Capítulo 3

Legolas salió de la sala de reuniones a punto de perder el temperamento.

"¡Prepara los caballos! ¡Nos vamos a casa!" –le gruñó a sus escoltas, que lo esperaban pacientemente en el pasillo. Los elfos se fijaron en su expresión y se apresuraron a cumplir la orden.

El príncipe Imrahil se le acercó y le dio una palmada en el hombro para consolarlo. El señor de Dol Amroth notó cómo se tensaban los músculos del elfo bajo sus dedos.

"¿Lord Legolas?"

Legolas suspiró antes de girarse hacia él.

"¿Lord Imrahil?"

Imrahil suspiró suavemente.

"Anímate, amigo. Para que lo sepas, no creo que seas el único responsable del ataque. Todos tenemos parte de culpa."

"Pues a mí no me lo parece" –dijo Garil, uno de los señores de Gondor que pasaban al lado de ambos. Ni siquiera se detuvo para seguir hablando.

Lord Asfahn, que iba tras él, miró a Legolas como pidiendo disculpas.

"Solo decía la verdad en la reunión, Lord Legolas. No es mi culpa que ellos pensaran que eres un inepto y no te tomas tu trabajo en serio."

Dicho eso, Asfahn se alejó con el resto de los hombres.

Imrahil negó con la cabeza.

"Ignóralos, Legolas. Si es como creo, solo tienen envidia de tu relación cercana con el rey."

Legolas se rio sin ganas.

"¿Cercana? La verdad es que ahora mismo no lo veo de esa forma" –tras una triste sonrisa hacia Imrahil, Legolas le dio unas palmadas agradecidas en el brazo y se alejó, con los hombros hundidos.

Imrahil sacudió la cabeza, entristecido al ver que Legolas se culpaba por el ataque de Colomar. Esperaba que la amistad entre el elfo y el rey no se viera afectada.

Cuando Legolas llegó a las escaleras que llegaban a la gran entrada de la ciudadela se acordó de que todavía no había visto a Arwen. A sabiendas de que se sentiría herida si se marchaba sin verla, Legolas dudó un momento antes de darse la vuelta y dirigirse a las habitaciones reales.

Pero por el camino, cuando recorría el pasillo que iba hasta la habitación de la pareja, una bandada de gaviotas pasó por la ventana. Sus graznidos captaron su atención e hicieron que se detuviera de golpe. Sin poder evitarlo jadeó y se sujetó el pecho cuando su corazón comenzó a doler como si tiraran de él en todas direcciones.

¡Oh, Valar, ahora no, por favor! ¡Ahora no, se lo suplico! Gritó Legolas mentalmente mientras colapsaba contra la pared y se deslizaba hasta el suelo. Pero los graznidos de las aves sonaban cada vez más alto en su cabeza, mezclándose con el sonido de las olas en la orilla. Las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas y sus hombros temblaban con sollozos incontrolables.

No, por favor, márchense. ¡No tengo tiempo para esto! Se cubrió los oídos con las manos en un intento de dejar de escuchar el hipnótico sonido. Casi podía sentir el agua recorriéndole la piel, la luz del sol bañando su rostro y el aroma de Valinor. ¡No! ¡No necesito esto ahora! ¡Vete!

Pero el mar seguía llamándolo. Legolas...

¡Para! ¡Déjame solo!

Legolas...

¡Vete de una maldita vez! ¡Sal de mi cabeza!

"¿Legolas?"

El príncipe gimió.

"Márchate..."

Entonces alguien le sujetó la mejilla con cuidado.

"¿Legolas? Soy yo. Arwen."

Al instante parpadeó y vio a la hermosa reina de Gondor arrodillada justo delante de él, mirándolo con preocupación.

"¿A... Arwen?"

"Sí, Legolas. Soy yo" –contestó suavemente, apartándole un mechón de cabello del rostro.

"Arwen" –Legolas se abrazó a ella, todavía temblando. Arwen le acarició la cabeza, murmurando palabras tranquilizadoras.

Solo estaban ellos en el pasillo. Fue casualidad que Arwen fuera a buscar a su marido y se encontrara con Legolas sentado contra la pared. Al instante supo lo que ocurría con el príncipe e hizo su mayor esfuerzo para traerlo de vuelta.

Arwen miró hacia abajo y vio que Legolas había dejado de llorar y parecía estar muy avergonzado.

"Bueno –comenzó, sonriendo débilmente-. Vaya manera de saludarnos, ¿verdad?"

Ella se rio con su bonita voz.

"Hola a ti también, 'ricitos de oro'."

Legolas hizo una mueca.

"No puedo creer que todavía te acuerdes de eso."

"¿Por qué no? ¡Tú me llamaste 'calabaza' el día de mi boda!"

Los dos se echaron a reír, todavía abrazados y pareciéndose más a un mar de amantes que a amigos de la infancia.

O eso fue lo que pensó Aragorn al encontrárselos.

"¿Todavía te gustan las damas mortales, Legolas?"

Los dos se separaron al instante. Mirando al hombre con dureza, Legolas ayudó a Arwen a ponerse en pie. Ella estaba aturdida.

"¿A qué te refieres, Estel?"

