, de que gracias a la escasez de tela de su vestido, las manos de Tomoe, situadas en su espalda y sujetando sus muslos, sus manos tocando directamente su piel. No te asaltes Nanami, lo hace porque es tu familiar, no porque lo atraigas de alguna manera.
La llevo hasta el carro de niebla pero no la soltó. Ni durante el viaje hasta llegar al templo.
Durante aquel viaje Nanami se quedo dormida profundamente, agotada física y emocionalmente después de un agotador día, resguardada por el calor y la comodidad del cuerpo de su amado familiar.
Tomoe observo el rostro durmiente de su maestra, la chiquilla se había quedado profundamente dormida, confiada de que él la cuidaría y protegería de todo. Sonrió por la confianza ciega que le brindaba Nanami, siempre buena y amable, entregándole sinceramente su corazón...y él quería corresponder sus buenas acciones. Aún recordaba aquel día que habían ido al parque acuático, para relajarse después de los exámenes, y habían ido a ver las vistas nocturnas. Aquella hermosa vista había sido testigo de la confesión de Nanami, recordaba con claridad las palabras que le había dicho, como lo había hecho y las consecuencias que habían tenido aquellas palabras.
Estuvo a punto de morir, de una forma cruel y dolorosa, solo porque el no podía admitir que ella podía estar enamorada realmente de él y que podría funcionar,...que podrían estar bien juntos...
Sus ojos se habían cruzado mientras caían sin remedio de aquel rascacielos, cuando tomo su mano y ella gritó. "No me toques" le había dicho y aquellas palabras le hicieron más daño que una bofetada, que por otra parte sin duda se merecía.
Las cosas volvían a su curso, aquella noche había quedado atrás, él lo había intentado olvidar pero se había quedado grabado, aun después de que ella lo abrazase en la casa del rey dragón, después de haber luchado contra Jirou en la montaña Kurama...después de todas las cosas por las que habían pasado, Tomoe no quería que ella lo volviera a alejar, a decirle que no la tocase, que no fuera su familiar, su confidente...
La sacó del carro de niebla, cargándola con cuidado y mimo hasta la entrada del templo, subió a su cuarto y con cuidado la recostó en su futón. Se sintió decepcionado al no sentir el calor del cuerpo de la joven.
Bien, no podía dejarla vestida con aquella ropa, pensó observando su cuerpo pequeño, cubierto por aquella fina capa de tela, que cuando la recostó subió hacía arriba, mostrando el principio de las infantiles braguitas de lunares.
Se sonrojó, después de todo Nanami le provocaba todo tipo de sensaciones nuevas y algo desconcertantes en su interior, no sabía que hacer o como comportarse cuando ella le sonreía, cuando le rozaba los dedos o simplemente se sentaba cerca de él.
Pero tenía que concentrarse en cambiarla, sin pensar en otras cosas que desde luego no debía de estar pensando en aquella situación. Bien, pijamas.
Buscó en el armario de la joven, teniendo en cuenta que él era más hábil cuando se trataba de kimonos o ropa antigua. Encontró un kimono para dormir de color rosado, más oscuro en la parte inferior y que se iba haciendo más claro a medida que llegaba al cuello.
Con el kimono en las manos se volvió a acercar a donde la muchacha dormía plácidamente, se arrodillo y se debatió en una lucha interna. ¿Como se sacaba aquella tela?
Buscó en los laterales, tenía que tener alguna cremallera o cinta. !Si¡ Había una cremallera que llegaba desde el lateral derecho hasta mitad de las caderas. Con cuidado la desabrochó, sujetando su cuerpo entre sus brazos bajo los tirantes, descubriendo su pecho desnudo.
!¿Por que no estaba usando sujetador?!
Decidió que lo mejor era sacar el vestido por la cabeza, así que sujeto el final del vestido y lo fue subiendo, hasta que pudo sacarlo por la cabeza de la durmiente Nanami y dejarla solamente con sus braguitas y los calcetines.
!No la mires!, no mires esos pequeños pechos que posiblemente podría abarcar con sus manos, rozar sus pezones...inclusive probarlos con la lengua.
¿Pero en que estaba pensando?
Para cubrir su sonrojo y el dolor que se había formado en su parte baja, decidió que era hora de cubrirla con el kimono. Lo hizo rápidamente, de forma manual, con rapidez y eficacia. Le ató el obi en dos simples movimientos. Después la cubrió con las mantas.
La observó dormir, su respiración calmada, tranquila...su pecho subiendo y bajando con suavidad, atrayendo la mirada del kitsune. No supo cuanto tiempo estuvo en trance, mirándola, casi sin pestañear hasta que lo hizo.
Su mano acarició su mejilla, una caricia suave, casi irreal y sus labios, frescos, masculinos, tomaron posesión de los de ella. La beso y se alejo para volver a repetir la acción una vez y otra vez y otra vez.
Sí, Tomoe era un adicto. Adicto a los labios de su Diosa.
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