8. Hades y Ofiuco

Tauro.

—Oh, Tauro, hola.— Sonríe con amabilidad, una sonrisa pequeña que luego desaparece, mirándome de arriba abajo antes de mirar por encima de mi hombro a los demás. —Qué raro verlos por aqu. Pasen

Asiento con la cabeza viendo como se hace a un lado para dejarnos pasar. Espero a que los demás entren después de mi, para a continuación ver como Hades cierra la puerta. Nos lidera por el pasillo de la casa, este posee una alfombra roja aterciopelada, las paredes son negras con algunas pinturas en marcos dorados. Llegamos hasta una habitación que parece ser la sala. Nos indica con una señal de mano que nos podemos sentar en los sillones griegos, los cuales son iguales a los del Olimpo, largos, con solo recarga brazos sin nada para poner la espalda, solo que estos son de color negro con cojines blancos. En el centro de la habitación hay una pequeña mesa de centro de caoba brillante con un bambú corto sobre una maceta cuadrada de color café, junto con unas galletas en bandeja de plata.

Hacemos lo que nos pide, nos acomodamos en los asientos repartidos en la habitación, con él frente a nosotros. Estoy a punto de hablar cuando veo a Sagitario tratar de tomar una de las galletas, por lo que rápidamente le golpeo la mano causando que la suelte y me mire con enfado.

—¡Hey!

—No comas nada.— Ordeno viendo como frunce el ceño

—¿Por qué?

—Si lo haces ya no podrás salir del Inframundo.

—Exageras.

—No, habla en serio.— Dice el Dios.—Si consumes algo de aquí no puedes irte. Se podría decir que son mis medidas de seguridad.

—¿Lo ves? No comas nada.— Vuelvo a ordenar a lo que él gruñe y se cruza de brazos.

—Y bien ¿Qué hacen aquí?

—Veras, tenemos un problemita.— Comenta Libra.

—¿Problemita? ¡Ja! Yo diría un gran problema.— Espeta Leo riendo sin una pizca de gracia.

—¿Qué problema?

—Pues veras...— Relamo mis labios buscando las palabras adecuadas.— ¿Sabes quien es Ofiuco?

Sus ojos se abren con cierta sorpresa, se acomoda el cabello con notoria incomodidad y se aclara la garganta.

—¿Qué con ella?—Pregunta con una mirada seria en esos ojos tristes y misteriosos.

—¿Ella?—Pregunta Sagitario antes de que yo lo pueda hacer con una mueca de confusión.

—Si. Ella.— Su ceño se frunce cruzando miradas con el azabache. —¿Qué ha sucedido?

—¿Quién o que es?

—Yo pregunte primero.

—Ofiuco ataco el Olimpo.— Hablo volviendo a captar la atención de Hades

—Explícate.

Junto mis manos sobre mis rodillas, entrelazando mis dedos y me inclino levemente hacia el frente.

—Hace un tiempo uno de nosotros había comenzado a actuar extraño. Era menos sociable que de costumbre y se la pasaba en su casa encerrado. Un día, hubo una explosión, destruyendo la casa del signo, nos durmió a todos y al despertar, nos encontrábamos todos encerrados en jaulas. Nosotros logramos escapar, los Dioses no tuvieron tanta suerte.

—¿Cuál signo?

—Escorpio...— Responde Leo con la mirada clavada en el suelo mientras se recarga con el codo en el sofá.

—El más vengativo de ustedes.—Resopla con energía pasándose la mano por la cara.

—¿Qué es Ofiuco?— Pregunto con curiosidad.

—Se supone que sería el decimotercer signo del zodiaco.

—Pero...

—Pero ninguno de los planetas quiso acunarla como su hija, creían que seria demasiado problemática además que estaban en desacuerdo pues el año solo posee 12 meses, uno más seria completamente innecesario.

—¿Por qué seria problemática?

—Su signo seria una serpiente.

—¿Y que? Escorpio es un escorpión y Leo un león.— Espeta el azabache señalando a la chica de fuego junto a él

—Es distinto, una serpiente es más venenosa que un escorpión y mucho más agresiva que un león. Desde el punto de vista de todos, la serpiente solo se preocuparía por si misma, no tendría ni una pizca de empatía y su corazón seria frío.

—¿Qué hicieron con ella?— Pregunta Libra.

—Nunca se le proporciono una forma física, solo era un espíritu vagando así que la encerraron en una cúpula escondida en el laberinto del minotauro. Parece que logro escapar. ¿Incluso Zeus?

—Incluso él.

—Saben que yo no soy bueno en ayudar a la gente.— Se levanta de su asiento y camina por el lugar sin mirarnos.

—Lo sabemos, solo hemos venido a que nos prestes tu casco.— Le sigo con la mirada.

—¿A cambio de que?

—¿Qué es lo que quieres?— Cuestiona Leo alzando la mirada para cruzarla con la de él

—Lo que quiero no podrían conseguirlo ni aunque le rogaran a Zeus.

—¿Entonces?

Noto como suspira con pesar, cerrando los ojos como si pensara detenidamente lo que esta sucediendo.

—Bien, se los daré. Si Perséfone se entera de que no les ayude...

—Muchas gracias.— Sonrió.

—Si, no es nada, supongo. — Hace el mismo gesto que yo.— ¿Qué hay de Poseidón?

—Ahora que lo pienso, no estaba ahí.— Afirma Sagitario con una mano en el mentón.

—Quizás él sea de más ayuda que yo. Esperen aquí, ya lo traigo.—Comenta saliendo de la habitación.

—Eso ha sido más fácil de lo que pensé.— Comenta el chico de fuego viendo por donde ha salido el Dios.

—Supongo que lo ha hecho por Perséfone.— Dice Libra.

—Por supuesto, ¿crees que lo haría por Zeus?— Sonríe con cinismo la peli-naranja —Esos dos no se toleran ni un poco.

—Son como el agua y el aceite.— Concuerdo.

—Y con razón, Hades es realmente una buena persona pero fue engañado por Zeus para cuidar el inframundo cuando por derecho, él tenia que ser el Dios del Olimpo.

—Eso es verdad...— Murmura la chica de aire con lastima.

—Leo, últimamente estas más alterada que de costumbre.— Le comenta su compañero de elemento.

Escucho como ella rechista junto a mi.

—¿Qué esperabas? No voy a saltar y cantar por ahí cuando esta pasando todo esto.— Refuta con un tono de voz alto y lleno de molestia.

—Sin mencionar que Escorpio esta en un problema. —Aclara Libra y yo sonrió con cierta diversión viendo como la leona se apena notoriamente.

—Si, estoy preocupada por él.

—Arreglaremos esto, tranquila.— Trato de reconfortarla con una sonrisa y palmeándole el hombro a lo que ella suspira con pesadez, relajándose un poco.

Minutos después en los que los chicos y yo conversamos sobre otro tema para despejar nuestra mente del torbellino de problemas, Hades reaparece por la puerta de la habitación con una caja de madera de un tono desteñido con bisagras oxidadas y tallados. Los cuatro nos levantamos de nuestros asientos, el Dios se acerca a mi y sin más, coloca en mis manos la caja con sumo cuidado.

—Es esta, la regresan cuando terminen con ella. — Dice con una mirada cálida y con la mano golpea levemente la parte superior de la caja.

—Claro. Muchas gracias de nuevo.

—No hay de que. Les deseo suerte.

Corto, lo se. Tambien se que me tarde :'v pero es que se borro mi archivo con la historia y pos a pasar todo de wtp a word y acomodarlo :B no me maten y espero que les guste.

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