Capítulo 6
Arwen colocó un paño fresco en la frente de Legolas. Entonces acarició la mejilla del príncipe con un dedo para después besarle la piel enfebrecida.
"Mejórate pronto, 'ricitos de oro' –susurró. La reina de Gondor miró a su esposo, que estaba sentado al otro lado de la cama. Se acercó a él y le apretó el hombro-. ¿Estel?"
Aragorn se giró hacia ella.
"Me quedaré con él" –contestó en voz baja.
Ella asintió, comprensiva. Tras darle un beso de buenas noches, la reina se fue y cerró la puerta al salir.
La habitación se quedó en completo silencio, con solo el ruido del fuego de la chimenea. El hombre alargó la mano y reajustó la manta que cubría los hombros de su amigo. Legolas seguía profundamente dormido o inconsciente. Todavía no se había despertado tras colapsar en la sala hacía varias horas y ahora también tenía fiebre, la cual Aragorn controlaba con esmero.
A pesar de que las heridas de Legolas no hacían peligrar su vida, Aragorn no pudo evitar preocuparse. Lo que los Haradrim le habían hecho a su amigo era muy cruel. Era doloroso ver las letras quemadas en la piel de alabastro del elfo. Aragorn había tenido que colocarlo sobre un costado, que era la parte que menos heridas tenía de su cuerpo.
El hombre sujetó a Legolas de la mano y se la apretó, rezando para que se recuperara pronto.
"Lo siento, hermano. Lo siento tanto..." –susurró Aragorn, apoyando la frente en sus manos unidas.
Leer el mensaje escrito en el cuerpo de Legolas había sido lo más duro que había hecho nunca. Y el mensaje en sí era aterrador. El hombre no quería volver a ver esas letras, pero sabía que las cicatrices durarían unas semanas antes de desvanecerse.
Aragorn no supo cuánto tiempo pasó allí sentado, hablándole a su paciente y cambiando los paños fríos de la frente del príncipe. Lo siguiente que supo fue que era de día y que Legolas gemía de repente.
"¿Legolas?" –lo llamó Aragorn, acercándose para escuchar lo que su amigo murmuraba.
"K... Kel..." –susurró Legolas, casi haciendo que se le partiera el corazón a Aragorn. ¡Estaba llamando a su hermano!
"No pasa nada, Legolas. Ya estás a salvo" –le aseguró Aragorn, acariciándole la cabeza.
"¿Kel?" –Legolas abrió los ojos y observó al rey con la mirada desenfocada.
Aragorn le sonrió con tristeza.
"No, soy yo. Estel."
El rostro de Legolas se arrugó y estalló en lágrimas.
"Quiero a Kel... Por favor... Quiero que vuelva..."
"Legolas, sabes que Keldarion ya no está aquí –le dijo con cariño-. Está en Valinor."
Legolas sacudía la cabeza mientras intentaba salir de la cama.
"No... no te creo. Está aquí. Acaba de llamarme..."
¡Ay! ¡Es el mar! ¡Vuelve a llamarle! El rey empezaba a entrar en pánico, pero mantuvo la voz en calma.
"Legolas –lo tranquilizó, haciendo que volviera a recostarse-. Kel no está aquí. Escúchame, hermano. Escucha mi voz y vuelve conmigo. Por favor, Legolas –Aragorn ya había comenzado a llorar y abrazó al elfo tembloroso-. No le hagas caso al mar. Vuelve con nosotros. Vuelve..."
"No puedo... -sollozó Legolas, cubriéndose los oídos con las manos-. ¡Me llama una y otra vez! ¡Haz que pare!"
Aragorn lo abrazó más fuerte.
"Concéntrate en mi voz, hermano. No le hagas caso. Ya estás a salvo" –repetía al oído de su amigo, rezando para que el ataque se detuviera rápidamente. Legolas ya sufría bastante con sus heridas como para tener que soportar eso también.
Legolas fue quedándose en silencio hasta que se quedó inmóvil en brazos de Aragorn, mirando hacia delante con los ojos desenfocados. El hombre le acarició una mejilla húmeda por las lágrimas.
"¿Legolas? ¿Estás conmigo?"
Legolas alzó la mirada lentamente, un poco perdido.
"¿Estel?"
El hombre sonrió y asintió.
"Sí, soy yo, hermano."
Pero Legolas no le devolvió la sonrisa y se alejó de él hasta colocarse en posición fetal, dándole la espalda.
"Déjame, Estel."
Aragorn se quedó helado, dándose cuenta de que Legolas intentaba volver a ocultar sus emociones.
"No te dejaré solo y no puedes obligarme. No como la otra vez" –dijo, refiriéndose a aquella vez en la que el príncipe se había quedado ciego. Legolas se había visto tan sobrepasado por la desesperación que se había negado a recibir ayuda y la compañía de su mejor amigo.
Legolas no respondió. Era muy cabezota, pero también lo era Aragorn. El rey siguió sentado al lado de la cama de su amigo y continuó hablando.
"¿Cuánto tiempo has estado sufriendo? El llamado del mar, quiero decir."
Legolas tardó un momento en responder.
"Varios meses –dijo, finalmente-. Pero ha empeorado las últimas semanas."
Aragorn cerró los ojos un momento antes de responder.