"Habla de la vez que besé a Éowyn en Édoras" –explicó Legolas.

Entonces se enderezó al máximo sin romper en ningún momento el contacto visual con Aragorn, que tenía los ojos entrecerrados. Si fuera un mejor momento, Legolas se habría reído. ¡Ay, Elbereth! ¡Está celoso!

Y era verdad que Aragorn estaba verde de envidia. Arwen era muy hermosa y Legolas era la persona más atractiva que conocía. Los dos serían una bonita pareja en otras circunstancias, sobre todo teniendo en cuenta que ambos tenían casi la misma edad.

Puede que el príncipe elfo fuera miles de años mayor que Aragorn, pero Legolas parecía no envejecer, manteniendo siempre su aspecto juvenil y ese aire de inocencia. Aragorn ya se sentía más como un hermano mayor que al revés. Se sentía estúpido por estar celoso de su buen amigo, pero no pudo evitar decir:

"Mi esposa no es una sustituta apropiada para Nara, ¿no crees? Es una mujer casada."

"¡Estel! –gritó Arwen, en estado de shock. Entonces miró a su esposo con incredulidad-. ¿Qué demonios estás diciendo?"

Legolas forzó una sonrisa.

"Solo bromea, Arwen. No habla en serio."

Tras besarle la frente, Legolas se giró hacia su amigo.

"Ahora que la he visto y me he asegurado de que se encuentra bien me iré. Que tengas un buen día, mi señora –se inclinó levemente ante Arwen y luego inclinó la cabeza hacia su amigo-. Mi señor."

Dicho eso, el príncipe elfo se marchó mientras marido y mujer lo observaban irse en silencio.

Cuando Legolas despareció de la vista, Arwen se volvió hacia Aragorn.

"¿Qué fue todo eso?"

"Nada. Una broma, como dijo él."

"A mí no me sonó como una broma. Te llamó 'mi señor'."

Aragorn suspiró. Arwen era muy inteligente y no se dejaba engañar.

"Solo tuvimos un desacuerdo sobre el ataque de Colomar, Arwen. Nada más."

Pero ella era persistente.

"¿Pero qué tiene que ver eso con lo que le acabas de decir?"

Entonces Aragorn dudó un momento antes de estallar.

"Vi lo pegados que estaban en el suelo, abrazándose y susurrando."

Arwen abrió los ojos como platos al comprenderlo.

"Déjame aclarar una cosa. ¿Estás celoso? ¿De nosotros?"

Aragorn se sonrojó ligeramente.

"Bueno, ¿qué otra cosa se supone que debo sentir? Ahí estaba yo, buscando a mi esposa para contarle mis problemas, cuando te encuentro en brazos de mi mejor amigo, ¡casi como si fueran a besarse!"

Arwen sacudió la cabeza, exasperada.

"¿Pero te estás escuchando? ¿Te das cuenta de lo que dices? ¡Valar! Es tu amigo, Estel. Nay. Es tu hermano."

Tras sus palabras se produjo el silencio y Aragorn desvió la mirada, de repente demasiado avergonzado como para mirar a su esposa a los ojos.

"Lo siento, Arwen. Creo que exageré."

"Sabes que no soy yo con quien tienes que disculparte –dijo Arwen suavemente, acariciándole una mejilla-. Legolas está sufriendo en silencio, Estel. Puede que sonría, pero sus ojos no lo hacen. ¿No te has dado cuenta?"

Aragorn alzó la mirada.

"No lo sé. No me fijé en eso. Pero me pareció que estaba un poco pálido y reservado –inclinó la cabeza hacia un lado-. ¿Sabes lo que le ocurre?"

"Es el llamado del mar. Le está afectando más de lo que deja ver."

Aragorn abrió los ojos como platos, alarmado.

"¿En serio? ¿Te lo dijo?"

Aragorn asintió con tristeza.

"Acababa de sufrir un ataque. Por eso estaba abrazándolo. Intentaba traerlo de vuelta –entonces suspiró y lo abrazó por la cintura-. El mar lo llama con fuerza, Estel, y es más poderoso que nunca. Su corazón desea ir a Valinor, pero ama demasiado la Tierra Media. Además, tiene más razones para quedarse. Y yo sé que tú eres parte de esas razones."

Aragorn suspiró y se pasó una mano por el pelo.

"¡Valar! ¡Debería callarme tragándome mi propio pie! ¡Dos veces! ¡No vas a creerte lo que le dije en la reunión!"

"Entonces encuéntralo antes de que se marche, Estel. Necesita saber que todavía le importas."

"Soné como un idiota, ¿verdad?" –Aragorn sonrió mientras acariciaba la mejilla de Arwen.

Ella sonrió, benevolente.

"No, sonabas como un rey estresado que no ha descansado lo suficiente. Vete, mi amor. Tu hermano te necesita, aunque él no lo sepa."

Pero cuando Aragorn llegó a los establos minutos después, Legolas y su escolta se habían ido.

O_O ¿Y esos comentarios de Aragorn de dónde salieron? Ahora se han separado tras una pelea. ¿Ocurrirá algo que les haga arrepentirse? ¿Veremos sangre tan pronto?

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