"¿Es esa la razón de que estuvieras... 'indispuesto'?"
Legolas asintió en silencio y el rey suspiró, arrepentido.
"Siento haber sido un ignorante, Legolas. Debería haberme dado cuenta de que no estabas bien."
"No importa" –murmuró Legolas.
"No, claro que importa –dijo Aragorn. Sujetó a Legolas por el hombro y tiró de él hasta que estaban cara a cara-. Me preocupo por ti, Legolas. Siento haber sido tan cortante contigo en la reunión, pero sabes que tengo que hacer mi trabajo. Te quiero, hermano. Cuando te hago daño yo también sufro por ello."
"No, no pasa nada. De verdad –Legolas finalmente sonrió-. Si yo fuera tú habría hecho lo mismo."
"No, no es verdad. Tú comprendes mucho mejor a los demás."
Eso hizo que Legolas se echara a reír, pero hizo una mueca inmediatamente.
"Tengo la garganta seca. ¿Puedo tomar un poco de agua?"
"¡Oh, por supuesto!"
Aragorn se dio la vuelta y cogió la jarra que estaba en la mesa de noche. Legolas hizo un esfuerzo para sentarse, haciendo muecas con cada movimiento. Estaba claro que las quemaduras eran dolorosas, pero el príncipe no hizo comentarios, soportándolo con estoicismo.
"Ten –Aragorn le dio un vaso lleno y observó en silencio cómo Legolas se lo tomaba. Cuando terminó, preguntó-: ¿Estás listo para decirme qué ocurrió?"
Tras darle el vaso vacío a Aragorn, Legolas se quedó pensativo un momento.
"Sufrimos una emboscada –comenzó-. Sabían que íbamos a pasar por ese camino."
Entonces Legolas se lo contó todo mientras Aragorn escuchaba sin decir nada. Los ojos le brillaban de furia cada vez más.
"Estel, sobre... lo que escribieron en mí –dijo Legolas, mirando a su amigo-. ¿Qué dice?"
Aragorn pareció envejecer varios años al escuchar su pregunta. Entonces suspiró y sujetó la mano de Legolas.
"Quieren que renuncie al trono."
Legolas se enderezó, con los ojos como platos.
"¿Decía eso?" –preguntó con incredulidad.
El hombre asintió, resignado.
"Los Haradrim quieren que les ceda el trono, o..."
"¿O qué?" –insistió Legolas.
Mirando a Legolas directamente a los ojos, Aragorn continuó.
"O volverán a secuestrarte y terminarán lo que han empezado."
Legolas desvió la mirada, de repente temeroso de volver a caer en manos de los Haradrim. Pero no quería que Aragorn cediera ante sus enemigos.
"No les entregues Gondor, Estel. Ni siquiera por mí."
"Y ellos siempre cumplen su palabra –dijo Aragorn, distraído-. Temo por tu seguridad, Legolas. Mira lo que te han hecho. Intentarán llevarte otra vez."
Legolas se encogió de hombros y sonrió débilmente.
"Ahora eres rey. Es un riesgo que debes tomar. Puedo vivir con ello."
Aragorn sacudió la cabeza, también sonriendo.
"Parece que te estás tomando esto mejor que yo."
La sonrisa de Legolas flaqueó y bajó la mirada, observando sus manos cruzadas sobre la sábana.
"La verdad es que no, Estel."
"¿A qué te refieres?"
"Yo... -dudó el príncipe. Entonces alzó la mirada con los ojos llenos de culpa-. Siento que te he decepcionado."
"¿Qué? ¡No! ¿Por qué piensas eso?"
"Estel, admítelo. No estoy haciendo un buen trabajo con Ithilien."
"Pero..."
"Necesitas a alguien más confiable para que gobierne Ithilien, alguien que siempre esté listo para acudir en tu ayuda ¡y alguien que no esté todo el tiempo atormentado por esta especie de enfermedad que no le permite hacer las cosas bien!" –se notaba un poco de frustración en su voz cuando hablaba.
"Pero te necesito, Legolas –Aragorn le sujetó la mano con más fuerza, casi suplicante-. De verdad que te necesito."
"Solo seré una carga para ti al final. Un lastre –continuó Legolas-. Por favor. Busca a otra persona que haga el trabajo mejor que yo. Hazlo por Gondor, Estel. Piensa como rey."
"Eso es imposible, mi querido Legolas –dijo Aragorn, sacudiendo la cabeza-. Puede que sea un rey, pero antes soy tu hermano."
Entonces se produjo un largo silencio. El hombre y el elfo se perdieron en sus pensamientos, recordando lo que acababan de decir. No era fácil para ellos elegir entre el amor y el deber, pero Legolas sabía que era el único capaz de tomar una decisión... por el bien de Gondor.
"Quiero ir a casa" –dijo el elfo.
Aragorn sacudió la cabeza.
"Todavía no puedes ni andar hasta el balcón, Legolas, mucho menos a Ithilien."
"No me refería a Ithilien –dijo Legolas tras dudar un momento-. Quiero irme a casa... a Mirkwood."
¡Ooooh! Nuestro pobre príncipe quiere volver al Bosque Negro. ¿Aragorn se lo permitirá? Y si es así, ¿ocurrirá algo por el camino? O_O
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